Elixir de los dioses
Referencia: 9788499885681
Un recorrido por la medicina tradicional peruana
Elixir de los dioses es uno de los escasos libros acerca de las medicinas tradicionales del Perú. A caballo entre el trabajo de campo, el estudio fotográfico, el ensayo, la entrevista y el relato de viaje, el texto se centra en las tres grandes áreas culturales y antropológicas del país: la costa, la sierra y la selva.
A través de la narración de los propios actores, el libro despliega de una forma muy amena, con rigor científico y empatía antropológica, el testimonio de diferentes chamanes o curanderos que utilizan las plantas sagradas –como la ayahuasca o el tabaco– para sanar dolencias del cuerpo y el alma.
Sus relatos aportan un testimonio valiosísimo sobre la medicina ancestral y ofrecen fórmulas para generar un uso consciente de los remedios sagrados. Elixir de los dioses constituye un testimonio único sobre unas tradiciones que se están transformando a gran velocidad.
Raimon Pla Buxó
Raimon Pla Buxó es aventurero. Ha colaborado con diversos medios de comunicación españoles (Altaïr, La Vanguardia, CuerpoMente, National Geographic) como reportero gráfico. Ha realizado numerosas exposiciones fotográficas sobre diferentes sociedades, hábitats o tradiciones culturales del mundo.
Sumario
PRÓLOGO de Guillermo Reaño 11
INTRODUCCIÓN 15
I. AMAZONÍA PERUANA (La selva)
1. INTRODUCCIÓN 23
- Biodiversidad 25
- Medicina amazónica 25
- Curanderos 25
- La ceremonia (ritual) 28
- Dietas amazónicas 30
Plantas sagradas de la selva 31
- La ayahuasca 31
- Historia de la ayahuasca 33
- Aplicaciones terapéuticas
- de la ayahuasca 34
- Turismo místico de la ayahuasca 35
- Tabaco amazónico 36
- Historia del tabaco 38
- Aplicaciones terapéuticas del tabaco 40
- Plantas y árboles maestros 41
2. RELATOS Y ENTREVISTAS 45
- Juan Flores 45
- Winston 59
- Carol de Bowé 65
- Francisco Montes 75
- Marcelino Nolorbe 89
- Agustín Rivas 97
- Ernesto 103
- Javier de Silva 115
Reseñas históricas de curanderos 119
- Don Solón 121
- Pablo César Amaringo 125
Neochamanismo 129
- Jacques Mabit 129
- Vitor Shin 135
- Jorgito y Corinne 147
II. EL MUNDO DE LOS CURANDEROS DEL SAN PEDRO (La costa)
1. INTRODUCCIÓN 157
La planta: el San Pedro 160
2. RELATOS Y ENTREVISTAS 163
- Huaringas y Huancabamba 163
- Don Guillermo 171
- Víctor Bravo 175
III. COSMOVISIÓN ANDINA (La sierra)
1. INTRODUCCIÓN 187
- La coca y sus rituales 187
2. RELATOS Y ENTREVISTAS 191
- Queros, Cuzco. Pagos a la tierra 191
- Sergio Castillo 203
- Alonso del Río 211
Prologo
Perú es un país antiguo, milenario, de civilizaciones fabulosas-cuyos hombres y mujeres (nazcas, mochicas, incas) se esmeraron en tejer leyendas que han sobrevivido a la noche
de los tiempos. También es un macizo inmenso, se diría que casi infinito, que se yergue sobre el océano Pacífico, en la costa más estéril del mundo, y se derrama sobre la llanura amazónica para crear una nación-orbe más grande y más extensa que la mayoría de los países europeos.
Un territorio con todos los climas, récord en biodiversidad, con alturas insondables, asombrosos paisajes y una geografía habitada desde hace más de 10.000 años por gentes que hablaron lenguas inverosímiles. El Perú hirviente de nuestros días es un espléndido mosaico de razas, culturas y costumbres. Un espacio terrestre único, en medio de los Andes y de la Amazonía, donde propios y extraños conviven en una suerte de Babel a punto de estallar.
A ese territorio complicado, hostil hasta decir basta, sugerente y a la vez agresivo, a ese Perú liberal y post-Sendero Luminoso, llegó hace algunos años Raimon Pla, el fotógrafo catalán que ha escrito este libro. Una obra que es una especie de cuaderno de navegaciÓn y arreglo de cuentas, para describir el universo de la farmacopea andino-amazónica y su poder sanador, justamente en estos momentos de crisis planetaria y pérdida del sentido común.
Además, haciéndolo con absoluta prescindencia de los academicismos que complican los tratados sobre las llamadas plantas maestras y las complacencias propias de los que creen que los enteógenos sudamericanos solo sirven de insumo para la psicodelia de moda o la ingenua literatura sobre el buen salvaje.
El amigo Pla va en sentido contrario. Viajero heterodoxo desde muy temprano, estudioso de las plantas maestras de Mesoamérica y Asia, el suyo es un alegato a la razón, a la revalorizaciÓn del arte de curar, entendiéndolo como una herramienta imprescindible para el buen vivir, el sumak kawsay que nos legaron los pueblos amerindios. Las plantas que conforman el herbolario de una nación que, en la actualidad y solo en la actualidad, alberga sesenta pueblos indígenas cuya relación con la tierra, o pachamama, ha sido intensa y sumamente respetuosa, y que constituyen un saber chamánico de inconmensurable valor. Como el autor de este libro tiene una clara consciencia de ello, ha surgido la necesidad de registrar de la manera más natural y fidedigna posible el ritual y el testimonio de los maestros que ha ido conociendo en su largo peregrinaje por las tres regiones naturales que dan vida al país.
En cuanto se produjo la conquista, Perú empezó a ser descrito por la ciencia europea. Los cronistas, como Cabello de Balboa, entre otros, se apuraron en describir las prácticas chamánicas y las virtudes de las plantas sanadoras utilizadas por los pueblos, que el arcabuz y el fuego del «encuentro» se encargaron de someter. Los curas doctrineros, sobre todo los que se aventuraron a penetrar en la extensa floresta amazónica, y luego los viajeros del ilustrado siglo xviii, Ulloa y Juan, entre los españoles, Bonpland y Humboldt, entre los otros europeos, hicieron su parte al despuntar el siglo de las revoluciones anticoloniales.
Antonio Raimondi, otro viajero y descubridor científico de Perú, prosiguió las pesquisas a mediados del ochocientos; luego, Tschudi, Middendorf y muchos más continuaron la tarea. Cantidades de documentos se encuentran en las bibliotecas de América y Europa sobre la coca, la wachuma, la quinina, el chamico, la huillca, el tabaco, el toé, hasta la ayahuasca, la soga de los muertos que a tantos encandila.
Sin embargo, el saber tradicional de los pueblos nativos andino-amazónicos, que implica el uso de variables mentales desconocidas para el hombre moderno, es un reto que estudiosos como Raimon Pla tienen que superar para comprender la valía, la absoluta contemporaneidad del saber chamánico.
A pesar de la resistencia indígena, la cultura de los pueblos originarios fue arrasada por el colonialismo y su máquina trituradora en casi todo el territorio americano; solo en los espacios donde la voracidad del capitalismo no encontró productos para saciar su apetito, lograron sobrevivir tradiciones, modos diferentes de entender el cosmos y la farmacopea, que se sigue utilizando en los bohíos y mercados del Perú profundo.
Tomar nota de lo que se salvó de la hecatombe producida por la barbarie de la colonización es otro de los puntos de este trabajo, pues contribuye a poner a buen recaudo conocimientos y cosmovisiones ancestrales, ya que los arrestos de los nuevos conquistadores amenazan con destruirlos para siempre.
Raimon Pla, viajero atento y hombre contemporáneo, sabe bien que el sistema económico mundial hace tiempo que ha puesto la mira en estos territorios del fin del mundo con el deliberado propósito de succionar sus recursos. La ofensiva cultural que se avecina, disfrazada con el manido argumento del desarrollo, puede ser, si no la detenemos, la última batalla de esta guerra suicida que han declarado la modernidad y el antropocentrismo ciego.
Tarea como la emprendida por Raimon Pla y sus entrevistados, gente sabia y heredera de unas técnicas visionarias que no se, deben perder, merecen el aplauso de los que apostamos por otro futuro. Sin duda, no es el que han diseñado los extirpadores de idolatrías de los nuevos tiempos.
Introducción
Escribir este libro me ha llevado años de investigación sobre mi inquietud existencial, mi curiosidad hacia otras culturas que estaban implícitas en las prácticas chamánicas. El mundo chamánico se despertó en mí, como en mucha gente de los ochenta del pasado siglo, cuando leímos la novela de Castaneda, que presentaba personajes con poderes sobrenaturales y con una supuesta sabiduría. Todo esto me llevó a probar sustancias que ancestralmente han sido consideradas y usadas como puertas hacia lo numinoso. Los enteógenos me dieron una pista para entrar en contacto con la esencia del mundo interno del ser humano. Con los años, me di cuenta de que, si no había una preparación tanto psicológica como espiritual, era muy difícil entender y avanzar hacia la comprensión de la cosmovisión chamánica. Este reto hacia lo desconocido me ha generado mucho desconcierto y mucha confusión en algunos momentos, pero también me ha aportado mucho conocimiento acerca de la vida.
Empecé a viajar a muy temprana edad, con lo cual los viajes se convirtieron en una manera de refrescar y relativizar mi cultura. A mediados de la década de 1980, comencé con la fotografía, que en esa época aún era química: el arte de conseguir una imagen para luego desvelarla en la intimidad del laboratorio. Para mí ha sido la herramienta perfecta para poder captar instantes únicos, que luego se han convertido en documentos en mi memoria, ya que me han permitido un acercamiento muy íntimo a los personajes fotografiados todos estos años. Las imágenes hablan por sí solas, pero creo que, en el caso de la fotografía documental, al conocer la historia de cada una, se abren otros horizontes.
En 1988 hice un viaje desde Chicago por la mítica ruta 66, que cruza parte del oeste americano, hasta Real de Catorce (México), un lugar referencial para la cultura huichol. Tomé el cactus sagrado de los huicholes, el peyote, en el desierto de Sonora. En esa experiencia entendí un poco de qué habla Castaneda, pero fue un comienzo a todas mis preguntas, y aunque en todos estos años he obtenido algunas respuestas, siempre aparecen nuevos interrogantes.
Con mi cámara en mano, aventurero y fotógrafo, no paré de buscar si realmente había alguien o alguna cultura que pudiera dar respuesta a mi desconocimiento sobre este mundo mágico. A principios de la década de 1990, viajé a Mongolia, donde realmente fui iniciado en la percepción de lo invisible, pero no me di cuenta de lo que había aprendido hasta muchos años después. En total soledad, crucé el desierto de Gobi, y, a punto de morir congelado, fui salvado de mi arrogancia e inconsciencia por una familia mongol. Sin embargo, mi obsesión de buscador no se detuvo. En el año 2000 organicé junto con mi mujer una expedición en todoterreno, un recorrido por las antiguas rutas que había utilizado el Horno sapiens para llegar a Europa. El proyecto, llamado Origennet, trataba de reflejar la medicina y la cultura de cada país a través de las imágenes y las entrevistas. Un viaje que durÓ casi dos años, en el que recopilamos información acerca de la medicina tradicional en diferentes países. Empezamos por Oriente Medio, Turquía, Siria, Irán, Omán, Yemen, y luego pasamos a África por el mar Rojo en Yibuti. En Etiopía, entrevistamos a un chamán que predijo el nacimiento de nuestro hijo, luego seguimos hacia Tanzania y terminamos en Malaui. Fueron viajes de muchos aprendizajes y de muchas aventuras, pero para mí era el principio de un camino.
En el año 2008 fui a Perú para continuar mi trabajo fotográfico documental dedicado a la medicina tradicional y encontré una de las reservas de medicina ancestral más grande de las que quedan en la actualidad. Volví con mi familia en 2009 y estuvimos un año viviendo allí, ya que lo que había encontrado en Perú conectaba estrechamente- con toda mi búsqueda anterior.
He regresado muchas veces y he podido constatar la gran transformaciÓn de este país, que en los últimos años ha cambiado a pasos agigantados hacia la exterminación de una cosmovisión que estuvo preservada durante miles de años. He recorrido sus montañas (apus en quechua), he respirado sus encantos, me he empapado de un mundo que era muy ajeno a mí y al mismo tiempo muy próximo. Compartí con los queros sus pagos a la tierra, las hojas de coca, las más sagradas, el ayni (intercambio en quechua); he comido la nieve del más sagrado, el Ausangate. En el Titicaca he tocado las manos de Wiracocha, me he bañado en sus aguas cristalinas, he conocido a los uros y sus totoras, y he compartido sus inquietudes y sus sonrisas. He vivido en el valle sagrado, siguiendo la autopista estelar de los incas. En Urubamba, con mi familia, mi mujer Cristina y nuestro hijo Samai, he sentido el frío de sus glaciares cuando por la mañana llevaba a mi hijo al colegio. Me he empapado del mundo invisible de los incas, de la cosmovisión andina que aún está latente, porque quinientos años son muy pocos. He recorrido sus grandes desiertos en busca de curanderos: el señor de Sipán, Túcume y las Huaringas para abrir las puertas del cielo con sus san pedritos. De allí a la selva, la más
grande, la gran frontera verde, la gran desconocida, la más rica y la más fina. Pucallpa, con sus delfines, shipibos haciendo sonar la maraca del árbol del guingo; Tarapoto y su belleza, la sierra azul; Iquitos, la gran isla, el Nueva York de la selva. He navegado por sus grandes ríos, el gran Amazonas, el Marañón, el Ucayali, el Huallaga. Cordillera blanca, cordillera negra y, en su centro, Chavín.
El libro contiene básicamente tres estilos de escritura, supongo que es a causa de mi herencia postmoderna. Hay una parte de ensayo, donde explico datos técnicos aprendidos de los curanderos y los amigos relacionados con estos temas. He sacado mis propias conclusiones, pero tampoco hay que pensar que sean totalmente ciertas. La mayoría del conocimiento chamánico de Perú es transmitido por un guía o maestro oralmente, pero la formación es la propia experiencia de cada individuo, y puede diferir dependiendo de cada etnia (cada maestrillo tiene su librillo). Hablo de las plantas de poder, las más representativas que se pueden encontrar en Perú, cómo se utilizan, para qué sirven, sus actos ceremoniales y la formación de un chamán. Es una información necesaria para que el lector pueda entender las entrevistas y la cosmovisión de cada curandero. Hay una parte, que es un diario de viaje, en la que cuento mis experiencias en ese lugar y cómo llegué a conocer al personaje. Y la entrevista, en la que el personaje que entrevisto explica en primera persona su manera de entender la medicina. Por último, las fotografías, que sobre todo son la referencia.
He decidido dividir el libro en tres partes, según el lugar geográfico, porque los incas lo habían establecido como tres reinos: selva (Amazonía), desierto (zona de la costa) y sierra (cosmovisión andina).
No he pretendido hacer un estudio antropológico, ya que esto me hubiera obligado a plantear una visión científica, que no tengo. Tampoco fotográfica, pues me habría sido imposible fotografiar todas las sensaciones que tuve. Ni siquiera periodística, porque hay una visión personal implicada; ni novelística, porque no soy escritor. Simplemente, he querido mostrar la realidad de un hombre que busca. Las entrevistas ,y fotografías son las percepciones espontá‑
neas del momento de encuentro con los diferentes curanderos, cada uno de los cuales tiene un conocimiento especial sobre algo.
Quiero agradecer los buenos momentos y la gran simpatía de la gente que se dedica a este tipo de prácticas, ya que, en general, es gente muy hábil que ha pasado muchas pruebas complicadas: retiros en soledad, en busca de una fe que les ha hecho llegar a ser quienes son, con un buen ojo. Muchos de ellos tienen una gran calidad humana y una gran honestidad. Trabajar en sanación es un compromiso con la vida y con el prójimo. Como dice Carol de Boe, todos tenemos la cualidad de curar, pero «para poder curar a los demás hay que saber curarse primero a uno mismo».
En una sociedad donde el crecimiento horizontal (visión de la realidad material) es el que impera, las plantas son la reconexión con un mundo vertical (visión espiritual). La tecnología y la ciencia nos han permitido dar un paso gigante hacia una nueva visiÓn de la realidad, pero no hay que olvidar que no deja de ser un código cerrado, dentro de los intereses de la industria. Para mí, el único código abierto está en la naturaleza, de la que nos estamos alejando, a pesar de que, en realidad, todo es lo mismo. Por eso, ha sido una oportunidad única encontrar lugares en el planeta donde aún se mantiene esa conexión con los ancestros y donde la gente que ha sobrevivido guarda este conocimiento.
En la actualidad, parte de los medicamentos que se utilizan provienen de la Amazonía. De allí, se han sintetizado muchos de los fármacos que nosotros tomamos, pero éstos también han sido modificados por el interés comercial. Muchas plantas que curan en la Amazonía una vez modificadas en los laboratorios pierden sus propiedades sutiles... ¿Por qué será? Allí está el trabajo del curandero, en la intención y en su conocimiento, las plantas pueden ser consumidas si se habla el mismo lenguaje. Pero para entrar en ese código, la planta tiene que ser ingerida sin ningún aditivo, ni sal, ni azúcar, ni proteína animal, ni ningún químico, y tras retiros de muchos años, en soledad.
Estoy convencido de que gran parte de las enfermedades de la nueva era están sintonizadas con el modelo de sociedad en el que vivimos.
Ficha técnica
- Autor/es:
- Raimon Pla Buxó
- Editorial
- Kairós
- Formato
- 16 X 23,5 cm
- Páginas
- 240
- Encuadernación
- Rústica (tapa blanda)
- Fotografías
- A color, de Raimon Pla Buxó