Como educar a los niños temerosos, tristes o inquietos
Referencia: 9788493902292
La educación de los sentidos del tacto, vital, del movimiento y del equilibrio en la primera infancia
La educación de los sentidos volitivos en la primera infancia es la clave para remediar muchos problemas actuales del desarrollo infantil que en realidad no son problemas médicos.
Los niños inquietos y los niños temerosos son los que actualmente dan más quebraderos de cabeza a los educadores y a los terapeutas. ¿Cuáles son las ideas directrices que nos pueden orientar en la educación de los niños inquietos o hiperactivos y que deberíamos tener en cuenta ya en la edad preescolar?
¿Cuáles son las palabras clave orientadoras que son aplicables en la educación de los niños temerosos y vacilantes?
Por otra parte, ¿Cuál es el trauma primordial del niño triste-caviloso? ¿Dónde nace realmente en el niño el tan necesario "sentimiento de autoestima"?
En este libro, Henning Köhler nos descubre que todos estos problemas están directamente relacionados con deficiencias en el desarrollo de los sentidos volitivos (tacto, vital, del movimiento y del equilibrio) en la primera infancia y nos da inestimables indicaciones de cómo cultivarlos.
Henning Köhler, nacido en 1951, casado y con dos hijos, es profesor de pedagogía curativa. Durante los años en los que estudió para maestro, ejerció como terapeuta de niños y jóvenes en el ámbito privado. Además de maestro de infantil y psicopedagogo clínico, colabora como pedagogo en el trabajo de voluntariado para jóvenes.
Como docente, ha impartido conferencias por toda Alemania y en otros países y ha escrito numerosos artículos y antologías para revistas y radios. Participa como docente en la formación de maestros de Educación Especial en el Julius Kühn-Institut y es co-fundador de la Academia de Ciencias Sociales Fulbertus Erftstadt.
En 1986 fundó la Clínica Educativo-Terapéutica (Heilpädagogische-Therapeutische Ambulanz), que desde 1987 forma parte del Instituto Janusz Korczak. Henning Köhler se ha impuesto la tarea de ayudar a los niños y a los jóvenes a expresar sus problemas, llamados trastornos del comportamiento o del desarrollo.
- 198 páginas - Encuadernación en rústica mate
- Traducción: Miguel López-Manresa
- Revisión: Francesc Fígols Giné
- Diseño de la portada: Miquel Fígols Cuevas.
Prólogo a la primera edición
Las siguientes consideraciones constituyen un resumen reestructurado y elaborado para su impresión de diversas conferencias pronunciadas en los años 1991 y 1992. Aunque hizo falta rehacer muchos aspectos desde el punto de vista del estilo e introducir ciertos contenidos nuevos, se ha intentado mantener el carácter libre y directo del lenguaje que suele hablarse frente al público.
Un texto así no puede compararse con otro destinado de antemano para la impresión. Quien considera imprescindible la articulación rigurosa y la estructura sistemática seguro que encontrará cosas para criticar. Nos encontraremos con repeticiones, realimentaciones e intermedios típicos de las conferencias y ciclos de conferencias. Sin embargo, creo que estas definiciones se ven compensadas por la vivacidad de la palabra hablada, de la que se ha mantenido un poco en la versión escrita. El tema del libro mismo prácticamente conlleva la forma escogida. Con la lectura misma se entenderá lo que quiero decir.
Los pasajes de las conferencias volvieron a componerse, y allí donde hizo falta se completaron, para que pudiera surgir un texto fluido compuesto de capítulos. El terna es la llamada "maduración de los sentidos basales". Es enfocado desde el ángulo de la psicología evolutiva antroposófica y profundizado de una manera que permita surgir una especie de tipología de las manifestaciones más destacadas del comportamiento infantil, a partir de la cual puedan extraerse consecuencias inmediatas para la práctica educativa. Aunque se hable de estas consecuencias, mi intención no fue escribir un libro pedagógico de recetas.
Ya notarán que, por el contrario, mi interés consiste en estimular a los padres a realizar un trabajo cognitivo independiente y a fortalecer su confianza en la propia
capacidad de actuar también en situaciones difíciles. Las clases más felices como terapeuta infantil y consejero educativo son aquellas en las que yo despedía a los padres diciéndoles: "Ya no me necesitan". La tarea más importante del asesor educativo es elaborar la antropología pedagógica junto a los padres.
El presente escrito ofrece vislumbres en esta labor, tal como se cultiva desde hace años en el departamento de pedagogía curativa del Instituto Janusz Korczak con sus respectivas actividades. Nuestra intención es situar la pedagogía sobre el fundamento de un conocimiento psicológico del ser humano cercano a la práctica, adquirido mediante un pensar vivo e impregnado de amor y una observación bien entrenada. Ahí se separan ya los espíritus, pues quien crea que el amor no tiene nada que ver con el pensar científico apenas podrá sacar nada de este libro con el que vinculo mis trabajos anteriores, sobre todo en el capítulo: "Breve incursión en la teoría de los sentidos", en el estudio recién publicado con el título "Sobre el enigma del miedo" (Vom Rätsel der Angst).
Nürtingen/Wolfschlugen, Diciembre de 1993
Henning Kóhler
Preludio a la quinta edición
Hace siete años que se publicó este libro en alemán. Con un número aproximado de 20.000 ejemplares vendidos y traducciones al holandés, italiano, francés e inglés, se lo podría considerar como un humilde éxito. Muchos dicen que ninguno de mis libros ha tenido tanta relevancia práctica. Sólo puedo estar de acuerdo con ello bajo ciertas condiciones. Si en el concepto de "práctico" se incluye el nivel de la "acción interna" -y ese es un elemento central de la Antroposofía- mis posteriores libros corno "No existen niños 'difíciles" y "¿Qué es lo que hicimos mal?" ofrecen sin lugar a dudas muchas más sugerencias prácticas. Son libros de ejercitación. El presente libro también es parcialmente un libro de ejercitación, aunque sobre todo un manual sobre la pedagogía y la psicología de los sentidos escrito de una manera inteligible para todos. En mi opinión, en ese aspecto ha acentuado nuevos elementos.
Todo lo que se expone sobre la profundización de la teoría de los sentidos puede mantenerse tal corno está. Si hubiera de escribir el libro otra vez añadiría quizás algunos capítulos sobre la fisiología de los sentidos. También pueden repasarse los aspectos neurológicos en otras obras como, por ejemplo, el escrito de A. Jean Ayres, "Bausteine der kindlichen Entwicklung" (Piedras de construcción del desarrollo infantil), aunque debe tenerse en cuenta que ahí las cosas no están descritas a la luz de una imagen espiritual del ser humano.
Uno de los grandes engaños consiste en creer que los hechos son simplemente hechos. Sólo la luz que sobre ellos vierte lo espiritual genera su realidad. Por ejemplo, lo que en el lenguaje del reduccionism o neurobiológico se describe como sistema propioceptivo, se corresponde con el sentido del movimiento propio o sentido cinestésico de
la teoría steineriana de los sentidos y aún así es muy distinto.
Habría que resaltar también una especial circunstancia. En el tiempo transcurrido entre la escritura de este libro y el que más tarde le siguió, "No existen niños difíciles", experimenté una especie de mutación interior. Tuve que reorientarme en mi percepción y concepción pedagógica. Por un breve período todo pareció tambalearse. Muchos, muchísimos niños son hoy etiquetados injustamente como niños perturbados, enfermos, deficientes, etc. Pero en realidad son almas altamente dotadas en lo espiritual. Y entonces descubrí que algunas de las manifestaciones de Rudolf Steiner que hasta entonces yo había anotado como algo secundario y había concebido de una manera metafórica, estaban en realidad señalando muy concretamente en esta dirección.
Los nuevos niños que tenemos entre nosotros son los mensajeros del futuro, sus representantes. Lo que traen consigo y lo que han de padecer sólo puede entenderse sobre el trasfondo de una concepción del mundo ampliada espiritualmente. No se trata de que se me hayan revelado repentinamente nexos ocultos que desconocía, o algo parecido. Soy un investigador muy común que ha plantado su campamento en las fronteras del conocimiento y espera las mínimas y escasas oportunidades de captar algo de lo que sucede en el otro lado.
Y entonces Rudolf Steiner me ayuda (no sólo él, pero él en mayor medida que otros) al menos a empezar a entender lo que se ha podido captar. En lo que se refiere a los nuevos niños, son de suma importancia las manifestaciones de Steiner sobre la proximidad de Cristo "en lo etéreo", es decir, en la región de las fuerzas formativas fluentes y de las ilimitadas posibilidades de generación de formas.
El hecho de que la esfera suprasensible más inmediata, la esfera contigua que tenemos más cerca, se halle impreg-
nada por la pura fuerza del amor no puede dejar de tener sus efectos en la constitución de las almas que encarnan. Impresionados en lo más profundo por esta experiencia del umbral, ingresan en la Tierra y experimentan el clima social y espiritual de esta época como si fuera un shock gélido, aunque precisamente su intención más profunda sea fundir la corteza de hielo que se extiende por toda la vida del presente.
Nos hallamos en la paradójica situación de una agonía espiritual nunca antes presente en la historia de la conciencia de la humanidad (¿quizás desencadenada por la barbarie nazi?), junto a la simultánea proximidad tangible (también inédita) de lo que Joseph Beuys llamaba "potencial erístico" o "principio evolutivo calórico". Steiner previó justamente ese hecho para nuestra época al anunciar el triunfo del espíritu de la máquina (Ahriman), pero al mismo tiempo la eclosión, en el trasfondo, de una espiritualidad basada en el pensar del corazón, es decir, en un alejamiento de ese intelecto carente de alma, superficialmente orientado hacia lo funcional, lo útil y lo práctico y que es lo propio del espíritu del tiempo actual.
Y tendría yo que interpretar muy mal a Steiner si fuera falso que en diversos pasajes de sus conferencias nos quería transmitir que vendrían al mundo cada vez más niños con una constitución interior alterada, aunque no como alguien con "trastornos funcionales", sino como preparadores del camino de una nueva conciencia.
Estoy aprendiendo a comprender que detrás de las llamadas "disfunciones" en los niños se ocultan múltiples dotes especiales que son vergonzosamente ignoradas por los educadores y ante los que habría que realizar precisamente un "acto de redención" (Steiner). Hemos de dejar atrás nuestros modelos fijados en la deficiencia y poner realmente en marcha aquella transformación de la consciencia que Steiner y muchos otros querían impeler a principios del siglo XX.
Existen hoy fuera de la Antroposofía muchos esfuerzos en este sentido que son dignos de atención. Por doquier en el mundo se elevan voces competentes señalando que en el ámbito pedagógico-terapéutico se está produciendo la lenta aunque inadvertida catástrofe de un gigantesco malentendido. Ahí es donde encontramos a nuestros colegas contemporáneos y no en los círculos que representan el status académico'. Todos los que espontáneamente crean que pueden hacer algo estimulados por lo que aquí exponemos son llamados a colaborar para que se genere un círculo protector en torno a los niños mencionados. Se trata de enfrentarse a la ampliamente difundida campaña de difamación que ofrece la sugerente (pero errónea) apariencia de demostración científica. El asunto es serio. No estamos entrando en un mero "debate fascinante", sino que nos hallamos ante un umbral histórico. De nuestro posicionamiento frente a los niños mencionados depende en gran parte cuál será la imagen del ser humano que se desarrolle en la segunda fase de la época moderna: la de la máquina o la de lo ético-espiritual.
Cuando hace ocho años estaba escribiendo el presente libro intuía ya algo de estas consideraciones. Por eso utilizaba con total ingenuidad locuciones del diccionario de los defectos. Naturalmente, el espíritu de la absoluta atención frente a los niños especiales y su sufrimiento ya guiaba mi pluma por aquel entonces (hoy tampoco niego que estén sufriendo ¡más bien al contrario!).
Pero todavía no había reconocido el sentido más profundo de los hechos, o, a lo sumo, lo captaba como a través de un velo. Y eso hizo que cometiera un error que no es tan marginal: los pasajes en los que se afirma que los niños poco comunes están vinculados débilmente con el ser de su ángel (también podría decirse con las capas
transpersonales de su ser), ya no podría sostenerlos hoy en día de esta forma. Todo lo que expuse sobre la relación entre el desarrollo de los sentidos y la acción del ángel sigue manteniendo su validez.
Pero entre tanto se me ha hecho claro que insistí demasiado en un aspecto, pasando por alto otras facetas. En cierto sentido sucede lo contrario de lo que expuse entonces. Los niños especiales nos presentan tantos enigmas precisamente porque escuchan con la máxima entrega los mensajes del supraconsciente inspirado por los ángeles, o, dicho de otro modo, son particularmente sensibles a la percepción de los sobretonos de la "música" que resuena en la consciencia habitual ligada a los sentidos.
Por otra parte, y justo a causa de esa sensibilidad espiritual, se sienten también intensamente amenazados por las fuerzas "oscuras", y no me estoy refiriendo a ningún tipo de espectros, sino a las energías destructivas que chispean entre los seres humanos, el rasgo antisocial fundamental de la época, la hegemonía del espíritu de la máquina. Aquí, a los niños nuevos les falta con frecuencia la protección natural, incluso si crecen protegidos. Por eso, no es que estén tan amenazados como al principio podría parecer, sobre todo cuando en su entorno hay un par de personas que no los miran como si fuesen una "generación con enfermedad hereditaria" (trastornos del metabolismo cerebral determinados genéticamente), sino que reconocen su originalidad y su riqueza.
Esto permite evidenciar aún más el hecho de que las dificultades evolutivas condicionadas por la civilización y los "estruendos de la época" que amenazadoramente se abren paso hacia nosotros, debilitan la acción de los ángeles a un determinado nivel. ¿A qué nivel? Pues allí donde surge una "envoltura que me siente" (según Kühlewind), es decir, allí donde un sentimiento seguro del cuerpo ha de crear una capa protectora del yo y desarrollar
la madurez para la Tierra. Eso también está "en el interés de los ángeles". Podría decirse: por un lado quieren ayudarnos a encontrar la orientación correcta en la existencia corporal y, por el otro, nos llaman a desarrollar las facultades de percepción espiritual, a no dejar que nos sea arrebatado el contacto con "el cielo".
En este libro describimos sobre todo cómo se amortigua la acción de los ángeles con respecto a los fundamentos de la existencia físico-corporal. En cambio, mi libro más reciente "Qué hemos hecho mal?" muestra sobre todo la otra cara de la moneda. Hemos de mantener y defender la incorruptibilidad espiritual de estos niños, su valentía digna de admiración, las fuerzas celestiales de las que son partícipes, su determinación a no dejarse doblegar al proceso de adaptación, sino a poner las semillas que hay que plantar si la Tierra ha de seguir siendo habitable para los seres humanos, aunque con ello asuman riesgos muy elevados.
Prestemos atención a las ideas y proyectos que plantean los niños "con trastornos del comportamiento", prestemos atención al hecho de que sus especiales facultades anímicas, que no cuentan para nada en la actual sociedad del rendimiento, tanto más tendrán que ser utilizadas precisamente para introducir en esta sociedad una perspectiva humana de futuro. ¿Todo por casualidad?
A mis nuevos lectores quiero asegurarles que aunque yo hable de "ángeles", no se encontrarán aquí con una clase escrita de religión. La rehabilitación del concepto de ángel se vera justificada en el texto mismo, a mi entender, de una manera aceptable para los que al principio se muestran escépticos.
Henning Kóhler, Mayo de 2001
Contenido
- Fundamentos de una práctica educativa espiritual
- La ayuda de la noche
- ¿Responde el ángel?
- Las preguntas del guardián del puente
- Cuando el cuerpo es demasiado frío para el alma
- Cabeza fría, corazón caliente
- ¿Qué es la educación moral?
- La percepción como proceso creador universal
- La imitación y el anhelo del Bien
- Advertencias preliminares
- Sobre el "bienestar primordial"
- Notas marginales en torno al difícil tema del sentido vital
- El estado de consciencia despierto positivo y tranquilo y el "principio universal del bien"
- Los ritmos vitales y la confianza en la existencia
- El niño inquieto y nervioso
- El cultivo del sentido vital como liberación de la respiración
- Educación y auto-educación: la tolerancia
- La piel como órgano sensorial
- Sobre las características de la percepción del tacto
- "Sentirse impregnado del sentido de Dios"
- Sentido del tacto e interés por el mundo: diferencia, resonancia, evidencia
- Antropología y práctica educativa
- ¿Qué quiere decir "comprender..."?
- La relación afectuosa con el mundo
- Proximidad y vulnerabilidad
- El "yo corporal delimitado en el espacio"
- Sobre la llegada a la Tierra
- Educación y autoeducación: la atención afectuosa
- El trauma latente del niño pequeño
- Sentidos corporales y sociales sobre los miedos adquiridos
- El niño temeroso y vacilante: observaciones
- Preparativos para dormir y para el inicio del día
- Educación y autoeducación: la "mirada positiva"
- El niño temeroso y vacilantes: otras observaciones
- Resumen: sobre el trato con los niños inquietos y los niños temerosos
- La "sensación del propio ser anímico libre"
- El "sentimiento de autonimia"
- El compositor oculto
- Sobre la sintonización anímica
- Forma de movimiento - forma anímica
- Empatía y poder de compasión
- Conclusiones erróneas de condiciones difíciles del desarrollo
- El niño triste-meditabundo: trastornos latentes del sentido del movimiento
- Trasfondo: déficit de imitación en la primera infancia
- Tocado por el ángel: los anhelos inconscientes del niño
- Sobre el trato con los niños tristes-cavilosos
- Lenguaje con forma, gesto con sentido
- Educación y autoeducación: el poder de la compasión
- El sentido del equilibrio
- La liberación de los brazos y las manos
- Sentido del equilibrio y capacidad de juicio
- Equilibrio anímico y sentido de la justicia
- "La gracia que nos otorga el don del andar": sobre el papel director del sentido del equilibrio
- Equilibrio anímico y sentimiento de autoestima
- Resumen: Líneas directrices para niños tristes y meditabundos
- Palabras finales: pedagogía y ética
- Bibliografía