El yoga terapeutico de las articulaciones, por Pierre Jacquemart y Saida Elkefi. ISBN: 9788499173726

El yoga terapeutico de las articulaciones

Referencia: 9788499173726
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Todas las posturas y ejercicios para curar y aliviar las afecciones articulares.

Cómo aplicar con éxito el yoga para preservar las articulaicones y permitir una buena recuperacion desopués de un accidente o una enfermedad.

REEDICIÓN

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Esta obra estudia exhaustivamente la relación entre las posturas del yoga y las diferentes articulaciones, tanto las de los miembros como las de los tres segmentos de la columna vertebral: cuello, espalda y región lumbar. Abordando las patologías más comunes, como las artrosis, las tendinitis, los esguinces, los dolores cervicales, las ciáticas, las lumbalgias, las hernias discales, las escoliosis o las cifosis; se estudian en cada caso las causas, los síntomas y las diferentes soluciones, tanto preventivas como rehabilitadoras, y el papel del yoga en el proceso curativo.
• Cómo mantener la amplitud de los movimientos articulares conservando la flexibilidad.
• Cómo luchar cuando persiste un estado de rigidez articular
• Formas de conseguir un mayor desarrollo muscular que evite la debilidad y la astenia.
• Explicaciones detalladas sobre cómo conseguir una perfecta respiración.
• Cómo se logra un adecuado calentamiento para una sesión de yoga.
• Qué importancia tiene la perseverancia para los buenos resultados de cada postura.

«Una obra seria y bien documentada, de gran interés, tanto desde la óptica del terapeuta
especializado como del practicante de yoga.»

El yoga es uno de los mejores instrumentos terapéuticos de que disponemos para mantenernos en perfectas condiciones físicas y psíquicas.
Si para los orientales el yoga es una forma de unión del hombre con el espíritu supremo, para el occidental, que normalmente se siente muy alejado culturalmente de estos sistemas filosóficos, la práctica del yoga puede suponer un método, un sistema asombrosamente eficaz para alcanzar un estado de equilibrio físico y emocional ya que está más que demostrado que la práctica habitual del yoga aporta, no sólo una evidente mejoría de la capacidad respiratoria y de la elasticidad de los miembros, sino también actúa de forma muy favorable sobre las vísceras y las glándulas de secreción internas.
Esta nueva obra, continuación de El yoga terapéutico, publicada con gran éxito por esta misma editorial, estudia, siempre desde un punto de vista estrictamente médico y científico, diferentes enfermedades que afectan a los huesos y articulaciones y el papel que el yoga puede ejercer como coadyuvante de otras terapias como la kinesiterapia o la cirugía misma. Los autores, conscientes de que existe un vacío documental sobre los beneficiosos efectos del yoga tanto a un nivel preventivo como rehabilitador, han centrado su estudio en:

• Cómo debe actuarse para mejorar los efectos devastadores de las artritis y artrosis.
• Qué precauciones y qué posturas deben adoptarse para aliviar las afecciones de las caderas.
• Qué son las tendinitis y qué papel juega el yoga en su remisión o alivio.
• Cómo repercute la práctica del yoga sobre las lesiones de menisco u otras disfunciones de la rodilla.
• En qué consiste el esguince del yogui y cómo puede evitarse.
• Posturas adecuadas para mejorar los ataques de gota.
• Qué es el codo del tenista y cómo debe actuarse ante su aparición.
• Cómo puede la práctica de determinadas posturas aliviar la escoliosis,
• Qué medidas se pueden tomar ante una poliartritis reumatoide.
• Cómo afecta la osteoporosis a la movilidad y a la vida diaria,
• Qué son las lordosis y cómo pueden mejorarse.
• En qué momento se puede reiniciar la práctica del yoga tras una tortícolis.
• Cómo mejora la práctica habitual del yoga las dolencias tan comunes de las cervicales.
• Por qué se inicia un ataque de ciática y cuáles son sus consecuencias inmediatas.
• Qué es el lumbago y cómo podemos mejorarlo mediante algunas posturas de yoga.

El doctor Pierre Jacquemart, antiguo vicepresidente de la Societé de Medecine de París, ha ejercido la práctica de la medicina durante más de cuarenta años. Es, además, escritor y periodista científico. En sus años de práctica médica e investigación descubrió que la relajación es uno de los mejores métodos para curar un gran número de enfermedades y que el yoga es uno de los más efectivos sistemas de relajación. Ha dedicado gran parte de su tiempo a investigar, adquiriendo así un profundo conocimiento en esta disciplina.
Salda Elkefi es profesora de la Federación Francesa de Yoga, relaxóloga, psicoterapeuta y sofróloga. Ha seguido las enseñanzas de renombrados maestros de yoga, tanto en Francia como en la India. Su labor como profesora ha tenido una particular incidencia en la difusión del yoga en Francia, y de su colaboración con el doctor Jacquemart se han elaborado estudios para una mejor utilización de las aplicaciones terapéuticas del yoga,
Ambos son coautores de El yoga terapéutico.

Introducción

Aunque este libro se ocupa fundamentalmente de los beneficios que el individuo sano de cualquier edad puede hallar en la práctica del yoga, sobre todo para lo tocante a sus articulaciones, también abordamos las patologías principales en ese aspecto, las artrosis, las tendinitis, las torceduras, los dolores cervicales, las afecciones de la espalda, los dolores lumbares, las ciáticas, las hernias discales, las deformaciones del raquis —lordosis, cifosis, escoliosis—, y las enfermedades generales que tienen repercusiones articulares. Un compendio simplificado e ilustrado de anatomía articular facilita la comprensión del texto y presenta de manera práctica las lesiones elementales.
Habitualmente el yoga está contraindicado en presencia de afecciones agudas y en todas las fases en que el dolor domina el cuadro. No obstante se acaba llegando a un estadio en que el yoga recupera sus derechos.
Puede intervenir útilmente, pero cuándo y cómo: es el propósito de este libro responder a estos detalles.
Aparte las instrucciones concretas sobre la práctica del yoga propiamente dicho, se hallarán consejos prácticos sobre los gestos útiles o perjudiciales de la vida cotidiana a fin de preservar la movilidad de las articulaciones y de la columna vertebral.
Mediante pequeños trucos, pequeños recursos o tal vez medidas algo más complicadas se consigue mejorar la vida cotidiana y evitar no pocos dolores.
Un error en que no se debe caer
Cualesquiera que sean los beneficios que pensemos recibir del yoga, no hay que convertirlo en panacea, y no puede reemplazar un tratamiento médico bien conducido. Ni servir de pretexto para aplazar una intervención quirúrgica o unas medidas ortopédicas que el facultativo haya considerado necesarias.
El yoga es un auxiliar terapéutico de los más valiosos, pero debe mantenerse en su papel de auxiliar, respetando el lugar que le corresponde en la jerarquía de los tratamientos.
Sobre todo, no caigamos en el error de situarlo en competencia con la kinesiterapia. Cuando una articulación ha estado lesionada, o cuando sale de una inmovilización por férula de escayola u otro procedimiento, el paciente debe ponerse en manos del kinesiterapeuta. Entonces le incumbe al yoga un papel secundario y su indicación debe someterse al sentido de los movimientos principales de la reeducación kinesiterapéutica.
Es también diferente de la movilización pasiva, en la cual se ejecutan movimientos guiados sin más intervención por parte del sujeto que dejarse hacer.
¿Qué parte le resta entonces al yoga?
La de completar el trabajo indicado en lo que queda dicho, y la de mantener los buenos resultados obtenidos. Su práctica permite:
• Mantener la amplitud de los movimientos articulares conservando al mismo tiempo la flexibilidad;
• luchar activamente, cuando persiste un estado patológico en forma de rigidez articular.
Rigidez articular
La rigidez de una articulación puede hallarse vinculada a dos tipos de factores:
• De resultas de un estado patológico anterior subsisten lesiones anatómicas más o menos definitivas, las cuales obstaculizan el juego normal de la articulación: re-
tracción de un tendón, de un ligamento, de una cápsula articular; desecación del líquido sinovial en el interior de la articulación; a veces anomalía osteo-cartilaginosa. En estos casos el yoga desempeña un papel modesto, de auxiliar de aquellas otras técnicas con las cuales, como decíamos, no debe rivalizar ni, sobre todo, tratar de contrariarlas, debiendo respetarse rigurosamente las contraindicaciones.
• Una fijación «refleja» de contracciones musculares permanentes en forma de rigidez articular, cuya persistencia se explica por los condicionamientos psíquicos que ha engendrado una enfermedad o un traumatismo a nivel de la articulación. Todo sucede como si el sujeto temiese la recidiva de las sensaciones dolorosas que conoció al originarse el trastorno, y procurase no salirse de una postura que le evite esa reaparición.
Esta búsqueda de una postura antiálgica opera exactamente en sentido contrario con respecto a la meta que se persigue, pues justamente el mantenimiento rígido de la postura engendra dolores.
Una kinesiterapia racional puede restablecer la movilidad normal de la articulación y conseguir que desaparezcan las contracturas y los signos que las acompañan.
Cada secuencia de yoga opera en el mismo sentido.
Aunque el beneficio obtenido con esta disciplina sea mínimo, por su repetición regular acaba por aportar una contribución muy positiva.
¿Es posible aportar modificaciones con finalidad terapéutica al yoga clásico?
Parece que el interés del paciente debe primar sobre cualquier otra consideración teórica. En consecuencia, nos consideraremos
autorizados a hacerlo, aunque nadie está obligado a adherirse si no participa de este criterio.
Por tanto, en lo que sigue formularemos únicamente indicaciones facultativas
1. Lo que pueden aportar las contracciones estáticas a las posturas de yoga clásico
La técnica de las contracciones estáticas, también llamadas contracciones isométricas, se opone a la de las contracciones isotónicas. Estas son las contracciones normales que nos sirven habitualmente para poner en juego nuestra musculatura; por ejemplo, la que hincha el bíceps al contraer dicho músculo flexionando el antebrazo hacia el brazo, sobre todo si se efectúa dicha acción contra una resistencia como la que ofrece una pesa.
En esta contracción isotópica del bíceps hay desplazamiento anatómico efectivo y, además, visible.
La contracción estática, por el contrario, se efectúa sin movimiento; los flexores se oponen a los extensores pero la inmovilidad es total. La oposición de dos fuerzas iguales y contrarias no se expresa exteriormente pero traduce un intenso trabajo interior. No es una inmovilidad pasiva, sino activa y además constructiva porque produce una eficaz musculación.
El desarrollo muscular adquirido de esta manera va acompañado de una mejora de la resistencia y del fondo físico. Los experimentos han demostrado que a estos efectos, la contracción debe tener una duración ideal de seis segundos, en ningún caso
menos.
La contracción estática se efectúa en el decurso de la inspiración y se prolonga por toda la duración de ésta. La decontracción
aprovecha la espiración y al mismo tiempo se ahueca profundamente el vientre.
Las contracciones estáticas se hallan particularmente indicadas en las afecciones
o las secuelas de traumatismos que hayan interesado las articulaciones.
No generan ningún dolor y permiten mantener al mismo tiempo el tono muscular y una buena circulación sanguínea local.
Tiene otra ventaja la práctica regular y prolongada de las contracciones estáticas, que es la eliminación de las capas adiposas superficiales y de las placas celulíticas en las regiones tratadas, sobre todo en los miembros inferiores.
Las contracciones estáticas pueden practicarse en cualquier postura: de pie, sentados o acostados. Basta con poner rígida la región que nos interesa. Es necesario dedicarles varios minutos por la mañana y por la tarde, con mucha regularidad.
Otras maneras de realizar las contracciones estáticas
• Oposición al movimiento de un segmento de miembro mediante el despliegue de una fuerza de sentido contrario: por ejemplo, en postura sentada, nos inclinamos hacia delante para sujetar con los
dedos las puntas de los pies; mantenien-
do éstas inmóviles tiramos hacia arriba con las manos, o por el contrario, empujamos hacia delante con los pies.
• Empujar con todas las fuerzas durante seis segundos con las manos contra una superficie resistente: una pared o un mueble pesado.
• Bloquear la parte anterior de los pies bajo el travesaño de una mesa o el borde inferior de un mueble pesado y tirar enérgicamente con las piernas.
En el decurso de varias posturas de yoga pueden practicarse contracciones estáti-
cas, especialmente en las posturas que se ejecutan en decúbito supino o sentados, los miembros inferiores estirados. Las contracciones son practicables incluso llevando rodillera o bajo escayola.
2. Contribución del yoga
a la reeducación propioceptiva
Los propioceptores son unos elementos sensibles muy peculiares repartidos por diversas regiones del cuerpo y, en particular, a nivel de las articulaciones. Por lo que se refiere a éstas, informan al cerebro en todo momento sobre la situación de la articulación, su posición en el espacio y sus movimientos.
Las lesiones de los propioceptores, tales como se observan en ciertos traumatismos y enfermedades articulares, generan trastornos diversos: vértigos, inestabilidad, etc.
Su reeducación está codificada científicamente y el equipo médico o quirúrgico suele confiar la aplicación de la misma al kinesiterapeuta.
Se realiza con ayuda de unos planos inestables, una tabla colocada sobre una esfera
o un cilindro, por ejemplo.
El sujeto debe reaccionar, por una parte, a la inestabilidad que implican estas condiciones, y que acentúa la de su afección personal. Además el kinesiterapeuta exagera esas sensaciones dándole empujones o tirones. De esta manera, el paciente recobra con rapidez sus capacidades eficaces de bloqueo de las articulaciones solicitadas.
La reeducación propioceptiva debe realizarse una vez superada toda fase dolorosa y una vez que la articulación tiene flexibilidad suficiente. Aunque sus resultados son muy favorables, puede ocurrir que se agoten al cabo de varios meses y la renovación es entonces indispensable, aunque no menos eficaz. Este tipo de maniobra no existe
en yoga clásico, aunque puede incorporarse a las sesiones dentro de una voluntad de progreso y modernización de sus técnicas, con obvia aplicación sanitaria.
3. ¿El yoga en el agua?
Esta técnica, que aún está en pañales, se inspira en la hidroterapia, donde se practican ejercicios de reeducación en piscina o en bañera especial. Las ventajas son evidens para el sujeto que las practica: sensación de bienestar correlativa a la temperatura agradable del agua templada, alivio de carga para las articulaciones, mejora del retorno venoso, acción sedante y decontracción. En lo que concierne a las articulaciones, este procedimiento evita lo mismo la inmovilidad del cartílago como las presiones excesivas.
Parece difícil hablar de sesiones de yoga en unas condiciones que impiden materialmente la mayoría de las posturas. Por conguiente sólo puede tratarse de posturas en pie, o acuclilladas o sedentes, ejecutadas con carácter puntual en casos especiales de minusvalía esencial de los miembros inferiores, ocasionalmente o en ciertos inválidos.
Así considerado, el alivio del peso del cuerpo sobre los miembros inferiores presenta algunas indicaciones particulares: postura de atención (5) con la fase final de elevación sobre las puntas de los pies, postura del árbol (3) en el marco de las reeducaciones propioceptivas que acabamos de comentar, y diversas posturas acuclilladas, y más specialmente en presencia de lumbalgias.
Aparte las artrosis, se considera que este tipo de hidroterapia es beneficioso en los casos de algodistrofia y en el decurso de la poliartritis reumatoide (como veremos bajo estos epígrafes).
Facilita asimismo la movilización indispensable para las víctimas de osteoporosis, sobre todo la que se complica con una sinultánea artrosis.
Reglas fundamentales para el planteamiento de un yoga útil
Para que el yoga sea útil es preciso que aporte un beneficio, y esto lo realiza tanto en el plano físico como en el mental, cuando se practica correctamente.
También es menester que su práctica no ocasione ningún contratiempo. Hay que aprender a respetar las contraindicaciones temporales o permanentes, y en el caso del sujeto normal, evitar todo cuanto pueda resultarle perjudicial.
El yoga implica para la realización de las posturas una fase dinámica, o de movimiento activo, mientras se construye la postura, y facultativamente una fase estática durante la cual se mantiene aquélla más o menos rato.
Pero no se debe olvidar que en todos los casos, a ésta le sigue otra fase final de retorno a la postura inicial y que, a veces, este movimiento es la fase más crítica del asana.
Tomemos el ejemplo de la postura de la silla, que consiste en sentarse en una silla imaginaria. Al terminar la postura e incorporarse es precisamente cuando puede peligrar una rodilla frágil. De todas estas consideraciones resulta que el movimiento es, en efecto, un elemento fundamental de la práctica del yoga.
El movimiento
En la óptica del mantenimiento de la salud, la inmovilización corporal inherente a la práctica del yoga es positiva. Para que aquélla sea suficiente, sin embargo, en la vida corriente debe completarse con el cultivo de otras disciplinas como jogging, gimnasia, deporte, danza, etc.
En tiempos de Luis XV ya el célebre doctor Tissot había definido los beneficios del movimiento:
«El ejercicio es de absoluta necesidad; las personas débiles son remisas a practicarlo y si tienen inclinación a la tristeza, es muy difícil persuadirlas a que se muevan; sin embargo nada agrava tanto como la inacción todos los males que nacen de la debilidad; se relajan las fibras del estómago. de los intestinos, de los vasos, de lo que nacen restricciones, obstrucciones, relajaciones; la decocción, la nutrición, las secreciones no se realizan, la sangre deviene acuosa, las fuerzas disminuyen y todos los síntomas del mal aumentan. El ejercicio previene todos estos males porque refuerza la circulación; todas las funciones se realizan como si se dispusiera de fuerzas reales y esta regularidad de las funciones no tarda en establecerlas: así el efecto del movimiento consiste en suplir las fuerzas y restaurarlas. Otra de sus ventajas, independiente del aumento de la circulación, es la necesidad de gozar de un aire siempre renovado.
»La persona que no se mueve acaba por viciar cuanto la rodea y se perjudica; una persona en acción lo va cambiando constantemente. Con frecuencia el movimiento hace las veces de remedio; mientras que todos los remedios del mundo no pueden hacer las veces del movimiento.
»La fatiga de los primeros días es un engaño en el cual cae la pequeñez de ánimo de muchos enfermos; pero si lo tuvieran para superar ese primer obstáculo, acabarían por percibir que es verdad aquello de que los primeros pasos son los más difíciles.
»Muchas veces yo mismo me he asombrado al ver hasta qué punto los que no rechazaban el ejercicio adquirían fuerzas gracias a éste. Personas que se fatigaban con sólo dar una vuelta por el jardín, transcurridas algunas semanas recorrían varias leguas de camino y se hallaban perfectamente al regreso.»
Aspecto individual del movimiento
La buena voluntad del adepto es un factor capital que hace posible una práctica de yoga verdaderamente beneficiosa. Sin embargo la buena voluntad no es suficiente si no actúa con el apoyo de reglas elementales de prudencia y progresividad. La prudencia consiste en saber apreciar las propias posibilidades y no exceder ciertos límites.
Lo que vamos a decir evidentemente es más aplicable al ejercicio o al deporte intensivos que al yoga propiamente dicho, pero las condiciones a que nos referimos también pueden darse en los sujetos frágiles, o de edad avanzada, o convalecientes. Se observan asimismo en ciertas minusvalías físicas que, aun no considerándose como contraindicaciones respecto a la práctica de yoga, por sentido común deberían hacer gala de una cierta moderación. La sesión de yoga no debe finalizar nunca en un estado de fatiga acentuada, en un apremio respiratorio anormal, ni en la aparición de dolores musculares, ni mucho menos cardíacos.
El poder de recuperación es muy diferente de un individuo a otro. Diversas circunstancias, las más de las veces recientes e intempestivas, pueden modificarlo de un día para otro y deben ser tenidas en cuenta al establecer la sesión. Hay enfermedades que dejan un debilitamiento importante: mononucleosis, hepatitis vírica, afecciones que hayan cursado con fiebres intensas, patologías que hayan requerido la administración de medicamentos de más o menos fuerte toxicidad. No están por completo excluidos de la práctica del yoga los obesos, las mujeres encintas o en período de cuarentena, pero deben obedecer, por supuesto, reglas de prudencia muy exactas.
La ventaja del yoga en comparación con las demás actividades físicas estriba en que constituye un esfuerzo de fondo, regular y bajo ritmo marcado por una respiración
bien controlada, amplia, regular y sin sobresaltos.
Con frecuencia no se mide lo suficiente la diferencia que existe entre un esfuerzo conjugado con los movimientos respiratorios y el que se practica bajo «bloqueo» de la respiración. Este último provoca un exceso de presión que puede ser muy desfavorable para la ventilación pulmonar. Ejemplos de ello son numerosos ejercicios de los pertenecientes a la categoría de los abdominales.
Las flexiones hacia delante partiendo de la posición de pie, como la pinza adelante (23) o paschimottasana, en la práctica son muy diferentes de las flexiones sucesivas del tronco que muchos ejecutan incautamente tan pronto como han saltado de la cama. En yoga aquéllas encadenan con otras asanas en contrapostura, y habitualmente precedidas por ejercicios de calentamiento suficiente y también de distensión eficaz, bajo el efecto de un schavasana.
Así practicada la pinza no hay que temer, como en el caso del gimnasta matutino, variaciones brutales de la tensión arterial por exceso o por defecto, esta última causante, a veces, de hipotensión ortostática. De tal manera que la circulación cerebral queda al abrigo de repercusiones temibles.
El profesor de yoga debe tener en cuenta todos los signos objetivos que pudieran inducir a sospechar la presencia de un estado patológico larvado. Un dolor precordial puede ser de origen muscular, o reumático, o debido sencillamente a un estado de nerviosismo; pero también podría traducir un trastorno cardíaco verdadero. Ante la más mínima duda corresponde al cardiólogo zanjar la cuestión. Y aparte la schavasana, todas las demás asanas se hallan contraindicadas en presencia de alteración seria del ritmo cardíaco o fatiga coronaria. Ni siquiera son inofensivas todas las respiraciones, en este sentido.
Hay que desconfiar también de los tras tornos digestivos que adquieran carácter de aerofagia acentuada con náuseas, siendo posible que enmascaren lesiones cardíacas coronarias.
Otro tipo de sujeto a quien el profesor separará de la sesión y aconsejará un examen médico: el que se sofoca con anómala facilidad, cuya respiración se vuelve al mismo tiempo acelerada y ruidosa, y que presenta un tinte azulado de los labios, las orejas y, sobre todo, las uñas, que nunca hay que dejar de examinar.
Aparte excepciones poco frecuentes, el profesor de yoga no suele ser médico, pero dispone de experiencia para descubrir las anomalías flagrantes. Su papel consiste entonces en alejarle de una sesión que podría resultarle perjudicial y encaminarle hacia el médico.
Precauciones indispensables para toda sesión de yoga
Incluso un sujeto perfectamente sano y apto para realizar esfuerzos de cierta intensidad:
• Necesita un calentamiento suficiente previo a la sesión, y también una relajación bien concebida;
• progresividad en la intensidad de los esfuerzos exigidos durante la sesión;
• equilibrio adecuado entre posturas y contraposturas;
• evitar todo lo que se tolera mal o lo demasiado intenso, así como los movimientos brutales;
• toda idea de competición queda absolutamente proscrita en yoga; ocurre a veces en las sesiones colectivas que un exceso de emulación motiva demasiado a ciertos participantes.
Esto debe excluirse en absoluto: la mentalidad de «campeonitis», la «carrera por la medalla», no tiene ninguna cabida en la sesión de yoga.
Yoga y articulaciones
de las personas de edad avanzada
La práctica del yoga puede continuarse hasta edad muy avanzada, sobre todo si el sujeto ha conservado cierta flexibilidad y no presenta dolores articulares en relación con una determinada enfermedad. Si padece de una o varias articulaciones, deberá suspender el yoga durante la fase dolorosa y reanudarlo después con prudencia, cuando aquélla haya remitido. Obviamente, dichas precauciones se refieren a las posturas que pongan en juego las articulaciones afectadas; las demás pueden practicarse libremente. Prácticamente todas las modalidades respiratorias del pranayama se libran de contraindicación, es decir que siempre son beneficiosas.
Merece mención particular la postura shavasana (véase la página 31).
Puesto que no requiere ningún esfuerzo físico, y asegura una relajación perfecta, está aconsejada en todos los casos. Distiende el sistema nervioso, favorece el sueño, disipa la ansiedad, y favorece con sus efectos euforizantes a la persona de edad avanzada. En los demás casos, hay que contar con las muchas patologías que empeoran las condiciones de vida de estas personas, en particular las enfermedades articulares representadas principalmente por la artrosis en sus múltiples localizaciones.
En presencia de tales incapacidades la persona de edad debe atenerse a unas reglas elementales de prudencia:
• No excederse de sus posibilidades ni prolongar las sesiones, utilizar accesorios auxiliares: apoyo contra la pared, uso de asientos, pañuelos que intercalará entre las manos cuando experimente dificultad para unirlas, almohadas bajo las piernas, las nalgas o el occipucio, etc.
Con frecuencia la sesión de yoga es la ocasión para persuadir a los sujetos que no quieren moverse o que se creen incapaces de hacerlo, obligándolos a realizar una movilización beneficiosa, con lo cual se les demuestra que no ha terminado todo para ellos ni mucho menos. Aunque todo se reduzca a algunas modalidades respiratorias, éstas al menos tendrán la ventaja de provocar una mejoría sustancial de la irrigación cerebral.
El individuo de edad avanzada no practicará la sesión a las mismas horas que un sujeto joven. El momento más idóneo se sitúa entre las 15 y las 16 horas; por razones cronobiológicas éste es el período de menor rigidez, y el estado de receptividad mental es mejor, habiendo despertado la memoria y las facultades de aprendizaje. La tensión arterial sistólica es la más baja de la jornada, lo cual no carece de importancia si vamos a abordar unos movimientos susceptibles de aumentarla. El yoga, y tanto sus asanas como la pranayama y demás técnicas anejas, deben adaptarse a las posibilidades y a los ritmos de la persona de edad avanzada, no al revés.
Calentamiento
La organización del calentamiento previo a la sesión de yoga, lo mismo que a toda prueba deportiva, es primordial para el conjunto de los movimientos y de los esfuerzos subsiguientes.
Si se descuida o incluso suprime el calentamiento, o se practica de manera incorrecta, perjudicamos al adepto de yoga lo mismo que al deportista.
Cierto que el yoga no es un deporte, pero la construcción de la postura en fase dinámica requiere flexibilidad y buena preparación muscular. El mantenimiento del asana en fase estática también requiere una musculatura bien preparada, a fin de poder
mantener la postura más o menos rato, lo cual puede resultar ímprobo si no se ha calentado antes. Esta preparación se realiza mediante un ejercicio ligero, de los cuales hay tantas modalidades que no podemos enumerarlas aquí. El mismo practicante acaba por descubrir lo que le favorece y lo que no, lo que le resulta suficiente y lo que no llega a asegurarle una preparación conveniente.
En esta etapa se estará atento a los ritmos respiratorio y cardíaco, que debe acelerarse pero con moderación. Se tendrá en cuenta que durante la estación fría hay que calentar más rato que en verano. Si la estancia se halla relativamente fría será conveniente usar una indumentaria apropiada para la sesión de yoga. Y con la edad, conviene tomarse el tiempo que haga falta, lo mismo que se hace con otras muchas actividades.
El calentamiento debe actuar sobre el cuerpo entero, aunque las posturas que tengamos proyectado realizar afecten sólo a una parte.
El calentamiento debe ser suficiente pero no exagerado; recordemos que lo mejor suele ser enemigo de lo bueno.
Métodos anexos para mejorar la calidad de la respiración
Habitualmente los múltiples métodos propuestos por el yoga en el contexto de la pranayama permiten alcanzar una ventilación muchas veces superior a las posibilidades del sujeto normal, incluso el que ha practicado reeducación respiratoria o una gimnasia tendente a tal efecto.
En algunos sujetos particularmente deficientes desde el punto de vista respiratorio, bien sea constitucional esa deficiencia, o en relación con ciertas deformaciones torácicas, con una enfermedad más o menos reciente, o con una negligencia en cuanto a los movimientos respiratorios, si se quiere ganar tiempo cabe proponer como anexos al yoga dos tipos de ejercicios muy efectivos.
El yoga no es una gimnasia y no incluye las dos técnicas que vamos a describir. Por otra parte suele privilegiar las retenciones del aliento con la finalidad de establecer un cierto estado de espíritu, una cierta visión del mundo, no la de combatir tal o cual fenómeno patológico.
De estas maneras se consigue mejorar con rapidez la eficacia respiratoria:
• En el plano de la fuerza de los músculos respiratorios, aumentando en especial la de los músculos encargados de la espiración: el sujeto debe realizar por la nariz una inspiración tan fuerte como sea posible, dedicándole el tiempo que le parezca más conveniente, aunque cuanto más se prolongue mejor será el resultado obtenido. Se debe llegar a conseguir una inspiración de 10 segundos por lo menos a glotis abierta.
La espiración subsiguiente debe forzarse todavía más a fondo y es aconsejable tender progresivamente a prolongarla mucho más de los 10 segundos considerados como tiempo mínimo (y por lo menos igual al tiempo de inspiración).
La maniobra inspiración fuerte/espiración muy fuerte, cada una de ellas prolongada 10 segundos por lo menos, se repite 6 veces seguidas. Esta maniobra se practica 4 veces al día repartidas entre la mañana, la tarde y la noche. Se recomienda la perseverancia cotidiana.
Se asiste rápidamente a una mejoría corroborada por los exámenes funcionales respiratorios, en particular por la baja del volumen residual, lo cual traduce el aumento de fuerza de los músculos de la espiración.
• En el plano de las resistencia de los músculos
reeducación activa en kinesiterapia. a. de acuerdo con las línea generales de realizar las espiraciones contra una resistendculos respiratorios, el programa prevé rea-
Para el sujeto practicante del yoga, esta segunda técnica merece precisamente un interés especial.

ÍNDICE

1. Introducción 9
II. Recapitulación de las posturas de yoga y sus técnicas 21
III. Artrosis y artritis 75
IV. Tendinitis 85
V Torceduras 95
VI. La cadera o articulación coxo-femoral 101
VII. La articulación de la rodilla 125
VIII. La articulación del tobillo 151
IX. Las articulaciones del pie 161
X. La articulación del hombro 169
XI. La articulación del codo 187
XII. La articulación de la muñeca 199
XIII. Las articulaciones de la mano 207
XIV. Enfermedades generales con posible repercusión sobre
las articulaciones de los miembros 213
XV El raquis. Deformaciones y lesiones mecánicas 229
XVI. El raquis cervical 247
XVII. El raquis dorsal 261
XVIII. El raquis lumbar 269
XIX. Enfermedades peculiares del raquis 289
XX. La articulación sacro-coxígea 295

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