Sefer Yetsirah

Referencia: 9788497771474
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Breve introducción a la cábala hebraica

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El Sefer Yetsirah, o Libro de la Formación, es el texto más antiguo conocido de la cábal hebraica, cuya aparición, según especialistas como Gershom Scholem, se situaría entre los siglos II y IV de nuestra era. Todos los cabalistas hebreos lo han usado como referente, extendiéndose su influencia entre los cabalistas cristianos del Renacimiento, que ya desde sus albores lo estudiaron y tradujeron, resaltando su importancia y difundiendo su conocimiento.
El Sefer Yetsirah, como texto esencial de la cábala, es imprescindible para todo aquel que desee acercarse, desde la perspectiva del esoterismo judaico, a la verdadera realidad que esconden las sombras del mundo fenoménico.

  • Formato: 13,5 cm x 21 cm
  • Páginas: 112
  • Tapa blanda

ÍNDICE

Introducción:

  • Cábala y Ciencia hermética      9
  • Cábala y Escrituras    15
  • El Sefer Yetsirah     21
  • La presente traducción     25
  • El árbol sefirótico      29

 

El Sefer Yetsirah, texto y traducción:

  • Capítulo primero    36
  • Capítulo segundo    48
  • Capítulo tercero    54
  • Capítulo cuarto     60
  • Capítulo quinto    . 72
  • Capítulo sexto     84

 

Comentarios introductorios a la cábala del Sefer Yetsirah    93
El árbol sefirótico y la visión del carro de Ezequiel   106
Tabla Resumen    110

INTRODUCCIÓN

CÁBALA Y CIENCIA HERMÉTICA

¿Cómo conocer a Dios? ¿Es posible la experiencia sensible de Dios? ¿Cómo alcanzarla?
A esta pregunta del creyente responden todas las reli­giones, que expresan, cada cual a su modo, un único cono­cimiento e indican su vía, la praxis que lo posibilita.
Digo «lo posibilita», pues este conocimiento, esta vi­vencia, es un don gratuito que da quien tiene potestad para ello y no un objeto que se adquiere a cambio de lo que sea. En cierta forma, podemos decir que a nosotros nos corres­ponde recorrer una parte del camino, pero hay otra parte que es Dios quien la recorre y que ya no depende de noso­tros: «el hombre propone y Dios dispone».
También así lo entiende la cábala, palabra que, ella misma, significa `transmisión' o `recepción'. El objeto de la cábala no es algo que se pueda aprender o enseñar, sino que alude a algo que se «transmite» y que se «recibe». Respecto a la «cosa» que se transmite, es muy significativo que en hebreo el mismo término, daban, significa tanto `palabra' como `cosa'. Así pues, el objeto de la transmisión es también una palabra. Recordemos el final de la pregaria de los fieles cristianos en la Misa antes de la comunión: «... pero sólo di la palabra y mi alma será sana», es decir, «dame la cosa y mi alma será sana».
Todos los seres vivos tienen voz; sólo el hombre posee la palabra. De acuerdo con la tradición, ello se debe a que en el hombre hay algo divino que no se halla en el resto de las criaturas, que está íntimamente relacionado con lo que denominamos «libre albedrío» y que podemos identificar con la «palabra enterrada» de la tradición hermética; esta palabra sería el germen de la regeneración, de la verdadera creación en el denominado por los cabalistas «mundo-por­venir».
La importancia del misterio de la palabra no es una ex­clusiva de las tradiciones occidentales. Dice el antiguo Rig Veda (10.125) refiriéndose a ella:

Yo llevo el soma exuberante,
[...]
Yo soy quien espontáneamente anuncia
Lo que place a los dioses y a los humanos.
A quien amo, hago de él un fuerte;
Un llevador de fórmulas, un vidente, un sabio.'

También podemos leer en el Tao Te King de Lao Tse:

[...] Después de que esta forma se hubiera vuelto nom­brable, dio nacimiento a todos los seres.2

Asimismo, leemos en el Libro interior de Rumi:

La palabra es un velo. ¿Cómo pueden ser causa de vida y excitación la combinación de dos o tres letras? La palabra que posee vida es la de Dios, la de sus profetas y la de sus santos.3

Los conocedores no explican el misterio, lo «dicen», pe­ro sólo lo oyen y entienden verdaderamente los que han alcanzado la misma certeza, los que saben no por deduc­ción inteligente, como quien resuelve un problema mate­mático, sino por experiencia sensible indubitable, como se «sabe» el pan sólo después de haberlo comido. Si, c conocimiento es la gnosis, esa divina dama tan maltrat por la ciencia profana.
No es de extrañar que se busquen los orígenes del Sefer Yetsirah entre los gnósticos de comienzos de la era cris na, o incluso que se ubique su aparición en Oriente Próximo, lugar de influencia cultural irania y oriental; cua más nos adentramos en el origen de una religión, r nexos le encontramos con las demás. Efectivamente, trata de sincretismo religioso, es decir, de mezcla, de milación, pero esta intima relación hay que buscarla et origen de todas ellas y no en sus formas acabadas. Lo tienen de común está en su propio fundamento.
Abraham Abulafia,4 en su libro La vida del mundo  venir, auténtico manual de práctica cabalística, en el que combinan expresiones y técnicas respiratorias de cl influencia oriental con las enseñanzas esotéricas juc fundamentadas en este enigmático Libro de la Formaci nos dice:
En efecto, según nuestro método (cábala), la inspira( se derrama sobre el Hombre Perfectos [...] entonces percibe la imagen de un hombre joven o de un guía sayh palabra árabe que significa `anciano', cuyo nombre Hermes.'
Encontramos, pues, en palabras de un cabalista judío expresiones de clara resonancia islámica, así como el re nocimiento del origen hermético de la tradición univer el sayh, el anciano-guía, es Hermes.

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