Antibióticos herbales de Stephen Harrod Buhner. ISBN: 9788484455660

Antibióticos herbales

Referencia: 9788484455660
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Alternativas naturales para tratar las bacterias fármaco-resistentes

Edición revisada, ampliada y actualizada

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Las infecciones bacterianas están en auge y los antibióticos farmacológicos resultan cada vez más ineficaces para detenerlas. Las bacterias patógenas son unas supervivientes muy tenaces. Aventajan en inteligencia a la medicina moderna y se convierten en virulentos «supermicroorganismos» cada vez más letales y resistentes a los antibióticos en uso.

En esta obra indispensable, Stephen Harrod Buhner demuestra con concluyente evidencia que deberíamos emplear las medicinas herbales como nuestra primera y fundamental línea de defensa contra las infecciones resistentes, pues gracias a la compleja mezcla de múltiples componentes antibióticos, sistémicos y potenciadores que poseen, las plantas resultan extremadamente eficaces para combatir los gérmenes nocivos.

Harrod explica aquí las raíces de la resistencia a los antibióticos, analiza el valor de los tratamientos herbales y proporciona unas detalladas monografías de las plantas más eficaces, lo que permite identificar con confianza las mejores fórmulas herbales y preparar uno mismo sus propias medicinas.

ANTIBIÓTICOS HERBALES INCLUYE:

• Exhaustiva información de las plantas con el potencial antibiótico más efectivo.
• Una comprensiva exposición de la investigación científica más actual.
• Detalladas y extensas instrucciones para la preparación de recetas y productos terapéuticos.
• Más de 200 preparados en forma de infusiones, esprays nasales, tinturas y otros procedimientos.

STEPHEN HARROD BUHNER es una de las voces principales en la promoción de los beneficios de la medicina herbal. Es autor de diversos libros, entre los que se encuentra La dieta de la testosterona natural, publicado en Gaia Ediciones. Vive y trabaja en Nuevo México (EE. UU.).

PREFACIO A LA PRIMERA EDICIÓN
EN INGLÉS
Por James A. Duke

Stephen Buhner ha descubierto (y comparte contigo, lector) una aterradora verdad que no encontrarás en el Journal of the American Medical Association: en la guerra contra los gérmenes, nos estamos quedando sin armas. Si tenemos en cuenta que estos microorganismos pueden dar lugar a una generación nueva cada veinte minutos en lugar de los veinte años, más o menos, que tardamos los seres humanos en reproducirnos, no resulta sorprendente que estén haciéndose resistentes a nuestras armas químicas con la misma rapidez con la que nosotros las vamos desarrollando.
Cuando la vancomicina deje de ser efectiva —lo que en un momento u otro sucederá— quizá tengamos que recurrir de nuevo a plantas medicinales como el ajo y la cebolla, ya mencionadas en la Biblia hace varios miles de años, tal y como predice Stephen en estas páginas y yo he anticipado en otros escritos. Cada una de estas plantas contiene docenas de suaves componentes antibióticos (algunas personas no están de acuerdo con la utilización del término «antibiótico» para hacer referencia a las sustancias fitoquímicas de las plantas superiores, pero yo no comparto su desdén hacia esta terminología). A una bacteria o una especie bacteriana que se reproduce a gran velocidad le resulta fácil burlar (o evolucionar para superar) a un único componente. Para ello no tiene más que aprender a descomponerlo o incluso a utilizarlo en su propio metabolismo. Sin embargo, burlar a las sustancias complejas de las plantas le resulta bastante más complicado. Hoy en día los científicos están reconociendo esta realidad y desarrollando sustancias más complejas, como los cócteles para combatir el sida y las quimioterapias múltiples contra el cáncer. Estos mismos supercientíficos que ningunean a los herboristas cuando hablan de las sinergias responsables de la efectividad de determinadas plantas y formulaciones herbales están
ahora recurriendo a las sinergias de tres o cuatro sustancias en sus formulaciones farmacéuticas.
Evidentemente resulta más sencillo demostrar cómo pueden actuar dos sustancias de manera sinérgica que imaginar cómo pueden hacerlo 200 o 2.000 sustancias diferentes (o más, como sucede en todas las plantas). Por eso, la comunidad científica se muestra reacia a tener en cuenta las gamas de sustancias, con una notable acción sinérgica, que han evolucionado en las plantas de forma natural. Sin embargo, no podemos permitirnos ignorarlas. La naturaleza favorece la creación de sinergias entre las sustancias beneficiosas y protectoras de las plantas de una especie vegetal (con propiedades antibacterianas, antialimentarias, antifúngicas, antivirales e insecticidas) y las selecciona para hacer frente a sus antagonismos.
Cuando tomamos prestados estos componentes antibióticos de las plantas, es mucho mejor que los cojamos completos, no solo la sustancia más potente de todas. Cuando aislamos una sustancia única perdemos la sinergia y, sobre todo, facilitamos el camino al enemigo, el germen, para que supere a la medicina que contiene un único principio. El conjunto coadyuvante de varias sustancias, que concentra los poderes ya evolucionados en las plantas medicinales, puede constituir nuestra mayor esperanza a la hora de hacer frente a las bacterias resistentes a los fármacos.

PREFACIO A LA SEGUNDA EDICIÓN
EN INGLES

Si has llegado a un punto en el que ya no prestas atención a nada que pueda perturbar tu ortodoxia, no estás haciendo ciencia; ni siquiera estás siguiendo una disciplina. Lo único que estás haciendo es perpetuar una secta cómoda y de mente cerrada.
PAUL KRUGMAN
En los años transcurridos desde que escribí la primera edición de este libro, mis conocimientos sobre las plantas medicinales y sobre su uso curativo han crecido enormemente. Por eso, esta nueva edición de Antibióticos herbales es mucho más completa que la primera, más sencilla. He incluido muchas más plantas y algunas de las que contenía la edición anterior han desaparecido o han pasado a otra categoría (de antibiótico a planta inmunitaria, por ejemplo, como la equinácea). Además, he aumentado considerablemente gran parte del material original sobre bacterias y sobre la resistencia bacteriana.
A lo largo de los años me han preguntado muchas veces por qué había incluido una planta en el libro y otra no. Es una buena pregunta; aquí tienes el motivo.
Las plantas que encontrarás en este libro están incluidas en él por dos razones: 1) han demostrado ser sumamente efectivas en el tratamiento de enfermedades resistentes a los antibióticos para mí o para otros terapeutas a los que respeto, o 2) investigaciones exhaustivas y el uso en otros países han demostrado su gran eficacia. Estoy convencido de que, cuando leas la información sobre estrategias de tratamiento y plantas que he ampliado e incluido en esta edición, entenderás mejor este razonamiento; existen algunos conocimientos relativamente sofisticados sobre tratamientos contra bacterias resistentes que no se describían en la primera edición del libro fundamentalmente porque, en aquel momento, ni la comunidad herborista
de Estados Unidos ni yo habíamos desarrollado suficiente conocimiento, sofisticación y experiencia en el trabajo clínico con ellas.
He excluido una serie de plantas que no encontrarás en estas páginas por dos motivos: 1) o bien en la práctica clínica no han demostrado la eficacia que se les presuponía (aunque pueden ser levemente efectivas o efectivas en algunas circunstancias), o 2) no existe suficiente investigación clínica que demuestre su efectividad. Este es el motivo de que la hoja de olivo, por ejemplo, no aparezca aquí descrita. No es que esta hoja no sea antibacteriana —lo es; todas las plantas contienen sustancias antibacterianas— sino, más bien, que ni la práctica clínica ni las investigaciones en profundidad que se han hecho sobre ella me han convencido de que sea tan buena como afirman otros informes apasionados que circulan por Internet. Para algunas personas y en determinadas circunstancias, es una planta muy valiosa para tratar una enfermedad. Sin embargo, en este libro lo que me interesan son las plantas más potentes y eficaces para combatir los microorganismos resistentes a los antibióticos, así como las más fiables.
Dicho de otro modo, si alguien acudiera a mí en grave peligro de muerte buscando mi ayuda, las plantas que aparecen en este libro serían las que yo utilizaría para tratarlo. Si yo mismo corriera el riesgo de morir de una enfermedad resistente a los antibióticos, estas serían las plantas que yo utilizaría (y he utilizado) personalmente. Sin dudarlo ni un momento.
La hoja de olivo no ha demostrado, al menos en mi experiencia, un efecto tan amplio y fiable, aunque en algunas circunstancias y para algunas personas pueda resultar sumamente eficaz.
El ajo tampoco superó el corte, aunque estaba incluido en la edición anterior de este libro. Llevo más de veinte años estudiándolo en la práctica clínica, pero en la actualidad he cambiado de opinión y ya no considero que resulte muy efectivo en el tratamiento de las infecciones bacterianas internas. La planta y sus componentes son muy activos en laboratorio, pero esa actividad no se traslada al mundo real. Los ensayos clínicos y en vivo no han revelado la misma eficacia en el tratamiento de enfermedades en los seres humanos, sobre todo en aquellas producidas por organismos bacterianos resistentes, que re-
velaban los estudios in vitro. Para uso tópico, y debido a su amplia acción antibacteriana, lo considero útil, aunque existen otras muchas plantas que son igual de buenas o mejores. Y en determinadas situaciones, muy limitadas, puede combatir algunas infecciones sistémicas... si se utiliza correctamente.
En líneas generales, sin embargo, resulta efectivo en otros campos. Es muy útil para disminuir la presión arterial y para combatir el colesterol elevado, excelente como aditivo alimentario regular para favorecer la función inmunitaria (en general, podríamos afirmar que es una especie de tónico) y ciertamente ayuda un poco en la prevención de gripes y resfriados.
El temido «aliento a ajo» no procede solo de tomar ajo sino de que las sustancias que contiene la planta se perciben al ser expulsadas
a través de los tejidos pulmonares. Ese es el motivo de que la planta
funcione hasta cierto punto contra las infecciones virales respiratorias. De todas formas, a pesar de su reputación y de su uso desde tiempo inmemorial como antibacteriano, yo no he podido comprobar la potencia que necesitaría ver en él para etiquetarlo como una de las plantas más importantes en el tratamiento de los organismos resistentes. Si mi vida dependiera de ello, como bien pudiera suceder, el ajo no sería, ni remotamente, el primer tratamiento que elegiría. Por eso, tampoco puedo recomendártelo a ti.
Si conoces la primera edición de este libro, probablemente observarás que en esta nueva edición he retirado el extracto de semilla de pomelo. La planta del pomelo, Citrus paradisi, contiene, como todos los cítricos, muchísimas sustancias antibacterianas eficaces contra
una gran variedad de organismos (véase, por ejemplo, Z. Cvetnic y S. Vladimir-Knezevic, «Antimicrobial activity of grapefruit seed and
pulp ethanolic extract», Acta Pharm 54 [3]: 243-50). Sus propiedades antibacterianas están fuera de toda duda, al igual que su uso milenario en la medicina tradicional como agente antibacteriano, entre otras cosas. Sin embargo, investigaciones intensivas han descubierto que casi todos los productos comerciales de semilla de pomelo contienen desinfectantes sintéticos como las sales de bencetonio o de benzalconio. (El mejor artículo sobre este tema es el publicado por N. Sugimoto et al., «Survey of synthetic disinfectants in grapefruit seed extract and its compounded products», Shokuhin Eiseigaku Zasshi 49 (1): 56-62).
Aquellos de vosotros que habéis insistido en que el pomelo no es antibacteriano y que son los desinfectantes sintéticos los que hacen que el extracto de semilla de pomelo sea efectivo, estáis equivocados y siempre lo habéis estado. Aquellos que habéis insistido en que el extracto de semilla de pomelo es natural (yo mismo entre ellos), estáis (estamos) equivocados y, aparentemente, siempre lo hemos estado. Los extractos comerciales de semilla de pomelo no son una medicina herbal natural; ese es el motivo de que los haya excluido del libro. Y si bien todas las partes de la planta del pomelo son antibacterianas, existen muchísimas otras hierbas antibacterianas mucho más efectivas que Citrus paradisi; de ahí su ausencia de este libro.
Al igual que mi trabajo anterior, esta nueva edición de Antibióticos herbales se centra en el tratamiento de las enfermedades resistentes a los antibióticos. Las bacterias resistentes captaron mi atención en 1991 y, desde entonces, no han dejado de hacerlo. Por aquel entonces, los datos estaban claros: disponíamos de un tiempo muy limitado para cambiar de conducta si queríamos que los antibióticos siguieran formando parte de nuestras opciones farmacéuticas y muchas personas, entre ellas numerosos investigadores bacterianos y epidemiólogos, lo sabían. Pero saber algo y actuar de manera inteligente son dos cosas muy distintas; es posible que, para los seres humanos, no exista nada más difícil que actuar siguiendo lo que ya sabemos que es la línea más sensata. Como especie, en lo referente al abuso de los antibióticos no hemos variado nuestra conducta para actuar según lo que los investigadores llevan diciendo, y descubriendo, desde hace varias décadas: hay que dejar de utilizar antibióticos excepto en circunstancias absolutamente esenciales, es decir, en aquellas situaciones en las que existe un grave peligro de muerte o invalidez permanente si no se utilizan.
En consecuencia, las dificultades que ahora debemos afrontar son muy serias; ya no tenemos posibilidad de escapar a la aparición de enfermedades muy graves y farmacéuticamente incurables en nuestros países y comunidades. Estas enfermedades no se limitarán a unos individuos aislados aquí y allá sino que provocarán epidemias muy extendidas y de enorme virulencia. Y estas epidemias no estarán provocadas solo por los organismos que ya conocemos hoy en día; cada año surgen más tipos de bacterias (y virus) resistentes.
La curva de crecimiento es inexorable y el brote de una epidemia resistente es solo cuestión de tiempo, y un tiempo muy corto, a decir verdad. Cuando se produzca, la mayoría de los antibióticos farmacéuticos, si no todos, serán inútiles.
Sin embargo, existen alternativas a estos fármacos que en su momento parecieron nuestros salvadores y que hoy en día son nuestra perdición, porque las bacterias no desarrollan resistencia a las medicinas de las plantas. Sencillamente, no pueden hacerlo porque las plantas llevan luchando contra ellas desde mucho antes de la aparición de la especie humana, hace unos setecientos millones de años.
Durante muchísimo tiempo las plantas fueron, y siguen siendo, las medicinas fundamentales de la humanidad. Poseen determinados atributos que los fármacos jamás tendrán: 1) su composición química es sumamente compleja, demasiado compleja para que pueda elaborarse resistencia contra ella; en lugar de tener una bala de plata (una única sustancia química), las plantas contienen a menudo entre cientos y miles de componentes; 2) las plantas llevan millones de años elaborando respuestas muy sofisticadas contra las invasiones bacterianas; los componentes complejos que contienen actúan en compleja sinergia unos con otros y han sido diseñados para desactivar y destruir a los agentes patógenos invasores mediante múltiples mecanismos, muchos de los cuales se analizan en este libro; 3) las plantas son gratis; es decir, lo son para aquellos que aprenden a identificarlas allí donde crecen, a recolectarlas y a elaborar medicinas con ellas (incluso aunque las compres o las cultives tú mismo, son muy baratas); 4) cualquiera puede utilizarlas para sanar; no hacen falta catorce años de formación académica para aprender a utilizarlas para curarte a ti
mismo; 5) son muy seguras; a pesar de la histeria inagotable de los medios de comunicación, las medicinas herbales bien utilizadas provocan muy pocos efectos secundarios en todo tipo de usuarios, sobre todo si las comparamos con los millones de personas que resultan perjudicadas cada año por culpa de los fármacos (las reacciones adversas a los medicamentos son la cuarta causa de mortalidad en Estados Unidos, según el Journal of the American Medical Association), y 6) son ecológicamente sanas. Las medicinas elaboradas con plantas son una fuente naturalmente renovable y no provocan la misma contaminación medioambiental grave que producen los fármacos y que constituye uno de los factores que dan lugar a la aparición de mecanismos de resistencia en los microorganismos y a graves enfermedades en las personas.
Las plantas constituyen la medicina de las personas. Siempre lo han sido. Han estado con nosotros desde que surgimos de la matriz ecológica de este planeta... y aquí siguen. Y como siempre han hecho, llevan su sanación a aquellos que las necesitan, al menos a todos aquellos que las conocen. Y descuida, que vamos a necesitarlas.
Resulta muy ingenuo creer que podemos ganar.
DAVID LIVERMORE

PROLOGO: EL    CRECIMIENTO
DE LAS BACTERIAS
MULTIRRESISTENTES

A finales de los años cuarenta, los éxitos de Waksman y Schatz (estreptomicina) y Duggar (tetraciclina) hicieron creer a muchos que las infecciones bacterianas habían sido conquistadas. Esa creencia dio lugar a un mal uso por parte de muchas personas y a un claro abuso de los agentes antibacterianos. De todas formas, seguimos sin comprender bien y sin apreciar la resistencia a estos agentes. [...] Muchos avances importantes de la medicina corren hoy en día un riesgo grave. Las bacterias multidrogorresistentes están poniendo en riesgo nuestra capacidad para llevar a cabo procedimientos quirúrgicos considerados rutinarios. [ ...] En los obituarios podemos encontrar con mucha frecuencia la frase «fallecido por complicaciones postquirúrgicas», pero no explican que estas «complicaciones» suelen ser infecciones multidrogorresistentes.
STEVEN PROJAN, Bacterial Resistance to Antimicrobials
Hemos permitido que el despilfarro realizado con los antibióticos varíe la evolución del mundo microbiano y nos arrebate toda esperanza de poder gestionarlos con seguridad. [ ] La resistencia a los antibióticos se ha extendido a tantos tipos diferentes
e insospechados de bacterias que la única valoración precisa que podemos hacer es que hemos logrado trastornar el equilibrio de la naturaleza.
MARC LAPPÉ, When Antibiotics Fail
Es dificil no darse cuenta de que, en lo que respecta a las enfermedades bacterianas, tenemos un problema grave. Hace veinte años, cuando este asunto captó mi atención por primera vez, podíamos encontrar una vez al mes un artículo de prensa relacionado con la resistencia a los antibióticos o con el brote de una enfermedad resistente. Hoy en día encuentro uno casi a diario. Los titulares suelen ser algo parecido a esto:
El hospital sigue limitando la afluencia de visitantes mientras combate las bacterias multirresistentes Ottawa Citizen, 21 de diciembre de 2010
Estafilococo: la bacteria chupasangre multirresistente prefiere el sabor de los seres humanos
Science Daily, 16 de diciembre de 2010
Los hospitales se preparan para hacer frente a la bacteria asesina AsiaOne, 2 de diciembre de 2010
Ocho bacterias multirresistentes mortales al acecho en los hospitales
Nikhil Hutheesing, Health Care, 17 de octubre de 2010
Nuevas bacterias multirresistentes, motivo de preocupación en todo el mundo
Rob Stein, Washington Post, 11 de octubre de 2010
Nuevas bacterias multirresistentes a los fármacos descubiertas en tres estados
Associated Press, 14 de septiembre de 2010
El avance de las bacterias multirresistentes
Nicholas Kristof, New York Times, 7 de marzo de 2010 Informe: Las bacterias multirresistentes matan a un número récord de personas
UPI, 23 de mayo de 2008
En ocasiones adoptan un estilo más personal:
La lucha por la vida contra las bacterias multirresistentes
Boonsri Dickenson, Smartplanet, 24 de marzo de 2010
«El Servicio Nacional de Salud le falló a mi mamá», afirma la afligida hija
Grantham Journal, 14 de diciembre de 2010
El «catálogo de errores» que le costó la vida a este padre
Denis Campbel y Anushka Asthana, The Guardian, 27 de noviembre de 2010
Los artículos del primer tipo (por ejemplo, «Las bacterias multirresistentes aumentan en las residencias sanitarias», Daniel Martin, The Mail Online, 16 de julio de 2007) tienden a centrarse en cifras y estadísticas y rara vez reflejan el rostro humano del problema. Estos artículos suelen terminar con una declaración de una autoridad gubernativa o médica que afirma que se están instituyendo nuevos procedimientos o que en breve podremos contar con nuevos antibióticos ( no podremos). Aunque suene un poco alarmante, afirman los expertos, no hay por qué preocuparse; lo tenemos todo controlado (no lo tienen).
Los del segundo tipo, que cada año que pasa son más comunes, presentan el rostro humano del problema. Rara vez son tan indiferentes como los primeros. Este informe, extractado de un artículo de Sarah White, «El paciente empoderado», resulta muy representativo. En él encontramos la historia de Jeanine Thomas (que más tarde fundó un «grupo de apoyo para supervivientes al SARM») y el momento en que todos estos titulares cambiaron su enfoque pasando de uno teórico a otro muy personal:
El conocimiento de Thomas del punto de vista del paciente de SARM proviene de su batalla contra la bacteria, una batalla que amenazó gravemente su vida. En el 2001 se encontraba en estado crítico tras haber sido infectada por SARM (Staphylococcus aureus resistente a la meticilina) durante una intervención quirúrgica en el tobillo.
«Llevas una vida totalmente normal —nunca has estado enferma, nunca has tenido mala salud— y, de repente, te encuentras luchando por tu vida. Y esto es algo que todos los días le ocurre a una persona u otra», afirmó Thomas.
La infección penetró en su torrente sanguíneo y en su médula espinal y le provocó choque séptico y fallo orgánico. Tras someterse a múltiples intervenciones quirúrgicas, entre ellas un trasplante de médula ósea y un «ciclo inacabable de antibióticos», finalmente consiguió sobrevivir1.
Thomas sobrevivió relativamente intacta. Otras personas, en cambio, no lo consiguen y pierden alguna extremidad luchando desesperadamente por impedir que la infección se extienda y quedan debilitados de por vida. Y también hay otros que ni siquiera son tan «afortunados».
El siguiente artículo de Denis Campbell y Anushka Asthana se publicó en noviembre de 2010 en el periódico inglés The Guardian. En él se describen los últimos meses de vida de Frank Collison.
El estibador jubilado Frank Collison, de 72 años de edad, fue ingresado en el hospital tras una caída sufrida en mayo de 2009. Cuando regresó a casa unos días más tarde tenía las costillas fracturadas y una infección en la piel. [...] Cuatro meses después, estaba muerto. [...]
Poco después de llegar al hospital general de Hull, Collison fue infectado por la mortífera bacteria multirresistente SARM. Sorprendentemente, ningún profesional sanitario se lo comunicó a su hijo, Gary. Fue solo cuando este consultó en Google el nombre del fármaco que le estaban administrando a su padre por gotero cuando descubrió que se trataba de un antibiótico muy fuerte y que su padre padecía una infección potencialmente mortal. «Monté en cólera», dijo Gary 2.
Con frecuencia, así es como el rostro personal de la epidemia de las infecciones resistentes brota en la consciencia de una persona. El paciente, o un familiar, ingresa en el hospital para someterse a un procedimiento menor o para recibir asistencia después de sufrir un accidente y lo que encuentra allí es mucho peor que el problema por el que acudió.
Los afligidos hermanos, destrozados aún por la muerte de su madre acaecida hace varios meses, siguen buscando explicaciones sobre cómo resultó infectada por una bacteria letal multirresistente.
Fiona Weatherstone y sus cuatro hermanos se quedaron anonadados cuando su madre, Sylvia Weatherstone, de 73 años de edad, falleció en el Lincoln County Hospital al que había acudido para que le administraran una simple inyección analgésica. [...
En enero, la señora Weatherstone, que anteriormente residía en Bristol Close, acudió al hospital para que le administraran una inyección que le calmara el dolor que sufría en la espalda, provocado por una fuerte presión sobre una raíz nerviosa.
Al día siguiente, la salud de la señora Weatherstone empezó a deteriorarse y se le hicieron análisis para determinar la causa de la infección.
Varios días más tarde le diagnosticaron una infección por Clostridium difficile y, tras pasar un mes hospitalizada, falleció 3.
De hecho, aparte de las granjas industriales, los hospitales y las consultas médicas son el principal terreno de cultivo de las bacterias multirresistentes. Una simple inyección o una intervención quirúrgica menor pueden hoy en día, con bastante frecuencia, dar lugar a meses de estancia en el hospital, a la pérdida de un miembro o a la pérdida de la vida. Estamos en un mundo nuevo o, más bien, en un mundo viejo que nos está haciendo saber que la soberbia tiene un precio...

ÍNDICE

Prefacio a la primera edición en inglés, porJames A. Duke      7
Prefacio a la segunda edición en ingles      11
Prólogo: El crecimiento de las bacterias multirresistentes      17
1    El final de los antibióticos      23
Los organismos resistentes, las enfermedades que provocan
y el modo de combatirlas      63
3    Acerca de los antibióticos herbales      111
4    Antibióticos herbales: los sistémicos      123
Cryptolepis • Sida • Alcornea • Bidens • Artemisa
Antibióticos herbales: los no sistémicos de uso local      207
Las berberidáceas • Junípero • Miel • Usnea
6    Antibióticos herbales: los coadyuvantes     267
Regaliz • Jengibre • Pimienta negra (piperina)
La primera línea de defensa: reforzar el sistema inmunitario      317
Ashwagandha • Astrágalo • Eupatoria • Equinácea • Eleuterococo • Ceanothus • Reishi • Rhodiola
8    Manual de elaboración de medicinas herbales     399
9    Formulario herbal      451
Epílogo      475
Notas      477
Bibliografía      482
Suministradores     483
Índice temático      485

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