Chakra yoga, por Anodea Judith. Editorial: Arkano Books

Chakra yoga

Referencia: 9788415292777
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La activación de los centros energéticos a través del yoga

LAS 7 CLAVES PARA DESPERTAR LA DIVINIDAD INTERIOR

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El sistema de chakras, eje de la arquitectura del alma, es el lugar donde cuerpo y mente, cielo y tierra, y espíritu y materia se conectan en unión divina. De hecho, ese es el verdadero significado de la palabra yoga: unión.
En este esperado libro de la reconocida experta en chakras Anodea Judith, aprenderás a usar los principios y las prácticas del yoga para despertar el cuerpo energético sutil y conectarte con tu fuente más elevada. Utiliza estas siete llaves vitales para abrir las puertas de tu templo interior y déjate guiar por las prácticas aquí propuestas, que activan cada chakra mediante posturas, ejercicios de bioenergética y respiración, mantras, meditaciones guiadas y filosofía yóguica.
Esta obra es un valioso recurso tanto para profesores como para alumnos de yoga. Sus páginas incluyen cuidadas fotografías que ilustran cada una de las posturas, junto con indicaciones para lograr un alineamiento más profundo y una activación del cuerpo energético.

Anodea Judith

ANODEA JUDITH es una de las principales autoridades en integrar el Sistema de Chakras con el estilo de vida occidental y aplicarlo a las terapias tradicionales. Es autora de "Chakras iluminados", obra compuesta de libro con DVD (Gaia Ediciones, 2008), y de "Ruedas de la vida" (Arkano Books, 2010), obra ya clásica sobre los chakras, además de otros libros y cursos audiovisuales.
Posee un doctorado en Salud humana, un máster en psicología clínica y formación complementaria en bioenergética, recuperación de los traumas, terapia de yoga y chamanismo.
Vive en el norte de California y viaja continuamente por EE.UU., Canadá, Europa, Asia y América del Sur y Central para impartir clases de formación y talleres.

Indice

Lista de posturas de cada chakra xiii

Agradecimientos xxi

Bienvenido a este viaje 1

El yugo del yoga 7

Abrir el templo interior 29

  • Primer chakra:     acceder... 48
  • Segundo chakra:     alinear... 116
  • Tercer chakra:     activar... 176
  • Cuarto chakra:     suavizar... 244
  • Quinto chakra:     sintonizar... 316
  • Sexto chakra:     iluminar... 362
  • Séptimo chakra:     despertar... 400

Integrar 433

Glosario de términos sánscritos 441

Índice temático 449

Posturas de cada chakra

Primer Chakra

Tadasana: postura de la montaña     22

Dandasana: postura del bastón     26

Bharmanasana: postura de (a mesa     27

Anclaje bioenergético básico     59

Apanasana: postura de rodillas al pecho     62

Abrir los canales de las piernas     65

Supta Padangusthasana: postura del dedo gordo

del pie recostado     68

Setu bandha Sarvangasana: postura del puente     72

Salabhasana: media postura y postura completa del saltamontes     74

Bhujangasana: postura de la cobra     76

Adho Mukha Svanasana: postura del perro boca abajo     79

Uttanasana: la pinza de pie     81

Postura de estocada alta     84

Ardha Hanumanasana: estocada inversa     86

Utkatasana: postura de (a silla     88

Utkata Konasana: postura de la Diosa     91

Vrksasana: postura del árbol     94

Utthita Hasta Padangusthasana: postura del canguro extendida 98

Virasana y Supta Virasana: postura del héroe sentado y tumbado     101

Siddhasana: postura perfecta     103

Janu Sirsasana: postura de la frente a la rodilla     106

Paschimottanasana: postura de la pinza     108

Balasana: postura del niño     109

Savasana: postura del cadáver     111

Segundo Chakra

Ejercicios pélvicos     126

Respiración pélvica     128

El parabrisas     130

Círculos con la rodilla     132

Supta Baddha Konasana: postura del zapatero acostado o la mariposa     134

Ananda Balasana: postura del bebé feliz     136

Sucirandhrasana: postura del ojo de aguja     138

Jathara Parivartanasana: torsión abdominal     140

Torsión con las piernas abiertas     142

Baddha Konasana: postura del zapatero     147

Upavistha Konasana: flexión sentada hacía delante     148

Agnistambhasana: postura de la hoguera o la doble paloma     151

Uttanasana: la pinza de pie     153

Adho Mukha Svanasana: postura del perro boca abajo     156

Anjaneyasana: postura de la luna creciente     158

Uttan Pristhasana: postura del lagarto     161

Postura del niño con las piernas abiertas y postura de la cobra colgante     163

Eka Pada Kapotasana: postura de la paloma     166

Supta Baddha Konasana: Savasana con piernas abiertas     171

Tercer chakra

Uddiyana bandha: cierre abdominal ascendente     185

Estiramiento lateral de pie     189

Virabhadrasana: guerrero I     191

Virabhadrasana: guerrero II     194

Viparita Virabhadrasana: postura del guerrero invertido     196

Virabhadrasana: guerrero III     198

Trikonasana: postura del triángulo     200

Ardha Chandrasana: postura de la media luna     203

Ardha Chandra Chapasana: postura de la caña de azúcar     206

Utthita Parsvakonasana: postura del ángulo lateral extendido     208

Adho Mukha Svanasana: postura del perro boca abajo     211

Phalakasana: postura de la tabla     213

Paripurna Navasana: postura de la barca     218

Postura de la mesa invertida     221

Purvottanasana: postura de la tabla hacia arriba     223

Vasisthasana: postura de la tabla lateral     225

Parighasana I: postura de la puerta     229

Salabhasana: postura del saltamontes     232

Dhanurasana: postura del arco     234

Ardha Matsyendrasana: media postura del señor de los peces o media torsión sentada    236

Savasana: postura del cadáver     240

Cuarto chakra

Nadi Shodhana: respiración alterna     255

Respiración Kundalini chakra     258

Limpiar los nadis     266

Yoga mudra de pie     267

Estiramiento con cinta     271

Gomukhasana: postura de cara de vaca     273

Marjaryasana: postura del gato y Bitilasana: postura de la vaca     275

Anahatasana: postura del cachorro estirado     278

Torsión de enhebrar la aguja     280

Parighasana II: postura del medio círculo     284

Matsyasana: postura del pez     286

Ustrasana: postura del camello     288

Bhujangasana: postura de la cobra     292

Adho Mukha Vrksasana: el pino     294

Urdvha Dhanurasana: postura del arco hacia arriba o la rueda     299

Makarasana I: postura del cocodrilo     303

Posturas en pareja

Conectar de pie     305

Masaje de hombres y brazos     307

El doble arco     309

La pirámide     310

Savasana restaurador: tumbarse sobre un almohadón     312

Quinto chakra

Jalandhara bandha: cierre de la barbilla     327

Estiramiento lateral de hombros     329

Encogimiento de hombros     330

Estiramiento de cuello     331

Yoga mudra sentado     332

Setu bandha Sarvangasana: postura del puente     334

Matsyasana: postura del pez     336

Parivrtta Parsvakonasana: postura del ángulo lateral extendido     338

Bakasana: postura de la grulla     344

Kakasana: postura del cuervo     344

Sasangasana: postura del conejo     347

Halasana: postura del arado     349

Karnapidasana: postura de la presión sobre las orejas     349

Salamba Sarvangasana: la vela     351

Nakulasana: postura de la mangosta     355

Savasana: postura del cadáver     357

Sexto chakra

Ejercicios oculares yóguicos     373

Trazar la línea en Tadasana     376

Virabhadrasana: guerrero III     378

Parsvottanasana: estiramiento lateral hacia delante     380

Garudasana: postura del águila     383

Makarasana II: postura del delfín     386

Adho Mukha Vrksasana: el pino     388

Pincha Mayurasana: postura del pavo real     391

Savasana: postura del cadáver     395

Séptimo chakra

Natarajasana: postura de la danza     413

Sirsasana: postura sobre la cabeza     416

Urdhva Dhanurasana: postura del arco hacia arriba o la rueda     421

Savasana: postura del cadáver     427

Bienvenidos a este viaje

La práctica del yoga nos pone frente a frente
con la extraordinaria complejidad de
nuestro propio ser.

SRI AUROBINDO

Conocí el yoga por primera vez a principios de 1975. En aquella época no había clases numerosas ni talleres, ni tampoco se editaban revistas im­portantes sobre el tema; escaseaban los profesores, las formaciones y los libros esotéricos. La mayoría de la gente pensaba que la palabra «yoga» aludía a algún tipo de producto lácteo fermentado envasado en vasitos de plástico, y de los chakras se sabía menos aún.
Las clases se impartían en salas de estar a las que acudíamos entre seis y ocho personas ataviadas con pantalones y camisetas blancos y holgados; utilizá­bamos toallas, en lugar de esterillas. Realizábamos posturas sencillas en las que permanecíamos durante bastante tiempo respirando lenta y profundamente. Recuerdo que la profesora quemaba incienso y cantaba en un idioma que si bien me resultaba ininteligible, sonaba maravillosamente y me dejaba con una sen­sación parecida a haber estado en la iglesia. Me había enganchado a la práctica.
Así pues, me compré todos los libros que encontré sobre el tema y los es­parcí por mi ático con la intención de imitar las posturas lo mejor posible, de modo que sé bien lo que significa aprender yoga de un libro. Tenía suerte si conseguía adoptar una de aquellas posiciones en forma de ocho y, la verdad, no me ocupaba mucho de la corrección ni de las instrucciones sutiles que se si­guen en la actualidad; lo cierto es que seguí practicando las posturas, la respi­ración consciente, los cantos y la meditación, hasta que el yoga comenzó a transformarme.
Me sentía tan bien que no entendía por qué el resto del mundo no practi­caba yoga y no tardé en convertirme en una conversa insoportable y monote­mática. Pronto la gente comenzó a pedirme que hiciera una demostración de
algunas posturas y mis amigos me solicitaron que les diera clase, pues sentían mucha curiosidad por el tema. Si bien en aquella época no sabía lo que era una formación de profesores ni las técnicas de alineación correctas, ingenuamente comencé a enseñar lo que sabía.
Leí todo lo posible sobre psicología, metafísica, misticismo y espiritualidad. Conocí por primera vez la palabra chakra en una obra clásica de Ram Dass ti­tulada The Only Dance There Is. Fue como si un chute de energía recorriera todo mi cuerpo; de alguna manera, comprendí que había encontrado una clave pro­funda que desvelaba misterios y establecía nexos entre todo lo que existe. No podía dejar de pensar en ello.
También meditaba intensamente tras haberme iniciado en la Meditación Trascendental (MT) en 1972, y dormía una media de cuatro horas diarias para dedicar más tiempo a la meditación. Un día, mientras meditaba, viví mi única experiencia extracorpórea: me vi a mí misma sentada en loto con un libro sobre el regazo en el que aparecía mi nombre; el volumen trataba acerca del sistema de chakras y, en ese momento, supe que los chakras iban a convertirse en el proyecto de mi vida.
Por aquel entonces me ganaba la vida como artista sin demasiado éxito, pintando grandes murales interiores de paisajes visionarios. Descubrí que mi estado de conciencia afectaba a la claridad de mi trabajo, de modo que comen­cé una purificación sistemática de la dieta, de la cual eliminé el café, la carne y —aunque me incomoda admitir que fumaba— los cigarrillos. A pesar de haber rellenado una solicitud para asistir a una escuela de arte en Nueva York, la tiré a la basura después de aquella visión del libro sobre los chakras, y cambié re­pentinamente el rumbo de mi vida.
Así pues, comencé a enseñar yoga basándome en el sistema de chakras y creé una serie de siete semanas de duración que se centraba en uno de los chakras semanalmente. i La gente se transformaba ante mis ojos! Cuatro déca­das después, el sistema de chakras me ha llevado a estudiar y enseñar por todo el mundo, así como a escribir varias obras que han ocupado los primeros pues­tos de ventas, empezando con Chakras: las ruedas de la vida que fue publicado por primera vez en 1987, hasta llegar al libro que tienes entre las manos. El sistema de chakras se ha convertido en mi arquetipo de plenitud y mi santo grial.
Hoy en día abundan los centros de yoga por todas partes, como lo hacían las iglesias durante los primeros siglos del cristianismo. Las esterillas ocupan prácticamente la totalidad del suelo en clases de cientos de asistentes. Un es‑
tudio llevado a cabo en 2012 por Yoga Journal* reveló que 20,4 millones de es­tadounidenses practican yoga y gastan más de diez mil millones de dólares al año en clases, talleres, productos y diferentes soportes. Unos lo consideran un medio para lograr un cuerpo más sano y lustroso; otros lo utilizan como un método para reducir el estrés, y seguramente hay quienes lo practican por ser la moda del momento; sin embargo, con independencia de la motivación de cada uno, los beneficios más profundos del yoga acaban revelándose. Un orga­nismo más saludable origina un estado de conciencia más refinado y una mayor sensibilidad; la flexibilidad permite una nueva forma de libertad, no solo en el cuerpo, sino también en la vida; la fuerza te ayuda a atravesar las dificultades. Las energías sutiles se vuelven menos misteriosas y nos despiertan la curiosi­dad acerca de nuestra naturaleza profunda. La comprensión y experiencia de la conciencia se amplía y transforma; la filosofía del yoga va modificando tu visión de la existencia. Más que una práctica física, el yoga comienza a mostrarse como un camino vital —un auténtico tapiz de filosofía, prácticas, normas de conducta y revelaciones— así como un medio de acceso a otro mundo.
Mi camino personal a través del yoga no ha sido ni fácil ni directo. Llevaba practicando unos diez años cuando fui víctima de una forma avanzada de la enfermedad de Lyme, que había padecido sin diagnosticar durante cinco años, y que amenazó con dejarme en silla de ruedas, aunque nunca llegó hasta ese extremo. Tenía los tejidos tan sensibles que era incapaz de apoyar los antebra­zos en el borde de una mesa o de aplaudir y mucho menos de permanecer en la postura del perro boca abajo, debido al dolor que sentía en las manos y los codos. Las articulaciones me dolían con cada movimiento y la enfermedad afec­tó a todo lo relacionado con el yoga: la flexibilidad, el equilibrio, la fortaleza, la claridad mental y la capacidad para soportar presión en cualquier parte del cuerpo; incluso ponerme de rodillas sobre la esterilla me resultaba doloroso. Me llevó quince años reconstruir de nuevo mi cuerpo y recuperar la fuerza, y todavía más aceptar que nunca sería capaz de tocarme la cabeza con la punta del pie, caminar sobre las manos, o aparecer en la portada del Yoga ournal adop­tando una complicada postura. No obstante, creo que la práctica del yoga es una de las razones por las que la enfermedad no me ha debilitado tanto como a otras personas aquejadas de la misma dolencia, y me siento inmensamente agradecida por ello.
Ahora que tengo más de 60 años, me doy cuenta de la gran bendición que ha sido mi enfermedad, pues me ha forzado a descubrir un nivel más profundo del yoga —el yoga del cuerpo sutil— y a centrarme en el mundo interior del despertar en vez de en el mundo exterior de la ejecución. Al trabajar con un cuerpo dañado, hube de escuchar atentamente la enseñanza interna de cada postura. De este modo, he aprendido a utilizar las posturas para mover y me­jorar el flujo de mi energía sutil, más que para perfeccionar la forma externa.
Como me daba reparo asistir a clases donde se esperaba que rindiera más de lo que era capaz, me dediqué a profundizar en la práctica en casa y, gracias a ello, encontré claves en mi interior. Esto no significa que no estudiara con profesores: cuando me encontré un poco mejor aprendí de todo, desde anusara hasta zen, pero mi laboratorio principal era mi propio cuerpo. La orientación interna que surgió a raíz de experimentar sobre la esterilla y realizar mis pro­pios descubrimientos fue convirtiéndose en mi mejor maestra.
Además, me formé como psicoterapeuta somática y me enfoqué en la bioe­nergética y el trabajo con el trauma, uniendo mi amor por la psicología con el trabajo con el cuerpo, y finalmente obtuve mi doctorado enfocándome en la medicina holística. La bioenergética, impulsada por Wilhelm Reich y sus discí­pulos John Pierrakos y Alexander Lowen, constituye un enfoque terapéutico de la psique humana que trabaja a través de los procesos energéticos del cuerpo. La bioenergética trata de disolver las defensas psicológicas y las corazas físicas mediante la liberación de la energía vital del organismo, la cual es denominada «prana» en el ámbito del yoga. A través de mis estudios y mi trabajo con pacien­tes como terapeuta somática, descubrí técnicas para hacer circular la energía sutil que posteriormente adapté a un formato de taller con la intención de compartirlas con otras personas.
El resultado fue un estilo de yoga único basado en los chakras y combinado con técnicas bioenergéticas que llevo enseñando durante más de dos décadas en los talleres que imparto por todo el mundo. Es un yoga que trata más el ámbito interno que el externo; está más centrado en la energía sutil que en los mecanismos de la postura. Considera los chakras como un camino profundo que te dirige hacia el despertar divino en tu templo interior, ya que en eso ha consistido siempre el yoga.
Esta obra es mi tributo al camino real del yoga y todo lo que me ha enseña­do. En ella ofrezco humildemente el mapa que he empleado para navegar por la senda de los chakras. Usarlo te permitirá ascender a las alturas o relajarte en
profundidades exquisitas; expresarte poderosamente o abrir tu corazón en la intimidad más dulce. Una vez lo hayas comprendido, podrás utilizarlo el resto de tu vida para dirigirte allí donde desees; asimismo, podrás diagnosticar y abordar tus desequilibrios por medio de técnicas y posturas que irán transfor­mándote poco a poco con el paso del tiempo.
Es un honor ofrecerte este manual para el viaje interior a través del mítico puente del arcoíris que representa los siete chakras y conecta el cielo y la tierra a través del centro de cada persona. Creo que nuestra tarea como seres huma­nos consiste en aprender a crear el cielo en la tierra, y el conocimiento de los chakras constituye una guía para la transformación de los individuos y las cul­turas. Este mapa te indica cómo hacerlo. Que tengas un viaje maravilloso.

Namaste.

Arkano Books
9788415292777

Ficha técnica

Autor/es:
Anodea Judith
Editorial
Arkano Books
Formato
17 x 24 cm
Páginas
480
Encuadernación
Rústica con solapas (tapa blanda)
Ilustraciones
Blanco y negro
Fotografías
Blanco y negro
Nuevo
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