El huerto fácil. Manual de horticultura en casa
Referencia: 9788416002498
Cómo sembrar, cultivar y recolectar tus propios alimentos saludables
Los vegetales, hortalizas y plantas aromáticas en toda su plenitud,
a un paso de tu cocina
En un patio, un balcón, una ventana, un muro o un jardín... ¿Por qué hay que dejar de ser urbanita para tener un pequeño huerto? Cabe en cualquier lugar, siempre y cuando reciba luz directa y ventilación. Además de ser un elemento decorativo, o un espacio de descanso para plantar cara al estrés y a las prisas. Con este sencillo manual aprenderás a cultivar alimentos sanos, nutritivos, sabrosos y libres de pesticidas. La agricultura doméstica nos convierte en consumidores responsables y exigentes, al tiempo que resulta un ejercicio de sostenibilidad. Si nos hacemos pequeños agricultores urbanos, tendremos una vía de escape frente al asfalto, viviremos directamente el ciclo de la vida, resultará un recurso educativo para nuestros hijos, y nos permitirá redescubrir el verdadero sabor de los alimentos.
Perejil, cebollas, tomates, zanahorias, acelgas, apios, pepinos, calabacines, albahaca, cilantro, comino...
Miguel Ángel Galán Jiménez
Ingeniero Industrial de profesión, músico de vocación, y eterno estudiante del entorno natural, Miguel Ángel Galán Jiménez es un enamorado del huerto, el campo y la cocina. Actualmente reside en un pueblo de la Sierra de Madrid, donde continúa investigando los diferentes métodos de cultivo y recolección de productos naturales, y su integración en una cocina saludable y tendiente a la autosuficiencia.
¿Por qué cultivar un huerto casero?
La vida urbana ha apartado al ser humano del contacto con la naturaleza, y las ciudades se han convertido en una constante fuente de estrés para muchas personas. Estamos rodeados de polución ambiental y de contaminación lumínica y acústica. Contar con un pequeño espacio en el que cultivar nuestras plantas ornamentales y hortalizas supone una vía de escape ante todos estos estímulos negativos del medio.
Durante el S. XX, nuestra sociedad siguió una fuerte tendencia de emigración de la población rural a las zonas urbanas. En una época en que la vida en el campo estaba colmada de dificultades, la gente acudía a las ciudades en busca de nuevas oportunidades, con la esperanza de conseguir mejores condiciones. Esto no sólo trajo consigo el crecimiento descontrolado de los núcleos urbanos, sino también el abandono de los cultivos y con ello la pérdida de un valioso conocimiento sobre las formas de aprovechar los recursos naturales. Hoy en día, esta tendencia se está revirtiendo, y
existen muchos casos de gente que sale de la ciudad para vivir en el campo. Incluso da el paso de trabajar la tierra. Todo ello resulta más fácil gracias a la tecnología y a las comunicaciones actuales, que hacen que la vida en el campo sea ahora mucho más cómoda.
Sin embargo, las obligaciones a las que nos sometemos para seguir los dictados de la vida moderna nos hacen perder la perspectiva de lo que somos.
Dedicar una parte de nuestro tiempo al estudio
de la horticultura nos permite comprender mejor
nuestro entorno, entender las relaciones que existen entre los seres vivos y el medio que los rodea y, en definitiva, conocernos mejor a nosotros mismos.
El trabajo de la tierra, si se realiza con entusiasmo y con un fin meramente lúdico, es una actividad relajante y saludable que nos permite olvidarnos por un momento de los problemas cotidianos.
Debido a la centralización de las poblaciones, los lugares de consumo de verduras y frutas están normalmente muy alejados de los puntos de producción. Esto supone que para que una hortaliza llegue de su lugar de origen a nuestra mesa sean necesarias infraestructuras civiles, locales de almacenamiento, centros de distribución, estructuras logísticas y superficies comerciales. Esta gran cadena de intermediarios tiene varias consecuencias. En primer lugar, el tiempo que transcurre desde que un alimento se cosecha hasta que se consume es elevado, por lo que inevitablemente pierde cualidades. Muchas verduras se recogen inmaduras para aumentar el rendimiento de producción, pasando a cámaras de maduración artificial y después a cámaras frigoríficas para su conservación. Las frutas y hortalizas sufren con estos cambios térmicos y atmosféricos durante los procesos de transporte y almacenamiento, de modo que, en muchos casos, llegan al consumidor golpeadas, estropeadas o en un punto de maduración muy alejado del óptimo. Todo esto devalúa la calidad del producto. La segunda consecuencia de este sistema de producción y distribución es el encarecimiento progresivo de los productos en cada etapa intermedia, por lo que del precio pagado por el consumidor, tan sólo una pequeña parte llega al agricultor, quedándose la mayoría en manos de los intermediarios. Finalmente, toda esta estructura de camiones, locales, centros comerciales y logísticos consume gran cantidad de energía, suelo y
otros recursos, lo cual hace que este sistema de producción y distribución descentralizada tenga un gran impacto ambiental.
Los huertos caseros son una forma de paliar estos problemas al producir las hortalizas necesarias para el consumo cotidiano de muchas familias, evitando intermediarios, y sin necesidad de consumir esta ingente cantidad de recursos. Es evidente que la calidad y el sabor de las verduras cultivadas en un huerto casero, maduradas al sol y recogidas en el momento adecuado, es incomparable al de las producidas en plantaciones industriales.
Los cultivos modernos, para aumentar su producción, utilizan métodos intensivos poco sostenibles, degradando el suelo en el que se implantan y restando fertilidad a los lugares de los que obtienen la materia orgánica necesaria. El empleo de fertilizantes, herbicidas, plaguicidas y venenos para animales conlleva la contaminación del suelo y del agua. Además, la fabricación de estos productos consume energía y recursos, contribuyendo a aumentar el impacto ambiental total de estos sistemas de cultivo. En países como España, gracias a la legislación vigente, las plantaciones industriales pasan exhaustivos controles de calidad, desde la aplicación de los fitosanitarios hasta el producto final. Sin embargo, una pequeña parte de los elementos químicos nocivos aplicados no se termina de degradar nunca, pasando inevitablemente a nuestro organismo. Si producimos nuestras propias hortalizas utilizando técnicas de cultivo ecológico, podemos aplicar un control total sobre ellas y consumir productos de calidad con total seguridad alimentaria.
Fíjate en las prácticas agrícolas de hoy en día,
dedica un tiempo a pensar cómo se ha procesado
tu comida, y piensa en la expresión
«somos lo que comemos».
En un mundo en constante evolución, donde los desarrollos científicos nos han llevado a alcanzar cotas de confort tecnológico inimaginables hace años, todavía hay millones de personas que no pueden cubrir sus necesidades nutricionales básicas. La humanidad crece en población y en demanda de recursos de forma desmesurada e insostenible, y la deforestación, la contaminación del aire, del suelo y del agua son el resultado de este crecimiento.
Pese a contar con tecnología capaz de optimizar los consumos energéticos y de maximizar los rendimientos en las producciones agrícolas e industriales, la civilización occidental sigue una curva creciente en demanda de materias primas, suelo, energía, agua y alimentos, así como en la emisión de gases de efecto invernadero.
La producción mundial de alimentos está en su mayor parte centralizada en grandes empresas que piensan en la demanda de los mercados en vez de en las necesidades reales de los seres humanos.
Con muy poco esfuerzo y espacio podemos cultivar un huerto casero y crear un entorno agradable en el que disfrutar del trabajo de la tierra a la vez que enseñar a los niños algunos valores esenciales de la vida. Sólo tenemos que invertir mucha ilusión y un poco de trabajo y obtendremos a cambio gratificación personal y alimentos deliciosos y saludables.
Tenemos a nuestro alcance cambiar esta situación y crear un mundo más sostenible y humano. ¡Intentémoslo!
Índice
¿Por qué cultivar? ...un huerto casero 15
El primer paso. ¿Dónde poner tu huerto? 21
Huertos en el suelo 22
Huertos en altura 25
Cultivo en macetas y jardineras 27
Huertos comunitarios y urbanos 30
Diseña y planifica el huerto a tu medida 33
El tamaño del huerto 34
La distribución del huerto 36
Asociaciones beneficiosas 39
La rotación de cultivos 43
¿Cómo ha de ser la tierra? Nociones básicas
para conocer «dónde pisas y siembras» 47
Suelos ácidos y alcalinos 48
La estructura del suelo 50
La composición del suelo 50
El suelo perfecto 51
Sustratos comerciales 53
La preparación del terreno 54
Abonos y fertilizantes. ¿Cuáles son
los mejores para tu huerto? 59
El compost 60
Extractos de plantas 66
Otros abonos orgánicos naturales 68
Abono verde 70
Todos los sistemas de riego 73
Tipos de riego 73
Cuándo regar 77
Tabla con necesidades de riego de cada especie 79
Las técnicas de cultivo más exitosas
para convertirte en un experto horticultor 81
La reproducción de las plantas 81
La siembra 84
Cuidados tras la siembra 89
La recolección 96
Las 10 herramientas más utilizadas en la huerta 99
Invernaderos. Hortalizas todo el año 103
Cómo tratar las «malas hierbas» 107
Combate las plagas y las enfermedades
más comunes 113
Plagas 114
Hongos 117
Bacterias y virus 119
Los contrastes climáticos afectan a tu huerto 121
Zonas climáticas de España 121
La influencia de la Luna 126
Tu huerto mes a mes. Calendario anual de siembra
y actividades 129 Permacultura y horticultura ecológica.
El diseño y ecosistema de tu huerto 143
Familias de hortalizas. Conócelas para
planificar bien tus cultivos 147
Compuestas 147
Crucíferas 148
Cucurbitáceas , 148
Leguminosas 148
Liliáceas 149
Quenopodiáceas 149
Solanáceas 150
Umbelíferas 151
Huerto de frutas y hortalizas 153
Ajo, ajetes, berenjena, calabacín, calabaza, cebolla, espárrago, espinaca, frambuesa, fresa, girasol, guisantes, habas, judías, lechugas, lufa, melón, nabo, patata, pepino, pimiento, puerro, rábano, remolacha, tirabeques, tomate, zanahoria
Huerto de plantas aromáticas 195
Albahaca, cebollino, cilantro, comino, eneldo, hierbaluisa, hinojo, laurel, menta, orégano, perejil, romero, tomillo
Del huerto a la despensa. Cómo conservar de forma
natural tus frutas y hortalizas 205
Esterilizar botes 206
Envasar al vacío 207
Secado 209
Congelación 211
Mermeladas 212
Dulce de membrillo 213
Tomate frito 214
Pepinillos en vinagre 215
Pisto 216
Salsa pesto 217
Aceitunas alii alas 217
Almacenamiento de ft mas y verduras 218