El Libro De La Nada

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El Zen nace del encuentro entre el budismo de la India y el taoísmo de China. En el vértice mismo de tal confluencia se encontraba el maestro Sosan, tercer patriarca Zen.
Su Hsin Hsin Ming, o Libro de la verdadera fe, es un texto muy breve en el cual se encuentra codificada la esencia misma de este camino de conciencia y meditación. Osho expande e ilumina aquí las palabras de Sosan, desplegando su mensaje y haciéndolo accesible a la mentalidad actual.

«Si de todos los libros jamás escritos tuviera que quedarme tan sólo con dos, uno de ellos sería el Hsin Hsin Ming de Sosan. Estas palabras son atómicas, están llenas de energía.Si estás preparado, dispuesto para ser fecundado, estas palabras vivas, inmensamente poderosas, entrarán en tu corazón transformándote totalmente».

OSHO

INTRODUCCIÓN

ANTES DE ESCUCHAR A OSHO, yo entendía el zen simplemente como una colección de acertijos incomprensibles, situaciones imposibles y unas cuantas historias divertidas. De alguna manera yo creía que debía de tener un significado oculto, pero nadie parecía capaz de resolver el rompecabezas. Pero entonces, gracias a una serie de maravillosas «casualidades» que constituyen la historia de mi vida, llegué a ver y a oír a Osho.
Osho no habla sobre el zen: él es un maestro zen, al igual que lo es de toda la variedad de religiones sobre las que habla, ejerciendo la maestría de su esencia. Hable de lo que hable, lo hace desde su propia experiencia del fenómeno, y en un lenguaje tan claro y simple que el enigma se resuelve inmediatamente y sin destruir su misterio.
En estas charlas Osho expande e ilumina los sutras del maestro zen Sosan; los ilumina a la luz de nuestras experiencias en este mundo, para que así puedan tener significado para nosotros. Siendo un maestro del silencio y un maestro de las palabras, Osho sirve de puente entre el vacío de la no-mente de Sosan y el mono parlanchín que llevamos dentro.
Estos sutras, llamados en chino «El libro de la verdadera fe», son las únicas palabras que Sosan pronunció, y como tales son muy poderosas. Osho dice de ellas:

Estas palabras son atómicas, están llenas de energía. Siempre que una persona que se ha realizado dice algo, la palabra se convierte en semilla y durante miles de años permanecerá como tal y buscará un corazón. Si tú estás listo, listo para ser su terreno, entonces estas palabras, estas palabras tremendamente poderosas de Sosan, están todavía vivas...


CAPITULO 4.     VUELVE A LAS RAÍCES

 LA NATURALEZA DE LA CONSCIENCIA consiste en ser solamente un espejo. El espejo no tiene elecciones propias. Refleja lo que aparece delante de él, sea bueno o malo, hermoso o feo; sea lo que sea. El espejo no tiene preferencias, no juzga y no condena. La naturaleza de la consciencia, en su origen, es exactamente igual que un espejo.

Cuando un niño acaba de nacer refleja lo que aparece ante él. No dice nada, no interpreta. En el momento en que entra la interpretación, el espejo pierde la propiedad de reflejar. Entonces ya no es puro. Entonces está lleno de opiniones, trastornado, dividido, fragmentado. Se ha vuelto esquizofrénico.

Cuando la consciencia se divide y deja de reflejar, se convierte en la mente. La mente es un espejo roto.

La mente, en su raíz, es consciencia. Si dejas de discriminar, si dejas de hacer divisiones dualistas (eligiendo esto en oposición a aquello, gustándote esto y disgustándote aquello), si te sales de esas divisiones, la mente se convierte de nuevo en un espejo, en pura consciencia.

Así que todo el afán de un buscador consiste en cómo abandonar todas las opiniones, las filosofías, las preferencias, los juicios, las elecciones. Y esto no debería convertirse de nuevo en otra elección; ese es el problema.

Intenta entender el problema básico, de otra forma puedes hacer de esto una elección. «No voy a elegir, a partir de ahora ya no voy a elegir más. Ya no estoy interesado en elegir, a partir de ahora permaneceré en un estado de consciencia sin elección.» Y de nuevo vuelves a estar en la misma situación; has vuelto a elegir. Ahora estás en contra de elegir y a favor de no elegir. No lo has comprendido. No se puede estar a favor de no elegir, porque al estar a favor, de nuevo se ha convertido en una elección.

Entonces ¿qué hacer? Sólo se necesita entender, no hay que hacer nada. Lo más elevado se alcanza a través del entendimiento, no a través del esfuerzo.

Ningún esfuerzo te conducirá hasta ello, porque el esfuerzo siempre es parte de la mente dualista. Entonces rechazarás el mundo y elegirás a Dios; entonces rechazarás las ataduras y elegirás la libertad; entonces perseguirás el moksha, la liberación suprema. Pero de nuevo habrá entrado la mente, y la mente siempre está entrando. No puedes hacer nada; simplemente estar atento a toda la situación. Si estás atento, la mente se evapora en una repentina iluminación. De repente eres uno con esa consciencia que es como un espejo; has descendido a tu base, a tus raíces. Y cuando has descendido profundamente a las raíces, toda la existencia desciende a las raíces.

La existencia se muestra ante ti de la forma que tú seas. Esta es una de las leyes fundamentales. Todo lo que ves depende de cómo lo veas. Si eres una mente, si estás dividido, entonces toda la vida estará dividida. La existencia le hace eco a tu ser. Si tienes una mente dividida, entonces todo el mundo aparecerá dividido, entonces el día estará en contra de la noche. Y no es así, porque el día se convierte en la noche, y la noche en día; ambos forman un círculo completo. No están en contra, son complementarios. El día no puede existir sin la noche, y la noche no puede existir sin el día. Así que no pueden ser opuestos; en el fondo son uno.

La vida y la muerte aparecen como opuestos porque tú estás dividido. De otra forma la vida se vuelve muerte y la muerte se vuelve vida. El mismo día que naces has empezado a morir. Y en el momento en que mueres aparece una nueva vida. Es un círculo; el círculo chino del yin y el yang.

Hay que recordar este círculo una y otra vez. Es uno de los símbolos más básicos que jamás se hayan descubierto. Ningún otro símbolo se puede comparar con él; la cruz, la esvástica, el Om; no, no tienen punto de comparación con el símbolo chino del yin y el yang, porque el yin y el yang incluyen todos los opuestos de la existencia: la oscura noche y el luminoso día, la vida y la muerte, el amor y el odio.

Todos los opuestos están unidos en la existencia. Tú estas dividido en el interior, ellos están divididos en el exterior. Cuando vuelves a tu origen y te haces uno, de repente toda la existencia se alinea y se hace una. Cuando eres uno, aparece Brahma, aparece lo supremo, porque al uno sólo se le puede aparecer el uno; al dos el dos, a lo múltiple lo múltiple. Y tú eres muchos, eres una multitud; ni tan siquiera eres dos. Llevas muchos seres en tu interior.

Gurdjief solía decir que tú eres una casa en la que nadie conoce al dueño. En la casa vive mucha gente, hay muchos invitados; pero como nadie sabe quién es el dueño, todo el mundo piensa que es el dueño. Y quien sea que en cada momento tome el poder hace el papel de dueño.

Cuando la ira asume el poder, la ira se convierte en el anfitrión. Cuando el amor se vuelve poderoso, el amor es el anfitrión. Cuando los celos toman el poder, los celos se adueñan de la casa. Pero hay una lucha constante, porque hay muchos invitados y todos quieren ser el anfitrión, el dueño de la casa. Y el dueño, o se ha ido de viaje y no ha regresado, o está durmiendo.

Tu ser está profundamente dormido. De ahí la insistencia de todos los Cristos, los Krishnas y los Budas: «¡Despierta». Jesús usa constantemente la palabra «despierta»: «Despierta, observa, estate atento». Buda repite constantemente: «Hazte más consciente».

Ambas cosas significan lo mismo: que si te vuelves consciente, el dueño aparece. Y en el momento (y esto es lo bonito) en que el dueño aparece, los invitados desaparecen. En el momento en que llega el amo, los sirvientes se ponen en fila y reconocen su servidumbre. No pretenden ser lo que no son. Así que la verdadera cuestión no es luchar contra la ira, los celos o el odio. La verdadera cuestión es traer al dueño, despertarle. Una vez que está consciente, cada cosa se pone en su lugar. Pero esta consciencia sólo es posible si regresas al origen.

La mente está destinada a permanecer dividida, no puede volverse una; la propia naturaleza de la mente es así. Intenta entender la naturaleza de la mente, y entonces estos sutras de Sosan se volverán claros, transparentes.

LA NATURALEZA DE LA MENTE es mirar a las cosas de tal manera que siempre van con su opuesto. Sin el opuesto la mente no entiende. Si digo: «¿Qué es la luz?», ¿cómo lo entenderá la mente? Inmediatamente traerá la oscuridad.

Si vas al diccionario (el diccionario es un círculo vicioso) y buscas la palabra luz, te dirá: lo contrario a la oscuridad. Para definir la luz, hay que introducir la oscuridad. ¡Qué tontería! Y cuando vas a buscar la definición de la oscuridad, te sorprenderás; entonces hay que traer la luz. ¿Qué es la oscuridad?; y entonces dice: aquello que no es luz.

Ninguna de ellas ha quedado definida, porque ambas son indefinibles. ¿Y partiendo de algo indefinible cómo vas a definir eso otro que aún está sin definir? Todo este juego del diccionario consiste en no mirar al conjunto.

Si le preguntas a los lingüistas: «¿Qué es la mente?», dirán: «Aquello que no es materia». Y si preguntas: «¿Qué es la materia?», dirán: «Aquello que no es mente». Nada queda definido.

¿Cómo puede un término sin definir definir algo? Si te pregunto dónde vives, y me contestas: «Soy vecino de A». Y si te pregunto dónde vive este A, y me contestas: «Es mi vecino». ¿Cómo voy a saber dónde vives? Porque ni se define A ni se te define a ti; A vive cerca de B y B cerca de A. Pero así es como van las cosas.

La mente no puede entender nada a no ser que traiga al opuesto, porque la mente sólo es capaz de ver a través del contraste. La vida no se puede entender si no hay muerte, es imposible sentir la felicidad si no existe la infelicidad. ¿Cómo vas a saber lo que es la salud si nunca has conocido la enfermedad? Puede que estés sano pero no te darás cuenta. Se puede tener salud sin haber conocido la enfermedad, pero la mente no puede detectarla, la mente no puede conocerla. Para conocerla tienes que enfermarte.

Para la mente, para ser santo antes tienes que haber sido pecador, para tener salud antes tienes que haber estado enfermo, y para amar antes tienes que odiar. Si amas y en tu amor no hay odio, no te será posible darte cuenta. Tu mente no podrá detectarlo de ninguna manera. Y además nadie podrá saberlo. Este es el problema con un buda o un «Jesús». Buda está lleno de amor, pero no podemos detectar su amor; en su amor no hay ningún fondo que le haga de contraste, ningún odio. Nunca hemos visto odio o ira en sus ojos. ¿Cómo podemos saber que ama? Su amor nos parece incomprensible.

Para la mente cualquier cosa es comprensible si trae consigo su opuesto. Pero en el momento en que traes el opuesto falsificas la existencia, porque en la existencia no existe tal cosa como «el opuesto».

La mente se mueve a través de los opuestos, y la existencia es unitaria. La existencia es advaita, la existencia es no-dual; no tiene ningún problema. ¿Dónde está la línea divisoria?, ¿dónde acaba el día, cuando deja de ser y comienza la noche? ¿Hay algún espacio entre ambos? Sólo si así fuera sería posible trazar una línea divisoria. ¡Pero no es así! El día simplemente se funde en la noche, y de nuevo la noche se funde en el día. La vida es una, la existencia es una; la mente es dualista. Así que si continúas eligiendo, nunca llegarás al origen. Entonces te aferrarás a la vida y tendrás miedo a la muerte. Te aferrarás al amor y tendrás miedo al odio. Te aferrarás a lo bueno y tendrás miedo a lo malo. Te aferrarás a Dios y tendrás miedo al Diablo.

La vida es una. Dios y el Diablo son uno. No hay una línea divisoria en la que Dios acabe y comience el Diablo; no puede haberla. En la vida, Ram y Ravan son uno, pero para la mente son enemigos, luchan entre sí. Para la mente todo es un conflicto, una guerra.

Si eliges, entonces eres parte del juego. Y todo el arte de la religión consiste en cómo no elegir, cómo entrar en ese estado en el que no hay elección.

Pero recuerda, ¡tampoco elijas no elegir! O, si no, al escucharme a mí, a Sosan o a Krishnamurti caerás bajo el encanto de las palabras «no elegir». Tu mente dirá: «Eso está muy bien. Así es posible el éxtasis, si dejo de elegir vendrá mucha felicidad. Entonces se me abrirán las puertas de los misterios de la vida». La mente siente codicia. La mente dice: «Esta bien, así que elegiré ese estado de no-elección». Y así, la puerta se cierra, sólo cambia la etiqueta, pero vuelves a caer en la misma trampa.

Ahora trata de entender estos sutras. Son unos de los mejores sutras que jamás se hayan escrito en toda la historia.


Volver a las raíces es encontrar el significado,

pero perseguir apariencias es alejarse del origen.

 

Volver a las raíces es encontrar el significado...


¿CUÁL ES EL PROPÓSITO de todo este juego de la existencia? ¿Cuál es el significado de todos esos árboles creciendo, de los seres humanos, de los animales? ¿Cuál es el significado de esta tierra y este cielo? ¿Cuál es el significado de todo esto? ¿Dónde está el significado?

Para la mente, el significado debe de estar al final; el significado debe de estar en el lugar hacia donde se mueve esta existencia, en su destino. Para la mente el significado debe de estar en alguna parte de su destino: en el lugar adonde vamos.

Y este sutra de Sosan dice: Volver a las raíces es encontrar el significado..., no en el futuro, no en el deseo y el lugar de destino, no en algún otro lugar, sino en sus raíces. No en el final sino en el principio.

Trata de entender. Hay muchas cosas que entender. Primero, si existe algún significado debe de estar en la semilla. Quizá oculto, quizá no sea visible, pero debe de estar en la semilla, porque no puede surgir nada que no esté en la semilla. Nada puede surgir del vacío.

Incluso si existe un destino, debe de estar oculto en la semilla, como la flor está oculta en la semilla; la flor es el significado del árbol. El éxtasis radica en su florecimiento, cuando florece canta y baila. Se ha realizado, está contento, feliz, ya no le falta nada. La flor es su deleite, es la danza del árbol expresando: «¡Me he realizado». Pero esas flores ya tenían que existir en sus semillas; si no ¿cómo iban a surgir? El final tiene que estar en el principio; el omega tiene que estar oculto en el alfa. Jesús dice: «Yo soy el principio y el fin. Soy el alfa y el omega».

El principio es el fin, porque puede que el fin no esté patente en este momento, pero tiene que estar aquí. Y si está en la semilla, no necesitas esperar a que llegue el futuro para que florezca la flor. Puedes entrar en el principio ahora mismo, porque está aquí. La semilla, recuerda, no está en el pasado. La semilla siempre está aquí y ahora, en el presente, porque todo el pasado está en el presente.

Y por supuesto, también está todo el futuro, pero el futuro no ha ocurrido, mientras que el pasado ya ha ocurrido, el principio ya ha ocurrido. Penetra en el principio, ve a las raíces, al origen, y el significado te será revelado.

Y ahora llevas en tu interior la semilla; la semilla de todo significado, de toda posibilidad, de todas las puertas que pueden abrirse y de todos los misterios que pueden ocurrir. ¡Llevas la semilla en ti! Pero si esperas al futuro puede que nunca jamás ocurra, porque el futuro es infinito y esperar será perder vida, tiempo y energía.

Y si esperar se convierte en un hábito, puede que la flor florezca y tú no la veas. Al haberte acostumbrado a mirar al futuro, tus ojos se han quedado fijos. No pueden ver lo cercano, siempre estarán mirando a la lejanía.

Si durante muchas vidas has estado mirando hacia el futuro para encontrar el significado, cuando la flor florezca, no serás capaz de verla; porque el ver no depende de la flor, el ver depende de la capacidad de penetración de tus ojos. Y tus ojos no son tan penetrantes, si lo fueran verías que el principio está siempre ahí, que la semilla está siempre ahí. Podrías haberlo visto en ella.

Si miras hacia el futuro y esperas a que, en algún lugar, se revele el significado, entonces tarde o temprano sentirás que la vida no tiene significado. Eso es lo que está ocurriendo en Occidente, porque la filosofía ha estado pensando siempre que el destino estaba en algún lugar del futuro.

Parece absurdo pensar que el destino está en el principio. Parece contradictorio, porque ¿cómo es posible que el destino esté en el principio? Así que la mente dice que el destino tiene que estar en algún lugar hacia adelante, porque ella vive a través del deseo, se mueve a través del deseo. La motivación tiene que estar en algún lugar en el futuro. Y ahora, que durante dos mil años siempre se ha estado pensando en términos de futuro, la mente occidental piensa que no existe ningún significado porque el futuro nunca ha llegado.

¡El futuro nunca llega! No puede llegar debido a su propia naturaleza; nunca termina de llegar. Siempre está llegando pero nunca llega. Es como el mañana que nunca llega. Siempre que llega es hoy, siempre que llega siempre es el presente.

El futuro nunca llega, no puede llegar. Su propia naturaleza es igual que la esperanza: un sueño, una ilusión. Parece como si viniera, es como el horizonte que nunca se alcanza. Entonces, esperando y esperando sientes que nada tiene ningún sentido. Hoy día todo el pensamiento occidental siente que la vida no tiene ningún significado, que es absurda. Y si sientes que la vida no tiene ningún significado, entonces el suicidio es la única salida.

Uno de los más grandes pensadores occidentales de este siglo, Marcel, escribió que el único problema es el suicidio. Si ves que la vida no tiene ningún sentido entonces ¿qué queda? Entonces ¿para qué seguir arrastrándose? ¿Para qué vivir?

Si no tiene ningún significado y te mueves en la misma rutina...: levantarse cada día, ir al trabajo, ganar algo de dinero, dormir por la noche, soñar, y otra vez la mañana...; la rueda sigue girando y no llegas a ninguna parte. Al final está la muerte. ¿Así que para qué esperar? ¿Por qué no suicidarse? ¿Por qué no acabar con todo este sinsentido? ¿Por qué preocuparse tanto y vivir con una carga tan pesada y con tanta ansiedad y angustia por algo que no tiene sentido? Es una conclusión lógica.

Si miras hacia el futuro llegas a la conclusión de que no hay ningún significado. Pero si realmente quieres encontrar un significado, la única forma es mirando en el interior de la semilla; la semilla está aquí y ahora. Pero la mente prefiere mirar al futuro. Es más fácil. Mirar dentro de la semilla es difícil.

Esta es la única sadhana, este es el único esfuerzo arduo: mirar en el interior de la semilla. Porque si quieres indagar en la semilla, necesitarás una cualidad de visión diferente. Necesitarás un tercer ojo, porque estos ojos ordinarios sólo pueden ver la corteza. Pero no puedes ver lo invisible, lo que está oculto en su interior, lo secreto; estos ojos no pueden ver tan adentro.

Se necesitan otros ojos, con otra cualidad, que sean capaces de penetrar en la semilla y ver ahora lo que lleva consigo. Si miras hacia afuera no podrás penetrar porque tus ojos sólo verán cuerpos, los cuales no son más que las cáscaras de las semillas. Si de verdad quieres mirar en el interior de la semilla, mira hacia adentro porque entonces la cáscara ya no será un problema; tú también eres una semilla en el interior. Perteneces a esta existencia, has surgido de ella. Esta existencia ha puesto su sello en ti, esta existencia está tratando de cumplir algún destino a través de ti. Mira adentro, porque entonces la cáscara dejará de ser un problema. Y ni siquiera necesitas penetrar esa cáscara, ya estás en el interior.

Esto es la meditación: mirar en el interior de la semilla, dentro de uno mismo. Allí el significado florece inmediatamente. Siempre ha estado allí; sólo necesitaba de tu atención. Pero lo habías descartado, te había sido indiferente. Habías estado ocupado, liado con otras cosas; has estado dándote la espalda a ti mismo. Y el significado espera, y todo el propósito de la vida permanece oculto, y toda su gracia y sus bendiciones sólo esperan y esperan a que te des la vuelta.

La palabra cristiana «conversión» quiere decir volverse. No libere decir hacer que un hindú o un musulmán se vuelva cristiano; quiere decir dar un giro consciente hacia el interior.


Volver a las raíces es encontrar el significado,

pero perseguir apariencias es alejarse del origen.


AFUERA SÓLO HAY APARIENCIAS. No puedes conocer lo que hay afuera, porque a través de los sentidos sólo puedes tocar la apariencia. Yo no puedo verte. Sólo puedo ver tu cuerpo; ni siquiera el cuerpo entero, tan sólo la superficie, sólo se puede ver la superficie de la piel. Ni siquiera sé si estás ahí o no. Quizá sólo seas un autómata, un robot; ¿quién sabe?

Un robot es algo factible; más aún hoy día; ahora se puede hacer un robot. Y ni siquiera ante un robot puedes juzgar por el exterior, porque puede que hasta pestañee, incluso te responderá; cuando le saludes y le digas: «¡Hola!», te contestará: «¡Hola!», ¿cómo estás? ¿Cómo podrás saber que no es un robot? En la superficie será como cualquier otro hombre, sin ninguna diferencia.

Camina y habla inteligentemente; a veces hasta más inteligentemente que tú porque su programación será muy completa. Su información será precisa; sabrá mucho, sabrá más que tú. Dicen que hasta un pequeño ordenador puede acumular más conocimientos que quinientos científicos en quinientas vidas. Un robot puede llevar un ordenador en el interior de su mente; desde luego a pilas. Preguntas y responderá, y sus respuestas no tendrán tantos fallos como las tuyas. Y nunca se comportará como un idiota, siempre actuará inteligentemente.

¿Cómo saber quién hay adentro? No puedes penetrar. Sólo puedes moverte alrededor, acercarte. Tocar la superficie. Solamente tú puedes entrar en ti mismo. Solamente ahí puedes estar seguro de la consciencia; en ningún otro lugar. Este mundo entero puede ser sólo un sueño. ¿Quién sabe? Puede que yo esté soñando que estáis ahí sentados y que os estoy hablando. Puede que vosotros estéis soñando que estáis ahí sentados escuchándome. ¿Tenéis algún criterio con el que probar que esto no es un sueño? No hay manera.

Hasta ahora nadie ha sido capaz de probar que esto no es un sueño, porque en los sueños las cosas también parecen ser reales; aún más reales que cuando estás despierto, porque incluso a veces dudas si tu despertar es real o no. Pero en un sueño nunca hay la menor duda; en un sueño uno siempre toma las cosas como si fueran reales.

Se dice de Chuang Tzu que:

Una mañana comenzó a llorar. Sus discípulos se reunieron y le preguntaron: «Maestro, ¿qué haces? ¿Qué te ha pasado?». Chuang Tzu dijo: «Tengo un problema. Esta noche he soñado que me convertía en una mariposa».

Los discípulos dijeron: «¿Pero que hay de malo en ello para que llores y te pongas tan triste? ¡Todo el mundo sueña muchas cosas! No hay nada de malo en que en un sueño te conviertas en una mariposa».

Chuang Tzu dijo: «Ese no es el problema. El problema es que ahora estoy preocupado porque me ha surgido una duda y no sé como llegar a una conclusión. Por la noche Chuang Tzu soñó que se había convertido en una mariposa. Y ahora me ha surgido la duda: puede que la mariposa esté soñando que se ha convertido en Chuang Tzu».

¿Y quién va a decidirlo? Y ¿cómo? Si un Chuang Tzu puede convertirse en una mariposa en su sueño, entonces ¿por qué no puede estar sucediendo lo contrario: que una mariposa posada sobre una flor pueda estar soñando que se ha convertido en un buda? La cosa es sencilla. Chuang Tzu ha hecho surgir una cuestión hermosa y muy básica: ¿Cómo puedes estar seguro de que el mundo exterior no es un sueño? Ha habido muchas filosofías que han intentado probar que el mundo entero es un sueño. Nadie cree en esas filosofías, pero tampoco nadie ha sido capaz de refutarlas.

Berkeley, en Occidente, ha probado que toda la existencia es un sueño. Nadie le cree, ni él mismo se lo cree, porque toda su vida demuestra que no cree que sea un sueño. Si le insultas se enfada. Si le tiras una piedra trata de esquivarla. Y si le hieres corre al médico para que le cure la herida. Así es como el doctor lohnson trató de refutar la teoría de Berkeley:

Eran amigos, y un día mientras paseaban, Berkeley dijo:

«Ahora ya he demostrado que toda la vida es un sueño, y siento que nadie me lo puede refutar».

Y es verdad, tenía razón. Hasta ahora nadie ha sido capaz de refutarlo; ¡es imposible refutarlo! ¿Cómo refutarlo?

El doctor Johnson se agachó, cogió una piedra y se la tiró a un pie. Berkeley gritó. El doctor Johnson dijo: «Lo ves, esta piedra es real». Berkeley se río y dijo: «Eso no niega mi filosofía, porque hasta el propio grito puede ser parte de un sueño que tú has soñado. Y esta sangre que brota de mi pierna, ¿cómo vas a probar que es real y no un sueño? Porque también en sueños, si te hieren sangras. También en los sueños muchas veces gritas. También en los sueños, en las pesadillas, sudas, tiemblas y tu corazón late de prisa, y aunque te despiertes tardarás un tiempo en recomponerte. Sabes que el sueño se ha acabado, que te has despertado, y que sólo ha sido un sueño, pero todavía el corazón está alterado, el sudor te cae por la frente y el miedo aún perdura.

Puede que todo sea un sueño, no hay forma de refutarlo. Coloquialmente, como mucho, podemos decir que son apariencias. Pero en el fondo no hay forma de saberlo.

Hay sólo una realidad de la cual puedes estar absolutamente seguro, y esta es la realidad interior. Puedes ir hacia tu interior. Sólo puedes estar seguro de ti mismo, de nada más. Pero una vez que penetras en la certeza de que tú eres...

Recuerda, hasta en sueños tú eres. Puede que te hayas convertido en una mariposa, pero tú eres. Hasta para que pueda existir un sueño por lo menos tú eres necesario. Todo lo demás puede ser un sueño pero tú no, porque sin ti ni siquiera el sueño puede existir. Hasta para soñar se necesita la consciencia.

Puedes demostrar que todo es un sueño, pero no puedes demostrar que el que sueña es un sueño, porque el que sueña tiene que ser real, de otra forma los sueños no pueden existir.

Sólo una cosa es absolutamente cierta y esa es tu realidad interior. Conversión quiere decir ir de un mundo incierto, el mundo de las apariencias, al mundo de la realidad.

Y una vez que tienes esta certeza interior y se solidifica, una vez que sabes que eres, entonces desde esta certeza la visión cambia, y la cualidad cambia. Entonces miras el mundo exterior y se abre ante ti un mundo diferente; este mundo es Dios.

Cuando estás enraizado en una realidad auténtica, absolutamente cierta, entonces tu mirada tiene una cualidad diferente: entonces hay confianza. Ahora puedes mirar..., y el mundo entero cambia. Entonces ya no son apariencias, sino la realidad, lo auténticamente real.

Y ¿qué es eso auténticamente real? No son las formas externas. Las formas cambian, pero lo que se mueve a través de las formas es inmutable.

Primero fuiste niño, luego joven, y ahora te has hecho viejo; la forma ha estado cambiando constantemente. Tu cuerpo cambia a cada momento, la forma cambia; pero si te fijas, en tu interior siempre has sido el mismo.

Al principio eras una pequeña célula, un átomo en el vientre de tu madre, ni siquiera eras visible a simple vista; después fuiste un niño pequeño; luego un joven lleno de sueños y deseos; y después, frustrado y abatido, un fracaso; un viejo. Pero si miras en tu interior, todo ha seguido igual. La consciencia nunca cambia. Si miras adentro te sorprenderás: no puedes sentir qué edad tienes, porque la consciencia no tiene edad. Si cierras los ojos no puedes decir si tienes veinte, cuarenta o sesenta años, porque la edad es algo que pertenece al cuerpo, a la corteza. Tu realidad no tiene edad; nunca ha nacido y nunca morirá.

Una vez que te centras en esta eternidad, inmutable, absolutamente inmóvil, entonces tu cualidad cambia. Entonces puedes ver, entonces te conviertes en un espejo. En ese espejo se refleja la realidad. Pero antes tienes que convertirte en un espejo. De momento estás tan agitado, tan inquieto, que no puedes reflejar nada; sólo distorsionas. La mente distorsiona la realidad, y la consciencia la revela.


Volver a las raíces es encontrar el significado,

pero perseguir apariencias es alejarse del origen.


Si continúas persiguiendo apariencias te alejarás del origen, porque las apariencias pertenecen al exterior. Unas veces persigues riqueza, otras una mujer o un hombre, otras prestigio y poder..., y sigues persiguiendo apariencias. Y todo ese tiempo te alejas de ti mismo, todo ese tiempo vives en un sueño. Si te alejas del origen te lo pierdes todo. Puede que en el mundo exterior consigas muchas cosas pero al final descubrirás que no has conseguido nada. Te has perdido al que lleva consigo todo el significado.

Puede que te mueras siendo muy rico, pero en el interior morirás pobre, tan pobre como un mendigo. Al morir, puede que hayas conseguido tener mucho poder, puede que seas el Presidente o el Primer Ministro de un país, pero en el fondo sabrás que no tienes ningún poder. La muerte demostrará que tu poder era sólo una apariencia; tu poder es impotente, impotente ante la muerte. Sólo aquello que transciende la muerte es poderoso; todo lo demás es impotencia. Puede que durante algún tiempo te lo creas, pero la muerte te mostrará la verdad.

Recuerda siempre que la muerte llegará, y ella es el criterio: lo que la muerte desapruebe será desaprobado, lo que la muerte apruebe será aprobado. Lo que sea que pueda transcender la muerte, lo que sea más poderoso que la muerte, será la realidad. Lo real no puede morir, lo irreal muere una y mil veces.


En el momento de la iluminación interior

se transcienden las apariencias y el vacío.


SÓLO CUANDO LA ILUMINACIÓN INTERIOR OCURRE, cuando estás lleno de luz interior... La luz está ahí pero tú la echas fuera. Se mueve con tu deseo. El deseo es el foco, y la luz le sigue. Si te obsesionas demasiado con la riqueza, todo tu ser se enfoca en ella; entonces sólo ves dinero y nada más. Si te cruzas con una persona, no ves a la persona, sino su dinero. Si la persona es pobre, no deja ninguna huella en tu mente; pero si es rica, sí. Y si es muy rica entonces la recuerdas, la guardas en la memoria.

Si quieres conseguir poder y te encuentras con un Hitler, con un Stalin, o con un Mao, entonces te encuentras con alguien, pero su persona es algo secundario. El poder... Cuando Nixon ya no sea el Presidente no serás capaz de verle; puede que pase a tu lado pero ya no será nadie.

Ves lo que deseas. Tu deseo es tu visión, tu luz siempre se enfoca en tu deseo. Cuando esta luz se gira, se invierte, se mueve hacia adentro, es la iluminación. Entonces estás lleno de luz. Te conviertes en una casa con luz, dentro ya no estás en la oscuridad.


En el momento de la iluminación interior

se transcienden las apariencias y el vacío.


Y de repente vas más allá de las apariencias y del vacío. Entonces nada es sólo la apariencia y nada está vacío; todo está lleno de lo Divino. Todo está lleno, rebosante de divinidad; cada árbol, cada río, cada océano; rebosante de divinidad. Entonces Dios está en todas partes. Puedes llamarlo la verdad, o lo que quieras, pero lo real está en todas partes.

Cuando tú eres real, el mundo es real; cuando estás viviendo en deseos irreales creas un mundo de apariencias. Tu mundo es lo que tú eres. Y hay tantos mundos como personas, porque toda la gente vive en su propio mundo, toda la gente crea su propio mundo a su alrededor. Esa es tu proyección, tu creación.


A los cambios que parecen ocurrir en el mundo vacío

los llamamos reales solamente debido a nuestra ignorancia.


TÚ DICES QUE ALGUIEN ES VIEJO; mantienes que la vejez es algo real porque no sabes lo que es real. Por otra parte nadie es joven y nadie es viejo y nadie es niño. El interior no tiene edad, sólo cambia la forma exterior.

Si mis vestidos fueran viejos, ¿acaso dirías que yo soy viejo porque mis vestidos estén viejos? Y si mis vestidos son nuevos, recién salidos de la sastrería, ¿acaso dirías que yo soy joven porque mis vestidos sean nuevos?

El cuerpo no es más que un vestido. ¿Se puede decir que alguien sea viejo, joven o niño basándose en el cuerpo? ¿Por la forma, que está cambiando constantemente? Los que han llegado a saber dicen que la realidad es inmutable, que no cambia. Lo que va cambiando son los vestidos.

Justo antes de la muerte de Ramakrishna, cuando el médico dijo: «Ya no puede seguir viviendo», su esposa, Sharda, empezó a llorar. Y estas son las últimas palabras de Ramakrishna: «No llores, porque yo no voy a morir. Lo que el médico dice sólo tiene que ver con las ropas».

Ramakrishna, que murió de cáncer, dijo: «En lo que a mí concierne no tengo ningún cáncer. El cáncer es algo que concierne a las ropas. Así que acuérdate, cuando el médico diga que yo he muerto no le creas, créeme a mí; estaré vivo».

Y Sharda fue la única viuda en la India, en toda la historia de la India, que nunca enviudó; porque las viudas hindúes, cuando sus maridos mueren, tienen que cambiar su estilo de vida. No pueden usar ropas de color, porque el color se ha ido de sus vidas. No pueden usar ornamentos, porque ¿para quién?

Pero Sharda continuó igual que cuando Ramakrishna vivía. Y la gente pensó que se había vuelto loca, venían y le decían: «Sharda deja ya tus ornamentos, en especial las pulseras. ¡Rómpelas! Eres una viuda».

Y ella se reía y decía: «¿A quién voy a creer, a vosotros o a Ramakrishna? Porque él me dijo: "Sólo las ropas morirán, no yo". Y yo estaba casada con él no con sus ropas. Así que, ¿a quién debería escuchar, a vosotros o a Ramakrishna?».

Ella le hizo caso a Ramakrishna y siguió como una mujer casada hasta el final. Y vivió en éxtasis, porque al escucharle se transformó. Se dio cuenta de un hecho: que el cuerpo no es lo real. Ella continuó viviendo de la misma manera que había vivido hasta entonces. Parecerá una locura porque, en este mundo de locos donde se cree que las ropas son lo real, a alguien que se comporta de una forma que contradiga esto se le toma por loco.

Ella hacía la cama cada día, y por la noche iba a la habitación de Ramakrishna y decía: «Paramhansdev, venga, es la hora de acostarse»; aunque allí no había nadie. Y preparaba la comida, cantando, tan feliz como siempre. Llamaba entonces a Ramakrishna: «Ven, Paramhansdev, la comida está lista».

Ella debe de haberse dado cuenta de algo. Y esto no ocurrió sólo un día, sino que duró durante años. Este simple mensaje de Ramakrishna («sólo las ropas morirán, no yo») la transformó en una mujer santa. Ella se convirtió, por sí misma, en una persona iluminada.


A los cambios que parecen ocurrir en el mundo vacío

los llamamos reales solamente debido a nuestra ignorancia.

No busques la verdad;

tan sólo deja de mantener opiniones.

 

Este es un mantra beeja; un mensaje profundísimo:

 

No busques la verdad;

tan sólo deja de mantener opiniones.


¿CÓMO PUEDES TÚ BUSCAR LA VERDAD? ¡Tú eres irreal! ¿Cómo vas a buscar lo Divino? ¿Cómo vas a buscar la verdad? ¿Cómo vas a buscar? ¿Qué vas a hacer?

Como mucho, tu mente proyectará una ilusión. Como mucho, proyectarás una verdad. Te imaginarás una verdad, soñarás una verdad. Por eso los hindúes ven a, Krishna cuando alcanzan lo Divino y los cristianos ven a Jesús cuando llegan a la verdad.

Pero la verdad no es ni hindú ni cristiana, la verdad no es ni Krishna ni Cristo. ¡Esas son formas, ropajes! Y si lo que te llega todavía siguen siendo vestidos, eso muestra que estás lleno de opiniones (cristianas, hindúes) y las proyectas.

Sosan dice: No busques la verdad... No puedes buscarla. ¿Cómo vas a buscarla? Toda búsqueda es de la mente, todas las Búsquedas surgen de la mente. La consciencia nunca busca, nunca persigue nada; la consciencia simplemente es. Es ser, no es un deseo.

La búsqueda es un deseo. Has buscado la riqueza en el mundo, el poder y el prestigio, y has fracasado. Ahora buscas a Dios y la verdad, pero tú eres el mismo. Nada ha cambiado, sólo las palabras. Antes era «poder», ahora es «Dios»; pero eres el mismo buscador.

La verdad no se puede buscar. Por el contrario cuando toda búsqueda cesa, es cuando la verdad llama a tu puerta; cuando el buscar ya no existe, la verdad te llega. Cuando dejas todos los deseos, cuando ya no tienes ningún motivo para ir a ninguna parte, de repente descubres que estás iluminado.

De pronto encuentras que tú mismo eres el templo que buscabas. De repente llegas a darte cuenta de que tú eres Krishna, de que tú eres Jesús. No te llega ninguna visión; eres el origen de todo, eres la propia realidad.


No busques la verdad;

tan sólo deja de mantener opiniones.


No mantengas opiniones (ya sean cristianas, hindúes, mahometanas o jainitas), no las mantengas. No lleves contigo ninguna escritura, si no podrás llegar a ser un hombre con conocimientos pero nunca un hombre sabio. Podrás llenarte de conocimientos e información, pero todo será prestado y estará muerto. La opinión no es la verdad, no puede ser. La opinión es de la mente, y la verdad no viene de la mente; la verdad ocurre cuando ya no hay mente. La opinión es lo conocido y la verdad es lo desconocido. Cuando cesa lo conocido, lo desconocido llega a ti. Cuando no te envuelve lo conocido, lo desconocido está ahí. Con la mente no puedes alcanzar la verdad. Esto es lo único a lo que hay que renunciar: la mente, la opinión, el ser cristiano, el ser hindú, el Gita, la Biblia, el Corán. No puedes cargar con ningún conocimiento, porque el conocimiento pertenece a la mente, no a la consciencia.

Observa la diferencia. Te he dicho que la consciencia es como un espejo: lo que sea que se ponga ante él es reflejado, sin ningún prejuicio. El espejo no dirá: «Esta mujer es hermosa, me gustaría reflejarla. Y esta otra no me gusta; no la voy a reflejar, es fea». No, el espejo no tiene ninguna opinión. El espejo simplemente refleja; esa es su naturaleza.

Otra cosa es una placa fotográfica. También refleja, pero sólo una vez; luego, el reflejo se queda adherido. Una placa fotográfica oculta en la parte trasera de la cámara también refleja, pero sólo una vez. La mente es como una placa fotográfica: refleja, y entonces se aferra al reflejo; entonces lleva esa información muerta; entonces llevará siempre la misma información.

Un espejo refleja y de nuevo se vacía..., de nuevo está listo para recibir. Un espejo está siempre dispuesto a recibir porque nunca se queda apegado a nada. El espejo no opina. La mente tiene muchas opiniones, y debido a ese muro de opiniones nunca serás capaz de llegar a la verdad.

La verdad está ahí. No es una teoría, es una realidad; tiene que ser experimentada; no puedes pensar acerca de ella, no puedes filosofar sobre ella. Cuanto más filosofas, más te alejas. Puede que los pecadores la vislumbren alguna vez, pero los filósofos nunca.

Sosan dice:


No busques la verdad;

tan sólo deja de mantener opiniones.

No permanezcas en el estado de dualidad;

evita cuidadosamente esas búsquedas.

Si queda rastro de esto o aquello,

de lo correcto o lo incorrecto,

la esencia de la Mente se perderá en la confusión.


DIFÍCIL. Hasta puedes entender que hay que abandonar toda información. Pero tu conciencia de lo bueno y lo malo está en un nivel aún más profundo que la información ordinaria. Puedes pensar: «Está bien, ya no soy ni cristiano ni hindú», pero ¿la moralidad, el bien y el mal...? ¿Acaso crees que la moralidad no es cristiana o hindú?

La moralidad es algo humano; hasta un ateo es moral. No pertenece a ninguna religión, pero también piensa en términos de bien y mal. Y este es uno de los problemas más básicos que tiene que resolver un buscador. Un buscador auténtico tiene que abandonar todos los conceptos; bien y mal.

He oído que:

Unas personas viajaban en un barco pequeño. De repente el océano se enloqueció y parecía que el barco fuera a hundirse en cualquier momento. Todo el mundo se arrodilló y empezó a rezar.

En el barco iban un santo, conocido por todos, y un pecador, a quien también todo el mundo conocía. El pecador también se arrodilló y dijo: «¡Dios mío! ¡Sálvanos!».

El santo se acercó a él y le di

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