Descodificación biológica de los problemas respiratorios y ORL, por Christian Flèche. Ediciones Obelisco

Descodificación biológica de los problemas respiratorios y ORL

Referencia: 9788491112037
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¿Y si la bronquitis, el asma, el neumotórax o incluso la sinusitis revelaran unos conflictos emocionales hasta ahora ocultos?

Síntomas, significados y sentimientos

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Christian Fléche nos ofrece una guía práctica de los problemas respiratorios analizados desde la perspectiva de la descodificación biológica. Según este enfoque de la salud, cada síntoma corresponde a un sentimiento, a una emoción bloqueada.
Antes de establecer un panorama exhaustivo de los problemas respiratorios y otorrinolaringológicos y de las relaciones entre emociones y síntomas, el autor describe muy detalladamente cada sistema corporal. En esta obra encontrarás la descripción de las diferentes sensaciones biológicas, así como numerosos ejemplos y claves para resolver los conflictos emocionales a los que nos enfrentamos todos.

Descubre el siginficado oculto de tus problemas respiratorios y retoma el camino de la salud

Christian Fléche

Psicobioterapeuta y experimentado profesional en las técnicas de PNL (programación neurolingüística), Christian Flèche es uno de los más destacados especialistas en descodificación biológica, tanto en Francia, su país natal, como en el extranjero. En el ejercicio de su profesión emplea también la hipnosis ericksoniana, los ciclos biológicos memorizados y la psicogenealogía.
Es jefe de redacción de la revista Causes et sens (Causas y significados), dedicada a la descodificación biológica.

  • Formato: 13,5 cm x 21 cm
  • Páginas: 224
  • Traducción: Paca Tomás
  • Corrección: Sara Moreno

ÍNDICE

Introducción      11

Anatomía y fisiología de la respiración      27

Generalidades      27
Los órganos      30
Fosas nasales      30
Faringe      31
Laringe      31
Tráquea      32
Bronquios      32
Pulmones      32
Tejido conjuntivo      33
Pleura      33
Músculos respiratorios      34
La respiración      34
Las medidas      35
La hematosis      35
Embriología      36
Léxico de las patologías      37
Protocolo de exploración de nuestro sistema
respiratorio, de Philippe Lévy      41

Conflictología      43
Pulmones      43
Insuficiencia respiratoria      55
Membranas hialinas      58
Enfisema      58
Apnea del sueño, bradipnea      59
Fibrosis pulmonar      60
Ejercicio de la zona de confort respiratoria      61
Laringe      63
Músculos laríngeos      68
Mucosas      69
Cuerdas vocales      69
Afonía      69
Tumor en las cuerdas vocales      70
Disnea laríngea      71
Tos ferina      71
Edema de Quincke      73
Hipofaringe = faringe inferior      74
Tráquea      75
Tartamudeo      76
Bronquios      76
Mucosas de los bronquios      85
Músculos de los bronquios      86
Células caliciales de los bronquios con mucosidad      87
Linfangitis carcinomatosa pulmonar      87
Adenocarcinoma intrabronquial de las células
caliciformes      88
Tos seca      88
Bronquiolitis      89
Gripe      93
Bronquiectasia      94
Mucoviscidosis      94
Asma y disnea laríngea      96
Asma bronquial      96
Disnea laríngea      104
Pleura     107
Neumotórax o tabaco     110
Pleuresía      110
Diafragma     114
El tabaquismo o cómo engañar a la biología     115
Protocolo – Liberarse de una adicción o
de una dependencia como el tabaco     117
Lenguaje respiratorio      119

Otorrinolaringología (ORL)     121
El oído     122
Oído externo     123
Tapón de cera     123
Eczema del oído     124
Oído medio, parte mucosa     124
Oído medio, parte musculosa de la trompa
de Eustaquio     129
Oído medio – Patologías diversas     134
Otospongiosis      134
Huesecillos      136
Colesteatoma     137
Oído interno     137
La audición     138
La sordera, hipoacusia     140
Acúfeno     146
Hiperacusia      151
Alucinaciones auditivas      152
Neurinoma del nervio acústico     152
El equilibrio      152
Vértigos, náuseas, mareos     153
Enfermedad de Ménière     158
La nariz     160
El olfato     161
Trastornos del olfato/anosmia     168
Rinitis      171
Resfriado     176
Costras de la nariz     177
Pólipos     177
Epistaxis      178
Senos paranasales      178
Patologías de los huesos propios de la nariz:
desviación del tabique nasal     184
La boca     184
Amígdalas     187
Vegetaciones     191
Paladar     193
Anatomía     193
Afta     197
Dientes     198
Lengua     200
Ageusia     204
Manchas en la lengua     204
Frenillo de la lengua     205
Conclusión     207

Agradecimientos     209
Puntos pedagógicos     210
Índice analítico     211

 

INTRODUCCIÓN
Descodificación biológica
de los problemas respiratorios y ORL
Síntomas, el sentido y las vivencias

De siempre como de nunca...
Este libro, que tienes entre las manos, es a la vez antiguo y nuevo. ¡Como nuestro cuerpo! Resultante de miles de años de adaptación al medio ambiente, el cuerpo es el testigo de nues­tra supervivencia en condiciones de estrés extremadamente variadas: frío, calor, guerra, hambruna, cambios de toda índo­le... Nuestra presencia viva es, hoy en día, el signo indiscuti­ble del éxito de la última versión biológica, hasta la fecha, que es el cuerpo, este cuerpo inseparable del espíritu. Aquí está el tema de esta serie de obras: «Descodificación biológica de los problemas de...» o «cuando la adaptación se traduce por un síntoma». Esta colección es, a la vez, una reedición de la estructura y del espíritu del libro precedente, editado en 2001, Descodificación biológica de las enfermedades – Manual práctico y una obra totalmente nueva porque todo, de arriba abajo, ha sido revisado y completado. Ante el éxito de esta obra, me ha parecido indispensable ofrecer un manual más funcional, más completo, enriquecido con nuevos ejemplos y nuevas desco­dificaciones. Te aseguro que lo que se escribió sigue siendo válido, los ojos siempre sirven para ver; los pulmones para
respirar, el eczema está todavía unido a un conflicto de se­paración. No obstante, después del año de su aparición, mis colegas y yo mismo hemos seguido ¡a la escucha biológica! Y a cosechar nuevos conocimientos de los vínculos enfermedad – vivencia biológica conflictiva, es decir, nuevas descodificaciones biológicas de las enfermedades. Todas esas experiencias han constituido un florilegio, un ramo de flores y unas espigas cargadas de semillas. Las encontrarás en las páginas de esta colección. Una colección dividida por aparatos al igual que nuestro cuerpo, que es un ensamblaje de aparatos: los apa­ratos digestivo, respiratorio, renal, cardíaco... Todos estos aparatos son solidarios para mantenernos en vida y, con ese objetivo, garantizan una función específica, única: digerir, respirar, eliminar... Así pues, cada obra presentará lo que fue un capítulo del libro precedente. Y la nueva edición del libro completo Descodificación biológica de las enfermedades – Manual práctico sigue existiendo.

Fuentes

En cuanto a las fuentes de estas descodificaciones biológicas de las enfermedades, encontrarás de vez en cuando en el tex­to, seguido de un enunciado del conflicto, el nombre de la persona a través de la cual me ha llegado esta descodificación. Por supuesto, esto no le pertenece de ninguna manera, no es el autor, sino el descubridor. Y, hecho curioso, pero no tan sorprendente como parece, a veces, la misma descodificación me ha llegado simultáneamente por dos personas que no se conocían pero que, sencillamente, tenían la misma escucha biológica. De esta forma, la descodificación de las meninges
me ha parecido evidente escuchando a una paciente que tenía miedo por su cerebro y quería protegerlo (una de las funcio­nes de estas envolturas que son las meninges es la protección del cerebro). Sorpresa, cuando oí a un médico marsellés pro­poner la misma descodificación en una conferencia algunos días más tarde. Muy a menudo, observo esta sincronicidad de descodificación con un amigo, Salomon Sellam, cuando compartimos nuestros descubrimientos.
Por estas razones, he escogido no indicar el autor de ma­nera sistemática tras cada descodificación. Según mi punto de vista, el paciente, aquejado de parálisis, de asma o de he­morroides, y el terapeuta, teniendo que descodificarlo, sólo tendrán que indicar que se trata del señor Tal o la señora Cual quien ha sido el primero en poner esto en palabras. Lo úni­co que importa es entender, conocerse, cambiar. Así, el texto no será recargado y los egos de los descubridores tampoco. Y a veces, de verdad, simplemente he olvidado cómo me ha llegado la información. ¿Fue durante la consulta, que me vi­no de repente una iluminación? ¿Fue la lectura de la obra de Robert Guinée? ¿De los seminarios ofrecidos por el doctor H. S. Marto, de una conversación con Jean-Jacques Lagardet, Philippe Lévy o Salomon Sellam?
Lo esencial, en el fondo, es que deseo compartir contigo todas nuestras experiencias; porque sé, por vuestros testimo­nios, el provecho que habéis sacado y el que podréis sacar.
Estas frases conflictivas serán las señales indicativas en tu camino. El objetivo de la búsqueda no es la señal, esta última indica una emoción, pero no solamente una. Por lo tanto, no te pares nunca en una señal, nunca antes de haber revivido o hecho revivir esas emociones, esas vivencias a fondo, es decir, hasta sus transformaciones. Ve hasta el final del camino. Por
eso, es preferible ser dos. «Una desgracia compartida es la mi­tad de la pena», dice un proverbio sueco. El shock es un drama vivido solo. La solución es volver a vivir ese drama, pero a dos. «Os presto mis orejas con el fin de que podáis oír mejor» como muy bien dijo y puso en práctica Françoise Dolto.

Especificidades de la bio-descodificación
Por otro lado, si bien otras obras, muy interesantes, proponen vínculos psicológicos con las enfermedades, insisto en repetir las especificidades de la bio-descodificación.
No se trata de conflictos psicológicos, sino de conflictos biológicos. ¿Pero qué es lo que realmente quiere decir esto? En efecto, muchos de los investigadores de hoy en día entienden que la enfermedad tiene un sentido preciso: psicológico, sim­bólico, metafísico... Hipótesis siempre apasionantes porque el enfermo se descubre a sí mismo. Hasta Hipócrates, él mis­mo, afirmaba: «El cuerpo crea una enfermedad para curarse». ¿Pero curarse de qué?
— ¡De algo, forzosamente, peor que la enfermedad! Si no, esto sería de una perversidad cruel, ilógica.
— ¡De algo de lo que aún no tenemos conciencia, por supuesto, si no, todo el mundo estaría de acuerdo sobre el origen de las enfermedades!
— De algo de lo que la enfermedad sería como la solu­ción, la salida de emergencia. Es esto mismo lo que propone la bio-descodificación: ¡la enfermedad es útil y, a veces, vital! Es lo que llamo «el sentido biológico» de las enfermedades. ¿De qué se trata?...

El sentido biológico
¿Tienes una conciencia clara de tu respiración? ¿Del volumen de aire que estás utilizando en este momento? ¿De la cantidad que pides a los pulmones en cada respiración? ¿Sabes qué porcenta­je de tu capacidad respiratoria utilizas la mayor parte del tiem­po? - ¿80 por 100? - No. - ¿50 por 100? - Tampoco. Alrededor del 9 por 100 (1/2 litro de los 6 litros de capacidad pulmonar).
¿Y el porcentaje de tus capacidades musculares? ¿Utilizas a fondo, en cada momento, todos tus músculos? No, claro. ¿Y tu capacidad cardíaca, digestiva, intelectual? Un porcentaje pequeño. Siempre. ¿Qué decir de vuestros espermatozoides, señores, de vuestros óvulos, señoras? En una vida, ¿cuántos han sido útiles? Contad vuestros hijos y tendréis la respuesta. Entonces, ¿por qué esta capacidad de más de los pulmones, ese añadido de músculos, ese derroche de espermatozoides, de estómago, de corazón? ¡Podrías vivir una vida normal con un solo riñón, un solo pulmón y el 60 por 100 de tus arterias coronarias tapadas! Sorprendente, ¿no?
Obviamente, ese suplemento de órganos, aparentemente inútil, tiene un sentido: son las situaciones de urgencia, de excepción. Subes las escaleras corriendo, te persigue un perro furioso, has perdido el autobús y corres por la calle... En estas ocasiones, utilizarás el 100 por 100 de tus pulmones, tus ar­terias, tus músculos... O sea, el cuerpo mantiene la inmensa mayoría de sus células sólo «¡por si acaso!».
Pero si la situación se vuelve todavía más excepcional, en­tonces la reserva de pulmones, de corazón, de cerebro, de in­testinos, etc., no será suficiente. Inmediatamente, el cuerpo fabrica lo necesario en mayor cantidad: frente al sol, broncea; la noche de fin de año, fabricará más cantidad de jugos gástri‑
cos; si vamos a un lugar de mayor altitud, el cuerpo fabricará más glóbulos rojos; y el cuerpo, siempre él, creará más canti­dad de hueso después de una fractura, en previsión de nuevas agresiones sobre este hueso, como el trabajador manual tiene más callos en las manos que un intelectual.
En resumen, el cuerpo tiene tres funciones biológicas:
La función de base: mis pulmones ventilan 16 veces 1/2 litro de aire por minuto, mi corazón se contrae 74 veces por minuto, mi estómago segrega por día 1 litro de ácido clorhídrico, etc.
La función de reserva: los pulmones pueden ventilar 22 veces 2 litros de aire por minuto, mi corazón puede contraerse 180 veces por minuto, mi estómago segregar 1,5 litros de ácido clorhídrico por día, etc.
La función de excepción: ante una situación poco fre­cuente, de urgencia, una reacción poco frecuente, de urgencia. Mis pulmones fabrican más células de pul­món (un tumor) para absorber más aire; mi ritmo car­díaco tiene un ritmo desenfrenado (taquicardia, fibri­lación, extrasístole); mi estómago, esta vez, en lugar de pedir a sus células que segreguen más ácido clorhídrico creará nuevas células (un pólipo) que producirán más ácido; el cuerpo crea una cantidad impresionante de glóbulos rojos nuevos, es la poliglobulia, etc.
El funcionamiento de excepción es, o bien por exceso, como acabamos de describirlo, o bien por defecto: menos glóbulos rojos, menos ácido clorhídrico, menos desarrollo pulmonar, de estómago, de riñones, de hueso... si esto es necesario para adaptarse o para sobrevivir (úlceras, necrosis...). Por ejemplo, en Escandinavia, mi piel necesita menos bronceado para que el cuerpo capte la luz solar (como en la enfermedad de vitíligo); esto será al revés en África. En el espacio, mis huesos se descalcifican, pierden su sustancia, me son menos necesarios debido a la ingravidez. En una situación de miedo, algunos bloquean sus pulmones, dejan de respirar, contienen su respiración.
En resumen, tenemos cinco comportamientos biológicos en función de la necesidad, del acontecimiento exterior:

: fabrico más alvéolos, más estómago...
+: respiro profundamente, las células de mi estómago se multiplican...

Estado habitual, de base:

  • respiro inconscientemente, la mucosa de mi estómago produce poco ácido...
    bloqueo mi respiración, bloqueo mi digestión...
    destruyo el parénquima respiratorio,
    provoco una úlcera de estómago...

La emoción es biológica

De esta manera, estaríamos enfermos de algo peor que la en­fermedad, ¡de alguna cuestión inconsciente y que tiene un sentido biológico! Pero, ¿quién es ese monstruo hambriento de cuerpo?
Surge en un instante de inconsciencia, de divorcio con­sigo mismo, aparece de súbito a nuestras espaldas. Efectiva­mente, ¡no tardamos ni un año en ponernos enfermos o en caernos de una escalera o, incluso, en quedarnos encinta! Este
cambio se produce en una fracción de segundo. Esto sucede en un lugar y en un tiempo preciso que se tratará siempre de reencontrar. ¿Por qué? Porque ésta es la única manera de retornar a nuestra consciencia lo que se ha personificado en el síntoma. Si no revivimos ese instante, ese «bio-shock», nunca podremos volver a contactar con el sentido biológico de la enfermedad. Se trata, en nuestra experimentación, de una vivencia que hemos sentido una primera vez inconscien­temente, sin saberlo.
El bio-shock es un momento de encuentro entre el mundo exterior y nuestro mundo interior. Y este encuentro produ­ce ya sea una satisfacción, ya sea una insatisfacción. Estas dos reacciones son perceptibles gracias a las emociones. Sin emo­ciones, no seríamos conscientes de ser nosotros mismos. La emoción es la huella consciente de una actividad interna, es el indicio de una función biológica satisfecha o no. Hemos comido, nos sentimos saciados, llenos. Si no es el caso, nos sentimos frustrados, enfurecidos, con carencias. Hemos dor­mido bien, nos sentidos relajados, frescos. Todo a nuestro alrededor garantiza nuestra seguridad, nos sentimos apacibles y nuestro comportamiento se perpetúa; nos relajamos. Pero si el entorno es hostil, entonces el miedo surge de lo más pro­fundo de nosotros con el fin de ponernos al acecho para que después esto nos permita reencontrar la seguridad.

La emoción aparece siempre en un instante, de manera involuntaria, incontrolada y adaptada a la perfección a una situación exterior. Está instalada en nuestro cuerpo de mane­ra precisa (calor en el vientre, tensión en la garganta, hombros pesados, piernas cansadas, hormigueo en las manos, etc.).
Entonces, ¿la emoción es nuestra amiga?... Para respon­der, déjame preguntarte: ¿cuál es la energía más poderosa?
A mi juicio, es la emoción. La emoción es nuestro carbu­rante, la esencia misma de nuestra vida, nuestro combustible de base. Sólo la emoción nos permite avanzar, nos da ganas de levantarnos por la mañana, de actuar, nos permite cuestionar y seleccionar para ir en la dirección que nos conviene. La emo­ción provoca encuentros o aislamiento, está en el origen de todas nuestras decisiones, nacida antes que el pensamiento, pues ella es su madre, nacida antes que el gesto, pues ella es su padre. Pero ¿quién fue el creador de la emoción? ¿La emo­ción-madre y padre? ¿La emoción-fuente, la emoción-raíz?
¿Dime, qué sería tu vida sin emociones? Es la emoción del placer la que nos empuja a escoger un plato en un restaurante. ¡Obsérvate! Sin emociones, ¿por qué ir a tal velada, con tal co­lega? La idea de una lectura o de un encuentro crea –anticipa­damente– en tus entrañas alegría o repulsión. ¿En función de qué comprarás o no el libro, irás hacia el otro o no? A veces, no ir a una reunión crea malestar, culpabilidad. Para evitarlo, por ejemplo, aceptas ir a la reunión porque la emoción de aburrimiento será menor que la de culpabilidad.
O sea, hay dos motores:
— ir hacia (o mantener) una emoción positiva;
— alejarse de (o eliminar) una emoción negativa.
Sí, ¿qué harías sin el motor emocional? Que seas conscien­te o no, no cambia nada. Dime: ¿qué acto de tu vida, o qué actitud, se ha engendrado fuera de la emoción? ¿Verdadera­mente, podemos actuar a sangre fría?
Es sencillo prestar a nuestros primos, los animales, el mis­mo movimiento interno, una vida emocional. Deseo de ali­mentarse, de encontrar morada y, cuando la impregnación hormonal está satisfecha, ¿qué decir de ese impulso que em­puja a los machos a vigilar el rebaño de las hembras o a de­searlo ardientemente o, también, a pelearse? Una vez más, ese miedo, cuando surge el depredador. Algunos, más audaces, llegarán incluso a prestar una forma de emoción al reino ve­getal. Basta con ponerse de acuerdo sobre lo que expresa el término «emoción».
Las emociones traducen a nivel consciente lo que se vive a nivel biológico celular, porque la función de la emoción es transmitir al consciente una función biológica satisfecha (col­mado, saciado, aliviado...), o insatisfecha (agredido, frustrado, hambriento...). En este sentido, pienso que «la emoción es la gasolina que hace funcionar el motor». ¡Mira a tu alrededor! ¡Mira en ti mismo! Sin emoción, no hay vida. Sin vida, no hay emoción. Es, a la vez, el bien más preciado y el más descuida­do, renegado, rechazado, minimizado, satanizado. Sinónimo de debilidad, está reservado a los profesionales de la emoción, a los artistas de todos los pelajes, a los románticos, a los trova­dores, a los cineastas, a los músicos... Porque, para los adultos serios, no es razonable emocionarse en sociedad; en caso de ha­cerlo, entonces, se hace por poderes. Vamos a un espectáculo y, allí, vemos sollozar al artista, asistimos al drama, a su cólera, le dejamos expresar lo que nos atormenta en las entrañas, le confiamos lo que ya no sabemos decir, decirnos.
Es penoso, una desgracia y una lástima. Un verdadero de­sastre. Tengo el corazón que se me parte en dos y la baba que, de rabia, me sube a los labios y, en el alma, una melancolía se espesa como una bruma de otoño en el puerto de Londres.
Porque es lo que nos hace vivir, lo que nos mata por de­fecto. Sí, decir que lo que nos da placer es lo que, por defecto, nos hace sufrir.
Si la espiritualidad, la cocina o el deporte te hacen vibrar y, en sí mismos, dan sentido a tu vida, el día que te los quiten, de lo más profundo de ti llegará la emocional pregunta: ¿por qué seguir viviendo? Si lo que está en el origen de todos tus placeres (como, por ejemplo, el sexo, la cultura, la vida en familia) falta, ¿cuánto sufrirás por haber tenido ese vínculo como fuente de placer?

El inconsciente es biológico

«El individuo, en su medio, es a la vez cuerpo y espíri­tu. El éxito de la adaptación a este entorno depende de la sinergia armoniosa entre estos dos aspectos de una entidad existencial única. No se puede alcanzar el uno sin el otro, sino por la ilusión de una mirada que privilegia a uno a costa del otro».

Robert Dantzer en La ilusión psicosomática
Entonces, ¿responderá la bio-descodificación a la profecía de Sigmund Freud: «Vuestra generación será aquella que verá ha­cerse la síntesis entre la psicología y la biología»? ¿Su amigo C. G. Jung no afirmaba que: «La enfermedad contiene el oro que no encontrarás en ninguna otra parte»? Porque las enfermeda­des, los síntomas, contienen en sí mismos todas las emociones que no te dijiste. ¿Por qué? Pues bien:
— Nuestro cuerpo es el conjunto de nuestros órganos que garantizan su actividad de forma inconsciente: digerir, latir, coordinar, filtrar, almacenar, segregar...
— Una sensación negativa, luego una emoción, sobre­vienen cuando una función biológica ya no está sa­tisfecha: alimentarse, dormir, sentirse seguro, reprodu­cirse, moverse... Entonces nos sentimos hambrientos, frustrados, furiosos, irritados, en peligro...
— El inconsciente es biológico, está en el cuerpo, en cada una de nuestras células. La vida es biológica por naturaleza, por esencia, y psicológica por acci­dente, es decir, en el momento de un conflicto, de un imprevisto.
¿Y qué es un imprevisto, un accidente, un «bio-shock»? El bio-shock se produce cuando un acontecimiento exterior nos encuentra desprovistos, cuando ya no podemos adaptarnos a lo que pasa, no tenemos nada en la recámara, en la memoria, en nosotros, en nuestros aprendizajes, que nos permita salir de la situación: ninguna solución consciente. Entonces, sólo nos quedan, como salida, las soluciones inconscientes, aquellas que se sitúan en nuestro cuerpo.
Pero ¿dónde están esas soluciones inconscientes? ¡En nues­tras células!, memorias de la evolución, ¡mutaciones exitosas para sobrevivir aún más!
Sí, siempre es cuando se produce este imprevisto, que es el bio-shock, cuando aparece la vivencia. Es el Oro de la te­rapia: dejad llegar a la consciencia la «vivencia biológica conflictiva», piedra de Rosetta y piedra de fundación de la bio-descodificación. En efecto, el sentido de este libro se si­túa en el enunciado de cada vivencia para cada enfermedad, porque cada síntoma físico es una encarnación, una puesta a punto en nuestra carne de un instante preciso, instante con­flictivo, es decir, vivido con emoción. ¿Y dónde se encuen‑
tran nuestras emociones, cuál es el escenario de expresión? ¡El cuerpo, por supuesto! Siempre él.

Presentación de los capítulos

En resumen, el bio-shock nace en un instante preciso y se vive en un lugar preciso. Aparece cuando un acontecimiento es vivido como:

— conflictivo, es decir, imprevisto,

— dramático (sin solución satisfactoria),

— vivido solo (no podemos compartir lo que sentimos en nosotros mismos, no tenemos las palabras para traducir esto, para expresar lo que se queda impregnado).

Seamos claros: el ser humano está enfermo de una falta de vocabulario.

Así pues, este libro no es más que un libro de vocabulario, para ensefiarte a expresarte.

Podrás aprender, para cada enfermedad, las palabras de su vivencia biológica conflictiva.

A veces, encontrarás igualmente pistas para continuar tu escucha de comprensión emocional del síntoma; esto será se­fialado como «pista(s) para explorar prudentemente», pru­dentemente porque no tenemos la certeza de lo que hay que imponer al prójimo.
Encontrarás otras novedades en esta colección, en particu­lar, «Los puntos pedagógicos» como puntos de información sobre tu camino de papel, ¡como un segundo libro en el libro! Su función es permitirte comprender los principios que rigen el proceso de la enfermedad, tales como preconflicto, ciclos bio­lógicos, etc.
Para cada órgano y cada síntoma, la mayoría de las veces encontrarás:
— una descripción anatómica y fisiológica;
— los órganos afectados;
— una definición de la patología;
— la vivencia biológica conflictiva;
— pistas para explorar prudentemente;
— el sentido biológico de la enfermedad;
— ejemplos;
— observaciones, en particular sobre el acompañamiento terapéutico;
— los síntomas propios de las fases de la enfermedad;
— una metáfora de animales: la piel es el conflicto del bebé gato que necesita a su madre, su contacto...
— el estrato biológico afectado por la patología y la vivencia:

  • 1.er estrato de la biología: vivencia arcaica de supervivencia;
  • 2.º estrato: vivencia de agresión, buscamos protegernos;
  • 3.er estrato: vivencia de desvalorización;
  • 4.º estrato: vivencia del conflicto relacional, social.

Y esto cada vez que tenga la información. Porque, a veces, no encontrarás el sentido biológico, sencillamente porque, de momento, lo ignoro; a veces, tampoco habrá ningún ejemplo porque no he tenido un caso que alumbre suficientemente la tonalidad conflictiva. Pero siempre podrás leer por lo menos una proposición de vivencia conflictiva, porque ahí está el sentido de este libro.
Antes de dejarte en compañía de este libro, es decir, de ti mismo, que sepas qué bien precioso será una relación, una amistad, una familia, una civilización del compartir emo­cional, ¡de la capacidad de expresar nuestra vida interior...!
Expresar en cada instante lo que sientes te dará, por añadi­dura, el derecho a sentir lo que sientes, a pensar lo que pien­sas, a hacer lo que haces, en una palabra, a ser quien eres.
¡Estar a la vez consigo mismo y con los demás garantiza nuestra salud mucho más que lo que comemos, que el lugar donde vivimos y que lo que bebemos! «Lo que mancha al hom­bre no es lo que entra por su boca, sino lo que sale de ella», dice Jesucristo, y yo añadiría: lo que le purifica, lo que le cuida y lo que le cura no es solamente lo que entra en él, sino sobre todo lo que se desprende de él, lo que viene de lo recóndito, de su corazón, «porque es de exceso de corazón de lo que la boca se desborda», añade Jesucristo.
Que este libro te permita contactar con la conciencia y poder expresar lo que vives en ti de conmovedor, ése es mi deseo.

 

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