Eneagrama para terapeutas (Carmela Ruiz de la Rosa) Ed. Desclee de Bouvier  ISBN  9788433028457

Eneagrama para terapeutas

Referencia: 9788433028457
13,00 €

Dentro de las corrientes humanistas la Gestalt es, hoy día, una rama troncal. Y así como el eneagrama se ha convertido en una herramienta clave en la consulta del terapeuta gestáltico, también inunda muchos otros ámbitos de intervención: educación, empresa, sanidad…

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Dentro de las corrientes humanistas la Gestalt es, hoy día, una rama troncal. Y así como el eneagrama se ha convertido en una herramienta clave en la consulta del terapeuta gestáltico, también inunda muchos otros ámbitos de intervención: educación, empresa, sanidad…
No hablamos de un libro más, canónico en la descripción aséptica y empírica de una rama novedosa de la psicología moderna. Presenta un recorrido por el trabajo de una psicoterapeuta gestáltica con cada uno de los eneatipos, con un lenguaje claro y directo que hace la lectura fácil y amena y da las claves de los procesos terapéuticos. Se aprecian tanto la experiencia como la cercanía en la aproximación al sufrimiento humano y se pone en valor, ante todo, la relación entre paciente y terapeuta, la interacción a la que esta nos aboca.
Se vive como real la máxima de que es la relación lo que cura a las personas, independientemente de la técnica terapéutica empleada. No obstante, dada la gran implantación del eneagrama, nos presenta desde el trabajo en consulta, con personas reales, pautas pormenorizadas y muy didácticas para su uso.
En definitiva, es como un recetario de cocina para no iniciados en el arte culinario. Nos hace amar los fogones en los que se prepara, macera y aliña el alimento que nos nutre y nos ayuda.

Carmela Ruiz de la Rosa

Es psicóloga clínica y psicoterapeuta gestáltica. Directora de Gestalt: Psicoterapia y Formación, centro en el que ejerce como psicoterapeuta individual y de grupo, formadora y supervisora de profesionales del ámbito clínico. Coordinadora del Ciclo de Formación de Terapeutas en Gestalt. Imparte formación en Eneagrama y es tutora en la UNED del Módulo de Intervención Gestáltico-Experiencial dentro del Postgrado de Intervención Terapéutica y del Practicum presencial de la UNED, UAM y UOC. Miembro Didacta de la Asociación Española de Terapia Gestalt y Miembro Psicoterapeuta de la FEAP, es autora de Formación de Terapeutas en Gestal e Introducción a la Psicopatología para Gestaltistas, editados por GpyF.

  • Páginas           176
  • Encuadernación         Rústica con solapas
  • Formato          17x22

Índice

Presentación (por Augusto Abello Blanco)      15
Prólogo      19
Guía de lectura      23
¿Qué es el eneagrama?     25
Eneatipo uno     27
Abordaje terapéutico. La terapia de la liviandad     27
Mecanismos de defensa     35
Patologías frecuentes     36
Coincidencias en las biografías     36
Testimonios. Lo más terapéutico para el eneatipo uno     36
Eneatipo dos     39
Abordaje terapéutico. La terapia de la relación      39
Mecanismos de defensa     51
Patologías frecuentes     51
Coincidencias en las biografías     52
Testimonios. Lo más terapéutico para el eneatipo dos     52
Eneatipo tres      55
Abordaje terapéutico. La terapia que retira las vendas al corazón 55
Mecanismos de defensa     63
Patologías frecuentes     64
Coincidencias en las biografías     64
Testimonios. Lo más terapéutico para el eneatipo tres     65

Presentación

La única objetividad posible siempre es la subjetividad confesada.
Carmela Ruiz de la Rosa

Gracias a Carmela tengo el honor de escribir estas líneas. Vaya entonces desde este mismo momento mi gratitud hacia ella.
En el inicio de este libro se lee una conmovedora cita de Julio Cortázar antecedida por una declaración de gratitud y el esbozo de un momento vital de la autora que —a juzgar por el pasado utilizado en el verbo «creer»— sabemos, con alegría, superado.
Podemos decir que el libro empieza así mostrando algunos aspectos de la «subjetividad confesada» de Carmela y anuncia desde el mismo comienzo una posición que recorrerá el texto, algo que ella misma declara: «Se trata de un resumen de varios textos, salpicados de mi experiencia».
Experiencia que en el caso de nuestra autora acumula treinta años de vivencias clínicas, de los cuales veinte han sido con el eneagrama como telón de fondo.
Y remitirse a su propia experiencia tiene gran valor en muchos sentidos, incluido el que Tolstoi le daba a lo personal y su entrecruzamiento con el mundo: «Si quieres ser universal, habla de tu aldea».
Desde el principio el lector tendrá la sana y placentera sensación de que la experiencia, en un sentido amplio, está presente, de diálogo con la autora, de ser tenido en cuenta de una manera cercana. Tanto es así que Carmela le pide cosas tan claras como esta:
Finalmente, pediros un último esfuerzo que debéis hacer en cuanto a la lectura de lo que tenéis escrito delante de vosotras y vosotros. Me gustaría que donde pone «siempre» pudierais leer «a menudo» o «casi siempre». Igualmente, donde pone «nunca» me gustaría que pudierais interpretar «casi nunca».
Una invitación a tener en cuenta: nunca siempre, nunca nunca.
El hecho de que me encuentre escribiendo estas líneas merece una breve reflexión: soy terapeuta de orientación psicoanalítica y conozco de manera muy rudimentaria la escuela Gestalt, pero sí conozco a Carmela desde hace muchos años. El lance de que me haya cursado esta honrosa propuesta muestra a las claras algo que siempre he valorado en ella: lo poco que tiende a cerrar filas en torno a una teoría desconociendo la variedad tan rica de saberes que existen en torno a nuestra disciplina. Así actúa de una forma lamentablemente poco practicada en nuestros días. También me consta que por los grupos de estudio que coordina junto a su equipo ha pasado más de un psicoanalista, entre los cuales he tenido el placer de ser incluido. Así, pude disfrutar de un diálogo fecundo con su equipo y los alumnos que asisten a sus cursos de formación y en cada caso salí más rico de lo que entré; también —por suerte— más ignorante de lo que llegué.
Bien es cierto que tenemos cosas en común. Además de esa curiosidad por el ser humano, por sus vicisitudes, por la pasión de entender y aliviar el sufrimiento, ambos sentimos con fuerza el valor de la relación terapéutica, y yo me adhiero a una corriente que se conoce, precisamente, como psicoanálisis relacional, coincidencia que al final de este libro aparece de manera diáfana cuando Carmela explica qué es lo más importante para ella como terapeuta:
Lo más importante no es el eneatipo    sino las defensas que presenta,
[...] pongo el acento en el contacto entre dos personas
Estoy absolutamente convencida de que lo que cura es la relación y el amor que en ella se pone.
En mi campo cada vez me siento más lejos de las intervenciones (interpretaciones fundamentalmente) que surgen de la mente del analista y me sitúo más cerca de las que construyen conjuntamente paciente y terapeuta, como si el
tejido que se realiza en cada sesión, en cada tratamiento, fuese hecho a cuatro manos y nunca a dos.
Creo que de eso se trata, de contactar, de relacionarnos. Quizá seamos en eso especialistas: en estudiar, practicar y tratar de generar las mejores formas de relación que seamos capaces de ejercer con el mundo, incluyendo la relación que tenemos, en ese precario equilibrio permanente, con nosotros mismos. No es poca cosa.
Sabemos, porque así lo ha querido la autora, que ella misma se identifica (con todos los matices que declara) con un eneatipo, el 6. También así decide no esconderse detrás de las palabras, se muestra, se expone, dotando al texto de una fuerza y un valor singular, ese que surge de las teorías encarnadas.
El libro que tienes en tus manos posee una estructura que facilita mucho su lectura y dota de fuerza el aprendizaje; cada capítulo está dividido en apartados que recogen diferentes aspectos que van desde la teoría a la vivencia, de lo abstracto a lo más concreto, ilustrado con testimonios de pacientes que ligan los aspectos tantas veces disociados en los textos que estudiamos.
Carmela se posiciona en relación al género y al lenguaje, una forma de ir desterrando las fórmulas hegemónicas que situaron el artículo masculino en la posición que ha ocupado hasta ahora. No es frecuente que alguien se tome el trabajo de democratizar los artículos «el» y «ella», pero sí una tarea necesaria si queremos salir de los modelos heredados, que -como sabemos- han cercenado la libertad de la mujer de muchas silenciosas maneras.
Me ha interesado mucho aprender que el eneagrama tiene sus orígenes en campos tan aparentemente lejanos a la psicología, al menos a la psicología académica, ya que algunos autores sitúan sus orígenes entre los sufíes. También aquí vemos el sello de lo amplio, de la capacidad de nutrirnos de muchos mundos para entender el propio y el del semejante.
Carmela menciona las fuentes en las que aprendió buena parte de lo que aquí expone y comparte. Pero se nota que eso que recibió lo pudo hacer suyo, honrando esa luminosa idea de Goethe, que nos dice:
Lo que has heredado de tus padres adquiérelo para poseerlo.
Creo que las palabras que preceden a un buen texto deben ser breves, el libro es el protagonista y se encuentra esperándote justo detrás, estimado lector.
Me despido haciéndome eco de una frase de la propia autora que retorna el sentir con el que empecé estas líneas:
Creo que lo verdaderamente curativo es el amor, sensaciones tales como la gratitud, la ternura, la posibilidad de agradecer lo recibido..., todo ello contribuye a alejar de nosotras y nosotros la neurosis.
Por ello, querida Carmela, y por tantas cosas, ¡muchas gracias!
Augusto Abello Blanco

Prólogo

El texto que a continuación expongo no pretende ser un decálogo de cómo se trabaja con el eneagrama y las patologías, sino que se trata de un resumen de varios textos, salpicados de mi experiencia. En este sentido, todos los ejemplos tienen que ver con la práctica clínica, a la que llevo dedicándome treinta años, los últimos veinte con el eneagrama como fondo, si bien nunca había estado en mi intención hacer o escribir un manual, ni tan siquiera un libro que hablara de eneatipos, subtipos o patologías.
Es gracias a la machaconería de las personas que supervisan conmigo, desde su interés y desde su deseo insistido, que me siento ahora a poner por escrito algunas ideas y a revisar lo que tengo de otros autores, sobre todo de Claudio Naranjo y Don R. Riso.
He contado con la colaboración inestimable de Azucena, Jesús y Marisa para llevar a cabo este proyecto: sus apostillas y sus sugerencias están también reflejadas en este texto. Para ellas y para él, mi gratitud.
He de agradecer igualmente a mis alumnas y alumnos; que año tras año me renuevan su confianza con su asistencia a los diversos encuentros que completan el Ciclo de Eneagrama, que me hayan permitido ampliar mi perspectiva y afinar la mirada respecto a la diversidad y riqueza de los eneagramados: todos iguales y todos distintos, haciendo real la frase «Todos queremos ser diferentes, lo que nos hace a todos iguales».
Las ideas que aquí vierto no son artículo de fe ni se elevan a categoría de definitivas, dado que todas ellas están, a su vez, tamizadas por mi rasgo (enea-
tipo 6). Tampoco quiero que se tome por «verdad universal» lo que solo —y nada menos— es mi «verdad particular». La única objetividad posible siempre es la subjetividad confesada. Me gustaría que tuvierais estas ideas en cuenta, porque son las vías de exploración de la persona que tenéis delante, un acercamiento personal y desde una perspectiva distinta a la mera enumeración de las características dibujadas tras un eneatipo.
Además, la variedad es tan grande entre las personas del mismo rasgo que pretender igualar intervenciones, actitudes y experimentos no deja de ser —si no lo hacemos con tiento y cuidado— la aplicación de una técnica sin tener en cuenta a la/el otra/o; es decir, lo opuesto a la filosofía gestáltica, en la que me sustento y se sustenta mi práctica clínica. No se trata más que de una humilde y personal contribución a lo poco que hay escrito respecto a cómo trabajar en psicoterapia con los distintos eneatipos.
Intento aclarar la diferencia entre pertenecer a un eneatipo y presentar las defensas de dicho eneatipo u otros, lo que puede confundir la intervención tera-: péutica. Cada vez que imparto eneagrama trato de hacerlo sin ánimo clasificatorio y, aunque en el lenguaje cotidiano decimos «eres un...», siempre me refiero a la defensa en superficie más visible en el aquí y ahora de la persona, y no a lo que la persona es.
La experiencia me ha mostrado que es mucho el trabajo necesario para aclarar el rasgo y que es más común de lo deseable quedarse con uno y «trabajarse» desde ahí. Por ello, sobre todo en el caso de quienes trabajan con personas, propongo el rasgo como algo «pasajero», por así decirlo. Es esta la defensa que en este momento se ve más y hay que seguir trabajándola para que aparezca, en su caso, la defensa más profunda. No se me olvidan unas palabras que escuché decir a Claudio Naranjo: «Si al pez le preguntas cómo es el agua, este no podrá definirla».
El eneagrama tiene una gran potencia autotransformadora, así que no querría terminar esta introducción sin recordar lo importante que es emprender la formación en eneagrama con metodología vivencial antes de ponerse a trabajar con él, aunque solo sea como fondo. Los libros no pueden reemplazar la experiencia.
He tratado de sintetizar mis conocimientos de eneagrama, he revisado bibliografía y he aportado mi experiencia. He ordenado todo eso y aquí tenéis el resultado.
El lenguaje que he utilizado no es en absoluto científico, sino sencillo y coloquial, porque he tratado de acercar lo teórico a la práctica del trabajo terapéutico, evitando, por tanto, lo psicológico para que fuera más cercano a la realidad.
Como no puede ser de otra manera, este texto refleja sobre todo lo neurótico de cada rasgo y faltaría otro posterior que ampliara lo positivo o saludable de cada uno de ellos.
Finalmente, pediros un último esfuerzo que debéis hacer en cuanto a la lectura de lo que tenéis escrito delante de vosotras y vosotros. Me gustaría que donde pone «siempre» pudierais leer «a menudo» o «casi siempre». Igualmente, donde pone «nunca» me gustaría que pudierais interpretar «casi nunca».
He tratado de estar atenta al lenguaje que he utilizado, pero es casi seguro que se me habrá escapado más de una frase inexacta y habré generalizado en más de una ocasión sin deber; es lo que aquí y ahora puedo hacer, quizá en una futura revisión sean muchos los cambios realizados. He utilizado fundamentalmente «la terapeuta» y, a veces, «el terapeuta» de modo alternativo para tratar de hacer del lenguaje algo inclusivo. Y aunque en el texto no se refleja la/el, ellas/ellos, otras/otros, para no hacer la lectura demasiado tortuosa, espero que lo leáis con ese ánimo.

Desclee De Brouwer
9788433028457
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