Obedece A Tu Cuerpo Amate

Referencia: 9788478082803
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Esta obra es una especie de diccionario, o lábor de consulta, para que quien sufra de un malestar o enfermedad cualquiera pueda averiguar de una manera sencilla y rápida la causa profunda de su problema. La enfermedad es un mensaje que el cuerpo raos manda para ayudarnos a tomar consciencia de una fórma de pensar que nos...

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Esta obra es una especie de diccionario, o lábor de consulta, para que quien sufra de un malestar o enfermedad cualquiera pueda averiguar de una manera sencilla y rápida la causa profunda de su problema.
La enfermedad es un mensaje que el cuerpo raos manda para ayudarnos a tomar consciencia de una fórma de pensar que nos esta perjudicando. La medicina tradicíonal sígue creyendo que la enférmedad es un obstáculo para la felicidad del ser humano, por ello lucha contra ella, tratando los síntomas sin atacar su causa profunda no orgánica.
Sin embargo, para mi gran dicha, he descubierto que la enfermedad es más bien un regalo que nos puede permitir equilibrar nuestro SER. El cuerpo fisico no es la causa de las enfermedades. Por sí mismo no puede hacer nada, pues la vida que lo mantiene viene del alma, del espíritu. El cuerpo es símplemente el reflejo de lo que sucede en el ánteríor de nuestro verdadero SER.

Lise Bourbeau nació en Quebec, en 1941, siendo la cuarta de once hermanos.
Creció rodeada de amor y aceptación, desarrollando muy pronto un gran valor, un notable equilibrio y un marcado carisma. Desde muy joven no ha cesado de irradiar salud, amor y felicidad. Su sinceridad y sus excepcionales cualidades de liderazgo hacen que conecte de un modo excepcional con quienes la oyen, permitiendo que todos se beneficien enormemente de sus dones.
En 1982 fundó, en el corazón de las hermosas montañas Laurentinas, la escuela Escucha a Tu Cuerpo, la cual se ha convertido desde entonces en una de las más importantes escuelas de crecimiento personal de Canadá y la más importante del mundo en lengua francesa. Su filosofía, difundida en numerosos libros y en los continuos talleres que imparte en más de veinte países, está basada en un continuado reaprender y en el amor incondicional.
De los libros de Lise Bourbeau se han vendido ya más de tres millones de ejemplares.

INTRODUCCIÓN

Tras quince años de investigaciones y experiencias en el campo de la metafísica, finalmente me he decidido a escribir otro libro sobre este tema.
Utilizo el término metafísica en lugar de psicosomática por la siguiente razón: somático quiere decir «referente al cuerpo», y psico «referente al alma». Incluso las la medicina tradicional adicional acepta la idea de que al menos un 75% de as enfermedades son psicosomáticas, es decir, que el mal físico es originado por una causa emocional o mental. Sin embargo, el psicosomático no de las suele estar bien visto. La mayoría e as personas se sienten insul- tadas cuando se les dice que su enfermedad m  es psicosomática, pues lo interpretan como si fuera imaginaria, anormal o mental, y se niegan a ver más allá del plano físico.
Por lo tanto, prefiero considerar a los malestares y enfermedades desde el punto de vista metafísico, es decir, que va más allá de lo físico.
Al igual que nos ocurre a todos, mi proceso de aprendizaje es continuo; a medida que evoluciono todo se me va haciendo
más claro. Cuanto más enseño a los demás, más aprendo. Y es tan apasionante lo que he podido descubrir en estos quince años de enseñanza, que me he decidido a compartirlo contigo.
Esta obra pretende ser una especie de diccionario o libro de consulta para que cualquier persona que sufra de un malestar o enfermedad pueda averiguar de una manera sencilla y rápida la causa profunda de su problema.
Cuando el cuerpo nos habla a través de un malestar o una enfermedad cualquiera, lo hace para ayudarnos a tomar conciencia de una forma de pensar que no es benéfica para nosotros. Esta forma de pensar, aunque de un modo inconsciente, perjudica a todo nuestro ser y entonces aparece el malestar para decirnos que ha llegado el momento de cambiar esa forma de pensar o esa creencia no benéfica. Nos dice que estamos llegando a nuestros límites físicos, emocionales y mentales.
Me dirijo a ti en segunda persona con la esperanza de que, cuando busques el significado de algún malestar o enfermedad, ello te haga más fácil identificarte con mis palabras.
Si es la primera vez que oyes hablar de metafísica, tal vez este método te parezca un poco simplista. Tu reacción puede ser la de la mayoría de las personas que abordan un tema nuevo, es decir, quizás te plantees las siguientes preguntas: «¿De donde provienen sus conocimientos? ¿Por qué debo creer lo que dice en este libro?»
Tu reacción es muy legítima, por lo que te sugiero que no creas nada de lo que leas de buenas a primeras, pero tampoco lo rechaces todo sin más. Te queda la opción de leer con un espíritu abierto y decirte: «¿Habrá algo de cierto o útil en lo que estoy leyendo?» Antiguamente, antes de que la medicina —tal como la conocemos ahora— alcanzara la predominancia que posee en la actualidad, la metafísica estaba más vigente. Y volvió a resurgir después del inicio del psicoanálisis. Freud decía que el cuerpo y la psique se pueden asociar. Carl Jung decía: «Del mismo modo que el consciente y el inconsciente están en relación constante, el cuerpo y el espíritu están en interacción continua». Estas afirmaciones datan de hace más de 50 años. Desde entonces, investigadores como Wilhem Reich,
John Pierrakos, Fritz Perls, Louise Hay y muchos otros han contribuido enormemente al resurgimiento de la metafísica.
Por desgracia, en la medicina tradicional (e incluso en algunas medicinas llamadas «naturales») se sigue creyendo que la enfermedad es un obstáculo para la felicidad del ser humano. En este tipo de medicinas se lucha contra la enfermedad. El empeño por hacer desaparecer el síntoma sin ir a la causa profunda (no orgánica), es como querer apagar la lucecita roja que se enciende algunas veces en el tablero del automóvil. La persona que actúa sin tratar de descubrir el problema que señala la luz, inevitablemente se ocasiona un problema más grave.
Para mi gran dicha, he descubierto que la enfermedad es un regalo para que podamos equilibrar nuestro SER. De hecho, el cuerpo físico no es la causa de las enfermedades. Por sí mismo no puede hacer nada. La vida que lo mantiene viene del alma, del espíritu. El cuerpo es simplemente el reflejo de lo que sucede en el interior de nuestro verdadero ser. Por ello, todo lo que un cuerpo enfermo busca es restablecer su equilibrio, porque el estado natural del cuerpo es la salud. Esto es también cierto para los cuerpos emocional y mental.
Al considerar este punto de vista no tienes nada que perder y quizá encuentres en él la causa y la solución para tu mal. Te advierto que es muy posible que tu ego se resista a encontrar la solución, porque ello significará que te cuestiones y cambies tus creencias mentales. Y esto me lleva al tema del ego.
¿QUÉ ES EL EGO? El ego es la totalidad de tus recuerdos que, habiendo adquirido demasiada importancia con el paso de los años, terminan por volverse lo suficientemente poderosos como para invadir tu individualidad. Me explico: la forma en la que en su momento percibiste un acontecimiento fue registrada en tu memoria. Debido a que este suceso fue especialmente feliz o difícil de vivir, decidiste que era necesario no olvidarlo. De este recuerdo sacaste una conclusión, que se convirtió en una creencia que busca evitarte un sufrimiento si el acontecimiento fue desafortunado, o repetirlo si el suceso fue motivo de dicha.
Estos recuerdos se convierten en personalidades dentro de ti y tienen su propia voluntad de vivir; se nutren de la energía que les das cada vez que dichos recuerdos o dicha forma de pensar dirigen tu vida. Estas personalidades son como seres, como personas que te hablan: son las múltiples voces que escuchas en tu interior.
Por otro lado, es importante que seas consciente de que cuando creíste en algo fue porque estabas convencido de que esa creencia te ayudaría a ser más feliz. Desafortunadamente, la gran mayoría de las creencias acumuladas desde tu infancia ya no te son útiles. Algunas pudieron haberlo sido, pero la mayoría ya no lo son.
Consideremos el ejemplo de un niño a quien, por resultarle difícil aprender a leer correctamente, uno de sus padres o su maestro le dice: «No sirves para nada, eres demasiado distraído. Nunca lograrás nada bueno en la vida». Si el niño sufrió esta experiencia y decide creerla durante toda su vida, cada vez que quiera aprender o emprender algo nuevo oirá una vocecita en su cabeza que le repetirá que no sirve para nada. Esta parte de él (su creencia) está convencida de que lo ayuda a no sufrir, impidiéndole emprender cualquier cosa.
De este modo, escuchando su creencia, este niño ya convertido en adulto hará todo lo posible para que no le digan otra vez que no sirve para nada; esta creencia, que ahora forma parte de su ego, le proporcionará todo tipo de excusas para no emprender algo: «No me interesa», «He cambiado de idea», «No es el momento oportuno», etc. Evidentemente esta forma de pensar ya no es benéfica para esta persona.
El ego está constituido por cientos de creencias como ésta, de las cuales debemos ser conscientes, o de lo contrario nos impedirán realizar nuestros deseos. Y éstos son esenciales para ayudarnos a manifestar nuestro Yo SOY.
Esta es la razón principal de todos nuestros malestares y enfermedades: EL ENORME PODER DE NUESTRO EGO. De hecho, cuando dejamos que dirija nuestra vida y dejamos que esto nos impida ser lo que debemos ser, muchos de nuestros deseos se bloquean, y ello termina por bloquear la parte física del cuerpo que sería necesaria para manifestar o realizar tales deseos.
Un caso: una joven vino a verme un día con una fuerte tendinitis en el brazo derecho. Le pregunté qué actividades le impedía realizar ese dolor. Me respondió que le impedía jugar tenis. Podría haber respondido que le impedía llevar a su hijo en brazos u ocuparse de sus labores domésticas (cuando podemos encontrar qué nos impide hacer en el mundo físico, es más fácil hallar la causa del dolor.) Ante la respuesta de esta señora, supe de inmediato que había en ella una actitud mental o una creencia que perjudicaba su forma de jugar al tenis. Le pregunté cuál era su intención o su deseo en el momento de inscribirse en esta práctica. Me dijo que lo hizo para divertirse, pues es del tipo de persona que se toma la vida demasiado en serio, además de tener muchas ocupaciones y dos niños en casa.
Después de estas preguntas me contó que luego se dejó convencer por otras tres señoras para unirse a ellas y formar dos equipos que se enfrentarían cada semana. De este modo el juego, que debía ser algo divertido, se transformó en una competencia seria. Cada vez que cometía un error su compañera le señalaba que debía jugar mejor. Gracias a la tendinitis descubrió que hasta ese momento no se había atrevido a plantear abiertamente sus ideas por miedo a desagradar a las demás. La creencia existente en ella según la cual la vida debe ser seria, le impidió jugar sólo para divertirse. Entonces tomó consciencia de que su madre tenía la misma creencia y que era muy severa consigo misma. Había tanto que hacer que no quedaba tiempo para el juego.
Es importante señalar que esta tendinitis no le decía que dejara de jugar, sino que CAMBIARA SU PERCEPCIÓN con respecto al juego. Con frecuencia sucede que la gente cree que el dolor es una indicación para hacer o dejar de hacer algo. Esta joven podría haber pensado: «El brazo que me duele tanto quizá está tratando de decirme que es mejor que ya no juegue al tenis». i CUIDADO! Estos pensamientos son trucos del ego para no descubrir la creencia. ¿Por
qué? PORQUE EL EGO ESTÁ CONVENCIDO DE QUE LO QUE ÉL CREE ES LO MEJOR PARA TI.
Te sugiero que estés especialmente alerta cuando tu malestar o tu enfermedad te parezcan solamente físicos. Estos son algunos ejemplos:
—Enfermedad causada por una deficiencia de vitaminas. Tan pronto como la persona toma estas vitaminas, su enfermedad desaparece.
—Una persona se cae y se rompe un brazo.
— Otra come muchos chocolates y se indigesta.
— Otra hace un esfuerzo físico y siente dolores musculares incluso muchos días después.
Es muy tentador creer que la causa es solamente física. Como en el ser humano es imposible disociar los cuerpos físico, emocional y mental, te aconsejo que no te dejes influir otra vez por tu ego que quiere a toda costa que le eches la culpa a un factor externo. Te repito que la razón por la cual el ego rechaza la responsabilidad de las enfermedades es que la creencia (una parte del ego) causante del accidente, la indigestión, etc., está convencida de tener la razón y no quiere ser descubierta.
Recuerda que el ego no puede dirigir la vida del ser humano. Es incapaz de conocer las verdaderas necesidades de una persona, ya que se basa sólo en los recuerdos del pasado. El ego es estrictamente una creación de la mente humana.
El ego tiene su propia voluntad de vivir y sólo se convierte en tu amo cuando dejas que tus creencias dirijan tu vida. Estos conceptos los explico más ampliamente en mis otros libros.
El hecho de aceptar que los malestares o las enfermedades son sólo de orden físico, como una herida producida en un accidente, una indigestión, un dolor de muelas, etc., sería como disociar a la persona de sus otros dos cuerpos. Nuestra envoltura material está compuesta de tres cuerpos y no podemos disociarlos en ninguna actividad, cualquiera que ésta sea. Para demostrar estos vínculos, considera a una persona que piensa o que siente algo: la reacción en su cuerpo físico es automática. Por ejemplo, en el caso del corazón que late muy rápido después de un susto o una emoción, la causa está más allá de lo físico.
Las causas más comunes de las enfermedades son las actitudes y las emociones negativas, la culpabilidad, la búsqueda de atención y la utilización de la enfermedad para evitar una situación desagradable o para huir de ella. También hay personas que se dejan influir fácilmente y sufren a menudo enfermedades causadas por las creencias populares, como por ejemplo que «una corriente de aire ocasiona un catarro». Estas personas atraparán fácilmente una enfermedad de las llamadas contagiosas.
Tal como lo sugiere el título de este libro, todo malestar te dice que te ames. ¿Cómo llegué a esta conclusión? Al amarnos dejamos que sea nuestro corazón quien dirija nuestra vida, no nuestro ego.
Amamos significa concedemos el derecho de vivir nuestras experiencias, y amar a los demás es concederles el derecho de vivir sus propias experiencias.
Esto significa darte el derecho de ser humano, con tus miedos, tus creencias, tus límites, tus fuerzas, tus debilidades, tus deseos y tus aspiraciones; en fin, darte el derecho de ser como ERES AHORA. Y todo esto se debe hacer sin juicios morales de bueno o malo, correcto o incorrecto, viviéndolo solamente como una experiencia, con el conocimiento de que siempre habrá consecuencias, agradables o no, resultantes de las decisiones tomadas.
Por todo ello, este libro pretende ayudarte a que tu cuerpo regrese a su estado natural, es decir, un estado de salud, bienestar, amor y armonía.
Cuando descubres la actitud mental que te bloquea hasta el punto de crearte un problema físico, debes pasar rápidamente a la etapa de la aceptación incondicional de lo que eres, antes de que tenga lugar en ti alguna transformación mental. Por ello, he agregado preguntas personales a cada enfermedad a fin de que puedas ir más lejos.
Tu cuerpo físico se adaptará con gusto a esta transformación. Recuerda que él es sólo un reflejo de lo que sucede en tu interior. Con frecuencia los pacientes me dicen que no comprenden por qué no sanan de un malestar o una enfermedad una vez que han comprendido su mensaje. No basta con comprender o aceptar una situación exterior o aceptar a otra persona. Lo MÁS
IMPORTANTE ES LA ACEPTACIÓN DE UNO MISMO, ES DECIR, PERDONARNOS, y esto lo explico al final del libro.
Además, debo precisar que el hecho de que tú mismo encuentres la causa de tu malestar no quiere decir que no consultes al médico. Puedes buscar ayuda física mientras realizas tu búsqueda interior en los niveles emocional, mental y espiritual. De hecho, es más fácil efectuar una investigación interior cuando no te molesta el dolor.
Quizá tengas incluso la agradable sorpresa de descubrir a un médico que crea que el ser humano no está formado solamente por un cuerpo físico, sino también por otros cuerpos sutiles que tienen una influencia muy fuerte sobre aquél. He comprobado con gran dicha que el número de médicos que creen en una relación cuerpo-espíritu está aumentando muy rápidamente en nuestra civilización occidental. Los médicos orientales lo han creído siempre. Incluso hay muchos médicos que han escrito libros sobre el aspecto metafísico de las enfermedades.
También existe una gran variedad de medicinas llamadas alternativas. Esta es una excelente ocasión para que ejerzas tu discernimiento y tu poder de elección. Estamos hablando de tu cuerpo; tienes la responsabilidad de cuidarlo y de mantenerlo sano.
Esta percepción metafísica de los malestares y de las enfermedades forma parte de las novedades que nos aporta la energía de la era del Acuario (la energía del año 2000), novedades que afectarán a todas las áreas. Dejamos un mundo dominado por la mente para pasar a un mundo más espiritual, es decir, un mundo en el que el SER debe retomar su lugar. Las personas que se rehusan a aceptar esta transformación tendrán cada vez más dificultades para ser felices, para estar sanas y para afrontar la vida.

Sirio
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