La magia de los árboles
Referencia: 9788479011901
SIMBOLISMO, MITOS Y TRADICIONES, PLANTACIÓN Y CUIDADOS
Firmemente enraizados en la tierra y con su copa abierta hacia el cielo, los árboles son uno de los símbolos vivientes más poderosos. esta obra única se adentra en el rico bosque de nuestra memoria colectiva, recogiendo los principales mitos y creencias que existen en torno al árbol. nos propone una nueva forma de mirarlos, junto al mejor modo de plantar y cuidar las especies más emblemáticas de la península ibérica.
Ignacio Abella
pasó su temprana infancia en los viejos hayedos de Urbasa, donde aprendió a caminar con asombro. Enfermo mortal de aburrimiento, abandonó los estudios ortodoxos para vivir intensamente en las montañas. Desde entonces recorre y se asienta temporalmente en diversas y casi siempre apartadas regiones del País Vasco y Asturias, entregándose al estudio y vivencia de la naturaleza y al mundo rural en el que se halla plenamente integrado.
Contenido
A MODO DE INTRODUCCIÓN 11
Algunas justificaciones y guiños al lector 14
CAPÍTULO I
EL TIEMPO DE LOS ÁRBOLES 17
- Beth - Luis - Nion (el calendario - alfabeto celta) 19
CAPÍTULO II
EL ABEDUL (la iniciación) 23
- Abedul, alimento y cobijo 24
- Abedul, sendero del espíritu 25
- Calendario del abedul 26
- El árbol medicina 26
- Plantación 28
CAPÍTULO III
EL CENTRO DEL MUNDO (el cetro real) 31
- El centro sagrado 31
- En el ombligo del mundo, el árbol 32
- El árbol que debía florecer 32
- El árbol tótem 33
- Santuarios, ciudades y moradas en el centro del mundo 33
- Centros de poder 34
- El cetro real 35
- Otras consideraciones sobre los centros y el árbol 36
CAPÍTULO IV
EL ROBLE (el árbol real) 39
- El roble vasco 39
- El roble en Ondátegui 40
- Reuniones en torno al árbol 41
- El universo del roble 47
- La Madre Roble, carácter y costumbres sociales 48
- Asociación del roble al sistema agrícola 48
- Ocaso y degeneración del roble 49
- Robles caducifolios 50
- Robles peludos 52
- Reproducción (robles caducos y marcescentes) 53
- Repoblación de roble con castaño 53
- Los robles siempreverdes 54
- La encina 55
- Otros recursos 65
- La bellota 66
CAPÍTULO V
EL MUÉRDAGO (la corona del rey) 69
- Roble y muérdago 69
- La corona del rey 71
- En el centro del tiempo, el muérdago 72
- Otros aspectos de la rama dorada 72
CAPÍTULO VI
EL FRESNO (el árbol del mundo) 75
- El fresno Yggdrassil 75
- Sobre los fresnos de Aralar 76
- La morada del fresno 79
- El fresno en la economía rural 79
- Reproducción 80
- Algunas especies y sus características 81
CAPÍTULO VII
LOS TRES REINOS (madera, materia y madre) 85
- Los tres reinos 86
- Cielo y Tierra (electricidad atmosférica) 86
- La serpiente y el águila 88
- Roble-Fresno (Yin-Yang) 89
- Roble-Fresno (el flujo de la energía) 91
- El fuego celeste 94
- Roble-Fresno (el dolmen y el menhir) 96
CAPÍTULO VIII
EL TEJO (la rueda del rey) 99
- El ocaso 99
- Vida social 100
- Algunos usos (veterinaria y medicina) 101
- Reproducción del tejo 102
- El tejo sagrado 102
- ¡Santiago Aguino, valmé! 105
- El teixo asturiano 110
- Viejas piedras 114
- La religión astur 116
CAPÍTULO IX
EL SENDERO DE LA SERPIENTE 123
- Peregrinaciones y ofrendas al árbol 123
- El camino del tejo 123
- San Andrés de Teixido 125
- El viaje a Poniente 127
- El sendero de la serpiente 128
- El árbol de la vida y la muerte 129
- Oración del peregrino 131
CAPÍTULO X
EL AVELLANO 133
- El avellano y la tierra 133
- La avellana 134
- El árbol útil 134
- Plantación y utilización 136
- Setos de avellano 136
- El diablo del avellano 136
- El soto sagrado 136
- La Fuente de la Sabiduría 138
- La varita mágica 140
CAPÍTULO XI
NUESTRA SEÑORA DEL ÁRBOL 143
CAPÍTULO XII
EL ESPINO ALBAR 147
- Cuentos y encantamientos a la sombra de un espino albar 148
- El fuego sagrado y el rayo 149
- Nuestra Señora del Espino 150
- El majuelo y el paisaje 150
- Setos de espino albar 151
CAPÍTULO XIII
LOS ESPÍRITUS DE LOS ÁRBOLES 153
- El Señor de los bosques 154
CAPÍTULO XIV
EL SAÚCO BENDITO 159
- Estructura y carácter 159
- El saúco, en su medio 160
- La morada élfica 162
- El fuego de saúco 162
- El ramo de San Juan 163
- El saúco maldito 164
- Plantación y setos 164
- Recetario (remedios del saúco) 164
- Madera y otros recursos 165
CAPÍTULO XV
ÁRBOLES SAGRADOS 167
- Los árboles ent 167
- Notas varias sobre árboles ent 170
- Recapitulación 171
CAPÍTULO XVI
EL GINKGO (la leyenda de un árbol) 173
- El venerable ginkgo 173
- El árbol Fénix 174
- Multiplicación y desarrollo 174
- El árbol de la juventud 175
CAPÍTULO XVII
EL LAZO ESPIRITUAL 177
- Inspiración bajo los árboles 178
- Conversaciones bajo el árbol sagrado 181
- Reconocimiento del árbol sagrado 181
- La era del árbol 182
- La esperanza verde 183
CAPÍTULO XVIII
EL DRAGO 185
- Arbor draconis, dragón vegetal 185
- Dragos con renombre 186
- Cultivo 187
CAPITULO XIX
EL ÁRBOL DE LA VIDA 189
- Génesis (viejos cuentos del principio) 189
- Las nupcias sagradas 190
- Un árbol plantado en la hora del nacimiento 193
- El árbol del hogar 195
- La última hora 197
CAPÍTULO XX
LA ABUELA HAYA 199
- El agua y el haya 199
- Porte y hábitat 200
- Tierra 201
- La sociedad del haya 202
- La danza de las hayas 204
- 'Los recursos del haya 208
- Reproducción 209
- Historia triste de las hayas de Palacio 209
- Distribución del haya 209
CAPÍTULO XXI
EL ÁRBOL, EL AGUA Y LA VIDA 211
- Historias sobre árboles 211
- El árbol, el agua y la vida 211
- El fluir 211
- Consejos para una mejor utilización del agua 212
CAPÍTULO XXII
LOS SAUCES (la pureza) 215
- El camino del sauce 215
- La flexibilidad 216
- Salicáceas 219
- El sauce llorón 219
- Plantación y cuidados 220
- La corteza curativa 220
- Madera 221
- Cestería de sauces 222
- Confección de un cesto 222
CAPÍTULO XXIII
SETOS 225
- Red de setos 226
- Los setos y el clima 228
- Producción 231
- Estructura e implantación 232
- Setos de frutales (Sistema Rozier) 233
- Los arbustos silvestres 235
CAPÍTULO XXIV
EL CASTAÑO 237
- Distribución e historia 237
- El castañar o el cuerno de la abundancia 238
- El pan de los pobres 238
- Otros recursos 241
- Reproducción del castaño 242
- Injerto del castaño 242
CAPITULO XXV
PLANTACIÓN DE ÁRBOLES 245
- La extinción del bosque 245
- La soledad del paisaje sin árboles 245
- La sana utilización de los recursos 246
- El vínculo con el árbol 247
- Los peligros de la ignorancia 247
- Plantación y trasplante con cariño 248
- Trasplante de arbolillos del monte 250
- Consejos generales para plantar 250
- Formas de criar árboles . 252
- Siembra de árboles 252
- Repoblación natural 254
- Algunas formas de reproducción vegetativa 254
CAPÍTULO XXVI
EL NOGAL (el árbol de oro) 261
- A la sombra del nogal 261
- La siembra 263
- El lugar para nogales 264
- Crecimiento, vida y cuidados 264
- Ervareo 265
CAPÍTULO XXVII
EL REGRESO DE LOS BASAJAUN 267
I PARTE
- Un encuentro sobrecogedor 268
- La estrella del sueño 269
- Amanacer 269
- El lenguaje de los árboles 271
- La ley de la selva 273
II PARTE
- El árbol del mundo 277
- El silencio, la voz de los bosques 277
- Hechizos de niebla 278
APÉNDICES 287
- El tótem de la paz 288
- Zonas de rusticidad 290
- Fuentes 291
- Bibliografía 291
- Algunas direcciones de interés 292
- Agradecimientos 292
CAPÍTULO I
El tiempo
de los árboles
La vida sólo puede medirse por la intensidad con que se vive y no por su duración. Una mariposa sólo vive unos días, pero es tal la alegría con que despliega sus alas y la luminosidad de sus colores, que en tan breve tiempo se realiza, da lo mejor de sí misma.
El árbol, por contra, se toma su tiempo, bebe la vida en tragos cortos, la saborea solemne y pausadamente. De algún modo, los árboles están fuera del tiempo o de nuestro ritmo temporal.
Su larga y sosegada vida los hace sabios y así representan la imagen y la garantía de estabilidad para el medio. No en vano son además nuestros hermanos más altos, y los más profundos, siempre auscultando la tierra con raíces infinitas.
Cuando buscamos la comprensión de cualquier fenómeno, mecanismo o entidad, es interesante enfocar diferentes puntos de vista para alcanzar distintas perspectivas. En el caso de los árboles, encontraremos unos seres con un ritmo vital muy diferente del nuestro. Todos hemos visto cómo las plantas y árboles se mueven cuando una cámara toma la sucesión de fotografías que nos permite apreciar este movimiento, imperceptible para nosotros de otro modo. Pero podemos imaginar otros ritmos y movimientos a diferente escala espado-temporal.
Así, el paso de las estaciones es para el árbol una inspiración y espiración que se manifiestan en el brote primaveral, seguido de la «madurez» o punto álgido del ciclo y la posterior caída de las hojas. En una película lo veríamos como pulsaciones o latidos vitales; el otoño aparece como la época en que el árbol parece consumirse entre un incendio de colores pardos del roble y los fogosos destellos rojizos y amarillos de los arces.
Acelerando aún más la velocidad de esta película, las pulsaciones anuales se hacen más rápidas y pierden nitidez. Se aprecia mejor el ciclo del nacimiento, crecimiento y muerte del árbol. Una bellota salta al suelo como estrella fugaz y de ella surge el árbol como un relámpago, que a su vez estalla en multitud de estrellas fugaces y se consume hasta desaparecer.
A vista de pájaro, el bosque avanza y retrocede, los árboles viajan en su estadio de semilla y el bosque entero se desplaza buscando las mejores condiciones.
A veces da la sensación de que más que una agrupación de seres, el bosque sea una verdadera entidad.
A mayor escala de tiempo, las migraciones del bosque se hacen más patentes; huyen de las glaciaciones e invaden el planeta hacia los polos al término de las mismas en oleadas sucesivas: primero las especies de luz, pioneras, y seguidamente las de sombra, que necesitan protección para su desarrollo.
Podríamos continuar este ejercicio imaginando el nacimiento y desarrollo de las diferentes especies en distintas edades geológicas. La génesis del bosque, que da comienzo en unos simples líquenes disgregando la piedra y a lo largo de millares de años y sucesivas capas vegetales, concluye con la instauración de la comunidad
arbórea, la más evolucionada y perfecta. Así se entiende fácilmente que el árbol sea símbolo de tiempo y espacio y que los celtas lo adoptaran como inspiración para su calendario y su alfabeto.
Sin embargo, hasta ahora sólo hemos abordado la comprensión de la entidad arbórea desde una perspectiva racional. Si además de comprender, queremos vivenciar el árbol de algún modo y establecer vínculos, nuestra mentalidad y espíritu deben aquietarse para alcanzar el ritmo del árbol; así comienza el diálogo que nos permitirá acceder a un conocimiento profundo.
El árbol vive ya en ese tiempo sagrado que podemos alcanzar por medio de diferentes técnicas o por su simple compañía e inspiración. De esta forma, el hombre puede conocer diferentes realidades y adentrarse en la experiencia mística, mítica, mágica... Aquí, el árbol funciona como medio y fin; es cierto, existen infinidad de caminos con corazón para llegar al centro de nuestro propio ser, pero todos ellos, antes o después, aparecen bordeados por árboles frondosos.
Ellos nos enseñan que basta con estar ahí, y justamente cuando descansamos a su sombra, después del largo camino, nos traspasa la luz del espíritu.
La incesante sucesión de los ciclos, el implacable giro de la rueda de la vida y la muerte, vigilia y sueño, inspiración y espiración... representan el tiempo profano que nos hace dar vueltas una y otra vez como el burro encadenado a la noria, en tanto que vivimos de forma inconsciente. El árbol se eleva entonces y representa una puerta abierta hacia la libertad.
Buda nace bajo el árbol y bajo el árbol nace por segunda vez. En el paraíso, los árboles, y en Getsemaní, antes del fin, y en la Cruz. «El zen es un ciprés que crece en un patio», dice el famoso koan y en árabe, tarika reúne en una palabra los significados de árbol, palmera y escuela, y Tarika es la escuela iniciática de los sufis.
Pero no nos extenderemos aquí sobre este tema, que más adelante será tratado con la profundidad que merece.
Sí vamos a ver, en cambio, la búsqueda por parte de las sociedades humanas de este tiempo sagrado, en diferentes festividades anuales que permiten a los pueblos parar la rueda, aunque sólo sea por un instante, antes de sumergirse en el nuevo ciclo.
***
A modo de introducción
«Un árbol dice: «En mi vida se oculta un núcleo,
una chispa, un pensamiento, soy vida de la vida eterna.
Única es la tentativa y la creación que en mí ha osado
la Madre Eterna. Única es mi forma y únicas las vetas
de mi piel único el juego más insignificante de las hojas
de mi copa y la más pequeña cicatriz de mi corona.
Mi misión es dar forma y presentar lo eterno en mis muescas
singulares».
Un árbol dice: «Mi fuerza es la confianza; no se nada
de mis padres, no se nada de los miles de retoños que todos
los años brotan de mí. Vivo hasta el fin el secreto de
mi semilla, no tengo otra preocupación. Confio en que Dios
está en mí, confió en que mi tarea es sagrada y vivo
de esta confianza».
Los árboles tienen pensamientos dilatados, prolijos
y serenos, así como una vida más larga que la nuestra.
Son más sabios que nosotros, mientras no les escuchemos.
Pero cuando aprendemos a escuchar a los árboles, la brevedad,
rapidez y apresuramiento infantil de nuestros pensamientos
adquiere una alegría sin precedentes. Quien ha aprendido
a escuchar a los árboles, ya no desea ser un árbol. No desea se?
más que lo que es».
(Hermann Hesse, «El viandante»)
Aveces me he sentido, haciendo este trabajo, como árbol inmóvil; y sentado, cuando menos lo esperaba, han acudido por su pie datos, imágenes, ideas, informaciones de las procedencias más inverosímiles. También he sido peregrino y he buscado la inspiración a la sombra de árboles venerables, verdaderos santuarios naturales que en su quietud me han mostrado las sendas del espíritu. He recogido de los labios de muchos viejos paisanos, costumbres e historias que nos servirán para conocer y acercarnos al árbol.
También he leído muchos libros, más o menos inspirados, algunos sabios y otros en los que resplandece la belleza, pero no cambiaría ninguno de ellos por el placer de una siesta a la sombra de un viejo roble o el paseo por el bosquecillo de avellanos. Sin embargo, en los libros se encuentran, entre ingentes cantidades de paja, destellos de luz que nos permiten conocer al árbol a diferentes niveles.
De algún modo es este un mensaje de los árboles para los hombres; día a día hemos ido descifrando el significado de las diferentes costumbres y leyendas, de los susurros del viento entre las hojas; de los sentimientos que todos compartimos desde nuestras respectivas religiones, tradiciones, culturas..., hacia los árboles.
Entregamos este fruto con la confianza de que cualquiera puede recorrer este camino; aprendiendo a desentrañar las sensaciones, sentimientos y pensamientos profundos del árbol; iniciando la peregrinación que tros naturales. La pérdida de esta relación con ellos ha conllevado un profundo desarraigo y desconcierto.
La juventud está desorientada, dicen, y es cierto, pero los hombres en cuyas manos está hoy el mundo
parecen pertenecer a otro planeta. Es imprescindible recuperar el vínculo con nuestros ancianos sabios y devolver esta amistad a los niños.
En el antiguo ámbito rural, el abuelo era el maestro y protector del niño; en la familia, su función consistía en transmitir la herencia cultural y sus propios conocimientos y experiencias. Pero este importante papel ya no tiene sentido: en la ciudad, el viejo es una pesada carga, y se los confina en geriátricos, y a los niños en colegios y guarderías, y a los árboles en los parques... quizá para que no nos contagien con su locura.
En los colegios murieron muchas ilusiones, aprendimos a perder nuestra inocencia y espontaneidad. En el asilo mueren los viejos y se llevan secretos que a nadie interesaron; el tesoro de esa sabiduría se pierde como una fruta que pudre cuando nadie acude a recogerla. Los viejos y los árboles hace tiempo nos esperan...
Quizás os preguntéis a qué viene tanto mirar hacia atrás, el porqué de esta búsqueda de viejos paisanos, árboles añosos, tradiciones y costumbres en vías de extinción.
Verdaderamente, hemos hecho aquí un pequeño compendio de historia del árbol y su amistad con el hombre, y es que el pasado es como un espejo en el que nos miramos y podemos conocernos mejor. Si siempre leemos la historia de nuestras guerras y colonizaciones, de las calamidades humanas; tendremos una imagen de nosotros mismos, como pueblo, incompleta y desastrosa, cuando no vergonzante.
Por contra, podemos identificamos y encontrar un punto de conexión con las cosas bellas que sucedieron a nuestros ancestros, revivir y renovar las fiestas, prácticas y rituales que merecen revivirse.
Son muchas las viejas costumbres que deberían arraigar de nuevo entre nosotros.
¿Os imagináis las reuniones de mandatarios, los juicios, asambleas, clases de la escuela y (¡como no!) las consultas médicas bajo árboles consagrados a tales fines?
Estos encuentros han tenido como escenario al árbol hasta tiempos recientes, en una medida difícil de imaginar. Es impresionante el número y la calidad, la universalidad de estas relaciones que aquí hemos recogido (sin pretensiones ni capacidad de hacer un estudio exhaustivo), dentro y fuera de la Península, pero impresiona aún más la cantidad de árboles que tuvieron estas funciones y que hoy, aún vivos, han sido relegados y abandonados por los hombres.
Su presencia es hoy historia, un recuerdo vivo que despierta añoranzas.
Sobre los personajes famosos, que a veces sólo lo son nos lleva a conocer los árboles sagrados, a descifrar sus aparentemente ocultos e intrincados, pero ciertamente simples mensajes; y, sobre todo, tomándose el tiempo necesario para este acercamiento.
No penséis sin embargo, que estamos dando a entender una velada promesa de alucinantes, vertiginosas, trepidantes y sugestivas experiencias místicas. Para eso están las agencias de viajes, los últimos modelos de automóviles y las drogas.
La compañía del árbol produce, por contra, unos sentimientos lentos, sosegados, duraderos y profundos. Gran parte de la belleza de esta relación radica en que se trata de una vivencia íntima, difícilmente explicable en palabras y que a menudo, por tanto, guardaremos en nuestro corazón con un recuerdo de inenarrable felicidad.
Poco a poco, conforme vamos aprendiendo a mantener afilada nuestra sensibilidad, el acercamiento es más profundo y el diálogo, más fluido, el árbol se abre en la medida en que nosotros somos capaces de ver y abrirnos a él.
De esta forma, este libro, concebido e inspirado a la sombra de los árboles, es un acercamiento, una búsqueda del espíritu del árbol. No se trata tanto de teorizar, aunque en ocasiones nos deslicemos por este terreno, sino de experimentar el árbol se sus distintas facetas. Así pues, encontramos las formas de plantar, el significado económico, ecológico y espiritual del árbol en su medio y, especialmente, las distintas pautas de relación que pueden establecerse con estos seres que son templo y escuela, sacerdotes y maestros, hermanos nuestros.
En definitiva, se trata aquí de recuperar una vieja amistad de la que depende nuestra supervivencia y nuestro bienestar físico y espiritual.
Todas las tradiciones, religiones y creencias confluyen en el árbol y utilizan un lenguaje universal cuando intentan expresar su belleza, el corazón inmenso y sosegado que late desde lo profundo de la entidad arbórea. Verdaderamente, los hombres tenemos aquí un modelo de ilimitada generosidad.
«Las hojas del árbol
son gente cuando trepo con los pies desnudos, y me mezo en la rama al viento que sopla.»
Los viejos, los niños y los árboles son nuestros maesnos lleva a conocer los árboles sagrados, a descifrar sus aparentemente ocultos e intrincados, pero ciertamente simples mensajes; y, sobre todo, tomándose el tiempo necesario para este acercamiento.
No penséis sin embargo, que estamos dando a entender una velada promesa de alucinantes, vertiginosas, trepidantes y sugestivas experiencias místicas. Para eso están las agencias de viajes, los últimos modelos de automóviles y las drogas.
La compañía del árbol produce, por contra, unos sentimientos lentos, sosegados, duraderos y profundos. Gran parte de la belleza de esta relación radica en que se trata de una vivencia íntima, difícilmente explicable en palabras por su afán de protagonismo, se escriben biografías, se les hacen fotos, cuadros, entrevistas.... Los árboles, en cambio, ocupan calladamente la tierra y aún después de siglos permanecen casi siempre en el anonimato, a pesar de haber rendido innumerables beneficios en su entorno. Por eso traeremos aquí los retratos y algunas vicisitudes de la vida de muchos de estos árboles, en representación y homenaje a su generosidad.
La importancia que tuvo el susurro, el mudo consejo de estos sabios, a menudo quedó reflejada en las sabias y sencillas disposiciones que los hombres tomaron a su amparo.
El olvido de estas viejas costumbres es un síntoma y tiene su fiel reflejo en la degradación y destrucción de los bosques y hábitats más diversos y en la desintegración de la sociedad humana a todos los niveles.
Hubo un tiempo en que la plantación de árboles se hacía sólo para obtener especies frutales o, siguiendo una tradición, dentro de un ritual.
Hoy, no sólo es necesario plantar árboles en el monte y por doquier, sino que de ello depende en gran medida nuestro futuro. Y hablaremos de las técnicas para plantar y para repoblar.
No es suficiente plantar diez, cien, mil o un millón de árboles; el árbol debe crecer en todos los terrenos y, sobre todo, hemos de hacerlo arraigar en la tierra fértil que es la imaginación del niño: enseñándole los secretos del árbol y sus querencias, hablándole de su función en nuestra casa y Madre, la tierra; contándole historias de árboles y gentes que vivieron felices bajo los árboles, trepando ramas en su compañía y desgranando los misterios del bosque y de sus habitantes.
Los niños de hoy son pobres en muchos sentidos porque viven alejados de esa felicidad que crece junto a los árboles, sobre la Tierra Madre.
Sí, los niños y los árboles tienen en nuestros días una inmensa importancia, en su crecimiento y salud está la esperanza y, más que nunca, hoy tienen que crecer juntos, llegar a una amistad profunda. Nuestros hijos tienen que aprender a hablar con los árboles y a cuidarlos.
Sin embargo, aun siendo esta una de nuestras tareas primordiales, apenas tiene relevancia a la luz de los acontecimientos que golpean al planeta en estos días. Hablamos a menudo de las generaciones venideras y de su maltrecho legado, quizá para no enfrentarnos al hecho de que cabalgamos ya, en este momento, sobre el filo del apocalipsis, del punto sin retorno. Es difícil establecer en que momento hemos cruzado o cruzaremos esta frontera; en cualquier caso, somos ya responsables del fin de muchas especies, a las que llegó su hora antes de tiempo...
Hace algunos años leímos una de las noticias más escalofriantes que imaginar pudiéramos: una tribu de la región del Amazonas ha decidido no tener más descendientes, morir como pueblo y renunciar a toda esperanza, pues aunque nos cueste creerlo desde nuestra más o menos acomodada posición, su perspectiva de futuro es un pozo sin fondo. Nosotros, a veces, tenemos una visión pesimista del mundo cuando vemos que las cosas se ponen cada vez más negras, pero siempre el sistema civilizado crea una sensación de amparo, un velo sobre el peligro inminente que se cierne. Difícil es aún sentir, en este insensato «orden», la desesperación y la tristeza profunda de los desheredados, de aquellos para los que el mundo civilizado siempre ha sido algo lejano y amenazante, inalcanzable como una maldición.
Hoy, más que nunca, hemos de estar atentos, ser conscientes de lo que pasa a nuestro alrededor; no podemos seguir escondiendo la cabeza, pero tampoco involucramos en una lucha imposible, en una nueva revolución colectiva.
Cuando el mundo se tambalea, cuando el gran Fresno se estremece, nos queda la luz; aún podemos volver los ojos hacia la belleza, recorrer los únicos caminos que merecen la pena recorrerse, los del corazón. En todos ellos, más tarde o más temprano encontraremos al árbol.
Es posible que en esta renuncia a la salvación del mundo esté la clave para la salvación del mundo. Ha de ser amor lo que nos mueva a plantar árboles, como dijimos, en todos los terrenos.
ALGUNAS JUSTIFICACIONES
Y GUIÑOS AL LECTOR
«Cuando se estudia cualquiera de las leyes universales y eternas de la naturaleza, lo mismo si se relacionan con la vida, la formación, estructura y movimiento de un gigantesco planeta, que si se trata de la planta más diminuta o de los movimientos psicológicos del cerebro humano, son necesarias ciertas condiciones para podernos convertir en intérpretes de la naturaleza o en creadores de una obra de valor para el mundo.
Hay que dejar de lado las ideas preconcebidas, los dogmas y todos los prejuicios personales. Hay que escuchar pacientemente, en silencio y con reverencia, una por una, las lecciones de la madre naturaleza que proyectan luz en lo que antes era un misterio, de forma que cuantos quieran puedan ver y saber. Ella sólo descubre sus verdades a los que son pasivos y receptivos.
Aceptando las verdades que ella les sugiera y a donde quiera que lleven o conduzcan, tenemos en armonía con nosotros a todo el universo.
Por fin el hombre ha encontrado un fundamento sólido para la ciencia, después de descubrir que es parte de un universo eternamente inestable en su forma, pero eternamente inmutable en su esencia».
(Luther Burbank)
Antes de nada deciros que están escritas estas páginas por disfrute del autor y para disfrute del lector. Os ruego que no las devoréis, saboreadlas en sorbos cortos y momentos sosegados. Este libro no es algo de usar y tirar, no está hecho con la rapidez que caracteriza nuestros alocados tiempos. Su gestación y elaboración han sido lentas y pausadas y me gustaría que así lo degustarais.
Es este un intento de ofrecer una «nueva» visión del árbol como entidad y muchas veces, para que la obra tenga cierta frescura, me he servido con prioridad de informaciones recogidas directamente o experiencias vividas; espero haber conseguido así una mayor amenidad, pues este ha sido otro de los retos, de difícil consecución cuando se trata de un trabajo en el que multitud de disciplinas se aúnan para obtener una visión elobal.
A título comparativo, cabe decir que aprenderíamos bien poco del ser humano si abordáramos su estudio desde una perspectiva exclusivamente morfológica, de su composición química, sus hábitats...
Además de esto, debemos contemplar su historia, su comportamiento individual y social, psicología, espiritualidad y un sinnúmero de factores que evidentemente nos acercarán a su conocimiento como especie o entidad individual; sin embargo, nunca podremos decir que lo sabemos todo sobre el hombre, dada su infinita complejidad y la interrelación de los innumerables factores que lo conforman como tal.
Del mismo modo, el árbol ha de ser estudiado desde diferentes puntos de vista si queremos comprender una parte de su misterio.
En este juego, nos sentimos crecer conforme vemos aumentar nuestro objeto de estudio, conforme se ensancha el horizonte de nuestro conocimiento. Y en este sentido hemos desarrollado este trabajo en el que se ofrecen una pequeñas claves para el acercamiento a la entidad arbórea. Hemos tratado de ofrecer aquí imágenes que nos ayuden a comprender.
Renunciamos sin embargo a la resolución de los misterios que rodean al árbol, en la confianza de que los misterios no se resuelven; podemos sumergirnos en su comprensión, vivenciarlos en nuestro interior hasta hacerlos íntimos, pero no desvelarlos ni traducirlos al lenguaje racional.
En ocasiones ha resultado difícil aunar estos enfoques, ciencias y disciplinas, tradiciones... caminos tan diferentes y al parecer incompatibles (a juzgar por las raras ocasiones en que se encuentran). Al fin y al cabo no estoy apegado a ninguno de ellos y no tengo ningún título que defina lo que de mí se espera.
Por esta misma razón ha sido también preciso un enorme esfuerzo para construir esta obra con todas las garantías de rigor, y en ocasiones se han hecho necesarias las consultas a diversos especialistas en diferentes campos.
Al mismo tiempo hemos pretendidopermanecer fieles en lo posible al lenguaje llano, traduciendo y eliminando los diversos argots científicos.
En cuanto a las distintas mitologías y tradiciones que aquí abordaremos, hemos querido hacer un trabajo serio y minucioso, pero no por ello dejamos de lado tradiciones como las referidas por Castaneda, o las aún más controvertidas de Eduard Schouré, por citar algunas que se salen de la ortodoxia en este campo.
Parece aquí más absurdo que en ningún otro lugar
poner barreras con la excusa del cientifismo a investigadores cuyo «pecado» consiste en haberse involucrado hasta el fin en su búsqueda, o quizá, en algunos casos, en haber desarrollado una excesiva imaginación.
Hemos tratado así de integrar distintas leyendas y vías más o menos _científicas. Sólo un lado de nuestro mundo puede demostrarse, medirse, racionalizarse, ¿pero acaso es este más real que el mundo invisible de los sentimientos y la experiencia mística, que el mundo mitológico o de los sueños?
Al fin todos compartimos ya, a través de las diferentes tradiciones, una visión global, independientemente de nuestra formación o ideas, e incluso de nuestra propia capacidad de percepción y apertura.
En el tronco humano por fin se unen las ramas que viven en el cielo y las raíces que bucean en la tierra. No existe una separación definida entre ciencia y espíritu, entre lo real y lo irreal, entre el mundo consciente y el inconsciente.
Y de esta forma, siguiendo los caminos del árbol, los seres humanos nos encontraremos unas veces cerca del cielo, otras pisando la tierra y otras descendiendo a los infiernos.
«Poco importa si una nación tiene una antigüedad de varios milenios; es nueva, se crea, crece.
El lenguaje, los mitos, las leyendas, los cantos, las ceremonias, el arte, son en un momento dado manifestaciones de la conciencia tribal e instrumentos de la creatividad. En nuestros mitos y leyendas no hay distinción entre la historia física y la historia espiritual porque no tendría sentido.»
(Jefe Gayle High Pine)
Como veréis, todo está un poco desordenado; haciendo este trabajo nunca sabía bien qué debía poner antes o después, pues las ideas se entretejen como las ramas del árbol hasta ignorar si estamos arriba o abajo. Así que podéis leer estas páginas en cualquier sentido. Partiendo de las puntas, todas las ramas y raíces nos conducirán al mismo tronco.
Hubiera sido más sencillo quizás ordenar por temas independientes .y de una forma rígida todo el libro, para estudiar cada cosa separadamente. Su estructura se parecería entonces más a un árbol, puesto entre la espada y la pared.
Lo hemos dejado crecer a pleno viento y en consecuencia podéis encontrar las respuestas o las preguntas a las mismas en los lugares más inverosímiles. Es cuestión de vagabundear por las hojas de este libro, como lo haríamos por un bosque, dejando volar la imaginación.
Os deseo una feliz lectura a la sombra de vuestro árbol amigo.
Ficha técnica
- Autor/es:
- Ignacio Abella
- Editorial
- RBA (integral)
- Formato
- 21 X 25 cm.
- Páginas
- 291
- Encuadernación
- Rústica con solapas (tapa blanda)
- Ilustraciones
- Color
- Fotografías
- Color