La osteopatía al servicio de las emociones, por Francisco Fajardo Ruiz. ISBN: 9788498273526.

La osteopatía al servicio de las emociones

Referencia: 9788498273526
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Más allá de las técnicas somato-emocionales
M.C.I. – Nutrición – MTC/Osteopatía - Oligoterapia

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La osteopatía al servicio de las emociones, por Francisco Fajardo Ruiz. ISBN: 9788498273526.
Más allá de las técnicas somato-emocionales. M.C.I. – Nutrición – MTC/Osteopatía - Oligoterapia

Una emoción es un estado afectivo que experimentamos, una reacción subjetiva al ambiente que viene acompañada de cambios orgánicos (fisiológicos y endocrinos) de origen innato, influidos por la experiencia.

No hay emociones positivas, ni negativas, ni buenas ni malas; hay emociones agradables o desagradables de sentir. Un enfermo emocional es el que se estanca en la misma emoción (la que sea).
Lo sano es poder pasar de una emoción a otra cada día, en los momentos y situaciones que correspondan.
Como dice el prestigioso psicólogo Roberto Aguado: «No somos lo que los demás nos han hecho, sino lo que nosotros hacemos con lo que los demás nos han hecho».
En este libro te guiamos en los pilares fundamentales del equilibrio emocional, tanto a nivel de asesoramiento como con diversos métodos terapéuticos: M.C.I., Nutrición, Osteopatía, Oligoterapia, etc. Un libro tanto para profesionales de la salud como para el público en general interesado en el fascinante mundo de las emociones.

El autor de esta colección, Francisco Fajardo Ruiz, nació en Ordizia, Guipúzcoa. En la actualidad, reside en San Sebastián.
Comenzó su carrera profesional de la mano del masaje, diplomándose en diversas especialidades. Ha realizado cinco cursos de osteopatía y completado más de 20 cursos en otras áreas de la terapia manual.
Ha colaborado, como ponente, en los más prestigiosos congresos de ámbito nacional como
Expomasaje, Sitem o Hispamas. Así mismo, ha realizado ponencias en otros congresos en San Sebastián y Lanzarote.
Colabora habitualmente, con diferentes artículos, en revistas del sector de la terapia manual y prensa.
Es Fundador y jefe de estudios de Ekin, Escuela de Masaje y Terapias Manuales y CIDO, Centro de Investigación y Desarrollo Osteopático. Fundador y director del Instituto Internacional de Osteopatía Avanzada, IIOA y del método de terapia Sistema de Reequilibración Global, SRG. Fundador y expresidente del Registro Nacional de Osteópatas. R.N.O.
Colaboró como profesor en el The International College of Healing Arts, de Los Angeles, California. Actualmente imparte cursos de osteopatía en U.S A
Ha impartido cursos de osteopatía y otras expecialidades terapéuticas en San Sebastián, Bilbao, Santander, Gijón, Zaragoza, Lugo, Madrid, Cuenca, Valencia, Granada, Alicante, Marbella, Cádiz, Lanzarote, Las Palmas y Oviedo.
Ha impartido cursos particulares a profesionales del sector provenientes de México, Los Angeles y California.
Es autor de los libros, Tratado de Terapia Manual de la Columna Vertebral. y Dime qué comes y te diré de qué enfermarás, los peligros de la alimentación actual.
Autor de una colección de 8 DVDS sobre osteopatía, masaje y terapias manuales.
Actualmente, en su carrera profesional alterna el trabajo en su gabinete de osteopatía, en San Sebastián, con la labor docente que viene desarrollando por diferentes puntos de la geografía española, y por otros países, desde hace años.

Prólogo

Cuando uno lleva ya 30 años de profesión y a tenido la suerte de estudiar con varios de los mejores osteópatas del mundo, y leer absolutamente a todos los grandes autores de la osteopatía, uno se cree en una cima poderosa desde donde atisba el horizonte de lo que ocurre en esta bella profesión.
Y de pronto un día conoces, por casualidad o por causalidad, a una persona (Roberto Aguado Romo) que ni siquiera es osteópata (Psicólogo, Especialista en Psicología Clínica. Especialista Europeo EuroPsy en Psicoterapia. Máster en Psicología Clínica y Psicología de la Salud. Especialista en Hipnosis Clínica), y esta persona hace que te caigas de tu cima, que te des una ducha de humildad y te sientas pequeño ante lo que él ha creado y que tiene la cortesía y generosidad de enseñar a personas ajenas a su profesión (M.C.I. Movimientos de Cabeza Inducidos).
Personalmente, afirmo sin rubor ni atisbo de duda que Roberto Aguado es un profesional que sitúo al mismo nivel que John Upledger (1932-2012) o Jean-Pierre Barral. Ambos, auténticos genios y grandes maestros de la osteopatía, desarrollaron un potencial de acción inusitado en el ámbito de la osteopatía somato-emocional.
El método creado por Roberto Aguado, M.C.I., se ajusta como un guante a la osteopatía somato-emocional, y se convierte en una herramienta más para el profesional en beneficio del paciente.
Con total seguridad, el osteópata que descubra este fascinante método de terapia en pro del equilibrio emocional de nuestros pacientes, descubrirá inmediatamente la similitud que tiene con muchas técnicas que los osteópatas utilizamos en los tratamientos emocionales.
¿Podemos integrar una técnica no osteopática en nuestro trabajo? Rotundamente sí. Lo importante es tener una mente científica capaz de buscar siempre cualquier innovación que nos aporte mayor calidad a nuestro potencial de acción en consulta, y que se integre sin paliativos a nuestra manera de abordar a un paciente mediante la osteopatía.
Muchos grandes osteópatas y colegios osteopáticos del mundo ya integran en el estudio y práctica de la osteopatía técnicas médicas, odontológicas, podológicas, kinesiológicas, acupuntura (Upledger utilizaba la acupuntura en muchos de sus tratamientos).
Ahora le llega el turno a M.C.I.
Algún día, raro será el osteópata que no realice M.C.I. en sus tratamientos somatoemocionales.
El camino ya se ha construido...ahora solamente queda avanzar por él.

Capítulo I
Las emociones

Una emoción es un estado afectivo que experimentamos, una reacción subjetiva al ambiente que viene acompañada de cambios orgánicos (fisiológicos y endocrinos) de origen innato, influidos por la experiencia. Las emociones tienen una función adaptativa de nuestro organismo a lo que nos rodea. Es un estado que sobreviene súbita y bruscamente, en forma de crisis más o menos violentas y más o menos pasajeras.
Son definidas como patrones de respuestas químicas y neurales, cuya función es contribuir al mantenimiento de la vida proporcionando conductas adaptativas.
Cada individuo experimenta una emoción de forma particular, dependiendo de sus experiencias anteriores, aprendizaje, carácter y de la situación concreta. Algunas de las reacciones fisiológicas y comportamentales que desencadenan las emociones son innatas, mientras que otras pueden adquirirse.
Existen diversas categorías básicas de emociones.
•    SORPRESA: Sobresalto, asombro, desconcierto. Es muy transitoria. Puede dar una aproximación cognitiva para saber qué pasa.
•    MIEDO: Anticipación de una amenaza o peligro que produce ansiedad, incertidumbre, inseguridad.
•    RABIA: Ira, enojo, resentimiento, furia, irritabilidad.
•    ASCO: Disgusto, aversión, solemos alejarnos del objeto que nos produce asco.
•    ALEGRÍA: Diversión, euforia, gratificación, contentos, da una sensación de bienestar, de seguridad.
•    CURIOSIDAD: Interés, expectación, atrevimiento.
•    ADMIRACIÓN: Imitar, contemplar, fascinación.
•    TRISTEZA: Pena, soledad, pesimismo.
Si tenemos en cuenta esta finalidad adaptativa de las emociones, podríamos decir que tienen diferentes funciones:
•    SORPRESA: Ayuda a orientarnos frente a la nueva situación. Desconectar.
•    MIEDO: Tendemos hacia la protección. Huida.
•    RABIA: Nos induce hacía la destrucción. Ataque.
•    ASCO: Nos produce rechazo hacia aquello que tenemos delante. Aversión.
•    ALEGRÍA: Nos induce hacia la reproducción (deseamos reproducir aquel suceso que nos hace sentir bien). Permanecer.
•    CURIOSIDAD: Activa el cerebro y nos guía hacia la innovación y creatividad. Interés.
•    ADMIRACIÓN: Nos conduce hacia la idealización y por ello se imita. Imitar.
•    TRISTEZA: Nos motiva hacia una nueva reintegración personal. Desaparecer.
La construcción del individuo se hace en el marco de una estructura de cuatro niveles:
—    El yo profundo, constituido por lo innato y el devenir.
—    La familia, que desarrolla el afecto. Forma el carácter, inculca preceptos y valores.
— La sociedad en la que el individuo debe integrarse, recibiendo complementos de iniciación y afrontando las dificultades.
— El propio individuo, que se construye en la simbiosis de lo innato y lo adquirido.
¿Cuando una emoción se convierte en enfermedad?
No hay emociones positivas, ni negativas, ni buenas ni malas; hay emociones agradables o desagradables de sentir. También hay algunas emociones, aunque son pocas, que no tienen utilidad, por ejemplo el odio, que podemos afirmar no sirve absolutamente para nada; el resentimiento y el rencor tampoco. Son tóxicos emocionales.
Un enfermo emocional es el que se estanca en la misma emoción (la que sea).
Lo sano es poder pasar de una emoción a otra cada día, en los momentos y situaciones que correspondan.
Principales causas de trastornos emocionales
—    Acontecimientos vividos (divorcios, fallecimiento de seres queridos, etc.)
— Accidentes (circulación, laboral, etc.) — Agresiones (violaciones, atracos, etc.)
—    Heredados desde hace generaciones (puede transmitirse generación tras generación)
—    Adquiridos dentro del útero (especialmente si la madre padece un trastorno emocional)
— Adquiridos en la niñez por la mala interacción con alguno de los progenitores
Esto conduce a un cambio en la química cerebral, neurotransmisores, que activarán la emoción en base al cambio bioquímico sufrido (ver tabla 1).
En el Sistema Nervioso Central la mayoría de las neuronas utilizan Gaba y glutamato como neurotransmisores. Gaba y glutamato regulan la excitabilidad de muchas neuronas en el cerebro (Gaba es un inhibidor, mientras que Glutamato es un excitador) y por tanto están implicados en importantes procesos fisiológicos así como en eventos patofisiológicos.
Así mismo, el SNS es excitador y el SNP inhibidor.
Del pensamiento negativo a la enfermedad real
En los cursos con Roberto Aguado descubrimos que No somos lo que los demás nos han hecho, sino lo que nosotros hacemos con lo que los demás nos han hecho.
Osea, que nos retroalimentamos constantemente con un pensamiento negativo.
Si no cuidamos nuestros pensamientos y procesos mentales, la bioquímica de nuestro organismo sencillamente seguirá un patrón equivocado y nos inundará de toxinas que no juegan a nuestro favor, sino que nos debilitan, primero emocionalmente y después orgánicamente.
Una vez el cerebro ha creado y perseverado en una serie de pensamientos de un determinado tipo (alegres, destructivos, de crítica, humorísticos, inspirativos... ) nuestro hipotálamo (el gran laboratorio químico de nuestro organismo) se pone en marcha, se pone a crear hormonas (péptidos) directamente vinculados a los pensamientos que nuestro cerebro está teniendo. Es decir, que nuestro hipotálamo creará combinaciones químicas de la misma tipología que los pensamientos que nuestro cerebro está produciendo.
De este modo, aparecen las "emociones". Nuestro hipotálamo, al segregar e inundar el torrente sanguíneo con esas hormonas vinculadas a nuestros pensamientos, hace que nuestro cuerpo cree sensaciones. Por eso nos sentimos bien o mal, alegres o abatidos, calmados o nerviosos, como respuesta a nuestros pensamientos. Se trata, sencillamente, de que nuestro centro bioquímico (el hipotálamo) está creando productos químicos como el más perfecto laboratorio imaginable, para "dar forma de sensaciones" a los pensamientos que está produciendo nuestro cerebro.
Nuestro hipotálamo puede crear péptidos que nos hagan actuar deprisa ante situaciones de estrés; o puede segregar hormonas placenteras para
adormecernos o para "premiarnos". En definitiva, puede crear una sustancia química natural para cada proceso mental que esté en ese momento en marcha.
Si, por ejemplo, permitimos que las tensiones de cada día nos mantengan en un estado de estrés, o de alerta y desconfianza (actividades que realizará nuestro cerebro a través de los pensamientos que crea y que no se controlan), nuestro hipotálamo responderá segregando sustancias químicas que colocarán nuestro organismo en modo "ataque/huida" que es la respuesta interna ante el peligro y, por ello, frente a una situación de vida o muerte.
Esa actividad del hipotálamo que es tan importante y decisiva en momentos puntuales de verdadero peligro, se vuelve autodestructiva cuando se experimenta muy continuada y regularmente. El estrés, la ansiedad, la prisa, la urgencia, la preocupación... hace que nuestro cerebro cree situaciones inexistentes y, como respuesta química a ello, nuestro hipotálamo segrega las hormonas correspondientes a un ataque o a una situación de peligro inminente para nuestra vida... Y así, durante horas al día, y durante días y días al año. Eso, simplemente, destroza nuestro cuerpo por intoxicación bioquímica, dado que ningún organismo puede vivir permanentemente en estado de shock, de peligro o de estrés/miedo continuado.
Esto es lo que da lugar a infartos, anginas de pecho, úlceras gastrointestinales, hipertensión arterial, diabetes y un largo etcétera de patologías que pueden llegar a ser mortales.
Otro cúmulo de patologías y enfermedades que nuestro cuerpo padece sin que fuera necesario y que están directamente vinculadas a la forma en que pensamos son las infecciones víricas y bacteriológicas.
El procedimiento es similar al anterior, pero no idéntico: bajo situaciones constantes de estrés, miedo, ansiedad y preocupación, como hemos explicado, nuestra actividad hormonal pone en marcha procesos de defensa/respuesta. Es decir, tensiona músculos, prepara el cuerpo para la potencial huida, redirige la circulación sanguínea, paraliza procesos internos no vitales, para atender una supuesta amenaza que no existe pero que estamos imaginando.
¿Qué logra todo esto? Pues ni más ni menos, que nuestro sistema inmunitario se desgaste, se colapse y no pueda repeler ataques que, en situaciones
normales, está combatiendo y rechazando a diario (cuando funciona bien, claro está).
Así pillamos una gripe, sufrimos alergias, tardamos más en cicatrizar o en repeler infecciones, y todo comienza por la actividad mental, por los pensamientos negativos continuados.
Si no cuidamos nuestros pensamientos y procesos mentales, la bioquímica de nuestro organismo sencillamente seguirá un patrón equivocado y nos inundará de toxinas que no juegan a nuestro favor, sino que nos debilitan, primero emocionalmente y después orgánicamente.
Nuestros órganos dejan de funcionar adecuadamente para hacerlo en modo "alerta", si vivimos bajo situaciones de estrés sostenido, prisa, preocupación y ansiedad. Con ello la circulación sanguínea falla, la tensión se dispara, la actividad nerviosa salta por los aires y aparecen las enfermedades en órganos como el corazón, los riñones, el páncreas y un largo etcétera de variables.
Del mismo modo, esas instrucciones incorrectas que no hemos sabido parar y revertir en nuestros pensamientos afectan a nuestro sistema emocional: agotamiento, pena, rabia, frustración, depresión, bipolarismo y un largo etcétera de variables de orden nervioso y emocional. Tan peligrosas o más que las orgánicas.
Pero también el cambio en la química cerebral, neurotransmisores, puede producirse por:
—    Trastornos alimentarios.
—    Disfunciones osteopáticas craneales.
—    Disfunciones osteopáticas viscerales. — Disfunciones osteopáticas estructurales.
Por ello, la emoción aparece en base al neurotransmisor activado y el paciente la padece sin que ningún elemento del exterior la desencadene. El paciente suele comentar en estos casos: todo me va bien en la vida, no tengo ningún problema, pero estoy deprimido, o rabioso, o con inseguridad, etc.
Así pues, es muy importante en el enfoque terapéutico de las emociones que cubramos el mayor número posible de etiologías responsables de los cambios bioquímicos, tanto a nivel cerebral como a nivel visceral.
La somatización
El cerebro es el gran ordenador de la somatización, una manera bastante sana de liberarse de los trastornos psíquicos. El cerebro recibe tanta información que no puede almacenarla toda sin daños. En condiciones normales, con los cinco sentidos, puede recibir alrededor de 10.000 millones de informaciones por segundo. En caso de peligro, 100 millones de estímulos suplementarios lo asaltan instantáneamente.
La somatización es el vertido del exceso de emociones a nuestros órganos. Finalmente, en la medida en que es aceptable y no pone nuestra vida en peligro, la somatización es un fenómeno saludable, que nos permite mantenernos en buena salud mental.
En caso de estrés importante, el cerebro manda el exceso hacia los órganos, que inmediatamente imprime la emoción en sus fibras. El fenómeno desencadena la somatización. Puede ser una crisis hepática, un dolor de cabeza, vómitos, una diarrea o un estreñimiento. Estrés y somatización son concomitantes. Cerebro y órganos reaccionan de común acuerdo. Mejor aún, se establece en el cuerpo humano un ciclo permanente:
La disfunción de un órgano parasita el metabolismo general, agarrotándolo y fatigándolo. Esta alteración modifica nuestras energías, nuestra sensibilidad, nuestra susceptibilidad y ciertos rasgos de nuestro carácter innato.
Cada persona posee un potencial global de energía, pero también un órgano más propenso a reaccionar o más sensible que los demás, es el eslabón débil.

RESUMEN DEL CAPÍTULO I

Una emoción es un estado afectivo que experimentamos, una reacción subjetiva al ambiente que viene acompañada de cambios orgánicos (fisiológicos y endocrinos) de origen innato, influidos por la experiencia.
No hay emociones positivas, ni negativas, ni buenas ni malas; hay emociones agradables o desagradables de sentir.
Un enfermo emocional es el que se estanca en la misma emoción (la que sea). Lo sano es poder pasar de una emoción a otra cada día, en los momentos y situaciones que correspondan.
Muchos acontecimientos vividos, o la alimentación diaria, cambian la química cerebral, neurotransmisores, que activarán una emoción concreta, en base al cambio bioquímico sufrido:
—    Adrenalina: sorpresa — Noradrenalina: miedo
—    Dopamina: alegría
—    Serotonina: seguridad
—    Acetilcolina: admiración
Las emociones aparece en base al neurotransmisor activado y el paciente la padece sin que ningún elemento del exterior la desencadene. El paciente suele comentar en estos casos: todo me va bien en la vida, no tengo ningún problema, pero estoy deprimido, o rabioso, o con inseguridad, etc.
La somatización es el vertido del exceso de emociones a nuestros órganos. Estrés y somatización son concomitantes.

Indice

Agradecimientos     5
Prólogo     7
Capítulo I Las emociones     9
Capítulo II Neuroanatomía y neuroquímica de las emociones     19
Capítulo III La importancia de la alimentación en las emociones     99
Capítulo IV Diversos abordajes terapéuticos para la liberación
de los problemas emociones     233
Frases para la reflexión     462
Las siete reglas de Paracelso     466
Bibliografía     469

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