La Presencia De Dios En Las 22 Letras Del Alfabeto
Referencia: 9788498273021
Las 22 letras del alfabeto hebreo aluden, más o menos veladamente, al Nombre de Dios o a la divinidad; o, dicho de otro modo, ésta se oculta en cada una de las letras.
Por otra parte, todo el texto de la Torah, nos enseñan los sabios cabalistas, está compuesto de Nombres de Dios. Todas las palabras Que lo conforman son Nombres de Dios. Esto es, de hecho, lo Que le confiere su sacralidad.
El idioma hebreo, Lashon haKoddesh o "lengua sagrada", alude constante y veladamente a lo Que podríamos llamar "la Presencia de Dios". La Guematria o, mejor dicho, las Guematrioth (plural de Guematria) nos ofrecen mediante sus sorprendentes guiños numéricos infinidad de indicaciones Que apuntan a ello. En este pequeño ensayo el autor únicamente señala algunos de estos guiños. Algunos son conocidos y aparecen en obras clásicas; otros, hasta donde hemos podido comprobar, no habían sido nunca revelados.
PRÓLOGO
Toda obra importante que uno tuviere la voluntad de realizar requiere planificación. Y para elaborar el plano, se necesitan signos. Los mismos serán el medio que permita la percepción sensorial de la idea, en virtud de rasgos precisos que se asocien con ésta. De este modo se podrá llevar a la práctica la idea concebida.
Ahora bien, este mundo en el que moramos es una obra, una gran obra, que fue concebida y planificada por Dios. Y también El se valió de signos que previamente elaboró: las letras hebreas. Con las mismas elaboró el plano y sobre la base de éste, realizó toda la creación.
Todo fue creado por Él a través de palabras formadas por letras, tal como se lo detalla en el Génesis. Ya que en el primer capítulo del mismo hallamos diez pronunciaciones en las que se declara: «y dijo Dios», en relación con las distintas creaciones llevadas a cabo para dar forma al cosmos. Por ejemplo: «Y Dijo Dios: ¡Que haya luz! Y hubo
luz» ( Génesis 1-3).
Resulta que todo lo existente en el cosmos fue creado mediante palabras formadas por letras. Ahora bien, en el mundo observamos creaciones con aspecto terso, rugoso, liso, áspero, y de muchas otras características. Asimismo apreciamos entes cálidos y otros fríos, así como una enorme variedad de temperaturas intermedias. También distinguimos aromas de las más diversas clases, e innumerables tonalidades que llenan de colo-
rido la realidad. Los sonidos que se perciben son incontables, y también los sabores. Del mismo modo hallamos infinidad de caracteres disímiles en los seres vivientes, principalmente en las personas.
Viendo todos estos rasgos que identifican a las creaciones, y teniendo en cuenta que todo fue realizado por Dios a través de las letras, ¿cabe suponer que las letras poseen todas estas propiedades en su interior?
Los sabios cabalistas se ocuparon de esclarecer este asunto de forma puntual. Todos coincidieron en que las letras hebreas poseen en su interior la raíz de todo lo existente. Hay letras asociadas a cada tonalidad, a cada elemento, a cada superficie, a cada aroma, e incluso a cada carácter.
Además, las letras hebreas están asociadas a los números. Cada una de ellas se identifica con un valor específico. Y esos valores se suman, se restan, se multiplican, se dividen, y se combinan entre sí. A través del cálculo numérico de las letras se pueden comprender datos intrínsecos de la creación, así como enseñanzas que surgen de las mismas y resultan de gran importancia.
Y como lo que está escrito en la Biblia posee un nivel de interpretación infinito, se pueden aprender de la sumatoria de las letras y la combinación de las mismas innumerables enseñan-zas. Por tal razón fue dicho también en relación con este asunto, que las palabras de la Torah son, «como el martillo que hace estallar la roca» (Jeremías XXIII-29). Pues así como el martillo divide a la roca en múltiples fragmentos, así las palabras de la Torah se dividen en innumerables enseñanzas(véase Talmud, tratado de Sanhedrin 34a, Rashi en Génesis XXXIII-20).
Por esta razón los sabios han escrito gran cantidad de libros sobre este tema. Cada uno expone sus deducciones y enseñanzas, que están todas enraizadas en la Torah. Y en este libro, el autor, Juli Peradejordi, explica la esencia de cada letra del alfabeto hebreo, y combina a su vez esta elucidación con maravillosas enseñanzas y deducciones que derivan de sorprendentes cálculos numéricos que revelan la presencia divina en el interior de las letras. Pues si Dios fue Quien creó todo, es lógico suponer que también en el interior de las letras se encuentre marcado este rasgo. Y es importante descubrirlo, como está escrito: «Reconócelo en todos tus caminos» (Proverbios VI-3).
Sin lugar a dudas se trata de un trabajo muy va-lioso que es producto de muchos años de estudio, investigación y esfuerzo. Y también es propicio destacar la responsabilidad del autor, Juli Peradejordi, citando las fuentes correctas, y las referencias, lo cual da a la obra un toque de profesionalidad ejemplar.
Rabbi Aarón Schlezinger