1001 Remedios De Medicina China

Referencia: 9788499172576
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Acné, manchas en la piel, ansiedad, estrés, dolor de espalda, cataratas, colesterol alto, hipertensión, cólicos, estreñimiento, alopecia, piel seca, impotencia, úlceras, herpes, incontinencia urinaria... ¿Sufre alguna dolencia crónica? ¿La medicina alopática no consigue frena...
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Acné, manchas en la piel, ansiedad, estrés, dolor de espalda, cataratas, colesterol alto, hipertensión, cólicos, estreñimiento, alopecia, piel seca, impotencia, úlceras, herpes, incontinencia urinaria... ¿Sufre alguna dolencia crónica? ¿La medicina alopática no consigue frenar su enfermedad?
Con un lenguaje ameno, la autora ofrece los remedios de la medicina tradicional china que son fruto de la experiencia y el conocimiento acumulado durante siglos:
* La alimentación más adecuada para combatir el acné, la bronquitis, la alopecia, la hipertensión, el colesterol alto, las úlceras, etc.
*    El ejercicio más saludable para combatir el estreñimiento, el dolor cervical, la ciática o la acidez.
*    Los remedios caseros para evitar resacas, manchas en la piel o durezas.
*    La doctora Wang identifica los síntomas de cada enfermedad.
*    La terapia nutricional y la fitoterapia más adecuadas para cada caso.
*    El masaje más apropiado para regular las funciones físicas, equilibrar las fuerzas del yin y el yang y mejorar la circulación del Chi por los meridianos.
El libro que puede ayudar a acabar de una vez por todas con cualquier dolencia crónica. Siguiendo estos sencillos consejos el lector puede al fin hallar la senda para una vida más saludable.

«Por fin un compendio exhaustivo que recoge lo mejor de la medicina tradicional china y lo muestra al lector de una manera amena e inteligible.»
USA Today

La medicina tradicional china cuenta con siglos de experiencia y la doctora Lihua Wang pone todo su saber y experiencia para que el lector encuentre en este libro un conjunto de remedios para vivir de forma más saludable. La autora identifica las afecciones más comunes, señala sus síntomas, cuándo se debe acudir al especia-lista, qué acciones se deben emprender en la vida diaria, cuáles son los alimentos más apropiados para cada enfermedad, los ejercicios y remedios más adecuados, así como lo que no se debe hacer. También cuenta con un amplio abanico de remedios populares, remedios fitoterapéuticos y la técnica de masaje más adecuada.
Lihua Wang, acupuntora y fitoterapeuta, enseña en este libro cuáles son los síntomas de las dolencias más comunes y los remedios que tradicionalmente aplica.
Así, por ejemplo, en casos de:
•    Bronquitis: beber mucha agua y consumir alimentos fáciles de digerir, tales como rábanos, espinacas, melón, peras, dátiles, etc.
•    Colesterol alto: tomar alimentos ricos en omega-3 y fibras solubles. Comer pescado, hongos, verduras y cereales.
•    Piel seca: llevar ropas de algodón. La lana o las telas sintéticas próximas a la piel pueden causar picor.
•    Ansiedad: ejercicios regulares tales como la práctica del Tai Chi.
•    Problemas de próstata: tomar alimentos ricos en zinc, como las semillas de sésamo, el melón, las semillas de calabaza, las ostras, el pescado, las manzanas y los albaricoques. Y tomar uno o dos tomates al día.
Siguiendo los consejos de este libro seguro que el lector mejorará su salud y calidad de vida. Las experiencias que aquí relata la autora como paciente y como terapeuta pueden ayudar e inspirar, de una manera natural, a todos aquellos que sufren distintas dolencias a vivir de manera saludable y a eludir de forma definitiva cualquier tipo de problema crónico.

«Un libro que ofrece lo mejor de la medicina tradicional china con algunos remedios populares. Toda la experiencia de la doctora Wang acumulada durante treinta años expuesta de manera clara y comprensible.»
Online News

«Un libro fascinante, ejemplarmente bien escrito. Hay mucho que aprender en él. Un placer para la lectura.»
Portland Report

Prefacio

Cuando era niña y crecía en Beijing, mi abuela vivía con nosotros. Ella tenía remedios sencillos y caseros para todas las dolencias que surgían en casa. A menudo me sorprendía al ver cuán efectivos eran todos aquellos remedios. La cocina era su farmacia. Ingredientes como la pimienta, el vinagre, el aceite de sésamo, el jengibre e incluso las peras eran sus medicamentos.
Todavía recuerdo cuando en mi adolescencia me horroricé al encontrarme con acné en las mejillas. Mi abuela me dijo que me pusiera saliva. La idea me parecía extraña, pero seguí su consejo. Para mi sorpresa, los granos desaparecieron. Le pregunté a mi abuela cómo funcionaba y ella me respondió: «No lo sé. Simplemente funciona». De hecho, no tenía ninguna explicación para la mayoría de sus remedios.
Al cabo de unos años fui al Instituto de Medicina Tradicional China y estudié tanto la medicina occidental como la china. Allí descubrí que algunos de los métodos de mi abuela podían tener una base científica.
Por ejemplo, la causa del acné es el aceite obstruido en los poros de la piel. Las glándulas salivales secretan una enzima llamada lipasa, la cual digiere las moléculas de aceite y la grasa. Así pues, la saliva digiere el acné. En aquel momento se me ocurrió que la levadura sería más potente debido a sus enzimas más digestivas y, siempre que tenía acné durante aquellos años de estrés, la utilizaba como tratamiento.
En su infancia, mi hermano tenía muchas hemorragias nasales. Cuando la hemorragia empezaba, mi abuela unía sus dos dedos corazón y, enganchándolos entre sí, tiraba de ellos hacia fuera (separándolos). La hemorragia paraba casi de forma inmediata. Más tarde pensé que el mecanismo de aquel trata-miento era la tensión del cuerpo causada por el estiramiento de los dedos, cuyos efectos podían modificar la dinámica de la sangre.
En mi tercer año de estudios, al darme cuenta de que aquellos remedios se-rían de beneficio en mi futura carrera médica, empecé a reunirlos todos.
En 1979 practicaba la medicina china y occidental en la Academia de Medicina Tradicional China de Beijing y fui enviada a una aldea remota, cerca del río Amarillo, para ejercer como médico rural. Esta área era y sigue siendo una de las más pobres de China. Sus tierras áridas ofrecen muy pocas cosechas. Los campesinos trabajaban duro pero aun así no conseguían reunir lo suficiente como para poner comida en la mesa y, por supuesto, no podían pagarse los cuidados médicos. Cuando tenían una enfermedad, dependían de los remedios populares y del chamán de la aldea.
Una vez vi a un aldeano que tenía en su antebrazo unos síntomas similares a los de un eccema. Su madre dijo que la causa era una toxina de humedad y que necesitaba un tratamiento con fuego. Cortó con sumo cuidado una tira de tela de algodón y, haciendo con ella una gasa diminuta y traslúcida, la puso sobre la zona afectada y la prendió con una cerilla. La capa de algodón ardió y se extinguió muy rápidamente. El hombre sólo sintió una pequeña punzada de calor. Al día siguiente el problema del eccema había desaparecido. Sin embargo, yo había desaconsejado la utilización de ese método como remedio casero, debido al peligro inherente del fuego.
Me percaté de que los aldeanos, generación tras generación, trataban sus enfermedades con los materiales que tenían a mano. Sus experiencias eran muy valiosas, pero me di cuenta de que no estaban escritas en ningún lugar. Mientras tanto, con unos recursos médicos limitados, hice lo que pude para curar a la gente y empecé a poner por escrito todos los remedios populares que encontraba Con una bolsa a la espalda, para recoger hierbas, viajé por las aldeas de las montañas parando en todas partes para hablar con los lugareños sobre sus remedios tradicionales.
Cuando regresé a mi hospital en Beijing, aplicaba aquellos remedios a mis pacientes siempre que podía.
En 1988 llegué a Estados Unidos para tratar a pacientes y enseñar en el Oregon College of Oriental Medicine. En 1992 empecé mi propia práctica priva-da. He utilizado estos remedios y todavía continúo refinándolos. He visto una amplia variedad de dolencias en mis pacientes. Algunos de ellos habían intentado e incluso acabado todos los tratamientos posibles. Con frecuencia, después de seguir mis consejos para vivir más saludablemente y de haber probado mis sencillos remedios caseros, los problemas crónicos que habían arrastrado durante años se resolvían.
La decisión de escribir este libro está íntimamente unida a mi propia experiencia.
El año pasado sufrí una herida leve en mi mano derecha. Al día siguiente me desperté con la mano amoratada y con los dedos hinchados como salchichas. Sentía un ardor y un dolor extremos. Me diagnosticaron el síndrome de
distrofia simpática refleja (síndrome de dolor regional complejo), una extraña enfermedad con pocos tratamientos disponibles. Los que la sufren normal-mente experimentan un terrible dolor a diario y algunos de ellos quedan inválidos de manera permanente. Investigué el problema y me vine abajo. Unos días después, mis huesos empezaron a alargarse. En ese momento pensé que mi vida, tal y como la conocía, se había acabado. Sin embargo, aunque tenía muchos pensamientos oscuros, empecé a tratarme a mi misma, combatiendo la enfermedad con todo el poder que, a lo largo de los años, había adquirido de los remedios caseros. Fueron los simples remedios populares los que demostraron su efectividad contra aquella devastadora enfermedad. Muy pronto, para gran sorpresa de todos, el dolor disminuyó y empecé a recobrar las funciones de la mano. Finalmente, me recuperé de la enfermedad sin haber tomado un solo analgésico ni haberme quedado inválida.
Aquella fue la primera vez, durante todos los años en que había practicado la medicina, que experimenté en carne propia como una enfermedad debilitan-te podía causar estragos en la vida familiar y personal del enfermo. Pensé que incontables personas, junto con sus familias, podían beneficiarse de mi cono-cimiento. Era mi deber, como ser humano, propagar mis conocimientos sobre los remedios caseros chinos, y este libro es el resultado de mis esfuerzos.
He escrito este libro con la esperanza de que mis experiencias, como paciente y como terapeuta, puedan ayudar e inspirar a los que sufren de diferentes enfermedades. Cuando encaramos una enfermedad, no sólo necesitamos coraje y fe, sino también creer en los milagros.

Introducción a la medicina
tradicional china

Los principios básicos

La medicina tradicional china (MTC) tiene sus raíces en la antigua filosofía del taoísmo. Los taoístas, cuya antigüedad data de unos tres mil años, creen que el universo es una red infinita de patrones existenciales complejos que cambian constantemente. Estos patrones se manifiestan por medio de la interacción de dos fuerzas primarias opuestas pero complementarias a la vez: el yin y el yang.
Los seres humanos percibimos estas dos fuerzas como una variedad de cualidades y condiciones contrarias: noche y día, frío y calor, exceso y deficiencia, exterior e interior, actividad y descanso, etc. La interacción entre estas cualidades opuestas teje los grandes modelos existenciales del universo. Todo en la naturaleza manifiesta combinaciones variadas entre el yin y el yang, no hay nada que sea únicamente un principio o el otro: el yin no tiene sentido sin el yang y viceversa. El cuerpo humano, al igual que la naturaleza, debe mantener un buen equilibrio entre ambos para gozar de una buena salud. Si el equilibrio se perturba, surgen las enfermedades o las disfunciones.
La visión de la medicina occidental enfatiza las estructuras físicas del cuerpo humano. La anatomía y la fisiología estudian estas estructuras desde los huesos más grandes hasta los músculos, la piel, las células e incluso las moléculas. Este mapa estructural forma las bases de la medicina moderna.
En contraposición, la visión de la medicina tradicional china enfatiza el proceso en lugar de la estructura. El cuerpo humano se ve como un sistema energético en el cual interactúan varias sustancias (como el qi, la sangre; el jing, los fluidos corporales; y el shen, mente-espíritu). Esta interacción crea la totalidad del organismo físico. Entre estas sustancias, el qi es la más importan-te. El qi es una esencia vital que es en parte materia y en parte energía. Fluye
dentro de un sistema cerrado de canales, también llamados meridianos, a través de todo el cuerpo. Esta red de meridianos permite que el qi llegue a todos los tejidos y los órganos y los provea de nutrientes, calor y energía. Si este fluido energético se debilita o se bloquea de alguna forma, habrá un desequilibrio que se manifestará como una enfermedad.
La medicina occidental confía en las tecnologías modernas —desde el estetoscopio a la resonancia magnética— para supervisar la condición física, química y patológica del paciente y poder hacer así un diagnóstico. Por supuesto, durante sus miles de años de desarrollo, la MTC aprendió a utilizar técnicas bastante diferentes. Éstas son la observación, la auscultación, la olfacción, la palpación y la interrogación. Mediante estas técnicas, el terapeuta analiza toda la información reunida y llega al diagnóstico. En lugar de poner un nombre a una enfermedad específica, tal como se hace en la medicina occidental, el terapeuta de MTC diagnostica qué tipo de desequilibrio sufre el paciente —puede ser una deficiencia de yin o un exceso de yang— y, a continuación, confecciona un plan de tratamiento personalizado con relación a los desequilibrios que ha encontrado.
Aunque los meridianos se encuentran a cierta profundidad en el interior del cuerpo, hay puntos en ellos que son accesibles desde la superficie de la piel. El terapeuta de MTC, a través de estos puntos accesibles, puede manipular el fluido del qi mediante la presión, el calor o las agujas. Estas manipulaciones pueden llevar esencia curadora a los órganos que la necesitan. En general, la meta de cualquier terapia de MTC es regular el qi y las otras sustancias para garantizar una fluidez óptima de todas ellas y mantener el equilibrio entre el yin y el yang en el cuerpo humano. La MTC trabaja de una forma totalmente distinta a la de la medicina occidental porque no trata la enfermedad directamente. Más bien, trata a la totalidad de la persona mediante una armonización interna de la misma.


Cómo utilizar la MTC para cuidar nuestra salud

Tanto la medicina tradicional china como la medicina occidental tienen ventajas y desventajas. A menudo se complementan y se alternan en sus papeles de liderazgo. Una es la medicina complementaria de la otra, dependiendo de la condición clínica del paciente. Por tanto, la integración de los dos sistemas médicos es la clave para nuestra salud.
Si tienes algunos síntomas que te preocupan, acude primero a tu médico. Dependiendo del diagnóstico, puedes escoger el tratamiento que más te interese. Puede ser sólo el acercamiento occidental, sólo el acercamiento de la MTC
o bien una combinación de ambos. Después de visitar a tu médico, sabrás si tú mismo puedes tratarte en casa.
Otro tipo de integración implica todos los aspectos de la MTC —las hierbas chinas, la acupuntura, la moxibustión, las raspaduras, los vasos al vacío, el masaje chino, la reflexología, el tai chi y el qi gong. Cada una de estas terapias tiene sus propias ventajas. Se complementan entre sí. Si combinas distintas terapias en tu vida diaria, a largo plazo obtendrás excelentes resultados para muchas enfermedades crónicas.
Finalmente, ten una mente abierta. Mantener una actitud positiva es esencial para obtener el máximo provecho de la medicina tradicional china. No trates de interpretar cada detalle de la MTC con el lenguaje que utiliza la medicina occidental. Son sistemas totalmente diferentes.

Indice

Prefacio     13

Introducción a la medicina tradicional china     17
Los principios básicos     17
Cómo utilizar la MTC para cuidar nuestra salud     18

Primera parte. Enfoques de autocuración en la medicina
tradicional china     21
Hierbas chinas     21
Masaje chino (tui na)     24
Qi gong (ejercicio mental)     27
Terapia de calor (moxibustión)     29
Remedios populares     30
Tai chi quan     30

Segunda parte. Autocuración con la medicina tradicional china.
Remedios caseros de la A a la Z     33
Abreviaciones de los meridianos en español     34
Acné     35
Adicción     39
Ansiedad     41
Ardor de estómago (crónico)     43
Artritis     46
Asma     50
Bronquitis     55
Cabeza (dolor crónico)     60
Callos y durezas     65
Cataratas     66
Cervicales (dolor crónico)    69
Ciática     73
Codo de tenista     77
Colesterol (alto)     80
Cólicos     82
Congelaciones     84
Control de peso     86
Depresión     89
Deseo sexual (disminuido)     93
Diabetes     95
Diarrea (crónica)     99
Dientes (dolor)     103
Distensión de la ingle     105
Eccema (dermatitis atópica)     108
Enfermedad de Ménière     111
Enfermedad del movimiento     114
Enuresis     116
Esguinces y torceduras     118
Espalda (dolor crónico)     121
Estreñimiento         126
Faringitis (dolor de garganta)     130
Fatiga     133
Fibromialgia     137
Gota     141
Hemorragia nasal     143
Hemorroides     145
Herpes zóster     148
Hipertensión (presión sanguínea alta)     151
Hipotensión (presión sanguínea baja)     157
Hombros (dolor crónico)     160
Impotencia     165
Incontinencia urinaria (enuresis)     169
Infecciones por hongos     172
Infertilidad femenina     173
Infertilidad masculina     176
Insomnio     179
Jet lag    183
Lactancia: problemas de falta de leche     185
Lactancia: problemas en la detención de la producción de leche     188
Laringitis     190
Llagas bucales     193
Manchas en la piel     195
Menopausia     197
Neuralgia del trigémino     201
Osteoporosis     205
Pérdida de cabello     209
Periostitis tibial     212
Picores (urticaria)     213
Problemas de próstata     216
Problemas menstruales: ausencia de menstruación (amenorrea)     220
Problemas menstruales: cólicos menstruales (dismenorrea)     224
Problemas menstruales: síndrome premenstrual     229
Problemas menstruales: hemorragia uterina (disfuncional)     232
Psoriasis    235
Resaca     239
Resfriado común y gripe     241
Rodilla (dolor crónico)     245
Sequedad de la piel con prurito     249
Síndrome de colon irritable     251
Síndrome del túnel carpiano     254
Sinusitis     256
Talón (dolor crónico)     260
Tinitus (acúfenos)     263
Tos     266
Tracto urinario (cálculos)     268
Tracto urinario (infección)     272
Trastorno temporomandibular     274
Ulcera péptica     277
Vista cansada     282

Apéndice     285

Robin Book
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