Educación Mindfulness, por Daniel J. Rechtschaffen. Gaia Ediciones

Educación Mindfulness

Referencia: 9788484456735
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El cultivo de la consciencia y la atención para profesores y alumnos

«Si eres profesor, este libro tiene el poder de transformar tu vida, la vida de tus alumnos y la vida de toda tu escuela»

JON KABAT-ZINN, del Prólogo

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Muchos docentes están buscando nuevas maneras de ayudar a sus alumnos a prestar más atención, aprender mejor y superarse cada día.
Educación Mindfulness constituye una herramienta vital para cultivar la atención, la compasión y el bienestar no solo del alumnado sino también de los propios profesores. Repleto de planificaciones didácticas, ejercicios y consideraciones para grupos de edades específicas y para estudiantes con necesidades especiales, este manual de trabajo pone de manifiesto la importancia de las prácticas mindfulness en el aula.
Una guía práctica con la que toda la comunidad docente podrá fomentar una forma consciente, compasiva, ética y efectiva de enseñar y de ser.
Además de ayudar a los alum­nos a asimilar intelectualmente los contenidos académicos, la educación formal debería enseñarles a cono­cerse a sí mismos, autorregularse, gestionar los conflictos cotidianos, afrontar los retos, relacionarse armo­niosamente con el mundo y valorar la vida.
Para conseguirlo, resulta esen­cial integrar la atención plena o mindfulness en los programas edu­cativos, puesto que el simple hecho de tomar conciencia de los mecanis­mos fisiológicos, emocionales y psi­cológicos que nos condicionan en el día a día supone un gran paso hacia una vida más consciente, madura y responsable.

Daniel J. Rechtschaffen,

terapeuta de pareja y de familia, tiene un Máster en Psicología y asesoramiento. Ha fundado el Mindful Education Institute y la conferencia Omega Mindfulness in Education.
Asimismo, ha desarrollado un gran número de contenido curricular para implementar el mindfulness en el aula e imparte clases de mindfulness dirigidas a centros educativos y comunidades de todo el mundo.

  • Encuadernación: Rústica
  • Dimensiones: 14,5 x 21 cm
  • Nº Pág.: 352

Índice

Agradecimientos       13
Prólogo de Jon Kabat-Zinn       15
Introducción      27

PRIMERA PARTE: LA IMPORTANCIA DEL MINDFULNESS EN LA EDUCACIÓN

  • El camino del mindfulness       39
  • La revolución de la educación con mindfulness       45
  • Historia de la educación con mindfulness       51
  • Una guía del movimiento       55
  • La ciencia del mindfulness       61
  • Los orígenes del mindfulness      73

SEGUNDA PARTE: EMPIEZA POR TI MISMO

  • Cuidando al cuidador       79
  • El mindfulness: cuándo, dónde y cómo       85
  • Cultivar la in-corporación      91
  • Cultivar la atención       97
  • Cultivar el corazón pleno       101
  • Cultivar la interconexión       107
  • Cultivar la inteligencia emocional       111
  • Cultivar la comunicación mindful       119
  • El mindfulness en nuestro mundo moderno      125

TERCERA PARTE: EL AULA MINDFUL

  • Cualidades del profesor mindful       131
  • Los ingredientes esenciales del aula mindful       137
  • Trabajar con la diversidad y la integración       147
  • Trabajar con el estrés y el trauma       155
  • Trabajar con grupos de edad distintos       165

CUARTA PARTE: PLAN DE ESTUDIOS DE EDUCACIÓN MINDFUL

  • Presentar el mindfulness a los alumnos       181
  • El plan de clase de una lección de mindfulness       187
  • Plan de estudios basado en el mindfulness       193
  • Lecciones de in-corporación       197
  • Lenguaje del cuerpo       199
  • Jugar al mindfulness       207
  • Movimientos mindful       213
  • Comer con mindfulness      219
  • Lecciones de atención      225
  • Respiración de anclaje       227
  • Escucha mindful       235
  • Visión mindful       241
  • Corriente de pensamientos       245
  • Lecciones de corazón pleno       251
  • Frases de corazón pleno      253
  • Raíces de las emociones       259
  • Emociones destructivas       265
  • Generar agradecimiento       271
  • Lecciones de interconexión       277
  • Comunicación mindful       279
  • Lección del mundo natural       285
  • Práctica de la distracción       289
  • Compromiso mindful      295
  • Integración       299
  • Práctica personal      305
  • Ejercicios de integración       309
  • Enviar corazón pleno       313
  • Muestras de planes de estudios       315

Recursos       333
Referencias       335
índice alfabético por materias       341

Prólogo

Conocí por primera vez la labor de Daniel Rechtschaffen en una sesión que este dirigía en un centro de enseñanza media del distrito escolar unificado de Oakland, cuando él trabajaba con un grupo llamado Mindful Schools. Aquel centro escolar tenía fama de ser de los más difíciles del distrito. Llegué al aula un poco tarde y me encontré con que todos los alumnos, unos veinticinco, esta­ban ya en silencio absoluto. Había un ambiente de calma y aten­ción totales. Casi todos estaban bien sentados en sus asientos, aunque sin dar sensación de rigidez ni de tensión. Los alumnos parecían estar a gusto, y yo también me sentí inmediatamente a gusto en aquel silencio y quietud. Apenas podía creerme que unos alumnos de enseñanza media fueran capaces de estar así. El profesor habi­tual de la clase estaba sentado al fondo del aula, y Daniel en una silla en la parte delantera. Tenía en las manos un cuenco de bronce. Cuando también yo tomé asiento al fondo del aula, vi que unos cuantos alumnos levantaban despacio la mano, y después la fueron levantando algunos más, todo ello en silencio. ¿Qué era aquello? ¿Qué estaba pasando allí? ¿Qué estaban viendo mis ojos? No había visto nunca nada semejante.
Pues bien, resultó que aquel ejercicio consistía en que cada alumno levantaba la mano cuando dejaba de oír el sonido del cuenco. Daniel lo había golpeado con una baqueta un momento antes de entrar yo. Al parecer, escuchar la ausencia de algo fomen­taba una atención enorme, incluso entre alumnos de enseñanza media.
Aquel día visité también un colegio del mismo distrito esco­lar y vi a una instructora de mindfulness de Mindful Schools que hacía el ejercicio con alumnos de 6-7 años, también en este caso con la profesora habitual sentada al fondo de la clase y la instruc­tora delante. Después de invitar a los niños a que «se pusieran el cuerpo de mindfulness» (dicho lo cual, todos los chicos se senta­ron erguidos en sus asientos y se quedaron muy quietos), sin añadir nada más, la instructora hizo sonar el cuenco tal como había hecho Daniel. El sonido reverberó por el aula y, al irse perdiendo, vi aparecer manitas levantadas una a una, todo ello igualmente en silencio. Cuanto más tiempo pasaba, más manos se levantaban.
Esta profesora de primaria me dijo después que en su clase había muchos niños con graves problemas de atención. Estaba asombrada del silencio que reinaba en el aula durante aquellas se­siones. Con el tiempo, fue observando que aquella habilidad se transfería a otros momentos del día, cuando ella pedía a la clase que se calmaran, ya que los alumnos ya sabían en qué consistía aquello. Así resultaba mucho más fácil impartir las clases del pro­grama de estudios general'.
Los profesores de enseñanza primaria y secundaria están some­tidos cada vez a mayor presión para que se centren en objetivos externos, bajo las directrices y la cultura de «enseñar para el exa­men» que tanto predomina actualmente en la enseñanza. Se atien­de casi exclusivamente a la información y a los datos, claro está que con el propósito meritorio de transmitir a la nueva generación más conocimientos y mayor comprensión, creando, por lo tanto, una población laboral eficaz y de capacidad creadora máxima. Solo que este planteamiento puede ser muy defectuoso y mal orientado; quizá sea eficaz para una minoría de estudiantes, pero a costa de dejar atrás a una mayoría cada vez más estrenada, alienada, aburri­da al máximo e incluso cerrada para siempre a la capacidad de aprender. Podríamos decir que la cultura dominante en la enseñan­za preescolar, primaria y secundaria está generando una crisis de salud pública, en el sentido de que la salud de la próxima genera­ción depende irremisiblemente de una serie de habilidades y de competencias que, hasta hace poco, ni siquiera se consideraba que se debieran aprender en la escuela.
En el ambiente actual se pasa por alto o se desprecia lo interno, la vida interior del alumno que debe desarrollarse y aprender, y se ignora que es posible y necesario reconocerlo, atenderlo, nutrirlo y desarrollarlo en armonía con todo el conocimiento y las competen­cias externas, para que cada niño aprenda a estar a gusto siendo quien es, a calmar su mente y su cuerpo y a cultivar la autocon­ciencia, la inteligencia emocional, la confianza y la resiliencia ante cualquier tipo de estrés y ante las presiones que lo fuerzan a cum­plir, a ser de una manera determinada y a integrarse. Según mi ex­periencia, validar y nutrir lo interior también tiene un efecto cata­lizador de la creatividad y de la imaginación.
En vista de cómo queda fuera del plan de estudios la vida in­terior de los alumnos, cada vez son más los profesores que están recurriendo al mindfulness para fomentar y favorecer cualidades tales como el sentido de voluntad, de ser dueño de uno mismo, de sentirse básicamente bien tal como se es, de integridad, de enca­jar, además del desarrollo de competencias específicas que tienen importancia para mantener esa integridad a lo largo de los años y para optimizar el aprendizaje. Dentro de estas competencias fi­gura el desarrollo de la capacidad para conocer y reconocer nues­tros propios pensamientos y emociones como «eventos» en el campo de la consciencia, y aprender a desenmarañarnos cuando estamos atrapados por completo en el contenido y en la carga psicológica de estos pensamientos y emociones. Las prácticas de mindfulness sencillas pueden proporcionar estrategias fiables para hacer frente a las tormentas y a las turbulencias que invaden la mente a veces, inevitablemente, y que nos producen tristeza, o ira, o sensación de falta de integración, de que no somos lo bas­tante buenos, o incluso de que no queremos aprender. El mind­fulness fomenta la calma, el enfoque y la concentración, un mejor control de los impulsos y una reducción de la agresividad, y me‑
jora la empatía y la comprensión hacia los demás, entre otros re­sultados importantes 2.
Cuando estas prácticas se integran en la experiencia del aula, de manera íntima y sin fisuras, tal como se explica de manera eficaz en este libro, se brinda a los niños oportunidades prácticas para que lleguen a conocer y a explorar el terreno de su propio ser. Esta exploración no se extiende solo a los pensamientos y a las emocio­nes, sino a una consciencia del universo de las sensaciones corpora­les, entre ellas las de la propia respiración, y de sus cambios cons­tantes, asociados en muchos casos a los propios pensamientos y emociones. Si vamos más lejos, también se extiende a la conciencia social, al paisaje de las relaciones con los demás, y nos permite aprender a navegar por ese territorio de un modo satisfactorio, que fomenta la conexión, la bondad y otras conductas sociales favora­bles, opuestas a la separación, al desprecio y a la enemistad.
Para que estas competencias arraiguen, florezcan y sigan desa­rrollándose e intensificándose a lo largo de la vida, es preciso educar y cultivar la vida interior y la autoconciencia en paralelo con el plan de estudios más académico. Este cultivo comienza explorando el modo de estar quietos y las sensaciones que produce estarlo; cómo moverse de manera intencionada y las correspondientes sensacio­nes, y cómo estar presente al máximo siempre que quieres o que necesitas estarlo. El mindfulness está en el corazón del aprendizaje socioemocional. En esencia, consiste en elegir modos más sabios y más adaptados de relacionarnos con nuestra propia experiencia in­terior y exterior a medida que esta se va desplegando, momento a momento. Como veremos, el mindfulness añade al aprendizaje so­cioemocional un elemento de práctica in-corporadora que tiende a favorecer que las respuestas del niño en momentos de crisis o de conflicto sean mucho más equilibradas, adecuadas y efectivas.
En el núcleo mismo del cultivo del mindfulness se encuentra la consciencia. La consciencia no es una cosa que obtengamos ni que desarrollemos; es, más bien, una capacidad que descubrimos que ya teníamos, que nos es innata, pero que olvidamos con facilidad a fa­vor del pensamiento, que es a su vez otra capacidad humana mara­ villosa. Pero aunque en la escuela se dedica mucho tiempo al pensa­miento, con la esperanza de formar a los alumnos para que piensen mejor y de manera más crítica, se presta poca atención, o ninguna, a esa otra capacidad nuestra, igualmente esencial, que puede ayudar­nos a modular nuestros pensamientos y nuestras emociones, y a di­latar su alcance. En los tiempos que corren, estamos llamados a des­cubrir esta capacidad innata y a familiarizarnos con ella, para que después aprendamos a hacerla nuestra, a integrarla en nuestra vida diaria y a servirnos de ella para sortear las vueltas y revueltas y las vicisitudes de nuestras vidas. ¿Qué mejor lugar que la escuela para aprender a acceder a esta dimensión de la inteligencia y para nutrirla?
La cualidad más trascendental de la consciencia es que es capaz de contenerlo todo, cualquier cosa que surja en nuestra experien­cia, con claridad y discernimiento, y sin aplicarle inmediatamente un juicio de valor. Equivale a dejar en suspenso nuestro impulso habitual de clasificar y evaluar inmediatamente todos los aspectos de nuestra vida en términos de si nos gustan o nos disgustan, o de si queremos más o queremos menos. La consciencia amplifica lo más humano que tenemos y dilata nuestra relación con la vida misma y nuestras respuestas ante ella. Yo considero que es, quizá, la característica intrínseca más esencial por la que somos plena­mente humanos.
El camino que conduce directamente a la consciencia y a su claridad intrínseca es el del cultivo sistemático de la atención. Pre­sentar a los escolares este cultivo y la práctica de la consciencia aporta unos beneficios interesantísimos. Yo considero que los seres humanos ya no podemos pensar que estas habilidades y estas prác­ticas, y la penetración y las ideas que pueden surgir de ellas, sean solo opcionales. Son absolutamente esenciales en nuestro mundo, que cambia rápidamente y cada vez es más complejo, e incluso desconcertante; en un mundo en que, como dice Linda Stone, que fue investigadora en Microsoft, nuestro estado predeterminado es, cada vez más, el de atención parcial continuada 3. Estas habilidades y estas prácticas complementan el plan de estudios habitual y faci­litan su enseñanza, como observó la profesora de primer curso de
Oakland. Además, tampoco roban mucho tiempo, sobre todo cuando las imparten profesores con experiencia y bien formados en el mindfulness.
Como este libro muestra de modo tan certero, hoy en día se sabe que el estrés tiene efectos dañinos sobre el cerebro en desarrollo4. Más concretamente, se ha demostrado que degrada la función eje­cutiva del córtex prefrontal (que es esencial para la resolución de problemas, para la creatividad y para el razonamiento), y degrada también la actividad del hipocampo, que desempeña un papel ac­tivo e importante en el aprendizaje, la memoria y la regulación de las emociones. El estrés afecta también a las amígdalas cerebrales, que pertenecen al sistema límbico del cerebro y son los centros que procesan la reactividad ante las amenazas. Las amígdalas crecen de tamaño con una exposición constante al estrés, y se reducen con la práctica del mindfulness. Ya solo por esto tiene sentido adoptar y aplicar prácticas de atención sencillas que, según nos confirman los estudios científicos, pueden contrarrestar la toxicidad del estrés. La mayoría de los niños ni siquiera llegan a la escuela en un estado en el que les sea posible aprender. Puede que se presenten sin desayu­nar, o que en esa misma mañana ya hayan pasado por una situación de estrés, o incluso de violencia. Antes de ponerse a impartir el plan de estudios habitual, los profesores están viendo la necesidad de entregar a sus alumnos las herramientas que les permiten auto­rregularse, prestar atención, aprender a aprender, afinar sus instru­mentos de aprendizaje, como hacen los músicos antes de ponerse a tocar. Las prácticas que se explican en este libro pueden integrar­se en las lecciones del día, y servirán para amortiguar los efectos dañinos que puede tener el estrés sobre los cerebros en desarrollo de los alumnos. Esto tiene especial importancia para los niños en situación de máximo riesgo, y en los casos en que la falta de capa­cidad para aprender y para salir adelante pueda suponer unos cos­tes sociales extremos.
De veinte años a esta parte, otros estudios han puesto de mani­fiesto una decadencia espectacular de muchas competencias cogni­ tivas y emocionales de los niños, que damos por sentadas y por esen­ciales para que estos se lleguen a convertir en adultos de pleno dere­cho y en miembros valiosos de la sociedad'. En tiempos más recien­tes, los estudios han mostrado la importancia de desarrollar en la enseñanza pública habilidades para la escucha profunda y la comu­nicación efectiva, la resolución de conflictos, el pensamiento crítico, el establecimiento de objetivos y el trabajo de equipo 6. Todas estas habilidades pueden mejorarse con la práctica del mindfulness.
Según Linda Lantieri7, enseñante pionera de Aprendizaje Social y Emocional (ASE) y de mindfulness, el valor añadido que aporta el mindfulness al ASE convencional se encuentra principalmente en el terreno de sus prácticas de in-corporación, que se sabe que fomentan la neuroplasticidad, es decir, los cambios estructurales en las regiones del cerebro que acabamos de citar y en otras, con el posible resultado de mejorar el aprendizaje y la memoria, el equilibrio emocional y la toma de perspectiva cognitiva. Las prácticas de mindfulness sientan una base sólida de experiencia sobre la que puede levantarse el plan de estudios de ASE de base más conceptual y cognitiva. Gracias a ella, cada niño puede ejercitar con regularidad el músculo del equilibrio emocional, practicando el estar presente y cultivando la consciencia del momento, libre de juicios de valor (que es la definición de mind­fulness con la que trabajo yo) en momentos de calma relativa, para ir aprendiendo después, con el tiempo, a mantener o a recuperar un cierto grado de equilibrio, de serenidad incluso, ante los factores y amenazas que desencadenan el estrés. Cuando los niños ejercitan re­gularmente el músculo del mindfulness, sobre todo si lo hacen de una manera lúdica y leve, les resultará más fácil recurrir a sus estrategias de ASE y aprovecharlas en situaciones de amenaza y muy emocionales.
Vi aplicar por primera vez el mindfulness en el aula a una profe­sora con alumnos de 10-11 años de un colegio público, Cherry Hamrick, ya fallecida, en la Escuela Elemental Welby, en South Jor­dan, estado de Utah, a comienzos de la década de 1990. Cherry fue una pionera de este movimiento, intrépida y muy creativa 8. Después de haber participado en un programa de Reducción de Estrés Basada
en Mindfulness (REBM, o MBSR por sus iniciales inglesas) en el hospital LDS de Salt Lake City, decidió intentar llevar el mindful­ness a su aula. A pesar de mi escepticismo inicial, Cherry introdujo el mindfulness en su plan de estudios para quinto curso de varias maneras creativas, y su experimento tuvo mucho éxito y se prolongó durante varios años. Yo tuve el privilegio de visitar su escuela y de conocer a sus alumnos y a varios padres de estos. Saltaba a la vista que, en aquellos años, el mindfulness no solo se había acogido con interés y tenía un impacto positivo en su aula, sino en todo el centro. Recuerdo vivamente una anécdota de aquella visita. El padre de uno de los alumnos de Cherry oyó que su hija decía a un hermano suyo, que se quejaba de que un compañero de clase se estaba burlando de él: «Aunque la mente de ese chico esté alborotada no significa que tenga que estarlo la tuya».
En la medicina, en la atención sanitaria y en la psicología se han ido integrando cada vez más los programas basados en el mindful­ness, como la REBM y la Terapia Cognitiva Basada en Mindfulness (TCBM, también conocida por MBCT), en vista de las pruebas cada vez más abundantes de su eficacia para las vidas y para la sa­lud de los pacientes afectados de diversos trastornos y dolencias físicas, y de enfermedades crónicas relacionadas con el estrés, así como para las personas que padecen depresión y ansiedad. En pa­ralelo a este fenómeno, el mindfulness y otras prácticas contempla­tivas se están introduciendo cada vez más en el plan de estudios general de las universidades 9. En la escuela primaria y secundaria, como hemos visto, la oferta de mindfulness a los maestros y a los alumnos es, en parte, una reacción ante el estrés y los desafíos cre­cientes que afrontan los niños, los maestros y los centros escolares, y que, en su conjunto, degradan el aprendizaje óptimol10.
Para introducir en el aula, a cualquier edad, las prácticas de mind­fulness, el profesor debe aplicar una creatividad y una capacidad de innovación considerables. Este planteamiento no es de ningún modo una prenda unitalla ni una plantilla que sirva para todos. Ni tampoco es una estrategia encubierta para controlar la conducta, aunque es muy probable que produzca, como resultado añadido, un ambiente en el aula mucho más favorable para el aprendizaje. Lo que nos ofrece Daniel Rechtschaffen en este libro es un planteamiento eficaz y fácil de usar, dirigido a los profesores que trabajan en el aula; un planteamiento que recalca que no existe un único modo correcto de enseñar mindfulness, y que se obtienen los mejores resultados cuan­do el profesor mismo está explorando y profundizando en su prác­tica personal de mindfulness, empleando su propia vida como labo­ratorio. El libro presenta diversas opciones y enfoques creativos para los profesores de alumnos de todas las edades que quieran llevar este planteamiento a sus aulas con rigor y con espíritu lúdico. Es un teso­ro de prácticas y de perspectivas, y resultará útil durante los años venideros como apoyo e inspiración para los profesores y los direc­tores escolares que desean introducir e integrar el mindfulness en diversos aspectos del plan de estudios, desde el jardín de infancia hasta la escuela secundaria.
En noviembre de 2012 yo iba caminando por un campo de fútbol americano que comparten los alumnos de secundaria y los de bachillerato Zama, que es el amplio cuartel general del ejército de los Estados Unidos en Japón. De pronto, sonó por la megafonía una voz que decía, como si tal cosa: «Al oír la señal, comenzará un minuto mindful». Apenas daba crédito a mis oídos. Al parecer, to­dos los alumnos sabían lo que significaba aquello (habían recibido formación en mindfulness) y quedaron sumidos en la quietud, en el silencio y en la consciencia durante aquel minuto. Supe después que el anuncio lo hacía el director de la escuela media. Todo aque­llo se debía a que un asesor llamado Jason Kuttner pensó en su día que sería útil introducir el mindfulness en el plan de estudios. Aho­ra forma parte del plan de estudios de la secundaria, y también se ha ofrecido a muchos alumnos de bachillerato. He aquí un ejemplo de cómo puede cambiar las cosas en todo un centro la intención de una sola persona, tal como hizo Cherry Hamrick en el suyo y como están haciendo tantos otros docentes. En este libro se cuentan los casos de muchos de ellos.
En diciembre de 2013, Chris Ruane, miembro del Parlamento del Reino Unido, y que ha ejercido de profesor durante muchos años en Gales, pronunció en la Cámara de los Comunes un discur­so enérgico y apasionante, dirigido expresamente al ministro de Educación, que estaba presente en la cámara. En su discurso, al que puso el título de El mindfulness en la educación, pretendía exponer la importancia de la labor de llevar el mindfulness a la escuela pri­maria y secundaria en el Reino Unido, y por qué debía brindarse a todos los profesores la oportunidad de recibir una formación de calidad en mindfulness II. Destacó como modelos varios progra­mas, entre ellos el llamado «.b», que es un plan de estudios desarro­llado por el proyecto Mindfulness in Schools, obra de dos profeso­res de secundaria, Chris Cullen y Richard Burnett. Estos profesores han creado recursos muy populares y con mucha imaginación para enseñar mindfulness en los centros de enseñanza elemental y se­cundaria del Reino Unido. Su grupo lleva un programa de investi­gación asociado al Centro de Mindfulness de la Universidad de Oxford. Este es uno de los programas de mindfulness interesantes que describe Daniel Rechtschaffen en el libro. Existen otros mu­chos, nacionales y extranjeros.
Si eres maestro, o pedagogo, o director de centros educativos y creador de planes de estudios, el libro que tienes en las manos pue­de transformar tu vida, las vidas de tus alumnos y la vida de tu centro escolar mismo, así como la educación en general en todo tu país. Me complace su oportuna publicación. Ojalá sirva de recurso útil y valioso para todos los docentes que quieren optimizar tanto el aprendizaje interior como el exterior, y alimentar el potencial singular y la belleza de cada uno de sus alumnos.

JON KABAT-ZINN

Berkeley, California 31 de enero de 2014
 

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