El origen de la ansiedad, por Ariel Joselovsky. ISBN: 9788466658416

El origen de la ansiedad

Referencia: 9788466658416
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Cómo frenar el síntoma frente a la ansiedad.

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Con este libro, y con más de treinta años de experiencia, Ariel Joselovsky nos muestra, a través de algunos casos de su consulta, cómo romper con el círculo vicioso del miedo, la ansiedad y el síntoma.
«Hoy en día, la principal relación de un individuo con sus semejantes pasa por la percepción del éxito social, la productividad y la recompensa que esta conlleva. Esta circunstancia produce un miedo que se expresa en el cuerpo con un difuso, aunque muy incómodo, estado de inquietud física de cuyo origen no se es consciente y que en general suele llamarse ansiedad.
Solo soportando la verdad de uno mismo tal como es vendrá la tolerancia, ese valor que calma el cuerpo y aporta fortaleza vital y claridad de pensamiento para enfrentarse a los miedos propios y no contagiarse de los ajenos. Hoy hay miedo a vivir en plenitud, miedo a crecer, miedo al conocimiento y, sobre todo, miedo a las propias capacidades.
En el cuerpo habita nuestra esencia y el hecho de comprenderla es el primer paso para creer en uno mismo.» –Ariel Joselovsky

Páginas: 208 / Formato: 15 x 23 cm

Ariel Joselovsky es licenciado en Kinesiología y Fisiatra por la Universidad de Buenos Aires, dedicado desde hace treinta años a la investigación, atención y docencia de los problemas del cuerpo en relación a la postura y a las consecuencias de su mal uso, más la determinante influencia de las emociones y sentimientos sobre este.
Con una sólida formación en Psicología, Antropología Evolutiva y Biomecánica, Ariel Joselovsky es responsable de un método de diagnóstico y tratamiento de pacientes, y autor de libros como Confesiones del cuerpo, Cinesiología. Alteraciones tónicas y Dolores Corporales, entre otros.
Es responsable de un método de diagnóstico, autor de varios libros y conferenciante en países como España, Argentina, USA, Israel, México o Brasil.
Fue docente de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad Nacional de La Plata, en Argentina; Director del Programa de Formación del Método Joselovsky, de la Clínica Planas de Barcelona y de la formación del Método en el Instituto Superior de Saude del Alto Ave (ISAVE), Portugal.

Introducción

He trabajado durante treinta años con pacientes cuyos cuerpos expresaban mediante dolores y otros síntomas sus respectivas historias, largas y difíciles, de una vida en sociedad. Esta experiencia me ha permitido llegar a la conclusión de que la mayor dificultad a la que se enfrentan muchos individuos en las sociedades actuales es aprender a transmitir sus necesidades de afecto y cariño, producto de sus sentimientos y emociones.
Hoy en día, la principal relación de un individuo con sus semejantes pasa por la percepción del éxito social, la productividad y la recompensa que esta conlleva. Ello no viene determinado por el amor al prójimo, ni por el buen hacer en la vida, ni por el hecho de aportar algo a la sociedad; tampoco interviene la capacidad de agradecer el afecto genuino que se haya recibido. Aunque la persona sea capaz de manifestar todas o casi todas estas hermosas conductas humanas, solo aspira a recibir recompensa social a cambio de vivir sometida a la presión constante de rendir según las exigencias sociales, y ello sobre todo para no ser excluida o reemplazada.
Esta circunstancia produce un miedo que se expresa en el cuerpo con un difuso, aunque muy incómodo, estado de
inquietud física de cuyo origen no se es consciente y que en general suele llamarse «ansiedad».
Cuando ello se produce, el individuo busca refugio en la razón, pero cuantas más razones creemos tener, más lejos se encuentra la explicación de la verdadera causa del malestar. De esta forma, las razones del rendimiento social terminan ocultando la verdad de los sentimientos y emociones hasta lograr ocultarla por completo.
El vacío es un espacio destinado a ser llenado. Somos un vacío que de forma permanente almacena emociones y sentimientos, deseos posibles e imposibles, estos últimos disfrazados de proyectos y figuraciones. Sin embargo, el vacío existencial no es la nada, porque en realidad esta constituye el principio de todo. Cuando la nada explota, comienza la vida; los vacíos se llenan de hechos virtuosos o de fracasos, de alegrías o de tristezas, de placeres o de sufrimientos; cada momento vivido es único e irrepetible, nos ofrece una posibilidad de que la nada se convierta en un todo que llene el vacío existencial con plenitud. Si no se aprovecha el momento, el contenido que ocupará nuestro vacío será muy distinto: una fantasía absurda llenará nuestro cuerpo de hipocondría y los sentimientos de amargura darán paso a una serie de síntomas físicos que acabarán convirtiéndose en una tiranía. Ese será el peso que habrán de llevar nuestro organismo y nuestro espíritu, el mismo que generó ese mínimo de miedo permanente llamado «ansiedad», del que no se es consciente y con el que se convive.
El cuerpo, sometido a la ansiedad, sufre las consecuencias del olvido. Sin embargo, aunque logremos rescatar de lo más profundo de la memoria aquello tan doloroso que ya parecía inexistente, eso no bastará para aliviarnos. Si esa realidad que nos hemos empeñado en olvidar hasta casi conseguir que, al menos en apariencia, deje de existir choca brutalmente contra nuestros propios prejuicios, basados en la falacia del qué dirán, no nos sentiremos mejor. Al contrario, nuestro cuerpo sufrirá un malestar que despertará como una tempestad, apoyado en las indecisiones de tantas ambigüedades y contradicciones íntimas.
Solo soportando la verdad de uno mismo tal como es vendrá la tolerancia, ese valor que calma el cuerpo y aporta fortaleza vital y claridad de pensamiento para enfrentarse a los miedos propios y no contagiarse de los ajenos.
Hoy hay miedo a vivir en plenitud, miedo a crecer, miedo al conocimiento y, sobre todo, miedo a las propias ca-
pacidades. Esta es la razón de que muchos prefieran sobrevivir en la penumbra de la queja permanente, que nunca exige mirar hacia el interior de la persona y se limita a verlo todo en los otros.
En el cuerpo habita nuestra esencia y el hecho de comprenderla es el primer paso para creer en uno mismo. De
esa comprensión nacerá el saber individual y, con él, la fuerza necesaria para emprender el duro camino de soportar la presión social o cultural, sin perder la dirección de nuestras propias vidas, inevitablemente sometidas a avatares e imprevistos.
Siempre habrá caídas y derrotas, pero al final lo único que cuenta es haberse levantado una, solo una vez más, tras todas las caídas sufridas.

Índice

PRIMERA PARTE
Introducción      11
1. ¿Existe el estrés?      15
2. Los músculos como órganos de expresión      19
3. Los orígenes del dolor y la ansiedad
(¿o viceversa))      23
4. De la evolución postural a la ansiedad
y la fatiga      29
5. Individualismo, dudas y ansiedad      35
6. El miedo y la ansiedad en sus comienzos      39
7. Tono neurológico y tono mecánico o la propiedad de los cuerpos para recobrar la forma primitiva cuando cesa la causa deformadora (ansiedad, tristeza,
angustia, miedo...)      51
8. La paradoja del cuerpo      61
SEGUNDA PARTE
CASOS
9. Caso 1: Cuando la inestabilidad en la vida
se hace síntoma, vértigos y mareos     79
La historia de LM      79
La historia de JEG      93
La historia de CC     102
10. Caso 2: El dolor de la maldad      115
11. Caso 3: El dolor de ser madre      123
12. Caso 4: El dolor lumbar y la voluntad      137
13. Caso 5: El doliente estoico      147
14. Caso 6: Este problema es un dolor de cabeza,
o cuando la metáfora se hace cuerpo      153
15. Caso 7: Sensación de irrealidad     163
16. Caso 8: A todos nos pasan cosas...      177
17. ¿Qué se esconde detrás de un ataque
de pánico?      183
Conclusiones      191
Bibliografía      201

Ediciones B
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