Simplifica tu vida
Referencia: 9788490567500
100 consejos para bajar el ritmo y disfrutar de las cosas importantes
- Organiza mejor tus tareas del hogar.
- Ahorra tiempo y dinero en las compras.
- Deja de someterte a obligaciones que en realidad no lo son.
- Deshazte de objetos inútiles y otras cargas.
- Disfruta de verdad con lo que haces en el tiempo libre.
Atrévete a dar esos pequeños pasos que van a mejorar tu vida para siempre
Elaine St. James,
antes una mujer de negocios, ha pasado los últimos años simplificando su vida. Fruto de ello es este libro: Simplifica tu vida es un bestseller en varios países y se ha convertido en el auténtico libro pionero de una nueva manera de vivir y de ver las cosas. Elaine ahora lleva una sencilla y tranquila existencia con su marido en California.
- 240 páginas
- 14,0 x 21,3 cm
- RÚSTICA
- Traducción de ÚA MATTHÍASDÓTTIR
CONTENIDO
Agradecimientos 15Introducción 17UNO
LA CASA
1. Reduzca el desorden en su vida 21
2. Utilice el sistema de Dave para librarse de los trastos 23
- Limpie su casa con el máximo de eficacia 24
- Reduzca a la mitad el tiempo de hacer la compra 26
- Compre en grandes cantidades 28
- Cultive su propio huerto 30
- Haga todos sus recados en un único sitio 32
- Reduzca su colada a la mitad 34
- No compre ropa que requiera limpieza en seco 36
- Deje los zapatos en la entrada 38
- Escoja alfombras con dibujos 40
12. Use bandejas para la comida 42
13. Mantenga las plantas en el exterior 44
53. Convierta su afición en su trabajo 137
- Trabaje menos y disfrute más 139
- Ponga fin al trabajo no productivo 141
- Incluya a su familia en su vida profesional 143
LA SALUD
- Simplifique sus hábitos culinarios 147
- Comparta siempre algún plato en elrestaurante 149
- Haga un ayuno de zumos o fruta un día a la semana 151
- Elija beber agua 153
- Coma magdalenas de harina integral 155
- Prepare su propio almuerzo 158
- Prescinda de los aparatos de gimnasia y de su entrenador, y salga a caminar 161
- Levántese una hora antes 164
- Acuéstese a las nueve una noche a la semana 166
- Tírelo todo, menos las aspirinas 168
- Cree sus propios rituales 171
- Aprenda a reír 172
- Aprenda yoga 174
- Aprenda a meditar 176
- Modere la velocidad al límite establecido por la ley 178
LA VIDA PERSONAL
- Relaciones más sanas 181
- Sea usted mismo 183
- Confíe en su intuición 185
- Si no es fácil, no lo haga 187
- No intente cambiar a la gente 189
- Pase un día al mes en soledad 190
- Enseñe a sus hijos a apreciar la soledad 192
- Haga un retiro una vez al año 194
- Escriba un diario 196
- Haga una sola cosa a la vez 198
- No haga nada 200
- Tómese tiempo para contemplar la puesta de sol 202
- Sencillamente, diga que no 203
- Si no puede decir que no, ofrezca excusas razonables 204
- Dese de baja en las organizaciones cuyas
reuniones le aterran 206
- Aprenda a reinterpretar el pasado 208
- Cambie sus expectativas 209
- Revise su vida con regularidad para mantenerla sencilla 211
TEMAS ESPECIALES PARA MUJERES
- Diez minutos para ponerse asombrosamente guapa 217
- Deshágase de los tacones altos 220
- Simplifique la manicura y olvídese del pintaúñas 222
- Deje de llevar un bolso del tamaño de la torre Eiffel 223
- Reduzca los accesorios 224
SIMPLICIDAD PURA Y DURA
- Mejor alquilar que tener en propiedad 229
- Deshágase de los coches 231
- Desconecte el teléfono 233
- Deje de hacer la cama 23 5
- Deshágase de todo lo innecesario 237
- Confecciónese un vestuario muy sencillo 239
INTRODUCCIÓN
Haga que el barco de su vida sea ligero, cargado solo con lo que necesite: una casa familiar, placeres sencillos, uno o dos amigos que merezcan tal nombre, alguien a quien querer y que le quiera, un gato, un perro, una pipa o dos, justo la ropa y la comida que necesite..., y un poco más de la bebida que precise, porque la sed es una cosa peligrosa.
JEROME KLAPKA JEROME
Hace varios años me encontraba sentada ante mi escritorio, mirando ociosamente la agenda diaria, que consistía en un Sistema de Gestión del Tiempo con centenares de apartados.
Mi cartera estaba a punto de reventar de tantas listas de «cosas por hacer», números de teléfono, gestores del tiempo, optimizadores de reuniones, estabilizadores de objetivos, gráficos de eficacia de alta tecnología y organizadores a largo plazo planificados a varios años vista. De pronto, me di cuenta de que no quería que mi vida alcanzase tal grado de complicación.
Inmediatamente cogí el teléfono y reservé un largo fin de semana en un refugio. Dejé el Sistema de Gestión del Tiempo en casa, pero me llevé un cuaderno de notas. Tenía que pensar largo y tendido.
Como tantas otras personas de nuestra generación, mi marido, Gibbs, y yo misma nos habíamos tomado al pie de la letra los lemas de los años ochenta que rezaban: «¡Cuanto más grande, mejor!» y «Más es mejor». Teníamos una casa grande, un coche grande y muchas de las comodidades y los «juguetes» del típico estilo de vida de los ejecutivos.
Entonces, ambos empezamos a darnos cuenta de que muchas de esas cosas, en lugar de aportar algo a nuestras vidas, nos las complicaban más allá de lo admisible. Siempre habíamos sabido que no valía la pena competir con el vecino, pero finalmente tuvimos que enfrentarnos al hecho de que lo único que habíamos conseguido con nuestro atracón de poder era una indigestión.
Durante los días que permanecí sola en el silencio y la paz del refugio, elaboré una relación de las cosas que podíamos hacer para mejorar la calidad de nuestras vidas, a la par que disminuir su complejidad. Cuando volví a casa me reuní con Gibbs y repasamos juntos la lista. Afortunadamente, él estuvo de acuerdo con todos los cambios importantes y con la mayor parte de los cambios menores.
Lo primero que decidimos fue deshacernos de todas las cosas que ya no utilizábamos (—>consejo i). Después dimos un paso de gigante y nos trasladamos a la otra punta del país para poder trabajar donde queríamos vivir (—> consejo 51), y hacer lo que realmente queríamos hacer (—> consejo 52). Durante este proceso nos mudamos a una casa más pequeña (—>consejo 19).
A lo largo de los años siguientes, cambiamos nuestros hábitos alimentarios y culinarios (—> consejo 57), vendimos el maldito y engorroso barco (—> consejo 21), nos replanteamos nuestros hábitos de compra (-> consejo 40) y redujimos de manera drástica nuestras necesidades de bienes y servicios (—> consejo 42). Paso a paso pusimos en
práctica la mayor parte de las ideas que se describen en este libro.
Cuando emprendimos nuestro programa de simplificación teníamos tres objetivos en mente. Primero, queríamos que nuestras posesiones materiales fueran lo bastante reducidas, en tamaño y número, y lo bastante sencillas como para encargarnos fácilmente de ellas nosotros mismos. Segundo, queríamos librarnos de los compromisos y de las obligaciones que nos impedían tener tiempo para hacer lo que realmente queríamos hacer. Desde el principio, tomamos la decisión de dejar de hacer aquellas cosas que siempre habíamos hecho únicamente porque nos sentíamos forzados a ello. Esta decisión no solo aumentó el tiempo disponible que podíamos dedicar a nosotros mismos, sino que redujo considerablemente el estrés que provoca hacer cosas que, en realidad, no deseamos hacer. En tercer lugar, queríamos que nuestras vidas fueran coherentes con nuestro deseo de vivir en armonía con el entorno.
Para nosotros, simplificar no significa «resucitar» el movimiento de «regreso a la naturaleza» de los años sesenta, aunque sí queríamos introducir un mayor grado de naturaleza en nuestras vidas, y eso es lo que hemos hecho. Tampoco se trataba de conseguir un estilo de vida barato, aunque casi la mitad de las sugerencias que contiene este libro le ayudarán a reducir sus gastos. Para nosotros, vivir con sencillez significa reducir las pretensiones manteniendo las comodidades, pero eliminando la complejidad y minimizando las obligaciones de la vida tal y como la habíamos vivido durante el pasado.
Cada vez que dábamos un paso importante en nuestro proceso de simplificación, descubríamos otras medidas menos relevantes que podíamos adoptar y las añadíamos
a nuestra lista. Decidí que si nosotros dos —por otra parte, personas racionales y razonables— nos habíamos visto atrapados por el frenético estilo de vida y el consumismo campante, tenía que existir otra gente razonable que hubiera optado por lo mismo y que ahora buscara algo efectivo que hacer para simplificar sus vidas. Y así decidí escribir este libro, que es una compilación de los pasos que hemos dado para simplificar nuestras vidas y de las cosas que hemos ido aprendiendo de otras personas con el mismo criterio.
Es posible que su vida sea ahora lo bastante complicada —al igual que lo fue la nuestra— como para justificar la implantación de muchas de nuestras sugerencias, cuando no de todas. O también puede ser que una o dos de estas medidas —como, por ejemplo, hacer más sanas sus relaciones con los demás (—> consejo 72) o cambiar sus expectativas (-> consejo 88)— le basten para conseguir el grado de sencillez necesario para disfrutar más plenamente de otras áreas de su vida. En cualquier caso, recuerde que lo que para algunos es sencillez puede representar una complicación para otros. La decisión es solo suya.
A lo largo de la historia, los sabios de todas las culturas han repetido que el secreto de la felicidad no radica en conseguir más, sino en desear menos. Al parecer, nos encontramos en uno de esos momentos dorados de cambio, un momento que nos brinda la oportunidad de relegar libremente aquellas cosas que no nos hacen felices, así como de incorporar a un sencillo estilo de vida lo que aprendimos en el pasado. Así, parafraseando a Henry David Tho- reau, aproveche el compás de los tiempos y simplifique, simplifique. Y disfrútelo.