¿Me acompañas?
Referencia: 9788479539764
Una invitación a despertar
Te propongo un viaje al interior de ti mismo. A mirar lo que no se ve a simple vista, a cruzar al otro lado del miedo, más allá de la realidad. Aquí, ahora, en este mismo instante, para que empieces a contemplar la vida en toda su plenitud.
Descubrirás que estás viviendo tu momento de máximo esplendor, porque la vida te brinda cuanto necesitas para aprender y disfrutar. Te darás cuenta de que tu propio miedo es la única frontera que te separa de la verdad, la belleza y la bondad. Comprenderás que todo eso que veías «ahí fuera» estuvo siempre «aquí dentro». Y experimentarás que, si atraviesas el miedo y te abres a la vida, el universo se revela en toda su perfección.
Te invito a dejarte hechizar por el misterio de la vida. A asomarte al interior de la consciencia misma.
Este libro es una invitación a mirar lo que no se ve a simple vista, a cruzar al otro lado del miedo, a iluminar las sombras. A internarse en el reino de la incertidumbre para decir sí a la vida, al universo, al instante. Es una invitación, por encima de todo, a despertar.
Igual que en sus conocidos «encuentros», el autor que llena teatros y conquista las redes sin más promoción que el «boca oreja» entabla en este libro una charla íntima y sincera con el lector para acompañarlo en una experiencia viva y palpitante de observación y autodescubrimiento. Con grandes dosis de empatía y humor, Sergi construye amables meditaciones en torno a los protagonistas habituales de nuestra consciencia —sentimientos, pensamientos, opiniones— en el transcurso de las cuales, casi inadvertidamente, se irá revelando esa conciencia universal donde la dualidad desaparece, el rechazo se transforma en aceptación y el sufrimiento en paz.
Más que un libro, una vivencia transformadora en la que el verdadero maestro es el ser de cada cual.
«Durante más de una década he conocido a muchos maestros espirituales, referentes internacionales, y, aunque Sergi no va de maestro espiritual -no va de nada-, es sin duda uno de los más coherentes.»
Gaspar Hernández
Sergi Torres
es fisioterapeuta de formación. Hace diez años dejó su profesión para seguir su llamada interna. Actualmente desarrolla un ciclo mensual de encuentros en el teatro La Villarroel de Barcelona y es invitado a realizar encuentros en Europa, Latinoamérica y Estados Unidos. Ha escrito dos libros anteriores, “Un puente a la realidad” y “Saltar al vacío”. La película “Yo libre, un viaje al instante presente”, de David del Rosario, gira en torno al mensaje de Sergi.
- Encuadernación: Rústica con solapas
- Formato: 143 x 175
- Páginas: 160
ÍNDICE
Prólogo 11
Introducción: ¿me acompañas? 15
Espacio y tiempo, la gran paradoja en movimiento 18
El jardinero y su recogedor de hojas secas automático 21
Siente 23
La consciencia que todo lo ama 27
Todo el mundo quiere cambiar el mundo 32
Todo ocurre en tu mente 37
El hipnotizador mundo de las opiniones 43
¿Qué hay de malo en ser como eres? 48
El dolor de querer ser mejor persona 53
Homo universus 57
El porqué de las cosas 62
La mirada contemplativa. Ver o pensar 65
Con el esfuerzo conseguirás sudar 72
Hacer sin hacer nada 75
Poder 82
Disciplina mental 85
La parábola de las orugas malvadas 90
La constante de la relatividad 92
No me toques mis creencias, por favor 96
Respira 100
Permite que las cosas se terminen 104
Yo sí quiero sentirme en paz, pero ¿cómo? 108
No hay técnica, Neo 111
La ley de la atracción 2.0 116
El misterio de la mente humana 120
El don de saber recibir 124
Comunicando con los demás: uno, dos, probando, probando . 129
La motivación y el batido de frutas ácidas 133
El suicidio y el acelerador de partículas personalizado 136
Asumir el pasado 142
Luciérnagas en la oscuridad 147
Si sientes miedo, hazlo conscientemente 151
El principio de vida 154
PRÓLOGO
La catarata es belleza silenciosa,
ciego el oído crea el estruendo
Conocí a Sergi hace algo más de dos años, era la primavera de 2014. Yo estaba buscando a alguien que impartiera la conferencia de clausura del Congreso de Meditación y Terapia que organizábamos para octubre de ese año. Me habían hablado de él, me habían dicho que llenaba hasta los topes el teatro Regina cada mes. Vi fragmentos de algunos de sus vídeos y pensé que era arriesgado traerle al congreso. No era terapeuta, ni meditaba. Pospuse la decisión hasta poder hablar con él y ver como reaccionaba a mi propuesta.
Conseguí una dirección de correo electrónico suya y le escribí, pero no respondió. De ahí que decidiera ir al Regina con la intención de hablarle al finalizar su charla. Tuve la suerte de cruzármelo nada más entrar en el teatro. Le expliqué el motivo que me llevaba allí y aceptó al instante.
Con el «trato hecho» no era necesario que me quedase a la charla. Como siempre, tenía un montón de trabajo esperándome en el despacho. Pero algo en el breve diálogo que acababa de mantener con Sergi hizo que me quedase a escucharle.
En la charla soltó verdades como puños, como puñetazos, diría. Pidiendo, eso sí, que nadie se creyera lo que contaba; casi sugería que no afeásemos nuestra bendita ignorancia. Tejió una charla soberbia, sin dogmatismos ni recetas. Algo insólito. Quedé impresionado por su mirada respetuosa y benevolente, por su férrea humildad. No he vuelto más al teatro Regina y apenas he vuelto a hablar con él, pero le he seguido acompañando desde ese día.
Me honra que me invite a redactar este prólogo y sé que no espera que glose sus virtudes, porque estando muy a la vista, no las considera suyas. Sergi quiere, nos lo dice en el título del libro, que le acompañemos. Esto puede confundir, puede parecer el intento de un líder al uso para conseguir más seguidores. Nada más lejos de la realidad. Sergi no nos intenta convocar alrededor de ninguna ideología o enseñanza nueva, ni tan siquiera nos propone técnica alguna. Sergi nos pide que le acompañemos porque un encuentro es cosa de más de uno, nos lo pide para no apearse de su experiencia de unidad. De alguna forma, Sergi nos pide que participemos en una bacanal de amor. ¿Cómo negarnos?
Permitidme explicarme un poco más. Gracias a mi trabajo, tengo la suerte de conocer a personas que presentan un notable desarrollo de conciencia, seres espirituales, sabios, personas que están en contacto con fuentes de conocimientos muy preciados. Por otra parte, conozco también a bastantes personas que han logrado limpiar su personalidad psicológica de todo rastro de neurosis. Acostumbro a notable nivel de conciencia suelen presentar una notable dejadez en el terreno psicológico, dejando muy a la vista sus afinadas aristas neuróticas, y quienes han lustrado su dimensión psicológica muchas veces adolecen de perspectiva en el plano que trasciende sus limitadas realidades singulares. Sergi es una excepción. Sergi equidista, englobándolos, de ambos extremos. Me gusta imaginármelo en el Camino Medio del budismo theravada, aunque él no estaría de acuerdo. Por suerte su frescura y talante lo hacen mucho más próximo y simpático que otros maestros que visten túnica y lucen la cabeza rapada. Porque sí, Sergi es un maestro.
En este libro desgrana sus palabras hechas de silencios, nos pide que le acompañemos para que el encuentro exista y la unidad explote, o se manifieste, o (cualquier verbo es inadecuado). Casi es una invitación a una fiesta, a una celebración necesitada de masa crítica, en la que el anfitrión, él, ama deliberadamente, con fruición, a sus invitados. Yo me apunto, muy agradecido.
En este libro no se encuentran recetas ni atajos, ni se enumeran los pasos para llegar a ningún lugar. Propongo al lector que lo lea como si fuesen sus propias palabras. Que se diluya en las frases como si fuese él mismo quien las pronunciara. Ello podría muy bien ser, pues sólo depende de una decisión del lector. Sergi nos invita a tomar esa decisión, desatándonos la rara y preciosa experiencia de percibirnos tal como verdaderamente somos, y poniéndonos ante la evidencia de constatar cuánto nos desconocemos.
Advierto al lector que acompañando así a Sergi puede que acabe abrazado incondicionalmente a aquello a lo que más teme, y termine traspasando los espesos muros de miedo que ha construido para sal‑
vaguardarse de ello. De este modo, puede que se halle, por primera vez, al otro lado de esos muros, deslumbrado por tanta belleza.
RAMON SALLÉS DIRECTOR GENERAL INSTITUT GESTALT
INTRODUCCIÓN:
¿ME ACOMPANAS?
«He desplegado unas alas de confianza en el espacio y he
planeado hacia el infinito, dejando atrás lo que otros se
han esforzado por ver desde la distancia. Aquí no había
un arriba ni un abajo, ni un límite ni un centro. He visto
que el Sol tan sólo era otra estrella y que las estrellas eran
otros soles, cada uno de ellos escoltado por otras tierras
como la nuestra. La revelación de tal inmensidad fue
como enamorarse.»
GIORDANO BRUNO (1548-1600)
A finales del siglo xvI el monje dominico Giordano Bruno tuvo una revelación en la que pudo ver más allá de los establecimientos intelectuales, espirituales y científicos de su época. En un contexto en el que no había libertad de pensamiento y en el que se daba por hecho que la Tierra era el centro del universo, Giordano vio un reino infinito donde nuestro Sol no era más que un sol entre muchos otros y nuestra Tierra no era más que un planeta de entre muchos otros planetas. Giordano terminó su estadía en nuestro mundo quemado en la hoguera por ser fiel a un conocimiento que desafiaba a toda una época. Él simplemente se había enamorado de la libertad.
Todo ser humano consciente o inconscientemente busca paz mental. Esta paz tan anhelada sólo llega hasta este mundo a través de una mente liberada de sus asfixiantes fronteras personales, que aparentan darle cobijo y seguridad. No es real la seguridad que ofrecen los límites de nuestra personalidad.
Todo ser humano que se pregunte, desde lo más profundo de su corazón, por la realidad que existe más allá de su concepción personal de las cosas, tiene derecho a encontrarla. Dicho encuentro, sin embargo, siempre va a desafiar cualquier establecimiento humano de la clase y de la época que sea. De hecho, el cuestionamiento, en sí mismo, ya nos resulta desafiante.
He visto un mundo humano en el que sólo se refleja la unidad de la conciencia universal. Colectivos de personas organizados por la naturaleza de su unidad, inherente a un universo amoroso. Todos al servicio de los demás y cada uno de ellos dentro de un estado de perfecta realización, sin rastro de miedo psicológico. En ese estado, el amor, la paz y la creatividad son los únicos habitantes de la mente, una mente en perfecto equilibrio con el corazón y un corazón que abraza sin miedo nuestras partes más básicas e instintivas.
Giordano Bruno dijo que la revelación de tal inmensidad fue como enamorarse, porque descubrió que el conocimiento y el amor son la misma cosa. Y he aquí nuestra gran ignorancia: el conocimiento y el amor son la misma cosa. Se requiere tan sólo un ser humano para despertar a tu mente de esa ignorancia, y ese ser humano eres tú mismo ejerciendo tu derecho a conocer la verdad que encierras dentro de tu olvido.
Cuando estoy ante audiencias de centenares de personas, me gusta proponerles el siguiente experimento: les invito a levantar un brazo a la cuenta de tres. «Asegúrate de levantar sólo tu brazo», les pido. «Levanta sólo el tuyo», insisto. Cuando se escucha el tres en la sala, el levantamiento del brazo de una persona termina siendo el de todos los centenares de personas que ocupan la sala. Cuando un ser humano decide encontrar la paz en él y sólo en él, encuentra la paz de todos los seres humanos. Sin embargo, raramente somos conscientes de la paz que escondemos dentro de nosotros mismos, detrás de nuestras historias. Cuando alguien me pregunta cómo conseguirlo, le respondo: «No conozco el cómo, pero sí el dónde». ¿Me acompañas?