El primer peldaño, por Lev Tolstói. Ed. Kairós

El primer peldaño

Referencia: 9788499885513
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Y otros escritos sobre vegetarianismo

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Mucha gente desconoce que el autor de Guerra y paz fue un vegetariano convencido; alguien que consideraba que quien desee hacer el bien y llevar una vida ética y moral, debe empezar por lo más elemental: dejar de causar el sufrimiento no solo de personas, sino también de animales, y cumplir así con la ley cristiana fundamental: «no matarás».
Esta selección de textos, traducidos del ruso por Joaquín Fernández-Valdés y presentados por primera vez en lengua castellana, pretende dar a conocer este aspecto crucial de la vida de Tolstói, cuyas ideas inspiraron movimientos vegetarianos en todo el mundo.
Completan la presente selección otros textos en torno al vegetarianismo escritos o compilados por el autor ruso, así como textos de sus hijos que, siguiendo el ejemplo de su padre, dejaron de comer animales.

Lev Tolstói (1828-1910),

El novelista ruso ampliamente conocido como uno de los más grandes escritores de la literatura mundial y un profundo pensador social, moral y religioso, escribió las famosas obrasGuerra y paz y Anna Karenina, las cuales son consideradas la cúspide del realismo.
A partir de los años 1880, tras una terrible crisis espiritual, concentra sus esfuerzos en la prosa religiosa, y de su pluma aparecen títulos como Confesión, Crítica a la teología dogmática y El reino de Dios está en vosotros (publicado por Kairós).

  • Traducción y selección: Joaquín Fernández-Valdés  Roig-Gironella
  • Páginas: 128
  • Tamaño: 20 x 13

Sumario

Prefacio del traductor     7

  • El primer peldaño, Lev Tolstói     17

OTROS ESCRITOS DE TOLSTÓI     77

  • No matarás, Lev Tolstói     79
  • El lobo (cuento), Lev Tolstói     81
  • Círculo de lectura, aforismos recopilados por Lev Tolstói, (selección)     83
  • «El pecado de comer carne», aforismos recopilados por Lev Tolstói en El camino de la vida     101
  • El pollo, del diario de Tatiana Sujótina-Tolstaia (hija de Tolstói)     105

«Reforma de la alimentación», discurso de Lev Tolstói (hijo)     107

Prefacio

«La compasión por los animales es algo tan natural en nosotros que solo la costumbre, la tradición y la inculcación pueden lograr que nos volvamos insensibles ante su sufrimiento y muerte.»

LEV TOLSTÓI

«¿Tolstói era vegetariano?», se sorprenden muchas personas que, aunque están familiarizadas con la obra del escritor ruso, desconocen totalmente su faceta humanista, religiosa y filosófica. Esta selección de textos pretende dar a conocer este as­pecto tan importante de la vida de Lev Tolstói (1828-1910) y llenar este vacío: no hemos encontrado en nuestro país ningu­na obra dedicada específicamente al Tolstói vegetariano. Tam­poco en Rusia se ha hecho demasiada difusión de este aspecto crucial de su pensamiento, ya que, si bien a finales del siglo XIX los movimientos vegetarianos tuvieron un auge considerable, durante la Unión Soviética fueron silenciados e incluso perse­guidos.
Quien conozca El reino de Dios está en vosotros o Confe­sión sabrá que hacia 1880, cuando Tolstói ya gozaba de fama mundial, tuvo una profunda crisis espiritual que lo llevó al bor­de del suicidio. Se concentró a partir de entonces en la literatu­ra religiosa, moral, social y pedagógica, y creó un nuevo modo de interpretar el cristianismo que hace especial hincapié en el Sermón de la Montaña y en la no resistencia al mal con la vio­lencia: «no matarás». Y es justamente dentro de esta relectura de las enseñanzas de Jesús donde se debe enmarcar el vegeta­rianismo de Tolstói, que responde, ante todo, a cuestiones éti­cas y morales. Porque para el autor ruso el «no matarás» no se limita solo a las personas, sino que se extiende a todos los ani­males. Y eso que hasta su transformación espiritual, Tolstói ha­bía sido un apasionado cazador, práctica que abandonó definiti­vamente en 1883 y de la que abominó a partir de entonces.
La búsqueda espiritual de Tolstói la encontramos ya en sus años de juventud, y sus diarios nos muestran sus dolorosos es­fuerzos por autoperfeccionarse, por llevar una vida moral y jus­ta; con ese fin, se imponía a sí mismo una serie de reglas que debía seguir en el día a día. Pero frecuentemente era incapaz de cumplirlas y acababa cediendo a sus pasiones.
Tolstói sitúa el inicio de su vegetarianismo en 1883, año en el que conoció a Vladímir Chertkov (1854-1936), quien, ade­más de convertirse en su íntimo amigo y editor de algunas de sus obras, fue quien le dio a conocer el movimiento vegetariano. El 18 de julio de 1884 Tolstói escribe en su diario: «He modifi­cado mis hábitos. [...] No bebo alcohol ni como carne. Todavía fumo, pero menos». Sin embargo, este cambio de alimentación fue paulatino, y durante los primeros años alternó períodos en los que consumía carne con otros en los que seguía una dieta vegetariana estricta.
El vegetarianismo no solo tuvo implicaciones en la vida de Tolstói, sino en la de toda su familia, y se convirtió en fuente de numerosas discusiones y reproches. Su mujer —Sofia An­dréievna— no aceptaba muchas de las nuevas ideas de su ma­rido, y continuó comiendo carne y pescado; pero algunos de sus hijos sí adoptaron esta nueva dieta. Entre ellos, los que lo hicieron con más convicción fueron Lev, Tatiana y Maria. Así pues, la familia quedó simbólicamente dividida en dos bandos, lo que se reflejaba de una manera muy gráfica a la hora de co­mer: a un lado se sentaban los vegetarianos y al otro los carní­voros. Las cartas y diarios de la familia Tolstói dan testimonio de esta tensa situación. Sofia Andréievna le escribió a su marido el 22 de diciembre de 1885: «¿Acaso este pernicioso vegetaria­nismo debe matarte irremediablemente y no hay posibilidad de que cambies de opinión?». Sofia Andréievna estaba realmen­te preocupada por la salud de su marido e hijos, y creía que la dieta vegetariana les estaba debilitando y perjudicando.
Dusan Makovicky fue el médico de la familia Tolstói entre 1904 y 1910, y se instaló a vivir con ellos en su finca de Yás­naia Poliana. Durante esos años se dedicó a anotar todo lo que decía el escritor ruso y lo que sucedía en la casa, lo que nos ha proporcionado un valioso testimonio que nos permite conocer de primera mano el día a día de la familia. Pues bien, en sus
diarios encontramos numerosas referencias al vegetarianismo de Tolstói, a la dieta que seguía, y a sus opiniones sobre salud y medicina, caza y trato a los animales.

El primer peldaño
El primer peldaño constituye la obra principal de Tolstói so­bre el vegetarianismo. Su publicación tuvo una gran repercu­sión en Rusia, donde se llegó a calificar como «La biblia del movimiento vegetariano». *
Cuando en 1891 Chertkov dio a leer a Tolstói The Ethics of Diet. A Catena of Authorities Deprecatory of the Practice of Flesh Eating del inglés Howard Williams (1837-1931), el au­tor de Guerra y paz se quedó muy impresionado y pensó que era necesario traducirlo al ruso, algo que hizo con la ayuda de su hija Maria e incluso de Sofia Andréievna, a pesar del recha­zo de esta por tales ideas. Tolstói quiso escribir un prólogo para esta traducción en el que expondría sus ideas sobre la absti­nencia, el ayuno, la gula y el vegetarianismo. Este prólogo se convirtió en el ensayo El primer peldaño, que inicialmente el autor había titulado La escalera de la virtud y más tarde El pri­mer paso de la virtud.
Con el fin de recopilar materiales para esta obra, Tolstói vi­sitó el matadero de Tula el 7 de julio de 1891, algo de lo que dejó constancia en su diario: «He estado en el matadero. Arras­tran al animal por los cuernos, le retuercen la cola hasta que los cartílagos le crujen, no aciertan a la primera, pero cuando lo ha­cen, el animal se resiste y le rajan el cuello, vierten su sangre en un recipiente y después le arrancan la piel de la cabeza. La ca­beza, despojada de la piel y con la lengua mordida, mira hacia arriba, mientras la panza y las patas se convulsionan. Los ma­tarifes se enfadan con los animales por no morir rápido».
Ese mismo día, Sofia Andréievna escribe en su diario: «Lió­vochka* ha ido a Tula [...], ha estado en un matadero de toros y, muy conmocionado, nos ha relatado ese terrible espectáculo, el miedo que pasan cuando los conducen allí, cómo les arrancan la piel de la cabeza cuando aún siguen agitando las patas y no han muerto. ¡Realmente es terrible, pero cualquier muerte lo es!». Y su hija Tatiana escribe: «Hoy papá ha ido al matadero de Tula en un tren de cercanías y nos ha contado lo que ha visto. Es ho­rrible, creo que el relato de papá es suficiente para dejar de comer carne. No me atrevo a decir que lo consiga, pero lo intentaré».
Como hemos dicho, para el autor ruso ser vegetariano res­pondía a motivaciones morales estrechamente relacionadas con el ayuno, el autocontrol y la gula: dejar de comer animales cons­tituía el primer paso para empezar el ascenso por la escalera de las virtudes cristianas. Así pues, no se puede desligar el vege‑
tarianismo de Tolstói de su modo de entender el cristianismo, muy alejado, por cierto, de los preceptos de la Iglesia.
Según Tolstói, aunque la perfección de Jesús es inalcanza­ble, el auténtico cristiano debe esforzarse por aproximarse a ella, y para ascender por esta escalera de la perfección se debe empezar necesariamente por abajo, por el primer peldaño; es decir, por la abstinencia (léase autocontrol, continencia, mode­ración) y, dentro de esta, por el vegetarianismo. La abstinencia que Tolstói propugnaba no es en absoluto un concepto original del cristianismo: los antiguos griegos ya la preconizaban, y le debe mucho, a su vez, a la filosofía oriental, por la que el escritor ruso sentía un vivo interés.
Tolstói considera que para llevar una «vida moral» (literal­mente, «vida buena» en el original ruso, que se podría entender también como «vida ética», «correcta» o «virtuosa») debemos empezar por dejar de causar daño a otros seres vivos, en la me­dida de lo posible. Reconoce que aunque es imposible vivir sin causar la muerte de ningún ser vivo, esto no debe servirnos como excusa para seguir obrando mal: debemos esforzarnos por perjudicar a cuantos menos animales mejor y así acercarnos al modelo de perfección moral. Y puesto que tenemos a nuestro alcance toda clase de verduras, cereales y fruta, ya no es nece­sario hacer sufrir y matar animales para comérnoslos: no tiene ninguna justificación, ni médica (su consumo incluso nos per­judica) ni mucho menos moral.
Además, considera que gran parte de los males de nuestra so­ciedad se deben a la incapacidad de controlar nuestros deseos e impulsos, al desenfreno: hemos olvidado lo que es el autocontrol y la moderación. Solo nos interesa dar placer a nuestros sentidos, comer hasta la saciedad, aunque con ello provoquemos el sufri­miento y la muerte de animales y violemos la ley cristiana fun­damental anteriormente mencionada: «no matarás».
Sin duda, el capítulo 9 de El primer peldaño es la parte más desgarradora de todo el ensayo. En él, Tolstói describe su vi­sita al matadero de Tula —de la que ya hemos hablado— sin ahorrarnos ningún detalle y desplegando toda la fuerza de su prosa para relatar el trato salvaje que se da a los animales. Es impactante la deshumanización de los trabajadores del mata­dero, que parecen no sentir la menor empatía por el sufrimien­to de los animales.
Hay numerosos testimonios de contemporáneos de Tolstói que aseguran que tras leer El primer peldaño se quedaron tan impresionados que decidieron hacerse vegetarianos. Y el im­pacto fuera de Rusia no fue menor, ya que esta obra fue tradu­cida al francés, danés, polaco, inglés y alemán.

Otros escritos de esta selección
Además de El primer peldaño, hemos considerado interesante incluir otros textos sobre vegetarianismo escritos o compilados por Tolstói, así como dos textos de sus hijos Tatiana y Lev.
El lobo es un cuento muy breve que Lev Tolstói escribió para sus nietos y que constituye, además, un curioso documen‑
to sonoro: Tolstói lo grabó en un fonógrafo en 1908, y todo aquel que lo desee, puede oírle leyéndolo.
Círculo de lectura es una compilación de aforismos de dis­tintos autores que Tolstói seleccionó a lo largo de varios años. Se publicó también bajo el título de Calendario de la sabi­duría. Y es que todo el material está organizado a modo de calendario: cada día se le propone al lector algún tema filo­sófico-religioso mediante una serie de aforismos que Tolstói mismo ha traducido, y, en algunos casos, incluso ha escrito. Hemos escogido los días del año cuya temática giraba en tor­no al vegetarianismo.
En esta misma línea encontramos «El pecado de comer car­ne», que forma parte de la obra El camino de la vida. Aquí, Tolstói hizo una selección de máximas morales que organizó por temas, como por ejemplo el amor, el espíritu, la conciencia, el pecado, la fe en Dios, el miedo a la muerte, etcétera.
En cuanto a los escritos de sus hijos, tenemos El pollo, un divertido episodio extraído del diario de Tatiana, que relata la lección que Lev Tolstói le quiso dar a una pariente que los vi­sitó y a la que le gustaba mucho la carne; ató a un pollo vivo a la pata de una silla, dejó un cuchillo sobre la mesa y le dijo que si se lo quería comer, que lo matara ella misma. Por su­puesto, la invitada ordenó entre risas que liberaran al pollo.
A continuación y para cerrar esta selección, tenemos la «Re­forma de la alimentación», un discurso que el hijo del escritor —que también se llamaba Lev— dio en 1903 ante la Sociedad Vegetariana de San Petersburgo. Sus ideas y afirmaciones de­ jarán a más de uno sorprendido por su vigencia. Tras hacer un repaso de los motivos por los que hoy en día comer animales es algo totalmente injustificado e innecesario, nos explica cuál puede ser la dieta diaria de un vegetariano y cómo se deben cocinar los alimentos (al vapor y, aún mejor, debemos comer­los crudos). El hijo de Tolstói aboga no solo por el vegetaria­nismo, sino por el veganismo, e incluso por el frugivorismo (alimentarse solo de frutas) como ideal de la alimentación, ya que considera que biológicamente, como primates que somos, la carne no es una alimentación propia para el ser humano y nos causa serios problemas de salud.
Para acabar, quiero reconocer la importancia que han tenido para el estudio y selección de estos materiales dos fantásticos libros: Ein unbekanntes Russland. Kulturgeschichte vegetaris­cher Lebensweisen von den Anfüngen bis zur Gegenwart [Ru­sia desconocida. Historia de la cultura vegetariana desde el inicio hasta nuestros días] del eslavista alemán Peter Brang; y Rossía neizvéstnaia. Pérvaia stupén [Rusia desconocida. El primer peldaño] de A. Kiureguián, obra que cayó en mis manos durante una estancia en Moscú y que me animó a embarcarme en este proyecto. Asimismo, quiero agradecer el asesoramien­to que desde el museo-hacienda Tolstói de Yásnaia Poliana me han dado para la selección de estos materiales.

JOAQUÍN FERNÁNDEZ VALDÉS ROIG-GIRONELLA

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