La vida interior de los animales, por Peter Wohlleben. Ediciones Obelisco

La vida interior de los animales

Referencia: 9788491112754
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Amor, duelo, compasión:
asombrosas miradas a un mundo oculto

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Solícito como una ardilla, leal como un cuervo, compasivo como un ratón de campo, triste como una cierva…
¿Pueden los animales tener tales emociones? ¿Cabe una vida emocional tan vasta que no esté sólo reservada a los seres humanos?
Mediante los más recientes conocimientos científicos, ilustrados con observaciones y experiencias personales con animales, el apasionado guardabosques Peter Wohlleben dirige profundas miradas a un mundo apenas investigado: los complejos comportamientos de los animales del bosque y de granja, su vida emocional y consciente. Y entendemos que tenemos a los animales más cerca de lo que nos imaginábamos. Fascinante, esclarecedor, ¡a veces increíble!

Peter Wohlleben

Nacido en 1964, estudió ingeniería forestal y pasó más de veinte años de su vida trabajando al servicio de la Comisión Forestal de su país. Posteriormente, abandonó esa tarea porque deseaba profundizar en sus ideas sobre ecologismo y ponerlas en práctica.
En la actualidad, dirige una iniciativa privada medioambiental en un zona boscosa en la que trabaja con el afán de retornar a la naturaleza los bosques primigenios. Wohlleben también imparte seminarios y conferencias, y ha escrito diversos libros sobre los bosques y la protección del medio ambiente.

Índice

Agradecimientos            7
Prólogo            9
Amor maternal hasta desfallecer 12
Instintos: ¿Sentimientos inferiores?          18
Del amor a los humanos            24
Hay luz en la mollera      31
Cerda estúpida  40
Gratitud            44
Patrañas            47
¡Detened al ladrón!        52
¡Puro valor!       57
Blanco o negro  61
Abejas calientes, ciervos fríos      66
Inteligencia de enjambre 74
Intenciones ocultas        78
Las tablas de multiplicar 81
Por pura diversión         85
Deseo   88
Más allá de la muerte      91
Denominación  94
Duelo   99
Vergüenza y remordimiento       102
Compasión       108
Altruismo          113
Educación         116
¿Cómo desprenderse de los hijos?         119
Lo salvaje, salvaje permanece      122
Despojos de becada      129
Un aroma singular         133
Comodidad      137
Mal tiempo       141
Dolor   145
Miedo   148
Alta sociedad     162
Bueno y malo    164
Cuando venga el Hombre de arena         170
Oráculo animal  174
También los animales envejecen             180
Mundos desconocidos  185
Hábitats artificiales         191
Al servicio de los humanos        196
Mensajes           199
¿Dónde está el alma?     205
Epílogo: Un paso atrás  208

Prólogo

Gallos que engañan a sus gallinas? ¿Ciervas que están de luto? ¿Caballos que sienten vergüenza? Hasta hace un par de años, todo esto sonaba aún a fantasía, a ilusión de los amantes de los animales, que querían sentirse más cerca, si cabe, de sus protegidos. A mí también me pasaba lo mismo, porque los ani­males me han acompañado a lo largo de toda mi vida. Tanto el pollue­lo de casa de mis padres, que me eligió como mamá, como nuestras cabras de la casa del guardabosques, que con sus alegres balidos enri­quecen nuestro día a día, o los animales del bosque, con los que me topo durante mis paseos diarios por el territorio: siempre me pregunto en qué pensarán. ¿Será efectivamente cierto, tal como la ciencia afirmó en su momento, que sólo los seres humanos disfrutamos de la paleta de sentimientos en toda su extensión? ¿Es posible que la creación haya trazado especialmente para nosotros un camino biológico especial que nos garantice en exclusividad una vida consciente y plena?
De ser así, este libro acabaría aquí mismo. Puesto que si el ser hu­mano fuese algo excepcional en cuanto a construcción biológica, no podría compararse con otras especies. La compasión hacia los animales carecería de sentido, porque no seríamos capaces ni de atisbar en qué piensan. Pero, afortunadamente, la naturaleza se ha decantado por la variante económica. La evolución «sólo» ha remodelado y modificado
en cada caso lo existente como si de un sistema informático se tratara. Así pues, de igual modo que en el Windows 10 aún operan funciones de la versión anterior, las programaciones genéticas de nuestros ante­pasados también actúan en nosotros y en todas las demás especies cuyo árbol genealógico se haya ido ramificando a lo largo de millones de años a partir de esta línea. Por eso no concibo dos formas distintas de duelo, dolor o amor. Sin duda, parecerá osado decir que un cerdo siente como nosotros, pero las probabilidades de que una herida le produzca menos sensaciones desagradables que a nosotros son prácti­camente nulas. «¡Eh! –puede que exclamen los científicos–, que eso no se ha demostrado». Cierto, ni se podrá demostrar jamás. Que tú sien­tas lo mismo que yo tampoco es más que una teoría. Nadie puede estar en el pellejo de otra persona ni demostrar que, por ejemplo, un pin­chazo produce una sensación idéntica en los 7000 millones de habi­tantes de la tierra. Los seres humanos al menos pueden verbalizar sus sentimientos, y el resultado de esos mensajes incrementa la probabili­dad de que el plano emocional de todos ellos sea similar.
Así pues, nuestra perra Maxi, que se zampó en la cocina un cuenco lleno de albóndigas de pan y luego puso cara de no haber roto un pla­to, no era una máquina de devorar biológica, sino una pilla astuta y encantadora. Cuanto más a menudo y más de cerca observaba, más emociones que se suponen exclusivamente humanas descubría en nuestras mascotas y sus parientes salvajes del bosque. Y en eso no estoy solo. Cada vez más investigadores llegan a la conclusión de que mu­chas especies animales tienen cosas en común con nosotros. ¿Amor verdadero entre cuervos? Se da por seguro. ¿Ardillas que saben cómo se llaman sus familiares? Hace tiempo que se documentó. Se mire don­de se mire, se ama, hay compasión y se celebra la vida. Con el paso del tiempo han ido apareciendo gran cantidad de trabajos científicos so­bre este tema, que, sin embargo, en cada caso no tratan más que insig­nificantes aspectos parciales y que acostumbran a ser tan áridos que a duras penas ofrecen una lectura amena, y menos aún una mayor com­prensión. Por eso me encantaría ser tu intérprete, traducirte los apasio­nantes resultados a un lenguaje coloquial, juntar las piececillas del
puzle para conformar una visión de conjunto y salpimentarlo todo con observaciones propias. Todo eso junto arroja una imagen de la fauna que nos rodea, que convierte los tipos de biorrobots apáticos descritos, impulsados por un código genético fijo, en almas fieles y diablillos encantadores. Y es que eso es lo que son, como puedes com­probar dando un paseo por mi territorio, entre nuestras cabras, nues­tros caballos y conejos, pero también en los parques y bosques de tu propia casa. ¿Me acompañas?
 

Obelisco
9788491112754

Ficha técnica

Autor/es:
Peter Wohlleben
Editorial
Obelisco
Traducción
Marta Torent López de la Madrid
Formato
15,5 x 23,5 cm
Páginas
216
Encuadernación
Rústica con solapas (tapa blanda)
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