La Euritmia, un canto visible. Curso de Euritmia musical.
Referencia: 9788415827269
Los principios de la Euritmia musical que dio Rudolf Steiner
Ocho conferencias pronunciadas en Dornach del 19 al 27 de Febrero de 1924.
La Euritmia es el arte del movimiento inaugurado por Rudolf Steiner que hace visible en el espacio y a través del movimiento corporal aquello que en el interior del ser humano transcurre por medio de la palabra y de la música. Como quiera que su movimiento no es meramente coreográfico o subjetivo sino que es expresión de una realidad suprasensible objetiva que subyace en los miembros del ser humano, la Euritmia puede ejercer efectos terapéuticos. Por eso se ha desarrollado, no sólo como arte para los escenarios, sino que también ha encontrado su lugar en la medicina como terapia artística y en la escuela como herramienta educadora de los sentidos infantiles. La presente obra recoge uno de los dos principales ciclos de conferencias que Rudolf Steiner dio sobre la Euritmia y se concentra en la Euritmia Musical, el otro ciclo se dedica a la Euritmia como Palabra Visible.
- Traducción: Miguel López-Manresa, con la colaboración de Mireia Hernández y Albert Romaní en los términos musicales.
- Revisión: Francesc Fígols Giné
- Diseño de la portada: Miquel Fígols Cuevas.
Prólogo a la primera edición
No penetra en la esencia de la euritmia quien no quiera profundizar en la esencia del ser humano. El imprescindible fundamento para entender dicho arte es la Antroposofía, la sabiduría del ser humano. La sabiduría del ser humano es al mismo tiempo la sabiduría del universo, pues en el ser humano se hallan activos todos los misterios del cosmos, a fin de que, por las metamorfosis de su consciencia, pueda elevarse a nuevos niveles de manifestación.
Por consiguiente, quien quiera entender este libro ha de empezar por recurrir a las obras básicas del creador de este arte espiritual: me refiero a "Ciencia Oculta", "¿Cómo se alcanza el conocimiento de los mundos superiores?" y como resumen de lo que hizo en la inagotable labor de su vida para el proceso de metamorfosis de la conciencia humana, el libro publicado tras su muerte que contiene las transcripciones del ciclo de conferencias que lleva por título: "La Antroposofía, una introducción". (GA 234)
Lo que sabernos del ser humano no es más que la apariencia exterior; tras ella palpitan los misterios de la existencia. Proyectan su resplandor en el engranaje de la vida terrenal sobre todo mediante la virtud mágica del arte. Ahí el ser humano se acerca sin miedo a los misterios. pues éstos han entretejido a su alrededor el suave semblante de la belleza. Isis está velada y en su velo se entrelazan todos los fenómenos del mundo, si bien amortiguados. configurados compenetrados en la armonía de la forma. entrando en reposo en su expresión física. La palabra se derrama en la materia, la abarca, la
conforma - y una vez que la ha configurado la vuelve a transformar, una y otra vez - o bien se ve sepultada por ella, oscureciéndose y petrificándose así su semblante. Entonces la materia ha vencido. Pero esa victoria es tan solo aparente, parcial, pues la palabra tiene un poder creador eterno y allí donde el duro anquilosamiento le ha puesto cadenas, reúne sus fuerzas, las proyecta en el germen, lo hace estallar, hace saltar la cubierta invernal y entrando en incandescencia genera nueva luz y calor. Así sucede en la naturaleza y en la vida que crea su expresión en la naturaleza. La palabra hace que su vida afluya en la naturaleza y aunque al principio se oculta en ella, lo hace para anunciarse de múltiples maneras.
Antaño, cuando la humanidad era aún joven, se hallaba en estado de ensueño y avanzaba instintivamente, se crearon centros iniciáticos que hablaban a través de sus hijos, los Iniciados. Estos elegidos poseían sentidos espirituales que se habían despertado en los llamados oráculos o lugares de Misterios, cuyo origen se halla mucho más allá de las épocas históricas conocidas.
Allí la palabra hablaba en espíritu y verdad a quienes la entendían y hablaba en imágenes a quienes no hubieran podido verla en su pureza ni resistirla en su fuego original. Se convertía así en Imaginación. Y la Imaginación se vertía en el alma del ser humano y lo hacía artísticamente creador. Era evidente que con su arte el ser humano servía al Verbo, a la Palabra que había hecho nacer en él sus facultades. De ese modo la palabra y el arte se unían en el culto. Surgió así la tríada compuesta por verdad, belleza y fortaleza de la voluntad, es decir, de ciencia, arte y religión. Fueron producidas por las fuerzas del Verbo y crearon magníficas imágenes reflejas de su propio Ser.
Pero con el tiempo se les enfrentaron sus contraimá genes. Se extendieron la envidia, la duda y el odio. Se acercaron a la Palabra y a su manifestación en la verdad, la bella semblanza y la virtud. Y entablaron un combate.
Esa lucha continúa y tal vez nunca haya sido tan enconada, amarga e insidiosa como hoy.
Pues el ser humano alcanza su libertad, su libertad aparente, mientras sea ciudadano de la Tierra, pues aquí no ve otra cosa que los muros terrestres que le rodean, no ve más que el aspecto exterior del aire y de la luz. No ve las trampas ni los abismos, ni los oscurecimientos y posesiones que le amenazan; entre ellos se deslizan inadvertidamente sus pies. Pero es libre de rechazar la mano que le socorre, de apartarse de la luz y del Verbo y eso se lo hace a su propio yo con gran facilidad e inconsciencia. Porque para acoger esa mano salvadora que se le acerca desde arriba, ha de hacer el esfuerzo de alzarse, ha de luchar por elevarse, ha de poner sus fuerzas en levantarse, ha de aportar actividad y la fuerza pesada y oscura de la Tierra lo retiene.
Y está cansado; cansado por los siglos que han endurecido su cerebro, que como plomo se depositaron sobre sus hombros, que estrangularon y deshicieron su vínculo con el mundo espiritual, que era imaginativo, inspirativo y oculto en las intuiciones. Al principio no puede desarrollar los sentimientos que lo vinculan con ese mundo, su pensar no vibra, no penetra en el sentimiento, se limita a proyectar imágenes reflejas, a fotografiar. Y a su voluntad le falta el hálito, el fuego, la fuerza de empuje.
En vano se extienden hacia él manos desde la altitud, las ve, pero se hunde en sí mismo. No puede escalar el empinado muro de la montaña, le faltan las alas.
Por eso tiene que aprender a andar con pasos distintos, a caminar sobre tablas donde no hay suelo bajo sus pies, a aprender a ver allí donde al principio sólo sale lo
opaco a su encuentro, aprender a descifrar las letras de la Palabra, del Verbo perdido cuya realidad presiente.
Antaño existieron los Misterios que le enseñaban cómo había que hacerlo. Y para aprenderlo el ser humano debía empezar por morir en sí mismo, sumergirse en todo lo que había fuera de él, lo que parecía presentársele desde fuera: tenía que aprender a conocer desde dentro. Yen ese momento volvía a encontrarse en el otro lado como conocedor y su humanidad dependía entonces de su voluntad impregnada por el sentimiento.
Hoy en día la humanidad en su conjunto ha de hacer eso. Hoy los Misterios vuelven a brillar desde la perspectiva histórica y le susurran al ser humano desde el mundo circundante materialmente endurecido. Él siente cómo se acercan. Quisiera burlarse de ellos, pero no siempre se atreve, porque muchos hechos le hacen sospechar su presencia y murmuran a sus oídos su existencia oculta y su capacidad de acción.
De ese modo se inquieta; y la inquietud le obliga a negar. Pero no le abandona. Con pasos tímidos empieza a buscar allí donde brilla la luz crepuscular, donde ninguna luz puede cegarle, donde se deslizan los espectros: le gusta penetrar en las tierras fronterizas. Allí puede uno reírse impunemente.
Y lanza piedras allí donde hay peligro, donde brillan la fuerza y el resplandor, donde domina la inevitable claridad del pensamiento, pues quiere destruirlo, aniquilarlo. Brota el odio.
Pero de las cenizas emerge la vida. La vida es invencible. Captada por la palabra asciende y fluye, llevando sus destellos a las estrellas y a los hombres. Ardiendo con poder sideral, la fuerza creadora del Verbo le habla de nuevo al ser humano buscando despertarlo.
Cuando el Verbo quiere dirigirse al ser humano lo
hace sobre todo a través de la llama. Es su elemento equivalente.
Pero pocos entienden ese lenguaje. La llama quema y aterroriza a quien sólo se acerca a ella tímidamente. Ella prende, ilumina como un rayo el mundo a su alrededor, vuelve luego a hundirse en sí misma y, como calor, intenta alimentar y promover la vida.
Luego atraviesa las hondonadas del elemento terrenal y las venas que palpitan en él hasta llegar al corazón calentándolo y haciéndolo vibrar y a los pensamientos, haciéndolos móviles, atrevidos y sostenedores.
El Verbo se abre paso a pesar de la muerte, la rigidez y el adormecimiento. Y nosotros, parecidos a la serpiente en el cuento de Goethe, hemos de buscar su oro luminoso en las grietas y hondonadas, lejos del fulgor del día. ¿Qué es más vivificante que la luz? - pregunta el rey de oro. "La conversación", responde el hombre de la lámpara.
La conversación: el amortiguamiento de la palabra, su mitigación, pero no su envilecimiento; su envoltura, que nos permite soportar su fuerza creadora mientras nuestros oídos terrestres no pueden oiría directamente, ni verla nuestros ojos en el resplandor de su ser.
La conversación tiene muchos giros y formas de expresión, suaves cascarones perfumados que permiten intuir lejanas amplitudes, armas afiladas que siempre aciertan, actos de voluntad chispeantes de fuerza.
Si la conversación ha de conducirnos al Verbo cósmico no podemos desperdiciarla en pequeña calderilla. Se ha de buscar su expresión propia en la manera de formarla. Y en esas formaciones se ha de conseguir que se introduzca la semblanza bella detrás de la cual se oculta la esencia. Si ha de manifestarse un nuevo aspecto de ese ser, se crean entonces nuevas formas artísticas.
Y de las formas así creadas, la vida de la Palabra vuelve a hablarnos renovada, nos revela aspectos más profundos de la plenitud de su ser, despierta fuerzas latentes en nosotros, hace saltar los portales que estaban cerrados.
Tal vez el Verbo que acaba de captarse y entenderse nos eleve entonces a los brazos que, desde el mundo anímico, nos invocaban y querían atraernos hacía sí, dándonos su amor y su estímulo.
Los brazos y las manos, esa expresión física de lo anímico, esa apariencia imaginativa del ser impregnada de calor, hablan un lenguaje muy elocuente. Han encontrado ahora una forma de arte que hasta hoy no habían logrado: la euritmia. Viven su propia vida en el movimiento vibrante por el que se nos revela su ser. En este nuevo arte se ven rescatados por primera vez, en él se hallan no sólo activos, sino también liberados y fluentes. Nos aportan insospechadas posibilidades para nuestro crecimiento. Los movimientos se revelan en sus leyes y hacen fluir fuerzas vitales, fuerzas etéreas libres portadoras de alma. Son expresión de lo que, como ser humano superior, se halla detrás del ser humano físico, son la fuerza formadora, son lo que la forma es en el sentido de Schiller: "divina, la que se mueve entre los dioses". Su fuerza vital despertadora se derramará en las almas de quienes no quieren cerrarse a la belleza pura: "Por el portal matutino de la belleza nos será otorgado penetrar en el país del conocimiento".
Cuando nos vemos obligados a publicar un libro como éste nos gustaría que el arte tuviera suficiente con hablar en su lenguaje propio inmediato, sin que tuviera que justificarse usando fórmulas cognoscitivas. Tendría que convencer con su propia naturaleza inherente. Pero el tiempo apremia, la humanidad apremia y las fuerzas de
destrucción están activas. Las contraimágenes emergen desde los abismos y se sitúan junto a las imágenes originales.
La rigurosa e inexorable demanda del presente es la formación de la consciencia. Esa formación de la consciencia que ha de abrirse paso más allá de las fronteras sensoriales. Ha de atreverse ahora a vislumbrar las fuerzas del origen, puede acercarse ahora, en el yo, a su arquetipo; ha de despertar en sí misma la fuerza del yo que la vincula con el espíritu.
Isis levanta su velo: irradia en todos sus colores desde de lo profundo hasta lo alto. Detrás de ella se halla el Todo. Sus colores crean el puente del arco iris y el ser humano que ha vencido la gravedad puede atravesar ese puente. Pasado y futuro se iluminan, el oscuro presente ha sido sometido.
El puente es la consciencia recién adquirida gracias a la cual brilla la luz en la oscuridad.
Marie Steiner Dornach, 1927
INDICE
1a Conferencia: Dornach 19 de febrero de 1924
La vivencia del tono mayor y del menor. Lo vocal como vivencia esencial: O-U (modo mayor) A-E (modo me¬nor). Sus efectos en la euritmia curativa. Formación del
acorde mayor y menor. La vivencia de la I 5
2a Conferencia: Dornach, 20 de febrero de 1924
El gesto de lo musical: La nota fundamental en relación con la octava. Comparación de la vivencia del intervalo de tercera con el de quinta y séptima. Secuencias de séptima: estructuras tonales en la época atlante. Diferen¬cia entre las consonancias y las disonancias. La vivencia
de la cuarta 23
3a Conferencia: Dornach, 21 de febrero de 1924
La resolución del acorde y de lo armónico en la melodía. La relación de la séptima y de la sexta con la nota funda¬mental. La euritmia musical o tonal ejerce un efecto corrector sobre lo musical. La euritmia de la verbal o de la palabra ejerce un efecto corrector sobre la declama¬ción y la recitación. La disolución del acorde y de lo armónico en la melodía. La melodía en la nota indivi¬dual. Compás, ritmo y escala tonal. Concordancia de la escala tonal con las vocales principales. Parentesco de lo musical con el lenguaje 39
4a Conferencia: Dornach, 22 de febrero de 1924
La progresión de los motivos musicales en el tiempo. La acción impulsora del motivo y la barra del compás en un
ejemplo musical. El poema, "sobre todas las cimas " El efecto sanador de la euritmia tonal curativa 55
5a Conferencia: Dornach, 23 de febrero de 1924
La euritmia coral. Sobre Hauer, el músico austríaco. Sobre la arquitectura, los acordes, los acordes tríada y las cuatríadas expresados en el espacio. Tónica, dominante y subdominante. La euritmia coral. La curvatura de las formas en los tonos bajos y su estiramiento en los tonos agudos. La secuencia tonal si la mi re en relación con la palabra TAO 71
6a Conferencia: Dornach, 25 de febrero de 1924
La nota prolongada y la pausa. Lo puramente musical se halla en el intervalo. Mención del cinematógrafo como ejemplo de la pérdida de musicalidad. La meditación TAO. Las vocales O U se hallan inscritas en lo musical. La I y la E se salen de lo musical. La nota prolongada y la pausa. Tensión y liberación. Disonancia y consonancia. El intervalo de segunda 87
7a Conferencia: Dornach, 26 de febrero de 2007
La clavícula como punto de arranque de los movimientos de la euritmia musical. El brazo humano con la mano, equivale a la escala. Graves y subgraves. La cadencia del modo mayor y la del modo menor. Cómo el movimiento se impregna de sentimiento en la euritmia tonal. Eurit mia curativa 103
8a Conferencia: Dornach, 27 de febrero de 1924
Altura, duración e intensidad de los sonidos. Cambio de tempo. Ethos, pathos. El fraseado en la música. La euritmia no tendría que convertirse en danza 119
Prólogo a la primera edición (Marie Steiner) 135