Reiki Esencial

Referencia: 9788499172453
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Reiki es un sistema de curación a través de la imposición de manos que, a pesar de su reciente popularidad, ha permanecido en secreto porque las escuelas tradicionales de Reiki consideran que los símbolos no deben divulgarse por su carácter sagrado.Este libro es diferente a los ya publicados sobre el tema ya q...

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Reiki es un sistema de curación a través de la imposición de manos que, a pesar de su reciente popularidad, ha permanecido en secreto porque las escuelas tradicionales de Reiki consideran que los símbolos no deben divulgarse por su carácter sagrado.
Este libro es diferente a los ya publicados sobre el tema ya que su intención es desmitificar totalmente este antiguo método curativo y hacerlo asequible a muchas más personas para que puedan beneficiarse de esta técnica tan poderosa y efectiva.
*    Cómo utilizar el método del primer grado para la autocuración y la sanación de otras personas y de grupos.
*    Cómo utilizar el método del segundo grado para efectuar la curación a distancia.
*    Cómo trabajar con la energía Ki.
*    Cómo convertirse en maestro de Reiki y cuáles son los símbolos del tercer grado.

«Que lo que fue un misterio deje de serlo, y que se descubra lo que estaba vedado.»
Alice Bailey
«Por ser una fuerza universal del Gran Espíritu Divino, pertenece a todos los que buscan y desean aprender el arte de la curación.»
Hawayo Takata

Todos los secretos relacionados con el procedimiento de sintonización de los diferentes grados de Reiki.
El Reiki es un sistema ancestral y profundamente sencillo para curar por imposición de manos. Su fuente es el budismo tibetano y se ha practicado en secreto en Occidente durante mucho tiempo. Aunque en los últimos años el Reiki se ha hecho muy popular, para practicarlo aún es necesario acudir a costosos cursos y obtener certificados especiales de las asociaciones que han acaparado el acceso a una de las más efectivas claves de la energía universal.
Las escuelas tradicionales afirman que los símbolos utilizados en este sistema de curación han de permanecer es secreto por su carácter sagrado. Pero, para que todos podamos acercarnos y aprender de lo sagrado, se tiene que poner a nuestro alcance. Hoy en día nadie tiene el tiempo necesario para dedicarlo pacientemente a las enseñan-zas —por otra parte costosísimas— de los gurús o maestros iniciados. El aprendizaje tiene necesariamente que realizarse a través de los medios de comunicación y de las obras especializadas.
Todo lo que el terapeuta, el practicante y el iniciado de este sistema puede necesitar para:
•    Aprender las técnicas de la autocuración en grupo.
•    Conocer los símbolos del Reikí.
•    Saber cómo pasar de la etapa inicial a los grados segundo y tercero.
•    Aprender cuáles son las aplicaciones concretas de las técnicas de imposición de manos.
•    Saber cuáles son los orígenes emocionales de las enfermedades.
El primer libro que ha recogido en forma impresa yen un formato moderno las enseñanzas de Reiki completas para uso de sanadores occidentales.

Introducción

Mi primera experiencia de la curación por imposición de las manos, junto con otras técnicas terapéuticas, fue en 1983, durante el Festival de música femenina de Michigan. A partir de aquel instante supe que deseaba dedicar mi vida a sanar, y deseé tener «faculta-des psíquicas» y aprender a hacer aquellas cosas que otras mujeres, por lo visto, conseguían con tanta facilidad. Después de esto, durante cinco años leí todos los libros que pude hallar acerca del tema (aunque no eran muchos por aquel entonces) y luego me dediqué a experimentar lo que había aprendido, principalmente conmigo misma. Me pareció que había progresado algo, pero todavía me resultaba muy difícil y deseaba aprender más y adquirir más eficacia. Me veía poco potente como sanadora. También empecé a enseñar algunas técnicas terapéuticas, como la gematría y la imposición de manos, mientras seguía buscando maneras de aprender más y actuar más eficazmente en bien de los demás. De alguna manera intuía que me faltaba un fragmento de información, algo que mejoraría la eficacia de mi curación por imposición de las manos y, al mismo tiempo, haría de ello algo tan sencillo como yo sospechaba que debía ser.
En agosto de 1987, en vísperas de la Convergencia Armónica, hallé la clave pero resultó que, según las apariencias, estaba del todo fuera de mi alcance. En una convención de ciencias esotéricas conocí a dos gays muy bien parecidos que me observaron durante la sesión de imposición de manos. Luego, durante el banquete, me preguntaron:
–¿Quién te ha enseñado el Reiki?
Yo les contesté que no me lo había enseñado nadie y que ni siquiera sabía lo que era. Entonces ellos insistieron asegurando que lo que yo hacía era Reiki, y me pidieron que les dejara tocarme las manos. Luego ambos afirmaron que las tenía calientes y que ése era el distintivo inconfundible de los sanadores Reiki. Quise averiguar más.
Poco después, en mi casa, los dos hombres me hicieron la demostración de una sesión Reiki de cuerpo completo, y yo supe que aquél era el sistema sencillo de curación que siempre había buscado. Pregunté dónde podía recibir enseñanza de Reiki, y cuánto costaría. Con no poco asombro por mi parte, supe que la fase de iniciación, Reiki I, costaba por aquel entonces 150 dólares, y que en toda la ciudad existía una sola mujer capaz de enseñarla. Reiki II costaba 600 dólares y para acceder a Reiki III, el grado de maestría que autoriza a transmitir las enseñanzas, era preciso soltar 10.000 dólares. Este nivel no tenía mucha demanda, ni siquiera por parte de quienes se hallaban en condiciones de desembolsar dicha cantidad. En cuanto a solicitar una beca, ni pensarlo, y en aquellos tiempos yo trabajaba como camarera para ganarme la vida y apenas conseguía pagar el alquiler. Reiki tendría que esperar.
Poco después uno de aquellos conocidos recibió su grado Reiki II. Tuvimos muchas conversaciones sobre el arte de la curación y un tema frecuente de aquéllas fue el coste elevado de los cursos. Uno de mis interlocutores opinaba que estaba justificado y era necesario para asegurar el compromiso del educando, mientras que el otro decía más o me-nos lo mismo que yo, que la curación y la formación como sanador deberían estar al alcance de quien deseara utilizar esa experiencia en beneficio propio o de otras personas. A mí me parecía que como escritora y sanadora yo tenía —y tengo— el deber de enseñar mi método y comunicar cualquier información de que yo disponga sobre el arte de la curación. Que el coste y la remuneración no debían ser cuestiones fundamentales, y que cualquier coste que convirtiese la información en algo prohibitivo era una inmoralidad. Los dos hombres quedaron enterados de que cualesquiera revelaciones que yo recibiese de ellos tarde o temprano acabarían por aparecer en alguno de mis libros.
Cuando mi amigo el iniciado de grado Reiki II quiso empezar a pasar los alineamientos Reiki pese a estar todavía en el nivel segundo y no haber recibido la formación Reiki III que conlleva el grado de maestro, le propuse que lo intentara conmigo. Durante muchos meses él no se atrevió. Cambió de parecer en enero de 1988, cuando los tres decidimos practicar juntos la curación en una unidad de tratamiento del sida. Recibí mi alineamiento Reiki I el día de la Candelaria, 2 de febrero de 1988, y pronto quedó de manifiesto que el proceso de alineamiento había funcionado para mí pese a haberme sido administrado por uno que sólo tenía el grado Reiki II.
Me sentí llena de una energía que jamás había experimentado antes y que ni siquiera sospechaba pudiera existir. Estaba llena de luz y de amor hacia todas las Entidades. Mi capacidad para sanar se fortaleció inmediatamente, y más de lo que nunca habría creído posible. La facilidad del uso de Reiki corroboraba que éste era el método de curación que yo andaba buscando. Si mis manos se calentaban antes cuando practicaba curaciones, ahora se calentaban muchísimo más. Ya por aquel entonces supe que deseaba llegar a enseñar el Reiki, aunque aún no tenía ni la menor idea de cómo iba a ser posible tal cosa.
Comenzamos nuestra labor como sanadores en el hospital, pareciéndome que duran-te este período de prácticas progresé de iniciada a sanadora. El verano siguiente mi amigo completó su formación Reiki III y yo estuve presente en su primera clase oficial. Como ganaba todavía menos de 300 dólares al mes y no podía pagar los 150 dólares de la matrícula, asistí en calidad de oyente y aunque había recibido los alineamientos tradicionales no se me extendió el correspondiente certificado de estudios. Mi amigo revisó el capítulo sobre Reiki que incluí en mi libro All Women Are Healers (The Crossing Press, 1990), pero luego no quiso enseñarme más. En mis grupos de trabajo empecé a enseñar las imposiciones de Reiki I y comenté con asiduidad mi intención de profundizar en los estudios de Reiki y sus métodos de enseñanza.
En noviembre de 1989 viajé al Medio Oeste con objeto de tomar parte en un grupo de trabajo patrocinado por dos mujeres a quienes había conocido en el Festival de Michigan de 1988, lo cual dio lugar a una buena amistad. Una de ellas había recibido recientemente su grado Reiki III de un maestro que también juzgaba necesaria una mayor disponibilidad de este método de curación. Ella no tenía los 10.000 dólares tradicional-mente exigidos como matrícula del Reiki III pero recibió la investidura a cambio de una cantidad bastante inferior. El maestro experimentaba métodos modernos de enseñanza y
también había recibido la formación tradicional. Con gran sorpresa de todos durante el fin de semana, ella inició en Reiki I a varios de los asistentes y además de impartirme el Reiki II me extendió un certificado para ambos grados, mientras prometía darme el Reiki III la próxima vez que nos viéramos y agregaba:
—    Estaba a punto de hacerlo ahora, pero no he podido encontrar los símbolos que deben transmitirse.
Aunque nos vimos en dos ocasiones durante el año siguiente, la mujer adujo varios pretextos para no continuar con las enseñanzas, lo cual me contrarió no poco. Puesto que había recibido los primeros alineamientos Reiki I de un practicante del segundo grado, me pareció que podría adivinar cómo se hacía. Pensé que la base del proceso consistía en posicionar los símbolos de Reiki II sobre el chakra corona y el chakra cordial del receptor, así como en las manos. Y no andaba del todo descaminada, pero como sólo había recibido el Reiki II me faltaban varios símbolos clave y por supuesto no tenía manera de averiguar cuáles eran.
Después de una conversación por teléfono con una mujer a quien no había visto nunca recibí por correo una hoja arrancada de una agenda con el símbolo tradicional del Maestro Reiki III. Con esto mis experimentos cobraron mayor eficacia y en algunos de mis intentos los receptores se abrieron a la energía. Yo seguía enseñando en mis cursillos toda la información de que disponía, y explicaba que estaba en fase de experimentación de Reiki II.
En 1990 y durante otra conversación telefónica le mencioné a mi maestra Reiki II del Medio Oeste que había tratado de pasar los alineamientos. El enfado de mi interlocutora fue tan inmediato como intenso, y tuvimos una fuerte discusión sobre el asunto.
—    Prometiste pasarme toda la información, pero no lo has cumplido —le recordé.
La mujer volvió a llamar como una hora más tarde para decirme:
—Si vas a hacerlo de todas maneras, será mejor que lo hagas como es debido —y seguidamente me explicó por teléfono el proceso necesario para pasar los alineamientos Reiki.
Empecé a utilizar su método, que era uno de los de la escuela moderna, y mis receptores empezaron a abrirse a la energía Reiki I de una manera inconfundible. Pero las aperturas no eran muy intensas, sin embargo, y no todos desarrollaron las manos calientes ni las sensaciones internas que son el distintivo de la apertura Reiki. Mi profesora de Reiki II seguía instruyéndome por teléfono con informaciones fragmentarias que luego yo me veía obligada a encajar por mi cuenta. Cada vez me contrariaba más el no poder recurrir a otra fuente de enseñanzas.
En junio de 1990, solsticio de verano, enseñé en un grupo de trabajo cerca de Den-ver y durante las clases ofrecí alineamientos Reiki I a quien quisiera recibirlos, con carácter experimental. Seis mujeres aceptaron y todas ellas se abrieron a la energía Reiki. Después de este fin de semana en Denver la compañera de mi profesora Reiki II, que se había desplazado también a la región, vino a pasar un día conmigo. Una amiga de ella, a quien yo no conocía, la llevó en coche hasta mi casa y se quedó a cenar. Durante la charla se me ocurrió mencionar los grupos de trabajo y cuánto deseaba recibir la investidura Reiki III «para poder hacerlo como es debido». La amiga de mi amiga dijo:
—    No dispongo de tiempo para dedicarme a la enseñanza, pero si no necesitas nada más que el alineamiento podemos hacerlo ahora mismo.
to. Una practicante de Reiki II presente en el grupo me ayudó a enseñar las posturas de las manos, ¡y estuve pasando alineamientos Reiki durante casi dos horas! Quedé algo preocupada por haber pasado los alineamientos sin impartir una instrucción completa, pero mis espíritus-guías me instaban a continuar cada vez que me detenía a consultarlos.
Al día siguiente me tocaba una firma de libros en el taller de artesanías del festival, y volvió a formarse la cola, y seguí pasando alineamientos Reiki I. Más tarde supe que había corrido la voz entre la asistencia: «Poneos a la cola, poneos a la cola, Diane Stein está dispensando a las mujeres la experiencia espiritual más importante de sus vidas». Muchas ni siquiera tenían la menor idea de por qué se habían puesto a la cola, y sin embargo mis espíritus-guías seguían diciéndome «continúa». En conjunto debí pasar unos 150 alineamientos en el decurso de aquellos dos días, siempre sin cobrar nada. Para mí fue físicamente agotador y estuve enferma durante tres semanas después de eso. Veinticinco alineamientos por sesión son muchos. La experiencia, cualquiera que haya sido definitiva-mente su utilidad, sirvió para que yo echase de ver la enorme necesidad existente de Reiki por parte de tantísimas personas.
Después de este festival me pareció que por fin me había sido revelada mi misión: enseñar Reiki a tantas mujeres (y hombres) como lo desearan y a mí me fuese posible. Este magnífico sistema de curación debe ponerse en manos de todos, tanto si pueden pagar el coste de la enseñanza como si no. En este camino he perseverado hasta la fecha, aun-que muchas veces me resulta difícil explicar a los organizadores de los grupos de trabajo y los festivales por qué es tan importante dicho método de curación. En cuanto a mi maestra de Reiki II, la que estuvo jugando tanto tiempo al gato y al ratón conmigo y negándome la enseñanza y el certificado de Reiki III, se negó a continuar facilitándome información. Según ella, yo hacía un mal uso del Reiki al impartirlo gratis, y canceló todos los planes que teníamos previstos para proseguir mi aprendizaje.
De tal manera que, si bien soy enseñante de Reiki desde hace cuatro años y he iniciado a varios cientos de aspirantes, todavía no tengo la certificación tradicional y oficial. Pero ha dejado de parecerme necesaria. Yo ofrezco a mi alumnado mi propia certificación a título de Reiki no tradicional, totalmente persuadida de que esto no afecta para nada a mi capacidad de enseñar y mi eficacia. Cuando celebré mi aniversario, el equinoccio de otoño de 1992, una de mis alumnas me regaló un certificado diciendo:
–Tú me has enseñado a mí, por consiguiente yo te certifico.
Ambas celebramos sobremanera la broma. En el momento de escribir estas líneas he enseñado a varios centenares de aspirantes al Reiki III, muchos de los cuales han emprendido a su vez la actividad enseñante. Yo les pido que se atengan a mi ética de precios baratos y becas siempre que hagan falta, y que continúen mi desmitificación de un sistema curativo que necesariamente debe alcanzar la universalidad. Muchas mujeres, así como algunos hombres, me siguen en ese camino.

Índice

Prólogo: Nota importante     13
Introducción     15


REIKI I. El primer grado

1. La historia de Reiki     23
2. Qué es Reiki     35
3. La sesión terapéutica Reiki     55
Auto terapia     65
Cómo sanar a otros     67
Sesiones de grupo     83


REIKI II: El segundo grado

4. Los símbolos Reiki     93
5. Curación a distancia y más     111
6. Cómo abrir la kundalini     129


REIKI III: El tercer grado

7. Los símbolos del tercer grado     155
8. Cómo pasar los alineamientos     172
9. Cómo enseñar el Reiki     191
10. Reiki y la Senda de la Iluminación     212

Epílogo.    El porvenir de Reiki en nuestra época de crisis planetaria     229
Apéndice. Hojas de trabajo para la enseñanza de Reiki     233

Bibliografía     247

Robin Book
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