Bhagavadgita: el Canto del Bienaventurado
Referencia: 9788494377099
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Edición Bilingüe
La Bhagavadgītā constituye la esencia de la sabiduría hindú. En sus páginas han encontrado refugio y consejo incontables generaciones y, desde que fue descubierto por Occidente, se ha convertido en una de las obras más importantes de la literatura universal. Humboldt, Tolstói, Huxley, Gandhi, Emerson y Thoreau, en tre otros, han expresado su admiración y entusiasmo por este poema filosófico, compuesto en la India en torno al siglo II a.C.
El diálogo entre Kṛṣṇa y Arjuna, previo a la batalla de Kurukṣetra, revela la siempre vigente lección de cómo vivir y actuar en el mundo. Ofrece pistas sobre el sentido de la vida y traza un mapa de senderos para los diversos temperamentos e inclinaciones humanas: el camino de la acción desinteresada, el del conocimiento y el de la entrega. El honor, la justicia y el destino comparten protagonismo con el amor y la amistad.
«Al igual que hizo Mascaró, uno tiene la sensación de que Arnau ha meditado el significado de cada estrofa, masticándolo lentamente, deglutiéndolo con atención, hasta regurgitarlo convertido en una perla de la lengua castellana.»Òscar Pujol (autor del primer diccionario de sánscrito publicado en España)
El diálogo entre Kṛṣṇa y Arjuna, previo a la batalla de Kurukṣetra, revela la siempre vigente lección de cómo vivir y actuar en el mundo. Ofrece pistas sobre el sentido de la vida y traza un mapa de senderos para los diversos temperamentos e inclinaciones humanas: el camino de la acción desinteresada, el del conocimiento y el de la entrega. El honor, la justicia y el destino comparten protagonismo con el amor y la amistad.
«Al igual que hizo Mascaró, uno tiene la sensación de que Arnau ha meditado el significado de cada estrofa, masticándolo lentamente, deglutiéndolo con atención, hasta regurgitarlo convertido en una perla de la lengua castellana.»Òscar Pujol (autor del primer diccionario de sánscrito publicado en España)
Juan Arnau, astrofísico y doctor en filosofía sánscrita, es investigador del CSIC y de las universidades de Michigan, Benarés y Barcelona. Ha traducido del sánscrito Fundamentos de la vía media y Abandono de la discusión de Nágárjuna (Siruela), y ha escrito los ensayos La palabra frente al vacío, Arte de probar, Cosmologías de India (FCE) y Antropología del budismo (Kairós), así como las novelas El cristal Spinoza, El efecto Berkeley (Pre-Textos) y Leyenda de Buda (Alianza). Es autor de Manual de filosofía portátil (Atalanta, 2014), Premio dela Crítica Valenciana y finalista del Premio Nacionalde Ensayo 2015.
PRESENTACIÓN
por Óscar Pujol
por Óscar Pujol
Siempre me ha fascinado el poder de la traducción, incluso de una mala traducción. Fue una mala traducción la que me golpeó con la fuerza de un relámpago y me reveló en un instante el mensaje de la Bhagavadgrta. No importó que fuera deficiente, de un inglés tosco y arcaico. Tampoco que este lector conociera a duras penas la lengua inglesa y luchase por concertar las palabras con sus significados, ni que la lectura se hiciera a la luz de una vela, con ojos cansados y una mente más turbia de lo habitual. La traducción cumplió su cometido, transmitiendo un significado que hizo posible ese momento eureka que cambia para siempre la vida del lector, le imprime una cualidad noética y lo eleva a un nuevo plano.
Desde entonces nunca he dejado de leer la GTtá. Como un héroe borgiano, me tomé la molestia de aprender la lengua original. Incluso acaricié la ilusión de reescribirla como hiciese Pierre Menard con el Quijote. La leí en sánscrito, en hindi, en innumerables traducciones en lenguas diversas. Buenas y malas traducciones, altas y bajas, feas y bonitas, fieles y traidoras. Hasta intenté leerla sin éxito en lenguas que desconocía. Detrás de todas ellas sobrevivía la obra con toda su transparencia. Como sostiene el mismo Juan Arnau, traductor de esta edición: «La obra ha sobrevivido a las lecturas más solícitas y a las más abyectas, a celosas traducciones y a traducciones desorientadoras». La Gítá, como todas las grandes obras, es simple y profunda. No se trata tan sólo de que con cada lectura se descubran nuevos significados, sino que cada una de ellas amplíe el horizonte de la propia ignorancia, haciéndole a uno más humilde y por tanto más propenso al conocimiento.
Hace tiempo que esperábamos una traducción de la Gîtâ como la que nos trae Juan Arnau. Demasiado a menudo se ha vertido a nuestra lengua de una forma falsamente literal, sometiendo a torturas a la clara lengua castellana, retorciéndola con el alambre de una fidelidad mal entendida para adaptarla fraudulenta e innecesariamente a la sintaxis del original. Por eso es bienvenida esta nueva traducción, que refleja la elegancia, la sencillez y la profundidad del texto original. Arnau se sirve de un español cristalino, en apariencia sencillo, pero que no socava el significado, sino que deja un espacio abierto a la interpretación. Ha hecho con el español algo parecido a lo que hizo Mascaró con la lengua inglesa: ofrecer una versión elegante y singular de uno de los textos más reverenciados de la tradición india. Como la de Mascaró, la de Arnau es un texto que se lee sin notas y brinda al lector occidental una comprensión inmediata, velando y desvelando al mismo tiempo la riqueza implícita de su sentido y primando el espíritu por encima de la letra. Sin embargo, a diferencia de la traducción de Mascaró, ésta es más fiel al significado original y, curiosamente, más sucinta. Si algo revela una comparación con el original es que Arnau tiende a comprimir el sánscrito, más que a expandirlo. Algo inaudito, que nunca había observado en otras traducciones, pues la tendencia es ampliar el texto, prolongándolo con explicaciones para volver más inteligible la proverbial condensación de la lengua sánscrita. Al igual que hizo Mascaró, uno tiene la sensación de que Arnau ha meditado el significado de cada estrofa, masticándolo lentamente, deglutiéndolo con atención, hasta regurgitarlo convertido en una perla de la lengua castellana.
La traducción no sólo transforma al lector, sino también al traductor. Arnau está en lo cierto cuando sostiene que la tensión entre lo que cambia y lo que permanece constituye el corazón de la obra y bosqueja el itinerario lírico, cotidiano y mítico del hombre hacia lo incondicionado. En palabras de Arnau: «El hombre no es un mero ser histórico, inscrito en una época particular, pues algo en él vive fuera del mundo natural. Y su tarea más noble y valiosa es la de profundizar en esa condición periférica, intemporal, para estar a la vez dentro y fuera del mundo [...]. Cómo vivir a la vez dentro y fuera del tiempo es el gran desafío que plantean estas estrofas». O como afirman las upanisad: «Hemos descubierto la eternidad con materiales perecederos».
La concisión del estilo de Arnau, junto con la elegancia de su expresión y su atención al significado profundo de la obra, son las cualidades más inestimables de esta versión destinada a enriquecer el acervo de las traducciones de la Bhagavadgîtá. Auguramos un largo recorrido al texto y esperamos que imparta a sus futuros lectores esa cualidad noética de la experiencia que abre nuevas ventanas, cura viejas heridas y empequeñece el dilatado tesoro de nuestra ignorancia.
Desde entonces nunca he dejado de leer la GTtá. Como un héroe borgiano, me tomé la molestia de aprender la lengua original. Incluso acaricié la ilusión de reescribirla como hiciese Pierre Menard con el Quijote. La leí en sánscrito, en hindi, en innumerables traducciones en lenguas diversas. Buenas y malas traducciones, altas y bajas, feas y bonitas, fieles y traidoras. Hasta intenté leerla sin éxito en lenguas que desconocía. Detrás de todas ellas sobrevivía la obra con toda su transparencia. Como sostiene el mismo Juan Arnau, traductor de esta edición: «La obra ha sobrevivido a las lecturas más solícitas y a las más abyectas, a celosas traducciones y a traducciones desorientadoras». La Gítá, como todas las grandes obras, es simple y profunda. No se trata tan sólo de que con cada lectura se descubran nuevos significados, sino que cada una de ellas amplíe el horizonte de la propia ignorancia, haciéndole a uno más humilde y por tanto más propenso al conocimiento.
Hace tiempo que esperábamos una traducción de la Gîtâ como la que nos trae Juan Arnau. Demasiado a menudo se ha vertido a nuestra lengua de una forma falsamente literal, sometiendo a torturas a la clara lengua castellana, retorciéndola con el alambre de una fidelidad mal entendida para adaptarla fraudulenta e innecesariamente a la sintaxis del original. Por eso es bienvenida esta nueva traducción, que refleja la elegancia, la sencillez y la profundidad del texto original. Arnau se sirve de un español cristalino, en apariencia sencillo, pero que no socava el significado, sino que deja un espacio abierto a la interpretación. Ha hecho con el español algo parecido a lo que hizo Mascaró con la lengua inglesa: ofrecer una versión elegante y singular de uno de los textos más reverenciados de la tradición india. Como la de Mascaró, la de Arnau es un texto que se lee sin notas y brinda al lector occidental una comprensión inmediata, velando y desvelando al mismo tiempo la riqueza implícita de su sentido y primando el espíritu por encima de la letra. Sin embargo, a diferencia de la traducción de Mascaró, ésta es más fiel al significado original y, curiosamente, más sucinta. Si algo revela una comparación con el original es que Arnau tiende a comprimir el sánscrito, más que a expandirlo. Algo inaudito, que nunca había observado en otras traducciones, pues la tendencia es ampliar el texto, prolongándolo con explicaciones para volver más inteligible la proverbial condensación de la lengua sánscrita. Al igual que hizo Mascaró, uno tiene la sensación de que Arnau ha meditado el significado de cada estrofa, masticándolo lentamente, deglutiéndolo con atención, hasta regurgitarlo convertido en una perla de la lengua castellana.
La traducción no sólo transforma al lector, sino también al traductor. Arnau está en lo cierto cuando sostiene que la tensión entre lo que cambia y lo que permanece constituye el corazón de la obra y bosqueja el itinerario lírico, cotidiano y mítico del hombre hacia lo incondicionado. En palabras de Arnau: «El hombre no es un mero ser histórico, inscrito en una época particular, pues algo en él vive fuera del mundo natural. Y su tarea más noble y valiosa es la de profundizar en esa condición periférica, intemporal, para estar a la vez dentro y fuera del mundo [...]. Cómo vivir a la vez dentro y fuera del tiempo es el gran desafío que plantean estas estrofas». O como afirman las upanisad: «Hemos descubierto la eternidad con materiales perecederos».
La concisión del estilo de Arnau, junto con la elegancia de su expresión y su atención al significado profundo de la obra, son las cualidades más inestimables de esta versión destinada a enriquecer el acervo de las traducciones de la Bhagavadgîtá. Auguramos un largo recorrido al texto y esperamos que imparta a sus futuros lectores esa cualidad noética de la experiencia que abre nuevas ventanas, cura viejas heridas y empequeñece el dilatado tesoro de nuestra ignorancia.
ÍNDICE
Presentación
9
Preludio
15
Bhagavadgîtâ
El Canto del Bienaventurado
55
I. El dilema
57
2. El discernimiento
61
3. Las obras
67
4. El conocimiento
71
- El quietismo aparente
75 - El cultivo de la mente
79 - Conciencia y conocimiento
83