Desde tu intestino. Por Rob Knight . ISBN: 9788492921409

Desde tu intestino

Referencia: 9788492921409
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La gran influencia de los diminutos microbios

Hay enfermedades como el asma, las alergias, el acné e incluso la obesidad que pueden ser causadas por los microbios que viven dentro nuestro intestino y que, por lo tanto, pueden ser curadas si entendemos cómo funcionan los microbios.

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¿Cuántos microbios hay en tu cuerpo?
Tu cuerpo está formado por aproximadamente 10 billones de células humanas, pero hay unos 100 billones de células microbianas dentro y sobre tu cuerpo, lo que significa que, en gran medida, estamos descubriendo que los microbios forman parte esencial de nuestras vidas y que en buen. medida definen lo que significa ser humanos. En esta apasionante introducción al mundo de nuestra microbiota intestinal, el autor muestra cómo afecta nuestra vida cotidiana la buena o mala vida de los microbios con los que compartimos existencia, y aunque es una rama de la ciencia que recién está comenzando, sugiere también una serie de accione  y cuidados que podemos adoptar para conservar mejor nuestra salud y vivir plenamente.

Hay enfermedades como el asma, las alergias, el acné e incluso la obesidad que pueden ser causadas por los microbios que viven dentro nuestro intestino y que, por lo tanto, pueden ser curadas si entendemos cómo funcionan los microbios.
También está en estudio la importancia del sistema nervioso intestinal y su relación directa con las neuronas cerebrales, lo que permite dar una base científica a ciertas reacciones corporales ante decisiones que se deben adoptar.
En esta apasionante introducción al mundo de nuestra microbiota intestinal, el autor muestra con mucho humor y ejemplos cómo afecta a nuestra vida cotidiana la buena o mala vida de los microbios con los que compartimos existencia, y aunque es una rama de la ciencia que recién está comenzando, sugiere también una serie de acciones y cuidados que podemos adoptar para conservar mejor nuestra salud y vivir plenamente.

  • Publicación: 07/03/2016
  • Encuadernación: Cartoné
  • Formato: 134 x 185

 ROB KNIGHT es director de la Iniciativa del Microbioma de la Universidad de California, San Diego y cofundador del American Gut Project (Proyecto americano del intestino) y del Earth Microbiome Project (Proyecto del microbioma de la Tierra).

INTRODUCCIÓN

Te conocemos: humano, bípedo, de nobles motivaciones e infinitas capacidades, heredero de toda la creación, jamás has leído un solo acuerdo de licencia de usuario final y te limitas a marcar la casilla de aceptar. Ahora, conoce al resto de ti: a los billones de diminutas criaturas que viven en tus ojos, orejas yen el interior de la magnífica mansión que es tu intestino. El mundo microscópico que habita el interior de nuestros organismos ofrece la posibilidad de redefinir nuestra manera de entender la enfermedad, nuestra salud y a nosotros mismos.
,Gracias a las nuevas tecnologías, muchas de ellas de muy reciente creación, los científicos saben más que nunca sobre las formas de vida microscópica que llevamos dentro. Y es asombroso de lo que nos estamos enterando. Estos organismos unicelulares —los microbios— no son solo más numerosos de lo que pensábamos —cantidades ingentes de ellos que habitan en casi cada rincón y recoveco del organismo—, sino que también son más importantes de lo que jamás habíamos imaginado, pues juegan un papel en prácticamente todos los aspectos de nuestra salud, llegando incluso a influir en nuestra personalidad.
El acervo de bichos microscópicos que construye su hogar tanto en el interior de nuestro organismo como en el exterior recibe el nombre de microbiota humana, mientras que sus genes se denominan microbioma humano. Y al igual que muchos avances científicos, la información que va apareciendo sobre este mundo minúsculo constituye una afrenta para nuestros egos. La astronomía nos descubrió que nuestro planeta no era el centro del universo, y la evolución afirma que los humanos somos simplemente unos animales más entre muchos. El
trazado del microbioma humano nos enseña que hasta en el interior de nuestro cuerpo somos invadidos por un coro de formas de vida independientes (e interdependientes) que poseen sus propios planes y objetivos.
¿Cuántos microbios exactamente hay en nuestro interior? Estamos compuestos de unos diez billones de células humanas, pero dentro de nuestro cuerpo, y en su exterior, existen unos cien billones de células microbianas.1 Es decir: en tu mayor parte, tú no eres tú.
Pero, en contra de lo que pensábamos, no somos simplemente los desafortunados huéspedes del ocasional bicho malo que nos provoca una infección. De hecho, vivimos en permanente equilibro con una comunidad entera de microbios. Lejos de ser unos pasajeros inertes, esos pequeños organismos desempeñan funciones esenciales en los procesos más indispensables de nuestras vidas, incluida la digestión, las respuestas inmunitarias y hasta la conducta.
Nuestra comunidad interior de microbios en realidad se parece más a un grupo de comunidades diferentes. Diferentes conjuntos de especies habitan diferentes partes del cuerpo, donde llevan a cabo funciones especializadas. Los microbios que viven en tu boca son distintos de los que residen en tu piel o tu intestino. No somos individuos; somos ecosistemas.
La diversidad de nuestros microbios puede incluso ayudar a explicar ciertas singularidades corporales que durante mucho tiempo, por suerte o por desgracia, sólo hemos delineado. Por ejemplo, ¿por qué algunas personas parecen gustar más a los mosquitos? Esos pequeños desalmados apenas me pican, pero mi pareja, Amanda, los atrae en bandadas. Pues resulta que algunos somos verdaderamente más apetitosos para los mosquitos que otros. Y una causa importante para ese variabilidad en el atractivo son las diferencias en las comunidades microbianas a las que damos cobijo en nuestra piel. (Más al respecto en el capítulo 1.)
Y la cosa no acaba ahí: existe una extraordinaria variación en los microbios que viven dentro yen nuestro exterior. Es probable que hayas
oído que desde el punto de vista del ADN humano todos somos más o menos iguales; que, en cuanto al ADN humano, eres un 99,99 por ciento idéntico a la persona que está sentada a tu lado. Pero eso no es aplicable a los microbios de tu intestino. Podría ser que sólo compartieras el 10 por ciento de ellos con la persona que tienes al lado.
Tales diferencias pueden explicar un enorme abanico de diferencias entre los humanos, desde el peso a las alergias; desde nuestras probabilidades de enfermar a nuestro nivel de angustia. Tan sólo estamos empezando a cartografiar —y entender— este inmenso mundo microscópico, pero las implicaciones de nuestros hallazgos son impresionantes.
La increíble diversidad del mundo microbiano resulta aún más alucinante por el hecho de que, hasta hace unos cuarenta años, no teníamos ni idea de cuántos organismos unicelulares había ni a cuántas especies pertenecían. Hasta entonces, nuestras ideas fundamentales sobre la taxonomía de las cosas vivas del mundo procedían de El origen de las especies de Charles Darwin, obra publicada en 1859.2 Darwin dibujó un árbol evolutivo que agrupaba a todas las cosas vivas en virtud de los rasgos físicos que compartían —pinzones de pico corto, pinzones de pico largo, y cosas así—, y eso se convirtió en nuestro fundamento para clasificar a las especies.
Esta visión tradicional de la vida se basaba en lo que las personas podían ver en el mundo que les rodeaba o a través de los microscopios: las cosas vivas más grandes fueron clasificadas como plantas, animales y hongos. Los restantes organismos unicelulares fueron agrupados en dos categorías esenciales: los protistas y las bacterias. Estábamos en lo cierto en cuanto a las plantas, los animales y los hongos; pero por lo que respecta a nuestra visión de los organismos unicelulares, estábamos completamente equivocados.
En 1977, los microbiólogos norteamericanos Carl Woese y George E. Fox trazaron el árbol de la vida comparando los seres vivos a nivel
celular, utilizando a tal fin el ARN ribosomal, un pariente del ADN que se encuentra en todas las células e interviene en la producción de las proteínas. El resultado fue asombroso.3 Woese y Fox pusieron de manifiesto que los organismos unicelulares son más heterogéneos que todas las plantas y animales juntos. Como podemos ver, los animales, plantas y hongos; todos los humanos, medusas y escarabajos peloteros; todas las sartas de algas, pedazos de musgos y empinadas secuoyas; y todos los líquenes y setas —vamos, toda la vida que podemos ver a simple vista—, se reducen a tres ramitas en el extremo de una rama del árbol de la vida. Los organismos unicelulares —bacterias, arqueas (que fueron descubiertas por Woese y Fox), levaduras y otros— son los que dominan.
Solo en los últimos años hemos avanzado de forma increíble en la comprensión de la vida microscópica que llevamos dentro. A este respecto, la clave ha estado en la combinación de las nuevas técnicas —incluidos los avances en la secuenciación del ADN— con la explosión experimentada en la capacidad informática. Ahora, mediante un proceso denominado secuenciación de la siguiente generación, somos capaces de reunir muestras celulares procedentes de diferentes partes del cuerpo, analizar rápidamente el ADN microbiano que contienen y combinar la información obtenida de las muestras de todo el cuerpo para identificar las miles de especies de microbios que nos llaman hogar. Estamos encontrando bacterias, arqueas, levaduras y otros organismos unicelulares (como los eucariotas) que entre todos tienen geno-mas —los componentes genéticos que los definen— más largos que los nuestros.
A su vez, los nuevos algoritmos informáticos están haciendo mucho más fácil la interpretación de toda esta información genética. En particular, ahora estamos en disposición de trazar un mapa de nuestros microbios para comparar las comunidades de las diferentes partes del cuerpo y, asimismo, las comunidades de las diferentes personas entre sí.
Gran parte de nuestro cada vez mayor conocimiento procede del Proyecto del Microbioma Humano. Los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos han destinado 170 millones de dólares a dotar de fondos a más de doscientos científicos que, hasta la fecha, han analizado al menos 4,5 terabytes —esto es, 4,5 billones de bytes—de datos del ADN. Y esto es sólo el comienzo; otras iniciativas internacionales, como la de MetaHIT (un consorcio europeo), están aportando y analizando nuevos datos continuamente.
El coste de este análisis se está reduciendo rápidamente, permitiendo que más personas obtengan un censo de la diversidad biológica que albergan. Hace unos diez años, si uno quería saber lo que componía su microbioma, habría necesitado 100 millones de dólares. En la actualidad, obtener esa misma información cuesta unos 100 dólares, un precio tan bajo que pronto podría convertirse en un procedimiento médico rutinario solicitado por el médico de cabecera.
¿Y por qué querría tu médico tener información sobre tu microbioma? Porque las nuevas investigaciones sugieren la existencia de conexiones hasta ahora desconocidas entre nuestros microbios y numerosas enfermedades, incluida la obesidad, la artritis, el autismo y la depresión. Y a medida que empezamos a arrojar luz sobre tales conexiones, vamos viendo atisbos de futuros tratamientos. Casi todo lo que puedas imaginar tiene alguna repercusión sobre el microbioma: los medicamentos, la dieta, si eres el hermano mayor o el número de parejas sexuales que tienes. Como leerás en las páginas que siguen, estamos descubriendo que los microbios están profundamente integrados en casi todos los aspectos de nuestras vidas. De hecho, los microbios están redefiniendo lo que significa ser humano.

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN    1
CAPÍTULO I    El ecosistema microbiano del cuerpo    9
CAPÍTULO 2    Cómo adquirimos nuestro microbioma    24
CAPÍTULO 3    En la salud y en la enfermedad    38
CAPÍTULO 4    El eje cerebro-intestino...    52
APARTADO    Una breve historia de los microbios    59
CAPÍTULO 5    Piratear tu microbioma    64
CAPÍTULO 6  Los antibióticos    72
CAPÍTULO 7    El futuro    83
ANEXO    El Intestino Americano    87
APARTADO    La ciencia (y el arte)
de cartografiar el microbioma    89
AGRADECIMIENTOS    97
NOTAS    99

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