La Biblia de las Brujas,  por Janet Farrar/Stewart Farrar. Editorial: Equipo Difusor del Libro

La Biblia de las Brujas

Referencia: 9788495593931
33,00 €
31,35 € 5% de descuento

Manual Completo para la práctica de la Brujería

Libros Primero y Segundo en un único tomo.
Los Ocho Sabbats de las Brujas y
Principios, Rituales y Creencias de la Brujería Actual.

Con ilustraciones a plumilla de Stewart Farrar y fotografías de km David y Stewart Farrar

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Todo lo que necesita saber está aquí!

  • Los Sabbats
  • Trazar y expulsar el Círculo Mágico
  • El Libro Completo de las Sombras
  • El Gran Rito
  • Ritos de Iniciación
  • -Ritos de Consagración
  • Encantamientos
  • Utensilos de las Brujas
  • Brujería y Sexo
  • Dirigir un Coventículo
  • Clarividencia
  • Proyección Astral

Esta obra incluye dos libros en un volumen, Los Ocho Sabbats de las Brujas y El Camino de las Brujas y es el trabajo más completo y revelador sobre los principios, rituales y creencias de la brujería moderna.

Stewart Farrar y Janet Owen

comenzaron a trabajar su propio coven en 1971, después de la ceremonia de iniciación en el tercer grado de la brujería, celebraron su "handfasting" (ceremonia matrimonial wiccana) en 1972, y su matrimonio civil en 1975. La cerermonia fue asistida por dos hijas y dos hijos de Stewart. Farrar tuvo siete matrimonios. El final de la década de los setenta vio la publicación de varias novelas más escritas por Farrar, todas las cuales eran novelas de ocultismo fantástico o ciencia ficción. Farrar dejó Reveille para perseguir una carrera como escritor independiente a tiempo completo en 1974. En 1976 los Farrar se mudaron a Irlanda para dejar atrás la agotadora vida de Londres. Vivieron en el condado Mayo y en el condado Wicklow, finalmente se establecieron en Kells, condado Meath. Ambos, esposo y esposa publicaron libros sobre la religión Wicca y la práctica de los coventículos. Su libro Eight Sabbats for Witches (Ocho Aquelarres para Brujas) (1981) incluye material que los autores reclaman que proviene del Libro de las Sombras alejandrino. Los Farrar con el apoyo de Doreen Valiente, argumentaron en el libro que aunque la publicación de este material rompe con el juramento de secretividad, esto se justifica por la necesidad de corregir la información errónea sobre la brujería. Los Farrar escribieron cuatro libros más sobre la Wicca.
Los Farrar regresaron a Reino Unido en 1988, pero para 1993 retornaron a Irlanda. Se unieron a Gavin Bone, un autor sobre temas mágicos, brujería, Wicca y neopaganismo. Los tres (Stewart, Janet y Gavin) fueron co-autores de dos libros más, The Healing Craft y The Pagan Path, una investigación sobre muchas variedades de neopaganismo. En 1999 los Farrar recibieron los estatutos de la Iglesia Tabernáculo Acuariano de Irlanda, y fueron elevados al tercer nivel del clero. Stewart Farrar murió el 7 de febrero de 2000 después de una breve enfermedad.

 ÍNDICES

LIBRO I
Contenido

Agradecimientos       7

Ilustraciones      10

Introducción       11

El Marco

     I     El Ritual de apertura     35

     II     El Gran Rito     48

     III     El Ritual de cierre     55

Los Sabbats

     IV     Imbolg, 2 de febrero     61

     V     Equinoccio de primavera, 21 de marzo     72

     VI     Bealtaine, 30 de abril      80

     VII     Solsticio estival, 22 de junio     93

     VIII     Lughnasadh, 31 de julio     110

     IX     Equinoccio de otoño, 21 de septiembre     124

     X     Samhain, 31 de octubre     129

     XI     Yule, 22 de diciembre     145

Nacimiento, Matrimonio y Muerte

     XII     Wiccaning     169

     XIII     Compromiso nupcial     176

     XIV     Réquiem     182

Bibliografía     191
Índice      197

LIBRO SEGUNDO
El Camino de las Brujas

Principios, Rituales y Creencias
de la Brujería Actual

con ilustraciones a plumilla de Stewart Farrar
y fotografías de Ian David y Steart Farrar

Contenido

Lista de Fotografías      7

Lista de ilustraciones     9

Agradecimientos       10

Introducción     11

Páginas del Libro de las Sombras     19

I Iniciación al Primer Grado     21

II Iniciación al Segundo Grado     37

IR Iniciación al Tercer Grado     50

1V Consagraciones     63

V Resto del Libro de las Sombras     74

Más Rituales wiccanianos     93

VI Bajar el sol     95

VII Ritual de las tres diosas     99

VIII Rito de los trece megalitos     106

IX Rituales de Protección     112

X Un ritual en la costa     136

El camino wiccaniano     145

XI La racionalidad de la brujería     147

XII Reencarnación     160

XIII La Ética de la Brujería      185

XIV Mito, Ritual y Simbolismo     198

XV Brujería y sexo     211

XVI Muchas mansiones      235

XVII Dirigir un conventículo     241

XVIII Desnudos en los ritos     256

XIX Clarividencia yAdivinación     265

XX Proyección astral     280

XXI Curaciones     298

XXII Encantamientos     316

XXIII Autoiniciación     327

XXIV Herramientas de las brujas     335

XXV En armonía con la tierra      354

XXVI En armonía con los tiempos      363

APÉNDICE A     La búsqueda de la Vieja Dorothy     371

por Doreen Valiente

APÉNDICE B     Trazar y eliminar el Círculo      384

Glosario     393

Bibliografía     405

Índice     411

Introducción
al LIBRO I

La brujería moderna en Europa y América es un hecho. Ya no se trata de una reliquia clandestina cuya dimensión, e incluso existencia, discutan con vehemencia los antropólogos, ni tampoco de una afición extravagan­te de un puñado de tipos raros. Es una religión activa practicada por un considerable número de personas. Cuán grande es ese número nadie lo sabe, porque el Wicca, más allá de cada conventículo, no es una religión jerárquicamente organizada, y si existen organizaciones formales, como en los Estados Unidos, es por razones legales y de impuestos, no por su uniformidad dogmática o por el número de sus miembros. Sea cual sea, ese número de practicantes es suficiente, por ejemplo, para mantener varias pujantes publicaciones y para justificar la edición de un conjunto cada día mayor de obras a ambos lados del Atlántico. Una estimación

razonable de los actuales adeptos activos al Wicca podría alcanzar, como mínimo, el número de diez mil; y todas las evidencias sugieren que se incrementa constantemente.

El Wicca es tanto una religión como una práctica, aspectos a los que Margaret Murray se refiere como "brujería ritual" y "brujería operativa". Como toda religión, como cualquier otra religión, su propósito consiste en poner al individuo y al grupo en armonía con el principio creativo divino del cosmos y sus manifestaciones, a todos los niveles. Como Arte, su objeti­vo consiste en alcanzar fines prácticos por medios psíquicos, con propósitos buenos, útiles y curativos. En ambos aspectos, las características propias del Wicca son su actitud basada en la naturaleza, su autonomía de peque­ño grupo en el que no existe distinción entre el sacerdocio y la "congrega­ción", y su filosofía de polaridad creativa a todos los niveles, tanto entre la diosa y el dios como entre la sacerdotisa y el sacerdote.

Este libro está dedicado al primer aspecto, el Wicca como religión, expresado ritualmente.

Los adeptos a la brujería, en conjunto, disfrutan con los ritos y son personas de natural alegre. Como los fieles de otras religiones, saben que el ritual adecuado les enriquece y eleva. Pero sus rituales tienden a ser más variados que en otras religiones, y abarcan desde las manifesta­ciones más formales a las más espontáneas. También difieren de con­ventículo en conventículo, según sus preferencias individuales y las es­cuelas de pensamiento en las que se basan (gardneriana, alexandriana, 'tradicional', celta, de la diosa Diana, sajona, etc.).

Al tiempo que durante el siglo XX ha ido madurando el renacimiento del Wicca (y muchos conventículos han pasado a una segunda genera­ción), la acritud entre las escuelas que estropeó sus primeros años ha disminuido considerablemente. Los dogmáticos todavía se enfrentan unos a otros en las publicaciones, pero cada vez más otros corresponsales con­denan ese dogmatismo como inútilmente perjudicial, y la mayor parte de los conventículos ordinarios están sencillamente aburridos de ello. Los años les han ido enseñando que sus propios caminos funcionan, y si (como el nuestro) tienen amigos que practican otras sendas, han termi­nado por darse cuenta de que esas sendas también funcionan.

Más allá de esta mayor tolerancia mutua, el conocimiento sobre la base común del Wicca y su espíritu esencial, que tiene poco que ver con los detalles formales, se ha incrementado. Además, conforme crece el intercambio de ideas a través de la palabra impresa y el contacto perso­nal, hay un cuerpo creciente de tradición compartida de la que todos se benefician.

Este libro quiere contribuir a este crecimiento. Para ser válida y útil, cualquier contribución de este tipo debe brotar como una rama sana del tronco de nuestra historia, así como mostrar las formas específicas de la práctica del Wicca tal y como se encuentran ahora (en nuestro caso, las gardnerianas/alexandrianas), y eso es lo que hemos intentado hacer.

Afortunadamente, existe una estructura común en todos los cami­nos que se practican del Wicca, y en realidad en muchos otros: los ocho festivales.

El moderno calendario de las brujas (sea cual sea su 'escuela') tiene sus raíces, como el de sus predecesoras a lo largo de incontables siglos, en los sabbats, las fiestas estacionales que señalan los momentos culmi­nantes del año natural, pues como ya hemos subrayado, el Wicca es una práctica y una religión orientadas hacia la naturaleza. Y puesto que para las brujas la naturaleza es una realidad de muchos niveles, su 'año natural' incluye muchos aspectos —agricultura, pastoreo, vida salvaje, botánica, el sol, la luna, los planetas, la psique humana—, además de las mareas y los ciclos que nos afectan y se reflejan en todos nosotros. Los sabbats son la forma con que las brujas celebran y se ponen a sí mismas en armonía con estas mareas y ciclos. Pues los hombres y muje­res también forman parte de esta naturaleza de múltiples niveles, y las brujas hacen lo posible, consciente y constantemente, para expresar esta unidad.

Los sabbats de las brujas son ocho:

IMBOLG, 2 de febrero (también llamado Candelaria, Oimelc, Imbolc). EQUINOCCIO DE LA PRIMAVERA, 21 de marzo (Alban Eilir). BEALTAINE, (30 de abril (Beltane, víspera del primero de mayo, No­che de Walpurgis, Cyntefyn, Roodmass).

SOLSTICIO ESTIVAL, 22 de junio (San Juan, Alban Hefin; a veces también llamado Beltane).

LUGHNASADH, 31 de julio (Víspera de agosto, víspera de Lammas, víspera de Lady Day).

EQUINOCCIO DE OTOÑO, 21 de septiembre (Alban Elfed).

SAMHAIN, 31 de octubre (Halloween, Víspera de All Hallows, Calan Gaeaf).

PASCUA DE NAVIDAD, 22 de diciembre (Solsticio invernal, Alban Arthan).

Los 'Grandes sabbats' son Imbolg, Bealtaine, Lughnasadh y Samhain; los equinoccios y solsticios son los 'sabbats menores'. (Las fechas de los equinoccios y solsticios pueden variar uno o dos días en su uso tradicio‑

nal, y también de año en año por razones astronómicas, mientras que los grandes sabbats tienden a incluir tanto la "víspera" como el día siguien­te. Los sabbats menores astronómico-solares son al mismo tiempo más antiguos y más nuevos que los grandes sabbats dedicados a la fertilidad natural; más antiguos pues representaron la máxima preocupación y sofisticación de los misteriosos pueblos megalíticos anteriores en miles de años a los celtas, los romanos y los sajones en la periferia atlántica de Europa; y más nuevos porque los celtas, que quizá realizaron la mayor contribución para que la Antigua Religión adquiriese la verdadera for­ma ritual con la que ha sobrevivido en occidente, no enfocaron el culto hacia el sol y sólo celebraron los grandes sabbats, hasta que los pueblos que Margaret Murray ha denominado "invasores de los solsticios" (los sajones y otros pueblos que se adentraron hacia el oeste tras la caída del imperio romano) conocieron y se mezclaron con su tradición. Y aun así sólo aportaron los solsticios: "Los equinoccios", dice" Murray, "nunca se observaron en Britania". (Para una mayor precisión sobre cómo se intro­dujeron posteriormente en el folclore británico, véase la página 72. Tén­gase en cuenta que desde Murray a hoy hemos aprendido más cosas sobre la astronomía megalítica, aspectos que muy bien pudieron quedar enterrados en la memoria folclórica para revivir más tarde).

Todo esto se refleja en el hecho de que los grandes sabbats tienen nombres gaélicos. De las diversas denominaciones que usan las brujas, hemos escogido las gaélicas irlandesas, por razones personales e histó­ricas: personales porque vivimos en Irlanda, donde esos nombres man­tienen la vigencia de sus significados; históricas porque Irlanda fue el único país celta que nunca llegó a ser invadido culturalmente por el Imperio Romano, por lo que en su mitología y en su antiguo lenguaje se pueden distinguir con mayor claridad las peculiaridades de la Vieja Re­ligión'. Incluso la Iglesia celta siguió siendo tercamente independiente

del Vaticano durante muchos siglos2. Además, Irlanda continúa siendo un país predominantemente dedicado a la agricultura habitado por una comunidad de dimensiones humanas donde la memoria folclórica aún florece mientras por doquier ha ido sucumbiendo bajo la selva de ce­mento. No hay más que escarbar en la superficie de la cristiandad ir­landesa para descubrir enseguida el lecho de roca del paganismo. No obstante, esta utilización de las denominaciones gaélicas irlandesas se debe únicamente a nuestra voluntad, y no tenemos intención de impo­nérsela a nadie.

¿Por qué hemos escrito este libro, con sus detalladas indicaciones de los rituales del sabbat, si no queremos 'imponer' modelos a otras brujas?

Lo hemos escrito porque después de ocho años gestionando nuestro propio conventículo nos hemos convencido de que era necesario. Y pen­samos que es así porque el Libro de las Sombras, la colección de rituales que heredó Gerald Gardner y a la que añadió, con la ayuda de Doreen Valiente, elementos modernos para llenar los huecos y lograr un conjun­to practicable, es sorpren-dentemente incompleto en un aspecto: los Ocho sabbats.

El renacimiento que hoy vive el Wicca, y su rápido crecimiento, tiene una deuda enorme con Gerald Gardner, a pesar de las críticas que se le han hecho. Su Libro de las Sombras constituye la piedra angular de la actual escuela gardneriana del Wicca, así como de su rama alexandriana, además de tener una considerable influencia en muchos conventículos tradicionales. También Doreen Valiente merece la gratitud de todos los adeptos a la brujería, pues algunas de sus contribuciones al Libro de las Sombras se han convertido en sus pasajes más admirados. Por ejemplo, la Carga, el único y definitivo manifiesto de la filosofía wiccaniana. Pero por alguna razón, al contrario que con el resto de Libro, completo y satis­factorio, los rituales formulados para los Ocho sabbats son demasiado incompletos. El resumen que Stewart escribió en el capítulo 7 de What Witches Do (ver Bibliografía) parece que incluye todo lo que Gardner tenía que decir al respecto. Lo demás se dejó a la inventiva e imagina­ción de los conventículos.

Para algunos puede que sea suficiente. El Wicca es, después de todo, una religión natural y espontánea, en la que cada conventículo decide sus propias leyes, evitándose las formas rígidas. Nada es exactamente igual, ni tampoco totalmente cierto, en la gestión de dos círculos, pues de otra manera el Wicca se fosilizaría. Entonces, ¿por qué no dejar que estos incompletos rituales de sabbats sigan su propio curso? Todos cono­cen el 'sentido' de las estaciones...

En nuestra opinión hay dos razones por las que no es suficiente. En primer lugar, los demás rituales básicos (el trazado del círculo, la bajada de la luna, la carga, la leyenda del descenso de la diosa, etc.) son todos sustanciales, y tanto los neófitos como los veteranos los encuentran satisfactorios y emotivos. La flexibilidad aportada por una buena suma sacerdotisa y un sumo sacerdote, además de los adornos espontáneos o planificados que puedan añadirse, tan sólo mejoran los rituales básicos manteniéndolos vivos y animados. Si para empezar han sido rudimentarios, ¿será la gente capaz de apor­tar todo lo que puede?

En segundo lugar, en nuestra civilización urbana, desgraciadamente, no es cierto que todos conozcan el 'sentido' de las estaciones, a no ser muy superficialmente. Incluso muchos habitantes del campo, que ahora dispo­nen de coche, electricidad y televisión, y sus mercados se han convertido en supermercados incluso en los pueblos pequeños, se encuentran notable­mente alejados del instinto natural. El conocimiento de las etapas psíqui­cas y físicas del ario, que condujo a nuestros antepasados a asumir casi instintivamente conceptos tales como la rivalidad fraterna entre el rey del roble y el rey del acebo y su matrimonio sacrificial con la Gran Madre (por poner sólo un ejemplo), que junto con su simbolismo se extendió en el tiem­po y en el espacio hasta convertirse en arquetipos, se ha perdido virtual­mente en la conciencia moderna.

Los arquetipos no pueden erradicarse; como los huesos o los nervios forman parte de nosotros mismos. Pero pueden quedar tan profunda­mente enterrados que restablecer una comunicación fructífera y sana con ellos exige un esfuerzo deliberado.

Actualmente, la conciencia que la mayoría de la gente tiene de los ritmos estacionales se limita a manifestaciones superficiales como las

tarjetas navideñas, los huevos de pascua, los baños de sol y las hojas y abrigos de otoño. Y para ser justos, los rituales del Libro de las Sombras no profundiza mucho más.

En cuanto a nosotros, si es que tenemos que atarnos una etiqueta al cuello, pues por temperamento y principios somos contrarios a cualquier sectarismo y preferimos sencillamente llamarnos 'brujas o brujos', tene­mos un conventículo alexandriano. No obstante, muchos de nuestros ami‑

gos siguen la senda 'tradicional' o la rama gardneriana, y consideramos su

filosofía tan válida como la nuestra. Fuimos instruidos e iniciados por Alex y Maxine Sanders, y fundamos nuestro propio conventículo en Londres, en

Navidad de 1970, y desde entonces hemos seguido nuestro propio juicio (durante una etapa desafiando una orden de disolución del conventículo para volver con Alex para una 'mayor instrucción'). Nos hemos visto defini­dos como alexandrianos 'reformados', lo que en parte es cierto puesto que hemos aprendido a seleccionar el innegable trigo de la lamentable paja. Otros conventículos, y adeptos solitarios se han escindido de nosotros en el normal proceso de progresión, y desde que nos fuimos del atestado Lon­dres a los campos y montañas de Irlanda en abril de 1976 hemos fundado otros; así que nuestra experiencia ha sido variada.

Nuestro conventículo está organizado según la acostumbrada línea gardneriana/alexandriana, es decir, basada en la polaridad entre la fe­minidad y masculinidad psíquicas. Consta, en lo posible, en 'parejas de trabajo' formadas por una bruja y un brujo. Estas parejas han de estar formadas por matrimonios, amantes, amigos, hermano y hermana, pa­dre o madre e hijo o hija, sin importar que su relación sea o no sexual. Lo que importa es su género psíquico, puesto que en los trabajos mágicos hay el equivalente a los dos polos de una batería. La pareja principal es, por supuesto, la que forman la suma sacerdotisa y el sacerdote. Ella es la prima inter pares, la primera entre sus iguales; el sacerdote es su complementario igual (de otra manera su batería no producirá energía), pero ella es la líder del conventículo y él es el 'príncipe consorte'.

La cuestión del énfasis matriarcal del Wicca ha sido la causa de considerables polémicas, incluso entre los mismos adeptos, utilizan­do como munición desde las pinturas rupestres a los argumentos de Margaret Murray en un intento de probar lo que solía hacerse y lo que constituye la 'verdadera' tradición. Esta comprobación, exami­nada con objetividad, es por supuesto importante, pero nosotros cree­mos que no es la respuesta definitiva. Debería prestarse más aten­ción al papel que debe asignarse a la Vieja Religión en las condicio­nes actuales; en pocas palabras, a lo que ahora funciona mejor, así como a aquellos factores que se sitúan al margen del tiempo. Y tal y como nosotros lo vemos, el énfasis matriarcal está justificado en ambas cuestiones.

Abordemos en primer lugar el aspecto intemporal. El Wicca, por su verdadera naturaleza, se ocupa principalmente del desarrollo y aprove‑

chamiento del 'don de la diosa', de las facultades psíquica e intuitiva, y en menor medida del 'don del dios', las facultades conscientes y lógico-lineales. Ninguna de las dos puede funcionar sin la otra, y el don de la diosa debe desarrollarse y ejercerse tanto por parte de brujas femeninas como por la de brujos masculinos. Pero el hecho reside en que, en conjun­to, la mujer posee una ventaja inicial y mayores facilidades con el don de la diosa, igual que el hombre, en conjunto, tiene más aptitudes para de­sarrollar sus músculos. Y dentro del círculo, la suma sacerdotisa (aun­que ella apela a su sacerdote para invocarla) es el canal y la represen­tante de la diosa.

Esto no es simplemente una costumbre wiccaniana, es un hecho de la naturaleza. "Una mujer", dice Carl Jung, "puede identificarse directa­mente con la Madre Tierra, pero un hombre no (excepto en casos psicóticos)." (Collected Works, volume IX, part 1, segunda edición, párra­fo 193.) En este punto, la experiencia wiccaniana coincide plenamente con la psicología clínica. Si el énfasis del Wicca recae en el don de la diosa (apoyado y activado por el don del dios), entonces en la práctica también debe estar en la sacerdotisa (apoyada y activada por el sacerdo­te). (Para un estudio más profundo sobre esta relación mágica, léase cualquiera de las novelas de Dion Fortune, sobre todo The Sea Prietess y Moon Magic).

En segundo lugar nos encontramos con el aspecto 'actual', es decir, las exigencias de nuestra etapa evolutiva. Se podría escribir un libro entero al respecto, pero aquí y ahora no nos queda más remedio que simplificar la historia considerablemente, distorsionando la verdad bá­sica. A grandes rasgos, hasta hace tres o cuatro mil años la especie hu­mana vivió (como otros animales aunque a un nivel mucho más comple­jo) por el 'don de la diosa'; en términos psicológicos la actividad humana estuvo dominada por los impulsos de la mente subconsciente, quedan­do todavía la conciencia en su conjunto en un estadio accesorio. La so­ciedad humana era en general matrilineal (la descendencia se producía por línea materna) y el énfasis recaía en la diosa, la sacerdotisa, la reina o la madre3. "Antes de que surgiera la civilización, la tierra era una deidad universal... una criatura viva, y femenina, puesto que al recibir el poder del sol, era vivificada y fertilizada... El elemento más profundo y antiguo de cualquier religión es el culto al espíritu de la tierra en su diversas manifestaciones." (John Michell, The Earth Spirit, p. 4). A esto habría que añadir también, aunque ciertamente al tiempo que se acrecentaba la sabiduría de la humanidad, el aspecto de la Reina de los Cielos; puesto que en esta fase de la humanidad, la Gran Madre fue la matriz y amamantadora de todo el cosmos, tanto de la materia como del espíritu4.

Debemos insistir en que esta interpretación no es una manera sola­pada de argumentar la idea de una 'inferioridad femenina intelectual'. Al contrario, como señala Merlin Stone (The Paradise Papers, p. 210), las culturas que rendían culto a la diosa "lograron avances sustanciales en sus métodos de agricultura, medicina, arquitectura, metalurgia, vehícu­los de ruedas, cerámica, textiles y lenguaje escrito"; avances en los que las mujeres fueron decisivas (a veces, como en la introducción de la agri­cultura, como protagonistas). Al contrario, sería más acertado decir que el intelecto innovador fue una herramienta que impulsó lo que era más acorde con la naturaleza, en lugar de (como sucedió más adelante) fal­searla o aplastarla.

Pero la larga ascensión hacia la conciencia se aceleró, y de pronto (en términos de la escala temporal evolutiva) la mente consciente fue lanza­da en su meteórica ascensión hacia una dictadura sobre los asuntos hu­manos y el medio ambiente. Inevitablemente, se expresó en el monoteís­mo patriarcal, la ley de dios, el sacerdote, el rey, el padre. (En la cuna mediterránea de la civilización, los portadores de esta nueva perspecti­va fueron los pueblos indoeuropeos patriarcales que rendían culto a dios y que conquistaron o se infiltraron en las culturas matrilineales, adora‑

doras de la diosa. Para un mayor conocimiento de la historia de esta absorción, y su efecto sobre la religión y la subsecuente relación entre los sexos, vale la pena leer The Paradise Papers, de Merlin Stone, citado más arriba.) Fue una etapa necesaria, aunque trágicamente sangrien­ta, en la evolución de la humanidad; y conllevó, también de forma inevi­table, un cierto aislamiento, a menudo teñido de dura supresión, del libre ejercicio del don de la diosa.

Aunque se trata de una simplificación excesiva, suficiente como para poner los pelos de punta, resulta útil para el pensamiento. Y aún hay más. Esa etapa de la evolución ha llegado a su fin. El desarrollo de la mente consciente (ciertamente con los mejores ejemplos disponibles para la humanidad) ha alcanzado la cima. Nuestro siguiente empeño evoluti­vo consiste en revivir el culto de la diosa con toda su fuerza y combinar ambos desarrollos con inimaginables perspectivas para la especie hu­mana y el planeta en que vivimos. Dios no ha muerto; es un divorciado que espera volver a ser aceptado por su exiliada consorte. Y si el Wicca va a tomar parte en ello, resulta una necesidad práctica poner un énfa­sis especial en aquello que va a renacer, para restablecer el equilibrio entre los dos dones'.

Si subrayamos, como así debe ser, tanto la igualdad esencial entre el hombre y la mujer en una asociación de trabajo wiccaniano compartido como la conveniencia de que se reconozca a la suma sacerdotisa como la 'primera entre sus iguales' en su relación con el sacerdote y el conventí­culo es por ese equilibrio, delicado con algunos participantes; y nuestra propia experiencia (además de lo que hemos observado en otros conventículos) nos ha convencido de que vale la pena lograrlo.

Es preciso señalar que en esta época de confusión espiritual y de generalizado cuestionamiento religioso, el catolicismo, el judaísmo, el Islam y la mayor parte del protestantismo todavía se empeñan terca­mente en que el hombre ostente el monopolio del sacerdocio por 'orde­nación divina', mientras mantienen aún el veto a las mujeres sacerdo­ tes, para gran empobrecimiento espiritual de la humanidad. El Wicca puede contribuir a restablecer este equilibrio. Y toda sacerdotisa del Wicca en activo sabe por experiencia propia qué grande es el vacío que es preciso llenar. Realmente, hay momentos en que es difícil no sentirse abrumada por el cargo (incluso, aunque quede como rumor, en momen­tos en que los sacerdotes y los ministros de otras religiones acuden a ella extraoficialmente en busca de ayuda, frustrados por su propia falta de colegas femeninas).

Tras esta digresión necesaria, volvamos a la estructura del con­ventículo.

Siendo lo ideal para un conventículo trabajar enteramente por pare­jas, rara vez, sin embargo, se consigue, y siempre habrá uno o dos miem­bros que no participen emparejados.

Una mujer miembro es nombrada como la doncella; se trata, en efec­to, de una ayudante de la suma sacerdotisa por motivos rituales, aunque no necesariamente en la esfera del liderazgo y la autoridad. El papel de la doncella varía según el tipo de conventículo, pero la mayoría la consi­deran como algo útil, jugando un papel particular en los rituales. (Nor­malmente, la doncella, al menos en nuestro conventículo, tiene su pro­pia pareja como cualquier otro miembro del conventículo.)

En este libro, hemos asumido la estructura antes mencionada, suma sacerdotisa, sumo sacerdote, doncella, algunas parejas y uno o dos miem­bros individuales.

En cuanto a los sabbats, en nuestro conventículo empezamos, como podía esperarse, consultando el Libro de las Sombras, aplicando un poco de inventiva sobre la marcha ante el limitado material que proporciona y dejando que la reunión se convierta en una fiesta. (Seamos claros al respecto, por si acaso todo este serio análisis induce a error a alguien: todo sabbat debe convertirse en una fiesta.) Sin embargo, con el paso de los años nos dimos cuenta de que no era del todo adecuado. Ocho fiestas, todas partiendo de una base ritual en parte heredada y en parte espon­tánea no era suficiente para expresar la alegría, el misterio y la magia del año que transcurre, o el flujo y reflujo de las mareas psíquicas que conlleva. Eran como ocho pequeñas canciones, agradables pero indepen­dientes, cuando lo que nosotros queríamos realmente era componer ocho movimientos de una sinfonía.

Así que empezamos a ahondar y estudiar, para buscar claves estacionales en todas partes, desde La Diosa Blanca de Robert Graves a Fasti de Ovidio, de libros sobre costumbres folclóricas a teorías sobre círculos megalíticos, desde la psicología de Jung a las tradiciones sobre

la mitología como el rey del roble)8 y el Dios del Año Menguante (el rey del acebo). Son los hermanos gemelos, el oscuro y el luminoso, cada uno alter ego del otro, eternos rivales y siempre conquistándose y sucediéndose uno a otro. Compiten eternamente por el favor de la Gran Madre, y ambos, en la cima de su reinado de medio año, copulan sacrificialmente con ella, mueren en su abrazo y resucitan para comple­tar su reinado.

'Luz y oscuridad' no significan 'bueno y malo', significan las fases expansiva y constrictiva del ciclo anual, tan necesaria la una como la otra. De la tensión creativa entre ambas, y entre ellos por un lado y la diosa por otro, se genera la vida.

Este tema se desborda en los sabbats menores de la Pascua de Navi­dad y del solsticio vernal. En Navidad finaliza el reinado del rey del acebo, que es asumido por el rey del roble; en el solsticio de verano el rey del roble es, a su vez, derrocado por el rey del acebo.

Este es un libro de rituales propuestos, no una obra de análisis histó­rico detallado, así que no es este el lugar para explicar en profundidad cómo hemos deducido el modelo antedicho. No obstante, creemos que cualquiera que estudie la mitología occidental con la mente abierta lle­gará inevitablemente a las mismas conclusiones generales, y que proba­blemente la mayoría de los adeptos a la brujería ya habrán reconocido el modelo.

(Habrá quien se pregunte, con razón: "¿En dónde encaja nuestro Dios Cornudo?" El Dios Cornudo es una figura de la fertilidad natural y las raíces de su simbolismo se remontan a las épocas totémica y de la caza. Es el rey del roble y el rey del acebo, los gemelos complementarios con­templados como una entidad completa. Nos gustaría sugerir que el rey del roble y el rey del acebo son una sutileza que se desarrolló ampliando el concepto del Dios Cornudo al tiempo que el mundo vegetal cobraba una mayor importancia para el ser humano. No lo hicieron desaparecer, sino que incrementaron nuestra comprensión de él.)

Al comienzo de cada capítulo de este libro, daremos más detalles de la historia de cada sabbat y explicaremos cómo lo hemos llevado a la práctica en el diseño de nuestro ritual.

Pero para clarificar el modelo global, hemos tratado de resumirlo en el diagrama de la página 26. Se trata únicamente de un resumen, pero cree­mos que es útil y tenemos la esperanza de que lo será también para otros.

Se imponen aquí uno o dos comentarios al respecto. En primer lugar, los 'aspectos de la diosa'. Los que sugiere Robert Graves en La Diosa Blanca son: Nacimiento, Iniciación, Consumación, Reposo y Muerte. (Las obras de Robert Graves, como las de Doreen Valiente, han sido las que más nos han ayudado en nuestra investigación.) Hay que subrayar, una vez más, que estos aspectos no significan literalmente el nacimiento y la muerte de la diosa (una idea inimaginable, como ya hemos señalado) sino el rostro que ella enseña al dios y a los fieles al final del año. Ella no sufre las experiencias sino que más bien las preside.

En segundo lugar, la fecha del apareamiento y del renacimiento sacrificiales del rey del roble y del rey del acebo en Bealtaine y Lughnasadh, respectivamente, puede parecer un poco arbitraria. Puesto que este es un ciclo de fertilidad, el espaciado de su ritmo varía según la región de que se trate; y es natural, porque el calendario de una pequeña granja de las tierras altas de Escocia y una italiana de viñedos (por ejemplo) no siguen el mismo paso. Los dos sacrificios aparecen en fechas diversas de la primave­ra y el otoño, por lo que para establecer un ciclo coherente de sabbats se impone una selección. Bealtaine resultaría ser la selección obvia para el apareamiento del rey del roble, pero la del rey del acebo (incluso limitán­donos a los grandes sabbats, como parecía razonable) podía tener lugar en Lughnasadh o Samhain, ya que se han encontrado trazas de ello. Una de las razones por las que nos conformamos con Lughnasadh fue que Samhain (Halloween) es una fecha tan cargada de significado y tradición que incor­porar a su ritual el sacrificio, apareamiento y renacimiento del rey del acebo, podía sobrecargarlo hasta el punto de la confusión. Cada sabbat, por complejas que sean sus implicaciones, debería tener un tema central y un mensaje claro. Una vez más, el sacrificio del rey del acebo es también el del rey del cereal, un tema folclórico tercamente indestructible como indi­can muchos disfraces simbólicos,' y Lughnasadh, pero no Samhain, señala la cosecha.

Finalmente, hemos tratado en lo posible de incluir en los rituales que sugerimos los ritos fundamentales del Libro de las Sombras; y en cuanto al de Lughnasadh, aunque críptico, apunta a esta interpreta­ción. Es la única ocasión en la que la suma sacerdotisa invoca a la diosa a través de sí misma, en lugar de hacerlo el sacerdote. ¿Se trata, quizá, de una indirecta de que en este sabbat es ella quien está al mando, y el dios expiatorio es todavía vulnerable? Así lo creemos.

Al decidir cómo asignar miembros del conventículo para los papeles del dios sol, el rey del roble y el rey del acebo, nos guiamos por dos con­sideraciones: (1) que la suma sacerdotisa, como representante de la dio­sa, tuviese un solo 'consorte', su ayudante, que es el sacerdote, y que cualquier ritual que simbolizase su apareamiento debía celebrarse con él; y (2) que no era factible ni deseable para el sacerdote terminar el ritual simbólicamente 'muerto', puesto que si es el líder masculino del conventículo después de la suma sacerdotisa, debería, como si dijése­mos, volver a estar disponible en el curso del ritual.

En Bealtaine y Lughnasadh, por lo tanto, los dos ritos de aparea­miento y renacimiento expiatorios, tenemos al sumo sacerdote repre­sentando al rey del roble y al rey del acebo, respectivamente. En cada caso el ritual implica su apareamiento con la Gran Madre y su 'muerte'; pero antes de que termine el drama ritual, renace. En estos sabbats el dios sol no aparece representado como tal.

Sin embargo, en el solsticio de verano y en la Pascua de Navidad, aparecen los tres aspectos divinos. En el solsticio de verano, el dios sol se encuentra en la cima de su poder y el rey del acebo 'asesina' al rey del roble. En la Pascua de Navidad, el dios sol muere y renace, y a su vez el rey del roble 'asesina' al rey del acebo. En ambas ocasiones, la diosa no se aparea, preside; y en la Pascua de Navidad, además, da nacimiento al dios sol renovado. Por lo que en ambas fechas nos encontramos con el sacerdote representando al dios sol, mientras que el rey del roble y el rey del acebo se escogen ritualmente a suertes (aunque la suma sacerdo­tisa puede proponerlos) y la doncella los corona para que representen sus papeles. Hemos sido cuidadosos incluyendo en cada ritual la libera­ción formal de su papel del actor que juega el papel del rey asesinado (devolviéndole así a su lugar en el conventículo para el resto del sabbat), y añadiendo una explicación de lo que pasa con el espíritu del rey asesi­nado durante su próximo medio año de eclipsamiento.

Este libro es sobre sabbats. Pero los esbats (encuentros en los que no se celebra ninguno de los ocho sabbats) y los sabbats tienen una cosa en común: todos se celebran dentro de un círculo mágico, que se prepara ritualmente, o se 'traza', al comienzo de la celebración y se expulsa o 'hace desaparecer' al final. Estos rituales de apertura y expulsión, inclu­so dentro de la tradición gardneriana/alexandriana, tienden a variar en detalle de conventículo en conventículo, y también pueden variar dentro del mismo conventículo según la ocasión, la obra que vaya a ejecutarse y la decisión consciente o intuitiva de la suma sacerdotisa. Cada conventí­culo tiene sus rituales básicos de apertura y cierre, por flexibles que

sean, que serán practicados tanto en los sabbats como el los esbats. Nor­malmente el ritual de apertura incluye, además de la preparación del círculo, la 'Bajada de la luna' (invocación del espíritu de la diosa en la suma sacerdotisa por el sacerdote) y el recital de la Carga (el discurso tradicional de la diosa a sus adeptos).

Otro aspecto común en los ocho sabbats, como establece el Libro de las Sombras, es el Gran Rito, el ritual de la polaridad masculina-femenina representado por la suma sacerdotisa y el sacerdote.

Puesto que este libro contiene en detalle nuestras sugerencias para los ocho sabbats rituales, quedaría incompleto si no presentáramos tam­bién nuestra manera particular de llevar a cabo el Ritual de Apertura, el Gran Rito y el Ritual Final, así que los hemos incluido en los capítulos I, II y III. No sugerimos que los nuestros sean 'mejores' que los de otros conventículos, pero al menos son del mismo estilo que los rituales que proponemos para los sabbats rituales, situándolos así en su contexto en lugar de dejarlos descabezados y sin cola. Esperamos, también, que al­gunos conventículos consideren útil disponer de una forma simbólica del Gran Rito que no aparece en el Libro de las Sombras.

No creemos necesario, a estas alturas, tener que defendernos contra la acusación de 'traicionar secretos' al publicar nuestras versiones del Gran Rito y los rituales de Apertura y Cierre. Los rituales básicos gardnerianos han sido de 'dominio público' desde hace muchos años, y se han publicado tantas versiones sobre todo de estos tres ritos (algunos tergiversados, y al menos uno —de Peter Haining— descaradamente negro), que no vamos a disculparnos por ofrecer los que creemos que son coherentes y factibles.

Además, con la publicación de Witchcraft for Tomorrow, de Doreen Valiente, la situación del Wicca ha cambiado. Cumpliendo el principio de que 'uno tiene derecho a ser pagano si quiere serlo', decidió "escribir un libro que pusiera la brujería al alcance de todos" (y no hay nadie mejor cualificado para tomar tal decisión que la coautora del Libro de las Som­bras). Witchcraft for Tomorrow incluye un Liber Umbrarum, su versión totalmente nueva del Libros de las Sombras, muy sencillo para personas que desean iniciarse y organizar sus propios conventículos. En la actua­lidad, igual que lo fue Gardner antes que ella, sigue siendo atacada y elogiada por su iniciativa. Por nuestra parte, le dimos la bienvenida con entusiasmo. Desde que hace nueve años Stewart publicó What Witches Do, nos han llegado innumerables cartas (todavía seguimos recibiéndo­las) de gente que nos pide ponerla en contacto con conventículos de su localidad. Nos hemos sido capaces de ayudar a la mayoría, sobre todo porque están diseminados por todo el mundo. En el futuro los remitire­mos a Witchcraft for Tomorrow. La necesidad es auténtica, creciente y extendida, y dejarla insatisfecha por razones de un supuesto "secretismo" nos parece negativo e irreal.

Lo que Doreen Valiente ha hecho por el Wicca gardneriano en Witchcraft for Tomorrow, lo ha hecho también, y de manera interesante, Raymond Buckland con otra tradición, la de Wicca sajón, en The Tree, The Complete Book of Saxon Witchcraft (ver Bibliografía). Este, tam­bién, incluye un sencillo pero exhaustivo Libro de las Sombras y proce­dimientos para la auto-iniciación y la fundación de un conventículo pro­pio. En nuestra opinión, muchos de los rituales de The Tree son admira­bles, aunque nos satisfacen menos sus ocho ritos festivos, que incluso tienen un contenido menor que los que aparecen en el Libro de las Som­bras gardneriano y apenas incluye más que unas breves declamaciones recitadas. Básicamente, sus ritos se fundamentan en la idea de que la diosa rige el verano, de Bealtaine a Samhain, y el dios el invierno, de Samhain a Bealtaine, una idea con la que no podemos estar de acuerdo. Perséfone, que se retira al mundo subterráneo durante el invierno, es sólo uno de los aspectos de la diosa, un hecho que su leyenda subraya convirtiéndola en la hija de la Gran Madre.

No obstante, a cada uno lo suyo. Desde fuera, resulta presuntuoso ser demasiado dogmático acerca de otras tradiciones de la brujería. Lo que importa es que todo el que quiera seguir el sendero wiccaniano, pero le resulta imposible entrar en contacto con un conventículo esta­blecido, ahora dispone de dos tradiciones wiccanianas válidas publica­das. Lo que haga con ellas depende de su propia sinceridad y determi­nación, que es lo mismo que ocurriría si se uniera a un conventículo establecido de forma normal.

Refiriéndose de nuevo a What Witches Do, hay una disculpa que a Stewart le gustaría hacer. Cuando lo escribió, con un año de experiencia como brujo, incluyó material que a su modo de ver era tradicional o he­redado de sus maestros. Ahora sabe que gran parte lo había escrito Doreen Valiente para Gardner. Ella fue lo bastante amable como para asegurar­le: "Por supuesto que acepto que no lo sabías cuando lo publicaste; ¿cómo podías saberlo?" Así que nos alegramos, en este momento, de tener la oportunidad de aclararlo. Y le agradecemos haber leído este manuscrito antes de publicarse, a petición nuestra, para estar seguros de que no la citamos sin dejar constancia de ello ni lo hacemos incorrectamente. (De­dicamos una disculpa similar, a propósito, a la sombra del difunto Franz Bardon).

La ayuda de Doreen nos ha proporcionado otra razón para incluir el Gran Rito y los rituales de Apertura y Cierre, así como los ocho festiva­les, permitiéndonos además proporcionar las respuestas definitivas a la mayoría (esperamos) de las preguntas que la gente nos ha estado ha­ciendo durante los últimos veinticinco años sobre las fuentes de varios elementos del Libro de las Sombras (o al menos de esas secciones rela­cionadas con el ámbito de este libro) y las circunstancias de su recopila­ción. Creemos que ha llegado el momento de hacerlo. La confusión y la distorsión (a veces inocente, a veces deliberada) ha continuado demasia­do tiempo, conduciendo incluso a un distinguido historiador del ocultismo o como nuestro amigo Francis King a llegar a conclusiones erróneas, aunque comprensibles, al respecto.

Clarificar las fuentes y los orígenes no consiste en 'sacar el mis­terio de los Misterios'. Los Misterios no pueden, por su naturaleza, describirse con palabras; sólo experimentarse. No obstante, es posi­ble invocarlos y activarlos mediante un ritual efectivo. No se deben nunca confundir las palabras y los actos rituales con el Misterio en sí. El ritual no es el Misterio, sino una forma de contactar con él y de experimentarlo. Alegar 'la salvaguarda de los Misterios' como una excusa para falsificar la historia y encubrir el plagio no está bien, además de constituir un mal servicio tanto a los Misterios mismos como a aquellos a los que se está instruyendo. Esto incluye, por ejem­plo, alegar haber copiado el Libro de las Sombras de su abuela mu­chos años antes de que fuera escrito, o dictar la obra de otros maes­tros confiándola a los estudiantes como propia.

Los rituales proporcionados en este libro son para celebrarlos dentro de casa, pero todos pueden fácilmente adaptarse al aire libre cuando afortunadamente sea posible. Por ejemplo, las velas pueden encenderse en linternas o jarras de cristal, y las hogueras encenderse donde sea factible y seguro. (Cuando los ritos se celebran a cuerpo desnudo, ¡una fogata ayuda!)

Como todos estos rituales se celebran una vez al año, obviamente nadie va a saberlos de memoria como se conocen los esbats rituales. Así que las declamaciones se pueden leer en un guión. Como todos no tene­mos la misma vista, se podrá coger una vela del altar para leer o si necesitamos ambas manos pedirle a otro que la sostenga. Para ahorrar repeticiones, no insistiremos en ello a menos que nuestra experiencia nos haya enseñado que resulta especialmente necesario; por ejemplo, cuando la suma sacerdotisa se cubre la cara con un velo (en cuyo caso, si el velo es suficientemente largo, podrá sostener el guión por dentro).

Hemos considerado que resulta de gran ayuda, si es posible, hacer un ensayo de antemano. Sólo se tarda cinco minutos, antes de trazar el círculo. No es preciso leer las declamaciones; todo lo que hay que hacer se reduce a que la suma sacerdotisa o el sacerdote tengan el guión en la mano y supervisen rápidamente la secuencia explicando "Entonces yo hago esto, y tú haces esto otro, mientras ella se pone ahí...", etc., para estar seguros de que todos tienen clara la secuencia básica y los movi­mientos claves. Esto no resta valor al ritual en sí; de hecho, sirve para que este transcurra con mayor soltura cuando llega el momento y evita un excesivo 'pastoreo' o lamentarse de posibles errores.

Hemos añadido la tercera parte de este libro, "Nacimiento, Matrimonio y Muerte", porque, una vez más, creemos que resulta imprescindible. Paralelo al ritmo universal de las estaciones, corre el ritmo de nuestras vidas individuales. Cada religión siente la necesidad de un reconocimiento sacramental en los momentos clave de nuestras vidas, la bienvenida a un nuevo niño, el compromiso entre un hombre y su esposa, o la solemne despedida a los amigos muertos. El Wicca no es una excepción, aunque el Libro de las Sombras gardneriano no ofrece ningún ritual al respecto. Así pues, proporcionamos nuestras propias versiones del wiccaning, los Esponsales y el Réquiem, con la esperanza de que a otras personas les resulte útil.

Introducción
al LIBRO II

Este libro, que está pensado como volumen adjunto a nuestro libro pre­vio, Los ocho sabbats de las brujas, tiene un doble propósito.

Cuando escribimos el libro anterior, tuvimos la fortuna de contar con la ayuda de Doreen Valiente. Ella fue una de las sumas sacerdotisas del difunto Gerald Gardner, además de coautora de la versión definiti­va de su Libro de las Sombras, la colección de rituales que cada nuevo adepto a la brujería gardneriano (o alexandriano) copia a mano cuando se inicia, y que en la actualidad constituye la liturgia aceptada (toman­do prestada una palabra cristiana) por un desconocido pero ciertamen­te considerable número de conventículos en todo el mundo.

El Libro de las Sombras nunca ha sido publicado y sólo existe en copias manuscritas que, en teoría, se encuentran a disposición de los adeptos iniciados. No obstante, el mismo Gardner reveló elementos del libro, disfrazándolos en su novela High Magic's Aid (1949) y expresándolos abiertamente en sus ensayos Witchcraft Today (1954) y The Meaning of

Witchcraft (1959)'. Desde la muerte de Gardner en 1964, casi todo lo demás ha sido divulgado, plagiado (en general, sin reconocerlo) o distorsionado, copiándolo deliberada o descuidadamente, provocando una situación nada halagüeña en la que un documento teóricamente secreto ha pasado a ser de propiedad pública en un número de versiones que varían entre la que se ajusta razonablemente al original y la mutilación ignorante o malintencionada.

Con el acuerdo de Doreen Valiente, por tanto, nos alegramos de po­der empezar la tarea de definir lo que dice realmente el Libro de las Sombras de Gardner/Valiente. También fuimos capaces de identificar al menos algunas de las fuentes de las que se sirvió en el Libro. No siempre fue fácil, porque el mismo Gardner (quizá porque no previó la expansión y el renacimiento que se iba a producir con lo que él mismo había inicia­do) nunca se molestó por identificarlas, excepto a Doreen de vez en cuando y sobre la marcha. (Véanse los comentarios sobre los Textos A, B y C más adelante.) Aparte de los pasajes genuinamente tradicionales, algunos elementos, como el verso de Kipling en el ritual de Bealtaine, o los pasa­jes de Crowley en la declamación del Gran Rito, que se identifican por sí mismos; otros, como los préstamos del Carmina Gadelica de Carmichael, eran más oscuros, y los fragmentos que Doreen escribió, como la parte principal de la versión en prosa de la Carga, nos los pudo comentar ella, por supuesto. Los orígenes de algunos pasajes continúan siendo un mis­terio. Con todo, fuimos capaces de clarificar muchas cosas.

En Los ocho sabbats de las brujas, el proceso de clarificación y definición sólo contempló los rituales que competían a nuestro tema: es decir, el de trazado y cierre del círculo, el Gran Rito y los rituales del incompleto Libro de las Sombras para las ocho festividades estacionales que nosotros hemos incluido en nuestras propias am­pliaciones. En este libro —y, una vez más, con el permiso y ayuda de Doreen — continuamos el proceso con los demás elementos impor­tantes del Libro de las Sombras: los rituales de primero, segundo y

tercer grado, las consagraciones y otros artículos variados.

Ambos libros sólo tienen un elemento común inevitable. En Los ocho sabbats de las brujas ofrecimos el ritual para el trazado del círculo en el capítulo I y el de expulsión en el capítulo III, junto con explicaciones y notas. Ya que los rituales del presente libro no pue­den llevarse a cabo sin trazar y expulsar el círculo, hemos repetido sus rituales (Apéndice B), sin las explicaciones y notas y con instruc­ciones resumidas, para que el libro sea completo por sí mismo.

Nos gustaría dejar una o dos cosas claras. Primero, al emprender esta tarea no estamos estableciendo el definitivo Libro de las Sombras gardneriano como Sagrada Escritura. La brujería moderna es algo cre­ciente y en desarrollo, y nos hemos apartado del original cuando hemos creído que teníamos buenas razones para ello. Cuando lo hemos hecho, así lo hemos dicho, además de precisar lo que dice el original, tanto con una nota al pie como en la explicación inicial. Tampoco queremos dar a entender que el corpus de rituales gardnerianos sea 'mejor' que otros sistemas wiccanianos. Lo que queremos decir es que, para nosotros, igual que para miles de personas, funciona; y que es coherente y consecuente. Además, si existe un estándar al que todos los rituales del movimiento pueden referirse y que es seguido por más conventículos en activo que ningún otro, es este. Puesto que es la 'liturgia' que se ha convertido en la más conocida por el público (nos guste o no, pues han pasado demasia­dos años para discutirlo) cada día hay más y más grupos de adeptos que se inician a sí mismos y basan su trabajo en cualquiera de los rituales gardnerianos que han podido reunir, a pesar de que algunos de los que circulan y han llegado a sus manos están mutilados. Discutimos la cues­tión de la autoiniciación y la fundación de conventículos sin ayuda exter­na en el capítulo XXIII, y se apruebe o no, es algo que está ocurriendo y que ocurrirá con mejores garantías si para trabajar disponen del mate­rial genuino. Finalmente, el Libro de las Sombras gardneriano es uno de los factores clave de un movimiento que se ha convertido en algo mucho más grande y significativo de lo que el propio Gardner había previsto. Por consiguiente, sólo el interés histórico será suficiente razón para de­finirlo mientras dispongamos de pruebas de primera mano.

En este libro, nos referimos a los Textos A, B y C del Libro de las Sombras. Nosotros mismos bautizamos así las tres versiones del Libro de las Sombras que están en posesión de Doreen Valiente. Son:

Texto A: Rituales originales de Gardner, copiados del conventículo de New Forest en el que se inició, corregidos, ampliados y anotados por él mismo. Sus propias correcciones estuvieron muy influidas por la 0102,

orden a la que perteneció. Con este texto comenzaba su proceso de ela­boración de un todo coherente a partir del material original fragmenta­rio que utilizaba el conventículo de New Forest.

Texto B: Versión más elaborada que Gardner estaba utilizando cuan­do inició a Doreen Valiente en 1953.

Texto C: Esta es la versión final que Gardner y Doreen elaboraron juntos, y que fue (y todavía es) transmitida a posteriores iniciados y conventículos. Suprime gran parte del material de la OTO y de Crowley que Gardner había añadido. Doreen creyó y convenció a Gardner de que muchos pasajes 'no resultaban apropiados para el Viejo Arte de los Sa­bios, por bellas que pudieran ser sus palabras o por muy de acuerdo que uno pudiera estar con lo que decían'. Doreen escribió muchos pasajes substanciales, o los adaptó a partir de fuentes más adecuadas que las de la OTO o de Crowley, como por ejemplo del Carmina Gadelica (véase Los ocho sabbats de las brujas, p. 78).

Las partes del Libro de las Sombras que menos cambiaron entre los Textos A, B y C fueron, naturalmente, los tres rituales de iniciación, más que nada porque debían ser los elementos tradicionales que mayor cui­dado exigían en su conservación, probablemente durante siglos, y para los que Gardner habría encontrado escaso material exceptuando algún relleno para los huecos. Sin embargo, el rito de iniciación al tercer grado (véase capítulo III) incluye material de Crowley en la declamación don­de por una vez parece ajustarse perfectamente.

Una nota sobre la rama alexandriana del movimiento gardneriano. En la década de 1960, al no conseguir ingresar en ningún conventículo gardneriano (incluyendo los de Patricia y Arnold Crowther), Alex Sanders logró de algún modo hacerse con una copia del Libro de las Sombras de Gardner y fundó el suyo propio. Atrajo y dio la bienvenida a un montón de publicidad e inició a nuevos adeptos al por mayor. Él y su mujer Maxine fueron muy criticados por los gardnerianos y otros adeptos por su afi­ción y habilidad para convertirse él mismo en un espectáculo, por su pretensión de convertirse en el Rey de las brujas y por la manera en que añadió al estricto canon gardneriano todos los elementos del ocultismo o de la magia que hubieran seducido su imaginación. Tenía, como Aleister Crowley, un agudo sentido de humor y ningún escrúpulo para ponerlo en práctica, lo que tampoco le granjeó el cariño del resto del arte. Pero como un comodín en una baraja de cartas, jugó su papel. Él y Maxine iniciaron a centenares de personas que, por lo demás, no deberían haber oído hablar del arte hasta años después. Por supuesto, muchos fueron adormeciéndose o quedando en la cuneta, pero un número considerable continuó fundando sus propios conventículos, alcanzando su propio equi­librio y trabajando en ello. Hay que reconocer que en la actualidad exis­ten muchos conventículos excelentes que no existirían si no hubiese sido por Sanders.

Nosotros mismos fuimos iniciados por Alex y Maxine en los primeros años 70, y fundamos nuestros propio conventículo en la Pascua de Navi­dad de aquel año. De aquel conventículo londinense, y del posterior ir­landés, se han ido desgajando otros que a su vez han dado origen a otros nuevos.

Alex y Maxine se separaron al poco tiempo de dejarles nosotros. Alex está medio retirado en Sussex, habiendo dejado atrás la época en que gus­taba salir en los titulares. Por su parte, Maxine se instaló en Londres don­de trabajó con mayor tranquilidad y solidez junto a su hermanastro David Goddard como sumo sacerdote. En marzo de 1982 anunció que se había convertido en una católica liberal, precisando que: 'Mentiría si dijese que he renunciado a todas mis actividades anteriores.' Y es muy posible. Noso­tros conocemos católicos liberales que son ocultistas de primera línea.

El Libro de las Sombras con el que nosotros comenzamos a trabajar estaba, por supuesto, copiado del de Alex. Básicamente se trataba del Texto C pero, como sospechamos entonces y más tarde pudimos confir­mar, estaba incompleto y contenía muchas correcciones del mismo Alex, y muchos errores también, pues no era un copista cuidadoso.

Hemos señalado varias correcciones alexandrianas en su libro, y para ser justos, hemos considerado que valía la pena conservar una o dos, aunque, insistimos, advirtiéndolo siempre y señalándolo en una nota al pie de página en el original de Gardner.

La primera parte de nuestro libro, 'Páginas del Libro de las Sombras', consta de los rituales gardnerianos que hemos discutido anteriormente (además, en el capítulo V, de algún material no relativo a rituales), con comentarios. La segunda parte, 'Más rituales wiccanianos' ofrece algu­nos rituales que hemos diseñado y que esperamos sean de utilidad para otros adeptos practicantes de la brujería (como hicimos con nuestros rituales de Wiccaning, Compromiso nupcial y Réquiem en Los ocho sabbats de las brujas) además de un capítulo dedicado a rituales protec­tores y talismanes.

La tercera parte, 'El sendero wiccaniano', cumple el segundo propó­sito de nuestro libro: a saber, resumir los diversos aspectos de la brujería moderna en un formato, espera mos, conciso y útil. Incluye capítulos so­bre la exposición razonada de la brujería, su ética, los problemas de diri‑

gir un conventículo, brujería y sexo, proyección astral, encantamientos, clarividencia y adivinación, curaciones, desnudez ritual, autoiniciación, el papel de Wicca en el mundo actual, etc.

Al parecer, existe la necesidad de un compendio de esta clase, tanto por el arte en sí como para aquellos que desean saber en qué consiste. Stewart intentó algo parecido en su libro What Witches Do (1971), y muchos adeptos a la brujería lo han utilizado ampliamente. No obstante, aquí intentamos profundizar en las razones que subyacen detrás de esas razones y analizar algunas de las cuestio­nes que hemos aprendido desde 1971. Nos agrada pensar que What Witches Do tiene un valor especial porque recoge las reacciones de un nuevo brujo explorando un campo desconocido, y hay muy pocas cosas que Stewart cambiaría. (Después de muchos años ha sido reeditado, casi al mismo tiempo que este libro, con un nuevo prólogo a la segunda edición, en Phoenix Publishing Co., PO Box 10, Custer, WA 98240, USA.)

En la tercera parte de este libro no pretendemos hablar del arte en su conjunto, ni proponemos ninguna ortodoxia concluyente; de cualquier modo, los conceptos de finalidad, autoridad y ortodoxia son extraños a Wicca. Tan sólo hemos escrito lo que hemos visto, experimentado y apren­dido de otros amigos adeptos a otras muchas ramas de la brujería, ha­ciendo una propuesta para su discusión y (siempre) profundizando en su estudio.

Nos gustaría pensar que estos dos volúmenes juntos, Los ocho sabbats de las brujas y El camino de las brujas, ofrecen una 'litur­gia' básica y un manual de trabajo sobre el que cualquier conventí­culo podrá construir su propia filosofía y práctica, dentro de la tradi­ción común, y para que las personas interesadas que no sean adep­tos a la brujería tengan una imagen global de lo que esas personas extrañas hacen y creen, y por qué. Ojalá sirva para persuadirles de que las brujas y brujos que se encuentran entre ellos no son, después de todo, tan raros, descaminados ni peligrosos.

Finalmente, estamos muy contentos de incluir un Apéndice de Doreen Va­liente titulado 'La búsqueda de la vieja Dorothy'. Gerald Gardner afirmó haber sido iniciado en 1939 por la vieja Dorothy Clutterbuck, una bruja de New Forest. Algunos de sus detractores han sugerido que para dar credibi­lidad a su 'fingimiento' de haber sido iniciado por una bruja, Gardner se inventó a la vieja Dorothy, e incluso el conventículo de New Forest. Doreen se propuso probar la falacia de aquellos detractores, y lo consiguió. Deja‑

mos que sea ella la que describa su investigación y sus frutos, que constitu­yen una sólida contribución a la historia del renacimiento del arte.

Janet Farrar Stewart Farrar

Nota a la cuarta edición

Dos años después de su publicación, no hemos visto la necesidad de ha­cer cambios en nuestro texto. Sin embargo, haremos dos precisiones: nuestras consideraciones sobre el mundo del arte irlandés (p. 246) han sido desbordadas por los acontecimientos. El renacimiento de la bruje­ría se encuentra en su apogeo en Irlanda, y ya no somos 'los únicos bru­jos conocidos'. Un síntoma de esto es la pequeña pero dinámica revista pagana Ancient Ways, editada por iniciados nuestros de Dublín que se separaron y fundaron su propio conventículo. (Puede conseguirse en The Alchemists' Head, 10 Esast Essex Street, Dublin 2.)

La segunda precisión es que hacemos varias referencias a la época en que vivimos en el condado de Louth. Desde entonces nos hemos traslada­do, pero hemos dejado que las referencias sigan ahí.

Una precisión más respecto a la Carga (pp. 388-9). Fue escrita antes de la actual (y justificada) sensibilidad acerca de la incorrección del len­guaje inglés y emplea las palabras 'hombre' y 'hombres' p

9788495593931

Ficha técnica

Autor/es:
Stewart Farrar y Janet Owen
Editorial
Equipo Difusor del Libro
Formato
15.5 cm x 21.5 cm
Nuevo
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