La naturaleza de la realidad
Referencia: 9788499885773
El nuevo mapa del cosmos y la conciencia. Una fascinante integración entre ciencia y espiritualidad.
prólogo de Deepak Chopra
introducción de Stanislav Grof
La naturaleza de la realidad constituye la síntesis intelectual de Ervin Laszlo, resultado de medio siglo de apasionantes estudios sobre el significado y propósito de la existencia.
Laszlo nos ofrece nada más y nada menos que un nuevo paradigma de la realidad; una visión que concibe el cosmos de forma unitaria, sin fisuras, fundamentado en una conciencia única y coherente, manifiesta en todos nosotros.
Uniendo ciencia, filosofía y metafísica, el autor toma las dicotomías clásicas cuerpo/mente, espíritu/materia o ser/no-ser, para mostrar que todos somos parte de un ciclo infinito de existencia que se despliega en el espacio-tiempo y más allá.
El texto viene acompañado de fascinantes aportaciones de una docena de pensadores (de la talla de Stanley Krippner, Tulku Thondup, Kingsley Dennis, Gary Zukav o Jean Houston), así como con un prólogo de Deepak Chopra y una introducción de Stanislav Grof.
Ervin Laszlo
Dos veces nominado para el premio Nobel, Ervin Laszlo está considerado como una de las mayores autoridades mundiales en Teoría de Sistemas y Evolución General.
Doctor en Cienicas y en Letras por la Sorbona, es presidente del Club de Budapest, fundador y director del Grupo de Investigación sobre la Evolución General, miembro del Club de Roma, rector de la Academia de Frankfurt para Gestión Evolucionaria y Estudios Avanzados y consejero del director general de la Unesco.
Entre sus medio centenar de obras destacan El cosmos creativo y La revolución de la conciencia, ambos publicados por Kairós.
SUMARIO
Prefacio 9
Prólogo de Deepak Chopra 13
Introducción de Stanislav Grof 21
PARTE I: EL NUEVO MAPA
1. El cosmos 39
- Cambio de paradigma 39
- El ocaso del paradigma clásico 39
- La naturaleza del nuevo paradigma 41
- El mapa del cosmos 43
- Principios básicos 43
- La dimensión profunda en la filosofÍa clásica y en la ciencia moderna 51
- Epílogo: ¿es la dimensión profunda un holograma? 57
2. La conciencia 63
- La teoría convencional 64
- Retos a la teoría convencional 64
- Concepciones alternativas 73
- El mapa de la conciencia 76
- Epílogo: el final del dualismo 79
3. La existencia 81
- Supervivencia 82
- Existencia después de la muerte 83
- Existencia entre dos vidas 90
- Existencia anterior al (re)nacimiento 95
- El mapa de la existencia 101
- Existencia, nacimiento y muerte: las nuevas definiciones 103
Apéndice: un caso experimentado de transcomunicación 104
EpÍlogo: renacimiento y reencarnación en las culturas tradicionales 107
PARTE II: EXPLORACIONES DEL NUEVO MAPA
4. El nuevo mapa de la física 115
- La física de la unidad 115
- Nassim Haramein
- El cosmos in-formado 143
Jude Currivan - La teoría holográfica de la realidad 149
Allan Combs y Stanley Krippner
5. El nuevo mapa en el estudio de la conciencia . . . 155
- Un nuevo mapa de la realidad basado en la conciencia 155
Stephan A. Schwartz - Las raíces profundas de la conciencia 177
Ede Frecska - El nuevo mapa de la conciencia y las neurociencias. . 181
Nitamo Federico Montecucco
6. El nuevo mapa y la naturaleza de la existencia. . . 191
- Existencia más allá del cuerpo: la visión tibetana . . 191
Tulku Thondup - Existencia más allá del cuerpo: la visión chamánica 192
Ná Àak - Existencia en el cuerpo y más allá del cuerpo: la visión mística 198
Jean Houston - La existencia y la inteligencia del cosmos: intuiciones de una comunión psicodélica 208
Christopher M. Bache
7. Horizontes más amplios 215
- El Tao, la conciencia y la existencia 215
- Doctor y Maestro Zhi-Gang Sha El nuevo mapa de la realidad: ¿Quién eres tú realmente? 218
John R. Audette - Acción consciente para la totalidad planetaria 233
Kingsley L. Dennis - El mapa de la realidad de Laszlo y la nueva conciencia humana 241
Gary Zukav - Buscar la sintonía con la Inteligencia del cosmos . . 248
Alexander Laszlo
PARTE III: EL SENTIDO
8. En busca de sentido 265
- El propósito en la naturaleza 268
- El argumento de la coherencia:
- (1) La coherencia de la física del universo . . 268
El argumento de la coherencia: - (2) La evolución de sistemas coherentes 271
- Buscar más profundamente 276
9. La visión del sentido último 281
- El propósito cósmico y la evolución de la conciencia 281
- Los escenarios visionarios 282
- Epílogo 287
- Sentido y finalidad en el mapa de la realidad de Laszlo y en las tradiciones de sabiduría 287
Shamik Desai - Agradecimientos 297
- Notas 299
Bibliografía 315
Notas biográficas de los colaboradores 323
Índice analÍtico 339
Sobre el autor 357
PREFACIO
De una forma u otra, los seres humanos, a lo largo de su historia, se han planteado la pregunta de cuál es verdaderamente la naturaleza de la realidad. Quienes reflexionaron sobre ello se dieron cuenta de que la realidad no es necesariamente tal como la vemos, y que podría haber algo más de lo que podemos ver, oír y tocar. Se han dado muchas respuestas, pero estuvieron enmarcadas en los sistemas de creencia vigentes en ese momento o enraizadas en la visión personal de un profeta u otro individuo carismático. Actualmente, podemos intentar ofrecer una respuesta basada en la ciencia; una respuesta deducida de los descubrimientos realizados en los campos pertinentes de la investigación científica.
Esta es una empresa importante, pero hay que revisarla periódicamente. Los cientÍficos no tienen un acceso privilegiado a la realidad. Hacen observaciones, elaboran teorías basadas en ellas y se forman una idea de la naturaleza de la realidad a la luz de esas ideas. Los fÍsicos hacen observaciones y crean teorías referentes a los aspectos físicos de la realidad; los científicos de la vida investigan los aspectos biológicos; los científicos sociales y humanos examinan los aspectos psicológicos, sociales y socioculturales. Las teorías que elaboran son la mejor aproximación al esquema en el que, corno decÍa Einstein, los científicos trataban de encajar los hechos observados. Esos esquemas pueden cambiar. Cuando se realizan nuevas observaciones y se llevan a cabo nuevos experimentos, se desarrollan esquemas nuevos y salen a la luz nuevas características del mundo.
PRÓLOGO
DEEPAK CHOPRA
Lo que has hecho hoy no tiene nada que ver con la naturaleza de la realidad y el sentido de la vida, y, sin embargo, tiene todo que ver con la naturaleza de la realidad y el sentido de la vida. Esa es la paradoja de los grandes misterios. No nos paramos a pensar en ellos. Cuando decido entre una ensalada o un sándwich de atún para el almuerzo, mi elección no depende del sentido de la vida, del origen del universo ni de qué sucederá tras mi muerte. La vida es demasiado exigente y sus realidades son demasiado duras para gastar energÍa en imponderables. Pero todo lo que hiciste hoy depende de una fuerza escondida en tu interior, la fuerza de tus creencias nucleares.
Las creencias nucleares son tan fundamentales que no es necesario consultarlas. Funcionan como unas pilas inagotables que alimentan nuestros pensamientos, emociones, acciones y reacciones. Si crees profundamente que no tienes importancia en el supremo proyecto de las cosas, no hay ninguna duda de que no vas por el mismo camino que quienes piensan que todo el mundo gira a su alrededor. Pesimismo frente a optimismo, empatía frente a indiferencia, servicio frente a egoísmo, paz frente a violencia; todas estas cuestiones se resuelven, para bien o para mal, en el nivel de las creencias nucleares.
Recientemente hablé con el fundador de una organización dedicada a las experiencias cercanas a la muerte (ECM), y su actitud respecto de la aceptación por parte del público era algo contradictoria. «Nadie está interesado en las grandes cuestiones, Deepak —me decía—. Los seres humanos solo piensan en sí mismos, por eso nada cambia. Pero promételes la vida eterna, y tal vez puedas animar a la gente a ser más compasiva y cariñosa. Tiene que cambiar la concepción que cada uno tiene de sí mismo antes de que el mundo pueda cambiar.»
Con sus palabras estaba abordando el nivel de las creencias nucleares que alimentan nuestra vida diaria. Las ECM ya tienen suficiente apoyo popular, supongo, para que «entrar en la luz» pueda reemplazar al «ir al cielo» como noción aceptada de una vida después de la muerte. Probablemente, los creyentes devotos se escandalizarán al saber que, según la Catholic Encyclopedia, el cielo no es un lugar real, sino un estado de gracia en el que el alma se une con Dios. Esto saca a relucir el segundo punto importante sobre los grandes misterios de la existencia. Si les preguntas qué nos sucede después de morir o cuál es el sentido último de la vida, o cualquier otra cosa semejante, la respuesta automática es: «Nadie lo sabe».
Sin embargo, en realidad, las respuestas a los grandes misterios están alojadas en las casillas convenientes en la cabeza de casi todo el mundo. Una enorme mayoría de gente irá al cielo cuando muera o no irá a ninguna parte. No hay mucho espacio para moverse entre la creencia religiosa informal o despreocupada y el ateÍsmo igualmente informal o despreocupado, los dos compartimentos en los que se puede incluir a la mayor parte de la población.
Si mi descripción de la situación parece creíble, tenemos muchas razones para valorar de forma muy especial a un pensador profundo como Ervin Laszlo. Su nuevo mapa de la realidad, que abarca el cosmos y la conciencia, aspira a cambiar nuestras creencias fundamentales, lo que a su vez cambiará la forma en que orientamos nuestra vida diaria. La ciencia no existe en el vacÍo. Debe servir a la evolución de la conciencia. Solo la evolución de la conciencia puede generar un mundo mejor.
En este camino que le lleva a proponer un nuevo mapa de la realidad como necesidad del planeta, Laszlo se niega a ser encasillado como creyente o ateo, tomando el poco frecuentado curso del pensamiento libre y abierto. Sus hipótesis de trabajo son las siguientes:
La mente es profundamente misteriosa, pero tiene capacidad para descifrarse a sí misma.
Puesto que toda experiencia se produce en la conciencia, la clave de todo misterio lleva finalmente a la conciencia.
No debemos suponer, por arrogancia mezquina, que la conciencia es únicamente una cualidad humana.
Las cuestiones imponderables se pueden examinar una vez
que ampliamos nuestra forma de concebir la realidad.
Cualquier descubrimiento hecho «aquí adentro» por medio del pensamiento y la intuición puede verificarse «ahí afuera», en el mundo material. La ciencia es receptiva a la sabiduría y puede ampliarse para abarcarla.
De todos estos supuestos, el último es el más problemático. Hay materialistas entregados, obstinadamente convencidos, que echan por tierra cualquier intento de resolver las preguntas imponderables por medio de la ciencia. Cualquiera que haya trabajado seriamente en el campo de la conciencia —sin necesidad de hablar de la conciencia cósmica— sabe lo que significa que te digan que tus esfuerzos no son «ciencia verdadera». Laszlo ha persistido en su actitud durante el tiempo suficiente para disfrutar el momento presente, en el que los estudios de la conciencia no solo son aceptados, sino que forman una de las fronteras más apasionantes de la ciencia.
Lo que nos llevó a este giro fue la realidad misma. En última instancia, nos vemos obligados a ir allí donde la realidad nos lleve. Como sabemos que dijo Einstein: «Hay dos maneras de vivir: como si nada fuera un milagro o como si todo fuera un milagro». Esto viene a repetir la idea dé que las creencias mantenidas profundamente guían de manera encubierta todo lo que hacemos. Pero dando a entender que, para él, todo es un milagro, Einstein, sin darse cuenta, aparta a la ciencia del anzuelo. La ciencia no investiga los milagros, sin embargo, en la medida en que todo se incluye en esa categoría, no importa en qué trabajes. El descubrimiento de un nuevo plástico industrial está en el mismo terreno de juego que el descubrimiento de la fuente de la conciencia en el universo.
Pero esto sería eludir el problema —como bien sabÍa Einstein, una persona que respetaba la perspectiva espiritual—y finalmente la realidad forzó la situación. Una vez que se estableció el campo del cuanto, se hizo imperativo saber dónde se originaba ese campo, qué significaba descubrir el origen del espacio y el tiempo, y esto, a su vez, condujo la investigación más allá del espacio-tiempo. Del mismo modo, puesto que el cerebro está compuesto de átomos que pueden ser reducidos a partículas subatómicas, y estas a su vez desaparecen en el infinito, el campo cuántico invisible, hay que preguntarse cómo surgió la conciencia de la misma «nada» —el estado fundamental del cosmos— y cómo surgió también el propio universo.
Laszlo ha reunido estas cuestiones en un mapa donde «todos los caminos conducen a Roma», mapa que me parece absolutamente apropiado y necesario. La situación actual de la ciencia ha reducido las posibilidades a dos: o la materia apareció primero y originó la mente, lo que haría que las explicaciones materialistas fueran válidas y suficientes, o la mente apareció primero, produciendo la panoplia de la existencia exterior, en cuyo caso todo se puede rastrear hasta la conciencia. El momento de establecer una tajante división entre estas dos opciones ha pasado. También ha quedado atrás el supuesto de que la conciencia se puede dejar de lado como algo irrelevante para el interés concreto de la ciencia, que es medida, experimentación, reunión de datos y verificación de hechos.
Vivimos en una nebulosa zona de transición que este libro intenta trascender, y lo hace con un éxito considerable. La época del realismo ingenuo (la creencia de que el mundo de los cinco sentidos puede ser simplemente aceptado como lo dado) está llegando a pasos apresurados a un callejón sin salida. El carro de las manzanas se volcó hace un siglo, cuando un pionero del cuanto como Erwin Schrödinger pudo afirmar lo siguiente:
Dividir o multiplicar la conciencia carece de sentido.'
Me aventuro a calificar la mente de indestructible, puesto que tiene una cronología peculiar, a saber, la mente está siempre en el ahora. Realmente, no hay un antes y un después para la mente.2
Es obvio que solo hay una alternativa, a saber, la unificación de las mentes o conciencias [...]. En verdad, hay solo una única mente?
Como se puede ver, la reflexión sobre las cuestiones imponderables y sobre las formas de ampliar la ciencia para abarcarlas tiene una historia fecunda. Durante mucho tiempo, la dirección de la fÍsica se apartó de la línea de investigación de Schrödinger. Ahora estamos cerrando el cÍrculo y volvemos a una afirmación básica realizada por otro pionero del cuanto, Max Planck: «No podemos ir más allá de la conciencia».4
Al levantar un mapa tanto de las experiencias de la vida como de la vida después de la muerte, este libro puede ser —y será— acusado de ligar ciencia y misticismo. Detrás de esa acusación está la necesidad de proteger unas ideas de cortas miras. Una de ellas atañe al cerebro, que nos proporciona el área de relación con la realidad (sobre esto no existe ningún desacuerdo). Para un fisicalista fiel, que se niega a aceptar cualquier explicación fuera del materialismo, el cerebro debe ser el creador de la mente, y el mundo que percibimos debe ser registrado fielmente por el cerebro. Pero no hay ninguna duda de que el cerebro humano es falible. Sus mecanismos son fácilmente engañados; por ejemplo, por ilusiones ópticas. Sus senderos neurales fijos distorsionan constantemente incluso las percepciones básicas, como cuando una persona que sufre anorexia mira su cuerpo debilitado y famélico, pero se ve «demasiado gorda».
Dejando a un lado su falibilidad, el cerebro humano procesa solo una fracción de los miles de millones de bits de datos sensoriales que lo bombardean cada día. Mediante un proceso de filtrado y reducción, crea un mapa del mundo que es aceptable para la navegación cotidiana, nada más. Se ha dicho muy justamente que el «mundo real» es la imagen reflejada del funcionamiento del cerebro. Es una abstracción elaborada a partir de la manipulación mecánica en el nivel neuronal.
Por simplificar, nuestro mapa de la realidad es como un corral cercado que incluye solo lo que es aceptable y permisible, y deja fuera todo lo que no lo es. «Aceptable» y «permisible» son términos subjetivos; todos conocemos a personas que son ciegos a aspectos de su vida que son flagrantemente obvios para los demás. Pero son también términos sociales y culturales. El cerebro puede dejar fuera lo que la sociedad se niega a ver. A veces, esta negación penetra profundamente en el inconsciente. La denigración histórica de las mujeres y los afroamericanos, por ejemplo, fue creada por una mezcla compleja de creencias, actitudes, percepciones, opiniones recibidas y ceguera deliberada. Todos estos ingredientes cambiaron el cerebro de quienes participaban de ellas, víctimas incluidas.
Un mapa científico de la conciencia debe llegar más allá de las convenciones de la realidad aceptable y permisible basada en el cerebro. Los físicos piensan que hacer esto es imposible, salvo de una manera limitada. Insisten en que el cerebro debe transmitir la realidad, porque para ellos no hay ninguna otra alternativa. De este modo, se le da al cerebro una posición privilegiada. Las rocas, los árboles, las nubes, los átomos de hidrógeno y los quarks no son conscientes, pero incluso cuando se los coloca en el centro del escenario, sin ninguna cualidad que distinga su «coseidad» de la «coseidad» que los rodea, se supone que consideramos el cerebro como algo completamente único. Esto es animismo puro, creencia de que los espíritus viven dentro de los objetos materiales; creencia, pues, al borde de la religiosidad, que convierte al cerebro en un simulacro de Dios.
Abandonar el fisicalismo no debe significar volver a una época de superstición (el hombre de paja favorito del campo escéptico). Estamos simplemente ampliando los límites de la ciencia, permitiendo que entre en ella más de la realidad. Mientras no haya una comprensión de cómo la mente interactúa con la realidad, no hay ninguna explicación viable para ninguna experiencia, mucho menos para la mÍstica.
El nuevo mapa descrito en este libro explora la realidad más allá del cerebro, no solo en lo que concierne a la otra vida, sino como el único camino que conduce al origen. La mente fuera del cerebro era una creencia rutinaria en la época de la fe (cuando Dios era la mente cósmica); fue siempre una hipótesis viable en filosofía desde los antiguos griegos. Fue empujada a los márgenes por la revolución científica de la edad moderna, y hasta hace nada era una herejía científica. No interesaba. Cualesquiera que hayan sido nuestros cambios de actitud, la realidad nos ha llevado a una bifurcación en el camino. Un letrero indicador dice: «La conciencia es el origen»; el otro dice: «La materia es el origen». Mediante la investigación de los misterios más profundos, Ervin Laszlo indica qué camino elegir. Y con su descripción del nuevo mapa de la realidad, nos infunde el valor necesario para adentramos en él.
Ficha técnica
- Autor/es:
- Ervin Laszlo , Stanley Krippner , Tulku Thondup , Kingsley Dennis , Gary Zukav , Jean Houston , Deepak Chopra y Stanislav Grof ,
- Editorial
- Kairós
- Traducción
- Agustín López Tobajas y María Tabuyo
- Formato
- 13 X 20 cm
- Páginas
- 360
- Encuadernación
- Rústica con solapas (tapa blanda)