El Libro De Buda

Referencia: 9788484450689
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INSPIRADO POR LAS ENSEÑANZAS DEL LAMA KYABJE ZOPA RINPOCHE En la tradición budista hay incontables deidades que son encarnaciones de la sabiduría iluminada, y representan Ios diferentes aspectos de la mente iluminada. La práctica diaria de la meditación con un Buda particular puede ser para el lector un mapa ...

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INSPIRADO POR LAS ENSEÑANZAS DEL LAMA KYABJE ZOPA RINPOCHE

En la tradición budista hay incontables deidades que son encarnaciones de la sabiduría iluminada, y representan Ios diferentes aspectos de la mente iluminada. La práctica diaria de la meditación con un Buda particular puede ser para el lector un mapa sagrado que le lleve a experimentar la sanación, la compasión y la esperanza que estas deidades traen a nuestras vidas.
Entre los Budas incluidos en este estudio están el Buda Histórico (Shakyamuni), los cinco Dhyani Budas, los Budas de Purificación, los Budas de Sanación, Ios Budas de Compasión, los Budas de Longevidad, la Diosa Madre, los Budas de la Riqueza y el Buda del Futuro.
La autora presenta cada uno de estos budas con una espléndida fotografía y una detallada explicación de su posición dentro del mundo budista, seguida de mantras sagrados, mandalas votivos
y una explicación de su guía espiritual e iluminación.
Esta guía innovadora se publica con pleno apoyo del Lama Kyabje Zopa Rinpoche y es el regalo de Lillian Too al corazón de Buda en todos nosotros.
LILLIAN TOO es budista practicante y autora de diversos éxitos de ventas. Vive en Kuala Lumpur (Malasia), donde dedica su tiempo a la práctica budista, a su hija Jennifer, a escribir sus libros y a dirigir su empresa editorial.
Se encontró por primera vez con su profesor de budismo, Lama Kyabje Zopa Rinpoche, en 1997. A raíz de este encuentro, la autora recordó una vida anterior compartida con Rinpoche en Lawudo, un pueblo de los Himalayas.
Lillian también es autora de la Guía completa ilustrada de Feng Shui y de Mantras and Mudras, entre otras publicaciones.

 

encuentro con un buda viviente

Mí viaje personal hacia la dicha

Mi viaje personal dentro del budismo comenzó en la ciudad sagrada de Bodhgaya, en India. Hace algunos años, en febrero de 1997, tuve la inmensa fortuna de conocer a uno de los seres más sorprendentes de nuestros días, alguien a quien reconocí inesperada-mente. Esta extraña sensación de déjá vu me impactó en el momento en que él presionó mi cabeza con las palmas de sus manos cuando me inclinaba ante él y le ofrecía simbólicamente un pañuelo de seda. Este gesto ritual forma parte de la tradición budista tibetana, y debe hacerse cada vez que uno se encuentra con un alto lama reconocido (guru).
La sensación de ((recordar)) se produjo a algún nivel sobrenatural, aunque no fue algo imaginado, sino vivido. En un momento me sentía curiosa y expectante porque iba a conocer a un hombre santo, y al momento siguiente me sobrevino esta dichosa sensación de reconocimiento. Me sentí atraída hacia él como si fuera alguien que hubiera conocido y amado durante mucho tiempo. El sentimiento fue momentáneo —como una imagen de televisión que temblase un momento    antes de que mi atención volviese al mundo ordinario, donde estaba siendo presentanda al lama Kyabje Zopa Rinpoche.
Ése fue nuestro primer encuentro en esta vida. Él sonreía, pero no de una manera especial, y tampoco me dedicó una atención especial. Yo era una más en una larga fila de personas que estábamos esperando para ofrecerle un kata, el pañuelo de seda tradicional. Pero a medida que los discípulos y seguidores de Rinpoche se arrodillaban y se prostraban a mi alrededor en reverencia hacia él, recuerdo que pensé: «¿Cómo le ha costado tanto encontrarme?»

 

RECUERDOS DE UNA VIDA PASADA

Desde entonces he adoptado al lama Kyabje Zopa Rinpoche como guía espiritual y profesor. Fue un encuentro que debería haber anticipado, pero cuando una no sabe nada de lamas y vidas pasadas, no se da cuenta de estas cosas.
Había habido muchos signos, pero estaba ciega a ellos. Lo más revelador habían sido mis sueños, y entre ellos el más significativo fue uno en el que aparecían dos tigres blancos, aunque
más adelante descubrí que en realidad eran leones de nieve. Ellos anunciaron la aparición del guru en mi vida, pero yo no era consciente de este hecho. Además, me venían continuamente imágenes mentales, imágenes de una época lejana, en las faldas de la cordillera del Himalaya y sobre el frío suelo de piedra de un monasterio. Después entendí que estas imágenes e instantáneas eran recuerdos, pero cuando empezaron a surgir en mi conciencia no significaban nada para mí. Sólo cuando vi fotografias y fui a la región Solu Khumbu, en los Himalayas, pude reconocer el lugar. Aquellas revelaciones abrieron mi mente, pero incluso entonces me eché atrás y me re-tiré porque temía «hacer contacto». Continué descartando las coincidencias como si fueran fantasías mías, hasta que se produjo el encuentro con Rinpoche y sentí el intenso impacto de ese momento de cercanía.
Después de ese encuentro, que fue histórico para mí, durante un año me dediqué a volar por el mundo persiguiendo al Buda: fui de India a Taiwan, de allí a Estados Unidos y, finalmente, a Katmandú y los Himalayas, a las altas montañas de la región de Solu Khumbu y a un pueblo llamado Lawudo. Ahora estoy convencida de que en una vida anterior viví allí con Rinpoche, durante una época en la que él fue Lawudo Lama, un Buda viviente que se manifestaba como meditador-profesor y vivía retirado en una cueva de los alrededores. Pocos reconocían lo que era hasta que llegó el momento de su deceso.
Lawudo Lama sólo reveló la mente iluminada que residía en su cuerpo iluminado en el momento de su muerte. Las señales se repitieron durante doce días y doce noches: nubes de arco iris, cielos azules y sonidos de cantos angélicos. Después de su cremación no quedó nada de sus huesos entre las cenizas, excepto una joya preciosa. Aquella joya preciosa fue devuelta a su familia.... v la gente de la región empezó a considerar a Lawudo Lama como un ser iluminado. Pero dada su inmensa bondad, la sorprendente consecuencia de aquel tránsito magníficamente divino fue su reencarnación: Lawudo Lama volvió.
Reencarnó en el cuerpo del joven Zopa Rinpoche, y desde el momento en que pudo hablar declaró quién era. apuntando persistentemente a la vieja cueva de Lawudo Lama e insistiendo en que aquella era su cueva. Los budistas saben que los «acontecimientos divinos» siempre toman la apariencia de ocurrencias ordinarias y no se anuncian a los cuatro vientos. Así es como se produjo la reaparición de Lawudo Lama en el reino humano, pero esta vez, en lugar de ser un meditador residente en una cueva remota, tomó la forma de un humilde monje. Pasó con facilidad todas las pruebas que le llevaron a ser reconocido y entronado como reencarnación de Lawudo Lama. Como joven tulku (lama reencarnado), Rinpoche pasó algunos años en Tíbet recibiendo una educación monástica antes de verse obligado a huir a India durante la invasión china, en 1959.

VIDAS PASADAS Y NUEVAS PERSPECTIVAS

Durante años había sabido que en una vida anterior viví en una cueva que presidía un valle don-de cultivaban plantas de un verde brillante (después descubrí que eran plantas de patata), mientras que en la distancia divisaba altas montañas coronadas de nieve. Sabía que tenía que haber vivido algunas vidas pasadas muy significativas entre aquellos picos montañosos porque siempre me han gustado las montañas. Durante mucho tiempo supuse que la imagen que me venía insistentemente a mi cabeza debía situarse en algún lugar de China. Sólo después de ir a Lawudo me di cuenta de que era una visión de un elevado y remoto lugar de los Himalayas.
El encuentro con Rinpoche hizo que viera todo lo que había sido y hecho desde otra perspectiva. Me había retirado de la vida empresarial a principios de la década de los noventa, después de haber alcanzado algunas cimas muy elevadas. Nadie creía que pudiera bajarme de la monta-ña rusa que era mi vida en el próspero y fascinante mundo de los negocios.
Dije a mis escépticos amigos que tenía «otras cimas que escalar». No tenía ni idea de lo que me esperaba, pero me había retirado para poder dedicar todo mi tiempo a la maternidad. Me parecía absurdo que después de rezar tanto y dedicar toda una década a tener una hija, me alejara de las alegrías de cuidar a Jennifer por continuar persiguiendo el sueño corporativo. De modo que liquidé mis inversiones, nadé en la abundancia, hice mis maletas, me despedí de Hong Kong y volví ami casa en Malasia. Los años siguientes estuve dedicada exclusivamente a Jennifer: fue una época especial para ambas que nunca olvidaremos. En aquellos pocos años Jennifer floreció, y nació entre nosotras un amor madre-hija que actualmente sigue trascendiendo nuestras mentes y corazones. Pero somos individuos diferentes. Y mientras que mi vida está entrando en su fase menguante, la suya apenas está empezando. A medida que la vida de Jennifer adquiere nuevos colores y sabores, me doy cuenta de que no puedo hacer que mi vida gire exclusivamente en torno a la suya. Si quiero que aprenda a volar, debo dejarla en libertad.
Me puse a escribir, un primer amor al que no había dado rienda suelta desde hacía veinte años. Me pareció evidente que tenía que especializarme en el feng shui. Algo debe haberme llevado a convertirme en autora de libros de feng shui, porque mi primer libro sobre el tema —aun sien-do autopublicado y la obra de una aficionada— tocó una fibra sensible en la mente colectiva, se-dienta de profundizar en esta disciplina. Feng Shui tuvo un éxito inmediato. Y lo que es más importante, llamó la atención del lama Kyabje Zopa Rinpoche.
Como una gota de agua que cae en un gran estanque en calma, las ondas creadas por mi primer libro tuvieron muchas repercusiones: adquirí repentinamente fama y fortuna, una nueva pro-
fesión y un nuevo estilo de vida. Y lo que es más importante, este libro se convirtió en el instrumento que me condujo a un despertar espiritual que me dejaría atónita, sin respiración, con ganas de más.
A través del feng shui, Rinpoche dio conmigo, y a través de Rinpoche pude conocer a los bu-das. En compañía de Rinpoche aprendí sobre vidas pasadas y reencarnaciones; sobre el karma y las semillas de iluminación; sobre la naturaleza del mundo samsárico y la posibilidad de alcanzar la liberación; sobre la compasión, y la plena realización de la sabiduría surgida de la comprensión del vacío. Éxito, riqueza, ganancia material: ahora podía ver todas las cosas que tanto habían significado para mí desde una nueva perspectiva. Las veía simplemente como parte del mundo samsárico, manifestaciones temporales de mi buen karma anterior, pero también sabía que estas comodidades y lujos materiales son impermanentes. Como la vida misma, todo lo que tenemos —nuestros hermosos cuerpos, nuestra riqueza y nuestra salud    es impermanente.
La totalidad de la vida es impermanente. La totalidad de la vida está sujeta al sufrimiento. No hay felicidad permanente. La única felicidad real y duradera es la de la mente sabia que ha alcanzado la compasión y el vacío: ésta es la verdadera naturaleza de la realidad.
Ésta es la mente despierta, la mente iluminada, un estado de conciencia mental que «ni existe ni deja de existir». Si no comprendes esta última frase, no te preocupes, porque en realidad yo tampoco la comprendo, y lo mismo les ocurre a millones de personas que han estudiado los sutras (textos sagrados). Si los comprendiéramos, todos nos convertiríamos en budas. Pero esto es lo que nos esforzamos por comprender, es la toma de conciencia que genera el estado de iluminación, un estado libre de sufrimiento, un estado en el que no queda nada por aprender, el estado de despertar que constantemente nos esforzamos por alcanzar.
De modo que al encontrarme con el más alto de los altos lamas, las enseñanzas de Buda irrumpieron en mi corazón y en mi mente. Recuerdo la escena delante de mí, recuerdo estar sentada detrás de la espalda ligeramente inclinada de mi lama. No veo su rostro. Sólo siento su presencia y me inunda la devoción. Él está meditando y lleva puesto un hábito de color claro. No se parece físicamente a mi Rinpoche de esta vida. Mi convicción de que son el mismo ser viene de algún lugar en lo profundo de mí. Es algo vivido, experimentado, no tengo forma de confir-
marlo. Sólo es verdad para mí porque lo creo. En esta vida, sé que mi sentimiento por Rinpoche es algo kármico, porque le reconozco y le venero. Mi devoción hacia Rinpoche por haber sido mi guru durante muchas vidas pasadas viene de algún lugar dentro de mí. La veneración que siento por él fluye de mí sin esfuerzo.

VOLVER A CONECTAR EN ESTA VIDA

Después de volver a conectar con Rinpoche en esta vida, puse todo mis esfuerzo en estar dondequiera que él estuviera, y el año que le conocí fue inolvidable. Mi mente y mi cabeza entra-ron en un torbellino de dicha y de dolor al mismo tiempo. Llevaba tanto tiempo ciega a la verdadera naturaleza de la existencia que las ilusiones de éxito, riqueza y fascinación hacían que el ego dominara excesivamente. El proceso de limpieza fue doloroso y agotador, pero tuve que pasar por él.
Rinpoche fue increíblemente bondadoso conmigo; en alguna vida pasada debo haber hecho algo bien porque el buen karma maduró magníficamente. Me encontré con mi Buda y tomé plena conciencia de ello. Reconocí a mi profesor. Y estaba preparada para él cuando su presencia se materializó en mi vida.
De modo que hice lo que él me aconsejó. Canté mantras purificadores para limpiar eones de karma negativo. Cambié de actitud y realicé un verdadero esfuerzo por mostrar compasión por los demás. Observé mi mente y puse mi afán en transformarla. Estudié los textos traducidos sobre la transformación de la mente, recibí enseñanzas preciosas, tomé refugio e iniciaciones que me acercaron a las deidades budistas, y empecé a practicar meditaciones y visualizaciones espirituales. Todos estos ejercicios me resultaban bastante intensos, y muchas veces mi mente egoísta se rebeló, haciéndome desistir. Pero poco después volvía al sendero, al Dharma (práctica espiritual), una y otra vez.
No me costó mucho ver a Rinpoche como una emanación del gran linaje de profesores que aceptan el renacimiento con el único propósito de llevar un mensaje de sabiduría y compasión a mucha gente. Como ser divino, o bodhisattva sagrado, Rinpoche es uno de los budas vivientes que caminan sobre la faz de la tierra. Ellos han estado con nosotros desde tiempo inmemorial, manifestándose como humildes monjes o bajo otros disfraces, y guiando a quienes tienen el buen karma de conocerlos hacia la dicha suprema de la existencia iluminada. Al reencontrarme con el lama Kyabje Zopa Rinpoche, me encontré con una emanación viviente de Buda, que abrió rutas asombrosamente nuevas para que mi mente pudiera viajar por ellas.

Índice

  1. Introducción: Encuentro con un Buda viviente. Mi viaje personal hacia la dicha VII Encuentro con el Buda fundador, Shakyamuni 1
  2. Cinco budas tántricos para la transformación espiritual 32
  3. Purificar la negatividad: Vajrasattva y los treinta y cinco Budas de Confesión56
  4. El Buda de la Medicina 90
  5. El Buda de la Compasión, Avalokiteshvara 126
  6. La trinidad de los budas de Longevidad: Tara Blanca, Amitayus y Namgyalma 148
  7. Tara Verde, la Diosa Madre 172
  8. Los budas de la Riqueza 200
  9. Maitreya, el Buda del futuro 226
  10. Apéndices 250
  11. Hacer ofrendas mandalas 252
  12. Glosario 257
  13. Direcciones FPMT (Fundación para la
  14. Preservación de la Tradición Mahayana) 263
  15. Índice de nombres 269
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