Los siete pilares anticáncer
Referencia: 9788408149521
Claves, recomendaciones y hábitos fundamentales para reducir el riesgo de padecer cáncer en tu familia
"Este no es un libro sobre el cáncer, sino contra él. Su intención es que tú y tu familia reduzcáis significativamente la posibilidad de padecer esta enfermedad."
Los siete pilares anticáncer. Por José Ramón Germà Lluch. ISBN: 9788408149521
Claves, recomendaciones y hábitos fundamentales para reducir el riesgo de padecer cáncer en tu familia
Sinopsis de Los siete pilares anticáncer:
Esquivar el cáncer es posible en un gran número de casos. La prevención es fundamental para alejar el riesgo de contraer esta enfermedad y, para demostrarlo, los principales agentes causantes del cáncer, y sus consecuencias, son descritos de manera clara a través de una serie de relatos basados en hechos reales. Unas sencillas recomendaciones, destinadas principalmente a conseguir un estilo de vida saludable para ti y los tuyos, ayudan a reducir en gran medida la incidencia del cáncer, una de las principales causas de muerte en el mundo.
| 224 páginas | Formato: 15 x 23 cm. | Presentación: Rústica con solapas |
José Ramón Germà Lluch, médico oncólogo desde 1976, ha sido artífice y testigo de los enormes avances que se han producido en la investigación, el diagnóstico y el tratamiento de los pacientes con cáncer durante los treinta y cinco años que lleva ejerciendo su profesión. Durante su especialización en Londres vivió el impacto curativo del cisplatino en la población juvenil afectade tumores germinales de testículo y ovario. Al volver a España montó una unidad especializada en el tratamiento de estos pacientes y consiguió que las tasas de curaciones globales pasaran de un 30 a un 94 por ciento. Durante su trayectoria profesional ha sido presidentede la Sociedad Española de Oncología Médica y representante español en laSociedad Europea de Oncología Médica. Actualmente es director de Gestión del Conocimiento y jefe del Servicio de Oncología Médica en el Instituto Catalán de Oncología, dirige el Departamento de Oncología del Hospital General de Cataluña y es profesor titular de Oncología Médica de la Universidad de Barcelona. Pertenece a diferentes sociedades científicas internacionales, ha sido editor de una decena de libros de oncología y ha publicado más de ciento cincuenta artículos científicos en revistas especializadas.
Prólogo del autor
Este no es un libro sobre el cáncer, sino contra él. Su intención es que tú y tu familia reduzcáis significativamente la posibilidad de padecer esta enfermedad.
Aunque los seres humanos hemos sido capaces de controlar las enfermedades infecciosas y reducir la mortalidad inducida por los procesos cardiovasculares, en esta etapa de nuestra historia se constata que el cáncer es un protagonista importante en la vida de uno de cada dos hombres y una de cada tres mujeres de nuestro entorno.
A pesar del enorme esfuerzo realizado por sanitarios e investigadores, el envejecimiento progresivo de la población dentro de un medio ambiente poco sano conlleva índices de mortalidad por cáncer cercanos al cincuenta por ciento. Por este motivo la prevención, el arma que te entrega este libro que ahora tienes en las manos, cobra una importancia capital para ti y los tuyos.
A través de historias reales y del enorme cúmulo de conocimiento adquirido en estas últimas décadas, en estas pá-
ginas expongo con claridad qué acciones deben marcar tu estilo de vida para alejar de nuestro entorno más querido la sombra de contraer la enfermedad. En ellas encontrarás recomendaciones claras y bien razonadas, que podrás poner fácilmente en práctica con las herramientas de motivación que las acompañan. De este modo, te resultará muy sencillo adoptar estas pautas e integrarlas tanto en tu estilo de vida como en el de tu familia.
No pretendo detallar un sinfin de prohibiciones que conduzcan a estados de ánimo llenos de culpabilidades. Nada más lejos de mi voluntad. Quiero ofrecer una ayuda, una herramienta que aporta consejos racionales y factibles para la vida cotidiana.
Disfrutar de la maravilla que representa una existencia plena con un estado físico y mental sano es el objetivo de cualquier ser humano. Este libro quiere ser el empujón a la aventura apasionante de conseguirlo.
Introducción
El cáncer y yo
Don Cáncer y yo somos enemigos acérrimos desde que acabé la carrera de Medicina, hace ya nada menos que cuarenta y dos años. Durante todo este tiempo, nuestra relación ha sufridos muchas variaciones y el respeto que hoy nos guardamos no tiene nada que ver con el de hace más de cuatro décadas.
A principios de la década de 1970, cuando yo disfrutaba de una plena rabiosa juventud, el cáncer se encontraba agazapado tras el silencio del estigma de padecerlo. Los contados centros internacionales, y los todavía más escasos nacionales, eran incapaces de frenar lo que se adivinaba como la enfermedad letal por excelencia del futuro inmediato. Dos o tres centenares de procesos, englobados en una única palabra impronunciable, «cáncer», campaban por sus anchas en cuanto su presencia era detectada más allá de la posibilidad de su erradicación quirúrgica. En los centros sanitarios, los servicios de oncología eran pequeños islotes de luchadores y su principal tarea era aliviar el sufrimiento de los pacientes
avanzados, sin visos de una mejora significativa en los años venideros. Yo vivía entonces en un servicio con más de cien camas y, un día sí y otro también, era derribado por don Cáncer un incontable número de ocasiones. Cada certificado de defunción que firmaba hacía que me levantara de nuevo desde la lona dispuesto a seguir luchando..., para recibir un nuevo correctivo más duro el día siguiente. «Cuidar cuando no puedes curar» era el lema que me mantenía una y otra vez en pie tras el castigo. Mi relación con don Cáncer en aquellos años era la de un pelele que se resistía a verse vencido.
En los umbrales de los años ochenta, dos sucesos inesperados cambiaron significativamente nuestra obligada cohabitación con la enfermedad. En primer lugar, varios científicos, entre ellos el español Mariano Barbacid, hallaron la piedra de Rosetta que iniciaría el largo periplo dirigido a conocer los mecanismos íntimos responsables de los enormes poderes de don Cáncer. El descubrimiento de que las células normales poseían en su interior los posibles gérmenes de su propia destrucción maravilló al mundo científico. Las alteraciones de diversos genes normales, producidas generalmente por agentes externos, eran las principales causantes de la plaga. El segundo suceso me tocó mucho más de cerca. El redescubrimiento casual de un producto metálico sintetizado a finales del siglo XIX, y la posibilidad de su empleo en seres humanos gracias a la administración de una importante cantidad de líquidos, llevó por primera vez en la historia de los tumores sólidos avanzados a unas tasas de curación superiores al cincuenta por ciento. En esta ocasión, fui yo quien le infligió un duro castigo a don Cáncer. El «cisplatino», así se llama ese fármaco milagroso, fue empleado en mis pacientes con tumores de testículo avanzados y alcanzó pronto unas cifras de curación portento-
sas y totalmente inesperadas. Nueve de cada diez jóvenes tratados en mi hospital escapaban de un destino ominoso y recuperaban una vida prácticamente normal. Desde entonces, mi relación con don Cáncer ha sido de respeto mutuo.
A lo largo de la década de 1990, ambos contrincantes ganamos diferentes asaltos. Los míos provenían de los pacientes que padecían tumores sólidos como el cáncer de mama, ovario o colon, pues el número de curaciones se multiplicó gracias a la administración de diversos tratamientos quimioterápicos en fechas próximas a su extirpación quirúrgica. Los suyos, los de don Cáncer, se sucedían inexorablemente al mostrar mi debilidad frente a tumores tan importantes como los de pulmón o los situados en el complejo biliopancreático. Pero, entonces, cambié de tatami y de estrategia. En mi nueva ubicación comprendí que la lucha solitaria era, con demasiada frecuencia, ineficaz y costosa para mis fibras miocárdicas, e hice buena la frase: «Si quieres llegar pronto, viaja solo; si quieres llegar lejos, viaja acompañado». He dedicado mis esfuerzos desde ese momento a crear todo tipo de alianzas: unidades donde todos los expertos en un tumor trabajan codo con codo para su mejor diagnóstico y tratamiento, redes de hospitales terciarios y comarcales con protocolos y circuitos de actuación comunes, acuerdos con otros centros nacionales e internacionales para compartir la investigación de nuevos procedimientos y fármacos... Se trataba, en resumen, de enfrentar los centenares de cabezas de don Cáncer a un ejército lleno de motivación, talento y profesionalidad, y potenciado por una coordinación de sus fuerzas cada día más eficaz.
El tercer milenio llegó y nos encontró en plena lucha, aún demasiado desigual a pesar de todos nuestros esfuerzos. Don
Cáncer echaba mano de sus mejores argucias para contrarrestar un sinfín de nuevas sustancias terapéuticas que, por primera vez, estaban dirigidas directamente a las entrañas del monstruo. La mayoría de los fármacos enfocados contra los mecanismos propios del tumor ejercen su efecto durante un tiempo pasajero, condicionado por la capacidad de los tumores para utilizar vías alternativas de supervivencia. En plena era de la denominada «terapéutica personalizada o de precisión», ganamos terreno, centímetro a centímetro, a algunos tipos de cáncer poco frecuentes como, entre otros, la leucemia mieloide crónica, algunos tumores de mama y pulmón o ciertos grupos de pacientes con melanoma maligno. Sin embargo, todavía cerca de un setenta por ciento de las neoplasias avanzadas —los tumores formados por la multiplicación o el crecimiento anormal de células en un tejido del organismo— siguen sin un tratamiento antidiana específico.
Para ser sincero, desconozco cómo definir mi relación de respeto con don Cáncer hoy en día, ahora que empleamos múltiples medios quirúrgicos, radioterápicos y farmacológicos para batirlo en franca retirada. Confieso que han sido cuarenta y dos años intensos, apasionantes y, en cierta forma, agotadores, en los cuales demasiadas horas de mi existencia han sido robadas de la dedicación a mi familia y amigos.
Ante tan fenomenal contrincante, cualquier estrategia resulta bienvenida si ayuda a debilitar sus fuerzas y a producir un mayor número de probabilidades de salir airosos de nuestro enfrentamiento cotidiano. Centenares de laboratorios dedican miles de horas a descifrar los complejos mecanismos causantes no solo de la sabiduría de don Cáncer, sino también su capacidad camaleónica de mostrarse en las más diversas formas. Los investigadores moleculares están haciendo
constantes contribuciones esenciales para que comprendamos la complejidad del ser al que nos enfrentamos. En pocos años hemos averiguado que llamamos «cáncer de mama» probablemente a cinco entidades diferentes y que existen otras tantas de «cáncer de pulmón». De modo que, actualmente, el número de procesos etiquetados como «cáncer» se acercan más a las quinientas o seiscientas variedades que a las cerca de doscientas clasificadas pocos años atrás.
Sé a ciencia cierta que el reto de erradicar a don Cáncer es una tarea de titanes. En muchas ocasiones, esta lucha remeda la que Heracles, una figura de la mitología griega, mantuvo con la Hidra de Lerna, una serpiente monstruosa con numerosas cabezas, de las que nacían dos por cada una que cercenaba el héroe. La extraordinaria capacidad de don Cáncer para crear resistencias a la mayoría de los tratamientos farmacológicos que empleamos contra él es el escollo más importante para conseguir su erradicación. Frente a tan fenomenal enemigo parece que ha llegado la hora de reconsiderar otros caminos de lucha, muy obvios, aunque quizá no sean los más utilizados o protegidos por nuestras estructuras sanitarias. Soy consciente ahora, cuando el pelo se me vuelve níveo y debería ser algo más sabio, que la PREVENCIÓN es la respuesta a una gran parte del cincuenta por ciento de fracasos ya mencionado. Por este motivo, tras tantos años de acoso y derribo, debemos explotar al máximo una de las debilidades inherentes a don Cáncer: su nacimiento se vería abortado a la mitad si utilizáramos todos los conocimientos de que disponemos para prevenirlo.
Con este convencimiento, y buscando la complicidad del lector, escribo este libro.
Los siete pilares anticáncer
Claves, recomendaciones y hábitos fundamentales para prevenir el cáncer en tu familia
Índice
Prólogo del autor 11
Introducción. El cáncer y yo 13
PRIMERA PARTE
LOS SIETE PILARES ANTICÁNCER
Primer pilar. Un paseo por el Mediterráneo:
comer bien, beber mejor 21
Segundo pilar. Detectar al enemigo 38
Tercer pilar. Vacúnalos frente a la sutil venganza
de los microorganismos 52
Cuarto pilar. Fumar o no fumar, es cuestión
de información 70
Quinto pilar. La Þgura deseada en el espejo 91
Sexto pilar. La cara oscura del sol 108
Séptimo pilar. La herencia dolorosa 126
SEGUNDA PARTE
CÓMO RECONSTRUIR LOS PILARES
1. La magniÞcente célula tumoral 147
2. El tratamiento moderno de los principales
tumores sólidos 154
3. El tratamiento moderno de los tumores
hematológicos 175
4. Desmantelar el disfraz antiinmunitario
de la célula tumoral 184
5. El inmediato futuro de la investigación
oncológica 194
Epílogo. La base de todos los pilares:
vivir en equilibrio 201
Corolario 213
Agradecimientos 215
Índice temático 217