Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva
Referencia: 9788408143987
La revolución ética en la vida cotidiana y en la empresa
Edición revisada y actualizada
Casi todo el mundo intuye que su comportamiento, tanto en el trabajo como en la vida privada podría mejorar en muchos aspectos, pero pocos saben cómo conseguirlo.
Paidós conmemora el 20 aniversario de la publicación en lengua castellana del libro más importante de la historia del management.
Stephen R. Covey, el llamado Sócrates americano, no da consejos paternalistas ni se dedica a sermonear sin ton ni son. Su método es claro, certero y eficiente: un cursillo dividido en siete etapas que el lector deberá asimilar y poner en práctica por su propia cuenta, adaptándolas a su personalidad y aplicándolas libremente en todos los ámbitos de la vida empresarial.
Para ello, el autor se sirve de anécdotas penetrantes y significativas destinadas a hacernos reflexionar sobre cada uno de nuestros actos y sobre el modo de acceder al cambio, a la verdadera efectividad: desde la visión personal hasta la renovación equilibrada, pasando por el liderazgo personal, la administración personal, el liderazgo interpersonal, la comunicación empática y la cooperación creativa.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, y a través del desarrollo de ciertos conceptos, el lector acaba comprendiendo que todo lo que hagamos deberá estar de acuerdo con lo que verdaderamente captamos de la realidad que nos rodea. Por tanto, si queremos cambiar la situación, deberemos cambiarnos a nosotros mismos con eficacia y para ello también modificar nuestras percepciones. El resultado es la construcción de una autoconfianza a prueba de bomba a través del desarrollo del propio carácter, de la integridad, la honestidad y la dignidad humana necesarias para transformar nuestro universo laboral en algo auténtico e intransferible.
- Nº de páginas: 480 págs.
- Encuadernación: Tapa blanda
Sumario
Prólogo a la edición del 25 aniversario, por Jim Collins 11
Homenaje de la familia a un padre altamente efectivo 19
Prólogo a la edición de 2004, por Stephen R. Covey 25
Agradecimientos 33
Paradigmas y principios
De dentro hacia fuera 37
La Personalidad y la Ética del Carácter 40
Grandeza primaria y secundaria 44
El poder de un paradigma 46
El poder de un Cambio de Paradigma 53
Ver y ser 55
El paradigma basado en principios 56
Principios del desarrollo y el cambio 60
El modo en que vemos el problema es el problema . . . 65
Un nuevo nivel de pensamiento 68
Panorama general de los 7 Hábitos 73
Los hábitos definidos 74
El Continuo de Madurez 76
La efectividad definida 80
Tres tipos de bienes 82
CP organizacional 85
Cómo usar este libro 88
Lo que se puede esperar 89
II
Victoria Privada
Hábito 1: Ser Proactivo® 93
El espejo social 96
Entre el estímulo y la respuesta 98
La «proactividad» definida 100
Tomar la iniciativa 105
Actúe o deje que los demás actúen por usted . . . . . . 106
Escuchar nuestro lenguaje 108
Círculo de Preocupación/Círculo de Influencia 111
Control directo, indirecto e inexistente 115
Ampliar el Círculo de Influencia , 116
Los «tener» y los «ser» 118
La otra punta de palo 120
Comprometerse y mantener los compromisos 122
Proactividad: el test de los treinta días 123
Sugerencias prácticas 124
Hábito 2: Comenzar con un Fin en Mente® 125
Lo que significa Comenzar con un Fin en Mente 128
Todas las cosas se crean dos veces 130
Por designio u omisión 131
Liderazgo y administración: las dos creaciones 132
Reescribir el guión: conviértase en su primer creador. . 135
El Enunciado de Misión Personal 138
En el centro 141
Centros alternativos 143
Identificar su propio centro . . . . . . 152
Un Centro de Principios 156
Cómo redactar y usar el Enunciado de Misión Personal 162
Usar la totalidad del cerebro 164
Dos maneras de utilizar el hemisferio derecho del cerebro 165
La identificación de roles y metas 170
Enunciados de Misión Familiar 173 Enunciados de Misión Organizacional 174
Sugerencias prácticas 180
Hábito 3: Poner Primero lo Primero® 181
El poder de la voluntad independiente 185
Cuatro generaciones de la administración del tiempo. . 186
Cuadrante II 188
Lo que supone decir «No» 194
Ingresar en el Cuadrante II 196
La herramienta del Cuadrante II 198
Cómo convertirse en un autoadministrador de Cuadrante II 201
Vivirlo 208
Progresos de la cuarta generación 209
La delegación: cómo aumentar P y CP 211
Delegación en recaderos 212
Delegación en encargados 213
El paradigma del Cuadrante II 220
Sugerencias prácticas 220
III
Victoria Pública
Paradigmas de Interdependencia 227
La Cuenta Bancaria Emocional 230
Seis depósitos principales 233
Los problemas P son oportunidades CP 246
Los hábitos de la interdependencia 247
Hábito 4: Pensar Ganar-Ganar® 249
Seis paradigmas de interacción humana 252
Cinco dimensiones de Ganar-Ganar 263
Sugerencias prácticas 284
Hábito 5: Buscar Primero Entender, Luego Ser Entendido® 287
Carácter y comunicación 290
Escuchar con Empatía - 292
Diagnosticar antes de prescribir 296
Cuatro respuestas autobiográficas 298
Comprensión y percepción 307
Después procure ser entendido 309
Persona a persona 312
Sugerencias prácticas 314
Hábito 6: Sinergizar® 317
Comunicación sinérgica 320
Sinergia en el aula 322
La sinergia en la empresa 324
Sinergia y comunicación 327
La pesca de la Tercera Alternativa .329
Sinergia negativa 332
Valorar las diferencias 335
Análisis del campo de fuerzas 337
Toda la naturaleza es sinérgica 342
Sugerencias prácticas 343
IV
Renovación
Hábito 7: Afilar la Sierra® 347
Las cuatro dimensiones de la renovación 347
Programar a los otros 361
El equilibrio en la renovación 363
La sinergia en la renovación 365
La espiral ascendente 367
Sugerencias prácticas 369
Otra vez de dentro hacia fuera 371
La vida intergeneracional 377
Convertirse en una Figura de Transición 379
Epílogo. Preguntas que suelen hacerme 383
Apéndice A. Posibles percepciones que resultan de los diversos
centros 395
Apéndice B. Un día de Cuadrante II en la oficina 405
Índice de problemas/oportunidades 417
Índice analítico y de nombres 427
Sobre FranklinCovey 441
Sobre el autor 445
Relación de los Centros de Liderazgo Covey 447
Prólogo a la edición del 25 aniversario del libro Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva de Stephen Covey
Conocía Covey en 2001 cuando me pidió que nos viésemos para hablar sobre algunas ideas. Tras recibirme amigablemente —su acogedor apretón de manos fue como el agradable tacto de la piel de un guante que uno se ha puesto innumerables veces— nos enfrascamos en una conversación que duró dos horas. Stephen comenzó haciendo preguntas, muchas preguntas. Tenía ante mí a un maestro excepcional, uno de los pensadores más influyentes del momento que mostraba interés por aprender de alguien veinticinco años más joven que él.
Como la conversación presentaba para mí la oportunidad de satisfacer mi propia curiosidad, pregunté:
—¿De dónde proceden las ideas recopiladas en Los 7 hábitos?
—De ningún sitio —contestó.
—¿Cómo es posible? —pregunté—. Usted escribió el libro.
—Sí, escribí el libro, pero los principios los conocía hacía mucho tiempo. Se trata más bien de leyes naturales —prosiguió—. Lo único que hice fue reunirlos y sintetizarlos para la gente.
En ese momento comencé a entender la razón del enorme impacto de su libro. Covey dedicó más de treinta años a estudiar, practicar, enseñar y perfeccionar lo que en último término plasmaría en esas páginas. No se atribuía a sí mismo el mérito de los principios, solo le guiaba la intención de enseñarlos y hacerlos accesibles a todo el mundo. Para él, el principal propósito de escribir Los 7 hábitos no fue obtener éxito personal, sino que constituía un acto de servicio a los demás.
Cuando Bob Whitman, jefe ejecutivo de FranklinCovey, me llamó para preguntarme si podía escribir un prólogo a la edición del 25 ani-
versario de Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, mi primera reacción fue releer la obra, cuya primera lectura había hecho poco después de su publicación en 1989, y fue un auténtico placer reanudar el contacto con su mensaje. Quería, además, calibrar de nuevo lo que ha convertido este libro en un clásico imperecedero. A mi entender, los cuatro factores que han contribuido a su singular grandeza son:
1. Covey creó un «interfaz de usuario» organizado en un marco conceptual coherente, de acceso perfectamente simplificado por su impresionante estilo personal;
2. Covey se centró en principios intemporales y no en simples técnicas o modas pasajeras;
3. Covey escribió fundamentalmente sobre cómo construir el carácter, no sobre cómo lograr el éxito, con cual ayudó a la gente no solo a ser más efectiva, sino a ser mejores líderes;
4. Covey era un profesor de máximo nivel, humilde conocedor de sus propias carencias, pero decidido a compartir sin restricciones cuanto él había aprendido.
Stephen Covey era un maestro en el arte de sintetizar. Para mí, lo que realizó en cuanto a efectividad personal es análogo a lo que representa en el ámbito de los ordenadores personales el interfaz gráfico para el usuario. Antes de Apple y de Microsoft, estaba al alcance de pocos incorporar el ordenador a la vida cotidiana; no existía un interfaz de usuario de fácil manejo, no había ratón, ni cursores, ni iconos agradables o ventanas superpuestas en la pantalla, y no digamos ya pantallas táctiles. Con el Macintosh y después con Windows, la mayor parte del público pudo sacar provecho del microchip que esconde la pantalla. A modo de paralelismo, habían transcurrido cientos de años de saber acumulado sobre efectividad personal, desde Benjamin Franklin hasta Peter Ducker, sin que existiera ninguna recopilación de ese saber en un marco coherente y agradable. Covey creó un sistema operativo estándar fácil de usar: el «Windows» de la efectividad personal. Demostró ser un magnífico escritor, maestro del relato corto y del juego de palabras conceptual. Nunca olvidaré la historia del Capítulo 1 del hombre que va en el metro y es incapaz de controlar los gritos de sus hijos (y la interpretación que da), ni olvidaré el faro o la selva equivocada, ni la analogía de los huevos dorados. Parte del envoltorio conceptual funcionó excepcionalmente bien, tanto por la descripción del concepto como por la prescripción cronológica en su aplicación. Ganar-Ganar o No Hay Trato. Buscar Primero Entender, Luego Ser Entendido. Comenzar con un Fin en Mente. Poner Primero lo Primero. Covey hizo aún más accesibles sus ideas echando mano de dificultades y experiencias vividas por él mismo en situaciones en las que educaba a niños, preparaba un matrimonio o trataba con los amigos; de este modo, conseguía explicar los hábitos y crear la fibra muscular para vivirlos.
Las ideas de Covey son intemporales. Son principios. Por eso funcionan y por eso son evidentes para cualquier grupo de edad de cualquier lugar del planeta. En un mundo de cambios, disrupción, caos e incesante incertidumbre, la gente ansía un asidero, una pauta, una serie de constructos que le sirva de guía en medio de las turbulencias. Covey tenía la convicción de la existencia de principios intemporales y de que su consecución no es una futilidad sino sabiduría. Él despreciaba la perspectiva de quienes con aspavientos, seguros de sí mismos, gritan: «¡No hay nada sagrado, no hay nada que sirva para establecer algo permanente ni duradero en este mundo en constante cambio! ¡Todo es nuevo! ¡Nada del pasado es válido!».
El objetivo de mi propia investigación se centraba en la pregunta: «¿Qué hace funcionar una gran empresa? ¿Por qué hay empresas que dan el salto de bueno a genial (y otras no) y por qué algunas triunfan en medio de la crisis?». Uno de nuestros hallazgos clave es la idea de «Preservar el núcleo / Estimular el progreso». Ninguna empresa puede llegar a ser genial ni seguir siéndolo sin un conjunto de principios que sea necesario preservar y sobre los que construir, que sirvan de asidero, que provean orientación ante el constante cambio del mundo. Y a la par, no hay empresa que pueda seguir siendo grande si no estimula el progreso, el cambio, la renovación, la mejora y la consecución de BHAGs (Big Hairy Audacious Goals). Con la combinación de esos dos conceptos —Preservar el núcleo / Estimular el progreso— se llega a una dialéctica mágica que mantiene constantemente vibrante una empresa u organización. Covey encontró una pauta similar en la efectividad personal: construir un núcleo sólido de principios no sujetos a cambios constantes, y ser al mismo tiempo pertinaz en la consecución de mejora y constante autorrenovación. Esta dialéctica posibilita que el individuo conserve una base sólida y que al mismo tiempo consiga un desarrollo ininterrumpido durante toda su vida.
Pero yo creo que el aspecto más importante de Los 7 hábitos —lo que lo hace un libro no solo práctico sino profundo— es el énfasis en construir carácter más que en lograr el éxito. No hay efectividad sin disciplina y no hay disciplina sin carácter. Mientras escribo este prólogo estoy a punto de concluir un viaje retrospectivo de dos años en la Cátedra para el Estudio del Liderazgo con mis alumnos de la Academia Militar de West Point en Estados Unidos. Personalmente, he llegado a la conclusión de que el elemento clave en la fórmula de West Point es que el gran liderazgo comienza con el carácter; que el liderazgo es fundamentalmente una función de lo que uno es, porque ese es el fundamento de cuanto uno haga. ¿Cómo se construye un líder? Primero se crea el carácter. Por eso considero que el Hábito 7 no trata exclusivamente sobre efectividad personal, sino sobre desarrollo del liderazgo.
Pensando en algunos de los líderes excepcionales que he estudiado en mi investigación, me llama la atención el modo en que los principios de Covey se manifiestan en muchas de sus vivencias. Citaré uno de mis casos preferidos: Bill Gates.