Descodificación biológica de los problemas neurológicos y endocrinos, por Christian Flèche ,. Ediciones ObeliscoSíntomas

Descodificación biológica de los problemas neurológicos y endocrinos

Referencia: 9788491112457
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por Christian Flèche

¡Descubre el significado oculto de tus problemas neurológicos y endocrinos y retoma el camino de la salud!

¿Y si la tortícolis, los tics, los problemas de tiroides, la esclerosis múltiple o incluso la enfermedad de Alzheimer revelaran conflictos emocionales soterrados?

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Christian Flèche nos ofrece una guía práctica de los problemas neurológicos y endocrinos analizados desde la perspectiva de la descodificación biológica. Según este enfoque de la salud, cada síntoma corresponde a un sentimiento, a una emoción bloqueada.

El autor describe muy detalladamente cada sistema antes de establecer un panorama exhaustivo de los problemas neurológicos y endocrinos, y de las relaciones entre emociones y síntomas. En esta obra encontrarás la descripción de las diferentes sensaciones biológicas, así como numerosos ejemplos y claves para resolver los conflictos emocionales a los que uno se enfrenta.

Christian Fleche

es psicobioterapeuta, profesional de PNL y uno de los más des­tacados especialistas en descodificación biológica, tanto en Francia, su país natal, como en el extranjero.
En el ejercicio de su profesión emplea también la hipnosis ericksoniana, los ciclos biológicos memorizados y la psicogenea­logía.
Pero, sobre todo, Flèche es un gran in­vestigador de los significados y caminos de la curación.
Director de la Escuela de Descodifica­ción Biológica de Aix-en-Provence, Fran­cia, ha escrito numerosas obras con gran éxito de ventas, la mayoría de ellas publi­cadas por Ediciones Obelisco.

ÍNDICE

Introducción       9

Presentación. Sistemas neurológico y endocrino:

diferencias y similitudes       25

Primera parte: Descodificación biológica de los problemas neurológicos       27

  • Anatomía – Fisiología       27
  • El cerebro       28
  • El sistema nervioso       31
  • La célula nerviosa o neurona       33
  • Las células gliales       35

El cerebro       43

  • Generalidades       43
  • ¿Cómo vivenciamos el «cerebro»?       43
  • Las fases de la enfermedad       48
  • Los tumores del cerebro       49
  • Los dolores de cabeza, las cefaleas y las migrañas       64
  • Acompañamiento terapéutico       76
  • La crisis épica       77
  • Generalidades       79
  • Epilepsia o gran mal       84
  • Pequeño mal, pseudoausencia       90
  • El síndrome de West       92
  • La enfermedad de Alzheimer       92
  • Las meninges       95
  • La enfermedad de Parkinson       101
  • Área de Broca       107
  • Diversos síntomas cerebrales       109
  • Hemiplejía       109
  • Hemorragia cerebral       110
  • Isquemia       111
  • Arteria cerebral       111
  • Enfermedad de Horton       111
  • Tálamo       111
  • Degeneración       112
  • Problemas de LCR (líquido cefalorraquídeo)       113
  • Agenesia de los cuerpos callosos       113
  • Los nervios       115
  • Generalidades       115
  • Las parálisis       121
  • La esclerosis múltiple – EM       132
  • La esclerosis lateral amiotrófica – ELA       144
  • Trigéminos       147
  • Neurinoma – Dolores       147

Músculos estriados       157

  • Los esfínteres       159
  • Miopatía       160
  • Espasmos       163
  • Tics       164
  • Tortícolis       165
  • Diversos       167
  • Tetania       167
  • Espasmofilia       168

Segunda Parte:Descodificación biológica de los problemas endocrinos       171

Generalidades       171

El hipotálamo       179

La hipófisis o glándula pituitaria       181

  • Hormona del crecimiento       182
  • Acromegalia       185
  • Enanismo, interrupción prematura
  • del crecimiento       186
  • La prolactina       186
  • La ACTH       188
  • Impotencia – Frigidez       189

La glándula tiroides       191

  • Generalidades       191
  • La tonalidad arcaica       194
  • Hipertiroidismo       194
  • Hipotiroidismo       196
  • La tonalidad social       203
  • Otras patologías de la tiroides       206
  • Nódulo eutiroideo o bocio eutiroideo       206

Las glándulas paratiroides       209

  • Hiperparatiroidismo       209
  • Hipoparatiroidismo       210

El páncreas       211

  • Hiperglucemia – Diabetes con pérdida de peso       212
  • Diabetes del tipo 2 o diabetes con aumento de peso 223
  • Hipoglucemia       224
  • Insulinoma       227

Las glándulas suprarrenales       229

  • Anatomía – Fisiología       229
  1. Las glándulas corticosuprarrenales       229
  2. Las glándulas medulosuprarrenales       231
  3. Los glucocorticoides       232
  4. El cortisol, la cortisona       235
  5. Mineralocorticoesteroides       241
  6. Gonadocorticoesteroides       243
  7. Medulosuprarrenal       244

La epífisis       247

Función hormonal de las gónadas: ovarios y testículos       249

Otros órganos productores de hormonas       253

  • El timo       253
  • Los epiteliomas del intestino, del duodeno, del píloro       253
  • Los riñones       253
  • Las células del músculo cardíaco       254
  • El hígado       254
  • Las células adiposas de la sangre       254
  • La placenta       254

Resumen       255

Conclusión       259

Puntos pedagógicos       267

Mis mayores agradecimientos       269

Índice analítico       271

INTRODUCCIÓN
Síntomas, el sentido y las vivencias

De siempre como de nunca...

Este libro, que tienes entre las manos, es a la vez antiguo y nuevo. ¡Igual que nuestro cuerpo! Resultante de miles de años de adaptación al medio am biente, el cuerpo es el testigo de nuestra supervivencia en condiciones de estrés extremada­mente variadas: frío, calor, guerra, hambruna, cambios de toda índole... Nuestra presencia viva es, hoy en día, el signo indiscuti ble del éxito de la última versión biológica, hasta la fecha, que es el cuer po, este cuerpo inseparable del espíritu. Aquí está el tema de esta serie de obras: «Descodificación biológica de las enfermedades y...» o «cuando la adaptación se traduce por un síntoma». Esta colección es, a la vez, una reedición de la estructura y del espíritu del libro precedente, editado en 2001, Descodificación biológica de las enfermedades – Manual práctico y una obra totalmente nueva porque todo, de arriba abajo, ha sido revisado y completado. Ante el éxito de esta obra, me ha parecido indispensable ofrecer un ma­nual más funcional, más completo, enriquecido con nuevos ejemplos y nuevas descodificaciones. Te aseguro que lo que se escribió sigue siendo válido, los ojos siempre sirven para ver; los pulmones para respirar, el eczema está todavía unido a un conflicto de separación. No obstante, después del año de su aparición, mis colegas y yo mismo hemos seguido ¡a la escucha biológica! Y a cosechar nuevos conocimientos de los vínculos enfermedad – vivencia biológica conflictiva, es decir, nuevas desco dificaciones biológicas de las enfermedades. To­das esas experiencias han constituido un florilegio, un ramo de flores y unas espigas cargadas de semillas. Las encontrarás en las páginas de esta colección. Una colección dividida por aparatos al igual que nuestro cuerpo, que es un ensamblaje de aparatos: los aparatos digestivo, respiratorio, renal, cardía­co... Todos estos aparatos son solidarios para mantenernos en vida y, con ese objetivo, garantizan una función especí­fica, única: digerir, respirar, eliminar... Así pues, cada obra presentará lo que fue un capítulo del libro precedente. Y la nueva edición del libro completo Descodificación biológica de las enfer medades – Manual práctico sigue existiendo.

Fuentes

En cuanto a las fuentes de estas descodificaciones biológicas de las en fermedades, encontrarás de vez en cuando en el tex­to, seguido de un enunciado del conflicto, el nombre de la persona a través de la cual me ha llegado esta descodificación. Por supuesto, esto no le pertenece de nin guna manera, no es el autor, sino el descubridor. Y, hecho curioso, pero no tan sorprendente como parece, a veces, la misma descodificación me ha llegado simultáneamente por dos personas que no se conocían pero que, sencillamente, tenían la misma escucha biológica. De esta forma, la descodificación de las meninges me ha parecido evidente escuchando a una paciente que tenía miedo por su cerebro y quería protegerlo (una de las funcio­nes de estas envolturas que son las meninges es la protección del cerebro). Sorpresa, cuando oí a un médico marsellés pro­poner la misma descodificación en una conferencia algunos días más tarde. Muy a menu do, observo esta sincronicidad de descodificación con un amigo, Salomon Sellam, cuando compartimos nuestros descubrimientos.
Por estas razones, he escogido no indicar el autor de ma­nera siste mática tras cada descodificación. Según mi punto de vista, el paciente, aquejado de parálisis, de asma o de he­morroides y el terapeuta, teniendo que descodificarlo, sólo tendrán que indicar que se trata del señor Tal o la señora Cual quien ha sido el primero en poner esto en palabras. Lo úni­co que importa es entender, conocerse, cambiar. Así, el texto no será recargado y los egos de los descubridores tampoco. Y a veces, de verdad, simple mente he olvidado cómo me ha llegado la información. ¿Fue durante la consulta, que me vi­no de repente una iluminación? ¿Fue la lectura de la obra de Robert Guinée? ¿De los seminarios ofrecidos por el doctor H. S. Marto, de una conversación con Jean-Jacques Lagardet, Philippe Lévy o Salomon Sellam?
Lo esencial, en el fondo, es que deseo compartir contigo todas nues tras experiencias; porque sé, por vuestros testimo­nios, el provecho que habéis sacado y el que podréis sacar.

Estas frases conflictivas serán las señales indicativas en tu camino. El objetivo de la búsqueda no es la señal, esta última indica una emoción, pero no solamente una. Por lo tanto, no te pares nunca en una señal, nun ca antes de haber revivido o hecho revivir esas emociones, esas vivencias a fondo, es decir, hasta sus transformaciones. Ve hasta el final del camino. Por eso, es preferible ser dos. «Una desgracia compartida es la mi­tad de la pena», dice un proverbio sueco. El shock es un drama vivido solo. La solu ción es volver a vivir ese drama, pero a dos. «Os presto mis orejas con el fin de que podáis oír mejor» como muy bien dijo y puso en práctica Françoise Dolto.

Especificidades de la bio-descodificación

Por otro lado, si bien otras obras, muy interesantes, proponen vínculos psicológicos con las enfermedades, insisto en repetir las especificidades de la bio-descodificación.
No se trata de conflictos psicológicos, sino de conflictos biológicos. ¿Pero qué es lo que realmente quiere decir esto? En efecto, muchos de los investigadores de hoy en día entienden que la enfermedad tiene un sen tido preciso: psicológico, sim­bólico, metafísico... Hipótesis siempre apa sionantes porque el enfermo se descubre a sí mismo. Hasta Hipócrates, él mis­mo, afirmaba: «El cuerpo crea una enfermedad para curarse». ¿Pero curarse de qué?
— ¡De algo, forzosamente, peor que la enfermedad! Si no, esto sería de una perversidad cruel, ilógica.
— ¡De algo de lo que aún no tenemos conciencia, por supuesto, si no, todo el mundo estaría de acuerdo sobre el origen de las enfer medades!
— De algo de lo que la enfermedad sería como la solu­ción, la salida de emergencia. Es esto mismo lo que propone la bio-descodificación: ¡la enfermedad es útil y, a veces, vital! Es lo que llamo «el sentido biológico» de las enfermedades. ¿De qué se trata?...

 

El sentido biológico
¿Tienes una conciencia clara de tu respiración? ¿Del volumen de aire que estás utilizando en este momento? ¿De la canti­dad que pides a los pul mones en cada respiración? ¿Sabes qué porcentaje de tu capacidad res piratoria utilizas la mayor parte del tiempo? - ¿80 por 100? - No. - ¿50 por 100? - Tampoco. Alrededor del 9 por 100 (1/2 litro de los 6 litros de capacidad pulmonar).
¿Y el porcentaje de tus capacidades musculares? ¿Utilizas a fondo, en cada momento, todos tus músculos? No, claro. ¿Y tu capacidad cardíaca, digestiva, intelectual? Un porcentaje pequeño. Siempre. ¿Qué decir de vuestros espermatozoides, señores, de vuestros óvulos, señoras? En una vi da, ¿cuántos han sido útiles? Contad vuestros hijos y tendréis la respuesta. Entonces, ¿por qué esta capacidad de más de los pulmones, ese añadido de músculos, ese derroche de espermatozoides, de estómago, de corazón? ¡Podrías vivir una vida normal con un solo riñón, un solo pulmón y el 60 por 100 de tus arterias coronarias tapadas! Sorprendente, ¿no?
Obviamente, ese suplemento de órganos, aparentemente inútil, tie ne un sentido: son las situaciones de urgencia, de excepción. Subes las escaleras corriendo, te persigue un perro furioso, has perdido el autobús y corres por la calle... En estas ocasiones, utilizarás el 100 por 100 de tus pulmones, tus arterias, tus músculos... O sea, el cuerpo mantiene la inmensa mayoría de sus células sólo «¡por si acaso!».
Pero si la situación se vuelve todavía más excepcional, en­tonces la re serva de pulmones, de corazón, de cerebro, de in­testinos, etc., no será suficiente. Inmediatamente, el cuerpo fabrica lo necesario en mayor can tidad: frente al sol, broncea; la noche de fin de año, fabricará más can tidad de jugos gástri­cos; si vamos a un lugar de mayor altitud, el cuerpo fabricará más glóbulos rojos; y el cuerpo, siempre él, creará más canti­dad de hueso después de una fractura, en previsión de nuevas agresiones sobre este hueso, como el trabajador manual tiene más callos en las manos que un intelectual.
En resumen, el cuerpo tiene tres funciones biológicas:

El funcionamiento de base: mis pulmones ventilan 16 veces 1/2 litro de aire por minuto, mi corazón se con­trae 74 veces por minuto, mi estómago segrega por día un litro de ácido clorhídrico, etc.

El funcionamiento modificado: los pulmones pueden ventilar 22 veces 2 litros de aire por minuto, mi corazón puede contraerse 180 veces por minuto, mi estómago segregar 1,5 litros de ácido clorhídrico por día, etc.

El funcionamiento de excepción: ante una situación poco frecuente, de urgencia, una reacción poco fre­cuente, de urgencia. Mis pulmones fabrican más cé­lulas de pulmón (un tumor) para absorber más aire; mi ritmo cardíaco tiene un ritmo desenfrenado (ta­quicardia, fibri lación, extrasístole); mi estómago, esta vez, en lugar de pedir a sus células que segreguen más ácido clorhídrico creará nuevas células (un pólipo) que producirán más ácido; el cuerpo crea una cantidad im­presionante de glóbulos rojos nuevos, es la poliglobu­lia, etc.

El funcionamiento de excepción es, o bien por exceso, como acabamos de describirlo, o bien por defecto: menos glóbulos rojos, menos ácido clor hídrico, menos desarrollo pulmonar, de estómago, de riñones, de hueso... si esto es necesario para adaptarse o para sobrevivir (úlceras, necrosis...). Por ejemplo, en Escandinavia, mi piel necesita menos bronceado para que el cuerpo capte la luz solar (como en la enfermedad de vitíli­go); esto será al revés en África. En el espacio, mis huesos se descalcifican, pierden su sus tancia, me son menos necesarios debido a la ingravidez. En una situación de miedo, algunos bloquean sus pulmones, dejan de respirar, contienen su res­piración.

En consecuencia, tenemos cinco comportamientos bioló­gicos en función de la necesidad, del acontecimiento exterior: +++ : fabrico más alvéolos, más estómago...

+: respiro profundamente, las células de mi estómago se multiplican...

Estado habitual, de base: respiro inconscientemente, la mu­cosa de mi estómago produce poco ácido...

- : bloqueo mi respiración, bloqueo mi digestión...

- - - : destruyo el parénquima respiratorio, provoco una úlcera de estómago...

La emoción tiene un fundamento biológico

Surge en un instante de inconsciencia, de divorcio con uno mismo, apare ce de súbito a nuestras espaldas. Efectivamente, ¡no tardamos ni un año en ponernos enfermos o en caernos de una escalera o, incluso, en quedarnos encinta! Este cambio se produce en una fracción de segundo. Esto sucede en un lugar y en un tiempo preciso que se tratará siempre de reencontrar. ¿Por qué? Porque ésta es la única manera de retornar a nues­tra consciencia lo que se ha personificado en el síntoma. Si no revivimos ese instante, ese «bio-shock», nunca podremos volver a contactar con el sentido biológico de la enfermedad. Se trata, en nuestra experimentación, de una vivencia que he­mos sentido una primera vez inconscientemente, sin saberlo.

El bio-shock es un momento de encuentro entre el mundo exterior y nuestro mundo interior. Y este encuentro produce ya sea una satisfacción, ya sea una insatisfacción. Estas dos re­acciones son perceptibles gracias a las emociones. La emoción es la huella consciente de una actividad inter na, es el indicio de una función biológica satisfecha o no. Hemos comido, nos sentimos saciados, llenos. Si no es el caso, nos sentimos frus­trados, enfurecidos, con carencias. Hemos dormido bien, nos sentidos relajados, frescos. Todo a nuestro alrededor garantiza nuestra seguridad, nos senti mos apacibles y nuestro compor­tamiento se perpetúa; nos relajamos. Pe ro si el entorno es hos­til, entonces el miedo surge de lo más profundo de nosotros con el fin de ponernos al acecho para que después esto nos per mita reencontrar la seguridad.

La emoción aparece siempre en un instante, de mane­ra involunta ria, sin control y adaptada a la perfección a una situación exterior. Está instalada en nuestro cuerpo de manera precisa (calor en el vientre, tensión en la garganta, hombros pesados, piernas cansadas, hormigueo en las manos, etc.).

Entonces, ¿la emoción es nuestra amiga?... Para respon­der, déjame preguntarte: ¿cuál es la energía más poderosa?

A mi juicio, es la emoción. La emoción es nuestro carbu­rante, la esen cia misma de nuestra vida, nuestro combustible de base. Sólo la emoción nos permite avanzar, nos da ganas de levantarnos por la mañana, de ac tuar, nos permite cuestio­nar y seleccionar para ir en la dirección que nos conviene. La emoción provoca encuentros o aislamiento, está en el origen de todas nuestras decisiones impulsivas.

Dime, ¿qué sería tu vida sin emociones? Es la emoción del placer la que nos empuja a escoger un plato en un res­taurante. ¡Obsérvate! Sin emocio nes, ¿por qué ir a tal velada, hacia tal colega? La idea de una lectura o de un encuentro crea –anticipadamente– en tus entrañas alegría o repulsión. ¿En función de qué comprarás o no el libro, irás hacia el otro o no? A veces, no ir a una reunión crea malestar, culpabilidad. Para evitarlo, por ejemplo, aceptas ir a la reunión porque la emoción de aburrimiento será menor que la de culpabilidad.

O sea, hay dos motores:

— ir hacia (o mantener) una emoción positiva;

— alejarse de (o eliminar) una emoción negativa.

Sí, ¿qué harías sin el motor emocional? Que seas consciente o no, no cambia nada. Dime: ¿qué acto de tu vida, o qué acti­tud, se ha engendrado fuera de la emoción? ¿Verdaderamente, podemos actuar a sangre fría?

Es sencillo prestar a nuestros primos, los animales, el mis­mo movi miento interno, una vida emocional. Deseo de ali­mentarse, de encontrar morada y, cuando la impregnación hormonal está satisfecha, ¿qué decir de ese impulso que em­puja a los machos a vigilar el rebaño de las hembras o a de­searlo ardientemente o, también, a pelearse? Una vez más, ese mie do, cuando surge el depredador. Algunos, más audaces, llegarán incluso a prestar una forma de emoción al reino ve­getal. Basta con ponerse de acuerdo sobre lo que expresa el término «emoción».

Las emociones traducen a nivel consciente lo que se vive a nivel bio lógico celular, porque la función de la emoción es transmitir al cons ciente una función biológica satisfecha (col­mado, saciado, aliviado...), o insatisfecha (agredido, frustrado, hambriento...). En este sentido, pienso que «la emoción es la gasolina que hace funcionar el motor». ¡Mira a tu alrede­dor! ¡Mira en ti mismo! Sin emoción, no hay vida. Sin vida, no hay emoción. Es, a la vez, el bien más preciado y el más descuidado, renegado, rechazado, minimizado, satanizado. Sinónimo de debilidad, está reservado a los profesionales de la emoción, a los artistas de todos los pelajes, a los románticos, a los trovadores, a los cineastas, a los músicos... Porque, para los adultos serios, no es razonable emocionarse en sociedad; en caso de hacerlo, entonces, se hace por poderes. Vamos a un espectá culo y, allí, vemos sollozar al artista, asistimos al drama, a su cólera, le dejamos expresar lo que nos atormen­ta en las entrañas, le confiamos lo que ya no sabemos decir, decirnos.

Es penoso, una desgracia y una lástima. Un verdadero de­sastre. Tengo el corazón que se me parte en dos y la baba que,

de rabia, me sube a los labios y, en el alma, una melancolía se espesa como una bruma de otoño en el puerto de Londres.

Porque es lo que nos hace vivir, lo que nos mata por defec­to. Sí, decir que lo que nos da placer es lo que, por defecto, nos hace sufrir.

Si la espiritualidad, la cocina o el deporte te hacen vibrar y, en sí mis mos, dan sentido a tu vida, el día que te los quiten, de lo más profundo de ti llegará la emocional pregunta: ¿por qué seguir viviendo? Si lo que está en el origen de todos tus placeres (como, por ejemplo, el sexo, la cultura, la vida en familia) falta, ¿cuánto sufrirás por haber tenido ese vínculo como fuente de placer?

El inconsciente es biológico

«El individuo, en su medio, es a la vez cuerpo y espíritu. El éxito de la adaptación a este entorno depende de la sinergia armoniosa entre estos dos aspectos de una entidad existencial única. No se puede alcanzar el uno sin el otro, sino por la ilusión de una mirada que privi­legia a uno a costa del otro».

Robert Dantzer en La ilusión psicosomática

Entonces, ¿responderá la bio-descodificación a la profecía de Sigmund Freud: «Vuestra generación será aquella que verá ha­cerse la síntesis entre la psicología y la biología»? ¿Su amigo C. G. Jung no afirmaba que: «La enfer medad contiene el oro que no encontrarás en ninguna otra parte»? Porque las en‑

fermedades, los síntomas, contienen en sí mismos todas las emociones que no te dijiste. ¿Por qué? Pues bien:

— Nuestro cuerpo es el conjunto de nuestros órganos que ga rantizan su actividad de forma inconsciente: digerir, latir, coordinar, filtrar, almacenar, segregar...

— Una sensación negativa, luego una emoción, so­brevienen cuan do una función biológica ya no está satisfecha: alimentarse, dor mir, sentirse seguro, repro­ducirse, moverse... Entonces nos senti mos hambrien­tos, frustrados, furiosos, irritados, en peligro...

— El inconsciente es biológico, está en el cuerpo, en cada una de nuestras células. La vida es biológica por naturaleza, por esen cia, y psicológica por acci­dente, es decir, en el momento de un conflicto, de un imprevisto.

¿Y qué es un imprevisto, un accidente, un «bio-shock»? El bio-shock nace en un instante preciso y se vive en un lugar preciso. Aparece cuando un acontecimiento es vivido como:

— conflictivo e imprevisto,

— dramático (sin solución satisfactoria),

— vivido solo (no podemos compartir lo que sentimos en nosotros mismos, no tenemos las palabras para traducir

esto, para expresar lo que se queda impregnado).

Se produce cuando un acontecimiento exterior nos encuentra despro vistos, cuando ya no podemos adaptarnos a lo que pasa, no tenemos nada en la recámara, en la memoria, en nosotros,

en nuestros aprendizajes, que nos permita salir de la situación: ninguna solución consciente. Entonces, sólo nos quedan, co­mo salida, las soluciones inconscientes, aquellas que se sitúan en nuestro cuerpo.

Pero, ¿dónde están esas soluciones inconscientes? ¡En nues­tras células!, memorias de la evolución, ¡mutaciones exitosas para sobrevivir aún más!

Sí, siempre es cuando se produce este imprevisto que es el bio-shock, cuando aparece la vivencia. Es el Oro de la terapia: dejad llegar a la consciencia la «vivencia biológica con­flictiva», piedra de Rosetta y piedra de fundación de la bio­descodificación. En efecto, el sentido de este libro se sitúa en el enunciado de cada vivencia para cada enferme dad, porque cada síntoma físico es una encarnación, una puesta a punto en nuestra carne de un instante preciso, instante conflictivo, es decir, vivido con emoción. ¿Y dónde se encuentran nues­tras emociones, cuál es el escenario de expresión? ¡El cuerpo, por supuesto! Siempre él.

Presentación del libro y de su estructura

Seamos claros: el ser humano está enfermo de una falta de vocabulario.

Así pues, este libro no es más que un libro de vocabulario, para ensefiarte a expresarte. Podrás aprender, para cada en­fermedad, las palabras de su vi vencia biológica conflictiva.

A veces, encontrarás igualmente pistas para continuar tu escucha de comprensión emocional del síntoma; esto será se­fialado como «pista(s) para explorar prudentemente», prudentemente porque no tenemos la certeza de lo que hay que imponer al prójimo.

Encontrarás otras novedades en esta colección, en particu­lar, «Los puntos pedagógicos» como puntos de información sobre tu camino de papel, ¡como un segundo libro en el libro! Su función es permitirte com prender los principios que rigen el proceso de la enfermedad, tales como preconflicto, ciclos bio­lógicos, etc.

Para cada órgano y cada síntoma, la mayoría de las veces encontrarás:

— una descripción anatómica y fisiológica;

— los órganos afectados;

— una definición de la patología;

— la vivencia biológica conflictiva;

— pistas para explorar prudentemente;

— el sentido biológico de la enfermedad;

— ejemplos;

— observaciones, en particular sobre el acompañamiento terapéutico;

— los síntomas propios de las fases de la enfermedad;

— una metáfora de animales: la piel es el conflicto del bebé gato que necesita a su madre, su contacto...

— el estrato biológico afectado por la patología y la vivencia:

1.er estrato de la biología: vivencia arcaica de supervivencia;

2.º estrato: vivencia de agresión, buscamos protegernos;

3.er estrato: vivencia de desvalorización;

4.º estrato: vivencia del conflicto relacional, social.

Y esto cada vez que tenga la información. Porque, a veces, no encontrarás el sentido biológico, sencillamente porque, de momento, lo ignoro; a veces, tampoco habrá ningún ejemplo porque no he tenido un caso que alumbre suficientemente la tonalidad conflictiva. Pero siempre podrás leer por lo menos una proposición de vivencia conflictiva, porque ahí está el sentido de este libro.

Antes de dejarte en compañía de este libro, es decir, de ti mismo, que sepas qué bien precioso será una relación, una amistad, una familia, una civilización del compartir emo­cional, ¡de la capacidad de expresar nuestra vida interior...!

Expresar en cada instante lo que sientes te dará, por añadi­dura, el derecho a sentir lo que sientes, a pensar lo que pien­sas, a hacer lo que haces, en una palabra, a ser quien eres.

¡Estar a la vez consigo mismo y con los demás garantiza nuestra salud mucho más que lo que comemos, que el lugar donde vivimos y que lo que bebemos! «Lo que purifica, cuida y cura al hombre no es lo que entra en él, sino lo que se des­prende de él»...

Que este libro te permita contactar con la conciencia y poder expresar lo que vives en ti de conmovedor, ése es mi deseo. 

9788491112457

Ficha técnica

Autor/es:
Christian Flèche
Editorial
Obelisco
Traducción
Paca Tomás
Formato
13,5 cm x 21 cm
Páginas
280
Encuadernación
Rústica (tapa blanda)
Nuevo
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