Manual Chino De Tai-chi
Referencia: 9788496079304
Prólogo de Ignacio Cáliz. El TAI CHI, es una secuencia de movimientos donde la mente, el cuerpo y el espíritu se unen en perfecta armonía.
Con él se pueden obtener enormes beneficios y ventajas ya que resulta eficaz como gimnasia suave, gracias a sus movimientos delicados y relajados y a su forma especial de ejecutarlos, beneficiando profundamente la salud y la calidad de nuestras vidas.
Su práctica fortalece los huesos, relaja los músculos, regula la respiración y ordena el sistema circulatorio y nervioso. Además sus movimientos suaves y armoniosos fortalecen de manera no agresiva el cuerpo resultando éste más joven y vital. Es apto para todas las edades y condiciones físicas y es recomendable especialmente para todas aquellas personas que quieran obtener equilibrio, concentración, fortaleza, flexibilidad, movilidad, coordinación y memoria. También es eficaz para todas aquellas personas que quieran liberarse de dolores crónicos, hipertensión, arteriosclerosis, trastornos respiratorios y digestivos, stress, neurastenias, trastornos sexuales y debilidad nerviosa.
Se dice que el que practique Tai Chi regularmente conseguirá la flexibilidad de un niño, la fuerza de un leñador y la tranquilidad mental de un sabio.PRÓLOGO
Me resulta enormemente grato ver aparecer este libro en España ya que, indudablemente, ayudará a extender el conocimiento práctico del Tai Chi. Me alegra también que China esté más cerca de Occidente a través de este arte suave y sencillo, enseñanza cultivada desde siglos atrás y que aún hoy conserva toda su vigencia entre la gran multitud de la población china. Este afán define de un modo excelente a un pueblo que tiene fama merecida de amar la filosofía y buscar la sabiduría muy pacientemente.
Prólogo de Ignacio Cáliz.
Siempre me han interesado las cosas del Espíritu, por eso a través de toda la gran variedad de movimientos que se realizan en las técnicas del Tai Chi, a través de la llamada «Danza del Vacío» o también «Danza del Espíritu» (a través del cuerpo) he podido sentir ese flujo de la existencia vital.
Hay muchas leyendas en torno a los orígenes del Tai Chi Chuan y de los muchos hombres que contribuyeron a su desarrollo y evolución. Esta sería la res-puesta al hecho de las tantas escuelas que hoy podemos encontrar por los diferentes territorios de la inmensa China. Pero de lo que estoy plenamente seguro es que su creador fue alguien muy sabio, que vivía sumergido en la naturaleza siguiendo el fluir del mundo natural, y que se hallaba totalmente armonizado con la filosofía Taoísta y el camino de los principios básicos del yin y el yang. Alguien que comprendió la magia del movimiento basándose en la observación de los animales: cómo utilizan, por ejemplo, la energía o su propio peso para saltar, o simple-mente como aflojan perfectamente sus músculos de un modo instintivo cuando desean relajarse. Junto a todas estas observaciones, comprendió que la respiración era también algo fundamental: había que coordinarla con los movimientos y seguirla suavemente..., porque la lentitud con la que se practican los ejercicios ayuda a ser conscientes de toda la acción y de todas las partes de nuestro cuerpo al tomar y soltar el aire.
No forzar, no alterar el fluir de la respiración al inspirar o al expirar, es la base para coordinar los movimientos y conseguir los admirables efectos que pro-duce el Tai Chi.
Poco a poco nos daremos cuenta que al realizar la tabla cambiamos continuamente todo el peso denuestro cuerpo, de una pierna a otra, recogiendo y soltando el aire, jugando con el yin y el yang en todo momento. También nos damos cuenta que debe existir una total relajación según nos trasladamos de una postura a otra.
Inconscientemente, a través del tiempo, llegaremos a respirar mejor y nos sentiremos mucho más saludables que antes. Todo esto lo saben muy bien los ancianos chinos que se ejercitan desde niños, o inclusive los que empezaron mucho después, ya que el Tai Chi es una práctica que no tiene edad para empezar a realizarlo, y que puede acompañarnos hasta el fin de nuestra vida pues con él no hay limitación temporal alguna.
Son muchas las razones por las que podríamos practicar Tai Chi, pero hay una causa común que define y representa a todos los practicantes de Tai Chi, y es su gran amor a la vida y un profundo res-peto a la naturaleza y a todos los que forman parte de ella.
Vivimos en una época en la que es muy difícil con-jugar la armonía de lo espiritual y lo material, pues no podemos nunca escapar de una cosa o de otra ya que las dos forman parte de nuestra naturaleza intrínseca. Por ello es importante encontrar el equilibrio justo entre ambas, y no me refiero a quedarse a medio camino, sino más bien a una comunión pro-
funda de las dos y aceptar su compañía de un modo natural. El espíritu y el cuerpo viajan juntos cuando sentimos los movimientos del Tai Chi; adivinamos algo más que lo que ven nuestros ojos o tocan nuestras manos, y no podríamos definirlo como una meditación o una gimnasia, o un arte marcial o una danza guerrera, sino como un camino hacia el equilibrio, un trabajo continuo con el «Fluido Primor-dial», es decir, con la «Esencia del Todo».
Conocer algo intelectualmente no significa conocerlo en la práctica; podemos estudiar bastante bien cual es el sabor de un alimento a través de nuestra mente, pero sólo conseguiremos imaginarlo..., a no ser, que realmente lo lleguemos a comer, es decir, poner en «práctica» ese conocimiento: es entonces cuando verdaderamente podemos afirmar que conocemos ese sabor. Lo hemos probado.
Para nosotros los occidentales es muy difícil en-tender algo que no sea transmitido de un modo intelectual; pero el Tai Chi es algo que debemos «hacer» si queremos llegar a saber de qué se trata exactamente.
Es algo tan afín a la esencia del ser humano que, casi sin darnos cuenta, se incorpora a nosotros de una manera natural y directa, a través de nuestro extraordinario universo corporal, que se balancea lentamente en el espacio.
El cuerpo humano además de estar formado por una variada y gran multitud de células visibles, también está compuesto por infinidad de meridianos que cruzan nuestro cuerpo, canalizando eso que algunos llaman «el soplo que infunde la vida», o también la «llama encendida»; pues bien, el Tai Chi trabaja di-rectamente conectado con esa energía vital capaz de darnos la vida. La fortalece y la ayuda a que se apague lo más tarde posible, a que su distribución por todo el cuerpo sea acertada, llevándola allí donde más se necesite. Hoy, en la actualidad, se ha demostrado científicamente el gran poder curativo del Tai Chi, siendo utilizado en distintas clases de enfermedades como terapia, y dando, además, muy buenos resultados. Es indudable que la medicina actual está vivamente interesada por este tipo de ejercicios y sus efectos regeneradores.
La proverbial sabiduría china queda manifiesta con estas enseñanzas, que nos ha otorgado para ayudar en lo posible a todos los hombres a conseguir una vida bienaventurada en el difícil «arte de vivir».
Cuando viajé a China, la luna de Agosto bañaba las apacibles noches de verano y, a esas horas, algunos chinos más bien ancianos se sientan a escuchar música en el parque; tuve una maravillosa sensación, que volvió a repetirse cuando en el mismo lugar, esta vez al amanecer, estaban allí, muchísimos más, ha-
ciendo Tai chi en silencio, acompañados con la música de los pájaros. Respiraban la hierba húmeda, los árboles y las flores, respiraban la naturaleza llena de vida, porque ellos también se sentían llenos de vida.
El Tai Chi transporta el arte al mundo del cuerpo, es un arte viviente. Podríamos imaginar un pincel como el Tai Chi y nosotros, la obra en la que trabajamos, intentando mejorarla día a día. El Tai Chi, al igual que el arte oriental, se interesa por las cosas del subconsciente y la esencia del universo; es un arte intuitivo que intenta descifrar los significados ocultos, para llegar indirectamente a conocimientos más profundos, sin utilizar el razonamiento, simplemente como he dicho anteriormente, trabajando día a día.
Con respecto a mis experiencias como profesor re-cuerdo que aquí, en España, el Tai Chi fue divulga-do muy lentamente en sus comienzos, y solamente había un sector muy reducido de personas que, gracias a sus viajes a Estados Unidos, habían tenido ocasión de verlo practicar en los parques a algún que otro grupo. Poco a poco, sobre todo en el mundo de los actores, empezó a conocerse, pues para ellos es de gran ayuda en cuanto a la creatividad psicofísica; y también entre los naturistas, gente que buscaba nuevos caminos para mejorar de un modo general. Se dieron cuenta que el Tai Chi era el «método» más completo que habían practicado hasta ahora pues,desde el punto de vista filosófico, su fuerte conexión con el Taoísmo leer a Lao Tsé y hacer Tai Chi- es algo que armoniza verdaderamente.
También recuerdo de aquellos comienzos que otro sector, mayoritariamente joven, relacionaban la pa-labra Tai Chi con algo así como Artes Marciales Se-cretas, cosa algo cierta, aunque habría que profundizar mucho sobre este punto y explicarlo bien. En fin, las primeras clases que yo recuerdo haber dado eran una mezcla de todos estos grupos, incluidos también los inevitables curiosos que buscan lo nuevo sólo porque es nuevo y cuando ya creen haberlo descubierto, buscan otra novedad más nueva aún.
Algunas agrupaciones de la tercera edad, también por aquella época, estaban interesadas en conseguir alguna información. Eran personas que presentían que sus enfermedades mejorarían de alguna manera. Inclusive iban a la embajada China para investigar mejor los posibles beneficios de ese misterio que era el Tai Chi. Realmente los más débiles, por ejemplo, las personas de la tercera edad, son los que más necesitan este ejercicio para su salud, y pienso que los medios de comunicación deberían ayudarnos más a extender, sobre todo entre ellos, este «sabio» conocimiento. A veces, entre los asistentes a mis conferencias, encuentro hombres o mujeres de cierta edad que se interesan por el Tai Chi, pero luego a la
hora de la práctica se sienten un poco marginados e inseguros, piensan que no es para ellos, cuando en realidad es decir todo lo contrario: en China los que más practican Tai Chi son los mayores; pero aquí, desgraciadamente, aún existe una gran falta de in-formación. Espero que el tiempo nos ayude a repararla.
Concluyendo esta introducción, ciertamente puedo decir que en este libro quedan muy bien explica-das las técnicas para realizar la tabla de Tai Chi fundamental, explicando de forma clara y precisa, las diversas posiciones y el conjunto de pasos que la conforman.
IGNACIO CÁLIZ Profesor de Tai-Chi
ÍNDICE
PRÓLOGO 11
DESARROLLO Y EVOLUCIÓN DEL TAI CHI CHUAN 19
EL TAI CHI CHUAN COMO TERAPIA 29
LECCIONES DE TAI CHI CHUAN SIMPLIFICADO
SERIE I
- POSTURA 1. Posición inicial 43
- POSTURA 2. Partiendo la crin del caballo salvaje a ambos lados 45
- POSTURA 3. La grulla blanca despliega sus alas 51
SERIE II
- POSTURA 4. Cepillar la rodilla y dar los pasos de manera serpenteante a ambos lados 55
- POSTURA 5. La mano rasguea el laúd 60
- POSTURA 6. Pasos hacia atrás y giros de los brazos a ambos lados 62
SERIE III
- POSTURA 7. Agarrar la cola del ave (lado izquierdo) 69
- POSTURA 8. Agarrar la cola del ave (lado derecho) 76
SERIE IV
- POSTURA 9. El látigo solo (I) 83
- POSTURA 10. Ondular las manos como las nubes (lado izquierdo) 86
- POSTURA 11. El látigo solo (2) 91
SERIE V
- POSTURA 12. Acariciando la cerviz del caballo 95
- POSTURA 13. Pateando con el talón derecho .. 97
- POSTURA 14. Golpeando las orejas del contrincante con ambos puños 100
- POSTURA 15. Girando el cuerpo y pateando con el talón izquierdo 102
SERIE VI
- POSTURA 16. Empujar hacia abajo y sostenerse en una pierna (estilo izquierdo) . 107
- POSTURA 17. Empujar hacia abajo y sostenerse en una pierna (estilo derecho) 111
SERIE VII
- POSTURA 18. Moverse acompasadamente con la lanzadera 117
- POSTURA 19. Clavar la aguja en el mar 121
- POSTURA 20. Relampagueando el brazo 123
SERIE VIII
- POSTURA 21. Girar, apartarse agachado, rechazar el ataque y dar un puñetazo 127
- POSTURA 22. Cierre completo aparente 131
- POSTURA 23. Cruce de manos 133
- POSTURA 24. Cierre 136
EPÍLOGO
Un barco a punto de hundirse continúa su rumbo, por Xue Wenyin 139
El Tai Chi Chuan me devolvió la salud, por Ma Yunzhen 143
La cuna del Tai Chi Chuan, por Bu Xierning 149