Alimentación sana vs. transgénicos, aditivos y nanotecnología

Alimentación sana vs. transgénicos, aditivos y nanotecnología

Referencia: 9788491111351
15,00 €
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En este libro, los autores acercan al lector las últimas investigaciones realizadas sobre las sustancias (aditivos) que hoy día se añaden de manera habitual a los alimentos, las técnicas de manipulación genética (transgénicos) y la nanotecnología, factores que en su conjunto están invadiendo y perjudicando nuestra nutrición.

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Alimentación sana vs. transgénicos, aditivos y nanotecnología. Por Jeanette Jaime, Albert Roland. Ed. Obelisco

ISBN: 9788491111351

Seguir una correcta alimentación es algo a lo que aspiran todos los seres humanos. Conocer la calidad y la procedencia de los alimentos que llevamos a nuestra mesa nos permitirá seleccionar con conocimiento de causa los más idóneos para nutrirnos y mantener el equilibrio de nuestro organismo y nuestra salud.
En este libro, los autores acercan al lector las últimas investigaciones realizadas sobre las sustancias (aditivos) que hoy día se añaden de manera habitual a los alimentos, las técnicas de manipulación genética (transgénicos) y la nanotecnología (tecnología aplicada a pequeñísimas partículas de los alimentos con el fin de cambiar sus propiedades organolépticas), factores que en su conjunto están invadiendo y perjudicando nuestra nutrición.
Una obra indispensable para cocineros, nutricionistas, biólogos, agricultores, consumidores en general y todas las personas interesadas en seguir una alimentación sana.

JEANETTE JAIME

Es abogada titulada por la Universidad Externado de Colombia especializada en Derecho Público, es también ambientalista, creadora y gestora del primer posgrado en Derecho Ambiental en la Universidad Incca de Colombia. Su vida profesional la ha dedicado plenamente a investigar y divulgar información científica sobre medio ambiente y nutrición.

ALBERT ROLAND

Es creador de la Frutoterapia®, una técnica terapéutica que utiliza los beneficios y propiedades de las frutas como medicina gracias a su importantísima riqueza nutricional, registrada en la OAMI, con el número 004456893 del 24/10/2007. Ha publicado diversos libros sobre su especialidad en España y en diversos países de América.

  • Formato: 15,5 x 23,5 cm
  • Páginas: 268
  • Encuadernación: Rústica

Contenido


Prólogo    9
Presentación del Dr. Jorge Enrique Rojas Quiceno Manizales, marzo del 2014 ...11
Presentación     13
Introducción   15
Seguridad alimentaria   21

CAPÍTULO 1: TRANSGÉNICOS   23

  • Semillas transgénicas   25
  • ¿Para qué se crean semillas transgénicas?    26
  • Terminología   26
  • Historia de las semillas transgénicas   27
  • Historia de los maíces modificados genéticamente   29
  • Otros alimentos manipulados genéticamente   35
  • En cuanto a los riesgos para la salud   44
  • Otros estudios que también cuestionan la inocuidad de los transgénicos   47
  • Consecuencias para la economía agrícola, los suelos,
  • el agua, el medioambiente y otros   49
  • Agricultura orgánica vs. agricultura con semillas transgénicas   51
  • ¿Qué opinan los defensores de los transgénicos?    51
  • Conflicto de intereses: la inteligencia al servicio
  • de los intereses económicos    52
  • La legislación   53
  • Reacciones de la sociedad civil, sanciones y multas   56
  • Resumen   59

CAPÍTULO 2: NANOTECNOLOGÍA   61

  • Para qué se crean organismos y productos mediante la nanotecnología   65
  • Ausencia de etiquetado   65
  • ¿Qué nos espera?   68
  • Cómo nos afecta a todos    71
  • ¿Qué podemos hacer   71

CAPÍTULO 3: ADITIVOS   73

  • Definición   74
  • Alimentos que generan adicción   76
  • Sustancias aditivas que se encuentran en ciertos alimentos   77
  • Adición de sustancias químicas   78
  • Métodos químicos   78
  • Para qué se utilizan los aditivos    79
  • Organismos competentes para vigilar la utilización de aditivos    79
  • Requisitos previos para aprobar un aditivo   80
  • Pasos para autorizar un aditivo   81
  • Una vez aprobados los aditivos, ¿qué pasa?   81
  • ¿Cuáles son los riesgos?   82
  • Legislación sobre los aditivos   82
  • Mezclas peligrosas de aditivos   91
  • Aditivos peligrosos   95
  • Colorantes   98
  • Conservantes   118
  • Antioxidantes    135
  • Espesantes, gelificantes, emulgentes v estabilizadores   147
  • Los espesantes   147
  • Los gelificantes   148
  • Los emulgentes o emulsionantes   149
  • Los estabilizadores   151
  • Fosfatos   159
  • Ácidos, bases y sales   162
  • Emulsionantes    172
  • Agentes de endurecimiento   175
  • Antiaglomerantes   176
  • Potenciadores de sabor   179
  • Edulcorantes    184
  • Levaduras químicas, reguladoras de acidez   200
  • Agentes de recubrimiento   201
  • Gases   206
  • Enzimas   206

CAPÍTULO 4: CONSERVACIÓN DE LOS ALIMENTOS   211

  • Técnicas de conservación de alimentos   212
  • Conclusiones   221
  • Abreviaturas   225
  • Bibliografía   227
  • Webgrafía   229
  • Anexo 1    243
  • Carta que 800 científicos le escribieron al mundo sobre los GMO en 1999    243

Prólogo

Nuevamente nos encontramos en el río de la vida cotidiana con Jeanette y Albert por un libro un poco diferente a los que nos tenían acostumbrados. Esta vez se dedican a mostrarnos las sustancias que pueden poner en riesgo nuestra salud y que están ligadas íntimamente a los alimentos que ingerimos de manera un tanto inocente, asumiendo igualmente su naturaleza inofensiva. Es un primer intento sobre el tema con el propósito de tener continuación en el tiempo, como bien lo afirman en la presentación.
Una de los cientos de cosas que aprendí y apliqué de sus anteriores libros de frutoterapia fue que ingerir manzanas nos mantiene alejados del médico, y resulta que el estudio que se publica aquí dice: «[según] la organización ambientalista estadounidense conocida como Grupo de Trabajo Medioambiental (EWG), en el año 2013 las manzanas resultaron ser el producto más contaminado, con una positividad de residuo pesticida de un 99 %». Para reflexionar, ¿cierto?, así como su referencia a la seguridad alimentaria y los transgénicos.
Éstos son tiempos de cambio vertiginoso, por lo que es oportuno el aparte en que hacen la mención del empleo de la nanotecnología en la industria alimentaria.
Capítulo aparte es el de los aditivos: conservantes, colorantes, antioxidantes, gelificantes, estabilizadores, las llamadas levaduras químicas, potenciadores de sa­bor, edulcorantes, agentes de recubrimiento, antiespumantes, enzimas, etcétera. Sorprende por la minuciosa revisión química, biológica, jurídica e industrial.
Además, se hace un recorrido ameno y completo por el tema de la conserva­ción de alimentos.
El libro merece ser leído por todo tipo de público por su carácter docente y por la sutil y elegante invitación para retornar a la forma como se alimentaron
nuestros ancestros, sin caer en el total desconocimiento de los actuales desarrollos alimentarios. Sirve igualmente a los estudiosos del tema para conocer los últimos avances / descubrimientos en el tema por la exhaustiva revisión y su amplia, nota­ble y consistente bibliografía.
Hace un excelente recorrido por lo jurídico, tema particular de la experticia que posee Jeanette Jaime González, acompañado por la divulgación de la investi­gación biológica, la habilidad innata de Albert Ronald Morales.

¡Disfrútenlo!

Dr. Jaime G. Ballesteros M. Bogotá,
marzo 8 del 2014

Presentación

del Dr. Jorge Enrique Rojas Quiceno Manizales,

marzo del 2014

Perdimos el rumbo de nuestra alimentación; con el afán de sobrevivir nos olvida­mos de la importancia de los nutrientes para nuestro organismo. Dejamos de lado las galerías por la facilidad de visitar un supermercado, nuestros niños dicen que la arepa sale del supermercado al igual que los huevos, desconocemos la diferencia entre un tomate de aliño y una salsa de tomate en botella y la diferencia entre el jugo de fruta natural y los jugos embotellados en los que la etiqueta indica «Na­tural» en mayúscula mientras que en minúscula se despliega la lista de químicos, colorantes y edulcorantes. En días pasados en una ciudad de Estados Unidos le aconsejaba a una paciente que utilizara las semillas de los cítricos ya que en su interior traen unas almendras con fitoestrógenos, ideales para la menopausia, y su respuesta fue «Los cítricos de Estados Unidos no tienen semillas en su interior». Esto como resultado de la manipulación genética de las frutas y de los procesos transgénicos.
Pero es más importante la última tecnología de móviles u ordenadores para nuestros hijos que la alimentación. La tartera de ellos se convirtió en un zumo envasado con un paquete de alimento basura y una gaseosa como bebida en las comidas, razón por la cual cada día vemos más gente joven con enfermedades más raras y graves.
Este libro de Albert Ronald Morales y Jeanette Jaime González nos pone los pies en la tierra para ver cómo estamos perdiendo el horizonte de la vida con los nutrientes, cómo unas semillas manipuladas quedaron controladas por un
grupo minoritario y cómo la comida que llevamos a nuestro laboratorio que es la cocina nos está enfermando. La superpoblación cambió el comportamiento biológico de los alimentos, los conservantes son desconocidos por nuestras cé­lulas y el almacenamiento de éstos en nuestro espacio extracelular desarrollará transmutaciones biológicas, tan severas que los libros de patología y semiología tendrán que ser nuevamente escritos.

Presentación

Es un placer para nosotros presentar este libro, el primero de varios, que acercarán el conocimiento sobre los alimentos que compramos, cocinamos y consumimos en nuestros hogares.
Es un primer acercamiento a la alimentación que estamos llevando hoy en día. Se centra en la importancia de escoger aquellos alimentos con los que vamos a preparar nuestras recetas; que respondan a nuestro conocimiento sobre las técni­cas de agricultura, manejo y procesamiento de los alimentos; las sustancias que se les agregan y su conservación antes de que lleguen a nuestra mesa.
No pretende ser un libro acabado porque día a día aparecen nuevas investiga­ciones, pero contiene una información básica que todos deberíamos conocer o al menos tener acceso a ese conocimiento.
Recordemos la frase que dice que el conocimiento nos hará libres, y en este caso, nos hará libres de escoger qué clase de alimentación queremos para nuestra familia y para nosotros mismos.
Se complementará con las próximas publicaciones, donde iremos ampliando lo que aquí se estudia.
Esperamos que se cumplan las expectativas de los miles de personas que a lo largo de tantos años nos han seguido en las conferencias, seminarios, programas de televisión y radio que hemos realizado por más de veinte años y de nuestros lectores de los libros de frutoterapia.

Introducción

Hace más de veinte años los editores de los libros de frutoterapia nos propusieron hacer un libro de cocina, pero hay tantos y tan buenos que nos parecía que era llover sobre mojado.
Los temas de nutrición, salud y cuidado del medioambiente han sido nues­tras preocupaciones permanentes. Así lo plasmamos en un magazín internacional ecológico que por más de siete años se emitió en la Radio Nacional de Colombia, en las conferencias y seminarios que hemos dictado en universidades, centros educativos, y otros, y a través de los cuatro libros sobre frutoterapia hasta ahora publicados.
En las conferencias dictadas por el mundo, en los seminarios, libros y demás publicaciones, insistimos en que a la hora de elegir nuestros alimentos es impor­tante procurar que sean lo más naturales posible, evitando aquellos productos cultivados con fertilizantes, herbicidas, fungicidas o pesticidas, es decir, alimen­tos sin agroquímicos, que no sean transgénicos, clonados, refinados, irradiados, calentados, liofilizados, congelados, azucarados, emulsionados, aligerados o enri­quecidos. Debemos seleccionar los alimentos enteros, vivos, intactos; los germi­nados, los diferentes vegetales, frutas y verduras frescas.
Nos ha tocado vivir una vida de cambios muy drásticos. Hoy en día estamos en una época en la que los seres humanos parecen haber ido en involución, donde la solidaridad y el bienestar común han dado paso al individualismo con afán de lucro sin importar la salud, donde prima el interés económico sobre cualquier otro.
Muchos de nosotros vivimos una infancia sin ordenadores, Internet, tabletas ni móviles; en la que nos alimentábamos de comida sana, cocinada despacio, con‑
sumida sin prisas, sin tantos aditivos, cultivada por los campesinos con las semi­llas tradicionales; en la que las relaciones humanas eran más cercanas, jugábamos en la calle y en el parque cuidados por el policía de barrio, compartíamos juegos y los pocos juguetes que teníamos. Y en la madurez, prisas, Internet y sus redes sociales como Facebook o Twitter; en la que consumimos comidas precocinadas, llenas de aditivos, transgénicas: comida basura; el policía ya no es el que nos cuida sino el que nos maltrata si vamos a manifestarnos. Estos cambios han marcado el devenir de los siglos xx y m.
En un principio, las preocupaciones que teníamos como ambientalistas que somos eran:

  • La desertificación de los suelos.
  • El cambio del clima.
  • La contaminación por agrotóxicos que afectan los suelos, nacimientos de agua, aguas superficiales y subterráneas.
  • La contaminación electromagnética y acústica.

Ahora se suman:

  • La salud de los seres vivos.
  • La manipulación de los genes con los transgénicos.
  • La creación de alimentos basura y peligrosos con la nanotecnología.
  • Los aditivos.

Plantearnos hacer un libro sobre cocina nos llevó a investigar qué clase de alimentos estamos llevando a nuestra mesa, y nos encontramos con que no son precisamente los que unos padres quisieran dar a sus hijos para verlos crecer sa­namente. Al estudiar las implicaciones de estas nuevas tecnologías o mal llamada ciencia, estamos aterrorizados con la falta de ética y de moral con la que se violan flagrantemente los derechos humanos relacionados con la vida, la salud y la ali­mentación.
Albert Ronald Morales usa una frase en todas sus conferencias que es: «Lo que comemos hoy será la sangre de mañana y la salud de pasado mañana».
Cuando el alimento pasa de la boca al sistema digestivo se convierte en sangre que nutre los órganos y las células. Lo que queda se expulsa por heces u orina, la mayoría de los ingredientes y aditivos habrán dejado su rastro en el organismo; al­gunos de ellos con capacidad de destruir el sistema nervioso y el sistema inmune.
Por ello es muy importante conocer las sustancias que le agregan a los productos alimenticios que consumimos, que pueden provocar hiperactividad, bronquitis, agresividad y tumores entre otras. Por ejemplo, el chicle puede contener hasta siete edulcorantes, entre ellos el aspartamo.
En el primer capítulo sobre transgénicos analizamos la procedencia de las se­millas, cómo se cultivan, por quiénes, cómo se almacenan, por cuánto tiempo y qué se les adiciona. En este apartado nos apoyamos en un libro maravilloso, es­crito por Corinne Lepage, abogada y política, exministra del Medio Ambiente de Francia, titulado La verdad sobre los transgénicos. Este estudio juicioso y detallado cuenta con comprobaciones científicas llevadas a cabo por el Criigen (Comité de Investigación y de Información Independiente sobre Ingeniería Genética, forma­do por un grupo de científicos de diferentes disciplinas y distintos países cuya función es la inspección y asesoramiento independiente de los productores de Organismos Modificacos Genéticamente (OMG) sobre los efectos negativos de los transgénicos en la salud humana.
Al estudiar la historia de los transgénicos y cómo se ha ampliado su radio de acción a lo largo de los años y en cada vez más alimentos, encontramos que la ingeniería genética, apoyada en la biotecnología, ha ido más allá de la simple manipulación de genes dando paso a la nanotecnología, que estudiamos en el segundo capítulo. Analizamos qué es, en qué se usa, los términos que se utilizan y los riesgos de su aplicación en la alimentación.
En el tercer capítulo vemos los aditivos en los alimentos –la mayoría de ellos desconocidos–. La necesidad de organizar una información que está dispersa, incompleta, desordenada, manipulada y que es contradictoria, nos puso en la tarea de investigar en universidades, institutos de investigación, publicaciones de revistas científicas, los pocos libros sobre el tema e información que circula por Internet; un trabajo que aquí se plasma y que esperamos que le sirva al lector a la hora de decidir qué consumir. El libro que indudablemente complementará la información para el lector que quiera ampliar este tema es ¿Veneno en su plato? Usos y riesgos de los aditivos. Guías prácticas de la OCU (2005).
En este apartado de aditivos encontramos que hay sustancias que se encuen­tran en ciertos alimentos que generan adicción y otras sustancias aditivas químicas que son producidas por la industria alimentaria. Así, la mayoría de los alimentos procesados o envasados contienen algún tipo de aditivo, aunque muchos aditivos son innecesarios. Existe una regulación en la que se ponen límites a la cantidad de aditivos usados en los alimentos, conocida como GMP (Good Manufacturing
Practices) y que responde a una de las principales preocupaciones de todos los ámbitos, desde la administración, los productores, los consumidores y demás: la seguridad de estos elementos. En algunos de ellos nos extendemos más que en otros: primero porque no es fácil acceder a toda la información que quisiéramos; segundo porque unos aditivos se usan más que otros; y tercero porque no todos presentan el mismo riesgo para la salud.
Si bien es cierto que la industria alimentaria nos ha facilitado las cosas –hoy es posible encontrar cualquier tipo de alimento en cualquier época del año y en todos los países–, los consumidores estamos desbordados ante una información que no es clara y por tanto causa mucho recelo a la hora de escoger de manera consciente los alimentos para consumir.
Los aditivos que se añaden con propósitos tecnológicos terminan convirtién­dose en un componente del alimento; de ahí la importancia de que se especifi­quen claramente en las etiquetas y en letra que se pueda leer y entender para que el consumidor pueda elegir o evitar ciertos alimentos.
También estudiamos los antioxidantes, conservantes, colorantes, edulcoran­tes, emulgentes, estabilizantes y otros aditivos para hacernos a una idea de los principales aditivos que contienen los productos alimenticios hoy en día.
Finalmente, en el cuarto capítulo, analizamos las técnicas de conservación de alimentos como son la cocción, la pasteurización, la esterilización, la fermenta­ción, la deshidratación, el escabechado, la refrigeración, la congelación, la irra­diación y el envasado, entre otras, que permiten que los alimentos se conserven por más tiempo en condiciones aptas para ser consumidos, pero no siempre para preservar la salud.
En este libro tratamos las formas de conservación existentes, pero la reco­mendación siempre será la de consumir los alimentos lo más frescos posible, de temporada, de cercanía y evitando la destrucción de sus nutrientes por el calor.
Es importante tener en cuenta que hoy en día encontramos en las frutas y hortalizas residuos de plaguicidas, herbicidas y fungicidas con un nivel superior a los límites máximos permitidos, y que el 16 % de los alimentos contienen más de uno de estos productos. Además, hay ciertas combinaciones de nitratos, plaguici­das y sustancias químicas que pueden formar nitrosaciones incluso cancerígenas. En el mercado se encuentran más de 100.000 sustancias químicas sintéticas en todo el mundo y cada año aparecen 1000 nuevas que se agregan a los alimentos. Por lo tanto, es muy importante que nuestros alimentos procedan de agricultura tradicional, cercana, orgánica y libre de agrotóxicos.
Cada año la organización ambientalista estadounidense conocida como Gru­po de Trabajo Medioambiental (EWG) publica la lista de las principales frutas y verduras que contienen mayor cantidad de residuos contaminantes provenientes de pesticidas que resultan nocivos para el ser humano. En el año 2013 las manza­nas resultaron ser el producto más contaminado, con una positividad de residuo pesticida del 99 %: el estudio ha determinado que, aun después de lavar o pelar estos alimentos, permanece en ellos el 67 % de residuos pesticidas. Por otro lado, las verduras más contaminadas con insecticidas altamente tóxicos para el sistema nervioso central, llamados organofosforados, fueron la col y las hojas de berza.
Lo anterior se previene comprando productos libres de pesticidas, eliminando la piel o cáscara de los alimentos con piel firme o dura y enjuagándolos con agua con sal. Una fórmula de frutoterapia consiste en agregar a un litro de agua tres cucharadas soperas de ácido acético (vinagre) e introducir las verduras en este pre­parado durante diez minutos, sacarlas y lavarlas con agua. En las verduras, además del lavado, se recomienda eliminar las hojas externas. Recordemos que éstas, al ser más verdes, contienen más clorofila, nutriente muy importante para la salud.
Los criterios que dirigen hoy en día la industria de la alimentación son emi­nentemente económicos. Esta industria no pretende alimentar al mundo, sino obtener todos los ingresos que pueda. Los alimentos, que deberían ser un derecho fundamental y accesible para todos, se han convertido en mercancías que siguen la lógica ilógica del mercado del máximo beneficio. (Pàmies, J. Una dulce revolu­ción. Pág. 79).
La reflexión que nos hacemos es que ni los transgénicos, ni los productos ali­menticios creados en el laboratorio ni la producción agrícola actual van a solucio­nar el hambre en el mundo: esto es un problema de distribución y posibilidades de acceso.
A continuación nos proponemos dar respuesta a preguntas tales como de dón­de proceden las semillas y los alimentos, cómo se manipulan, para qué, por quién y qué podemos hacer los consumidores.

Seguridad alimentaria

Antes de entrar en materia, es importante que el lector tenga en cuenta que la seguridad alimentaria, esto es, la seguridad de los alimentos que consumimos día a día, está garantizada en los textos constitucionales de todo el mundo.
En el parágrafo 1 del artículo 25 de la Declaración Universal de Derechos Humanos se afirma que: «Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y en especial la alimentación, el ves­tido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios» (Naciones Unidas, s. f.).
En la Cumbre Mundial sobre Alimentación, los jefes de Estado reunidos en Roma el 13 de noviembre de 1996 reafirmaron el derecho humano «de toda per­sona a tener acceso a alimentos sanos y nutritivos, en consonancia con el derecho a una alimentación adecuada y con el derecho fundamental de toda persona a no padecer hambre».
En diversos instrumentos de derecho internacional está reconocido el derecho a una alimentación adecuada: en ese sentido, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales del año 1999 trata el derecho a una alimenta­ción adecuada más extensamente que cualquier otro instrumento internacional. En el artículo 1, los Estados reconocen «el derecho de toda persona a un nivel de vida adecuado para sí y su familia, incluso alimentación, vestido y vivienda ade­cuados, y a una mejora continua de las condiciones de existencia» (Universidad de Minnesota, s. f.).
En 1974, la Comisión Europea creó el Comité Científico Europeo para la Alimentación Humana, que cada vez cobra mayor importancia. Está integrado por científicos de los Estados miembros y se encarga de evaluar los posibles ries‑
gos y de elaborar orientaciones para el uso seguro de los aditivos alimentarios en Europa («Conservación de alimentos», s. f.).
El Reglamento 178/2002 del Parlamento Europeo y del Consejo establece los principios y requisitos generales de la legislación alimentaria. Por medio de esta legislación se creó la Autoridad Alimentaria Europea y se fijaron los procedimien­tos relativos a la seguridad alimentaria.
En España, la Constitución de 1978, en su artículo 43, reconoce el derecho a la protección de la salud. En el artículo 51.1 establece que los poderes públicos garantizarán la defensa de los consumidores y usuarios (Rodríguez Font, 2006). En el artículo 35 establece la Red de Laboratorios de Seguridad Alimentaria (RE­LSA) y asigna a la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y de Nutrición la facultad de promover la coordinación de los laboratorios de la red para ejercer el control alimentario y mejorar las normas de calidad de los alimentos.
En Colombia, el artículo 78 de la Constitución Nacional de 1991 dispone: «Serán responsables, de acuerdo con la Ley, quienes en la producción y en la comercialización de bienes y servicios atenten contra la salud, la seguridad y el adecuado aprovisionamiento a consumidores y usuarios» (Political Database of the Americas, s. f.).

Capítulo 1.TRANSGÉNICOS

Hay semillas y alimentos procedentes de la agricultura convencional y semillas y alimentos procedentes de la manipulación genética y de la nanotecnología.
En todo el mundo, las semillas son el gran negocio para las empresas que quie­ren patentarlas. Bien lo dijo en cierta ocasión Henry Kissinger, secretario de Es­tado de Estados Unidos de América (ministro de Relaciones Exteriores): «Quien controle las semillas, dominará el mundo». Las patentes de plantas y animales son hoy en día un recurso de importancia capital. También se dice incluso que «la alimentación es una vía para dominar el mundo» (Pàmies, 2013).
Las semillas y alimentos de agricultura tradicional o convencional son los que han sido usadas en la agricultura desde hace miles de años. Han sufrido selección en la medida en que sus características más favorables los han hecho aptos para seguir con el cultivo y así mejorar las especies.
En el cultivo tradicional sólo se realizan los cambios producidos natural­mente por el viento, las abejas, los insectos, las aves y otros animales. La inter­vención humana se reduce a cruces entre diferentes plantas mediante injertos y tratamiento de raíces. Así se han llevado a cabo selecciones entre las variedades genéticas presentes en la naturaleza para producir un mejor alimento y elevar su producción.
Se estima que existen alrededor de un cuarto de millón de especies de plantas con flores: 500 de ellas se utilizan para la alimentación y sólo tres especies –arroz, trigo y maíz– son las que en la actualidad proporcionan el 60 % de los nutrien‑
¿Para qué se crean semillas transgénicas?
Las técnicas de cruce de especies son cada vez más variadas y absurdas y mani­pulan la vida sin ningún control ético ni moral, con fines predominantemente económicos. En este apartado, las primeras víctimas son las semillas. En ellas se manipulan sus genes para:

  • Hacerlas más resistentes a los agrotóxicos, las enfermedades y las plagas.
  • Modificar sus características organolépticas, esto es, darles mayor tamaño o color y cambiar el sabor, la textura o la duración, entre otras.
  • Hacerlas estériles, de manera que no se reproduzcan y por tanto beneficien a las compañías, pues de esta forma atan al agricultor obligándolo a que compre cada año nuevas semillas.
  • Incrementar la productividad mediante una resistencia mejorada a las pla­gas. Se introducen genes a las semillas para hacerlas resistentes al ataque de insectos.
  • Soportar la salinidad de los suelos.
  • Hacerlas más resistentes a las sequías.

Terminología

  • Los OMG son aquéllos a los que se les han manipulado sus genes. Tam­bién se conocen como organismos vivos modificados, esto es, «seres vivos cuyo material genético ha sido alterado usando técnicas de ingeniería ge­nética». Para esa alteración se usan las bacterias más resistentes a cualquier tipo de antibiótico entre levaduras, algas, plantas, peces, reptiles y mamí­feros. Pueden manipularse semillas, plantas, animales, células, alimentos y otros organismos.

Las siglas con las que se conocen los organismos modificados genéticamen­te varían de un lugar a otro y de una publicación a otra. Así encontramos OGM, OMG y OVM (en Colombia).
Según la propia Comisión Europea, el proceso de creación de los OMG está rodeado de incertidumbres que pueden dar lugar a multitud de efectos imprevistos (ECOagricultor, s. f.).

  • Los alimentos transgénicos son los producidos a partir de un OMG median­te ingeniería genética.
  • Las semillas transgénicas son semillas a las que les han manipulado genes. Hoy en día las más utilizadas a nivel mundial son la soja, el maíz, la ca­nola y la cebada. La soja y las leguminosas genéticamente modificadas se encuentran en gran variedad de alimentos, desde el pan hasta el chocolate y en otros de uso cotidiano.

Historia de las semillas transgénicas

Veamos brevemente la historia de los alimentos transgénicos y de las semillas que hoy en día inundan nuestros campos agrícolas y que consumimos sin que seamos conscientes:

  • En 1876 se realizó el primer cruce intergenérico, esto es, entre géneros dis­tintos, a raíz del descubrimiento de la reproducción sexual entre vegetales.
  • En 1909 se llevó a cabo la primera fusión de protoplastos. El protoplasto vegetal es la parte de la célula vegetal que está delimitada e incluida dentro de la pared celular y puede ser plasmolisada y aislada por eliminación me­cánica o enzimática de la pared celular. Es por lo tanto una célula desnuda, rodeada por su membrana plasmática, potencialmente capaz de regenerar la pared celular, crecer y dividirse.
  • En 1927 se obtuvieron especies mutantes más productivas irradiando las semillas con rayos X.
  • En 1940 la Fundación Rockefeller introdujo la agricultura industrial y el monocultivo a gran escala con el uso de semillas híbridas y plaguicidas, cuyo fin era y sigue siendo el de controlar la producción y suministro de alimentos a escala planetaria. La mal llamada «Revolución Verde» consis­tía esencialmente en aumentar a escala global la producción de alimentos con el uso indiscriminado de los llamados agroquímicos (agrotóxicos) para eliminar las plagas. Como señala Stephen Lendman: «Con la financiación por parte de la familia Rockefeller de la llamada Revolución Verde, se sen­taron las bases de una revolución en el campo de la genética, lo que ha per­mitido que grandes empresas anglo-estadounidenses controlen el mercado mundial de los alimentos».
  • En 1973 Rudolf Jenisch creó un ratón transgénico.
  • En 1983 unos biotecnólogos aislaron un gen y lo introdujeron en un geno­ma de la bacteria Escherichia coli («Alimento transgénico», s. f.).
  • En 1986 Monsanto (multinacional de la biotecnología) creó la primera planta modificada genéticamente: una planta de tabaco a la que se le añadió un gen resistente al antibiótico kanamicina («Alimento transgé­nico», s. f.).
  • En 1994 se aprobó la comercialización del primer alimento modificado genéticamente: los tomates Favr Savr creados por Calgene (empresa bio­tecnológica), a los que se introdujo un gen con el que se logró más tiempo de maduración y mayor resistencia. Este tomate sería prohibido más tarde («Alimento transgénico», s. f.).
  • En ese mismo año, la Food and Drug Administration (FDA) aprobó una hormona de crecimiento genético llamada rBGH, fabricada por Monsan­to, que se introdujo a las vacas para aumentar la producción de leche. Sin embargo, varios científicos alertaron sobre sus riesgos, especialmente los relacionados con el cáncer de mama, próstata y colon. Por lo tanto, la FDA llevó a cabo experimentos que indicaron crecimiento del bazo en un 46 %, signo propio de la leucemia. Asimismo, se argumentó que esta hormona se destruiría con el proceso de pasteurización, pero científicos de la pro­pia empresa Monsanto determinaron que sólo el 19 % de la hormona se destruía a pesar de hervir la leche por 30 minutos (el proceso normal de pasteurización es de 30 segundos). Actualmente, la Unión Europea (UE), Canadá, Australia y Nueva Zelanda tienen prohibida la utilización de esta hormona (Daitch, s. f.).
  • En 2003, en España, mediante la Ley 9, se estableció el régimen jurídico de la utilización y comercialización de organismos modificados genética­mente. Por el Real Decreto 178/2004 también se aprobó el reglamento general para el desarrollo y ejecución de dicha ley.
  • En el año 2006, sólo en Estados Unidos, el 89 % de plantaciones de soja, el 83 % de las de algodón y el 61 % de las de maíz eran de variedades transgénicas.
  • En el año 2007 los cultivos transgénicos se extendieron por 23 países y en más de 114,3 millones de hectáreas.
  • En la actualidad existen millones de hectáreas cultivadas en todo el mundo con estas semillas modificadas y el 90 % del mercado mundial de transgé­nicos es producido por Monsanto.
  • En 2010 se aprobó el primer animal transgénico para el consumo humano en Estados Unidos: el salmón AquaBounty, que crece en la mitad de tiempo y en invierno, gracias a una hormona de crecimiento de otra especie de salmón y a un gen anticongelante de otra especie de pez.
  • En 2013 encontramos aceite de canola modificado genéticamente. Se le introdujo un gen de laurel que potencia la síntesis del ácido láurico, con múltiples aplicaciones alimentarias. Otro aceite modificado genéticamente es el de soja para que su composición de grasa atienda a las necesidades comerciales. Así, cada vez más se están creando muchos otros alimentos en el laboratorio.

Actualmente la biotecnología realiza investigaciones en todos los campos de la alimentación, especialmente en lo referente a:

  • Eliminar las sustancias de los cereales que afectan a los celíacos.
  • Modificar los genes que elevan los niveles de glucósidos cianogénicos pre­sentes en la yuca o mandioca y que producen enfermedades degenerativas.
  • Silenciar un gen de la soja que produce alergias y uno del café para reducir el contenido de cafeína.
  • Agregar genes al tomate para lograr un mayor contenido de licopeno y al arroz dorado para producir betacaroteno.
  • Mejorar el aceite de canola elevando la proporción de ácido oléico.
  • Retardar la maduración en cultivos como tomate, fresas, frambuesas, ce­rezas, melones, brócoli, banana, piña, pimientos, papaya, coliflor, entre otros (Cuaderno n.° 8: «Cultivos Transgénicos, lo que hay y lo que vendrá» - Biotecnología, s. f.).

Historia de los maíces modificados genéticamente

El maíz es uno de los alimentos que más fuerza y energía producen en el orga­nismo. Es parte de la alimentación cotidiana desde los tiempos de los pueblos indígenas de América y hoy es consumido en variadas presentaciones en todo el mundo. Por ser uno de los alimentos más utilizados, la empresa transnacio­nal Monsanto, que produce herbicidas, semillas genéticamente modificadas y alimentos transgénicos, creó entre 1990 y 1996 diferentes semillas de maíz con características específicas. Los expertos aseguran que el maíz contiene alrededor de 32.000 genes en cada una de sus células y varios de esos genes se modifican con diferentes fines; entre ellos:

  • Hacerlo más resistente a los insectos.
  • Hacerlo más resistente a los herbicidas.
  • Autodefensa de plagas y de agroquímicos
  • Tolerar sequías moderadas.

Así encontramos maíces que se caracterizan por poseer una toxina para au­todefenderse de plagas y herbicidas: el Mon810, comercializado con el nombre Yield Gard, que es resistente a los taladros (larvas de ciertas especies que lo atacan); el Mon863, el cual produce una toxina Bt que lo protege de un gusano que ataca su raíz; y el Nk603, resistente al glifosato (herbicida que ataca plagas y es el prin­cipio activo del Roundup).
A principios del año 2000, estudios sobre el maíz Mon863 realizados por el propio fabricante (Monsanto) y a los que tuvo acceso el Criigen, Comité de In­vestigación y de Información Independientes sobre Ingeniería Genética, habla­ban de efectos estadísticamente significativos sobre ciertos órganos de ratas que habían consumido estos OMG. Posteriormente, en el año 2005 se dieron a co­nocer las conclusiones de investigaciones iniciadas por Gilles-Éric Séralini, Joël Spiroux y Dominique Cellier, en las que sometieron a ratas hembras al consumo del Mon863 durante tres meses. Los investigadores constataron que éstas presen­taban un aumento del 40 % en grasas, 10 % de azúcar y 70 % de peso del hígado en comparación con ratas alimentadas de forma convencional. De igual manera, la EFSA (Oficina europea para el control de alimentos) reconoce estos resultados expresamente al admitir diferencias estadísticas significativas, y la CGB (Comisión de Ingeniería Genética [o biomolecular] Francesa) ha admitido una inflamación y regeneración anormalmente degradada de los machos alimentados con el Mon863 (Lepage, 2013, pág.19).
Según datos del Worldwacht Institute, la siembra de maíz nuevo transgéni­co ocupó en el año 2000 un área de 44,2 millones de hectáreas. Es así como podemos encontrar gigantescos campos de maíz genéticamente modificados en Estados Unidos, Canadá y Argentina. Este maíz se usa para preparar almidón, sirope de maíz y otros ingredientes derivados utilizados en cerca de 255 alimentos procesados.
En 2002 Monsanto presentó una solicitud en Alemania para comercializar su maíz insecticida Mon863. Si bien los expertos alemanes manifestaron desde el primer momento reservas por incorporar un gen de resistencia a un antibiótico, el expediente fue enviado a los comités científicos de los países pertenecientes

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9788491111351
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