Método del Doctor Sagrera. una digestión perfecta, por Jordi Sagrera Ferrandiz. Editorial: Rba Integral

Método del Doctor Sagrera. una digestión perfecta

Referencia: 9788491180968
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Claves para comer de todo

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El sistema digestivo es el motor de nuestro organismo, de modo que cualquier alteración en sus procesos puede tener graves consecuencias para nuestro bienestar. Con Una digestión perfecta, el doctor Sagrera nos ofrece un método integral para facilitar su buen funcionamiento que va más allá de las tan habituales dietas y abarca todas las áreas que pueden influir en nuestra digestión.

En este libro encontrarás:

  • Toda la información necesaria para entender el proceso di­gestivo.
  • Una completa relación de todo aquello que puede afectara la digestión: desde sus trastornos más habituales hasta las intole­rancias, pasando por los fármacos o el estrés.
  • Claves para que todo te siente bien: alimentos beneficiosos, menús para 30 días, recetas, infusiones digestivas y consejos que te benefician en la mesa.
  • Técnicas corporales que ayudan a digerir mejor: posturas, ejercicios y automasaje.

El doctor Jordi Sagrera-Ferrándiz (Barcelona, 1950)

estudió Quiromasaje y pos­teriormente cursó Medicina en la Universidad de Barcelona. Se formó también en medicina naturista, técnicas manuales, homeopatía e iri­dología. Desde 1983 tiene su propia consulta en Barcelona y hace más de tres décadas que dirige la Escuela de Masaje Manual. Profesor en cursos de pregrado y posgrado en las universi­dades de Barcelona y Madrid, adquirió el grado de Magister en Medicina Manual y Osteopatía en la Universidad Complutense de Madrid. Es autor de varios libros sobre quiromasaje y tera­pias manuales, y asesor médico en RBA, donde ha publicado diversos libros de alimentación y salud.

CONTENIDO

ASÍ FUNCIONA LA DIGESTIÓN
  • CLAVES PARA QUE NO FALLE     16
  • La digestión, un mecanismo complejo     18
  • El sistema digestivo es tu segundo cerebro     24
  • Protege tu flora intestinal     28
  • Qué puede haber tras una mala digestión     34
QUÉ PUEDE INTERRUMPIRLA
  • POR QUÉ TU VIENTRE SE QUEJA     40
  • Cuando el ritmo de
  • tus intestinos se altera     42
  • Combate el intestino irritable     48
  • A veces el problema
  • está en una intolerancia     52
  • Fármacos que pueden dañar tu estómago     60
  • Cuando los nervios se instalan justo ahí     64
  • Otras causas de las malas digestiones     68
CLAVES PARA QUE TODO TE SIENTE BIEN

ELIGE MUY BIEN LO QUE COMES     74

  • Los alimentos que mejor
  • le sientan a tu estómago     76
  • Identifica los alimentos que no te convienen     82
  • Propuestas muy digestivas en tus menús     86
  • Platos ligeros que, además, miman tu estómago 88
  • Guiso de garbanzos con verduras al curri     92
  • Salmón marinado con espárragos y piña     94
  • Alcachofas con apio y manzanas con setas     96
  • Salteado de arroz integral con pollo     98
  • Crema de calabaza asada al curri     10 0
  • Rollitos crujientes de chucrut con gambas     102
  • Verduras maceradas con hierbas y limón     104
  • Tartar de frutas al jengibre     106
  • La ayuda de las plantas medicinales     108
  • 15 trucos para hacer bien la digestión     112
4. TÉCNICAS CORPORALES PARA DIGERIR MEJOR
  • LAS TÉCNICAS MANUALES QUE MÁS TE AYUDAN     120
  • DR. JORDI SAGRERA-FERRÁNDIZ

Posturas que alivian tus digestiones     128

Tu plan de ejercicios que las mejora     136

LA IMPORTANCIA DE DIGERIR BIEN

La digestión es un proceso muy complejo y, tal vez por eso, cada vez hay más personas que se resignan a vivir con molestias estomacales frecuentes, al no encontrar la manera de aliviarlas. Sin embargo, pequeños gestos pueden marcar grandes diferencias: te mostramos los más eficaces.

Ahora se come más raído y se mastica menos que hace unos años, y esto no nos beneficia.

  • El 71% de la población mayor de 15 años dice tener una buena o muy buena salud, según un informe elaborado en 2016 Por el Ministerio de Sanidad español. No está nada mal. Pero es pro­bable que entre esas personas muchas tengan «molestias» estomacales o intestinales a las que se han acostumbrado y a las que ya no le dan importancia. Porque... ¿no es acaso normal te­ner un poco de ardor después de comer? ¿O sen­tir el vientre hinchado? ¿O alternar periodos de diarrea y estreñimiento?

IR A LA RAÍZ DEL PROBLEMA

La verdad es que no, no es normal. Si se produ­cen esas molestias es por algo, y puede ser de­bido a lo que comes, a un mal funcionamiento orgánico, a que eres especialmente sensible a ciertos alimentos o, sencillamente, a malos há­bitos que se pueden corregir con un poco de vo­luntad. De esas y de otras muchas causas se ha­bla en los capítulos que siguen y que dan idea de todo lo que puede alterar tus digestiones. Hasta el punto como ocurre hoy, de que una buena
digestión y una buena salud intestinal son ca­da vez menos habituales, al menos por lo que dicen las estadísticas en nuestro país (y en los demás países desarrollados).
La consecuencia entre quienes sufren del estó­mago no es solo el malestar que sienten: no ob­tienen los nutrientes que necesitan para tener unas defensas fuertes o un cerebro en plena for­ma, entre otras muchas cosas. Lo que a su vez puede traducirse en enfermedades, fatiga, pro­blemas de memoria...
Los trastornos gástricos son, por tanto, algo serio que mucha gente combate tomándose, sin receta médica, un simple antiácido o cualquier otro medicamento. Y es que, aunque pueden aliviar ciertos síntomas (y procurar un bienes­tar momentáneo), no van a la raíz del problema, que con el tiempo puede empeorar.

LOS FÁRMACOS, EN SU JUSTA MEDIDA

Ahora se come más rápido y se mastica menos que hace unos años, y esto no nos beneficia.
Algunos datos dan idea de lo extendido que está el uso de ciertos fármacos. Los antiácidos (inhibidores de la bomba de protones) son, por ejemplo, los más recetados (en número de en­vases) por el Sistema Nacional de Salud, se­gún el informe de 2016 que mencionábamos al principio. De un solo fármaco (omeprazol), se vendieron 54 millones de envases en un solo año. De hecho, el consumo de este tipo de fár­macos antiulcerosos ha aumentado en más de un 500% en tan solo 12 años, según un informe de 2015 de la Agencia Española de Medicamen­tos y Productos Sanitarios. Si tenemos en cuen­ta que estos fármacos se han asociado a un ma­yor riesgo de infarto, según datos de un estudio estadounidense de gran alcance, nos daremos cuenta de la posible dimensión del problema presente... y futuro.
Pero estos medicamentos no son los únicos de los que se abusa. En total, gastamos mucho dinero en intentar aliviar nuestras digestiones. Y parece no ser suficiente, porque las personas con molestias no cesan de aumentar. Veamos otros datos al respecto.

¿SOMOS CADA VEZ MÁS SENSIBLES?

El 24% de los españoles dijeron en una encuesta hecha con motivo del Día Mundial de la Salud Digestiva (que se celebra el 29 de mayo de ca­da año) que en los seis meses que precedían al sondeo habían tenido acidez alguna vez. El por­centaje de personas con intolerancia a la lactosa es incluso mayor: entre un 30 y un 50%, según un estudio de la Sociedad Española de Patolo­gía Digestiva. Y en el caso de la sensibilidad al gluten, se estima que la sufre un 10% de la po­blación, según un estudio publicado en la re­vista Gastroenterología y Hepatología en 2014. Un porcentaje aproximado podría ser también, según varios estudios, el de los afectados por el síndrome del intestino irritable en nuestro país. En total, son muchos millones de perso­nas las que cada día tienen que convivir con una mala salud digestiva e intestinal.
Un fenómeno sociológico. Es en lo que se ha convertido el malestar con la comida. De pron­to, las estanterías de los supermercados se han llenado de productos que anuncian no conte­ner gluten o lactosa y que están dirigidos a per­sonas «sensibles» o alérgicas a estos componen­tes, y son millones las personas que están dis­puestas a pagar más por ellos y consumirlos (en Estados Unidos, el 30% de la población los elige). Pero una cosa son las modas y otra, las personas que realmente no toleran bien estos alimentos, y hay que aprender a diferenciarlo. Aunque a veces no es fácil; piensa que comer (y beber) no es un mero acto individual: la elec­ción de los alimentos, la preparación, el acto de ingerirlos... responden también a un conjunto de normas sociales y culturales que evolucio­nan y cambian con el tiempo.

PEQUEÑOS CAMBIOS QUE NOS AFECTAN

El malestar con la comida es ya un fenómeno social: los supermercados se han llenado de productos «sin».

Los cambios en estas pautas también pueden influir en nuestra salud digestiva e intestinal. Las sobremesas de varias horas, por ejemplo, han pasado a la historia, salvo contadas oca­siones, y ahora se come más rápidamente y se mastica menos, porque ingerimos un sánd­wich a toda prisa en el trabajo o cenamos una hamburguesa de carne picada o un cuenco de sopa instantánea mirando la televisión, sin prestar atención a lo que comemos.
Estos cambios ¿son la causa más importan­te o decisiva del malestar que sentimos? ¿O es el exceso de alimentos procesados, de harinas refinadas o de azúcares, corno a veces se señala? En realidad, es todo. Y lo sabemos bien porque cada vez se conoce mejor cómo funciona nues­tro sistema digestivo. Yen él, todo es complejo, como se explica a lo largo de este manual.
En la digestión intervienen los diferentes órga­nos del sistema, el cerebro, la microbiota intes­tinal, el sistema nervioso, procesos químicos, las emociones... Son muchos factores y, aunque el sistema tiende al equilibrio mediante com­pensaciones, a veces se producen ligeras dis­funciones que minan el funcionamiento y a la larga pueden tener consecuencias. Incluso con­tradictorias: por ejemplo, la acidez puede ser provocada por una pobre producción de ácidos gástricos, cómo verás más adelante.
Otras veces han sido mínimos cambios los que han tenido grandes consecuencias. Por ejemplo, hace 7.500 años se produjo una mutación gené­tica en el ADN de algunos ancestros de los euro­peos que facilitaba la digestión de la leche des­pués de la infancia. Gracias a ella y a su extensión muchos europeos pueden consumir hoy leche.
Pero no todos, como bien sabemos. Aunque no es nada si se compara con la sensibilidad o la in­tolerancia a este alimento de la población asiáti­ca, donde es casi universal (más del 90% la sufre).
¿Tiene sentido, por tanto, preguntarse si la leche es buena o mala, o reducir las opciones nu­tricionales a gluten sí o no? Demasiadas veces se cae en eso, sin tener en cuenta las necesidades personales o el estado de salud (si tienes alto el colesterol, si necesitas calcio...) de cada uno.

La primera recomendación es desacelerar y dedicar más tiempo a comer de forma consciente.

 

¿CUÁL ES LA CAUSA Y CUAL EL EFECTO?

Un mismo alimento sienta bien a unas per­sonas y mal a otras. Y ese mismo alimento le puede sentar mal o bien a la misma persona en función del momento que vive (si está triste o feliz), del tipo de cocción o elaboración o de la edad que tiene. Porque nuestro sistema digestivo «cambia» también con nosotros y se adap­ta o reacciona a lo que vivimos. Y lo increíble es que hay, asimismo, evidencias de lo contra­rio: con un mal funcionamiento digestivo es más probable tener ansiedad o depresión, de la misma manera que, con un estómago «feliz», sumamos muchos puntos para tener una vida más plena. ¿Cuál es la causa y cuál el efecto? No se sabe. Aunque la clave de todo, según las in­vestigaciones científicas más recientes, podría estar en las bacterias intestinales. Hablamos de ellas en otros capítulos de este manual y de la enorme importancia que está adquiriendo la salud intestinal en la conservación del bien­estar general. De hecho, son varios los autores que apuntan que puede ser una de las grandes revoluciones médicas de este siglo.

CONCÉDETE MÁS TIEMPO

El mecanismo digestivo es tan complejo que re­sulta imposible establecer una única estrategia para vencer los problemas digestivos o, si no se tienen, garantizarse una buena nutrición. Por eso, este manual reúne varios enfoques: los alimentos que favorecen la digestión, los hábitos más saluables, ejercicios y posturas que nos ayudan... Y entre esas recomendaciones, hay algo que no solemos tener en cuenta: el tiem­po. Vivimos, cocinamos y comemos con prisa, y lo hacemos todo con la cabeza en muchos sitios a la vez. Mantenemos nuestro sistema nervioso simpático (el de «lucha» y «huida») demasiado tiempo activado, y no lo suficiente el parasim­pático (el de la «desconexión» y la «digestión»). Las consecuencias las conoces bien: estrés, can­sansio físico y mental y... malas digestiones.
Por eso, la primera recomendación es desace­lerar y dedicar algo más de tiempo a comer. Y si tienes dudas respecto a otros factores que pue­den estar influyendo en tus malas digestiones, el siguiente test es un buen punto de partida pa­ra identificarlos y actuar en consecuencia.

Integral
9788491180968

Ficha técnica

Autor/es:
Jordi Sagrera-Ferrándiz
Editorial
Integral (RBA)
Páginas
144
Encuadernación
Rústica con solapas (tapa blanda)
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