La estructura de la nada (Antoni  Llorens) Ed. La Llave

La estructura de la nada

Referencia: 9788416145256
17,00 €

Una raíz común en el eneagrama y el árbol de la vida

Una guía para comprender las relaciones simbólicas y espirituales del eneagrama y el árbol de la vida, así como las equivalencias entre los eneatipos y los sefirot.

Prólogo de Claudio Naranjo

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El árbol de la vida es un símbolo presente en todas las culturas y una metáfora de la descendencia común de la humanidad. El eneagrama es un mapa del carácter capaz de hacer evidente a los ojos del buscador la magnitud de su máscara o personalidad. Ambos sistemas comparten una estructura en forma de tres tríadas, una simetría bilateral y otros aspectos. Pero su interrelación trasciende el mero mapa o símbolo para conducirnos a un cruce de caminos espirituales que nos sitúa en la intuición de la no dualidad.
Cuando Antoni Llorens le preguntó  a Claudio Naranjo sobre la relación entre el eneagrama y el árbol de la vida, este le retó  a que la investigara: el resultado es La estructura de la nada, una guía de equivalencias entre ambos sistemas con el sorprendente resultado de una total simetría entre los nueve eneatipos y los diez sefirot. Si el árbol de la vida ya fue un aspecto importante en las enseñanzas de Oscar Ichazo, Llorens nos conduce a un nuevo territorio: el de la cartografía espiritual comparada.

Antoni Llorens

Estudió Ciencias Económicas en la Universidad Autónoma de Barcelona y ejerció durante veinte años en la industria de artes gráficas de la ciudad. En un cambio radical de vida, se embarcó en el puerto de El Masnou en un velero con el que recaló en aguas de Panamá tras casi dos años de navegación por el mar Caribe. Fruto de una depresión, profundizó en el estudio de la neurosis. Cursó el Practitioner y el Máster de Programación Neuroligüística en el Institut Gestalt de Barcelona, donde también se graduó como Terapeuta Gestalt. Reside en el archipiélago caribeño de Bocas del Toro y con La estructura de la nada se inicia en la escritura sobre temas relacionados con la neurosis, la simbología y la no dualidad.

  • ·         Encuadernación: Rústica
  • ·         Dimensiones: 14,5 x 21 cm
  • ·         Nº Pág.: 250

 

 

ÍNDICE

Prólogo, por Claudio Naranjo     
Presentación      15
Introducción      17
1. Dimensiones de la nada      37
2. Historia y estructura del árbol de la vida     77
3. Historia y estructura del eneagrama     125
f 4. Árbol de la vida y eneagrama     147
5. Meditación     203
6. Reflexiones finales     221
Instrucciones para el dibujo del árbol de la vida     243
Bibliografía     245

PRÓLOGO, POR CLAUDIO NARANJO

Desde el tiempo en que cursaba el primer año de Medicina, cayó en mis manos un libro de Dion Fortune llamado La cábala mística, que leí con gran dedicación durante la cuarentena por una fiebre tifoidea que me obligó a guardar cama. Desde entonces me ha interesado la cábala a pesar de sentir que mi conocimiento era rudimentario, y en la búsqueda de una comprensión mayor me acerqué posteriormente a varios rabinos, comenzando con Schlomo Carlebach y terminando con Gedaliah Fleer, que me invitó a pasar una temporada con él en Jerusalén. Además, el árbol de la vida fue un aspecto importante de la enseñanza de Oscar Ichazo, que parecía saber cosas muy diferentes a las de la tradición judía que me parecieron verdaderas.
Dado este interés por la cábala, no es de extrañar que me interesase comprender la relación entre el árbol y el eneagrama, cuyo punto superior no es solo el comienzo de una serie sino que —como en la escala musical— su fin.
Es fácil pensar, entonces, que el árbol de la vida, con sus diez sefirot, se corresponde perfectamente con los nueve puntos del eneagrama. De tal manera que la corona del árbol y su raíz en el
sefirot inferior de Maljut (el reino) constituyen representaciones equivalentes a la nota primera: la tónica con que comienza y termina la escala musical.
Comparten el árbol de la vida y el eneagrama, naturalmente, su estructura en forma de tres tríadas. Y comparten una simetría bilateral, en la que se puede reconocer un lado masculino y un lado femenino. En algún momento de mi vida, me pareció entender algunas de las correspondencias entre los puntos del enea-grama y los sefirot o emanaciones del árbol de la vida, pero hoy en día no podría explicar esos momentos de comprensión parcial que tal vez haya anotado en algunas de las miles de páginas de mi diario de ideas en mi archivo.
Me alegró alguna vez encontrar en The Commanding Self (El yo dominante, que, alternativamente, podría traducirse como el yo controlador), de Idries Shah, la información de que el árbol de la vida surgió en algún momento en España durante el medievo, y que tuvo como antecedente un conocimiento del enea-grama. Cuando Antoni Llorens, a quien no conocía, y estuvo en una conferencia mía en la FNAC, me preguntó qué podría explicar yo acerca de este tema del eneagrama y el árbol de la vida, dijo algo que me hizo sentir qué tal vez él podría saber más que yo sobre este asunto o, por lo menos, llegar a saber más si se dedicaba a explorarlo —y le sugerí que lo hiciese. Me envió un manuscrito algún tiempo después, y quedé muy bien impresionado con sus observaciones, sobre todo porque he conocido los intentos de más de un rabino de establecer tales correspondencias de forma muy poco satisfactoria.
Hojeando el libro de Antoni, veo que no puedo exactamente afirmar que esté de acuerdo con todo lo que dice, pero sí que comprende muchas cosas y explica muchas otras que vale la pena comprender. Servirá, entre otros asuntos, para llevar a tantas personas apasionadas por el estudio del eneagrama a interesarse, también, por el estudio del árbol de la vida; y si es cierto que en la cultura popular el eneagrama se ha vuelto un mero mapa de la personalidad, el conocimiento del árbol de la vida seguramente interesará a muchos en la dimensión espiritual del cosmos que constituye el meollo de la teología.

PRESENTACIÓN

No creo que tenga sentido mirar hacia atrás y contar el cuento de una vida que ha sido y está siendo, como todas, una apropiación indebida por la creación de otro yo, añadida a esta increíble variedad de formas que toma el Uno buscándose a sí mismo, jugando consigo a no reconocerse disfrazado de individualidad. Así que contaré el cuento de este libro, de cómo se gestó y gracias a quiénes.
Durante el tiempo en que se escribió confluyeron varios estímulos que se armonizaban de tal forma que era difícil saber qué cosa era debida a qué; todo sumaba. Estaba cursando la formación en terapia gestalt, y de esos cuatro años, tres se solaparon con la asistencia al Seminario de No Dualidad en la Facultad de Teología en Sant Cugat del Vallés, a cargo del jesuita Javier Melloni; una verdadera delicia. Tuve también la suerte de asistir a una conferencia de Claudio Naranjo en Granollers y recogí una sugerencia suya sobre el uso de enteógenos en la terapia personal que me permitió vivir experiencias de las que solo puedo hablar en forma simbólica. Conocí a Josep Maria Fericgla y los talleres que imparte sobre diferentes temáticas, lo cual fue una bendición.
Profundicé en la meditación de la mano del citado Javier Melloni en la Coya de Manresa, con un efecto catalizador.
Todo sumaba y la visión que tuve de la vida antes de esa época cambió radicalmente. Estaba un día en casa, meditando sobre el árbol de la vida y los eneatipos, y de repente empecé a ver clara una forma de correspondencia al dibujar las direcciones evolutivas e involutivas de ambos sistemas. Un tiempo después asistí a otra conferencia de Claudio Naranjo y, al pedirle que me firmara uno de sus libros, le pregunté si conocía algo sobre esta relación de símbolos. Fue ahí donde me dijo que escribiera sobre ella y le enviara el resultado. Quedé muy impactado por ese giro inesperado y, la verdad, dudé de que obtuviera alguna respuesta. Lo comenté con Vicens Olivé, del Institut Gestalt, quien me acompañaba, y me animó a hacerlo; me dijo: «Si Claudio te ha dicho que se lo envíes, tendrás respuesta». Y así se gestó este libro, que en un principio iba a formar parte de un volumen de tres ensayos al que Claudio pensó llamar Eneatríptico. Un tiempo más tarde, David Barba, editor de La Llave, me ayudó a convertir el germen de ese ensayo en el libro que tienes en tus manos.
Sin la conversación con Claudio Naranjo en Barcelona esto no habría pasado nunca, pues investigaba sobre los símbolos por una necesidad personal, aunque gracias a ese impulso puede que el cubrimiento de esta necesidad sea útil a alguien más. Mi agradecimiento es infinitamente mayor que lo reflejado en estas palabras, y es por ello que le dedico este texto que nace alumbrado por él, en esa suave y firme asistencia con su sola y lejana presencia.
BOCAS DEL TORO
14 de noviembre de 2o15

La Llave
9788416145256
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