La Inutilidad Del Sufrimiento
Referencia: 9788497341172
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Claves para aprender a vivir de manera positiva
¿Alguna vez ha pensado cuántas ilusiones y esperanzas se pierden cuando sufrimos, cuánta energía desperdiciamos? ¿Cree que se justifica tanto dolor y ese frecuente sentimiento de malestar? ¿Es acaso la felicidad tan imposible? A pesar de que muchas personas se sienten prisioneras de su forma de ser o de actuar, de sus nervios o de los errores que quieren evitar y con los que tropiezan una y otra vez, no hay nada que justifique ese encadenamiento, ese sufrimiento tan inútil como prolongado. Aprender a vivir de manera positiva es encaminarnos hacia la ilusión.
María Jesús Álava Reyes es licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid y máster en Dirección de Recursos Humanos. Desde 1978 trabaja en los ámbitos de la psicología clínica, educativa y del trabajo. Ha desempeñado diversos puestos en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en el Ministerio de Fomento y en Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (Aena). En la actualidad ejerce como psicóloga en su despacho profesional, labor que compatibiliza con la dirección de Álava Reyes Consultores, empresa de consultoría que está poniendo en práctica un nuevo modelo de gestión del cambio y del desarrollo personal y profesional, por medio de un equipo de experimentados profesionales y de una contrastada metodología. Cuenta con más de veinte publicaciones sobre temas relacionados con la psicología y es autora, entre otros, de los libros ´El NO también ayuda a crecer´, ´La inutilidad del sufrimiento´, ´Emociones que hieren´, ´Amar sin sufrir´ y ´La psicología que nos ayuda a vivir´, todos ellos publicados con gran éxito por la Esfera de los Libros. Es colaboradora habitual de diversos medios de comunicación: prensa, radio y televisión.
Introducción
¡Nos pasamos la vida sufriendo !
¿Alguna vez nos hemos puesto a pensar con qué facilidad sufrimos? o, para decirlo de otra forma, ¿cuánta vida se nos escapa sufriendo?, ¿cuánta energía desperdiciamos?, ¿cuántas ilusiones y esperanzas tiramos?, ¿cuántas ocasiones perdemos?, ¿cuántas alegrías ahogamos?...
Realmente, ¿hay justificación a tanto sufrimiento?, ¿la vida es tan difícil y la felicidad tan imposible?, ¿de verdad nos creemos que nuestro destino es sufrir?, ¿que estamos «aquí» para pasarlo mal?... Casi nadie, al menos en nuestra sociedad occidental, contestaría de forma afirmativa a estas preguntas, pero lo cierto es que parecen actuar como si creyeran en un destino fatalista de la vida.
Personalmente, desearía que a estas alturas de la historia, en pleno siglo xxi, la mayoría de las personas no se sintieran «atrapadas» por «algo» de lo que no pudieran escapar. No obstante, la verdad es que mucha gente sufre de forma inútil y, además, sufre prolongadamente.
La psicología, y sobre todo los 25 años de experiencia profesional, me han enseñado muchas cosas, pero quizá lo que más valore es ¡cómo se ha desarrollado mi capacidad de observación! ¡Qué fácil te resulta «mirar y ver» cuando has aprendido a hacerlo!; pero ¡qué dificil! les resulta la vida a las personas que se sienten atrapadas por su trabajo,
por sus estudios, por sus padres, por sus parejas, por sus hijos, por su edad...; en definitiva, atrapadas por sus circunstancias y sin aparente posibilidad de «ver» la salida o la solución final.
La verdad es que sin darnos cuenta repetimos conductas, rutinas, costumbres, hábitos..., formas de actuar que, inexorablemente, nos hacen sentirnos mal, pero que se nos antojan imposibles de evitar. Ante lo que consideramos una mala noticia nos preocupamos, en lugar de prepararnos para superarla en las mejores condiciones; los contratiempos nos alteran y con facilidad nos dispersan, dificultándonos la búsqueda de las mejores opciones; rápidamente vemos en los acontecimientos la parte negativa, las dificultades, los obstáculos, en lugar de las oportunidades que encierran. Al final sufrimos y, de nuevo, sufrimos inútil-mente.
La primera vez que me quedé muy impactada por la falta de felicidad que parecía tener la mayoría de las personas que me rodeaban fue a finales de los años setenta. Entonces, yo era una persona muy joven, recién licenciada, entusiasmadísima con mi trabajo y... muy sorprendida ante la aparente infelicidad que veía a mi alrededor. No se me ocurrió otra forma mejor que intentar «medir» la satis-facción o insatisfacción que las personas sentían en su vida. Ni corta ni perezosa, dentro de lo que entonces era mi ámbito laboral, en el transcurso de las entrevistas persona-les que realizaba para hacer la historia de los niños y comentar el desarrollo que tenían, pregunté a aproximada-mente 180 parejas de padres, con niños entre uno y seis años, qué opinión de conjunto tenían sobre sus vidas; lógicamente, las preguntas no eran tan literales, pero a través de la información recibida se podía clasificar con bastante precisión a las parejas: las que se sentían en general muy
felices y satisfechas, felices, insatisfechas, agobiadas, decepcionadas, atrapadas en el día a día y agotadas ante sus circunstancias.
Los datos fueron demoledores, tanto que prefiero no transcribirlos. La verdad es que eran un prototipo, quizá avanzado para la época, de lo que hoy día es la realidad para casi todas las parejas jóvenes. En el contexto en que nos movíamos, lo habitual es que ambos padres trabajasen; además, eran lo suficientemente jóvenes como para tener niños menores de seis años, estaban pagando casi todos la hipoteca de la casa, tenían salarios medios y un nivel cultural medio-alto. A pesar de llevar relativamente poco tiempo casados o viviendo en pareja (la media no sobrepasaba los seis años de convivencia), la mayoría se sentían muy agotados con la experiencia de ser padres y simultanear su trabajo con las «obligaciones» y responsabilidades que conlleva la atención de los niños. En muchos casos se mostraban hostiles hacia el otro miembro de la pareja, como si éste tuviera la culpa de su situación, de su agobio, de su falta de tiempo personal. Estas circunstancias influían muy negativamente en su relación y muchos de ellos, si hubieran podido dar marcha atrás, se hubiesen planteado caminos diferentes. No pensemos que su realidad era peor que la que podían tener otras parejas; al contrario, al menos ellos disfrutaban de una guardería en su trabajo, que les prestaba un servicio de indudable calidad, además de proporcionarles más facilidades en el cuidado de sus hijos.
Pero si la mayoría de estas parejas se sentían agotadas ante las circunstancias de su vida diaria: prisas, tensiones, lucha constante con el reloj, con los imprevistos, con las enfermedades de los niños, con los contratiempos típicos...,
¿cómo creemos que se siente hoy ese segmento tan importante de nuestra población?
Posteriormente, mi actividad profesional me llevó a seguir trabajando con niños y padres. Además, tuve la suerte, casi desde el principio, de simultanear esta faceta con la psicología clínica (niños, adolescentes, jóvenes, adultos...) y, finalmente, completé mi abanico con una intensa experiencia en el mundo de la psicología de la empresa. La verdad es que no he vuelto a hacer más trabajos estadísticos de este estilo, ¡no quiero deprimirme inútilmente!, pero no tengo dudas sobre cuáles serían los ´resultados.
¿Alguien piensa que las circunstancias han mejorado y que hoy día es más fácil compatibilizar la vida profesional y familiar? Seguramente pocas personas se atreverían a contestar de forma afirmativa.
Mi trabajo como psicóloga abarca todos los ámbitos y los tramos de la población y cada día siento más contraste entre cómo me gustaría ver a la mayoría de la gente y cómo la veo en realidad.
Con frecuencia, tanto en el ámbito de la formación como en el marco de la consulta, muchas personas me dicen que les encanta verme de buen humor, irradiando energía y «calma». Seguramente, para ellos resulto el prototipo de lo que pueden considerar como una persona agradable, relajada y a la par activa, que se lo pasa bien trabajando y parece ser feliz en su vida personal.
Yo, que me conozco bien, no me considero nada excepcional, aunque es verdad que en general me encuentro muy a gusto con mi vida; me siento, por el contrario, muy defraudada por la falta de felicidad que veo en la mayoría de las personas. Bien, ¡pues de eso se trata!
Vamos a intentar ayudar, en la medida de lo posible, a ver la vida con más realismo, con más ánimo, con más ilusión, con el convencimiento de que podemos controlar nuestra propia vida y que merece la pena vivirla...; y lo podemos hacer sin pedir ningún cambio milagroso a nuestro alrededor. Y digo esto, porque estoy absolutamente convencida de que la felicidad depende de nosotros mismos, no de nuestras circunstancias.
Por supuesto, a veces las circunstancias que nos rodean hacen difícil, muy difícil, que nos encontremos bien, pero si hemos conseguido un buen control de nuestros pensamientos lograremos ser dueños de nuestras emociones, y esas circunstancias podemos verlas como oportunidades para desarrollar nuevas habilidades y recursos, que nos facilitarán el control de nuestras vidas.
Todos conocemos a personas, supuestamente afortuna-das, a las que la vida parece sonreír y, sin embargo, se sien-ten tremendamente desgraciadas.
Por el contrario, vemos a seres humanos con vivencias terribles que, a pesar de todo, consiguen mantener un espíritu animoso, y siguen «luchando» con una fuerza constan-te, cuando no arrolladora, que los lleva a esa sensación tan maravillosa de «encontrarse bien consigo mismos». Esa vivencia es aún más intensa y plena cuando la experimentamos en esos momentos en que la vida parece ponernos a prueba.
Lo crucial no es lo que «nos pasa», sino lo que pensamos en cada momento. El pensamiento es previo a la emoción, y ese pensamiento es el que nos hace sentirnos bien o mal. Este hecho explica cómo las personas que han vivido o presenciado un mismo hecho experimentan emociones muy diferentes ante el mismo: unas pueden sentirse desgraciadas, otras afortunadas, otras indiferentes...
En este libro vamos a intentar aprender a conocer y descubrir nuestros pensamientos, para controlarlos después, para ponerlos a nuestro servicio, para que sean nuestros aliados, no nuestros enemigos; de esta forma conseguiremos controlar nuestras vidas, al margen y por encima de las circunstancias, hechos o acontecimientos que en esos momentos estemos viviendo.
En definitiva, y con palabras llanas, se trata de que nuestro cerebro actúe a nuestro favor y no en nuestra contra.
Nuestro cerebro nos acompañará siempre, al igual que nuestro Sistema Nervioso Autónomo (SNA) y nuestro Sistema Nervioso Central (SNC). Seguramente, una de las primeras cosas que nos tendrían que haber enseñado es cómo descubrirlos y cómo ponerlos a nuestro servicio. Lejos de esa realidad tan palpable, la verdad es que muchas personas, a pesar de los años que ya llevan a sus espaldas, se siguen sintiendo prisioneras de «sus nervios», de «su forma de ser», de «su manera de actuar», «de ver la vida»... No hay nada que justifique ese encadenamiento, ese sufrimiento «tan inútil como prolongado». Vamos a tratar de aprender cómo controlar nuestra vida y, para ello, descubriremos cómo encaminar mejor a la persona hacia la ilusión y no hacia el sufrimiento.
Índice
Agradecimientos 15
Introducción ¡Nos pasamos la vida sufriendo! 17
Capítulo 1. TENGAMOS LAS IDEAS CLARAS: ¡NO SUFRA-
MOS INÚTILMENTE! 23
Lo importante en nuestra vida son los pensamientos,
no los acontecimientos 25
Nuestros pensamientos son los responsables de nues-
tras emociones 31
Si aprendemos a controlar nuestros pensamien-
tos, controlaremos nuestra vida 31
El caso de Elena 31
Podemos sentirnos bien, aunque la realidad que
vivamos sea difícil 36
El caso de Alfonso 39
No nos engañemos: el presente nos pertenece 45
El caso de Amaya 47
Capítulo 2. SACAR LO «ÚTIL» DE TODO LO QUE HE-
MOS VIVIDO 51
Aprendamos de nuestro pasado 51
El caso de Andrés 54
¿Por qué nos enseñaron a sufrir? 56
¿En qué falló la educación que recibimos? 58
El caso de Carmen 63
¿Cómo nos condicionaron los hechos vividos? 66
El caso de Ignacio 67
¿Cómo extraer los aprendizajes «útiles»? 70
El caso de Beatriz 72
Recuperemos nuestro presente 75
¡No más sufrimientos inútiles! ¡Ya está bien de su-
frir! 78
El caso de Miriam 79
Aprendamos a vivir el presente sin los condicionantes negativos de nuestro pasado. «Hoy es el
mañana del ayer» 82
El caso de Miguel 89
¡Cojamos el camino acertado! 95
El caso de Gonzalo 97
¡Conquistemos nuestro futuro! 101
¿Qué futuro queremos tener? 103
El caso de Dori 104
Aclaremos nuestras metas 108
El caso de Paco 109
Definamos nuestras ilusiones 111
El caso de Borja 116
Pongamos nuestros pensamientos al servicio de
nuestros objetivos 121
El caso de Raúl 124
Capítulo 3. PREGUNTAS TÍPICAS 129
«¿De verdad yo tengo solución?» 129
El caso de Cristina 130
«¿Cómo voy a poder cambiar a estas alturas de mi
vida?» 133
El caso de Angeles 134«¿Cómo dejar de ser tan sensible, tan blando y vul-
nerable, si todo me afecta?» 141
El caso de Salomé 141 «¿Cómo voy a conseguir estar bien en mis actuales
circunstancias?» 146
El caso de Adela 146 «¿Cómo voy a ser feliz con mi marido/mujer, pareja,
hijos, amigos, jefes, compañeros..., si ellos son los
responsables de mi infelicidad?» 151
El caso de Gabriela 153
Capítulo 4. EL SUFRIMIENTO ÚTIL/INÚTIL EN EL
AMOR 157
¿El amor es felicidad y plenitud, pero
también dolor y sufrimiento? 158
El caso de Javier 161
¿Tenemos que pagar «peajes» en el amor? 164
El caso de Jaime 164
¿La vida se termina cuando se acaba el amor? 169
El caso de Leonor 169
Capítulo 5. ERRORES A EVITAR 175
Sufrir «inútilmente» 175
«Darle vueltas» a un hecho que ya ha pasado 179
No aceptar lo inevitable 183
El caso de Antonio 186
Complicarse la vida inútilmente 188
El caso de Paquita 189
Expresar «todo» lo que pensamos 191
Creer que siempre estamos en posesión de la verdad 194
No confiar en nosotros mismos, o pensar que la so-
lución está en los demás 197
Echar la culpa de lo que nos pasa a los que nos ro-
dean 199
El caso de Paula 200 Querer arreglar las cosas efectuando cambios drás-
ticos en nuestra vida 202
El caso de Daniel 202 Vivir las contrariedades y los imprevistos
como tragedias 207
Pensar que «lo nuestro» no tiene solución 210
El caso de Rodrigo 212
Dejarnos contagiar por el pesimismo reinante 213
El caso de Belén 217 Agotarse física y mentalmente. Pretender llegar a
a todos los sitios 221
No ser conscientes de nuestros limites 221
El caso de María 224
Capítulo 6. REGLAS DE ORO 229
Creer en nosotros mismos 229
Hábitos o costumbres que debemos tratar de
disminuir y eliminar 231
Hábitos que conviene potenciar 232
Intentar «sentirnos bien» cada día 236
Reglas básicas para aplicar a diario 237
Ser conscientes de que la felicidad está en «nuestras
manos» 238 Seguir confiando en nosotros en los momentos difí-
ciles y convertir las crisis en nuevas oportunidades 241
«Coger distancia» para ser objetivos y aprender a
observar y actuar de forma racional 245
Convertir cada día en un nuevo aprendizaje 250
Ante la irritación, autocontrol 256
No insistir en los errores de siempre 258
El caso de Juan 259
Aprender a ser realistas. Conocer nuestras posibili-
dades y nuestras debilidades 260
El caso de Mercedes 263
Premiarnos de vez en cuando y siempre que nos en-
contremos en baja forma 266
Aceptar que no somos «dioses» (no podemos arre-
glarlo o controlarlo todo) 268
El caso de Fernando 268
Utilizar el sentido común 271
Fomentar el sentido del humor 273
El caso de Clara 274
Asumir que estamos aquí para aprender a
ser felices, no para sufrir 277
Capítulo 7. ESTRATEGIAS PARA DEJAR DE SUFRIR Y PREPARARNOS PARA LA VIDA 281
Algunas nociones básicas sobre el funcionamiento
del Sistema Nervioso Autónomo 281
¿Cuándo no actuamos correctamente?
Situaciones de ansiedad y estrés 284
En qué consiste la ansiedad y el estrés 288
Cómo mejorar nuestro autocontrol. Cómo
«racionalizar» nuestros pensamientos 292
Creencias irracionales más comunes. Tipos 294
¿Qué hacer cuando estamos bloqueados? 301
La parada de pensamiento 301
¿Cómo aprender a relajarnos? 306
Técnica de relajación muscular progresiva 306
Respiración diafragmática o abdominal 313
Las autoinstrucciones 315
El autorrefuerzo 319
Cómo reafirmarnos. La asertividad 321
Cómo acercarnos a la felicidad 324
Capítulo 8. REFLEXIONES FINALES 327
¡No suframos inútilmente! ¡Si controlamos nuestros
pensamientos, controlaremos nuestra vida! 327
El caso de Jorge 328
El presente es lo que nos pertenece. ¡No dispersemos
nuestras energías, ni perdamos nuestras ilusiones! 333
Carlos Borrás: «El retorno» 334
La formación tradicional es insuficiente. Entrenemos
a los niños, adolescentes, jóvenes y adultos para
que desarrollen los recursos y habilidades que ne-
cesitarán en su vida 336
Bibliografía 341