Las familias de almas. Por Marie Lise Labonté. ISBN: 9788489957589

Las familias de almas

Referencia: 9788489957589
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Una lección inédita sobre el alma

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Inspirada por los ángeles Xedah y el arcángel Miguel, Marie Lise Labonté nos da a conocer una lección inédita sobre el alma. Describe las doce familias de almas actualmente reencarnadas en la Tierra y nos dice qué es lo que hacen. El lector puede identificar fácilmente a cuál de ellas pertenece y la posición que ocupa en el seno de esa familia. Este reconocimiento permite que el alma despierte a su naturaleza divina, a su identidad celestial.

Marie Lise Labonté
es psicoterapeuta, escritora y educadora. Ha superado una enfermedad incurable mediante un proceso de autosanación durante el cual descubrió la antigimnasia. Ha desarrollado su propio método, el MLC (Método de Liberación de las Corazas). Durante cerca de diez años recibió, en estado de trance, la vibración de los ángeles Xedah, ángeles de sanación, que en 1998 cedieron su sitio al arcángel Miguel. Desde 2001 recibe la transmisión de una vibración universal llamada Alma madre. En el amanecer de tercer milenio, Marie Lise Labonté se dedica a compartir su visión del desarrollo espiritual del ser mediante conferencias, talleres y la publicación de nuevas obras.

traducción: Pilar Fenés Escolá

Índice

PRÓLOGO     9
PREFACIO. INVITACIÓN      11
Texto que invita a que el lector abra su conciencia
INTRODUCCIÓN      15
Ejercicio: mano sobre los tres corazones para sentir el punto de amarre del alma
1. SI ME CONTARAN LA ENCARNACIÓN..     25
Historia de una vida, desde la chispa divina hasta la encarnación • La Fuente divina • La Chispa divina • Sas vibratorios • Alma Madre. Familia celeste • Familia terrestre
Ejercicio: recitar el AUM
2. ¿A QUÉ FAMILIA PERTENEZCO?      39
Olvidar la identidad terrestre para permitir el reconocimiento de la identidad celeste • Presentación de las familias de almas • Ejercicio preparatorio • Enumeración de las familias
Ejercicio: recitar el AUM y visualizar: ¿A qué familia pertenezco?
3. ¿CUÁL ES LA POSICIÓN?      71
Abrir la conciencia, expandir la visión para definir la posición que ocupa el alma • Descripción de una célula con el ejemplo de una célula humana • Reagrupamiento de las células o familias de almas: el Más Allá, mundo celeste • Descripción de cada posición: núcleo, filtro, estabilizadores y periferia • Circulación de la energía dentro y fuera de la célula
Ejercicio: recitar el AUM y visualizar: ¿Cuál es la posición?
CONTEMPLACIÓN      91
Texto que invita a una reflexión sobre la propia vida
4. Los VÍNCULOS ENTRE LAS ALMAS      99
Explicaciones complementarias sobre las diversas relaciones que unen a las almas • Almas hermanas • Almas gemelas • Almas dobles • Almas hermanas primordiales • Vínculos entre las almas
5. COLORES Y CORRESPONDENCIAS
VIBRATORIAS     123
Para aumentar el contacto con la familia de almas • Descripción de los colores • Correspondencias con los chakras, vínculo con el universo
Ejercicio con el mantra A UM NE U I NAH
6. EL ALMA MADRE Y LA VISIÓN      129
Importancia de volver a conectar con la visión interna • Descripción del Alma Madre, papel de las chispas divinas • Revisión del itinerario: chispa divina-manto kármico • Funcionamiento energético en el interior del Alma Madre • Circulación de la energía de las chispas divinas a las familias de almas • El fluido portador de la visión. Sas vibratorios • Libre albedrío del alma: reconocer o no reconocer la visión • Visión global, colaboración de las familias en la realización del universo
7. CANALIZAR Y VIVIR LA VISIÓN      143
La encarnación terrestre: peligro de extraviarse
•    La clave: el amor • Ejercicio para invocar la propia visión, la visión de la familia, acogerla
Ejercicio: recitar el mantra añadiendo TA
MANTRA PARA INVOCAR AL ALMA Y SU VISIÓN      157
LAS ALMAS HERMANAS Y LA PAREJA
EN LA ENCARNACIÓN      161
CONCLUSIÓN     183

1

Si me contaran la encarnación...

Vuestra experiencia terrestre es un medio, no un fin o una limitación.
Habéis nacido de la Fuente. No existen palabras terrestres para describir a la Fuente divina. La única palabra es... la Fuente. Podemos referirnos a ella como un sol radiante, como un mar de destellos en vibración constante, que todo lo abarca y que emite una vibración de amor incondicional. Vuestra alma, surgida de la luz, ha nacido de este sol con un código genético único: la divinidad de la que procede.
Esta chispa divina, este destello de luz que habéis sido y sois puede dividirse varias veces antes de atravesar el primer sas2 vibratorio. Tiene la virtud de multiplicarse y, en un momento dado, puede elegir la vía
de la identidad vibratoria, la vía del alma. En este caso, se pasa por un primer sas vibratorio, que es una puerta vibratoria a la que nosotros llamamos Alma Madre. En su periplo, puede atravesar dos, tres, cuatro, cinco, seis o siete sas vibratorios que irán afinando su identidad. ¿Su meta? Servir a la Fuente. ¿No es maravilloso?
El Alma Madre no es propiamente un alma: es el sas principal que surge de la Fuente, es pura vibración en la que se bañan las familias de almas. Con el fin de ayudaros a comprender esta dimensión, podríamos decir que la chispa divina o destello de luz nace de la Fuente y que el alma nace del Alma Madre. En el sas del Alma Madre, esa emanación divina reviste el manto vibratorio que la acompañará en el transcurso de la encarnación y que recibe el nombre de alma. Unas almas pasan directamente del Alma Madre a su familia de almas. Otras atraviesan distintos sas vibratorios, que son como puertas a través de las que el alma transita para afinar y confirmar su identidad. Algunos de estos sas forman una especie de aglomerados, de cofradías de chispas divinas: son los ángeles, arcángeles, numinosas...3 puras vibraciones que acompañan constantemente a las almas. Quizás algunos de vosotros sintáis cierta afinidad con los ángeles o con los arcángeles... lo cual se explica fácilmente por el hecho de que el alma ha podido pasar por uno o varios de estos sas o puertas vibratorias para afinar su identidad. Así pues, en el seno de vuestra familia hay almas que han
experimentado un solo sas, mientras que otras han conocido dos, tres, cuatro o cinco.
Vuestra alma, habitada siempre por la luz, por la chispa divina, se dirigió hacia la familia de la que había decidido formar parte para servir a la Fuente y ocupó una posición concreta.4 Algunas almas se dirigieron hacia el núcleo o centro de la célula familiar, depositario de la identidad de toda la célula. Otras, en cambio, se posicionaron en la franja que rodea al núcleo para ejercer funciones de filtro y de protección. Algunas se ubicaron en la franja que rodea al filtro con la misión de conservar el equilibrio dentro de la célula. Por último, hubo almas que se dirigieron a la franja periférica, que es la que sella y delimita la célula.
La familia, a su vez, dispone de una identidad, que no puede compararse con el ego ni el karma. Estos términos no existen en el más allá. Cuando viváis la experiencia de conectar con vuestra familia, tendréis que olvidar estas expresiones: ego, inconsciente, astral, personalidad... porque no podéis reducir la experiencia de la familia de almas a la vibración terrestre ni proyectar en ella lo terrenal y sus condicionamientos. Todo esto está fuera de lugar. En el seno de esta familia habéis optado por encarnaron, junto con algunos de sus miembros, en la Tierra para vivir el fin de un milenio y el nacimiento de otro. Luego (utilizamos esta expresión simplemente para que nos entendáis, porque el tiempo no existe en el
más allá), vuestras almas se prepararon para esta experiencia de común acuerdo con sus guías de encarnación, acuerdo que pudo producirse en el interior de la familia o en determinados sas, y entonces decidisteis «abandonar» el emplazamiento que ocupabais en la familia de almas para reuniros con vuestra familia terrestre.
Empleamos la palabra «abandonar» aun sabiendo que no se adecua a vuestra realidad celeste, porque no abandonáis nunca a la familia, unidos como estáis a ella en permanencia. Algunas almas son trasladadas, siempre en el seno del Alma Madre, a un lugar específico donde se encuentran con sus guías para «planificar» la futura encarnación. La familia de almas es una forma de membrana que contiene a todas las almas, aunque no siempre se localizan dentro de la familia, va que pueden entrar y salir para realizar misiones concretas. El flujo es constante.
Decidisteis, a continuación, encontraron con otras almas y crear una familia según los criterios de la Tierra, con el papá, la mamá, etc. Una situación ideal, ¿verdad? Plenamente conscientes de que la separación no existe, llevando con vosotros la vibración y la identidad de vuestra familia celeste hasta la familia terrenal, empezasteis a visitar a esta futura familia manteniéndoos en relación constante con la de almas. El alma sabía, sabe y sabrá siempre que estáis de paso en la Tierra y que la encarnación responde a un fin: la sanación interior, la trascendencia, la fusión con la divinidad y la experiencia de la familia de almas en la densidad de un planeta. Y también el del reencuentro con vuestros hermanos y hermanas de luz, para así tejer
una tela, un tejido conjuntivo energético en el planeta Tierra que regenera y une innumerables circuitos en el Cielo y en la Tierra y a las familias entre sí, sembrando y llevando por doquier la luz y el amor, facilitando la reunión de los códigos genéticos de la personalidad y del alma, así como la fusión del más allá y el más acá, en tránsito, en tránsitos.
La identidad vibratoria de vuestra alma es fundamental. Cuanto mayor sea su reconocimiento, mayor será la capacidad de alinearse. A medida que vayáis reconociendo y alineando vuestra acción en el seno de la célula, vais a recrear más y más los lazos de amor. A medida que vayáis reconociendo a vuestros hermanos y hermanas de luz, vais a recrear la célula y las uniones potenciales en la densidad. Acordando este planeta con los planos vibratorios celestes, uniréis los planetas entre sí, invitando al universo a alinearse. El alineamiento exige desapego, purificación del ego y elevación de la frecuencia vibratoria. Entraña, además, una desintoxicación (debida a una especie de negatividad interior) y alinea los chakras, la sushumna, el corazón y la esencia.
Debéis tomar conciencia de que cuanto más redescubráis la identidad propia de vuestra alma, de vuestra familia y de sumisión, tanto más sembraréis y compartiréis esta visión sobre el planeta Tierra. Esta toma de conciencia ayuda a las almas flotantes, aquellas almas que no reconocen su pertenencia a una familia y a las que les resulta difícil saber cuál es su misión. En la medida en que os reagrupáis de forma consciente, en esa misma medida ayudáis a que los demás se alineen con la visión que les es propia y cola-
boráis así en la realización de la visión planetaria. En el universo todo tiene un sentido.
La identidad vibratoria de vuestra alma existe en el seno mismo de la Fuente. No hay separación entre las distintas familias ni tampoco entre vuestra identidad y la Fuente. Sois uno desde el nacimiento de vuestra alma. Puede que, debido al filtro de encarnación terrestre, percibáis una divergencia entre la condición humana y la divina. Os comunicamos que, antes que nada, en cada cosa y después de todo, sois divinos. Vuestra naturaleza es espiritual. La identidad del alma circula por vuestra sangre y por vuestras células. Es esto lo que sois.
Vuestra alma posee una vibración específica, una densidad vibratoria que le permite encarnarse y vivir con una envoltura física más densa que los cuerpos sutiles. Vuestra alma cobija la llama, la chispa divina desprendida de la Fuente. ¡Acordaos! Sois esa luz, esa energía divina. La identidad vibratoria es importante no para envanecer al ego sino para guiaros en la encarnación actual. Cuanto más reconozcan las almas esa identidad, más se alinearán a la hora de actuar, asociándose con otras almas que también aspiran a alinear su acción, la cual apunta por encima de todo a servir a la evolución, al amor, a la luz, a la llama interior, a la Fuente.
Nuestra intención es ayudaros a reencontrar el mundo del que descendéis. Vuestra alma está rodeada de otras llamas y se baña en el fluido de la familia de almas. En la densidad del mundo encarnado, ¡quizá sólo vuestro perro reconozca la llama! Quizás el gato os mire fijamente o vuestro hijo se entretenga contemplando los destellos de luz que revolotean alrededor de vuestra coronilla.
Os invitamos a experimentar el momento presente y la fase actual de vuestro planeta. Desarrollad la percepción de los vínculos con vuestra familia de almas, con las chispas divinas y con todos los seres de luz que os acompañan.
Ejercicio
Sentaos cómodamente, a ser posible con la columna vertebral recta, pero no tensa. Respirad profundamente y que vuestra respiración, soplo de vida, llegue hasta todos los centros de energía. Reposad en la energía del corazón, de la conciencia y del hara. Invocad conscientemente la energía de los planos superiores de conciencia, de las familias de almas, y pedidle que descienda hasta el fondo de vuestras raíces terrestres.
Os invitamos ahora a recitar un mantra, el mantra capaz de invocar a vuestra alma y vuestra familia. Se trata de una invocación vibratoria. La A, sonido del alma, unida a UM, el sonido universal, crea un lazo telepático entre el alma y su familia. Este mantra suscita el despertar, la emanación de las vibraciones de vuestra alma y el reconocimiento de vuestra identidad. Recitadlo, dejaos llevar por su vibración, dejaos acunar por este canto sin perder el enraizamiento.
Preguntas
P. —¿Puede encarnarse la chispa divina?
R. — No, porque no dispone de identidad vibra-
toria, no lleva puesto el manto del alma. Es pura vibración.
P. — La chispa divina, ¿ es la misma en el más allá que en el más acá?
R.—Es la misma vibración, tanto si escogéis la luz como la oscuridad, la tierra o el cielo. La chispa divina es incondicional y eterna. Es la esencia, es el código genético de vuestra alma.
P. —¿Por qué algunas almas deciden pasar por un solo sas vibratorio mientras que otras pasan por varios?
R.—Por necesidad afinar su identidad. Los sas afinan, es decir, «personalizan» la identidad. El alma que atraviesa diversos sas vibratorios se vuelve más sólida, su identidad vibratoria es más «densa», más fuerte, lo cual facilita la encarnación terrestre. Eso no está ni bien ni mal, es así. Dicha densidad puede servir al alma en la luz o en la oscuridad, porque esa densidad puede llevarla a que se «separase» de su luz. Tal como decíamos, la densidad favorece la encarnación terrestre; ahora bien, se corre el riesgo de que el alma se extravíe en una densidad demasiado fuerte. El alma que sólo ha pasado por un sas es más «ligera», está más cerca de la chispa divina, su identidad es menos firme, más transparente. En consecuencia, la encarnación terrestre resulta más costosa y estas almas están imbuidas del anhelo de abandonar este plano y regresar al mundo del que provienen.
P. —¿Hay que volver a convertirse en chispa divina para cambiar de familia de almas?
R. — Lo recomendamos encarecidamente, por-
que es más fácil ese camino y fundirse de nuevo en la Fuente antes de cambiar de familia de almas.
P. —Para convertirse en chispa divina, ¿es preciso alcanzar el anillo exterior?
R. — No, porque entonces se produciría una especie de congestión, de embotellamiento en el anillo exterior. No estáis obligados a experimentar las posiciones más ligeras. Podéis pertenecer al núcleos y vivir una transmutación tal que os envíe allí directamente. Deberíais saber que la posición en la familia no es una cárcel.
P. —¿Podríais hablar más acerca de la «densidad» del alma?
R. — Vuestra alma tiene cierta densidad. No es igual que la madera, pero podríamos utilizar esta comparación como ejemplo. Es esta densidad la que os permite encarnaros. Si pudierais ver el alma y tuvierais la oportunidad de contemplarla cuando abandona la envoltura física, en la experiencia de lo que vosotros llamáis la «muerte», veríais que del cuerpo de la persona se desprende una energía similar a la escarcha, una especie de nebulosa. Si colocarais la mano sentiríais una ligera densidad, la del alma en tránsito que se eleva. Podríais palparla, percibir incluso su olor, no el olor del cuerpo sino del alma. También captaríais su color vibratorio y sentiríais su presencia, ya que el alma se acercaría y os acariciaría al partir. En esta densidad ligera existe la llama, la chispa divina. Eso sois vosotros. La Fuente misma.
Supongamos que el alma fuera algo opaco y que,
de encarnación en encarnación, decidierais pasar por determinados períodos de transmutación para purificaros. Poco a poco, el alma se iría volviendo cada vez más transparente, hasta llegar a ser como un velo translúcido. Vosotros continuarías siendo un alma depositaria de la chispa divina. Esos espacios o períodos de transmutación os conducirían a una transparencia total que revelaría vuestra esencia y ello os permitiría volver a ser chispa divina, fundiros con la Fuente y renacer de nuevo. ¿No es maravilloso?
P. —¿Por qué tantas almas desean irse y abandonarlo todo?
R. — Sois libres y en cualquier momento podéis decir: «¡Basta!», «¡Adiós!». Sois libres. Algunas almas intentan marcharse y regresan, otras se van y no vuelven. Las visiones respectivas de cada familia y de las almas que la componen no se oponen unas a otras. Las almas forman un todo, y su objetivo primordial es servir a la Fuente. Las almas que eligen la oscuridad y deciden servir a la destrucción también son portadoras de la chispa divina. ¿Cuál es, pues, vuestra responsabilidad como almas encarnadas? ¡Reconoce-ros! No os podéis imaginar la potencia que se manifiesta cuando el ego acepta el reconocimiento de la identidad del alma; al que sigue inmediatamente el reconocimiento de la identidad terrestre sin perjuicio alguno. La visión es servir, así pues, ¿qué forma de servicio elegirá vuestro grupo de almas? Ésa es la cuestión.
P. —2 Es preciso morir para volver a ser chispa divina?
R. — En el más allá, existen sas vibratorios, es-
tructuras vibratorias por las que atraviesa el alma para depurarse, disolver capas y aligerar su densidad; mediante estas etapas de transmutación, el alma se vuelve más y más transparente hasta convertirse en luz primigenia. Los sas vibratorios también pueden vivirse en la encarnación. Os pondremos un ejemplo: la muerte clínica. Algunas entidades que pasan por la muerte clínica transmutan su vibración y regresan al mundo encarnado con una visión más clarificada o a veces incluso completamente realineada. No estamos refiriéndonos al fenómeno llamado «walk-in», al cambio de alma en la envoltura física; estamos hablando de la misma alma en la misma envoltura. Si la persona, por ejemplo, recibe un golpe en la cabeza y entra en coma, el alma podría aprovechar ese espacio para vivir determinadas etapas de transmutación. En ocasiones, el alma decide partir y no volver al plano terrestre. En otras, decide proseguir con la encarnación y despertar del coma; su densidad será entonces mucho menor, puesto que habrá modificado su alineamiento y habrá conectado con su visión.
P. — ¿Se trata de un proceso infinito? ¿Se pasa de una familia a otra sin cesar? ¿Existe un punto final?
R. — La palabra «final» no se aplica en el más allá porque el tiempo no existe. Os resulta difícil, desde la perspectiva del tiempo terrestre, imaginar que ahí donde estamos el tiempo no exista. Distinguimos entre las chispas divinas y las almas. Estas entidades vibratorias evolucionan unas al lado de otras. No están separadas, porque vosotros también sois chispas divinas. No ocurre del mismo modo que en la encarnación terrestre, que tiene un principio y un final. El ci-
clo de la encarnación también tiene un principio y un final. Los hábitos no tienen nada que ver con el alma. No podéis proyectar la dimensión terrestre en el universo de las almas. ¿Se acabará la Fuente? ¿Dejará de obrar en breve plazo? ¿Está a punto de completarse su ciclo? ¿Se pondrá un punto final a la Fuente? ¿Qué respuesta podéis dar a estas preguntas? Permanecéis en la eternidad. Claro está que a vosotros, seres encarnados, la eternidad os puede parecer muy larga, porque proyectáis en ella la dimensión terrestre.
Cuando os comunicamos que las almas pueden terminar el ciclo de la encarnación, alcanzar la iluminación y escoger el regreso a la Tierra, las almas encarnadas exclaman: «No, de ninguna manera! ¡Esto es terrible». Y nosotros contestamos: «¡No, en absoluto, en absoluto! Vuestra alma está contenta de volver otra vez para servir». ¿Comprendéis qué grande es la diferencia de matiz?
P. —¿Por qué algunas almas sienten más afinidad con el arcángel Miguel y otras la sienten con los ángeles?
R. — Algunas almas están más asociadas que otras a determinadas vibraciones que las han guiado en muchas encarnaciones e incluso más allá de la encarnación: ángeles, arcángeles, etc. Esta asociación vibratoria no está forzosamente relacionada con el hecho de que el alma haya atravesado un sas.
Las células del manto del alma pueden acordar con una vibración específica, nuestra vibración, por ejemplo, que es un cúmulo, un reagrupamiento de chispas divinas denominado arcángel, denominado conciencia arcangélica, denominado simplemente Miguel.
P. — ¿Podríais decirnos qué es un egregor?
R. — Es un reagrupamiento de chispas divinas o de almas. El egregor no es un sas. Sin embargo, en el egregor puede haberlos, porque los sas son espacios de iniciación, fases de tránsito.

Luciernaga
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