Los Testigos Del Nagual Entrevistas A Los Discipulos De Carlos Castaneda

Referencia: 9789685671026
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Editora Alba trae para nosotros este libro de testimonios sobre Carlos Castaneda, donde algunossus aprendices mexicanos más cercanos nos dicen quién fue este personaje.Carlos Castaneda es uno de los intelectuales modernos que mayores controversias han generado no sólo a nivel académico sino en todos los ámbito...
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Editora Alba trae para nosotros este libro de testimonios sobre Carlos Castaneda, donde algunos
sus aprendices mexicanos más cercanos nos dicen quién fue este personaje.
Carlos Castaneda es uno de los intelectuales modernos que mayores controversias han generado no sólo a nivel académico sino en todos los ámbitos de la sociedad, ya que su obra literaria ha llegado a millones de lectores en todo el mundo; sus libros -siempre ávidamente buscados- han influido de manera determinante en toda una generación de pensadores. Con una gran capacidad literaria, atrajo la atención mundial sobre el nagualismo, una especie de antiguas prácticas chamánicas del México prehispánico; sus afirmaciones tienen un nivel intelectual y una profundidad de conceptos que no esperaríamos de las tradiciones indígenas de México, a juzgar por la forma como nos han sido mostradas por la antropología oficial.
El vínculo de Castaneda con México comenzó por los años 50 y 60, cuando entabló relaciones con aquel extraño viejo indio yaqui, Don Juan Matus, su maestro en el arte de la brujería y concluyó en mayo de 1998, cuando Florinda Donner y las otras brujas vinieron a su amado desierto de Sonora para esparcir sus cenizas.
Se dice que el lugar exacto de la ceremonia fue aquel cerro que cierta vez su maestro le había regalado, y que era su lugar favorito, tanto en sus sueños como en sus múltiples retiros.
La actividad pública de Castaneda se divide en dos fases. La primera transcurrió desde mediados de la década de los 70 hasta principios de los 90. Durante esos años, Castaneda mantuvo una gran reserva sobre su vida privada, llegando hasta el punto de evitar que lo fotografiaran o grabasen su voz. Sus escasos contactos eran con personas a las cuales él cuidadosamente elegía por algo muy vago, que llamaba "indicaciones".
Hacia mediados de los 80, comenzó a entrenar a pequeños grupos de aprendices en forma totalmente gratuita. Esos grupos tenían un carácter muy privado; se calificaban a sí mismos de "sociedad no esotérica, pero cerrada". El círculo de México estuvo controlado sucesivamente por Fausto Rosales, Martha Venegas, Carlos Ortiz de la Huerta, Mariví de Teresa y Toni Karam, entre otros.
La segunda parte del trabajo de Castaneda transcurrió entre 1994 y 1998; durante esos cuatro últimos años de actividades, el nagual se dedicó a impartir conferencias a grandes públicos y a organizar seminarios de prácticas de ejercicios bajo el nombre de Tensegridad. Según él mismo dijo, este cambio de estrategias estuvo motivado por el retorno de Carol Tiggs, la mujer nagual, momento en que quedó oficialmente sellado el fin del linaje de Don Juan Matus y el comienzo de una nueva era del nagualismo.
De que Carlos era un tipo especial, no hay dudas. De que era un tremendo acechador, tampoco. Él sabía dónde le dolía más a quienes lo rodeaban y les fustigaba exactamente ese punto, con el fin de ayudarles a despertar. Es lógico que tal proceder dejara detrás una estela de doloridos, que sin entender qué era lo que decía y hacía el Nagual, se dedicaron luego a difamarlo y a desmeritar su mensaje de libertad.
Los chismes sobre su vida privada, algunos verdaderos y otros falsos, no disminuyen el alcance de su obra, ya que, para los interesados en el tema, todo radica en la experimentación directa. Por otrolado, él mismo advirtió en repetidas ocasiones que, como ser humano, era un individuo común y corriente.
Separar al hombre del nagual no es tarea fácil. Pero aquellos guerreros que tienen un propósito independiente de libertad, sin fantasías ni idealismo, saben que el nagualismo no es una religión, sino un camino individual de conocimientos y corroboraciones, y sólo vale la pena emprenderlo con un fin abstracto.
Un lector de Castaneda sólo puede considerarse aprendiz cuando decide dejar de lado a los maestros y enfrentar el conocimiento por sí mismo; y sólo se puede decir guerrero cuando ha dado el primer paso en la batalla contra su propio ego. A partir de ahí, si tiene suerte en su cacería de poder, puede que llegue a ser un hombre de conocimiento, es decir, un vidente, alguien capaz de corroborar las premisas del nagualismo a nivel de energía.
Se han escrito muchos libros sobre la obra de Castaneda o inspirados en ella. Faltaba, sin embargo, el testimonio directo de quienes recibieron sus enseñanzas. Es por ello que nos hemos dado a la tarea de recoger las entrevistas que conforman el presente volumen, que esperamos sea de utilidad para aquellos buscadores que se interesan en el tema.
Los entrevistados son personas serias, quienes por una u otra razón cruzaron sus caminos con el del nagual. Tengo la fortuna de conocer a varios de ellos y veo cómo luchan por vivir sus vidas impecablemente. Todos poseen personalidades fuertes y un criterio propio; su admiración por el ser humano que fue Castaneda y por su obra, es el producto legítimo de haber testificado la actividad de una persona fuera de lo común. Sus opiniones han sido publicadas tal cual ellos las expresaron, y no necesariamente reflejan el punto de vista de la editora.
Las siguientes paginas nos muestran cómo la presencia del nagual afectó dramáticamente sus vidas, y como cada uno de ellos, a su vez, ha interpretado los conocimientos recibidos desde su propia visión y experiencia.
Estos testimonios están destinados a sacudir la conciencia del lector, no tanto por lo especial que sean sus autores o por los logros energéticos que hayan alcanzado, sino por la implicación de que el nagualismo está hoy más vivo que nunca, y que es posible unirse a este intento, sea uno quién sea y esté donde esté.
Juan Yoliliztli.


PRÓLOGO

El editor solicitó mi testimonio para un libro sobre Carlos Castaneda. Mi opinión es que ya he entregado todo lo que podía en mi libro "Encuentros con el nagual". De manera que, en lugar de concederle una entrevista, me ofrecí para realizar el prólogo de esta obra.
Ante todo, me gustaría felicitar a los participantes por la decisión de hacer públicas las memorias y experiencias vividas con Castaneda. A mi modo de ver, esa es una forma de agradecer lo que recibimos de él, y al mismo tiempo, reconocer la titánica labor que él llevó a cabo para ayudarnos a tomar conciencia de nuestras posibilidades ocultas.
Carlos nos enseñó que somos libres para emprender nuestra propia batalla por la evolución, y lo que importa es saber elegir en cuáles batallas nos conviene entrar y en cuáles no. En ese sentido, él trabajó activamente, tratando de convencernos a cada uno de nosotros para que aceptáramos el camino del guerrero, o el camino de la actitud impecable en la vida. También aplicó en nosotros técnicas que fueron diseñadas por los antiguos brujos de México para ayudarnos a borrar nuestra importancia personal, entrando en un sendero de ahorro energético y autorrealización.
Uno de sus ardides favoritos era cortarnos de la lista de invitados. Creo que, al respecto, casi todos los que estuvimos cerca de él tenemos nuestras historias. La mía ocurrió justo al inicio de nuestra relación, en una época en que yo aún andaba buscando maestros que me orientaran. Me sentía muy contento de poder asistir a sus pláticas, y también orgulloso porque, de alguna forma, yo tenía o creía tener un acuerdo secreto con él. Todo ocu-
rrió repentinamente, cuando me enteré que Carlos había estado en México y dado una conferencia en la Catedral, de la cual no me habían avisado. El incidente se repitió otras dos veces.
Primero tuve una terrible sensación de desconcierto, después, de abatimiento. Recuerdo que pasé largas horas conjeturando sobre cuál podría ser la causa de que el nagual me estuviera dando la espalda de esa manera. ¿Acaso había yo hecho algo mal?
Un día tocaron a mi puerta y, para mi completa sorpresa, era él. Me invitó a que fuéramos a comer a un restaurante de carnes que le gustaba mucho. Mientras platicábamos, me quejé de que ya no me estuviera invitando a sus reuniones. El rió, habló acerca del pájaro de la libertad, y me dio a entender que, si yo no tomaba en serio sus sugerencias, podía perderlo para siempre.
Desde esa vez, aprendí a dar lo mejor de mí en lo que fuera que el nagual me sugiriera. Nunca he lamentado esa decisión, ya que me ha ayudado de forma determinante en mi propio camino.
Mi sugerencia a los buscadores del conocimiento es que no sólo sean guerreros de escritorio, envejeciendo al son de relatos de poder protagonizados por otros. ¡Atrévanse a experimentar! Carlos nos dejó su conocimiento, nos regaló los ejercicios de Tensegridad para preparar nuestros cuerpos físicos y energéticos para lo que vendrá, y nos dijo que la libertad no es un objetivo teórico, sino una posibilidad real al alcance de la mano.
Aun cuando no creamos del todo en los postulados de los naguales, esto no tiene ninguna importancia, porque lo que nos libera no son las creencias, sino que empecemos a actuar, ahorremos energía y logremos ser impecables. Eso lo cambia todo.
Una de las cosas que he aprendido en mis pasos por este mundo, es que cada uno de nosotros es un brujo en potencia, lo sepamos o no. En lo más profundo de nosotros hay un ser que sabe con una voz silenciosa. Ya conocemos el camino, hemos sido testigos de eventos prodigiosos y basta con recordarlos para recuperar nuestra dimensión mágica.
También aprendí que, para que nuestra vida valga la pena, es preciso hacer de ella algo especial, porque vivir en forma mediocre y aburrida no es nuestro destino. ¿Qué es lo que nos impide dar un paso más allá de lo común? Lo que importa es convertir nuestros sueños en realidad, y vivir la vida fuerte del guerrero que tiene un propósito y sabe cómo alcanzarlo.
Nunca es tarde para emprender la batalla por la conciencia. Mientras estamos vivos, siempre hay una posibilidad para desandar los pasos y reclamar (le regreso aquello que por derecho nos pertenece: nuestra plenitud energética, la herencia guerrera, la capacidad de asombro, de maravilla, para así penetrar en la aventura de lo desconocido.
Tomar la decisión de aceptar los preceptos del camino de los brujos es apenas la mitad. Después de eso viene el trabajo duro: transformarnos, de simples humanos llenos de debilidades, en guerreros impecables con pleno control sobre sí mismos. Eso se logra a través de una revolución interna, donde el ser que va a morir lucha denodadamente para cumplir con su parte en la toma de conciencia.
Mi reconocimiento a cada uno de los amigos que narran aquí sus historias junto al nagual. Carlos decía que mientras hay memoria, hay conciencia, y yo creo firmemente que con estos relatos, no sólo estamos reconociendo lo que recibimos de él, sino también contribuyendo al engrandecimiento de la
obra que él empezó. Estoy seguro de que él hubiera querido atestiguar cómo sus aprendices se ponen de acuerdo para reconstruir "el mapa", y emprenden un trabajo conjunto que sólo puede ser calificado como el resurgimiento del nagualismo como un fenómeno social.
Agradezco al Espíritu por haberme dado la oportunidad de participar en este trabajo y por poder compartir el conocimiento del plan cósmico para la evolución de nuestra especie. Veo la llegada de un tiempo cuando el ser humano pueda buscar libre-mente, experimentar sin presiones y encontrar su camino en el laberinto de la energía. Veo nacer un hombre nuevo, más preocupado con su destino como ser que va a morir, que con las exigencias del orden social.
El nagual no ha muerto. Carlos partió para ese fantástico viaje en el que todos nos embarcaremos algún día, pero el nagual permanece, puesto que es inmortal.
Con deseo de plenitud para todos.
Armando Torres.

Alba
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