El Lider Zen

Referencia: 9788441432215
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10 reglas para ejercer un liderazgo sin miedo y efectivo
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10 reglas para ejercer un liderazgo sin miedo y efectivo

Realiza el líder zen que hay en ti
La doctora Whitelaw aporta su experiencia como doctora en biofísica, directiva de la NASA y maestra zen para proporcionarnos una perspectiva única y práctica del liderazgo.
En El líder zen, la autora comparte con los lectores su pasión y su compromiso a la hora de apoyar a los líderes a alcanzar el equilibrio entre lo que hacen y lo que son. Con un planteamiento muy práctico, intercala teoría y técnicas que combinan los retos y las realidades del liderazgo con una comprensión de los principios budistas con el objetivo de buscar mayores niveles de consciencia y atención plena.
Como saben la mayoría de los líderes, las mejores respuestas a menudo se encuentran en el modo en que se formula la pregunta. Es este importante libro, la autora estimula la mente del lector para darle una nueva forma a todo. Ofreciendo una genuina e innovadora mezcla entre el pensamiento oriental y el mundo laboral, la doctora Whitelaw proporciona al lector una base operativa para la puesta en práctica del liderazgo.
Este libro no te dice que trabajes más duro, más rápido o que ignores la presión. Más bien lo contrario: este libro habla de cómo usar la presión para propulsar "saltos" en la consciencia que creen líderes transformadores, líderes que construyan el futuro con alegría y entusiasmo, en lugar de conducirse a ellos mismos y conducir a las personas a su cargo hasta la extenuación y el colapso.
En un mundo saturado de bitácoras sobre liderazgo, libros, ideas y re-cetas, la obra de Ginny Whitelaw proporciona una voz calmada y tranquilizadora, diciéndonos lo que es importante y lo que no acerca del liderazgo. Logra destilar la esencia del liderazgo y ofrece herramientas simples y fáciles de entender para cualquier líder en ejercicio o aspirante a líder para que las comprendan, las usen y construyan a partir de sus propios dones naturales.

LA doctora Ginny Whitelaw jamás soñó que un día se convertiría en una innovadora en el campo del desarrollo del liderazgo. Ella soñaba con convertirse en astronauta, y escribió a la NASA para preguntarles por los cursos que debía seguir en el instituto para prepararse mejor. Siguiendo los consejos que la NASA le dio en una carta que ella aún guarda como un tesoro, estudió ciencias, lo que finalmente le condujo a una estancia de tres años en un laboratorio de fisica de alta energía, a un doctorado en biofisica y a un interés de por vida en la energía y en el ser humano.
A lo largo de este camino, también comenzó una intensa preparación fisica, en primer lugar en artes marciales y después en zen, lo que le llevó a obtener un cinturón negro de quinto grado en Aikido y a convertirse en una roshi (maestra zen) del linaje Chozen-ji del Rinzai zen. Al mismo tiempo, también iba abriéndose camino hacia la NASA. Allí trabajó en departamentos administrativos, no en el espacio, llegando a ser con el tiempo la subdirectora de integración del programa de la estación espacial, recibiendo la medalla de la NASA por servicios especiales en agradecimiento a sus esfuerzos. Sin embargo, todo esto adquirió un nuevo rumbo cuando asistió a su primer programa de liderazgo de la NASA descubriendo, para su sorpresa, que ese era su trabajo. Continuó aprendiendo todo lo que pudo sobre desarrollo de liderazgo, combinándolo con lo que ya sabía de zen, biofisica y el cuerpo humano.
Durante los dieciséis años pasados, la doctora Whitelaw ha puesto su rica formación al servicio de los líderes de todo el mundo. Ha cofundado Focus Leadership con un planteamiento de integración mente-cuerpo al desarrollo de la transformación de los líderes y de sus equipos. Junto con Mark Kiefaber, ha desarrollado el FEBI (Focus Energy Ba-
lance Indicator) para medir los patrones de energía de la personalidad, e instruye a médicos de todo el mundo para que apliquen el FEBI en su trabajo. También ha dirigido, aconsejado y enseñado en numerosos programas para líderes Global1000, en parte a través de su afiliación con Oliver Wyman Leadership Development, y como profesora adjunta en el Columbia University´s Senior Executive Program. Es la coautora de Move to Greatness (junto con Betsy Wetzig, 2008), y continúa enseñando las aplicaciones del zen al liderazgo, expresando las ideas del Líder Zen con tanto entusiasmo que necesitaban ser puestas por escrito.

Introducción
Alcanzando el punto de ebullición

Es domingo por la noche y estoy dando la bienvenida a un grupo de líderes de alto potencial a un programa de liderazgo ejecutivo de cinco días. «¿Cuántos de vosotros dudaron seriamente que tendrían tiempo para estar aquí esta semana?», pregunto. Todas las manos se alzan en el aire con un gruñido colectivo de reconocimiento. Cualquier pausa en la acción y las Black-Berries salen de sus fundas: avanzar, avanzar, comprobar, escanear, pulsar, pulsar una respuesta de cinco palabras, darle a «enviar», y de vuelta contigo, sin perderse nada. Según voy conociendo a es-tos líderes me doy cuenta de cuáles son las prioridades: ¿Adónde
vamos? ¿Cómo puede esta compañía esperar que siga haciendo más con menos? ¿Por qué no conseguí la promoción que me prometieron? ¿Cuánto más podré aguantar? Estos son líderes increíblemente
dotados —«multitareas» consumados en el campo laboral— y aun así te dirán que mantener el ritmo es un reto incesante, y que la mayor parte del tiempo apenas pueden controlarlo.
Una semana más tarde estoy llevando a cabo una sesión de entrenamiento con una vicepresidenta recientemente ascendida, una de las historias de éxito de su empresa. «Si hubiera dos como yo, no podría hacer este trabajo», dice, poniéndome al día de forma atropellada sobre su realidad. «Me han pedido que doble las posi-
bilidades de negocio, innove productos nuevos, desarrolle a mi gente —y por cierto, que despida al 20% de ellos—, que construya este flamante equipo global con gente que nunca he visto, por no mencionar mi segundo trabajo cuando llego a casa.» Mi pulso había aumentado en cinco pulsaciones por minuto solamente de escucharla. En mi cabeza aparece una imagen de esos cacharros con pequeñas piezas de rompe-cabezas con los que solía jugar cuando era un niño, con dieciséis espacios y quince piezas. El juego consistía en colocarlos formando una foto. Con la excepción de que la suya era una vida de dieciséis piezas sin ningún tipo de espacio, sin manera de moverse. ¿Esto es éxito? Siento la maravillosa disciplina y motivación de logro que ha traído a esta mujer tan lejos. Y aun así está viviendo una vida que es más sofocante que gratificante. Apenas puede manejarse por sí misma.
Ejemplos como estos no son casos ni aislados ni poco comunes, sino más bien un producto de nuestros tiempos y de nuestro estado de desarrollo colisionando en una aparentemente insoluble tensión de hacer más. La tecnología ha sobrecargado el ritmo de la vida y del negocio, algo evidente en lo rápido que las noticias, los productos y los trabajos se mueven alrededor del mundo y en los mensajes electrónicos de alta frecuencia que nos tienen, de media, revisando 176 correos electrónicos al día sin mencionar el tweeting, el streaming y el linking in.
La ley de Moore nos dice que la tecnología es capaz de doblar su capacidad cada pocos años. Nosotros, también, estamos incrementando nuestra capacidad, especialmente aquellos entre nosotros que estamos más impulsados hacia los logros, quienes tienden a aterrizar en vidas de liderazgo. Estamos trabajando más rápido, de manera más eficiente, durante más tiempo y de un modo más duro. Todo lo cual está alcanzando un punto de ebullición evidente en los casos de estrés en el lugar de trabajo: el 75% de los trabajadores dice que sus trabajos son «muy estresantes»; uno de cada tres dice que están al borde del agotamiento 2; el
61% dice que la excesiva carga de trabajo tiene un impacto significante en el nivel de estrés, siendo los ejecutivos y los directores los que tienen los trabajos más estresantes 3. La Oficina de los EE. UU. para las Estadísticas Laborales calcula que el estrés en el trabajo le cuesta a la empresa más de 300 000 millones de dólares al año. Como me explicó en una ocasión un lider: «Al principio respondemos a la presión trabajando los fines de semana. ¿Pero qué haces cuando los fines de semana se agotan?». Si acelerarnos es la respuesta, afrontémoslo, nunca nos mantendremos al día con la Ley de Moore.
Y por una buena razón: la velocidad lleva a más velocidad. Con-forme las tecnologías aceleraban el ritmo del negocio, por ejemplo, era natural que los líderes también aceleraran, y cogiesen quizá un arte-facto móvil para leer correos electrónicos en los trece segundos en que esperaban al ascensor, y ahora —¡sorpresa!— todo el mundo está haciendo lo mismo, cada vez llegan más mensajes y el ciclo aumenta. Las empresas podían utilizar la tecnología para reemplazar a los agentes de atención al cliente con quioscos, estableciendo nuevos estándares competitivos que exprimieran sectores enteros, y ahora más tiene que ser hecho con incluso menos. Más reducido, más listo, más rápido, más barato se han convertido en las palabras más comúnmente repetidas en las compañías y en las tácticas de los líderes.
Como líderes, podemos responder con técnicas de dirección de un minuto, tweets rápidos y tecnología multifunción turboalimentada, todo lo cual funcionará durante un tiempo, incluso mientras disminuyen nuestra experiencia de vida, según volamos de una cosa a la siguiente. Aún es más, nos volvemos notablemente inconscientes del precio que estamos pagando en capacidad de concentración, salud, relaciones e incluso inteligencia. Un estudio hecho en el Kings College de Psiquiatría en Londres mostró que cuando la gente realizaba varias tareas al mismo tiempo, creían firmemente que su actuación no se veía afectada en absoluto, mientras que las medidas objetivas mostraban que su cociente intelectual real bajaba en 10 puntos.
Aun así, como ranas en una olla de agua que se calienta lentamente, que nunca detectan la amenaza que se cierne y saltan hacia la libertad, nuestra tendencia es permanecer en el juego, soportar la presión y encontrar maneras mejores de controlarla. Intentamos controlar nuestro tiempo, calmar nuestras mentes, controlar nuestro carácter, aliviar la presión con alcohol o drogas, escapar de ella temporalmente con un viaje o un fin de semana (aún así revisando nuestro correo electrónico continuamente) y lanzarnos a ello de nuevo el lunes por la mañana. Quizá hasta hayamos comprado El líder zen con la esperanza de que nos muestre cómo permanecer tranquilos enmedio de toda esta agitación. Y por un lado, el libro cumplirá esa promesa. Pero si nos tomamos este libro simplemente como otra técnica para la reducción del estrés con la que combatir la presión, no nos servirá tanto como podría hacerlo. Porque si únicamente estamos intentando controlar la presión, no importa lo bien que lo ha-gamos; conforme se acerque el punto de ebullición, nos estaremos dirigiendo hacia el problema. ¿Fracasamos? ¿Nos rendimos? Estas pueden parecer las únicas alternativas y seguramente muchos las han escogido ya.


Líderes por un mundo mejor

Pero la vida del liderazgo exige otra elección. El líder zen abre una posibilidad totalmente diferente: utilizar la presión, en vez de ser utilizado por ella. Desde luego, la presión puede ser algo terrible. Es lo que significa la «necesidad», siendo esta necesidad la madre de la invención. Podéis estar seguros de que las primeras criaturas que treparon hasta tierra firme no encontraban el océano como un sitio perfectamente cómodo para vivir. Lo bueno de la presión es que puede hacer que el desarrollo se abra paso y salte hacia una nueva consciencia. Einstein dijo una vez: «No podemos resolver los problemas al mismo nivel en el que estábamos cuando los creamos». Si nuestro estado de desarrollo no está al nivel de los retos que hemos creado, nuestra única alternativa saludable como líderes es escapar y saltar hacia el próximo paso.
Quizá no es ninguna coincidencia que esta presión debiera mostrarse más pesada sobre los hombros de los líderes de hoy en día, ya que
la misma palabra líder sugiere aquel que va primero. Los líderes que pueden utilizar esta presión para impulsar su desarrollo crean un mundo mejor, o lo que Eckhart Tolle llama «una nueva Tierra». Hay líderes en los cuales una consciencia radicalmente nueva comienza a emerger —no toda al mismo tiempo, pero sí en oleadas de creciente efecto y resistencia—, líderes que van más allá de sus propios egos, que pueden atraer el futuro con dicha y entusiasmo, en vez de agotarse a sí mismos y a su gente. Son personas que quizá no se consideren a sí mismos líderes, pero que a través de su auténtica autoexpresión añaden valor, crean belleza o liberan a otros. Son aquellos que han saltado de la famosa olla de la rana, solo para encontrar que incluso este salto no se consigue intentándolo solamente una vez. Como tampoco este desarrollo consiste en un laborioso y seguro paso tras otro. En lugar de eso, se trata de algo discontinuo y no lineal, una fase que cambia de esto a lo otro, desde lo no visto a lo visto, de dentro de la olla hacia la libertad. Este desarrollo puede ser apoyado por el proceso y la práctica, pero en realidad no es un proceso en sí mismo, sino más bien una reformulación radical, una inversión: un salto. Este salto tiene muchas formas, por ejemplo:

•    De sobrellevar la presión de fuera hacia dentro, a sumergirse directamente y transformar las situaciones desde dentro hacia fuera.
•    De agotarse a uno mismo y a otros con la intención de conseguir resultados, a atraer el futuro y a gente que ayude a crearlo.
•    De ser la personalidad de uno mismo —sacando partido á tus puntos fuertes— a ver la personalidad de uno mismo y aplicar el tipo correcto de energía para cada situación.

Estos cambios de consciencia están todos profundamente establecidos en el cuerpo humano, donde se manifiestan como diferentes patrones de energía, tensión muscular, pensamientos, emociones, lenguaje corporal, presencia de liderazgo, estilo y comportamientos. Cada uno de estos cambios es una experiencia —no únicamente un concepto—, y cada cambio despliega más del líder zen innato que hay en ti.
¿En mí? Sí. Porque esta es la verdad de todo esto: el líder zen no es algún modelo «ahí fuera» que tú puedas emular. Se trata más bien de tu propio Ser dinámico, más allá del ego, que se adapta creativamente momento a momento, como una pelota en los rápidos de un río. Para realizar este líder, cada capítulo te guiará a través de un cambio que es tanto interiormente profundo como exteriormente práctico. No sola-mente encontrarás tu energía y tu presencia transformadas por estos cambios, sino que las herramientas para el liderazgo también cambiarán: cómo estableces tu visión y tu estrategia, cómo creas el futuro, perfeccionas e inspiras a otros y optimizas las elecciones difíciles. Aprenderás a cómo reformular los problemas en oportunidades, transformar víctimas en jugadores y convertir la presión en progreso. En lugar de dirigir con dificultad, descubrirás cómo liderar sin miedo, utilizando la alegría y el entusiasmo como tus guías. Si esto suena como algún tipo de nirvana, no es ninguna coincidencia: estos saltos se añaden unos sobre otros y llevan a la última inversión en consciencia —el capítulo final— desde la ilusión hasta el despertar.
La presión no desaparecerá. Pero aquí tenéis una opción diferente a rendirse o sucumbir. En vez de eso, déjate llevar y haz aparecer el líder zen que hay en ti. ¡Lo necesitamos!

Índice

INTRODUCCIÓN     19
1. De sobrellevar a transformar     25
2. De la tensión a la extensión     43
3. Deloaly     63
4. Del «ahí fuera» al «aquí dentro»     87
5. De sacarle partido a tus puntos fuertes a fortalecer tu juego    115
6. De controlar a conectar     147
7. De obtener resultados a atraer el futuro     175
8. Del «todo gira a mi alrededor» al «me entrego a los demás». 205
9. Del «yo» local al «yo» total     235
10. Del engaño al despertar     263
SOBRE LA AUTORA     285

Edaf
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