Orgasmo Tantrico Para Mujeres, por Diana Richardson. Ed. Neo Person

Orgasmo Téntrico para mujeres

Referencia: 9788415887188
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El poder de la energía sexual femenina

Los principios femeninos que todos deberíamos conocer

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Una relación sexual gratificante sustenta el amor, rejuvenece el cuerpo y mejora la salud mental. Sin embargo, en la sociedad moderna predominan actitudes que socavan la capacidad natural de las mujeres para aprovechar al máximo su potencial sexual.
Partiendo de las tradiciones ancestrales de la India, Orgasmo tántrico para mujeres se centra en la relajación como clave para plasmar dicho potencial y alcanzar estados orgásmicos profundos.
Desde una perspectiva totalmente femenina, Diana Richardson analiza el sexo tántrico para poner de manifiesto el papel trascendental que desempeña la energía receptiva de la mujer en la creación de los estados orgásmicos. Sus más de veinte años de investigación tántrica y de experiencia personal avalan su afirmación de que la mujer puede ejercer una poderosa influencia sobre su vida sexual mediante el conocimiento de la polaridad del cuerpo humano. Tal como ella explica, si las polaridades opuestas del hombre y de la mujer alcanzan una alineación adecuada, la energía erótica se extiende por ambos cuerpos y crea estados duraderos de goce orgásmico.
Cada capítulo incluye meditaciones tántricas y ejercicios prácticos que facilitan el desarrollo del estado de conciencia y de la sensualidad, además de instrucciones claras (también para parejas del mismo sexo) sobre cómo transformar la manera de gozar de la sexualidad.

DIANA RICHARDSON

es autora de TANTRA: AMOR Y SEXO (en esta misma editorial), además de profesora y especialista en terapias holísticas corporales. Nació en Sudáfrica, donde se licenció en Derecho por la Universidad de Natal. Durante su estancia en India en 1979, fue discípula de Osho. Viaja frecuentemente con su compañero, organizando retiros semanales sobre amor tántrico para parejas.

Índice

Agradecimientos     11
Introducción     13

1. El potencial intrínseco para el orgasmo     21
2. El orgasmo es una experiencia espiritual     33
3. Orgasmo frente a orgásmico     47
4. El origen de los estados orgásmicos     63
5. Los senos: la clave del orgasmo     79
6. La vagina es secundaria con respecto a los senos     99
7. El clítoris y el excitamiento     117
8. El papel de la mujer en la erección del hombre     135
9. La relajación y el orgasmo     153
10. Dominar el amor y vencer las emociones     191
11. La mujer como amante durante la menstruación, los períodos de fertilidad, el embarazo, la maternidad y la menopausia     221
12. Orgasmo tántrico y parejas del mismo sexo     239

Conclusiones: Aprovechamiento de nuestro auténtico poder femenino     263
Apéndice: El método sintotermal para el control de la fertilidad cíclica     271
Notas     279

 

Introducción

EN SÁNSCRITO, EL ANTIGUO lenguaje literario clásico y religioso de la India, el vocablo tantra puede vincularse a conceptos tales como «capacidad de expansión» y «aquello que se expande», así como a las palabras continuo, red, contexto y transformación 1. El tantra nos enseña a aceptar a nuestro ser como un todo, desde la sólida densidad de nuestro cuerpo físico hasta las refinadas capas de nuestro espíritu. Tiene que ver con la transmutación de la energía, la liberación de la mente y el logro de todo el potencial de la persona. Se cree que la liberación del cuerpo y de la mente se consigue por la unión equilibrada de elementos opuestos; una liberación que parte del supuestamente interminable ciclo del renacimiento inconsciente. El tantra descubrió, hace más de cinco mil años, lo que la ciencia ha corroborado más tarde con el estudio de los cromosomas: que la mujer es mitad hombre y que el hombre es mitad mujer. El equilibrio de los oponentes internos es la forma de lograr todo el potencial. La inmersión completa en el modo femenino en la unión sexual, transforma a la mujer mediante un proceso alquímico interno.
En esencia, este libro, el segundo sobre el tema, analiza el tantra desde la perspectiva femenina. En las páginas que siguen me afano por transmitir el significativo papel que representa la energía femenina en el intercambio amoroso entre hombre y mujer. Cuando se habla de sexo, no sería realista trazar una línea divisoria entre la mujer y el hombre, ya que el sexo es la unión más íntima de los elementos femenino y masculino. No obstante, hay aspectos de la sexualidad que son aplicables exclusivamente a la mujer, y que pueden utilizarse para influir y fortalecer la experiencia sexual; esto supone una clara ventaja tanto para él
como para ella. Puesto que le hace adquirir una impresión nueva sobre ella misma y su cuerpo, la mujer que no tenga pareja puede, asimismo, beneficiarse de este conocimiento; y habrá muchas ocasiones en que esta nueva perspectiva le sirva para atraer a su lado al compañero perfecto.
Como investigadora, profesora y escritora de temas sexuales, he sido animada por hombres y mujeres a tratar la sexualidad desde el punto de vista femenino. Las mujeres me lo han sugerido abiertamente y, aunque los hombres no han llegado a planteármelo con toda franqueza, me he sentido alentada de manera indirecta por las acciones de estos hombres y por lo que ellos me han demostrado, sin saberlo, en estos últimos veinte años.
A lo largo de este tiempo, muchas parejas han asistido a los talleres de «Hacer el amor», que he codirigido con mi compañero, Raja. Durante el desarrollo de los talleres, todos los días sucedían milagros verdaderamente conmovedores. Muchas de las parejas volvieron a experimentar ese amor dinámico que los unió por vez primera, y fueron, además, capaces de continuar en el futuro en amorosa armonía. Sin embargo, no todas las parejas corren la misma suerte y, a veces, sus componentes tienen que separarse. Es natural que, con el tiempo, los separados establezcan nuevas relaciones de pareja; y cuando estas relaciones empiezan a consolidarse, he notado que algo extraordinario e inesperado sucede en los grupos: los hombres que asistieron a mis talleres con anterioridad, vuelven a inscribirse en los mismos. Son aquellos hombres que, convencidos de que el método tántrico revaloriza el amor, vuelven para compartir con sus nuevas compañeras esta forma alternativa de enfocar la sexualidad. Me sorprendió mucho comprobar que las mujeres —a pesar de que, al igual que sus compañeros, reconocían las excelencias de los talleres— eran mucho más remisas a volver; sólo en época muy reciente se ha apreciado una cierta disposición a volver a los talleres con sus nuevos amores.
Del hecho de que haya muchos hombres, pero pocas mujeres, que regresen a los talleres con sus nuevas parejas, se extraen dos importantes conclusiones. La primera de ellas es que a nosotras, las mujeres, nos da reparo hablar de sexo con los hombres, y somos, por tanto, reacias a confesarles qué es lo que más le gusta a nuestro cuerpo. Nos cuesta mucho proponerle a nuestro compañero sentimental la práctica de cualquier método sexual alternativo. Lo que más teme la mujer es que el cambio le acarree la pérdida de su hombre; que dé lugar a que, a los ojos de él, deje de ser sexualmente atractiva. Es de lamentar que cuando las mujeres nos decidimos por seguir practicando el sexo convencional —el cual es una forma distorsionada de la sexualidad masculina—, estamos haciendo dejación de algo único: nuestra magia y poder femeninos.
La segunda conclusión es mucho más alentadora, por lo que espero que le dé a las mujeres la confianza que necesitan para llevar más la voz cantante en el terreno sexual. El hecho de que sea el hombre el que vuelva a los talleres con su nueva pareja, demuestra claramente que es él el que desarrolla el gusto por practicar otra forma de expresión sexual, una vez probada ésta. ¿Cómo puede a un hombre gustarle algo que no ha experimentado? Para que aparezca el deseo por la sexualidad tántrica, lo normal es que se experimente antes.
En más de una ocasión, he escuchado el siguiente comentario de labios de hombres y mujeres desprovistos de experiencia tántrica: «El tantra es más bien para mujeres, no para hombres». Basándome en mis propias investigaciones, así como en las respuestas reconfortantes de los hombres que han asistido a mis talleres, puedo decir con total certeza que «el tantra no es solamente para la mujer, sino que, con toda propiedad, lo es también para el hombre» . El tantra no es algo diseñado para hacer felices a las mujeres (a los hombres no tan felices), ni tampoco es una forma de darle momentáneamente las riendas a las mujeres. Cuando el hombre prueba los deliciosos altibajos de la energía sexual expandida, siempre quiere probarlos de nuevo. Pero, a menos que sean las mujeres las que les hagan llegar su verdadera feminidad, ¿cómo, dónde y cuándo podrían los hombres desarrollar un deseo por esta feminidad?
De vez en cuando se encuentra a una mujer que, durante el coito, tiene la habilidad de recibir y canalizar hacia arriba la energía sexual masculina, lo cual la hace capaz de elevar el sexo a otra dimensión, tanto para ella como para su hombre. Lo cierto es que la mujer puede, si se lo propone, desarrollar este don e introducir a su pareja dentro de un ámbito sexual expandido, creando así para ella unas experiencias sexuales más satisfactorias. Por el simple hecho de serlo, la mujer posee una capacidad natural para entrar en este ámbito. Ella, que encarna el papel receptivo en la dinámica hombre-mujer, puede proyectarse hacia el interior y arrastrar al hombre consigo. Este es su poder intrínseco. A través de la receptividad, a través de la dejación y la entrega, es posible el movimiento inherente. Sin embargo, no puede decirse lo mismo del otro
sexo. El hombre, por regla general, no tiene facilidad para emprender, mediante la apertura de un hueco, la experiencia de absorber a la mujer dentro de sí. Para hacerlo, necesita una gran tranquilidad y la claridad que da la verdadera autoridad masculina. Cuando el aspecto receptivo (lo femenino) cede, recibiendo lo que en realidad esto conlleva, su propia receptividad posibilita que la energía dinámica (lo masculino) se mueva y fluya. De esta forma, el hombre sigue a la mujer con facilidad y naturalidad; incluso puede silenciosamente alcanzar con la mujer altas cotas de exaltación, si es lo bastante afortunado como para encontrar la energía receptiva femenina.
En la mujer reside el verdadero punto de partida de una necesaria reeducación sexual. Este movimiento tiene que arraigar en las mujeres y, por su mediación, extenderse e introducirse en la sociedad; y tiene que hacerse a través de los amantes, de los amigos, de encuentros de una sola noche, de unas madres que enseñen a sus hijas y de unos padres que enseñen a sus hijos. Requiere que las mujeres empiecen a hablar por sí mismas, que expresen sus necesidades y sensibilidades, y que los hombres presten atención inmediata a estos mensajes. Para alcanzar la plena satisfacción sexual y el verdadero amor, lo mejor es que un hombre y una mujer se encuentren y emprendan juntos la aventura mutua del autodescubrimiento sexual.
No obstante, la mujer puede hacer mucho sin la cooperación consciente del hombre. El sexo está más cerca de nosotros de lo que pensamos; alcanza, toca y cambia todas y cada una de las células de nuestro cuerpo. La exploración del sexo nos permitirá descubrir quiénes somos los que estamos realmente debajo de todas esas pretensiones y convencionalismos sociales que habitualmente utilizamos para encubrir nuestra personalidad sexual más profunda.
Mi guía y mi fuente de inspiración tántrica es Osho, mi maestro espiritual. Osho (o Bhagwan Shree Rajneesh, nombre éste por el que era conocido con anterioridad) enseña la meditación no como un ejercicio circunstancial, sino como una forma de vida. Es un místico que aplica la sabiduría intemporal de Oriente a las apremiantes cuestiones con las que se enfrentan los hombres y las mujeres de nuestro tiempo. Nos habla de la búsqueda de la armonía, de la plenitud y del amor que subyacen en el corazón de todas las corrientes religiosas y espirituales, y que iluminan la esencia del cristianismo, el hasidismo, el budismo, el sufismo, el tantra, el tao, el yoga y el zen.
No hay palabras para expresar la honda gratitud que siento por el continuo y profundo impacto que Osho ha supuesto en mi vida. Su interpretación de las antiguas escrituras tántricas dio lugar a un conjunto superior de conocimientos e ideas al que tuve la fortuna de tener acceso mediada mi juventud.
El tantra es más que una técnica; es un viaje profundo de auto-descubrimiento y autotransformación, un proceso alquímico que transmuta la energía básica en una sublime expresión espiritual. Aunque a lo largo del proceso se utilicen algunas técnicas, el secreto del tantra reside en convertir aquello que en nosotros es sexualmente inconsciente en algo plenamente consciente. Ya lo dice Osho: «El tantra es la transformación del sexo en amor a través de la conciencia». Esto implica que sea infinitamente más importante cómo se hace algo que lo que se hace.
Es para mí un honor poder incluir, a lo largo de este libro, algunos pasajes que recogen el pensamiento tántrico de Osho. Quizá les resulte interesante a las lectoras conocer que las palabras de Osho, que aparecen aquí en forma de lenguaje escrito, fueron inicialmente recibidas como discursos orales improvisados, o sea, totalmente espontáneas y sin preparación previa. Estas palabras las pronunció en la India rodeado de discípulos y de un público interesado. Más tarde fueron publicadas en formato de libro. Deseo aclarar, sin embargo, que el puñado de citas que aquí aparecen son sólo aquellas que he estimado oportuno incluir. Por tanto, de ningún modo representan la gama completa y la extraordinaria diversidad del pensamiento espiritual de Osho sobre la condición humana.

OSHO HABLA DE SEXO

Hay casi cuatrocientos libros que llevan mi nombre. De estos cuatrocientos libros, sólo uno trata de sexo, aunque, en realidad, tampoco trata realmente de sexo; básicamente se refiere a cómo podemos ir más allá del sexo, a cómo podemos llevar la energía del sexo —nuestra energía básica— a un estado sublimado. Esta energía básica
puede producir vida... Sólo el hombre tiene el privilegio de cambiar el carácter y la condición de la energía sexual. El nombre del libro es From Sex to Superconsciousness {Del sexo a la superconsciencia}; pero nadie habla de superconsciencia. El libro trata de la superconsciencia; el sexo es sólo el comienzo, donde todo el mundo está.
Hay métodos que pueden provocar que la energía se mueva hacia arriba, y en Oriente, desde hace por lo menos diez mil años, formaron una ciencia especial: el tantra. En Occidente no hay nada que se parezca a esta ciencia. Durante diez mil años, la gente ha venido experimentando cómo la energía sexual puede devenir en espiritualidad, cómo tu sexualidad puede convertirse en tu espiritualidad. Ha quedado sobradamente probado que miles de personas han conseguido experimentar la transformación. Todo indica que el tantra es la ciencia que, más tarde o más temprano, va a ser aceptada en todo el mundo, ya que la gente está sufriendo toda clase de perversiones. Es por esto por lo que siempre me hablan de sexo, como si esto fuese mi trabajo, como si yo estuviese hablando de sexo las veinticuatro horas del día. El problema es la sexualidad reprimida. Todos mis esfuerzos se han dirigido a hacer del sexo un fenómeno natural y aceptado; de este modo, al no haber represión, no hay necesidad de pornografía; de este modo, al no haber represión, no se sueña con el sexo. Es entonces cuando se puede transformar la energía.
Hay métodos válidos que están a tu alcance y que, de la misma manera que trae la vida al mundo, te puede traer a ti una nueva vida. Este era todo el argumento del libro. Pero nadie se preocupaba del argumento, nadie se preocupaba de saber por qué yo hablaba de él. Con que la palabra sexo apareciese en el título, era suficiente.
No es un libro a favor del sexo; es el único libro que va en contra del sexo desde que el mundo existe, pero lo extraño [...]. El libro dice que hay una forma de ir más allá del sexo, que tú puedes trascender al sexo; este es el significado «del sexo a la superconsciencia». Te encuentras en la etapa del sexo cuando debieras estar en la etapa de la superconsciencia. Y el camino es simple: el sexo sólo tiene que formar parte de tu vida religiosa, tiene que ser algo sagrado. El sexo no tiene por qué ser obsceno ni tampoco pornográfico, no tiene por qué ser condenado o reprimido, sino inmensamente respetado, ya que hemos nacido de él. Es nuestra propia fuente de vida. Y condenar a la fuente de la vida, es condenarlo todo. El sexo tiene que ser elevado cada vez más hasta que alcance su punto máximo. Y el punto máximo es samadhi, la superconsciencia.

OSHO,

El libro del sexo: Del sexo a la superconsciencia, Grijalbo

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