La Experiencia Akasica
Referencia: 9788415968450
an> Con la colaboración de Stanislav Grof, Stanley Krippner, Larry Dossey, Eric Pearl y otros. Saber y sentir que estamos todos interconectados entre nosotros y con el cosmos por algo má
La ciencia y el campo de memoria cósmica
Con la colaboración de Stanislav Grof, Stanley Krippner, Larry Dossey, Eric Pearl y otros.
Saber y sentir que estamos todos interconectados entre nosotros y con el cosmos por algo más que la vista y el oído es una idea tan vieja como la humanidad. Sin embargo, el mundo moderno sigue desechando, e incluso negando, estos vínculos intangibles, tomando como real exclusivamente lo que es físicamente manifiesto o lo que ha sido demostrado «científicamente». En consecuencia, nuestra cultura se halla espiritualmente empobrecida, y el mundo en que vivimos se ha sumido en el desencanto.
En La experiencia akásica, Ervin Laszlo reúne a veinte autoridades de campos tales como la psiquiatría, la física, la filosofía, la antropología, la sanación natural, las experiencias cercanas a la muerte y la espiritualidad que ofrecen relatos de primera mano acerca de las interacciones con un campo de memoria cósmica que trasmite información a los seres humanos sin tener que recurrir a los sentidos tradicionales. Sus experiencias con el campo akásico han sido validadas y sustentadas por las evidencias de las ciencias de vanguardia, que demuestran que existe un campo de memoria cósmica en el que se aloja toda la información del pasado, el presente y el futuro. El incremento en frecuencia e intensidad de estas experiencias akásicas es parte integral de un resurgir espiritual a gran escala y de la evolución de la consciencia humana a la que asistimos en nuestros días.
ERVIN LASZLO, doctor en Filosofía de la Ciencia, con cuatro doctorados honoris causa, fue un niño prodigio, virtuoso del piano, que a los nueve años debutó con la Filarmónica de Budapest, su ciudad de nacimiento. Destacado teórico de sistemas, ha sido nominado en dos ocasiones al Premio Nobel de la Paz, es editor de la revista internacional World Futures: The Journal of General Evolution y rector de la recién creada Global Shift University (Universidad del Cambio Global). Es asimismo fundador y presidente del Club de Budapest y del General Evolution Research Group (Grupo de investigación sobre la evolución general), y autor de 83 libros, traducidos a 23 idiomas. Sus investigaciones le han llevado a defender la existencia de un campo cósmico de interconexiones que conserva y trasmite la información.
INTRODUCCIÓN
La experiencia akásica
QUÉ ES Y QUÉ SIGNIFICA
¿QUÉ ES UNA EXPERIENCIA AKÁSICA?
Este libro está dedicado a la exploración de un aspecto fundamental, aunque ampliamente relegado en el mundo moderno, de la vida y la consciencia: la «experiencia akásica». En él se ofrecen veinte informes de primera mano sobre esta experiencia escritos por personas serias, bien conocidas y, ciertamente, dignas de crédito. Estos relatos constituyen una fascinante lectura, si bien es posible que, antes de sumergirnos en ellos, el lector o la lectora se pregunte qué es una experiencia akásica. La pregunta es pertinente y merece una puntual respuesta.
A diferencia de lo que supondría dar una explicación científica, no es dificil dar una definición básica de la experiencia akásica. Una experiencia akásica es una experiencia real y vivida que trasmite un pensamiento, una imagen o una intuición que no ha sido —y muy probablemente no podría haber sido— trasmitida por los sentidos, ni en el momento en que ocurrió ni en ningún momento previo; al menos, no en nuestra actual vida. Desde una formulación popular, aunque demasiado manoseada y mal utilizada, la experiencia akásica es una experiencia vivida en modo extrasensorial o no-sensorial.
La experiencia akásica se ofrece en muchos tamaños, formas y sabores a todo tipo de personas, y en todas sus variedades trasmite información sobre el mundo real, el mundo que está más allá del cerebro
y del cuerpo. La experiencia puede ir desde visualizaciones artísticas e intuiciones creativas hasta sanaciones no-locales, experiencias cercanas a la muerte, comunicaciones post mortem y recuerdos personales de vidas pasadas. A pesar de la gran variedad de formas en que puede darse, la experiencia akásica tiene unos rasgos sorprendentemente uniformes. Sea cual sea su contenido, la experiencia akásica trasmite la sensación de que el sujeto que la experimenta no está separado de los objetos de su experiencia; la sensación de que «Yo, el sujeto que experimenta, estoy vinculado, de una forma sutil pero real, al resto de las personas y a la naturaleza». En las experiencias más profundas de este tipo se da la sensación de que «el cosmos y yo somos uno».
En sus muchas variaciones, las experiencias de las que se da cuenta en este libro parecen proceder de alguna parte más allá del cerebro y del cuerpo, y que la información en la que se basan se conserva en algún lugar más allá del cerebro y del cuerpo. La experiencia akásica ofrece un claro testimonio de que estamos conectados a un campo de información y memoria objetivamente presente en la naturaleza. En mi libro La ciencia y el campo akásico,* ofrecí una detallada fundamentación para denominar a esta asombrosa realidad, bien conocida en las culturas tradicionales, el campo akásico. Pero convendrá echar un vistazo preliminar aquí a la ciencia más vanguardista en lo relativo al redescubrimiento de este concepto de la antigua filosofía india, con el fin de explicar su nombre y la naturaleza de la experiencia a la cual hace referencia.
LA CIENCIA Y LA EXPERIENCIA AKÁSICA
La ciencia está pasando actualmente por un cambio de paradigma crucial. El paradigma dominante en nuestros tiempos, que ve el universo como un conjunto de cosas materiales conectadas mediante relaciones mecanicistas de causa y efecto, está viniéndose abajo; cada vez aparecen más elementos y más procesos a los que no puede dar explicación. La concepción del universo de la ciencia clásica tenía algunos errores importantes. El «material» principal del universo es la energía, y no la
materia; y el espacio ni está vacío ni es pasivo: está lleno de información y energías virtuales. El universo es un sistema integral en evolución, asombrosamente coherente e interconectado.
Los científicos más destacados están descubriendo una dimensión más profunda del universo, una dimensión a la que han dado en llamar espacio-tiempo Pico, hiperespacio, holocampo, orden implicado o nueter. Esta dimensión está relacionada con el misterioso mar de energía virtual mal llamado «vacío cuántico» (mal llamado porque esta dimensión profunda no forma parte del mundo cuántico, sino que lo sustenta; no es un vacío, sino un pleno: es espacio lleno, no vacío). El vacío unificado —en realidad, un pleno cósmico— sustenta el famoso campo punto cero (CPC), y la gran teoría unificada y la super-gran teoría unificada le atribuyen todos los campos y fuerzas de la naturaleza. Es el campo unificado que buscaba Einstein poco antes del final de su vida.
Tal como han comprendido los científicos actualmente, el vacío unificado —ahora ampliamente conocido como campo unificado— es el terreno original, así como el destino último, de todas las cosas que surgen y evolucionan en el espacio y el tiempo. En el ígneo nacimiento cósmico del Big Bang, pares de partículas y antipartículas surgieron del campo unificado, y siguen surgiendo en los aceleradores de partículas y en los procesos estelares, y cada vez que se producen energías de un nivel extremadamente alto. En el colapso final de los agujeros negros, los restos degenerados de las partículas supervivientes mueren y vuelven a este campo, quizás para reemerger de nuevo como pares de partículas y antipartículas en el nacimiento de un nuevo universo.
El campo unificado puede que tenga un papel aún más fundamental. Nuestro universo no es el único universo que existe; los cosmólogos hablan de múltiples universos que emergen en un meta-universo más vasto y posiblemente infinito, un metaverso. Podría suponerse que el campo unificado persiste mientras los universos emergen y mueren; vendría a ser como el «escenario» sobre el cual tiene lugar el periódico drama del nacimiento y el renacimiento cósmico. Es la cuna y la tumba de todos los universos, incluido el nuestro.
En lo referente a su papel cósmico y a su englobadora realidad, el campo unificado es el redescubrimiento del antiguo concepto de Akasha. En la antigua India, la palabra sánscrita Akasha significaba «cielo cósmico», algo parecido a nuestro concepto de espacio. Pero Akasha no se refería exclusivamente al espacio en el sentido moderno de la palabra, sino también y por encima de todo a las supremas esferas de la vida y la existencia. Los videntes hindúes creían que todas las cosas surgían de, y descendían posteriormente a, la fuente cósmica que ellos denominaban Akasha. Akasha se tenía por el primero y más fundamental de los cinco elementos, siendo los otros cuatro vata (aire), agni (fuego), ap (agua) y prithivi (tierra). Se decía que Akasha abarcaba las propiedades de los cinco elementos en su totalidad, y se creía que conservaba los vestigios de todo cuanto había sucedido en el espacio y el tiempo. Akasha es la perdurable memoria del cosmos, los conocidos «Registros Akásicos».
En su clásico Raja Yoga, Swami Vivekananda describía el antiguo concepto de Akasha del siguiente modo:
Todo el universo está compuesto de dos materiales, uno de los cuales llaman Akasha [el otro es Prana, una fuerza energética]. Akasha es la existencia omnipresente que todo lo impregna. Todo lo que tiene forma, todo lo que es resultado de una combinación, se desarrolla a partir de este Akasha. Es el Akasha el que se convierte en aire, el que se convierte en líquidos, el que se convierte en sólidos; es el Akasha el que se convierte en el sol, la tierra, la luna, las estrellas, los cometas; es el Akasha el que se convierte en el cuerpo humano, el cuerpo de los animales, las plantas, cada forma que vemos, todo lo que se puede sentir, todo cuanto existe...
Al principio de la creación sólo existe este Akasha. Al final del ciclo, lo sólido, los líquidos y los gases se funden en el Akasha de nuevo, y la siguiente creación surge igualmente de este Akasha.
Vivekananda explica que el Akasha es en sí tan sutil que se encuentra más allá de la percepción ordinaria. Pero, cuando ha tomado forma, podemos percibirlo. Es el mundo «real» que nos rodea.
Hace alrededor de cien años, el genio inconformista Nikola Tesla recuperó esta idea. Él hablaba de un «medio original» que llena el espacio y lo comparó con el Akasha, el éter portador de luz. En un artículo no publicado de 1907, «Man´s greatest achievement» («El mayor logro del hombre»), Tesla escribió que este medio original, esta especie de campo de fuerza, se convierte en materia cuando el Prana, o energía cósmica, actúa sobre él; y cuando la acción cesa, la materia se desvanece y regresa al Akasha. Y dado que este medio llena todo el espacio, todo cuanto ocurre en el espacio puede atribuírsele a él.
Esta idea no fue aceptada por la comunidad científica de la época en que fue articulada. En la primera década del siglo XX, los físicos adoptaron la teoría de la relatividad de Einstein, una teoría elaborada matemáticamente, en la cual un espacio-tiempo de cuatro dimensiones se constituía en el fundamento de la realidad; los físicos se negaron a aceptar la idea de un «éter» que llenara el espacio (la búsqueda de un campo unificado que, supuestamente, sustenta el espacio-tiempo vino después). En ausencia de materia, se consideraba que el espacio era un vacío. Las ideas de Tesla cayeron en el olvido, pero cien años después han sido redescubiertas.
En la actualidad, se acepta en términos generales el concepto de un sustrato o dimensión fundamental subyacente en el universo, y el materialismo estrecho de miras que reinó durante más de un siglo se va abandonando progresivamente. Se ha descubierto que la «materia» es una rareza en el cosmos: las partículas que reflejan la luz y que ejercen una fuerza gravitatoria son sólo el 4 por 100 de las sustancias que componen este universo. El resto es materia oscura y energía oscura. El espacio es un mar superdenso de energías fluctuantes; y no sólo de energías, sino también de información. Como remarcó el físico John Wheeler, el rasgo más fundamental del universo es la información; el resto de cantidades físicas son más bien un añadido. La información está presente en la totalidad del espacio y el tiempo, y está presente al mismo tiempo en todas partes.
El campo unificado es un medio que llena el espacio y que subyace a las cosas y a los procesos manifestados del universo. Es un medio complejo y fundamental. Porta en sí los campos fundamentales: el campo electromagnético, el gravitatorio y los campos nucleares fuertes y débiles. Porta el CPC, el campo de energías punto cero. Y es también el elemento del cosmos que registra, conserva y trasmite información. Bajo este último aspecto hablamos del campo akásico, el antiguo concepto del Akasha redescubierto. La conexión viva con este campo es el sello distintivo de la experiencia akásica.
La experiencia humana es mucho más rica de lo que podríamos imaginar. El empirismo clásico, la filosofía del mundo anglosajón que lo domina todo desde hace tanto tiempo, proclamaba que no podía existir nada en la mente que no hubiera estado primero en el ojo. Pero el empirismo clásico estaba equivocado. Nuestra percepción no se limita sólo a propagaciones de ondas en el campo electromagnético y en el aire, ni a nuestras sensaciones corporales. Estamos conectados con un mundo de formas mucho más profundas y de mucho mayor alcance de lo que nuestros ojos y oídos pueden atestiguar. El reconocimiento de este hecho es importante, pues cambia todo cuanto sabemos acerca del mundo y de nosotros mismos. Nos proporciona una Weltanschauung* completamente nueva.
Saber, o quizás simplemente sentir e intuir, que estamos interconectados entre nosotros y con el mundo de otras maneras aparte de los sentidos no es, ciertamente, algo nuevo: es tan antiguo como la cultura y la consciencia humana. Los pueblos tradicionales —algunos los llaman primitivos— sabían que estaban conectados entre sí y con el cosmos; vivían sus conexiones y hacían un uso activo de ellas. Los y las chamanes, los curanderos sintonizaban espontáneamente con una realidad más profunda a través de una iniciación y un entrenamiento rigurosos, y obtenían sus visiones de estas experiencias no sensoriales. Los fundadores de las grandes religiones del mundo obtenían sus vislumbres proféticas a partir de su conexión con una realidad más amplia; aunque, con el trascurso de los siglos, sus seguidores se aferraran a la letra de las intuiciones de sus fundadores y se olvidaran de su sustancia.
Los estados alterados de consciencia en los cuales estas conexiones se nos hacen trasparentes han sido conocidos y apreciados por la inmensa mayoría de las culturas de nuestro planeta. Se los conocía como samadhi en las disciplinas del yoga, como moksha en el hinduismo, satori en el zen, fana en el sufismo y ruach hakodesh en la cábala. Su homólogo en el misticismo cristiano fue la unio mystica, la unión mística de la persona con el universo.
Pero, hoy, el mundo occidental sólo toma como real aquello que tiene a la mano, aquello que es «manifiesto». La gente desecha las ideas de una esfera de realidad más amplia y considera las experiencias de esta esfera como mera fantasía. Y dado que lo que la gente actual ve queda limitado a lo que creen que pueden ver, todo lo que no se le trasmita a la mente a través de los ojos y los oídos desaparece de la visión moderna del mundo. Las experiencias de una esfera de realidad más profunda o más elevada se confinan a las regiones subconscientes de la mente y se reconocen sólo en la exaltación estética, mística o religiosa, en el amor y en la unión sexual. En el contexto cotidiano, las intuiciones que trasmiten estas experiencias se atribuyen a la insondable intuición de artistas, poetas, profetas y guilles.
Sin embargo, las experiencias rechazadas y reprimidas de un dominio de la realidad más profundo o más elevado están volviendo a la superficie en nuestros días. Las culturas emergentes de la paz, la solidaridad y el respeto por la naturaleza ya no creen que todo cuanto podemos experimentar mutuamente y del cosmos llega a nosotros exclusivamente a través de «las cinco saeteras de la torre»; saben que podemos abrir el techo al cielo. Son conscientes de que la existencia humana no se ciñe exclusivamente a nuestro ego y a nuestra piel, que podemos establecer contacto y comunicarnos más allá del alcance de nuestros ojos y nuestros oídos. Cada vez más personas están teniendo experiencias akásicas.
El campo akásico —los componentes de información y memoria del campo unificado— no es una mera teoría: forma parte del mundo real. Y, como atestiguan los informes de este libro, es una parte experimentable del mundo real. El acceso al campo akásico —la experiencia akásica— es un elemento genuino y ciertamente fundamental de la experiencia humana: como Edgar Mitchell sugiere en este libro, no deberíamos verlo como un sexto sentido, sino como el primer sentido, pues en realidad es nuestro sentido más básico.
EL SIGNIFICADO DE LA EXPERIENCIA AKÁSICA EN NUESTRA VIDA
El reconocimiento de que la experiencia akásica es una parte real y fundamental de la experiencia humana tiene una importancia sin precedentes en nuestro tiempo. A medida que más y más gente asuma el hecho de que podemos tener, y de que quizás tengamos ya, experiencias akásicas, irán abriendo su mente a ellas y las experiencias tendrán lugar cada vez con mayor frecuencia, viviéndolas cada vez más y más personas. Una consciencia más evolucionada se difundirá por el mundo. La gente pasará de la consciencia de la era moderna, centrada en el ego y constreñida a la piel, a la consciencia traspersonal interconectada que anticiparon pensadores como Sri Aurobindo, Jean Gebser, Richard Bucke, Rudolf Steiner, Stanislav Grof, Don Beck, Ken Wilber y Eckhart Tolle, entre otros muchos.
La experiencia akásica atestigua que estamos conectados unos a otros, que estamos conectados con la naturaleza y con el cosmos de una manera sutil, aunque sumamente efectiva. Esta experiencia inspira solidaridad, amor, empatía y un sentido de responsabilidad por los demás y por el medio ambiente. Se trata de elementos ineludibles de esa mentalidad que tenemos que alcanzar a partir de la crisis global que amenaza a nuestro mundo, para crear paz y sostenibilidad en este maltrecho planeta.
UNA BREVE GUÍA A LOS CONTENIDOS DE ESTE LIBRO
La primera parte de este volumen ofrece informes de primera mano en los que se relata la experiencia akásica vivida por sus autores. Estos informes atestiguan que, con independencia de la forma que asuma, la experiencia akásica trasforma la mente y la vida de la persona. Algunas veces comienza a una temprana edad, desencadenada por un trauma o por un grave problema de salud. En otros casos aparece más tarde en la vida, marcando una nueva fase en el desarrollo de la persona. En esta parte del libro, el acento no se pone en la explicación teórica de la experiencia; los informes sirven, en primer lugar, para documentar que la experiencia ocurre y que trasforma el pensamiento, e incluso la vida, de aquellos y aquellas que la viven.
La segunda parte es más práctica: esboza cómo podemos dar un uso productivo a la experiencia akásica en la vida cotidiana, así como en la educación, los negocios, la sanación y el arte. Los informes nos dicen que esta experiencia es capaz de abrir nuevos horizontes en la
educación, y puede proporcionar valiosas directrices en los negocios. Ofrece enfoques efectivos para la salud y la sanación, y se constituye en una fuente de inspiración para pintores, compositores y demás creadores.
En la tercera parte, en tanto los informes siguen describiendo las experiencias vividas o presenciadas por sus autores, éstas se someten a un escrutinio sistemático; es decir, se convierten en objeto de investigación científica. Las distintas variantes de la experiencia akásica que estos autores han estudiado engloban muchas modalidades de «psi» (fenómenos parapsicológicos), así como experiencias cercanas a la muerte, vivencias extracorporales, comunicaciones post mortem y experiencias de vidas pasadas. Entre las herramientas utilizadas para investigar estas experiencias se incluyen algunos métodos innovadores de la psicoterapia y de la parapsicología experimental, así como la observación clínica y el análisis estadístico. Estos esfuerzos abren nuevos horizontes porque, en su mayor parte, la experiencia akásica no se puede explicar según los conceptos y los métodos de la ciencia convencional, dado que no encaja en su paradigma materialista y reduccionista.
En la cuarta parte se lleva a cabo una revisión y una evaluación general del fenómeno akásico. Los autores de esta sección, que han tenido de por sí alguna experiencia akásica, saben que es una experiencia real con notables capacidades de sanación y con efectos capaces de trasformar la propia existencia. Estas personas han dedicado su vida a preguntarse de qué modo podemos aprovechar esta experiencia para nuestro propio bien y por el bien de todos los seres humanos.
El sendero recorrido a lo largo de las cuatro partes de este libro lleva al lector, a la lectora, desde los relatos de primera mano de experiencias que trasformaron la mente y la vida de las personas que las experimentaron hasta la aplicación práctica de estas experiencias, para continuar después con el análisis de sus condiciones y sus efectos y, finalmente, con la valoración del significado y la importancia vital de las experiencias. Toda esta trayectoria lleva, como es lógico, a un resumen o recapitulación. Aquí, quien ahora escribe intenta ofrecer una auténtica explicación científica de la experiencia akásica, con el fin de disolver la ya larga escisión entre estos profundos dominios de la experiencia humana y los campos reconocidos de la investigación científica.
Indice
INTRODUCCIÓN. La experiencia akásica: qué es y qué significa 7
Primera parte
VIVIR LA EXPERIENCIA
1. Volver a casa: la experiencia akásica que trasformó
mi vida. C. J. Martes 19
2. Experiencias de la consciencia infinita. Swami Kriyananda
(J. Donald Walters) 31
3. Regreso a Amalfi y al hogar akásico. David Loye 47
4. Corriendo con Spotted Fawn en el campo akásico.
Stanley Krippner 67
5. Mis «ordinarias» experiencias akásicas. Jude Currivan 77
6. Los encuentros de un periodista con la experiencia akásica
Guido Ferrari 91
Segunda parte
EL TRABAJO CON LA EXPERIENCIA
7. El aula viva. Christopher Bache 99
8. Sanar más allá del espacio y el tiempo. Maria Sági 113
9. Los usos de la información akásica en los negocios.
William Gladstone 127
10. Una visita al centro del omniverso: una experiencia akásica trasformadora. Oliver Markley 133
11. Cantando con el campo: el corazón de la margarita de la consciencia en espiral. Raffi Cavoukian (Raffi) 14.
12. Conectando con la Mente Universal en el proceso creativo
Alex Grey 155
13. Reconectando con el campo. Eric Pearl 161
14. Dando forma a campos creativos: lo que he aprendido de mis experiencias akásicas. Masami Saionji 171
Tercera parte
INVESTIGANDO LA EXPERIENCIA
15. La exploración de la experiencia akásica: combinando formas subjetivas y objetivas de conocimiento.
Marilyn Mandala Schlitz 187
16. El acceso al campo: el caso de las experiencias cercanas a la muerte en supervivientes de paro cardíaco.
Pim van Lommel 203
17. Evidencias del campo akásico desde la moderna
investigación de la consciencia. Stanislav Grof 223
18. Diálogos con mi difunto hermano. Fr. Francois Brune 243
Cuarta parte
EL EXAMEN Y LA VALORACIÓN DE LA EXPERIENCIA
19. Epifanía en el espacio y en la Tierra: reflexiones sobre la experiencia akásica. Edgar Mitchell 255
20. La mente no local, la sanación y el fenómeno akásico. Larry Dossey 263
RESUMIENDO. La ciencia y la experiencia akásica 275
EPÍLOGO. Una nota sobre mis experiencias akásicas 293
NOTAS 299
INDICE ANALÍTICO 311