Domina tu voluntad
Referencia: 9788499709130
Si quiero puedo.
Entrena tu cerebro para conseguir tus metas
Este nuevo libro quiere ayudarte a tomar conciencia de los factores que intervienen en los procesos de cambio. Para lograr llevar a cabo los cambios que deseas en tu vida sin autosabotearte, con verdadera fuerza de voluntad, has de tener en cuenta diversos factores:
• Cómo alinear tu energía para que esté disponible
• Qué hacer para que tus emociones de supervivencia —miedo, enfado, tristeza— permitan que surjan las emociones creativas: amor, comprensión, empatía, agradecimiento...
• Cuáles son las creencias limitantes que te impiden conseguir tus deseos
• Qué papel juegan los tres cerebros (neocórtex, límbico y reptiliano) y cómo han de funcionar coordinadamente para que puedas sentirte integrado y coherente
Domina tu voluntad se apoya en los avances de la neurociencia para asegurarte un exitoso proceso de cambio regulando el estrés que es incompatible con la fuerza de voluntad. Con reflexiones y ejercicios prácticos que te enseñarán a enfocar tus autosabotajes y a distinguir las oportunidades, podrás entrenar tu cerebro y tu voluntad como si de un
músculo se tratara, y de esta manera alcanzar tus sueños y tu plenitud.
Victoria Cadarso
Se considera una estudiante en formación continua, siempre aprendiendo nuevas terapias y herramientas. Aplica sus conocimientos tanto en la terapia como en los cursos que ofrece en el centro Victoria Cadarso Team (VCteam) que dirige en Madrid, así como en el Instituto de Terapias Energéticas (ITE) con el que colabora muy estrechamente. Su meta es ayudar a cualquier persona ofreciéndole la información y el entrenamiento necesarios para que aproveche su inmenso potencial y recupere su equilibrio en un breve periodo de tiempo.
Actualmente realiza psicoterapias individuales, de pareja y de familia e imparte cursos de formación en psicología energética (es presidenta de la Asociación de Psicología Energética de España), en eneagrama y otros talleres de autoconocimiento y desarrollo personal. Al mismo tiempo, participa como ponente en diferentes congresos, da conferencias por todo el territorio nacional y colabora en diferentes medios de comunicación.
Es autora de Las emociones ¿engordan o adelgazan?, Destapa tu olla estrés, Botiquín para un corazón roto y Abraza a tu niño interior, todos ellos publicados con éxito en esta editorial.
- Páginas: 276
- Formato: 16x24
- Encuadernación: Rústica
Indice
Agradecimientos 9
Prefacio 11
Introducción 13
1. ¿Realmente podemos cambiar? 21
2. Nuestra mente dirige nuestro cerebro 33
3. Cambiando la información cambiamos nuestra
percepción 45
4. Imaginar y visualizar es el primer paso para
cambiar 53
5. Nuestro cerebro saboteador 63
6. Un cerebro relajado es un cerebro empoderado . . . 83
7. El cerebro estresado no tiene voluntad 103
8. Los conflictos nos estresan y restan energía 121
9. Consciente, subconsciente, inconsciente 131
10. El miedo nos protege 141
11. La voluntad es un músculo que hay que
entrenar 151
12. Manejar el deseo. «Deseo-no debo»,
«puedo-no puedo», «si quiero, puedo» 165
13. Cómo el esfuerzo nos derrota 177
14. Ser buenos y portarnos bien nos da permiso para
ser malos y portarnos mal 185
15. Superar las tentaciones y adicciones 195
16. Superar las distracciones y postergaciones 207
17. Ser amables con nosotros mismos 217
18. Decálogo para contagiar la fuerza de voluntad . . . 225
Cuaderno para el cambio 231
Bibliografia 269
PRIMERAS PÁGINAS
Introducción
Este libro pretende que reflexionemos juntos sobre todos los factores que intervienen en el desarrollo y la gestión de la fuerza de voluntad. Existe la creencia generalizada de que, para conseguir cualquier objetivo, hace falta tener fuerza de voluntad. Muchos creen que unos la tienen y otros no. Y que los que no la tienen nunca podrán lograr sus objetivos porque no son capaces de hacer los esfuerzos necesarios. Todas estas creencias no son ciertas y la neurociencia lo está constatando.
Para tener fuerza de voluntad necesitamos contemplar todos sus componentes. Sobre todo si queremos emplearla para realizar cambios, porque sin ella no podremos llevarlos a cabo. Usar nuestra fuerza de voluntad o autocontrol es un factor clave en nuestra vida. Sin embargo, no nacemos con ella, por lo que nos toca desarrollarla conforme vamos creciendo.
La fuerza de voluntad es la capacidad de controlar la atención, los deseos y las emociones que influyen en que consigamos nuestro bienestar: salud física, relaciones personales, seguridad económica y éxito profesional. Aunque muchos piensan que carecen de
ella, todos tenemos el potencial de desarrollar, ejercitar y conseguir la fuerza de voluntad que necesitamos para alcanzar nuestros objetivos.
Para desarrollar la fuerza de voluntad tenemos que entenderla y, sobre todo, saber cómo entrenarla y ejercitarla. Pero no lo vamos a poder hacer sin antes aprender a manejar el estrés, porque estrés y fuerza de voluntad son contrarios e incompatibles. Si tenemos estrés, perdemos la fuerza de voluntad y para tener fuerza de voluntad, tenemos que aprender a estar relajados, presentes y enfocados.
Si queremos emplearla, por ejemplo, para hacer cambios, vamos a necesitar enfocar nuestra fuerza de voluntad sobre todas las fases que intervienen: planificar, programar, proceder y perseverar. Pero ¿acaso hemos tenido algún modelo a seguir?, ¿hemos aprendido lo necesario para tener fuerza de voluntad?, ¿hemos tenido el apoyo de un psicólogo humanista (especialista en desarrollo personal) que nos haya acompañado y educado en los procesos que teníamos que llevar a cabo? Ojalá. La mayoría aprendemos por ensayo y error y, si la falta de fuerza de voluntad y sus consecuencias duelen mucho, es probable que nos desanimemos y no lo queramos volver a intentar «por si acaso nos vuelve a doler».
Plantearnos un cambio, ponernos en marcha, planificar los pasos necesarios, proceder, persistir pese a las dificultades y permanecer hasta conseguirlo requiere que consideremos tres aspectos importantes que afectan a nuestra fuerza de voluntad:
1. Las ganas o motivación, que asimismo dependen de varios factores como nuestras necesidades, nuestros deseos, nuestros sueños... o de las fuerzas que se oponen a que consigamos llevar a cabo el cambio. Sí, siempre que hay una
fuerza a favor, como las ganas o motivación, hay otra en contra: la resistencia o el autosabotaje. Tenemos que aprender cómo funcionan estas fuerzas para ser capaces de lograr que ambas funcionen a nuestro favor.
2. La información es imprescindible, porque ¿cómo vamos a llevar a cabo algo si no sabemos cómo? Aunque esto parece obvio, no lo es tanto. Hay muchas personas que se ponen en marcha sin tener los conocimientos adecuados. Cuando fracasan se preguntan: ¿qué he hecho mal? Lo que no han hecho bien es que no han planificado y programado adecuadamente los cambios por falta de información. Si planificamos y programamos adecuadamente nuestra fuerza de voluntad no tendrá mayores resistencias porque no estaremos estresados, estaremos excitados por conseguir nuestros objetivos.
3. Por último y no menos importante, el entrenamiento adecuado, sobre todo cuando empezamos algo. Mientras aprendemos, nos sentimos torpes y cuando no conseguimos nuestros propósitos en los tiempos que deseamos, nos podemos frustrar y tirar la toalla. Nuestra propia fuerza de voluntad requiere entrenamiento para que nos permita planificar, proceder y persistir en los cambios y, además, dar el tiempo necesario para que se produzcan.
La clave para mantener la fuerza de voluntad en estas tres fases está en nuestro cerebro y en cómo este interviene en todo lo que nos proponemos. Aunque nuestra consciencia (nuestra mente) sea la que dé las órdenes a nuestro cerebro (nuestro ordenador personal), tenemos que poder entender los procesos bidireccionales que intervienen en esta relación cerebro-mente y cómo se complementa con el cuerpo (que lleva a cabo la acción).
La neurociencia nos está ayudando a entendernos mejor, a conocer el rol que tiene nuestro cerebro en nuestros pensamientos, emociones, comportamientos e instintos. Ahora sabemos que nuestra mente le puede pedir al cerebro —que dirige nuestro organismo (cuerpo-mente)— que regule aquellas partes que se alteran cuando tenemos tensión emocional y fisiológica, porque es en esos casos cuando nos saboteamos y no tenemos fuerza de voluntad y autocontrol. Si entendemos las funciones importantes de nuestro cerebro, seremos capaces de desarrollar y fortalecer nuestra fuerza de voluntad y conseguir nuestros objetivos.
El estrés altera el funcionamiento de nuestro cerebro de manera que lo que podemos llevar a cabo de forma óptima cuando estamos relajados, nos cuesta el doble cuando estamos estresados, o incluso somos incapaces de llevarlo a cabo. Nos falla la fuerza de voluntad. Cuando tenemos estrés es como si nuestro cerebro funcionara al revés, en contra de nuestros mejores intereses. Por ello es importante saber cómo relajar nuestro cerebro para que este relaje a nuestro organismo y permita que podamos enfocar nuestra fuerza de voluntad para conseguir nuestros objetivos.
Así pues, si queremos usar la fuerza de voluntad para conseguir lo que nos proponemos con facilidad y fluidez, tenemos que tener en cuenta las tres partes del cerebro, también llamadas los tres cerebros: neocórtex (lo que pensamos), límbico (lo que sentimos) y reptiliano (lo que hacemos con ello y cómo interviene el cuerpo). Cuando manejamos la nueva información respecto del cerebro podremos aprender a hacer lo que nos proponemos de forma relajada y sencilla.
Voy a describir el cerebro de la forma más sencilla posible, aun a costa de parecer que trivializo lo que explico, con el fin de que entendamos lo básico para aplicarnos estos conocimientos. No hay que estresarse por ello, precisamente vamos a entender cómo el estrés puede funcionar a nuestro favor o en nuestra contra y cómo nos podemos beneficiar si somos capaces de hacer que funcione a nuestro favor. Como veremos, si no aprendemos a manejar nuestro estrés y vemos el peligro en vez de la oportunidad, nos fallará la fuerza de voluntad y entorpecerá que consigamos nuestros objetivos.
Para que puedas descubrir, desarrollar y aprender a gestionar tu fuerza de voluntad, voy a proponerte que trabajemos sobre el proceso de cambio. Elige un cambio que quieras llevar a cabo, plantéatelo como un objetivo útil para entrenar la fuerza de voluntad.
No hace falta empezar por un cambio importante. Podemos ensayar con pequeñas modificaciones porque esto cambiará el hábito y tendrá efectos en cadena, ya que las cosas complejas son combinaciones de cosas sencillas. Además, cuando conseguimos pequeños cambios, nos animamos y reforzamos a nosotros mismos para lograr otros más importantes.
Después, puedes continuar con cambios mayores y más ambiciosos siguiendo los mismos pasos que te iré enseñando y que he sintetizado en los ejercicios del «Cuaderno para el cambio» que aparece en las páginas finales. Piensa en la fuerza de voluntad como en un músculo que va siendo capaz de levantar pesos cada vez mayores, y de hacerlo con mayor velocidad y menor esfuerzo.
Este libro pretende llevarte de la mano para que 1) seas consciente de dónde estás en tu camino, 2) aceptes que donde estás está bien, que tenemos que dejar de criticarnos y entender que lo hemos hecho lo mejor que hemos podido, y 3) sepas dar los pasos adecuados para conseguir llegar a donde quieres llegar contando con la fuerza de voluntad para transformar tu forma actual de proceder y conseguir lo que te propongas. Es como si yo te estuviera guiando en terapia y tú estuvieras dando los pasos, poco a poco, hasta que te sueltes y lo hagas por tu cuenta y sin mi ayuda.
Uno de los factores que boicotean tu fuerza de voluntad son los llamados autosabotajes. Se trata de fuerzas contrarias a nuestros propósitos conscientes. Nuestros sabotajes pueden ser de tres tipos: mi mente inconsciente contra mi mente consciente, mis emociones en contra de mis pensamientos, mis impulsos e instintos en contra de mis emociones y pensamientos. Tenemos que aprender a manejar estos conflictos para que no entorpezcan nuestro proceso de cambio.
Podemos aprender lo que nos propongamos aunque tengamos creencias limitantes que nos entorpezcan procedentes de los modelos que hemos tenido alrededor. Estos modelos suelen ser nuestros padres, hermanos mayores, profesores y/o conocidos con los que nos relacionamos. Si hemos tenido pocas relaciones, a no ser que copiemos modelos de las películas o internet, estaremos limitados en los comportamientos que podemos desarrollar por nuestro entorno inmediato. Ahora podemos elegir incorporar nueva información que nos ayude a conseguir hacer los cambios que nos hagan sentirnos mejor con nosotros mismos, aprendiendo lo que necesitamos integrar en nuestra forma actual de ser.
Esta obra intenta ser fácil de leer, práctica en la forma de presentar la información y espero que útil para permitirte dar los pasos por tu cuenta, poquito a poquito, con las indicaciones, ejemplos y actividades que aquí propongo. Si necesitas apoyo también está bien, muchas veces es más fácil hacer los cambios en compañía, con un psicoterapeuta, profesor o formador en desarrollo personal. Hay muchos cursos de desarrollo personal que nos pueden ayudar a cambiar.
Vamos a ser capaces de usar la fuerza de voluntad para conseguir lo que nos proponemos siendo primero conscientes de lo que hacemos en la actualidad, entendiendo que lo hemos hecho lo mejor que hemos podido con los recursos e información que hemos tenido
hasta la fecha y que todo cambio requiere un nuevo aprendizaje. Y que todo nuevo aprendizaje requiere ensayo y error; como decía Richard Bandler: «No hay errores sino retroalimentación o feedback». Aprendemos más de los errores que de los aciertos, así que hay que seguir intentándolo hasta que lo consigamos.
Si lees este libro con la misma curiosidad con que aprendiste a montar en bicicleta o a bailar, estando dispuesto a volver a levantarte cuando te caías o a seguir repitiendo los pasos hasta que te salieran automáticamente, ensayando hasta que lo hiciste bien, creo firmemente que habré contribuido a que empieces a tener más fuerza de voluntad y a ver la vida de otra manera que te haga ser más feliz y disfrutar de un mayor bienestar.
¡Anímate, estás entrenado el músculo que te traerá felicidad y bienestar!
1
¿REALMENTE PODEMOS CAMBIAR?
Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo.
ALBERT EINSTEIN
Muchos se preguntan si podemos realmente cambiar. La respuesta es SÍ, pero, para llevar a cabo cualquier cambio, necesitamos:
1. Energía y motivación.
2. Información.
3. Entrenamiento.
Primero tenemos que querer cambiar, descubrir lo que debemos tener en cuenta, aprendiendo nuevas formas de hacer las cosas y, finalmente, comprometernos a hacer lo necesario para llevarlo a cabo. Puede que esto ya te esté sonando a esfuerzo y puede que así sea al principio, porque aprender cosas nuevas nos cuesta más que hacer lo que ya conocemos. Einstein ya decía que: «La locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes».
No estamos locos ni tampoco vamos a proponer cambios milagrosos, vamos a proponer cambios razonables, objetivos y posibles, teniendo en cuenta todo lo necesario para conseguir resul-
tados diferentes a los que obtenemos ahora y con los que no estamos satisfechos. Algunos puede que ya estén a punto de dejar este libro porque quieren lo fácil, lo rápido, lo instantáneo, pero todo cambio requiere tiempo y hay que saber que cambiar es un proceso que tiene unos ritmos de los que no podemos escapar. Por ejemplo, no podemos pasar de ser un niño a un adulto de un día para otro: «La madurez es un estado que se adquiere con el tiempo».
Asumimos que la vida está llena de cambios, pero muchos tenemos la creencia de que las personas no suelen cambiar, y si lo hacen es lentamente y con gran dificultad. Estas suposiciones no son ciertas. La verdad es que podemos cambiar fácil y rápidamente ciertas cosas, mientras que otras requieren más tiempo y dedicación. Además tenemos que tomar consciencia de que siempre existen dos fuerzas contrapuestas: las que facilitan el cambio y las que lo dificultan y hay que saber manejar ambas para poder hacer cambios positivos y duraderos.
Muchos de nosotros queremos cambiar pero también podemos tener la creencia de que no es posible. Si cambiamos esta creencia, tal vez nos tropecemos con otra: que todo cambio es difícil y cuesta mucho esfuerzo. Con esta actitud, de alguna manera, ya nos estamos dando por vencidos. Se podría decir que las personas que piensan así ya tienen un marco mental o una serie de creencias que las llevan a no hacer cambios. En el fondo tienen miedo al cambio.
Otros muchos creemos que «quien la sigue la consigue», que con fuerza de voluntad podemos lograr lo que nos propongamos, que es cuestión de tiempo, de esfuerzo y de mantener la motivación y esperanza. En este caso, en vez de darnos por vencidos, la idea de que «todo es posible» nos estimula para ponernos en marcha y dar los pasos necesarios y tener paciencia para conseguir
nuestros deseos. Se podría decir que tenemos un marco mental o una serie de creencias que nos producen miedo al fracaso y por eso luchamos por tener éxito y alcanzar nuestros objetivos.
Como en todos los aspectos de la vida, existen las polaridades: una fuerza a favor y otra en contra, y normalmente el ser humano se mueve entre una u otra. Muchos dan bandazos de una polaridad a otra. Sin embargo, podemos aprender a pendular entre la fuerza a favor y la fuerza en contra para finalmente integrar ambas. Cuando nos debatimos entre la una y la otra, nos quedamos más o menos quietos y así evitamos dar un paso en cualquiera de las dos direcciones, a favor o en contra. En este caso, nuestro marco mental o nuestras creencias generan miedo al éxito o a las consecuencias del cambio. Tal vez temamos destacar sobre los otros y perder el vínculo con nuestro grupo, que la gente nos envidie y vaya a por nosotros o que el éxito suponga un cambio demasiado costoso para nosotros.
Creamos lo que creemos. Si creemos que vamos a poder cambiar, lo haremos. Si creemos que no vamos a poder cambiar, no lo haremos. Si creemos que el cambio va a ser doloroso, lo será y si creemos que tenemos miedo de hacer cambios, no nos pondremos en marcha.
El miedo es una energía que bien utilizada puede organizar nuestros recursos para lograr los resultados que deseamos si aprendemos a dirigirlo hacia la consecución de un objetivo.
El miedo se activa cuando nos vemos en peligro y nos prepara para la acción, nos hace «armarnos» para sobrevivir. El miedo mal gestionado puede llevarnos a luchar impulsivamente, huir o abandonar, o a bloquearnos y no poder movernos en ninguna dirección. Sin embargo, también nos puede impulsar hacia algo. Podemos conseguir transformar el MIEDo en un MEDIo para canalizar nuestra energía en la dirección deseada.
Cuando nos ponemos en marcha con el fin de superarnos, nos sentimos capaces, optimistas, creativos, mientras que huir o evitar hacer lo necesario nos hace sentirnos incapaces e inadecuados. La tercera posibilidad, no hacer nada porque nos debatimos entre una u otra opción, nos genera tensión porque, al no pasar a la acción, la energía que el organismo tenía se bloquea y nos mantiene en el inmovilismo o en «más de lo mismo», generándonos inseguridad.
Lo que va a facilitar el cambio es aprender a «borrar» o cambiar la antigua forma de hacer las cosas y aprender y «practicar» una nueva forma de hacer las cosas. Para hacer un cambio sostenible no podemos simplemente eliminar algo que hemos estado haciendo sin más, porque eso que hacíamos tenía una función importante, aunque fuese incorrecta, sino que tenemos que crear una nueva vía, un nuevo camino para sustituir el viejo. Es normal que, si hemos repetido un camino viejo varias veces, esté más trillado y por lo tanto caigamos en él por defecto. Sin embargo, con conciencia y fuerza de voluntad, podemos ir trillando el nuevo camino hasta que se convierta en el prioritario.
Aquí interviene otra creencia limitante. Hay muchas personas que creen que uno viene determinado de nacimiento por los genes con un tipo y una cantidad de inteligencia y por ello no se puede aprender más allá de esta predeterminación. Por el contrario la ciencia moderna y en especial la neurociencia y la epigenética han confirmado que podemos seguir aprendiendo y modificando nuestro cerebro con nuevos aprendizajes hasta el día que nos muramos. Podemos pues elegir qué creencia queremos aplicar a nuestra vida, y en función de ella tendremos una actitud o la contraria.
Todo en esta vida se puede observar desde las dos polaridades, podemos identificarnos con una polaridad (con lo cual ne-
gamos la otra) o con la contraria. También podemos alternar entre ambas polaridades. Si nos mantenemos en una única polaridad nuestro organismo no se desarrolla, se vuelve rígido e inflexible. Si alternamos continuamente entre opuestos podemos experimentar una sensación de descontrol, tenemos que aprender a manejar las polaridades de manera que vayamos integrándolas poco a poco.
Todas las formas polares son parte de nuestra naturaleza, y en sí mismas no son incompatibles, somos nosotros quienes a través del juicio previo limitamos nuestra conciencia, considerando adecuada una de las partes y negando la otra. Cuando nos identificamos con una polaridad de alguna forma nos desapropiamos o negamos la otra. Lo adecuado es poder oscilar entre ambas, entre hacer y no hacer, moverse y quedarse quieto, acercarse y alejarse hasta que integremos las dos. También hay que tener en cuenta que si basculamos entre un polo y otro no debemos llegar a extremos, porque llevar algo al extremo al final se convierte en el contrario. Párate a pensar cuántas veces has tomado una decisión y, al no resultar como esperabas, has hecho la contraria. No lo hacemos de forma consciente, sino por ensayo y error. ¿Alguna vez te has escuchado decir «por una parte quiero... y por otra parte no quiero...» o «una parte de mí me lleva a... mientras que otra parte de mí me lleva a...»?
Siempre que hay una parte o una fuerza también existe la contraria, ahora bien, ¿yo con cuál me identifico? Si me identifico con una, en realidad me estoy des-identificando con la otra, pero debo tener en cuenta que la otra parte también soy yo. Por ello tenemos que aprender a ser conscientes de todas las «partes/ fuerzas» involucradas e ir integrándolas poco a poco. Todos tenemos diferentes partes de nosotros, pero esto no quiere decir que tengamos personalidad múltiple, de forma fácil todos sabemos o
intuimos que seguimos teniendo una parte niño o niña, una parte adulta, y muchos reconocemos comportamientos en nosotros que son la viva imagen de nuestros padres o de gente importante para nosotros.
Para empezar, todos hemos integrado los comportamientos de nuestros padres y/o cuidadores y, si entre ellos no se llevaban del todo bien, también habremos asimilado el conflicto que ellos tenían. Aprendemos copiando modelos y siempre lo hacemos con los que tenemos más cerca. A veces nos identificaremos con uno y otras con otro, hasta que encontremos el propio, y mientras lo hacemos oscilamos entre ambos.
Lo que va a crear el equilibrio es poder pendular de una polaridad a otra con diferentes ritmos, siendo capaces de aprender de ambas polaridades. Lo ideal es conseguir integrar ambos polos como propios y la manera es aceptar la parte que alienamos. Lo que alienamos o no integramos es «nuestra sombra», como decía Carl Jung. Esta nos acompaña siempre y no nos podemos desprender de ella. Jung afirmaba que nuestra sombra estaba en el inconsciente. Cuanto más conozcamos y nos apropiemos de nuestra sombra, de nuestro inconsciente, y lo hagamos consciente, más completos, coherentes e integrados nos sentiremos.
Cuando hablamos de cambio, nos referimos a tomar una dirección hasta que consigamos nuestro objetivo, sabiendo que siempre habrá una fuerza contraria que nos quiera llevar en la otra dirección. Es decir, si hacemos un esfuerzo nuestro organismo buscará compensar con el descanso, si tenemos activación habrá un momento que necesitará la desactivación. Por eso las dos enfermedades más comunes de la sociedad occidental actual son la ansiedad (activación) y la depresión (desactivación). En realidad ambas son la misma energía en polos opuestos, y están en la base de diferentes enfermedades de este siglo.
¿Por qué es tan importante entender e integrar nuestras polaridades? Pues porque nos permite ponernos en contacto con diferentes partes de nosotros mismos y nos ayuda a ampliar nuestra visión global. Nos posibilita integrar las diferencias y trabajar los conflictos para que alineemos nuestra energía para conseguir lo que nos proponemos. Un hombre o mujer maduro es una personas capaz de integrar sus diferentes aspectos de forma coherente y congruente.
Siempre que no conseguimos lo que nos proponemos es porque existe un conflicto. Un conflicto es una oposición o desacuerdo entre partes o personas y siempre que hay conflicto, hay tensión y donde hay tensión, hay gasto de energía. Si tenemos una cantidad limitada de energía y la gastamos en los conflictos, no tendremos la necesaria para conseguir nuestros objetivos. Este principio muy sencillo es básico, la lucha quema energía mientras que aunar energías genera más fuerza.
Nuestros conflictos no siempre son evidentes porque podemos tenerlos de diferentes tipos. Podemos experimentar un conflicto entre el pensar y el sentir, entre el sentir y el actuar, entre el pensar y el actuar o entre nuestra parte consciente y nuestra parte inconsciente, entre diferentes partes o estados del ego (parte niño, adolescente, adulto), entre el deseo y la responsabilidad, entre lo que yo quiero o necesito y lo que quieren o necesitan las personas con las que estoy en relación o con el sistema al que pertenezco. También podemos plantearnos los conflictos entre las creencias limitantes y las empoderadoras, entre las emociones de supervivencia y las emociones positivas o creativas o entre nuestras necesidades instintivas y/o relacionales.
Puede que no seamos conscientes de los factores que impiden que consigamos nuestros objetivos, bien porque no nos hemos parado a reflexionar, bien porque no se manifiestan abierta-
mente. Podemos tomar conciencia cuando «algo» impide que consigamos nuestros objetivos, entonces es cuando tendremos que averiguar qué partes o fuerzas nuestras están en conflicto y por ello nos impiden tener la energía alineada para conseguir nuestros objetivos.
Si reflexionamos, comprobaremos que coexisten muchos factores a la hora de alinear nuestra energía para conseguir lo que nos proponemos. Pero una vez que entendemos y aceptamos las fuerzas/partes enfrentadas, podemos conseguir que funcionen a nuestro favor y convertirnos en personas integradas y sanas que logran sus objetivos.
Se ha comprobado con base en diferentes investigaciones que el autocontrol o la fuerza de voluntad es una fuerza vital y una clave para obtener nuestros objetivos, sean los que fueren. Parece ser que es el principal factor para conseguir el éxito personal y profesional en el sentido de bienestar. Pero ¿qué es exactamente la fuerza de voluntad? La fuerza de voluntad es la capacidad de centrar nuestra atención y energía en la dirección deseada para conseguir nuestros objetivos, lo que necesitamos, deseamos y queremos. La fuerza de voluntad requiere energía y si esta está siendo utilizada para otro cometido, dado que tenemos una energía limitada, nos quedamos sin energía para poder ejercerla.
Si estudiamos el cerebro desde un modelo de procesamiento mental podemos entender que funciona como un ordenador, pero este modelo no tiene en cuenta conceptos tan importantes como energía, fuerza y poder. Estamos en la era de la física cuántica en que todo es energía en diferentes manifestaciones, las emociones son energía, nuestros pensamientos son energía, nuestra piel, músculos, tendones, huesos, órganos... son energía en diferentes manifestaciones. Tenemos, pues, que entender y manejar la energía a nuestro favor.