Recuperar la salud
Referencia: 9788416579051
UNA APUESTA POR LA VIDA
Guía detallada de autoayuda para vencer el cáncer y otras enfermedades, con sugerencias prácticas para los pacientes y sus familias.
En Recuperar la salud se describen con detalle las técnicas de Carl y Stephanie Simonton, las cuales están siendo utilizadas con gran éxito desde hace ya más de cuarenta y cinco años, como un refuerzo psicológico de los tratamientos habituales.
- Stephanie Matthews-Simonton y Carl Simonton son los autores del programa de icoterapia que lleva su nombre y que ha servido de modelo a profesionales de todo el mundo. Este trabajo fue reconocido en 1973 por las autoridades sanitarias norteamericanas como un enfoque válido para el tratamiento psicológico del cáncer.
Stephanie Matthews-Simonton también ha elaborado un programa de entrenamiento en tres fases para terapeutas del cáncer. En la actualidad dirige en Little Rock, Arkansas, el Centro de Investigaciones y Enseñanza sobre la Salud. Es coautora, con Carl Simonton y Jeanne Achterberg, del libro Estrés, factores psicológicos y cáncer y autora de Familia contra enfermedad. - O. Carl Simonton era doctor en medicina, especializado en radioterapia para el tratamiento del cáncer y también consultor de programas de terapia del cáncer. Escribió numerosos artículos para publicaciones especializadas y el libro Sanar es un viaje.
- James L. Creighton trabajó durante muchos años en contacto con los Simonton y como profesional independiente en la psicoterapia y los cuidados especializados para los pacientes de cáncer.
- Eduardo Roselló Toca, realizador de la presente traducción, es psicoterapeuta y editor original de la obra de Stephanie Simonton en español. Ha colaborado estrechamente con la autora, con la que ha impartido seminarios en España. Asimismo es autor de Salir de la botella (1990), Los milagros suceden (1996), Firmar la paz (2001) y Ay, pena, penita, pena... (2003), todos ellos inicialmente publicados por la editorial Los Libros del Comienzo.
En el curso de un viaje a Estados Unidos en verano de 1985, estando en una librería un amigo me acercó el libro Getting Well Again y me animó a leerlo. Yo lo abrí y le eché una mirada fugaz. Guía de autoayuda para vencer el cáncer y otras enfermedades... La verdad es que no me pareció demasiado atractivo. ¿Qué tenía eso que ver conmigo? A los treinta y cinco años, «joven, fuerte, presumido...» el cáncer en particular y la enfermedad en general eran algo que no me tocaban ni poco ni mucho. Había otros temas que me interesaban más. Así que, para evitar desairarle, cuando ese amigo se descuidó, dejé el libro en su estantería y tomé otro que me parecía mucho más sugerente: Tiempo, relatividad y cuarta dimensión. Desde luego, era extraordinariamente sugerente,
pero no pude pasar de la segunda página. Mis conocimientos físicos y matemáticos eran bastante elementales para comprender esas largas ecuaciones. Aún conservo este libro intacto en mi biblioteca como recordatorio. Recordatorio de mi poco ejemplar forma de actuar en demasiadas ocasiones.
Pero, afortunadamente, el milagro también suele llamar dos veces. La vida siguió transcurriendo, y un par de años después, el 13 de mayo de 1987, en una intervención quirúrgica le diagnosticaron un cáncer muy avanzado a una persona querida. Entonces recordé el libro. Pensé que sería de interés para ella conocerlo, así que me puse a buscarlo e involucré a otras muchas personas en la tarea. Sin embargo, el libro no aparecía por ningún sitio. Yo había leído una gran cantidad de referencias sobre él (su primera edición era de 1977), pero aquel libro parecía haberse volatilizado.
Puesto que aparentemente no había sido publicado en castellano, decidí conseguirlo en inglés. Aprovechando un viaje que tenía programado a Irlanda, adelanté mi partida un día para hacer escala en Londres y allí comprar un ejemplar como el que había tenido en mi mano en agosto de 1985.
El domingo 14 de junio de 1987 llegué a Londres dispuesto a dedicar el lunes siguiente a la búsqueda.
El día 15 amaneció lluvioso. Pero mi entusiasmo era impermeable. Así que me dirigí resuelto a una gran librería a comprar ese ejemplar.
Aunque se trataba de un importante establecimiento, no habían oído hablar de este libro. Fui a otro, en el que creían que el título les era familiar. A otro en el que pensaban que estaba en una estantería en la que no estaba... Absolutely nothing. Y, ni que decir tiene, fuera de las librerías, llovía.
Pasaban las horas y llovía tanto que empecé a recordar la Frase atribuida a Felipe II de que no había enviado su armada a luchar con los elementos. Ni su armada fue invencible ni mi entusiasmo impermeable, como yo había creído ingenuamente. Todo empezó a hacer agua. Cansado y mojado, decidí que ya era suficiente. Que lo iba a dejar para otra ocasión más favorable. Que me iba a tomar una cerveza e irme a la cama, y al día siguiente seguiría mi viaje a Dublín sin mi libro.
Ni corto ni perezoso, entré en un pub y pedí una cerveza. No parecía que fuera precisamente mi día, pues el camarero me miró de arriba abajo con reprobación y me informó de que no era hora de beber cerveza. Ni siquiera mi húmedo aspecto y mi acento extranjero le hicieron tomar en consideración que era posible que viniera de algún país con alguna legislación diferente.
Pero no estaba yo para darle ninguna clase particular (le geografía, de modo que abandoné el pub y decidí que una chocolatina, junto con un té que me prepararía en la habitación de mi hotel, sería un buen sustituto de la cerveza. En la acera de enfrente había una tienda en la que vendían muñecos de peluche, chocolatinas y otros artículos de regalo, y allí me dirigí. Elegí mi dulce cena y me puse en la cola para pagar. Mientras esperaba y dejaba vagar mi mirada, vi una estantería con algunos libros cuyas cubiertas se mostraban tentadoras a los clientes potenciales.
Y en la estantería inferior, mirándome... i allí estaba Getting Well Again! Todo el día buscándolo, y allí estaba. No era exactamente la misma edición, pero sí el mismo libro. Esperando.
Sigilosamente me acerqué. Sigilosamente lo tomé. Sigilosamente volví a la cola. Sigilosamente... Tenía miedo de
despertarme, de estar en una especie de trance inducido por la lluvia y el cansancio... pero no era así. Cuando llegué a mi hotel, empecé a leerlo. Parecía que todo seguía algún plan, que todo encajaba perfectamente.
Tuve que interrumpir la lectura para dormir un poco y poder continuar al día siguiente mi viaje.
Proseguí mi trayecto. Cuando llegué a España una semana después, había terminado el libro. Me sentía una persona diferente de la que había iniciado el viaje. La perspectiva que había vislumbrado a lo largo de las páginas de este libro sobre la salud y la enfermedad era diferente de la que tenía antes. Así que quise, lo primero, comunicar a sus autores, Stephanie y Carl Simonton, lo que su obra había significado para mí.
Puesto que en esa edición venía una dirección, les escribí para comentárselo. La dirección era antigua y estaba fuera de servicio... pero de algún modo mi carta llegó a su destino. A veces he pensado que debió de ser porque, como envié la carta por correo aéreo, mi ángel de la guarda se encargó personalmente de llevarla. Yo había escrito a Dallas, y unas semanas después recibí contestación de la propia Stephanie desde Little Rock. Además de informarme sobre su libro, sobre el estado de los derechos y demás, me comentaba que estaba viviendo en Arkansas y que allí seguía realizando su trabajo.
Yo creía que mi transformación no tenía por qué ser singular. Que otras muchas personas podían aprovecharse de las enseñanzas de este libro. Así que escribí de inmediato a las más importantes editoriales de autoayuda de España informándoles sobre él. Es más, puesto que la primera edición de Getting Well Again era de 1977, habían aparecido en el mercado multitud de volúmenes que hacían referencia a
este. Incluso esas editoriales contaban entre sus títulos publicados con obras que citaban Getting Well Again y el trabajo realizado por Carl y Stephanie con abundancia, por lo que utilicé esas referencias en mis cartas: «No se fíen de mi entusiasmo. Mejor lean lo que tal autor dice sobre esta obra en el libro que ustedes han publicado en tales páginas». Sin embargo en esa ocasión no recibí ninguna respuesta.
Pero la experiencia del entusiasmo remojado y secado había dado su fruto. La falta de respuestas no me influyó en absoluto, sino que siempre tenía presente la posibilidad de la publicación. Si no querían los grandes, tendrían que ser los pequeños. Un amigo que tenía una editorial me sugirió la idea de publicarlo en ella. No me parecía una idea muy afortunada, pues los temas que trataba su editorial eran muy diferentes. Pero no estaba yo para hacerme el interesante, así que accedí. Realizamos las gestiones oportunas y a finales de 1987 nos comunicaron que los propietarios se mostraban de acuerdo ante nuestra pretensión. ¡Cómo no estarlo si, a pesar del éxito de la obra en los Estados Unidos y el resto del mundo, en los países de habla hispana nadie había mostrado el menor interés por ella en diez años!
Me confiaron la tarea de traducirlo, y en ese punto surgió una nueva dificultad. Anteriormente ya había traducido otros libros, pero entonces disponía de una secretaria que los mecanografiaba. Ahora había cambiado el rumbo de mi vida y en ese cambio había dejado de tener secretaria. Y yo no sabía escribir a máquina. Bueno, ese era un problema de los que ya no se planteaba mi entusiasmo. iQué nimiedad! Aprendí mecanografía, aprendí a manejar un ordenador, y me puse manos a la obra.
La persona en la que yo pensaba al buscar el libro no pudo verlo. Unas semanas antes de que comenzara a traducirlo, murió. Y en esos momentos de dolor y confusión, Recuperar la salud, que es como lo titulé, demostró su capacidad sanadora y reconfortante. Por si aún lo ignoraba o tenía alguna duda.
Finalmente, el 7 de octubre de ese año de gracia de 1988, apareció la primera edición de Recuperar la salud. Fue un éxito desde el principio. La primera edición se agotó pronto. Luego la segunda. Así que cuando Manuel Luján y yo iniciamos nuestra aventura editorial en Los Libros del Comienzo un par de años después, deseamos incorporar este título a nuestro fondo y, sin ningún problema y tras llevar a cabo los trámites oportunos, adquirimos Recuperar la salud y Familia contra enfermedad, el otro libro escrito por Stephanie Simonton, que ya forman parte de nuestro catálogo. Y esta que tienes en tus manos es la decimocuarta edición. La decimocuarta edición de una obra que ha ayudado a millones de personas en todo el mundo.
Un libro, un simple libro, puede también ser algo de lo que podemos aprender, algo que nos puede servir para contemplar un milagro más, algo que puede producir cambios profundos. Se trata, una vez más, de vivir en el corazón, y de observar, entonces, qué pasa.
EDUARDO ROSELLÓ TOCA
ÍNDICE
Prólogo a la edición española 9
Agradecimientos 15
PRIMERA PARTE - LA MENTE Y EL CÁNCER 17
1. La conexión mente-cuerpo: un acercamiento psicológico
al tratamiento del cáncer 19
2. Misterios de la sanación: el individuo y sus creencias 35
3. En busca de las causas del cáncer 59
4. El punto de unión entre el estrés y la enfermedad 75
5. Personalidad, estrés y cáncer 89
6. Expectativas sobre el cáncer y sus efectos en la
recuperación 119
7. Modelo integral de recuperación del cáncer 133
SEGUNDA PARTE - CAMINOS A LA SALUD 143
8. El programa: modo de funcionamiento 145
9. Participar en la salud 159
10. «Beneficios» de la enfermedad 175
11. Aprender a relajarse y a visualizar la recuperación 187
12. Valor de las imágenes mentales positivas 205
13. Superar el resentimiento 233
14. Crear el futuro: establecimiento de metas 245
15. Encontrar al Guía Interno para la salud 261
16. Controlar el dolor 277
17. Ejercicio 289
18. Enfrentarse a los miedos a la recaída y la muerte 299
19. Familia contra enfermedad 315
Bibliografía 341