Silencio. Por Thich Nhat Hanh. ISBN: 9788479539375

Silencio

Referencia: 9788479539375
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El poder de la quietud en un mundo ruidoso

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La práctica del mindfulness ha sido ensalzada por la medicina y la psicología como una eficaz herramienta para aumentar la autoconciencia y disfrutar de salud y bienestar. Ahora, el maestro zen Thich Nhat Hanh nos guía en el ejercicio del mindfulness mediante un recurso tan accesible como poderoso: el silencio. Vivir en un estado de paz y plenitud no requiere largas horas de meditación. El líder espiritual Thich Nhat Hanh nos muestra cómo un gesto tan sencillo como el silencio puede devenir una poderosa herramienta de conocimiento y armonía. Como una radio que nunca se apaga, nuestro pensamiento siempre está ahí, reviviendo acontecimientos del pasado o proyectando ansiedad y temor hacia el futuro. Pero la mente se puede acallar. Y, cuando lo hace, empezamos a escuchar nuestra propia voz interior. Mediante técnicas basadas en el mindfulness y la respiración, Thich Nhat Hanh nos enseña a cultivar la quietud en el devenir del día a día. Porque solo en silencio descubriremos quiénes somos y cuál es nuestro propósito en la vida, que son las dos claves de la paz y la felicidad.

«Aprenderemos a prestar atención, a escuchar activamente y a acallar la mente. El silencio, afirma Thich Nhat Hanh, es la base de la alegría y la satisfacción.»
Shambhala Sun

«El nuevo título de Hanh es una elegante contribución a la literatura budista contemporánea y uno de los mejores trabajos del autor.»
Library Journal

La práctica de la plena conciencia ha sido ensalzada por la medicina y la psi¬cología como una eficaz herramienta para aumentar la autoconciencia y dis¬frutar de salud y bienestar. Por desgra¬cia, en el ajetreado mundo occidental no siempre encontramos el tiempo o la tranquilidad necesarios para culti¬varla. Pero vivir en un estado de armo¬nía y plenitud no requiere largas horas de meditación, ni siquiera una práctica regular. El líder espiritual Thich Nhat Hanh nos muestra cómo cultivar nues¬tra mejor herramienta de conocimiento y felicidad en cualquier situación del día a día: el silencio interior.
Como una radio que nunca se apaga, nuestro pensamiento siempre está ahí, reviviendo acontecimientos del pasado, proyectando ansiedad y temor hacia el futuro o recordándonos las obligacio¬nes que tenemos pendientes. Pero la calma es esencial para conocer la ale¬gría y la paz. Necesitamos el silencio como el aire que respiramos, porque si nuestras mentes están atiborradas de pensamientos y palabras, no queda espacio para nosotros.
Mediante técnicas de respiración cons¬ciente y meditaciones tan sencillas como poderosas, Thich Nhat Hanh nos enseña a crear ese silencio interior que todos precisamos para crecer y trans¬formarnos. El noble silencio nos con¬cede la libertad necesaria para admirar las maravillas que nos ofrece la vida. También somos más capaces de sanar mental y físicamente, porque entramos en contacto con aquello que nos nutre de verdad. Pero, por encima de todo, el silencio nos permite oír la llamada del corazón. Solo cuando escuchamos esa llamada somos capaces de responder, quizás por primera vez, a todas esas preguntas que resuenan en él.

  • Encuadernación: Rústica con solapas
  • Formato: 135 x 213
  • Páginas: 192

 

Thich Nhat Hanh es, después del Dalai Lama, uno de los líderes espirituales que más han influido en occidente. Nominado al Premio Nobel de la Paz y venerado en todo el mundo por sus poderosas enseñanzas, el maestro zen ha publicado más de cien libros sobre temas tan diversos como la ecología, la política, las relaciones humanas, la muerte o el cultivo de la paz mundial. También ha publicado poesía, cuentos para niños y manuales de meditación.

INTRODUCCIÓN

Pasamos gran parte de nuestra vida buscando la feli¬cidad sin ver que el mundo de nuestro alrededor está lleno a rebosar de maravillas. Estar vivos y caminar por la Tierra es todo un milagro y, sin embargo, la mayo¬ría de las personas persiguen una cosa tras otra para go¬zar de una mejor situación. La belleza nos está llamando cada día, a cada hora, pero raras veces le prestamos oí¬dos.
El silencio interior es esencial para poder oír la lla¬mada de la belleza y responder a ella. Si en nuestro inte¬rior no hay silencio —si nuestra mente, nuestro cuerpo, están llenos de ruido— no oiremos la llamada de la be¬lleza.
En nuestra cabeza está sonando sin cesar una radio, la del PSP: Pensar Sin Parar. Nuestra mente está llena de ruido, por eso no podemos oír la llamada de la vida, la llamada del amor. Nuestro corazón nos está llamando, pero no lo oímos. No tenemos tiempo para escucharlo.
La plena conciencia es la práctica que silencia el rui¬do de nuestro interior. Sin ella nos dejaremos arrastrar por una cosa tras otra. A veces nos dejamos llevar por el
arrepentimiento y el pesar relacionados con el pasado. Al venirnos a la cabeza recuerdos y vivencias de antaño, revivimos una y otra vez el sufrimiento que nos causa¬ron. Es fácil quedarnos apresados en el pasado.
También nos dejamos llevar por el futuro. Una perso¬na que esté preocupada y asustada por el futuro está tan atrapada en él como otra anclada en el pasado. La ansie¬dad, el miedo y la incertidumbre que nos provoca el futu¬ro nos impide oír la llamada de la felicidad. De modo que también nos quedamos apresados en el futuro.
Aunque intentemos vivir el presente, muchas perso¬nas tenemos la cabeza en otra parte y creemos que nos falta algo, sentimos un vacío en nuestro interior. Anhe¬lamos o esperamos que ocurra algo que nos alegre la vida. Algo un poco más excitante, porque nuestra situa¬ción actual nos parece aburrida: una rutina en la que no pasa nada interesante.
La plena conciencia se describe como una campana que al sonar nos hace detener y escuchar en silencio. Po¬demos usar una campanilla o cualquier otra cosa que nos ayude a no dejarnos llevar por el ruido exterior ni interior. Al oír el sonido de la campana, te detienes. Te concentras en la inhalación y en la exhalación, haciendo espacio para el silencio. Te dices: «Al inhalar, sé que es¬toy inhalando». Al inhalar y exhalar de manera cons¬ciente y llevar la atención a la respiración, silencias el ruido que hay dentro de ti: el parloteo sobre el pasado y el futuro, y el deseo de algo más.
Respirar durante dos o tres segundos conscientemente te permite darte cuenta de que estás vivo, inhalando. Que estás aquí. Que existes. El ruido de tu interior desaparece y notas una espaciosidad inmensa, muy poderosa y elo¬cuente. Puedes responder a la llamada de la belleza que te rodea: «Estoy aquí. Soy libre. Te oigo».
¿Qué significa «Estoy aquí»? Significa «Existo. Estoy realmente aquí, porque en lugar de estar pensando en el pasado o en el futuro, de estar ensimismado en mis pen¬samientos, en el ruido interior, en el ruido exterior, estoy aquí». Para existir de verdad tienes que estar libre de pensamientos, ansiedad, miedo y deseos. «Soy libre» es una afirmación poderosa, porque muchas personas no somos en realidad libres. No tenemos la libertad que nos permite oír, ver y simplemente ser.
sentados juntos en silencio
Vivo en un centro de retiro situado al suroeste de Francia donde practicamos un tipo de silencio llamado noble si¬lencio. La práctica es fácil de realizar. Cuando hablamos, hablamos. Pero si hacemos cualquier otra cosa —como comer, caminar o trabajar— simplemente la hacemos,
tipo de cháchara mental. Dejar que surja esta clase de silencio en ti cuando estás solo es muy beneficioso, y permanecer en silencio de ese modo juntos es un estado especialmente dinámico y curativo.
el sonido del sin sonido
El silencio se suele describir como la ausencia de sonido, sin embargo también es un sonido muy poderoso. Re¬cuerdo que el invierno del 2013-2014 no fue demasiado frío en Francia, pero oímos que en Estados Unidos hacía un frío glacial. Hubo más tormentas de nieve de las habi¬tuales y a veces llegó a hacer una temperatura de 20 grados bajo cero. Vi una fotografía de las Cataratas del Niágara de los días que hizo más frío. El agua ya no podía seguir pre¬cipitándose; estaba congelada. Vi la imagen y me quedé muy impresionado. La cascada de agua se había detenido por completo, y el sonido que emitía también.
Hace unos cuarenta años mientras estaba en Chiang Mai, al noreste de Tailandia, en un retiro para jóvenes, me alojé en una cabaña que había cerca de un riachuelo ro¬deado de rocas, donde siempre se oía el sonido del agua precipitándose. Disfrutaba respirando, lavando la ropa y haciendo la siesta sobre las piedras enormes de la orilla del riachuelo. Oía el sonido del agua día y noche. Con¬ templando los arbustos y los árboles de mi alrededor me dije: «Desde que nacieron han estado escuchando este sonido. Supón que este sonido cesara y que por primera vez oyeran el sin sonido: el silencio». Imagínatelo, si te es posible. De pronto el agua deja de correr y todas esas plantas que desde que nacieron han estado oyendo, día y noche, el sonido del agua precipitándose, ya no lo oyen más. Piensa en lo sorprendidas que estarían al oír, por primera vez en toda su vida, el sonido del sin sonido.
los cinco sonidos verdaderos
Bodhisattva es el término budista para designar a un ser de una compasión inmensa que dedica su vida a aliviar el sufrimiento de los demás. En el budismo se habla de Avalokitésvara, el Bodhisattva que Escucha Profundamen¬te. Este nombre significa «el que escucha profunda¬mente el clamor del mundo».
Según la tradición budista, Avalokitésvara puede escu¬char toda clase de sonidos. También puede emitir los cinco tipos distintos de sonidos que curan el mundo. Si logras en¬contrar el silencio en ti, podrás oír esos cinco sonidos.
El primero es el Sonido Maravilloso, el sonido de las maravillas de la vida que te están llamando sin cesar. Es el sonido de los pájaros, de la lluvia...
Dios es un sonido. El creador del Cosmos es un sonido. Todo empieza con el sonido.
El segundo sonido es el Sonido del que Observa el Mundo. Es el sonido del escuchar, el sonido del silencio.
El tercer sonido es el Sonido de Brahma. El sonido trascendental, om, que tiene una larga historia en la es¬piritualidad hindú. Según esta tradición, el sonido om tiene el poder innato de crear el mundo. El cosmos, el mundo, el universo se crearon por medio de este soni¬do. En el Evangelio de San Juan, de la tradición cristia¬na, aparece la misma idea: «Al principio era el Verbo» (San Juan, 1,1). Según los Vedas, los textos hindúes más antiguos, el mundo se originó de la palabra om. En la tradición védica de la India este sonido es la realidad suprema, o Dios.
Muchos astrónomos modernos han acabado creyen¬do en algo parecido. Han estado buscando los orígenes del tiempo, los orígenes del cosmos, y tienen la hipótesis de que el universo surgió de la «gran explosión».
El cuarto sonido es el sonido de la Marea Alta. El so¬nido simboliza la voz del Buda. Las enseñanzas del Buda disipan las ideas falsas y la aflicción, y lo transforman todo. Este sonido es penetrante y efectivo.
El quinto sonido es el Sonido que Trasciende Todos los Sonidos del Mundo. Es el sonido de la impermanen¬cia; nos recuerda que no debemos quedarnos atrapados en los sonidos del mundo ni apegarnos a ellos. Muchos eruditos han hecho que las enseñanzas del Buda parez¬can complicadas y difíciles de entender. Pero el Buda hablaba con gran claridad y nunca se quedó atrapado en las palabras. De modo que si una enseñanza es de¬masiado complicada, no es el sonido del Buda. Si lo que estás oyendo es demasiado estridente, ruidoso o enre¬vesado, no es la voz del Buda. Vayas donde vayas, pue¬des oír este quinto sonido. Aunque estés en la cárcel, puedes oír el Sonido que Trasciende Todos los Sonidos del Mundo.
tu mayor preocupación
Cuando consigues silenciar todo el ruido interno, cuando se hace el silencio, un silencio atronador, en ti, empiezas a oír la llamada más profunda en tu interior. Tu corazón te está llamando. Te está intentando decir algo, pero aún no has podido oírlo al estar tu mente llena de ruido. Has esta¬do distraído con otras cosas constantemente, a todas ho
ras. Has estado lleno de pensamientos, sobre todo de pen¬samientos negativos.
En la vida cotidiana muchas personas pasamos la mayor parte del tiempo buscando sensaciones agrada¬bles —tanto en el sentido material como afectivo— para simplemente sobrevivir. Dedicamos todo nuestro tiempo a ello. Son las llamadas preocupaciones cotidianas. Nos preocupan a diario: cómo tener suficiente dinero, comida, cobijo y otras cosas materiales. También tenemos preocu-paciones afectivas: si una determinada persona nos ama o no nos ama, si un trabajo es seguro o no lo es. Estamos todo el día preocupados por este tipo de cosas. Tal vez es¬temos intentando encontrar una relación de pareja lo bas¬tante buena como para que dure, una que no sea demasia¬do complicada. Buscamos algo en lo que confiar.
La mayoría dedicamos el 99,9 por ciento de nuestro tiempo a preocuparnos por esta clase de cosas —las comodidades materiales y las comodidades afectivas—y es lógico, porque para sentirnos seguros nuestras ne¬cesidades básicas tienen que estar cubiertas. Pero nos preocupamos demasiado, porque lo hacemos por mu¬chas, muchísimas otras cosas aparte de nuestras nece¬sidades básicas. Estamos a salvo físicamente, tenemos la barriga llena, un techo bajo el que cobijarnos y una familia maravillosa, y aún así seguimos preocupándo¬nos sin cesar.
Tu mayor preocupación, como nos ocurre a la mayoría, quizá sea una de la que no te has dado cuenta, una que no has oído en tu interior. La mayor preocupación de todos no tiene nada que ver con el aspecto material o afectivo. ¿Qué queremos hacer con nuestra vida? Esta es la cuestión más importante. Estamos aquí, pero ¿por qué estamos aquí? ¿Quiénes somos como individuos? ¿Qué queremos hacer con nuestra vida? Estas son las preguntas que normalmente no nos planteamos por falta de tiempo o por no quererles hacer un hueco.
No son solo preguntas filosóficas. Si no logramos res¬ponderlas, nuestra mente no estará en calma ni seremos felices, porque la felicidad no es posible sin una cierta paz. Muchos creemos no poder responderlas nunca. Pero la plena conciencia te ayudará a lograrlo cuando se haya he¬cho un cierto silencio en ti. Descubrirás las respuestas a algunas de estas preguntas y oirás la llamada más profun¬da de tu corazón.
Cuando te preguntas: «¿Quién soy?» —si lo haces con el suficiente tiempo y concentración— tal vez descu¬bras algunas respuestas sorprendentes. Quizá veas que eres la continuación de tus antepasados. Tus padres y tus antepasados están presentes en cada célula de tu cuerpo, tú eres una continuación suya. No estás separado de ellos. Si eliminaras a tus antepasados y a tus padres de ti, «tú» desaparecerías.
Quizá veas que estás hecho de elementos, como el agua, por ejemplo. Si eliminaras el agua de ti, «tú» desapa¬recerías. Estás hecho de tierra. Si eliminaras el elemento tierra de ti, «tú» desaparecerías. Estás hecho de aire. Nece¬sitas el aire desesperadamente, sin él no sobrevivirías. Si eliminaras el elemento aire de ti, «tú» desaparecerías. Y en ti también hay el elemento fuego, el elemento del calor, el elemento de la luz. Sin la luz del sol no crecería nada en la Tierra. Si lo sigues observando, verás que estás hecho de sol, una de las estrellas más grandes de la galaxia. Y, como ya sabes, la Tierra, al igual que tú, está hecha de estrellas. De modo que eres las estrellas. En una noche clara, si alzas la vista verás que formas parte de las estrellas del cielo. Tú no eres solo el cuerpo diminuto que crees ser.
no necesitas perseguir
una cosa tras otra
La plena conciencia te da el espacio interior y la quietud para mirar dentro de ti, para descubrir quién eres y qué quieres hacer con tu vida. Ya no sentirás el vano deseo de perseguir una cosa tras otra. Lo has estado haciendo; has estado buscando algo porque creías que era fundamen¬tal para encontrar la paz y la felicidad. Has intentado conseguir esta condición o aquella otra para ser feliz.
Has creído que no tenías aún todas las condiciones nece¬sarias para serlo, por eso has adquirido como tanta otra gente la costumbre de estar persiguiendo sin cesar una cosa tras otra. «Ahora no puedo sentirme en calma, no puedo detenerme ni disfrutar de las cosas, porque toda¬vía no tengo todas las condiciones para ser feliz.» Pero en realidad estás destruyendo la alegría natural de vivir a la que tienes derecho. La vida está llena de maravillas, como los sonidos maravillosos. Si logras estar aquí, en el presente, si logras ser libre, serás feliz en ese mismo ins¬tante. No necesitas perseguir nada para serlo.
La práctica de la plena conciencia
es muy sencilla.
Te detienes, respiras y aquietas la mente.
Vuelves a tu verdadero hogar para disfrutar del aquí y el ahora a cada momento.
Todas las maravillas de la vida ya están aquí. Te es¬tán llamando. Si eres capaz de escucharlas podrás dejar de perseguir una cosa tras otra en busca de la felicidad. Lo que necesitas, lo que todos necesitamos, es el silen¬cio. Aquieta tu mente para escuchar los sonidos maravi¬llosos de la vida. Así podrás empezar a vivir plenamente tu vida de verdad.

índice

introducción 9
1. una ración diaria de ruido 25
2. la radio del pensar sin parar 49
3. un silencio atronador 71
4. la escucha profunda 95 -
5. el poder de la quietud 117
6. presta atención 143
7. el cultivo de la conexión 165

Urano
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