Feliz como una perdiz
Referencia: 9788417208288
Mindfulness, actividades, juegos, música y otros hábitos
Hábitos positivos para una felicidad de por vida
En esta guía práctica la neurocientífica Jenny Barnett y la profesora y madre Alexia Barrable demuestran que puedes aumentar de forma espectacular la felicidad de tu hijo con solo unos minutos al día. Y lo hacen a través de métodos cuya eficacia ha sido demostrada científicamente y que inculcarán en ellos habilidades de felicidad que les durarán toda la vida.
Un libro repleto de actividades sencillas para niños de todas las edades donde descubrirás:
• Que practicar el mindfulness es posible, incluso, para un niño pequeño.
• Que pasar tiempo al aire libre, sea cual sea el clima, mejora el estado mental.
• Que cantar, reír y acariciar a un gato activan la «química de vínculos afectivos».
• Que fomentar la gratitud hará más feliz a tu hijo adolescente.
Este libro no te dirá cómo ser un padre perfecto o cómo criar hijos perfectos, pero te dará métodos de comprobada eficacia para que el tiempo que pases con tu hijo sea más agradable, significativo y, finalmente, más feliz.
Alexia Barrable
Alexia Barrable trabaja como profesora de Infantil y, tras profundizar en la psicología positiva, pidió a su amiga y neurocientífica Jenny Barnett que la ayudara a escribir este libro. Alexia se crió entre Grecia y Reino Unido, dio clases en varios colegios de Londres y, cuando regresó a Grecia, trabajó en colegios internacionales. También ha dado clases en un máster de Educación en la Universidad de Dundee (Escocia). Alexia vive en las montañas que rodean Atenas con su marido, sus dos hijos y cuatro perros.
Jenny Barnett
Jenny Barnett es neurocientífica y se dedica a aplicar la ciencia cognitiva a los problemas prácticos. Estudió en las universidades de Oxford, Cambridge y Harvard, y es investigadora honoraria de la Universidad de Cambridge. Ha participado en más de cincuenta estudios científicos sobre la salud mental y las causas de las enfermedades mentales.
Índice
Prólogo 15
Introducción. Si eres feliz y lo sabes 19
Cómo utilizar este libro 19
La idea 20
¿Por qué la felicidad? 22
Un tema primordial 23
Una mención breve, pero importante, sobre los modelos . 24
Sonrisas 27
La idea 27
El estudio 27
En la escuela 31
Provoca una sonrisa: simplemente di «gracias» 32
Un chiste al día 32
Practica las sonrisas 33
Amigos sonrientes 34
En casa 35
Empieza el día con una sonrisa 35
Rodéate de sonrisas 36
Ritual de pensamientos felices 36
Incorpora la tecnología 37
Gratitud 39
La idea 39
El estudio 40
En la escuela 43
¿Qué es la gratitud? 43
El árbol de la gratitud 44
El primer paso para ser agradecido es reconocer
que lo que tienes es un regalo 44
En casa 46
Da las gracias por los alimentos que vas a tomar 46
Da las gracias mientras recogéis 47
El abeto navideño de la gratitud 48
Incorpora la tecnología 49
Cantar 51
La idea 51
El estudio 52
En la escuela 54
Canciones felices/alegres 54
Canciones de transición 55
Escoge una canción 56
En casa 57
Una canción para cada ocasión 57
Hora de vestirse 59
Viajes en coche 59
Incorpora la tecnología 60
Dale sentido 61
La idea 61
El estudio 62
En la escuela 64
Los encargados 65
Ayuda a los demás 70
Beneficencia 71
En casa 72
Una tarea para cada uno 72
Cuidar de otros 72
¡A cocinar! 74
Un círculo virtuoso 75
La magia del tacto 77
La idea 77
El estudio 78
En la escuela 81
Estrecharse la mano 82
El repertorio completo de comunicación no verbal 83
Toca y juega 85
En casa 86
Carga con el bebé 87
Masajes para bebés (y peques) 88
Rituales táctiles 89
Como un cachorro de león 91
Aprende a fluir 93
La idea 93
El estudio 94
En la escuela 96
Fluir con el trabajo académico 97
Fluir en el juego 99
En casa 100
Los modelos 101
Fluir en sociedad 102
No sobrecargues el horario 102
Incorpora la tecnología 104
Decisiones felices 105
La idea 105
El estudio 106
En la escuela 108
Pasa de las recompensas materiales a fomentar la autonomía 108
Mejora las decisiones limitando las opciones 111
Facilita la elección por defecto 112
En casa 112
Exceso de juguetes 112
Haz limpieza de juguetes 114
Un cumpleaños sin juguetes 115
Las experiencias por encima de las cosas materiales 116
Al aire libre 119
La idea 119
El estudio 120
En la escuela 123
Lo ideal: granjas escuela 123
La realidad: introduce el microdescanso 124
Da la clase al aire libre 126
Naturaleza urbana 127
Lleva dentro lo de fuera 128
La jardinería como vía hacia la felicidad 129
En casa 130
Empieza pronto 130
Dale importancia. Inclúyelo en la agenda 130
El equipamiento adecuado 132
La actitud apropiada 133
Incorpora la tecnología 134
Mindfulness 135
La idea 135
El estudio 136
En la escuela 137
Mindfulness con los sentidos 139
Vuelta a lo esencial 141
Como nubes en el cielo 143
En casa 145
Clase de yoga 145
Mindfulness en la naturaleza 146
Mi propia técnica de mindfulness: colorear 147
Incorpora la tecnología 149
Reutiliza la felicidad 151
La idea 151
El estudio 152
En la escuela 154
El ritual de pasar lista 154
Mira hacia delante 155
Mira hacia atrás 155
En casa 156
Días especiales 157
Compra un calendario y haz la cuenta atrás 157
Recuerda y recrea momentos felices 158
Incorpora la tecnología 159
Epílogo 161
Bibliografía 163
Bibliografía por capítulos 165
Prólogo
Por Alice Callahan, autora de The Science of Mom
La semana pasada, mi hija Cee, de cinco años, y yo salimos a hacer un poco de ejercicio. Cee acaba de aprender a montar en bicicleta sin ruedines, así que siempre está dispuesta a practicar un poco. Ya mí me encanta salir con ella para hacer algo de ejercicio y que me dé un poco el aire. Habíamos pasado una época muy ajetreada visitando a familiares y viajando, y por fin podíamos estar un rato juntas. Pensé que eso era justo lo que necesitábamos.
Pero lo cierto es que fue un verdadero desastre. Cee se quejaba por todo: por los baches de la calle, por el frío, por mis normas de seguridad, porque iba demasiado despacio y, unos segundos más tarde, demasiado rápido. Intenté que no me afectara, aunque no conseguí que su humor mejorara. Era como si hubiera decidido que en ese momento no podía ser feliz.
Por la noche, tras acostar a Cee y a su hermanito, empecé a leer Feliz como una perdiz. En la primera página descubrí lo que había llevado a Alexia Barrable y Jenny Barnett a escribir: que, en última instancia, lo que queremos todos los padres es que nuestros hijos sean felices.
¡Sí! Esas palabras me parecieron de lo más acertadas, sobre todo después de lo que acababa de vivir con mi hija horas antes.
Lo que más deseaba en el mundo era que Cee fuera feliz. Esa tarde había esperado que disfrutara de la fuerza de sus piernas en vez de quejarse porque estaba cansada; que se fijara en la belleza del atardecer en vez de refunfuñar a causa del frío, y que sintiera gratitud por el hecho de poder pasar un rato juntas en vez de enfadarse con mis reglas.
Como cualquier padre sabe, es imposible que los hijos estén siempre contentos, por lo que si nos empeñamos en ello lo único que conseguiremos será frustrarnos. Todos tenemos días en que las cosas no nos salen como queremos. Así pues, dejé que Cee tuviera su tarde gruñona, pero en cuanto se durmió, me puse a pensar en cómo podíamos cultivar la felicidad dentro de la familia. Feliz como una perdiz llegó en el momento justo.
Este libro nos enseña que la felicidad no es algo que aparezca por arte de magia. No es algo que debamos esperar sentados, como la buena suerte o el buen tiempo. Es algo que podemos propiciar, tanto para nosotros como para nuestros hijos. Y lo que es más importante, podemos enseñarles, básicamente con el ejemplo, a generar su propia felicidad, una habilidad que les será útil a lo largo de toda su vida.
A primera vista, desear que nuestros hijos sean felices puede parecer una aspiración un tanto superficial. Puede evocar la imagen de un niño que consigue todo lo que pide o con una vida repleta de vivencias divertidas. Pero sabemos por experiencia propia que el hecho de poseer más cosas no proporciona la felicidad, y que la diversión depende tanto de nuestra actitud como de la experiencia en sí.
Tal y como nos muestra Feliz como una perdiz, resulta que las cosas que nos hacen más felices también fomentan que seamos mejores personas, de modo que desear que nuestros hijos sean felices no tiene nada de superficial. Expresar gratitud, sentir que el trabajo tiene sentido, ayudar a los demás o ser más conscientes, son ejemplos de comportamientos que pueden hacer feliz a un individuo, pero además se contagian, por lo que mejoran el mundo que nos rodea. Con el tiempo, pueden convertir‑
Lo que más deseaba en el mundo era que Cee fuera feliz. Esa tarde había esperado que disfrutara de la fuerza de sus piernas en vez de quejarse porque estaba cansada; que se fijara en la belleza del atardecer en vez de refunfuñar a causa del frío, y que sintiera gratitud por el hecho de poder pasar un rato juntas en vez de enfadarse con mis reglas.
Como cualquier padre sabe, es imposible que los hijos estén siempre contentos, por lo que si nos empeñamos en ello lo único que conseguiremos será frustrarnos. Todos tenernos días en que las cosas no nos salen como queremos. Así pues, dejé que Cee tuviera su tarde gruñona, pero en cuanto se durmió, me puse a pensar en cómo podíamos cultivar la felicidad dentro de la familia. Feliz como una perdiz llegó en el momento justo.
Este libro nos enseña que la felicidad no es algo que aparezca por arte de magia. No es algo que debamos esperar sentados, como la buena suerte o el buen tiempo. Es algo que podemos propiciar, tanto para nosotros como para nuestros hijos. Y lo que es más importante, podemos enseñarles, básicamente con el ejemplo, a generar su propia felicidad, una habilidad que les será útil a lo largo de toda su vida.
A primera vista, desear que nuestros hijos sean felices puede parecer una aspiración un tanto superficial. Puede evocar la imagen de un niño que consigue todo lo que pide o con una vida repleta de vivencias divertidas. Pero sabemos por experiencia propia que el hecho de poseer más cosas no proporciona la felicidad, y que la diversión depende tanto de nuestra actitud como de la experiencia en sí.
Tal y como nos muestra Feliz como una perdiz, resulta que las cosas que nos hacen más felices también fomentan que seamos mejores personas, de modo que desear que nuestros hijos sean felices no tiene nada de superficial. Expresar gratitud, sentir que el trabajo tiene sentido, ayudar a los demás o ser más conscientes, son ejemplos de comportamientos que pueden hacer feliz a un individuo, pero además se contagian, por lo que mejoran el mundo que nos rodea. Con el tiempo, pueden convertir‑
se en hábitos para toda la vida, en una forma de ser que ayudará a nuestros hijos a mostrarse fuertes ante las adversidades y las decepciones, y a disfrutar de una existencia feliz, incluso cuando ya no vivan bajo el mismo techo que nosotros.
Las autoras de Feliz como una perdiz, haciendo un gran favor a padres y educadores, han analizado los distintos estudios científicos que hay sobre la felicidad y han identificado las estrategias con base empírica que pueden potenciarla. Este libro, que cuenta así con aval científico y cuyas recomendaciones han sido comprobadas en el aula y en casa por una de las autoras, es un tesoro repleto de ideas que puedes probar para ver cuáles funcionan mejor con tus pequeños.
Cuando nos ocupamos de los niños, tenemos la sensación de que dedicamos la mayor parte del día a quehaceres mundanos. Estamos constantemente cambiando pañales y ropa, cocinando y limpiando, jugando y ocupándonos del baño, despertándonos y acostándonos. ¿Hasta qué punto podemos infundir felicidad a todas esas rutinas?
Este libro me ha servido de inspiración para empezar a centrarme en unos pocos momentos del día aparentemente intrascendentes pero significativos. Me he propuesto comenzar cada mañana con un saludo alegre, de modo que cuando mis hijos me despiertan ( ¡siempre es demasiado pronto!), les doy un abrazo y un beso, y les dedico unas palabras cariñosas. Antes de la cena, todos nos paramos a pensar en algo por lo que nos sentimos agradecidos. Y al final del día, cuando acuesto a Cee, tenemos una especie de ceremonia que consiste en decir qué es lo que más nos ha gustado de la jornada, una forma de reutilizar la felicidad y de irse a dormir con un pensamiento feliz en la cabeza.
En Feliz como una perdiz hay otras muchas ideas que pienso probar con mis hijos. Este libro nos muestra que unas cuantas acciones y hábitos sencillos pueden ser muy útiles para alegrarnos el día y, por tanto, también la infancia.
Introducción.
Si eres feliz y lo sabes
La felicidad da sentido y propósito a la vida, es el objetivo y fin último de la existencia.
ARISTÓTELES
La felicidad depende de nosotros mismos.
ARISTÓTELES
Cómo utilizar este libro
Esta obra no es un manual sobre la paternidad. No te enseñará a ser un progenitor intachable ni a criar hijos perfectos, pero te proporcionará unas cuantas ideas para que los días que pases con tus hijos resulten más divertidos, agradables y, en definitiva, más felices. Es un análisis exhaustivo que nos muestra qué cosas hacen dichosos a los niños; un viaje en el que aprenderás cuál es la mejor forma de poner en práctica la teoría. En las páginas que siguen se recoge todo lo que he hecho a lo largo de estos años para introducir hábitos felices tanto en mis clases como en mi casa. Gracias a toda esa experiencia, puedo afirmar que usar estas técnicas tiene un efecto secundario muy positivo: la familia entera sale ganando. ¡La felicidad es contagiosa!
El libro no está pensado para leerlo de principio a fin de un tirón. Va dirigido a padres y madres de niños pequeños que no pueden permitirse el lujo de leer sin interrupciones, así que tómalo y déjalo tantas veces como quieras, ábrelo por un capítulo cualquiera y sáltate el siguiente si te apetece: no hay una forma correcta de leerlo ni un orden determinado que seguir. Zambúllete en él y luego abandónalo, prueba distintas cosas y verifica si esos hábitos funcionan contigo y tu familia.
Cada capítulo se subdivide en varias secciones. Primero se introduce brevemente el hábito y se echa un vistazo a los estudios científicos que avalan la idea. Luego siguen dos secciones prácticas en las que describo cómo he puesto en marcha dichos hábitos: en mi vida profesional como profesora y después en casa con mis hijos. He incluido asimismo vivencias de madres con más experiencia que yo: ¡a menudo el recurso más preciado para encontrar soluciones prácticas son las madres que me llevan ventaja en esto de la maternidad, aquellas que ya han pasado por ello antes que yo! Al final de la mayoría de los capítulos sugiero formas de usar la tecnología para incorporar estos hábitos felices a vuestra vida. Si sois padres de niños un poco más mayores, con la ayuda de esta sección os resultará más fácil conseguir que se impliquen.
La idea
La idea de escribir este libro se me ocurrió antes de tener a mi primer hijo. Ante mi inminente maternidad me sentía abrumada, emocionada y aterrada, casi siempre a partes iguales, y me preguntaba qué quería exactamente para mis futuros hijos. ¿Qué aspiraciones tenía para ellos? Como profesional experimentada en el campo educativo, había oído a muchos padres decir lo que deseaban para sus hijos. Me parecía que la gente solía tener aspiraciones de lo más diversas y, sin embargo, bastante parecidas en relación a esta cuestión. Si les sonsacabas de verdad, si llegabas al verdadero meollo de la cuestión, descubrías que lo que la gente quería para sus hijos podía resumirse en una sola palabra: felicidad. Así pues, también yo llegué a esa misma conclusión, que el don más preciado para mis futuros hijos era la capacidad de ser feliz. No solo de divertirse, aunque ese también puede ser un propósito interesante, sino de ser feliz de un modo más profundo, trascendente y pleno.
La ciencia de la felicidad y el bienestar, lo que suele conocerse como «psicología positiva», ha despegado definitivamente. Liderados por Martin Seligman, actualmente hay cientos de científicos que investigan el campo de la felicidad, anteriormente tan esquivo. Han descubierto, y siguen descubriendo, muchas cosas interesantes sobre ella; algunas no hacen más que confirmar lo que el sentido común o la sabiduría popular ya intuía, pero otras resultan bastante sorprendentes e incluso contrarias a lo que nos dice la intuición.
Siempre he creído en la práctica basada en la evidencia, incluso en el campo de la educación. Por aquel entonces, trabajaba como profesora a tiempo completo y sentía que tenía la oportunidad de aplicar parte de esas nuevas investigaciones en el aula, junto con todo lo que había aprendido durante los diez años que llevaba dando clases a niños. Más tarde, tras convertirme en madre a tiempo completo, volví a los libros que hablaban sobre la felicidad e intenté ponerlos en práctica en casa con mis dos hijos, Joe, el mayor, y Oliver, que nació al principio de este proyecto. ¡Mi sufrido esposo, Duncan, fue un gran apoyo y decidió unirse al experimento!
Para dar un poco de sentido a los estudios existentes, que cada vez eran más, pedí ayuda a mi amiga Jenny, que es psicóloga y neurocientífica, y comparte mi pasión por aplicar la ciencia a la vida cotidiana. Juntas leímos y analizamos un gran número de estudios sobre bienestar y felicidad. Poco a poco, empezamos a confeccionar una lista de prácticas cotidianas que parecían aumentar el bienestar, mejorar el estado de ánimo, hacer que los días fueran más placenteros y, en general, la vida más plena. Cuanto más analizábamos, más claro resultaba que eso de la fe‑
licidad no tenía ningún secreto; simplemente era algo que se manifestaba a través de las pequeñas cosas, en distintos momentos: tomar un helado junto al mar, el olor de la hierba recién cortada, un paseo con tu perro, preparar una fiesta sorpresa. Las personas más felices parecían ser aquellas que habían encontrado la forma de hacer que esos pequeños momentos fueran lo primordial en su vida: la mayor satisfacción y el objetivo final.
A medida que profundizábamos en lo que leíamos, fuimos viendo que la gente feliz solía tener unos cuantos hábitos clave, de modo que empezamos a considerar la felicidad como un conjunto de rutinas cotidianas. En este libro hemos intentado reunir la mayor parte de todo eso. Sin embargo, la lista no es para nada exhaustiva. Los diez aspectos de la felicidad que abordamos son simples sugerencias que, si se adoptan y se usan con regularidad, deberían aumentar el bienestar.
Algunas proposiciones te levantarán el ánimo de inmediato («Sonrisas» y «Cantar») y otras te llevarán a vivir una vida plena («Dale sentido» y «Aprende a fluir»). Algunas introducirán pequeñas modificaciones en tu rutina diaria («Al aire libre» y «Mindfulness»), mientras que otras implicarán un cambio de perspectiva («Gratitud»). Las relaciones y la comunidad son básicas en la mayoría de ellas: nos acercan más unos a otros, como familia, y fortalecen las relaciones sociales. Por último, todas están avaladas por pruebas científicas, que hemos tratado de explicar de un modo sencillo y fácil de entender.
¿Por qué la felicidad?
A menudo me preguntan por qué doy tanta importancia a la felicidad, en vez de centrarme en otras destrezas vitales o académicas. Para evitar posibles malentendidos, empiezo siempre por explicar en términos sencillos qué es, en mi opinión, la felicidad. Para mí, y por lo que respecta a este libro, la felicidad
es la alegría de vivir (joie de vivre), que puede hallarse en los pequeños placeres del día a día, pero también y más importante, la sensación permanente de satisfacción que la gente experimenta cuando lleva una vida plena. No es una vida repleta de cosas materiales, de placeres hedonistas, sino llena de significado, de relaciones estrechas y de actividades gratificantes. Creo que si anteponemos este tipo de felicidad, otras cosas buenas le seguirán.
¡También hay pruebas de eso! Los estudios indican que los alumnos felices son mejores estudiantes: suelen estar más motivados y son capaces de permanecer más tiempo concentrados. Datos recientes sugieren que a los dieciocho meses los niños aprenden más deprisa si hay risas de por medio. Los alumnos más felices acostumbran a ser los que tienen un comportamiento más adecuado en clase, lo que puede llevar a un círculo virtuoso gracias al que todos acaban aprendiendo más y mejor.
La gente feliz es también más agradable (y según parece, la gente agradable, es asimismo más feliz). Con frecuencia, están más sanos, viven más tiempo y tienen relaciones más duraderas, lo que a su vez hace que sean más felices todavía. Y finalmente, la gente feliz suele tener más éxito, ya que al parecer la felicidad te lleva a trabajar más duro con la esperanza de un futuro mejor. Por tanto, aunque vale la pena perseguir la felicidad por sí misma, el hecho de ser feliz tiene otras muchas ventajas: ¡todas ellas son cosas que los padres deseamos para nuestros hijos!
Un tema primordial
Los seres humanos somos animales sociales. Hemos evolucionado para formar parte de una tribu, de un pueblo, y el deseo humano básico de pertenencia sigue siendo muy fuerte. Queremos integrarnos en grupos, sean pequeños, como una pareja y una familia, u otros más grandes, como una iglesia, un club o un equipo. No importa si eres introvertido o extrovertido: la interacción social, el hecho de hablar y estar juntos, hace que seamos más felices.
Las relaciones con aquellos que nos rodean son una fuente importante de felicidad. (¡Y de alguna que otra trifulca, no te quepa ninguna duda!) Por tanto, ningún libro sobre bienestar que se precie estaría completo si no las tuviera en cuenta. Pero como verás, no hay ningún capítulo dedicado específicamente a socializar o establecer vínculos fuertes con aquellos que nos rodean. La razón es que el tema de las relaciones, dentro y fuera de la familia, está presente en todos los capítulos. Cada uno de los hábitos felices que abordamos tiene que ver, en parte, con reforzar los lazos entre nosotros, dentro del ámbito familiar o de la comunidad en general. Actividades como cantar en un coro o trabajar como voluntario propician de algún modo que seamos más felices porque gracias a ellas establecemos nuevas relaciones y vínculos que hacen que nos sintamos parte de la comunidad. Cuando creamos una nueva tradición familiar, recordamos experiencias que hemos compartido, o simplemente cuando nos sentamos a comer o damos paseos juntos, estamos fortaleciendo los lazos familiares que fomentan un bienestar duradero para todos y cada uno de los miembros de la familia.
Una mención breve, pero importante, sobre los modelos
Son muchos los estudios que corroboran que los niños aprenden de los que les rodean, sobre todo imitando lo que hacemos nosotros los adultos. Esto es así en todos los ámbitos de la vida, desde los modales en la mesa a la amabilidad, desde la paciencia a la higiene dental. Pero hay algo más: los niños no solo imitan el resultado final, sino que observan atentamente y tienden a copiar todas las acciones que llevan hasta él. De hecho, esta característica de los humanos puede ser una de las piedras angulares que explican cómo se transmite la cultura. Por consiguiente, es aconsejable olvidarse de las enseñanzas explícitas y dejar que nuestros hijos hagan aquello que mejor se les da: asimilar nuestros hábitos de felicidad observando cómo los practicamos a diario. Si con ello aumentamos la felicidad y el bienestar de todos y cada uno de los miembros de la familia, ¡está claro que todo el mundo saldrá ganando!
Ficha técnica
- Autor/es:
- Alexia Barrable, Jenny Barnett
- Editorial
- Amat
- Formato
- 15,3 x 23 cm
- Páginas
- 176
- Encuadernación
- Rústica con solapas (tapa blanda)
- Prólogo
- Alice Callahan