Cerebro De Pan

Referencia: 9788466334686
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Si quieres estimular la fuerza de tu cerebro, conservar la memoria, levantar el ánimo y aumentar tu energía,Cerebro de pante ayudará a conseguirlo.

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La devastadora verdad sobre los efectos del trigo, el azúcar y los carbohidratos (y un plan de 30 días para remediarlo)

Libro dedicado a contar los peligros de la ingesta de cereales, carbohidratos y azúcar para el cerebro y la dieta a seguir para conseguir un cerebro sano.

Si quieres estimular la fuerza de tu cerebro, conservar la memoria, levantar el ánimo y aumentar tu energía, Cerebro de pan te ayudará a conseguirlo.

¿Sabías que el gluten, el azúcar y los carbohidratos destruyen tu cerebro? Incluso los más saludables, como los cereales integrales, pueden causar demencia, trastorno por déficit de atención, ansiedad, dolor de cabeza crónico y depresión, entre otras dolencias. El renombrado neurólogo David Perlmutter destapa un tema que ha estado enterrado en la literatura médica demasiado tiempo.
Con una dieta de cuatro semanas, complementada con un programa de ejercicios, Cerebro de pan te enseña a proteger y a mejorar el funcionamiento de este órgano tan frágil. Si cambias tu alimentación, incluso podrás estimular el crecimiento de nuevas neuronas a cualquier edad y modificar el destino que te depara la genética para vivir una vida más larga y saludable.

El manual que necesitas para cuidar y alimentar tu cerebro.

El doctor DAVID PERLMUTTER es un reconocido neurólogo, miembro del American CoIlege of Nutrition. Se graduó en la facultad de Medicina de la Universidad de Miami, donde fue galardonado con el premio de investigación Rowntree G. Leonard a la mejor investigación de un estudiante de Medicina. Después de completar la residencia en Neurología, ejerció en la práctica privada.
Actualmente es profesor asociado de la Universidad de Miami así como conferenciante habitual en simposios patrocinados por instituciones médicas como la Universidad de Harvard, la Universidad de Arizona, el Instituto Scripps de la Universidad de Nueva York y la Universidad de Columbia.
Está reconocido internacionalmente como un experto en el campo de las influencias nutricionales en los trastornos neurológicos y ha recibido varios premios por sus innovadoras investigaciones.
La piedra angular del enfoque del Dr. Perlmutter sobre los trastornos neurológicos se fundamenta en los principios de la medicina preventiva.

  • Traducción de Ariadna Molinari Tato
  • Nº de páginas: 384 págs.
  • Encuadernación: Tapa blanda


Introducción
En contra del trigo

Mantener el orden en lugar de corregir el desorden es el principio máximo de la sabiduría. Curar la enfermedad después de que ha aparecido es como cavar un pozo cuando uno tiene sed, o forjar armas después de que la guerra haya comenzado.
NEI JING, Siglo II a.C.

Si pudieras preguntarles a tus abuelos o bisabuelos de qué moría la gente cuando ellos eran jóvenes, es probable que te dijeran que «de viejos». O quizá te contaran la historia de alguien que se contagió de un microbio muy dañino y que falleció prematuramente de tuberculosis, cólera o disentería. Sin embargo, no mencionarían cosas como diabetes, cáncer, cardiopatía coronaria ni demencia. Desde mediados del siglo XX, la causa inmediata de muerte de la gente se atribuye a enfermedades específicas; ya no se usa el término «causas naturales» en el certificado de defunción. Hoy en día, esas enfermedades específicas tienden a ser crónicas y degenerativas, e implican complicaciones y síntomas múltiples que se acumulan con el paso del tiempo. Por eso las personas de más de ochenta o noventa años no suelen morir de una enfermedad en particular. En una casa vieja en ruinas, los materiales se deterioran y se oxidan, las tuberías y el sistema eléctrico fallan,

y los muros comienzan a agrietarse a partir de fisuras insignificantes que no son evidentes a la vista. Conforme la casa se va deteriorando por el uso, lo normal es hacer ciertas labores de mantenimiento. Sin embargo, nunca volverá a estar como nueva, a menos de que derrumbes la estructura y la construyas de nuevo. Cada intento de parchear y arreglar le da más tiempo de vida, pero a la larga las áreas que necesitan una remodelación o un reemplazo urgente están por doquier. Como con todas las cosas de la vida, el cuerpo humano simplemente se desgasta. Una enfermedad debilitante se instala y poco a poco progresa de forma atroz hasta que el cuerpo no puede más.

Esto ocurre sobre todo en el caso de las enfermedades cerebrales, incluida la más temida de todas: el Alzheimer. El famoso alemán es el fantasma médico moderno que aparece con frecuencia en los titulares de los periódicos. Si hay una preocupación en el tema de la salud que parece eclipsar a todas las demás conforme envejecemos es la de caer presas del Alzheimer o de alguna otra forma de demencia que nos vuelva incapaces de pensar, razonar y recordar. Las investigaciones demuestran lo arraigada que está esta inquietud. En 2011, un estudio dirigido por Harris Interactive para la Fundación MetLife demostró que el 31 % de las personas temen más a la demencia que a la muerte o al cáncer. Y este temor no solo afecta a la gente de mayor edad.

Existen gran cantidad de falsedades que se repiten acerca de la serie de trastornos cerebrales degenerativos entre los que se encuentra el Alzheimer: «Es genético», «Es inevitable con la edad» y «Si vives más de ochenta años, dalo por seguro».

¡No tan rápido!

Estoy aquí para decirte que el destino de tu cerebro no está en tus genes y no es inevitable. Además, si eres el tipo de persona que sufre de otro tipo de trastorno cerebral, como migrañas, depresión, epilepsia o ansiedad, es posible que el culpable no esté programado en tu ADN.

Está en la comida que consumes.

Sí, has leído bien: la disfunción cerebral comienza con el pan de cada día, y te lo voy a demostrar. Lo repetiré porque sé que suena absurdo: los cereales modernos están destruyendo silenciosamente tu cerebro. Cuando digo «modernos» no me refiero solo a las harinas refinadas, a las pastas y al arroz, que ya cargan con el estigma que les imponen los enemigos de la obesidad; me refiero también a todos los cereales que muchos hemos llegado a considerar saludables: el trigo integral, el cereal integral, el multigrano, los siete granos, el grano vivo, el grano molido a la piedra y demás. En pocas palabras, estoy diciendo que uno de nuestros grupos alimenticios esenciales más queridos es en realidad una agrupación terrorista que ataca nuestro órgano más preciado: el cerebro. Te demostraré que la fruta y otros carbohidratos pueden representar una amenaza para tu salud con consecuencias a largo plazo que no solo sembrarán el caos en tu cerebro, sino que, además, acelerarán el proceso de envejecimiento de tu cuerpo desde dentro hacia fuera. No es ciencia ficción; es un hecho documentado.

Mi objetivo al escribir Cerebro de pan es proporcionar información sólida y basada en evidencias evolutivas, científicas y fisiológicas modernas. Este libro se sale del dogma aceptado por el común de los mortales, pero también escapa de los intereses corporativos establecidos. Asimismo, propone una nueva forma de entender la causa originaria de la degene-

ración cerebral y ofrece una promesa esperanzadora: el deterioro cerebral puede prevenirse en gran medida por las elecciones que hacemos a diario. Por si aún no lo has entendido, te lo diré con todas las letras: este no es otro libro para hacer dieta ni una guía genérica de todo lo relativo a la medicina preventiva. Este libro va a cambiar el juego.

Día tras día oímos algo distinto en nuestra constante lucha contra las enfermedades crónicas, sobre todo en lo relativo a padecimientos que en cierto modo podrían evitarse a partir de los hábitos y el estilo de vida. Tendrías que vivir debajo de una piedra para no saber que cada día estamos más gordos, a pesar de la información que nos venden sobre cómo mantenernos delgados y en forma. También sería difícil encontrar a alguien que no estuviera al tanto de las elevadas cifras de diabetes tipo 2, o del hecho de que las enfermedades cardíacas son la principal causa de muerte en la actualidad, seguida muy de cerca por el cáncer.

Come vegetales. Lávate los dientes. Suda de vez en cuando. Descansa bastante. No fumes. Ríe más. Hay ciertos principios de salud que ya son de sentido común y que todos sabemos que debemos practicar de forma rutinaria. Sin embargo, cuando se trata de conservar la salud de nuestro cerebro y nuestras facultades mentales tendemos a pensar que eso no depende de nosotros, que de algún modo es nuestro destino desarrollar trastornos cerebrales durante la madurez y volvernos seniles en la vejez, o que escaparemos de ellos por pura suerte genética o gracias a los nuevos descubrimientos médicos. Sin duda, mantener la mente ocupada después de jubilamos, hacer rompecabezas, seguir leyendo y visitar museos es algo beneficioso. No puede decirse que no hay una correlación muy evidente entre las disfunciones mentales y ciertas elecciones de vida específicas, como la hay entre, por ejemplo, fumar dos paquetes de tabaco diarios y desarrollar cáncer de pulmón, o devorar patatas fritas y volverse obeso. Como ya dije, tenemos la costumbre de poner los padecimientos cerebrales en una categoría separada de las otras afecciones que sí asociamos con los malos hábitos. Para cambiar esta percepción, te mostraré la relación entre cómo vives y el riesgo que tienes de desarrollar una serie de problemas cerebrales, algunos de los cuales podrían afectarte en la infancia y otros podrían serte diagnosticados hacia el final de la vida. Creo que los cambios alimenticios que se han dado en el último siglo —de una dieta alta en grasa y baja en carbohidratos se ha pasado a una dieta baja en grasas y alta en carbohidratos que sobre todo consiste en cereales y otros carbohidratos dañinos— son el origen de muchas de las dolencias modernas ligadas al cerebro, incluidas la migraña, el insomnio, la ansiedad, la depresión, la epilepsia, los trastornos motores, la esquizofrenia, el trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y esos momentos de senilidad que es muy probable que anuncien un declive cognitivo grave y una enfermedad cerebral progresiva, irreversible, intratable e incurable. Te revelaré cuál es el efecto devastador que los cereales y los azúcares podrían estar provocando en este instante en tu cerebro sin que siquiera lo notes.

La idea de que nuestro cerebro es propenso a lo que comemos ha circulado de forma discreta en la literatura médica

más prestigiosa de los últimos tiempos. Esta información pide a gritos ser divulgada al público, el cual cada vez padece ´nos el engaño de una industria que vende alimentos que suelen considerarse «nutritivos». También ha llevado a médicos y ti científicos como yo a cuestionar lo que se considera que es

«saludable». ¿Puede culparse a los carbohidratos y a las grasas poliinsaturadas de origen vegetal —como los aceites de canola, de maíz, de semilla de algodón, de cacahuate, de cártamo, de soja y de girasol— de las tasas ascendentes de cardiopatías, obesidad y demencia? En realidad, una dieta alta en grasas saturadas y en colesterol ¿es buena para el corazón y el cerebro? ¿Es posible cambiar nuestro ADN a través de la comida a pesar de los genes que heredamos? Hoy en día se sabe que el sistema digestivo de un porcentaje pequeño de la población es intolerante al gluten, una proteína presente en el trigo, la cebada y el centeno; pero ¿es posible que el cerebro de casi todo el mundo reaccione de forma negativa a este ingrediente?

Empecé a hacerme este tipo de preguntas hace unos años, a medida que empezaban a surgir evidencias concluyentes y algunos de mis pacientes enfermaban más y más. Como neurólogo practicante que día a día atiende a personas que buscan respuestas a sus padecimientos cerebrales debilitantes, así como a familias que lidian con la pérdida de las facultades mentales de un ser querido, me siento obligado a llegar al fondo del asunto. Quizá eso se deba a que no soy únicamente neurólogo acreditado y miembro del Colegio Estadounidense de Nutrición —de hecho, soy el único médico en Estados Unidos que cuenta con ambas acreditaciones—, sino que además soy miembro fundador y socio del Consejo Estadounidense de Medicina Holística e Integral. Esto me permite tener una perspectiva única sobre la relación que existe entre lo que comemos y el funcionamiento de nuestro cerebro. No es algo que la mayoría de la gente comprenda del todo, ni siquiera los médicos que se formaron años antes de que se consolidara esta nueva ciencia. Sin embargo, es hora de prestar atención. Es hora de que alguien como yo se levante de la mesa del microscopio, salga por la puerta de la sala de análisis clínicos y lo haga público. Al fin y al cabo, las estadísticas son aplastantes.

De entrada, la diabetes y las enfermedades neurológicas son dos de las dolencias más costosas y perniciosas en la actualidad; sin embargo, son bastante prevenibles y están vinculadas de una forma muy particular: tener diabetes duplica el riesgo de desarrollar Alzheimer. De hecho, si hay una cosa que este libro demuestra con claridad es que muchas de las enfermedades cerebrales que padecemos tienen denominadores comunes con otras afecciones. Al parecer, la diabetes y la demencia no están emparentadas, pero te mostraré lo cerca que está cada una de nuestras potenciales disfunciones cerebrales a dolencias que rara vez relacionamos con el cerebro. También estableceré conexiones sorprendentes entre trastornos cerebrales muy distintos entre sí —como la enfermedad de Parkinson y la propensión al comportamiento violento— que señalan hacia las causas de origen de una serie de afecciones que involucran al cerebro.

Aunque se ha demostrado que los alimentos procesados y los azúcares refinados han contribuido al aumento de la obesidad y de las alergias alimenticias, nadie ha explicado aún la relación entre los cereales y otros ingredientes, ni entre la salud cerebral y—desde una perspectiva más amplia— el ADN. Se trata de una relación bastante directa: nuestros genes determinan no solo cómo procesamos los alimentos, sino sobre todo cómo reaccionamos a los alimentos que ingerimos. No hay duda de que uno de los sucesos de mayor alcance en la historia del imperante deterioro cerebral de la sociedad moderna ha sido la introducción del trigo en la dieta humana. Es

cierto que nuestros ancestros neolíticos consumían cantidades ínfimas de este cereal, pero lo que ahora llamamos trigo no se parece casi nada a la escaña silvestre que de vez en cuando consumían nuestros antepasados. Debido a la hibridación y a la tecnología genética modernas, los 60 kilos de trigo que consume al año el estadounidense medio casi no tienen similitud genética, estructural ni química alguna con aquello que los cazadores y recolectores del pasado podrían haberse encontrado en el camino. Y ahí radica el problema: estamos estimulando cada vez más a nuestro organismo con el consumo de ingredientes para los que no está preparado genéticamente.

Quiero aclarar que este no es un libro sobre la enfermedad celíaca (un trastorno autoinmune poco común relacionado con el gluten que solo afecta a un pequeño porcentaje de la población). Si has pensado que este libro no es para ti porque (1) no te han diagnosticado ninguna dolencia o ningún trastorno, o (2) no eres intolerante al gluten, te suplico que sigas leyendo. Este libro es para todos. El gluten es lo que yo llamo «el germen silencioso», pues puede infligirte daños duraderos sin que te des cuenta.

Más allá de las calorías, la grasa, las proteínas y los micronutrientes, en la actualidad sabemos que la comida es un modulador epigenético poderoso; es decir, puede modificar nuestro ADN para bien o para mal. Es un hecho que además de ser una fuente de calorías, proteínas y grasas, los alimentos regulan la expresión de muchos de nuestros genes, y apenas estamos empezando a entender las consecuencias dañinas del consumo de trigo desde esta perspectiva.

La mayoría de la gente cree que puede vivir como elija, y que cuando tenga problemas de salud acudirá al médico para obtener una solución rápida contenida en la pastilla más novedosa y maravillosa del mundo. Este escenario promueve el enfoque de ciertos médicos que se centran en el tratamiento de la enfermedad actuando como proveedores de pastillas. Sin embargo, este panorama parte de un planteamiento erróneo. En primer lugar, se concentra en la enfermedad, no en el bienestar. En segundo lugar, los tratamientos suelen conllevar una serie de consecuencias peligrosas. Por poner un ejemplo, un reportaje reciente de la prestigiosa publicación Archives of Internal Medicine reveló que las mujeres posmenopáusicas a las que se les administró estatina para disminuirles los niveles de colesterol tenían casi un 48 % más probabilidades de desarrollar diabetes que aquellas a las que no se les administró dicho medicamento. Este ejemplo resulta aún más preocupante si tenemos en cuenta que la diabetes duplica el riesgo de desarrollar Alzheimer.

En la actualidad, cada vez somos más conscientes de que el estilo de vida influye en la salud y en el riesgo de contraer o desarrollar enfermedades. Oímos hablar con frecuencia de la «dieta del corazón saludable» o de las recomendaciones para aumentar la ingesta de fibra como estrategia para reducir los riesgos de padecer cáncer de colon. Pero ¿por qué hay poca información disponible acerca de cómo mantener nuestro cerebro saludable y evitar las enfermedades neurológicas? ¿Será

r porque el cerebro está ligado al concepto etéreo de mente, el cual lo distancia erróneamente de nuestra capacidad de controlarlo? ¿O es porque las empresas farmacéuticas están empeñadas en descartar la idea de que nuestras elecciones en la vida tienen una gran influencia en nuestra salud cerebral? Debo advertirte algo: no tengo una opinión muy positiva sobre la industria farmacéutica; conozco demasiadas historias

de gente de la que se ha aprovechado en lugar de ayudarla. En las siguientes páginas compartiré contigo algunas de ellas.

Este libro trata de aquellos cambios que puedes hacer hoy en tu estilo de vida para mantener un cerebro saludable, vivo y despierto, al tiempo que disminuyes de forma sustancial el riesgo de padecer en el futuro alguna enfermedad neurológica debilitante. Llevo más de treinta y cinco años dedicándome al estudio de las afecciones del cerebro. Mi trabajo se centra en crear programas integrales para mejorar la función cerebral en personas afectadas por disfunciones devastadoras. Día tras día recibo a familiares y otros seres queridos cuya vida dio un giro radical por culpa de la enfermedad. A mí también me resulta desolador. Cada mañana, antes de empezar la jornada laboral, visito a mi padre de 96 años, quien fue un neurocirujano excepcional formado en la prestigiosa Clínica Lahey. Hoy vive en una residencia para ancianos que se encuentra enfrente del aparcamiento de mi consulta. Aunque a veces recuerda mi nombre y otras veces no, casi nunca se le olvida decirme que me asegure de pasar visita a cada uno de sus pacientes. Sobra decir que mi padre se jubiló hace más de veinticinco años.

La información que te revelaré aquí sobrecoge, pero además es contundente e innegable. Cambiarás tu forma de comer de inmediato y te verás a ti mismo bajo una luz completamente distinta. Es posible que te estés preguntando si el daño ya está hecho, si tu cerebro ya está condenado después de tantos años de comer pan. No te preocupes. Mi principal intención es que este libro te fortalezca y te equipe con un control remoto para tu cerebro en el futuro. Se trata de lo que harás de ahora en adelante.

A partir de décadas de análisis clínicos y de laboratorio

(incluidos los míos), así como de resultados extraordinarios que he visto con mis propios ojos durante los últimos treinta y pico años que llevo ejerciendo la medicina, te diré lo que sé y te mostraré cómo sacar provecho de ese conocimiento. También te ofreceré un plan de acción exhaustivo para transformar tu salud cognitiva y agregarle más años a una buena vida. Y no solo tu salud cerebral se verá beneficiada, sino que te prometo que este programa te será útil si tienes cualquiera de estas disfunciones:

•TDAH

•ansiedad y estrés crónicos

•migrañas y cefaleas

•depresión

•diabetes

•epilepsia

•falta de concentración y atención

•padecimientos y enfermedades inflamatorias, incluida la artritis

•insomnio

•pro blemas intestinales, incluyendo la enfermedad celíaca, la intolerancia al gluten y el colon irritable

•problemas de memoria y trastornos cognitivos leves que con frecuencia anteceden al Alzheimer

•tras tornos anímicos

•sobrepeso y obesidad

•síndrome de Tourette

•y muchas más

Aun si  no padeces ninguna de estas dolencias, este libro te ayudará a preservar tu bienestar y tu agudeza mental. Es para

viejos y para jóvenes, así como para mujeres que están intentando quedarse embarazadas. Mientras escribo esta introducción ha surgido otro estudio que demuestra que los hijos de mujeres intolerantes al gluten tienen mayor riesgo de desarrollar esquizofrenia y otros trastornos psiquiátricos cuando crezcan. Este es un descubrimiento escalofriante y revelador que toda futura madre debe conocer.

He conocido a personas que han dado un giro espectacular a su salud, como el caso de un hombre de 23 años cuyos temblores incapacitantes desaparecieron después de hacer unos cuantos cambios en su dieta, y los incontables estudios de casos de pacientes epilépticos que dejaron de tener convulsiones el día que cambiaron los cereales por más grasas y proteínas. O el caso de una mujer de treinta y tantos cuya salud se transformó de manera extraordinaria después de haber sufrido una letanía de problemas médicos. Antes de venir a verme, no solo padecía cefaleas, depresión e infertilidad, sino que también tenía un extraño trastorno llamado «distonía» que le contorsionaba los músculos en posiciones raras y que casi la incapacitaba. Gracias a unas cuantas modificaciones en su dieta, su cuerpo y su cerebro recobraron la salud... y tuvo un embarazo perfecto. Estos relatos hablan por sí solos y son representativos de millones de otras historias de gente que vive con dolencias innecesarias que les carcomen la vida. Suelo tratar a muchos pacientes que «lo han intentado todo» y que se han hecho todos los estudios y todas las pruebas que tienen a su alcance con la esperanza de encontrar una cura. Les receto algo sencillo que no implica medicinas, cirugía ni psicoterapia, y la gran mayoría se recupera y vuelve al camino de la salud. Todas esas recetas las encontrarás aquí.

Respecto a la organización del libro, lo he dividido en tres partes, empezando por un cuestionario exhaustivo diseñado para mostrarte que tus hábitos cotidianos pueden estar afectando la función y la salud de tu cerebro.

La primera parte, «La verdad y nada más que la verdad sobre los cereales», te dará a conocer a los amigos y a los enemigos de tu cerebro; estos últimos son los que te vuelven vulnerable a la disfunción y a la enfermedad. Al dar la vuelta a la clásica pirámide nutricional, te explicaré qué ocurre cuando el cerebro se topa con ingredientes comunes como el trigo, la fructosa (el azúcar natural que se encuentra en las frutas) y ciertas grasas, y te demostraré que una dieta muy baja en carbohidratos y alta en grasas es la ideal (hablamos de no más de 60 g de carbohidratos al día, que es lo que contiene una porción de fruta). Esto también sonará ridículo, pero te recomiendo que empieces por cambiar tus tostadas de la mañana por huevos y mantequilla. Pronto empezarás a consumir más grasas saturadas y colesterol, y reconsiderarás los pasillos del supermercado. Si te han diagnosticado altos niveles de colesterol y estás tomando estatina, prepárate para despertar: te voy a explicar qué está ocurriendo en realidad dentro de tu cuerpo y te diré cómo remediar esta condición de forma fácil, deliciosa y sin medicamentos. Daré un giro al tema de la inflamación con lujo de detalles y con el respaldo de la ciencia, y te demostraré que, para controlar esta reacción bioquímica potencialmente letal que es la base de la enfermedad neurológica (sin mencionar todas las afecciones degenerativas que nos afectan de la cabeza a los pies), deberás cambiar tu dieta. Te mostraré que las elecciones alimenticias pueden controlar la inflamación al cambiar la forma en la que se expresan tus genes. Asimismo, no tiene sentido consumir antioxidantes.

En vez de eso, debemos consumir ingredientes que pongan en marcha las propias secuencias antioxidantes y desintoxicantes del cuerpo. La primera parte incluye una exploración de las investigaciones más recientes sobre cómo podemos cambiar nuestro destino genético y tener control de los «interruptores maestros» de nuestro ADN. La información científica es tan cautivadora que inspirará hasta al más adicto a la comida rápida que detesta hacer ejercicio. Esta parte termina con una observación en profundidad de algunos de los trastornos psicológicos y de comportamiento más perniciosos, como el TDAH y la depresión, así como las migrañas. Te explicaré cuántos de estos casos pueden curarse sin medicamentos.

En la segunda parte, «Rehabilita tu cerebro de pan», te mostraré los fundamentos científicos de los hábitos que promueven la salud cerebral, entre los cuales hay tres áreas primordiales: nutrición y suplementos alimenticios, ejercicio y sueño. Las lecciones de esta sección te ayudarán a llevar a cabo el programa de cuatro semanas que explico en la tercera parte: «Adiós al cerebro de pan». En esta incluyo planes de comida, recetas y metas semanales. Si necesitas más apoyo o quieres consultar las últimas actualizaciones, visita mi página web www.drperlmutter.com. Ahí encontrarás los estudios más recientes, podrás leer mi blog y descargar materiales que te ayudarán a ajustar la información de este libro a tus preferencias personales. Por ejemplo, encontrarás un calendario diario o mensual con ideas para diseñar las comidas y planear el día, con recetas incluidas. Algunas listas de este libro (como «La policía del gluten») también están disponibles en línea, de modo que es sencillo imprimirlas y ponerlas en la puerta de la nevera para no olvidarlas.

Ahora bien, ¿qué es exactamente «cerebro de pan»? Imagino que ya tendrás una idea. La mejor forma de entenderlo es a través de un antiguo anuncio. Si prestabas atención a la publicidad de mediados de los ochenta del siglo pasado, quizá recuerdes una campaña a gran escala en contra de las drogas en la que se mostraba un huevo friéndose en una sartén y se decía: «Esto le pasa a tu cerebro cuando consumes drogas». La poderosa imagen sugería que las drogas tienen en el cerebro el mismo efecto que la sartén caliente en el huevo: lo dejan frito, frito.

Esa imagen resume mi afirmación sobre lo que le pasa al cerebro cuando consumes carbohidratos. Permíteme demostrártelo, y luego tú decidirás si te lo tomas en serio y le abres la puerta a un futuro más sano y libre de enfermedades. Tenemos mucho que perder si no le hacemos caso a este mensaje, y mucho que ganar si empezamos ahora mismo.

Índice

INTRODUCCIÓN: En contra del trigo  13

AUTOEVALUACIÓN: ¿Cuáles son tus factores de riesgo  29

PRIMERA PARTE

La verdad y nada más que la verdad

sobre los cereales

1. La piedra angular de la enfermedad cerebral. Lo que nunca te han contado sobre la inflamación  37

2. La proteína pegajosa. El papel del gluten en la

inflamación cerebral. (No es solo una cuestión

intestinal)  66

3. Cuidado, adictos a los carbohidratos y enemigos de la grasa. Verdades sorprendentes sobre los

verdaderos enemigos y amantes de tu cerebro99

4. Una unión poco fructífera. Este es tu cerebro lleno de azúcar (sea o no natural)143

5. El don de la neurogénesis y cómo controlar los interruptores maestros. Cambia tu destino genético 173

6. Drenado cerebral. De cómo el gluten sustrae tu paz mental y la de tus hijos203

SEGUNDA PARTE

Rehabilita tu cerebro de pan

7. Hábitos alimentarios para tener un cerebro óptimo. Buenos días, ayuno, las grasas y los suplementos

esenciales243

8. Medicina genética. Ejercita tus genes para tener un cerebro mejor260

9. Buenas noches, cerebro. Equilibra la leptina para controlar tu reino hormonal274

TERCERA PARTE

Adiós al cerebro de pan

10. Un nuevo estilo de vida. El plan de acción de cuatro semanas291

11. Preparando el camino hacia un cerebro saludable. Plan de comidas y recetas324

RECETAS333

EPÍLOGO. La abrumadora verdad373

AGRADECIMIENTOS379

Grijalbo
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