La Rueda de la experiencia individual (Alexander Ruperti) Ed. Luis Cárcamo  ISBN: 9788476270134

La Rueda de la experiencia individual

Referencia: 9788476270134
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Las casas astrológicas

Entre los tres elementos -signos, planetas, casas- son las casas las que permiten al individuo diferenciarse utilizando de forma personal la energía colectiva de los signos y función simbólica de los planetas según los cuatro niveles de consciencia: biológico, socio-cultural, individual y transpersonal.

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 ¡Vivir su tema! He ahí el desafio que nos lanza la astrología humanista a través de este libro de Alexander Ruperti que conmociona los conceptos habituales de la astrología tradicional.
Entre los tres elementos -signos, planetas, casas- son las casas las que permiten al individuo diferenciarse utilizando de forma personal la energía colectiva de los signos y función simbólica de los planetas según los cuatro niveles de consciencia: biológico, socio-cultural, individual y transpersonal.
La astrología no es una simple técnica abstracta, un lenguaje que permita decodificar la estructura psicológica de un individuo. Es una experiencia que se dirige a todos aquellos deseosos, no solamente de comprender la naturaleza humana, sino incluso de enriquecerla y de desarrollarla por una integración más y más consciente de los elementos que la componen.
Astrólogo humanista, Alexander Ruperti, nace en Stuttgart en 1913, concreta el pensamiento de Dane Rudhyar del que él es discípulo y nos lleva en un itinerario sorprendente, al descubrimiento de nosotros mismos.

  • Encuadernación: Rústica
  • Dimensiones: 20 cm x 13 cm
  • Nº Pág.: 232

INDICE

Prefacio      9
INTRODUCCION      11
Los cuatro niveles de interpretación de un tema      17
CAPITULO PRIMERO:
ANALISIS ESPACIAL DE LAS CASAS
1. Ejes del tema y funciones jungianas     23
Introversión-Extraversión      23
Eje del Horizonte     24
Eje del Meridiano      25
Cuadrantes del tema y funciones jungianas      28
Ejemplos de acento en un hemisferio de un cuadrante      34
2. División triangular     35
Triángulo 1-5-9      37
Triángulo 4-8-12      38
Triángulo 7-11-3      39
Triángulo 10-2-6      40
Identidad-Relación-Poderes      41
En Resumen      43
CAPITULO II: ANALISIS TEMPORAL DE LAS CASAS     45
Cúspides y planetas      47
Cúspides en las progresiones o tránsitos      49
Planetas angulares      51
Signos interceptados      54
Representación del tema      57
CAPITULO 111: LA CASA UNO     59
Planetas en Casa Uno     65
CAPITULO IV: LA CASA DOS     73
Planetas en Casa Dos     77
CAPITULO V: LA CASA TRES     85
Planetas en Casa Tres      89
CAPITULO VI: LA CASA CUATRO     99
Planetas en Casa Cuatro      104
CAPITULO VII: LA CASA CINCO      113
Planetas en Casa Cinco      117
CAPITULO VIII: LA CASA SEIS      125
Planetas en Casa Seis      129
CAPITULO IX: LA CASA SIETE      137
Planetas en Casa Síete      142
CAPITULO X: LA CASA OCHO     151
Planetas en Casa Ocho     155
CAPITULO XI: LA CASA NUEVE     163
Planetas en Casa Nueve      166
CAPITULO XII: LA CASA DIEZ     173
Planetas en Casa Diez      180
Planetas que salen antes que el Sol      184
Relación entre las Casas Diez-Seis-Uno      187
CAPITULO XIII: LA CASA ONCE     189
Planetas en Casa Once      191
CAPITULO XIV: LA CASA DOCE     I99
Planetas en Casa Doce      203
CAPITULO XV: POLARIDADES PLANETARIAS EN LOS EJES
DEL HORIZONTE Y DEL MERIDIANO      211
A. Eje del Horizonte      211
1. Polaridades Venus-Marte      215
2. Polaridades Mercurio-Júpiter      217
3. Polaridades Luna o Sol-Saturno      219
Ejemplo: Franklin Roosevelt      220
B. Eje del meridiano      222
Relación Meridiano-padres      225
PARA CONCLUIR      229
ESQUEMAS
O. La rueda de las casas      12
I. Ejes del tema      26
II. Cuadrantes del terna y funciones jungianas      29
111. División triangular      36
IV. Polaridades y regencias planetarias      214
V. Tema de Franklin Roosevelt      221

PREFACIO

Las Ediciones Universitarias han expresado el deseo de publicar los cursos que han nutrido mis seminarios sobre la Astrología Humanista de Dane Rudhyar.
Dane Rudhyar que, además de sus trabajos astrológicos iniciados en 1932, es también filósofo, poeta, compositor y pintor, nació en París en 1895, de padres franceses. En unos 20 libros y cerca de 1.000 artículos, él ha promovido una reforma y una reinterpretación de la astrología basándose en los conceptos de la psicología de las profundidades y del holismo *, y sobre una nueva formulación de conceptos no europeos relativos al Hombre y al Universo. El ha sido también el primero en estudiar el tema de nacimiento de manera hoIística*, global, como un «mandala», con el objeto de extraer el sentido de la vida de una persona, así como el desarrollo progresivo de sus potencialidades a través de la manifestación cíclica de los planetas.
Para él el tema es un símbolo arquetípico de la persona total y su interpretación viene a ser el arte de revelar el sentido de lo que ocurre en una vida, ya sea en el plano existencial exterior o en función de cambios interiores psico-mentales y espirituales.
La astrología «humanista» es una astrología del individuo, de la persona que busca actualizarse lo más plenamente posible. Pero a causa del empleo impreciso y a menudo estrecho o equívoco de este término «humanista», últimamente Rudhyar ha acentuado el término «transpersonal» más que el «humanista». Hay que recalcar que Rudhyar fue el primero en utilizar este término «transpersonal» en 1930: es la impronta de toda su obra, no sólo en astrología, sino también en filosofía en psicología y en las artes.
El término «transpersonal» es utilizado para designar no sólo lo que está más allá de la persona, sino el hecho que el proceso de individuación no es una meta en sí, sino una etapa que prepara para la posibilidad de ser un medio de expresión de valores más que personales o, como dijo Saint Exupéry: «El individuo no es más que un camino; solo cuenta EL HOMBRE que toma ese camino».
Yo estoy en estrecho contacto con Rudhyar y su pensamiento desde 1936, año en que la lectura de su primer libro La Astrología de la Personalidad trastoca mi concepción de la astrología y de la vida. Desde entonces me esfuerzo en hacer conocer el pensamiento de Rudhyar que me parece tener una importancia capital para resolver los problemas espirituales, psicológicos y existenciales que nosotros tenemos que afrontar en este final del siglo xx.
Por fin se empiezan a traducir los libros de Rudhyar en francés. Pero puede ser útil el intento de concretar su pensamiento astrológico y es lo que yo intento hacer en estos cursos. Yo agradezco a las Ediciones Universitarias el interés que ellos ponen en mis tentativas y yo espero que el estudio de estos cursos ayudará a aplicar el pensamiento de Rudhyar en la lectura de los temas astrológicos.
R.A.

INTRODUCCION

Para la astrología tradicional, que forma la base de la mayoría de los libros llamados modernos, no se dedica mucha importancia a las Casas. Se las ve como reflejos terrestres de los Signos del Zodíaco, los cuales, tienen todavía una importancia primordial para la interpretación del tema. Tan sólo se ven las circunstancias existenciales superficiales.
Con el desarrollo del interés por la astrología se ha planteado el problema de la domificación exacta. En efecto, cuando se desea establecer un tema para los lugares próximos a los polos, en los que se viven largos periodos en los que el sol ni sale ni se pone, los habituales sistemas de domificación empleados carecen de validez. La distorsión (función de la latitud), ocasionada por la proyección del círculo de las Casas sobre el círculo del Zodíaco se exagera a tal extremo que se pueden encontrar cuatro o cinco Signos en los límites de una Casa mientras que otras Casas tan sólo tienen 8 ó 9 grados de un mismo Signo. Este estado de cosas ha llevado a numerosos astrólogos, sobre todo en Alemania, a no utilizar las Casas para nada en absoluto. Toda la interpretación está basada en los aspectos interplanetarios y el empleo de los grados del Medio Cielo y del Ascendente como puntos sensibles considerándolos casi como planetas.
En los países nórdicos —y también en Inglaterra— el problema de la domificación ha conducido al empleo de eso que se llama Casas Iguales. Habiendo establecido el Ascendente para la latitud en cuestión, no se ocupan ya más de la astronomía y se han creado Casas iguales de 30 grados zodiacales a partir del grado sobre el Ascendente. Se hace un segundo tema de 30 en 30 grados a partir del Medio Cielo. De esta manera incluso cuando el sol es verdaderamente invisible en el lugar y en el momento del nacimiento, se puede encontrar, en un tema de Casas iguales, el sol encima del horizonte. Parece ser que este sistema de Casas Iguales fue ya utilizado por Pa-rasara, sabio indio, aproximadamente 3.000 años a. de J.C.
Actualmente, los sistemas de domificación más utilizados son los de Placidus, Campanus, Regiomontanus, Koch y el de las Casas Iguales. Aquel que desee estudiar esta cuestión más a fondo deberá leer Recent Advances in Natal Astrology, editado por The Astrological Association et Geoffrey Dean.
Nada permite decir que tal o cual sistema de domificación sea exacto y los otros falsos; cada sistema tiene sus seguidores. Por esta razón, me parece que la elección del sistema tiene sus seguidores. Por esta razón, me parece que la elección del sistema depende del astrólogo, de su mentalidad y de su manera de comprender la astrología y su empleo. Si se tiene confianza en un sistema y si se utiliza regularmente sin dudar de su exactitud, dará a buen seguro, buenos resultados.
Detrás de la polémica respecto a la domificación hay un problema todavía más fundamental: ¿por qué las Casas? ¿A qué corresponden? Muchos astrólogos dicen que si no se emplean las Casas no existe ningun medio para diferenciar a las personas nacidas el mismo día. Es verdad que hay necesidad de elementos diurnos, pero estos no tienen por que ser necesariamente las Casas; los cuatro Angulos formados por el Horizonte y el Meridiano nos bastarán. Además, ya que la mayor parte de los astrólogos conciben el tema como representativo de lo que le va a ocurrir a una persona y presuponen así que la persona es exterior a su tema, me parece, en este caso, inútil querer distinguir entre dos individuos nacidos el mismo día, ni el dar tal importancia a la hora del nacimiento.
Si actualmente hay confusión es porque se cree implícitamente que el hombre está sometido a influencias exteriores a él y que los elementos utilizados en astrología deben permitirnos medir estas influencias y saber en qué dominio de la vida van a manifestarse. Se quiere también someter todo a un análisis estadístico, a un control empírico basado únicamente en la exactitud de la correspondencia en el tiempo entre un acontecimiento y el significado de la Casa. En tal caso sólo la cúspide de la Casa tiene importancia y debe recibir un aspecto exacto de un planeta en el momento del acontecimiento. Se pretende establecer la exactitud de un sistema de domificación según la exactitud de estas correspondencias de los acontecimientos.
A mi entender, la significación de la astrología sobrepasa largamente este nivel de interés y me parece erróneo dar tanta importancia a un acontecimiento en sí. Como dice Rudhyar nosotros llegamos a los acontecimientos y no a la inversa. El sentido del acontecimiento depende de lo que nosotros somos en el momento del encuentro. Somos siempre libres y capaces de cambiar el sentido que damos, la primera vez, a lo que acontece. Es por esta causa que lo que importa
es conocer el sentido que el acontecimiento debe tener con relación a todo el destino personal completo: su contenido psicológico, más que determinar la índole del acontecimiento.
Cuando Rudhyar ha lanzado las bases de su reformulación de la astrología, ha demostrado que era un error querer explicarlas según los conceptos mecanicistas del siglo XIX. El ha sido el primero en adaptar las premisas de la astrología a la visión del mundo de Einstein. Pocos astrólogos comprenden que la esfericidad de la Tierra y el hecho de su rotación axial han introducido un sentido del espacio completamente nuevo que necesita una reformulación del simbolismo astrológico. Hoy es preciso pasar de la base estática y espacial de la astrología Ptolomaíca a una base cinética moderna o temporal y basada en el principio del movimiento de la astronomía actual.
En un universo donde actualmente se conciben todas las cosas en función de su relación con las demás, la astrología debe llegar a ser un sistema de interpretación de los movimientos cíclicos de los cuerpos celestes, comprendida nuestra Tierra. Desde esta óptica en lugar de ver al Zodíaco como un todo espacial dividido en 12 partes, existiendo alguna parte en el cielo, se le considera como la expresión del ciclo anual de revolución de la Tierra alrededor del Sol. Las Casas entonces, vienen a ser la expresión del ciclo diario de rotación de la tierra alrededor de su eje polar. La astrología moderna debe estudiar los ciclos de revolución aparentes del Sol, de la Luna y de los planetas con relación a la Tierra y al ciclo cotidiano de rotación del Meridiano y del Horizonte. Ya que somos terrestres, los movimientos de la Tierra vienen a ser puntos de referencia: encuadramientos que permiten medir las posiciones y las fases cíclicas de los planetas con relación a nosotros.
Esto quiere decir que es preciso poner el énfasis en el movimiento y en el tiempo más que en las posiciones espaciales. Signos, Casas y planetas son factores en el tiempo y revelan las fases de los diversos procesos de la vida. La astrología moderna deberá probar el hecho de, que, toda cosa que evoluciona, todos los fenómenos de la existencia, pueden ser considerados como manifestaciones de un movimiento ordenado y cíclico; que toda entidad concebible se mueve en relación con todas las demás entidades y puede ser interpretada como un punto en el tiempo (y también, naturalmente, en el espacio) perteneciendo a una infinidad de procesos cíclicos entrelazados. Todo objeto es al mismo tiempo un todo y parte de un todo mayor; también toda cosa gira alrededor de otra cosa de mayor potencia y, sin duda, de mayor conciencia. En cada instante, todo está en una fase particular de un proceso de vida el cual (en tanto que es consi derado corno ciclo entero) es, a la vez, un instante de una unidad de desarrollo mucho mayor.
Cada cuerpo celeste, y esto comprende a nuestra tierra, posee dos movimientos. Cada planeta gira sobre su eje y alrededor del Sol. La rotación axial de la Tierra no implica desplazamiento en el espacio; es un movimiento propio del planeta, subjetivo, por así decirlo, porque nosotros no somos conscientes, si no es por dedución. El es, el responsable de nuestra conciencia del tiempo.
Al contrario, la revolución orbital de la Tierra alrededor del Sol implica un desplazamiento en el espacio. Es un movimiento objetivo que conlleva modificaciones constantes entre la Tierra, el Sol y los otros planetas que giran también alrededor del Sol.
Ya que la rotación axial es un movimiento propio de la Tierra, Rudhyar lo asocia a todo lo que atañe al individuo. Esta rotación diaria del Meridiano y del Horizonte es el fundamento de las Casas astrológicas. Es por lo que todos los valores relativos al individuo y sus problemas de conciencia individual se relaciona simbólicamente, en astrología humanista, a la rotación axial (las Casas) y principalmente a los dos ejes formados por el Meridiano y el Horizonte. Para el ser humano, la rotación axial, movimiento que tiene lugar dentro de sus propios límites, simboliza cambios interiores y subjetivos.
A propósito de esto, es significativo comprobar que se ha reconocido públicamente la rotación axial de la Tierra en los inicios de la Era del Individualismo, el Renacimiento. El énfasis sobre el individuo, sobre su desarrollo y su integración datan de esta época. En términos astrológicos, ya no es necesario desde esta época presentar la tesis astrológica, en función de un Sol que gira, proyectando las energías estelares sobre la colectividad terrestre, sino dándose cuenta que es la Tierra la que gira y que esta rotación tiene una significación individual para el hombre considerado como individuo.
Esta es la razón, por la que la astrología humanista y personalizada considera las Casas como un factor de base, en lugar del Zodíaco, en lo que concierne a la integración y expansión individuales. Al unir las Casas a la rotación axial de la Tierra, tiene la astrología por vez primera, un ciclo que señala, lógicamente y de manera autónoma, el desarrollo del ser humano considerado como individuo y no simplemente como instrumento de fuerzas raciales instintivas y emocionales, como ocurre en la astrología tradicional.
Desde la óptica de la astronomía moderna, es preciso desmitificar el Zodíaco. El Zodíaco no es una entidad estática, un lugar en el espacio, que comprende doce zonas o Signos los cuales ejercen in-
fluencias invariables. Es una expresión del movimiento anual de la Tierra alrededor del Sol, o sea de la órbita terrestre. En términos geocéntricos el Zodíaco no es más que una forma de analizar el ciclo solar en doce fases. Toda la mitología que se mezcle a este análisis tan sólo es puro simbolismo y creación del espíritu arcaico —creación por cierto de las más preciadas e inspiradoras, pero más allá de la cual deberíamos percibir hoy día la estructura universal que se aplica a todo, y a no importa que ciclo.
Hemos dicho que el movimiento orbital terrestre es un desplazamiento en el espacio. El espacio es un marco donde se interaccionan las relaciones de las partes de un todo; es la sustancia de toda relación, de todo cambio (la palabra «sustancia» frecuentemente es mal interpretada, en un sentido material: viene del latín «sub» = debajo y «stare» = sostener; la sustancia es pues, aquello que sostiene o está en la base: es el sustrato o el fondo). Cuando uno se mueve en el espacio desplazándose entra en relación con los otros, se efectúa la experiencia concreta y objetiva de los demás y así mismo se llega a ser consciente de la realidad de un gran todo colectivo del que no se es, más que una parte.
Por esta razón, el Zodíaco no simboliza elementos individuales sino tan sólo valores genéricos o colectivos propios de toda la humanidad. En el pasado era normal conceder una gran importancia al Zodíaco, ya que antes del descubrimiento del heliocentrismo, la evolución planetaria era un problema de integración colectiva que afectaba a la raza y al planeta todo entero. La integración individual estaba reservada a la iniciación secreta; por otra parte esto, no era una integración individual en el sentido moderno del término, sino más bien la toma de posesión de un cuerpo terrestre por una entidad supra-terrestre, por una estrella —de estos procedimientos iniciáticos egipcios dan testimonio los orificios encontrados en la Gran Pirámide y dirigidos hacia ciertas estrellas relacionadas con ellos.
Por lo tanto a la pregunta que hemos planteado al principio «¿por qué las Casas?» podemos responder: con el propósito de poder interpretar las experiencias interiores y exteriores de una persona desde un punto de vista verdaderamente individual, en función de su carácter y de sus propias necesidades. Es evidente y Jung lo ha subrayado que todos nosotros somos expresiones de la naturaleza genérica del Hombre. Todo lo que nosotros podemos valorar puede ser de una manera particular y única es que el Hombre genérico aparece en el momento de nuestro nacimiento. Nuestro cuerpo es humano; nuestro psiquismo es humano; nuestros pensamientos y sentimientos son humanos. Mas debemos utilizar esos medios humanos de una manera individualizada: esto es lo que nos distingue a unos de otros,
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es la forma de utilizar nuestra herencia, y la vida actual exige de una forma cada vez más apremiante que la utilicemos de una manera individual.
Cuando hablo de «individual» y «de único» no es necesario comprenderlo de una manera absoluta. Incluso aún cuando las Casas, se refieren a lo que es individual y único, todos tenemos las mismas doce Casas en nuestro tema, lo mismo que los doce Signos. Yo quiero simplemente decir que puesto que la evolución humana tiene necesidad, en especial actualmente de que cada cual se individualice, es necesario interpretar las Casas, en función de las experiencias necesarias en las sucesivas etapas para llegar a la plenitud del «Ser». Dicho de otra forma por ejemplo; si la Casa 1 se refiere en cada uno de nosotros a nuestra verdadera identidad es preciso ver las experiencias necesarias a cada uno para tomar conciencia de su propio «yo soy» y para realizarlo concretamente.
Para determinar la Casa 1 de alguien es necesaria la hora y el lugar de nacimiento. Eso nos permitirá ver de qué manera el Zodíaco encaja en el círculo de las Casas. Si se proyectan las líneas del Meridiano y del Horizonte del lugar de nacimiento hacia los confines del universo, cortarán el círculo del Zodíaco en grados exactos. La inclinación del eje terrestre, alrededor del cual se ha creado el círculo de las Casas —sobre el plano orbital de la Tierra que describe el círculo Zodiacal— es tal que introduce grandes variaciones, aumentando o disminuyendo según la latitud del lugar de nacimiento. Frecuentemente resulta que cada Casa contiene aproximadamente 30 grados del Zodíaco. Volveremos más tarde sobre esto cuando estudiemos el significado de los Signos «interceptados». De momento retengamos que la relación Signos/Casas determinada por la hora y lugar de nacimiento indica la correspondencia que existe entre los elementos colectivos, las energías y cualidades propias del Hombre (Signos) y la estructura de individualización de la persona (Casas). Los Signos que se encuentran en las cúspides de las Casas indican qué cualidades humanas deben ponerse en práctica en el terreno de las experiencias individuales indicadas por las Casas.
Los cuatro niveles de interpretación de un tema
En 1975, Rudhyar publica un libro From Humanistic to Trans-
personal Astrology I. Este libro añade una nueva dimensión a la aplicación del simbolismo astrológico. Mientras que, la astrología tradicional e incluso la moderna, interpreta los símbolos a nivel de la vida biológica y socio-cultural de los seres humanos, la astrología humanista aporta, por vez primera, la posibilidad de utilizar la astrología a nivel de los esfuerzos cada vez más extendidos, de individualización con el sentido jungiano de este proceso. Ella corresponde al esfuerzo de actualizar lo más plenamente posible lo que está en potencia en el nacimiento; ella acentúa al ser.
Sin embargo, Rudhyar siempre ha sostenido que la individualización no es una meta en sí misma, sino una fase transitoria necesaria para poder vivir de manera transpersonal. Vivir de manera transpersonal significa que se ha alcanzado un estado de evolución, en el cual es posible llegar a ser un agente consciente, un intermediario para la expresión creadora de fuerzas y de valores supra-personales. Para alcanzar esta expresión de valores universales y globales es preciso haber llegado antes a ser consciente de su papel y de su función en el seno de un todo mayor, el cual decide en lo sucesivo lo que se hace, se siente y se piensa. Vivir de una manera transpersonal no quiere decir que uno deje de ser un individuo sino que se intenta ser una expresión individualizada y particular del todo, del cual se sabe que se forma parte. El prefijo «trans» no se refiere a lo que está más allá, más bien significa «a través» o «por medio de». En una vida transpersonal el todo mayor se expresa «a través» o «por medio de» el individuo. El individuo llega a abrir su conciencia a un poder supra-personal que lo transforma , y que, de esta manera, puede, «a través» de él o «por medio» de sus actividades creadoras, transformar a otras personas e incluso a toda una colectividad.
En 1975 y todavía en 1979 y 1980, Rudhyar continúa insistiendo en el énfasis del proceso de transformación que debe seguir a la etapa de individualización. En 1979, escribió un libro sobre la psicología de la transformación (Beyond Individulism 2) y, en 1980, un libro sobre la astrología y la transformación 3. Podemos encontrar en esos libros, las bases de una astrología transpersonal; y además nos hacen comprender la necesidad, que hay de poder interpretar un tema en cuatro niveles diferentes, según las necesidades de la persona.
La astrología tradicional se refiere a las personas cuyo estado es todavía el de especímenes más o menos coherentes de cualidades humanas, pero no individualidades, condicionadas por los valores particulares, de una sociedad particular, en un momento particular de la historia. Por esta razón y de manera muy válida, esta forma de astrología interpreta todo en los niveles biológicos y socio-culturales, es decir en los niveles en los que las personas son aún expresiones indiferenciadas del modo de vida y de la mentalidad colectiva que condiciona su familia, su clase social, su nación, su generación.
Sin embargo a partir del momento en que se pasa por el jungiano de individualización ya no se debe estar más condicionado por prejuicios culturales y socio-religiosos que determinan, para las personas que viven en los dos primeros niveles, lo que deben ver y hacer en este universo. Es necesario reinterpretar los símbolos astrológicos desde el punto de vista de una persona que trata de realizar, tanto como le sea posible, las potencialidades de su tema natal. En vez de interpretar el tema como un condicionamiento, como un balance de cualidades y debilidades y de acontecimientos felices y nefastos, es preciso hacerlo bajo el punto de vista de un verdadero individuo, que no es tan sólo, la expresión de un condicionamiento. Ser un individuo quiere decir que se ha tomado conocimiento del hecho de que en vez de sufrir su condicionamiento, se lo debe utilizar para manifestar concretamente su egoicidad. Toda la interpretación se basó en este empleo consciente y deseado de todo lo que está a su disposición en el momento de su nacimiento. Este empleo consciente conducirá progresivamente a la integración de la personalidad. La astrología humanista interpreta pues el tema, en el sentido de una armonización de los conflictos psicológicos, con vistas a una realización, tan completa como posible, del individuo.
Cuando se estudia la vida de personas verdaderamente individualizadas, se observa que todas ellas han contribuido, en un dominio o en otro a la transformación ya sea de otros individuos de una cultura o incluso de toda la humanidad. Ellas expresan los valores humanos de una forma particular, hacen resaltar ciertos valores particularmente útiles para responder a las necesidades de su época. En sus vidas el énfasis no está, tanto en ellas como en las transformaciones posibles en las vidas de los demás, individualmente o colectivamente, gracias a sus actos, a sus sentimientos y a sus pensamientos, estas personas viven pues, una vida transpersonal. Ellas persiguen un objetivo supra-personal, transformador de ellas mismas y de los otros.
De este modo nos encontramos frente a un cuarto nivel de fun-
cionamiento posible para el ser humano y la astrología debe tenerlo en cuenta si quiere responder a las necesidades actuales de las personas. En esta época en la que nuestras culturas están a punto de desintegrarse al mismo tiempo que en el mundo, hay por todas partes una necesidad urgente de transformar nuestros valores sobre la vida biológica y socio-cultural, lo que cuenta no es tanto la dicha personal sino una acción concentrada y eficaz, para transformar radicalmente nuestras formas de actuar, sentir y pensar.
La astrología transpersonal responde a esta necesidad y además toma en consideración los hallazgos de la psicología transpersonal que se desarrolla en los países anglo-sajones y la cual todavía no está introducida en Francia. No obstante, mientras que la psicología transpersonal mira a una «elevación» de la conciencia y busca «experiencias límites» (peak experiences), la vida transpersonal vive también, según Rudhyar, un «descenso» de poder espiritual que se focaliza a trai5es de una persona transformada en una «lente» clara y apropiada.
La astrología transpersonal introduce una idea de finalidad en la interpretación. Todo lo que contiene el tema incluso los conflictos y tensiones, debe ser utilizado con el fin de una transformación personal o socio-cultural. Los conflictos y tensiones son considerados como «medios dinámicos» susceptibles de influenciar concretamente lo que debe ser transformado. Por lo que es un «agente de transformación» es esencialmente un guerrero, ya sea en el nivel físico, cultural, social, religioso u oculto.
Cuando se habla de transformación, se prevee un estado futuro, eso que es preciso llegar a ser y también lo que es preciso transcender, no para ser lo que se es, potencialmente en tanto que individuo, sino para actuar de manera transpersonal. Por esta razón, la astrología adaptada a este nivel de vida pone el énfasis sobre las progresiones y los tránsitos y, en el tema de nacimiento, sobre la necesidad de utilizar los planetas de una manera que permita transformar su modo de empleo en los niveles habituales de la vida.
En este libro, intento interpretar los planetas en las Casas en esos cuatro niveles de funcionamiento. Pero todas las formas de astrología son válidas; cada procedimiento, aplicado honestamente, puede responder a las necesidades de cierta clase de seres humanos. La astrología humanista y transpersonal colma una necesidad que los otros procedimientos no abordan. Es sin embargo inútil utilizar una interpretación transpersonal para las personas que no están todavía preparadas para transformarse y para aceptar todas las consecuencias, a veces difíciles, de un esfuerzo de transformación es necesario adaptar el nivel de interpretación al nivel en que se halla la persona que pide consejo. Todos vivimos potencialmente en los cuatro niveles; una persona que está en la vida transpersonal vive también, en ciertos niveles y según las circunstancias en los otros tres niveles, pero lo hace de forma consciente.
Hay todavía un último punto que esclarecer: el término colectividad superior con relación a colectividad inferior. La colectividad inferior se refiere a todos los valores de una cultura, al nivel sociocultural de vida de la mayoría de las personas. Es el poder de la tradición que da una forma al psiquismo colectivo de la comunidad en la cual se ha nacido. La colectividad superior está formada de seres transcendentes que nos ayudan, llegado el momento a tomar conciencia de nuestra participación el gran Todo, la Humanidad, que nos engloba a todos, tanto si somos o no ya conscientes. La Humanidad —el Hombre— es una realidad espiritual y la Tierra representa también una realidad espiritual. El mundo físico, individual y planetario, no es más que uno entre los numerosos aspectos, de una realidad humana y planetaria más vasta y que incluye todo.
En The Astrology Transformation 3, Rudhyar dice: «La colectividad superior existe a un nivel de conciencia que transciende a la conciencia colectiva de una cultura (la colectividad inferior) y a la de individuos verdaderamente autónomos. El poder que actúa en el alma es la energía y la luz de esta conciencia supra-individual y espiritual o divina. Esto quiere decir que la luz y el poder del todo mayor, la Humanidad, obra en el alma de cada persona individualizada. Ellos actúan para equilibrar la tendencia individualizadora para evitar que el «yo soy» llegue a ser un poder rígido y tiránico...»
El poder transformador que actúa en el cuarto nivel procede del ser planetario, la Humanidad. Tan sólo se puede transformar tomando conciencia del hecho que se forma parte de ese todo mayor, la Humanidad, en el seno del cual se tiene una misión que cumplir.

Luis Carcamo
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