El poder curativo de las emociones
Referencia: 9788494408441
Neurociencia afectiva, desarrollo y práctica clínica
Al igual que las emociones, la curación también está obteniendo reconsideración científica. Estamos empezando a comprender que la curación no es sólo un resultado, sino en realidad un proceso con sus propios mecanismos característicos que necesita ser entendido en su propio derecho y que las emociones están en el centro de la curación psicológica.
En El poder curativo de las emociones, los principales investigadores y clínicos actuales exploran la transformación y el papel central que las emociones desempeñan en él. ¿Cómo regular las emociones de manera saludable? ¿Cómo fomentamos entornos propicios para el florecimiento y reciprocidad, comunicación y resonancia, de una salud óptima y acción eficiente de la resiliencia? ¿Cómo lo hacemos sin que las emociones lleguen a ser abrumadoras? ¿Cómo podemos utilizar las emociones para reparar y sanar, crecer y aprender? ¿Cómo utilizamos las emociones para reparar las roturas causadas por las emociones? Estas preguntas, centrales para todas las actividades clínicas, se exploran desde una variedad de perspectivas en este libro. El papel de las emociones en la regulación corporal, la relación diádica, la disociación, el trauma, la transformación, la comunicación conyugal, el juego, el bienestar, la salud, la creatividad y el compromiso social es explorado.
AUTORES
Diana Fosha, Ph.D.,
es la creadora de la psicoterapia dinámica experiencial acelerada (AEDP por sus siglas en inglés) y la directora del AEDP Institute en Nueva York. Es autora de The Transforming Power of Affect.
Daniel J. Siegel, M.D.,
es profesor clínico asociado de psiquiatría en la Escuela de Medicina de UCLA, dentro de la facultad del Center for Culture, Brain, and Development y ejerce el cargo de director de estudios interdisciplinares en una organización internacional sin ánimo de lucro para la Salud Mental Infantil, en Nueva York. Es también director del Centro de Desarrollo Humano. Es autor de numerosos bestsellers.
Marion F. Solomon, Ph.D.,
es profesora en la Escuela David Geffen de Medicina en UCLA y sénior del Departamento de Humanidades, Ciencias Sociales y Ciencias de la misma universidad. También es directora de formación clínica en el Lifespan Learning Institute de Los Angeles. Es autora de Narcissism and Intimacy: Love and Marriage in an Age of Confusion y coeditora de Healing Trauma.
- Encuadernación: Rústica
- Dimensiones: 15,5 x 23,5 cm
- Nº Pág.: 420
Sumario
Introducción . VII
Diana Fosha, Daniel J. Siegel y Marión Solomon
1. Sistemas emocionales cerebrales y cualidades dela vida mental: de los modelos de afectos animales a las implicaciones para la psicoterapia .. 17
Jaak Panksepp
2. Influencias recíprocas entre el cuerpo y el cerebro en la perfección y la expresión del afecto:una perspectiva polivagal 33
Stephen W. Porges
3. Funciones de la emoción en la infancia: regulación y comunicación del ritmo, la afinidad y elsignificado en el desarrollo humano . 67
Colwyn Trevarthen
4. Creación de significado en varios niveles y expansión diádica de la teoría de la conciencia: flujo de significado polisémico emocional y polimórfico 103
Ed Tronick
5. Regulación del afecto en el hemisferio derecho:un mecanismo esencial de desarrollo, trauma, disociación y psicoterapia .. 133
Alian N. Schore
6. La emoción como integración: una posible respuesta a la pregunta «¿qué es la emoción?» 171
Daniel J. Siegel
7. Emoción y reconocimiento en funcionamiento:energía, vitalidad, placer, verdad, deseo y la fenomenología emergente de la experiencia transformacional . 203
Diana Fosha
8. Emoción, conciencia plena y movimiento: expandir los límites reguladores de la ventana de tolerancia a los afectos 239
Pat Ogde
9. La emoción en la pareja: intimidad encontrada,intimidad perdida, intimidad recuperada 273
Marión Solomon
10. La emoción excesiva: comprender y transformar las relaciones amorosas en una terapia de enfoque emocional 303
Susan Johnson
11. Comunicación de las emociones y desarrollo de la autonomía y la intimidad dentro de la terapia familiar 331
Dan Hughes
Referencias 359
índice temático 407
Introducción
Diana Fosha, Daniel J Siegel y Marion Solomon
Vivimos en una época apasionante de cambios de paradigma y de fronteras emergentes. La revolución de la neurociencia que ya ha transformado nuestro campo ha revelado la primacía del afecto en la condición humana. La Serie Norton sobre Neurología Interpersonal, de la que este libro forma parte, documenta esta revolución. Este libro integrador y al mismo tiempo transdisciplinario refleja y amplía el cambio de paradigma.
Paralelamente, en el campo de la psicoterapia, el centro de la acción terapéutica ha empezado a desplazarse de los modelos que favorecen la cognición (y, por consiguiente, las intervenciones de arriba hacia abajo) hacia los modelos que reivindican la primacía del afecto arraigado en el cuerpo. Estas terapias basadas en la experiencia o «de abajo hacia arriba» consideran que la percepción es el resultado, más que el agente, del cambio terapéutico; mantienen que cuanto más profunda es la parte inferior (en la evolución, en el cuerpo, en el cerebro), más alta es la parte superior y, no por casualidad, más efectivo y eficaz es el tratamiento. Los tratamientos centrados en la emoción y las manifestaciones somáticas de los procesos psicológicos, antaño marginados, están siendo considerados de nuevo. Además, las crecientes evidencias que prueban la plasticidad del cerebro a lo largo de la vida están empezando a influir no sólo en nuestras técnicas y en nuestra efectividad, sino que también están empezando a dar vida a nuestras esperanzas y ambiciones terapéuticas.
Del mismo modo que los acontecimientos emocionalmente traumáticos pueden desgarrar el tejido de la psique individual y las familias, las emociones también pueden actuar como potentes catalizadores para la sanación. Como la emoción, la sanación también está adquiriendo más respetabilidad científica. Estamos empezando a comprender que la sanación es un proceso con sus propios fenómenos y mecanismos característicos, que debe dilucidarse por derecho propio, y que las emociones están en su núcleo.
¿Cómo regulamos la emoción de manera saludable? ¿Cómo promovemos un entorno conducente a su prosperidad y reciprocidad, la comunicación y la resonancia, la salud óptima y la efectividad en la acción, la resiliencia y las relaciones afectivas? ¿Cómo hacerlo sin terminar inundados y abrumados? ¿Cómo podemos usar la emoción para reparar y sanar, para crecer y aprender? ¿Cómo usamos la emoción para reparar las rupturas causadas por la emoción? Estas cuestiones, centrales en nuestro trabajo clínico, se exploran desde diferentes perspectivas en los capítulos siguientes.
Este libro proporciona los fundamentos conceptuales para una terapéutica clínica basada en la experiencia, reforzados con la neurociencia y la investigación sobre el desarrollo. Aunque los diferentes colaboradores (neurocientíficos, científicos del desarrollo y clínicos) operan en campos distintos, todos comparten ciertas hipótesis sobre la primacía de la emoción, la importancia de una relación comprometida y empática para la regulación y el procesamiento de la emoción, y el valor de los modelos experimentales de tratamiento que priorizan la experiencia arraigada en el cuerpo. Y aunque cada autor se centre en una parte del conjunto, todos seguimos hablando del mismo elefante. Teniendo en cuenta la abrumadora variedad de puntos de vista sobre la emoción, la resonante sincronía de las partes y la coherencia del todo es estimulante. Escuche lo que dice el físico Richard Feynman:
Empezamos con las emociones como herramientas ancestrales para la vida (capítulo 1), y luego examinamos cómo, mediante la comunicación bidireccional entre el cerebro y el cuerpo, las emociones son reguladas mediante el sistema nervioso autónomo. En el capítulo 1, Jaak Panksepp describe los principales elementos del sistema, los siete detonantes emocionales, como él los llama, los sistemas motivacionales conductuales principales que están en el centro de lo que nos anima: búsqueda, miedo, ira, deseo, cariño, pánico (estrés por separación) y juego. Son las partes constituyentes, no aprendidas, no secundarias, «pre-sintácticas», que no dependen en absoluto de la experiencia, de la cognición, de nuestra experiencia fundamental ni de nuestra adaptación. En la vitalidad de las emociones, Panksepp encuentra un correctivo para los males sociales y considera el juego vigoroso como algo esencial para el bienestar de nuestros hijos. Antes de terminar de conectar «hacia arriba y hacia abajo, en ambos sentidos» ofrece algunas reflexiones sobre la identidad, el yo interior y algunas definiciones neuropsiquiátricas del alma.
Desde las regiones subcorticales del sistema nervioso central (SNC), donde se originan esos sistemas bioconductuales que compartimos con nuestros compañeros mamíferos, pasamos al sistema nervioso autónomo (SNA) y al cuerpo: evolutivamente hablando, damos un paso hacia abajo (hacia los reptiles) y un paso hacia arriba (hacia lo específicamente humano) con la teoría polivagal de la emoción de Steven Porges (capítulo 2). Vamos hacia abajo (hacia el tronco encefálico, los órganos viscerales) para entrar en contacto con el legado de nuestros ancestros reptilianos en la activación del complejo vagai dorsal bajo condiciones de amenaza vital; y damos un paso hacia arriba hacia los aspectos evolutivamente más nuevos del sistema nervioso parasimpático, el complejo vagai ventral, y la activación del sistema de interacción social bajo condiciones de seguridad. El trabajo de Porges deja claro que el modo en que interactuamos con los demás, incluso la respuesta emocional (por ejemplo, agresividad o juego) evocada en nosotros no puede considerarse independientemente de la neurocepción diferencial, es decir, de la percepción de la situación por parte del sistema nervioso. Esta valoración programada de seguridad o amenaza determina qué aspecto del SNA (el antiguo parasimpático, el simpático o el nuevo parasimpático) se conecta para mediar en la experiencia emocional.
A continuación, vemos cómo entran en juego estos elementos en desarrollo y cómo operan a lo largo de la vida. Mientras que Panksepp y Porges se centran en los sistemas emocionales detonantes y en su regulación en
el cerebro y el cuerpo, los científicos del desarrollo Colwyn Trevarthen y Ed Tronick nos muestran la riqueza y la complejidad neurobiológica de los bebés y sus relaciones con sus cuidadores y compañeros. La primacía de la revolución de los afectos y la orientación de abajo hacia arriba de las terapias basadas en la experiencia encuentran su evidencia en el desarrollo, ya que van de la mano con la revolución que rescató a los niños de las hipótesis de pasividad e inexpresividad. La investigación sobre el desarrollo nos muestra a los niños como seres fundamentalmente activos dotados de una inteligencia suprema, con talento y gusto por las interacciones significativas, a partir de las cuales su cerebro y su cuerpo están programados para ponerse en marcha desde literalmente su primer día de vida.
En el capítulo 3, Trevarthen describe cómo operan las emociones en todas las esferas de la actividad humana y cumplen varias funciones. Las muestra como fuerzas para la intersubjetividad saludable que está en el centro de la sanación de no sólo nosotros mismos como individuos, sino también de nuestras relaciones e incluso de nuestra cultura. Bajando hasta la historia de la neurofisiología y la evolución y subiendo hasta la comunidad y la cultura, para Trevarthen la emoción permite a las personas participar en la música y la danza de la interrelación hacia el establecimiento de un compañerismo solidario y la transmisión del valor de la comunidad de los seres humanos a lo largo de la vida, el alcance superior del empeño humano. Tronick (capítulo 4) considera fundamental la creación de significado, y a nosotros nos considera criaturas que buscamos ese significado desde nuestro nacimiento y a lo largo de nuestra vida. Define el significado como la coherencia y la organización a cualquier nivel de «la interconexión estructural de la cosa» (neurofisiológica, cognitiva, relacional o emocional) por parte del individuo, de la diada o presumiblemente del grupo. Conecta hacia arriba y hacia abajo a través de la psicofisiología relacional de la comunicación emocional en las diadas, ya sea entre el niño y el cuidador o entre el paciente y el terapeuta. Los estados coordinados diádicamente y complementarios del SNA producen los estados expandidos de conciencia que alcanzamos como resultado de estas interacciones coordinadas realizadas mediante la comunicación emocional; cuando van bien, se amplifica la resonancia y cada miembro de la diada se transforma.
De vuelta al SNC, empezamos primero lateralmente para explorar las aportaciones de los hemisferios derecho e izquierdo en la regulación de las emociones. Alian Schore (capítulo 5) se centra en el papel crucial del hemisferio derecho, especialmente de la corteza orbitofrontal derecha, en la regulación de la emoción generada subcorticalmente y en la activación
de su SNA. Teniendo en cuenta la primacía del hemisferio derecho en la regulación de la emoción y del apego, Schore trata la importancia de regular la activación simpática de las «emociones vehementes», término de Pierre Janet (1889) que captura el carácter intensamente urgente de las emociones desreguladas. Cuando no está soportada por una matriz de apego (a causa de un trauma o un abandono), la activación simpática que caracteriza estas emociones supera las capacidades regulatorias del individuo y desencadena la desconexión mediada de forma parasimpática de la disociación como un mecanismo de supervivencia. Schore describe que captar las dinámicas del apego en la situación terapéutica para regular la emoción puede poco a poco convertir la disociación en gradual y maximizar la efectividad de las capacidades regulatorias de la emoción del individuo.
Seguimos nuestro recorrido neurobiológico centrándonos en las estructuras integradoras, tanto subcorticales como corticales, donde los mecanismos que el desarrollo óptimo y el cambio terapéutico intentan activar se encuentran en primer plano.
La integración está en el centro de cómo Daniel Siegel interpreta la emoción. En el capítulo 6, considera el potente papel de la corteza prefrontal en la integración transformadora que considera que es la emoción. El discurso de Siegel destaca cómo las relaciones humanas forman y nutren los circuitos autorreguladores que permiten que la emoción enriquezca, en lugar de esclavizar, nuestra vida. Su discurso nos lleva al campo de la conciencia plena, una herramienta probada en los tratamientos experienciales para la regulación de la emoción. Siegel nos da una descripción detallada de las cualidades de la coherencia (conectada, abierta, armónica, comprometida, receptiva, emergente, noética, compasiva y empática), de la complejidad y la fluidez de la salud y del bienestar óptimos (los mismos procesos y cualidades que las terapias experienciales pretenden activar y hacer emerger).
De camino desde el cuerpo y el tronco encefálico hasta el sistema Embico y hasta la corteza prefrontal también encontramos otros fenómenos y procesos importantes para entender de forma completa la emoción. Entre éstos, se incluyen los fenómenos de la resonancia y las neuronas espejo (capítulos 3, 4, 6), fenómenos que reflejan las contribuciones de la ínsula, del cingulado anterior y de las cortezas temporales y parietales en las integraciones vitales entre el cuerpo, la emoción y el entorno (capítulos 1, 2, 5, 6). Exploramos algunas ideas neurobiológicas preliminares sobre la base
integrada y afectiva del yo interior, que según la hipótesis de Panksepp están «concentradas en las regiones centrales del cerebro medio como la sustancia gris periacueductal y se ramifican mediante el núcleo del tronco encefálico superior hasta las regiones mediales del cingulado/frontal», y posiblemente implicadas en los procesos de reconocimiento a través de los cuales las transformaciones emocionales se asimilan en el yo (ver a continuación Fosha y capítulo 7).
En este punto, nuestra conversación nos lleva hasta el laboratorio clínico, donde se aplican las ideas anteriores sobre las emociones, el cerebro y el cuerpo en desarrollo y en las relaciones al servicio de la sanación. En los capítulos clínicos siguientes se presentan casos detalladamente. La psicoterapia dinámica experiencial acelerada (AEDP, por sus siglas en inglés) de Fosha, la psicoterapia sensorimotora de Ogden, el trabajo con parejas basado en el apego y la neurobiología de Solomon, y la terapia familiar centrada en el apego de Daniel Hughes son terapias que implican el seguimiento continuo de la experiencia emocional con base somática y percibida subjetivamente en el contexto de la relación intersubjetiva y basada en el apego, y todas reflejan la integración en acción de los fenómenos y los procesos dilucidados por los neurocientíficos y los científicos del desarrollo.
El trabajo de Diana Fosha se centra en la transformación basada en la emoción y en la energía y la vitalidad que el procesamiento experiencial vehemente de las emociones proporciona al individuo (capítulo 7). Observando que el proceso de la sanación basada en la emoción está marcado, momento a momento, por unos marcadores somático/afectivos invariablemente positivos, y que la transformación no es sólo un resultado deseado, sino también una experiencia y un proceso, describe las fases del proceso transformacional: desde la desregulación (su hacia abajó) hasta el procesamiento primero de las emociones y luego de la experiencia transformacional, hasta la tranquilidad del estado interior (su hacia arriba). Elucida una nueva fenomenología de la experiencia transformadora, constituida por vitalidad-afectos, experiencias afectivas receptivas, afectos de sanación y estado interior.
Pat Ogden, que también trabaja con adultos, nos muestra brillantemente que el cuerpo es un potente recurso para la regulación de la emoción. En esta regulación, es básica la capacidad de transformar las estrategias de regulación de la activación del SNA comprometidas trabajando dentro y en los márgenes de la ventana de tolerancia a los afectos. Considera la
acción intrínseca en la emoción y en la sensación y explora la importancia de la acción y del movimiento para la motivación y la vitalidad, un tema también explorado por Trevarthen. Nos muestra sistemáticamente cómo trabajar con las tendencias relacionadas con el trauma y con el apego, distinguiendo las emociones y las sensaciones y definiendo la superposición en los procesos de abajo hacia arriba. El trabajo de Ogden ilustra los usos clínicos de la teoría polivagal de la emoción de Porges y muestra que la capacidad de juego entusiasta y flexible concretamente y del afecto-tolerancia expandido más generalmente son una culminación del éxito terapéutico.
En el capítulo 9, Marión Solomon reflexiona sobre la neurobiología del apego en las parejas y nos muestra la psicofisiología relacional en acción forjando un vínculo fisiológico, ya sea entre los miembros de la pareja que acude a terapia o entre el terapeuta y la pareja. Solomon analiza minuciosamente tanto el nivel de activación de cada miembro de la pareja como sus propias experiencias somáticas, fomentando al mismo tiempo una actitud consciente hacia las emociones. Además, demuestra que los recientes hallazgos sobre la neuroplasticidad pueden contribuir no sólo a la regulación de los sistemas nerviosos de las personas traumatizadas, sino también a la sanación de las relaciones. Regular y volver a regular la emoción puede cambiar el cerebro y, por extensión, nuestros antiguos patrones tóxicos de comportamiento, y cuando se obtienen unas condiciones seguras, puede transformar a los «enemigos íntimos» en «parejas íntimas» de nuevo.
En el capítulo 10, Susan Johnson describe el enorme poder transforma- cional de las emociones, que se puede aprovechar para reparar los daños en el apego. En el trabajo de Johnson, la emoción del amor, que ya no es territorio exclusivo de poetas y místicos, aterriza de lleno en la ciencia del apego y la emoción. Al igual que a Fosha, a Johnson le interesa la fenomenología de las emociones asociadas con las diferentes fases de transformación. Al trabajar con parejas, esto implica pasar de las emociones secundarias rígidas que las parejas usan para llevar a cabo su guerra (y protegerse a sí mismas) a las emociones primarias horrorosas asociadas con la pérdida o el abandono, a las «moderaciones» mediadas por la oxitocina y la aparición de la ternura y la compasión. Estas emociones de apego «suaves» primarias no sólo curan las heridas del apego, sino que también unen más a la pareja y hacen que la vida valga la pena.
La terapia familiar basada en el apego de Daniel Hughes completa nuestra trayectoria (capítulo 11). Tras observar que trabajar con la emo-
ción en la terapia familiar es distinto que hacerlo en una terapia individual (es decir, el objeto de la emoción está presente), se centra en fomentar la comunicación constructiva de la emoción (en lugar de su expresión). Hughes describe la profunda regulación que las cualidades intersubjetivas pueden aportar a la comunicación emocional entre los miembros de una familia. Y en realidad, la empatia, la alegría, la aceptación y la curiosidad (elementos de su enfoque terapéutico) ayudan a reparar las disrupciones y a sanar los traumas de los niños y de sus padres y también los traumas entre ellos. Además permiten momentos mágicos «de absorción», momentos sanadores de las emociones en los que se forjan nuevas maneras de estar juntos.