La dieta del grupo sanguíneo, por Jörg Zittlau , Ed. Robinbook, 2006

La dieta del grupo sanguíneo

Referencia: 9788479275716
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La alimentación adecuada para cada grupo sanguíneo

Aunque no lo crea, muchas personas se han beneficiado por seguir
dietas asociadas a su grupo sanguíneo. Pruébelo y su salud
también se lo agradecerá.

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Con este libro aprenderás cual es la alimentación adecuada para cada grupo sanguíneo con 150 recetas y una dieta muy especial.

 
Una alimentación adecuada al grupo sanguíneo de cada uno. He aquí un aspecto nuevo de la salud que cobra actualidad a grandes pasos. Cada vez más personas obtienen la evidencia de que tienen ahí la clave del bienestar y del máximo rendimiento de su cuerpo y su mente. En este libro, el doctor Jórg Zittlau no sólo razona esta doctrina dietética extraordinaria, pero fácilmente integrable en los hábitos de nuestra vida cotidiana, sino que ofrece numerosos ejemplos a seguir y menús personalizados.
Para cada tipo se hallarán aquí numerosas recetas y, además, una dieta semanal sistemática para alcanzar una forma física y un peso corporal ideales. El autor no olvida señalar las compatibilidades para cada uno de los platos recomendados, a fin de simplificar las comidas en familia y con las amistades.
  • La importancia de los grupos sanguíneos en la vida cotidiana y en la salud.
  • Una dieta para cada grupo sanguíneo (0,A, B y AB).
  • Dietas para fortalecerse, para adelgazar y para rendir más.
  • 150 recetas clasificadas por grupos sanguíneos.
  • Una dieta especial: «En forma en 7 días».

 

Atención al grupo sanguíneo: es más im­portante para la salud de lo que suele creerse. Este libro revela cómo debemos alimentarnos según nuestro tipo de san­gre.
La relación entre alimentación y grupo sanguíneo tiene un punto de apoyo en el hecho de que, en la historia de la especie humana, cada grupo sanguíneo se formó bajo condiciones diferentes, sobre todo en lo tocante a la alimentación.
A mediados de los años noventa, el médico naturista estadounidense Dr. Pe- ter J. D’Adamo introdujo la tesis de que los grupos sanguíneos trascienden mucho más allá de lo tocante a la transfusión de sangre. Por ejemplo, propuso que los gru­pos determinan qué alimentos nos sien­tan bien y cuáles fomentan la acumulación de grasas, entre otras incompatibilidades. Así, a un individuo de determinado grupo sanguíneo, la ingesta de determinado nu­triente le produce unas molestias físicas perfectamente descritas, mientras que a otro el mismo producto le activará posi­tivamente su metabolismo. Por ejemplo, ¿sabía que... ?
  • Los derivados del trigo y los productos lácticos son fuente de obesidad y otros trastornos en las personas del grupo 0.
  • La leche y sus derivados son bien me- tabolizadas por individuos del grupo B.
  • El té verde es un antídoto contra el es­trés para las personas del grupo A.
  • Las carnes y embutidos son muy salu­dables para las personas del grupo 0.
  • Los plátanos, el coco, los mangos y las naranjas suelen ser indigestos para los individuos del grupo AB.

El doctor Jörg Zittlau

ha recogido estos conocimientos y ha elaborado un sistema dietético especializado por grupos que tiene ya muchos partidarios. Ahora pre­senta todo lo que el lector no especialista debe conocer para seguir estas dietas. Planteado a la vez como libro teórico y práctico, La dieta del grupo sanguíneo per­mite conocer y comprender los funda­mentos de este sistema de alimentación, así como confeccionar apetitosos platos y menús teniendo en cuenta las condicio­nes de cada grupo. Los resultados son sor­prendentes: obtendremos un peso corpo­ral idóneo y un estado de forma óptimo.
El doctor Jörg Zittlau ha estudiado biolo­gía, filosofía y medicina deportiva. Ha ejer­cido la docencia superior durante muchos años derivando luego hacia el periodismo científico, con especial dedicación a los te­mas de psicología, nutrición y métodos de curación alternativos. Ha publicado, entre otras obras, Plan dietético para fumadores,
La flor de la caléndula y Cómo dejar de fu­mar conservando la línea.
 
  • Nº de páginas: 205 págs.
  • Encuadernación: Tapa blanda
  • Traducción: José Antonio Bravo

índice

Una dieta para cada grupo sanguíneo .........................  7La importancia de los grupos sanguíneos
en la vida cotidiana .....................................................  17
El cazador y recolector solitario: grupo 0 .....................  23
Recetario para el grupo 0                                              33
Recetas sabrosas para todas las ocasiones ...............  33
La dieta de 7 días para el grupo ...............................  53
El cultivador sociable: grupo A ....................................  71
Recetario para el grupo A ............................................  85
Recetas sabrosas para todas las ocasiones ...............  85
La dieta de 7 días para el grupo A ............................ 100
El fortachón sensible: grupo B ..................................... 117
Recetario para el grupo B ............................................ 129
Recetas sabrosas para todas las ocasiones ............... 129
La dieta de 7 días para el grupo B ............................ 141
El híbrido moderno: grupo AB ..................................... 157
Recetario para el grupo AB ............................................ 167
Recetas sabrosas para todas las ocasiones ............... 167
La dieta de 7 días para el grupo AB .......................... 180
índice de recetas
  • Platos para    el grupo 0 ........................................... 197
  • Platos para    el grupo A ........................................... 198
  • Platos para    el grupo B ........................................... 199
  • Platos para el grupo AB ............................................ 200

Bibliografía .................................................................... 203

Una dieta para cada grupo sanguíneo

Historia de un éxito
Pasaron los tiempos en que nos daba igual qué tipo de san­gre cómese por nuestras venas. Sólo para el caso de tener que donar sangre o recibir una transfusión se prestaba aten­ción al dato. Como hay grupos que no son compatibles, era preciso fijarse en que donante y beneficiario fuesen del mis­mo tipo. No se veían otras razones para pensar más en ello.
A mediados de los años noventa, un médico naturista nor­teamericano, el doctor Peter J. D’Adamo, causó cierta con­moción al plantear la tesis de que los grupos sanguíneos tras­cienden mucho más allá de lo tocante a la transfusión de sangre. Y que, por ejemplo, determinan qué alimentos nos sientan bien y qué otros fomentan la acumulación de gra­sas. A tal individuo de tal grupo sanguíneo, la ingesta de de­terminado nutriente le produce unas molestias físicas per­fectamente descritas; a tal otro, el mismo producto le activará su metabolismo y lo potenciará de tal manera que esa per­sona se verá en condiciones de rendir al máximo en su ac­tividad habitual.
Si hacemos caso de este planteamiento, los sujetos del grupo 0 deberían suprimir de su dieta, en lo posible, los de­rivados del trigo y los lacticinios, porque esos alimentos leengordan y le hacen más propenso a padecer achaques. En cambio, otros alimentos tenidos clásicamente como causa de gordura, por ejemplo las carnes y los embutidos, le sien­tan divinamente. Por otro lado, la persona por cuyas venas corre sangre del tipo B, metaboliza muy bien la leche y sus derivados, pero le aconsejaremos que los tomates y la car­ne de cerdo, pongamos por caso, ni tocarlos.
D’Adamo elaboró las dietas correspondientes y ha veni­do aplicándolas con gran éxito en su consulta. De esta ma­nera, ha logrado demostrar que quien come y bebe de acuer­do con su grupo sanguíneo previene eficazmente toda una serie de enfermedades crónicas como el reuma, la diabetes e incluso el cáncer, o caso de padecerlas ya consigue una mejoría importante. En cuanto a los problemas de peso cor­poral, suelen desaparecer en cuanto se aborda un régimen de alimentación armonizado para el grupo sanguíneo.
Aumenta constantemente el número de personas que han logrado controlar su exceso de peso o sus problemas de sa­lud gracias a una alimentación adecuada al tipo de sangre. Al mismo tiempo, son más numerosos los profesionales de la sanidad que utilizan las dietas. Es un tema cuya actuali­dad se justifica por sus éxitos.
Eficaz, pero difícil de demostrar

A decir verdad, no tenemos la confirmación clínica de que sea posible la reducción de peso por medio de este sistema dietético. En todo caso, sería difícil obtener una demostra­ción porque el observar cambios en los hábitos de alimen­tación es complicado, y totalmente distinto de la verifica­ción de los efectos de las píldoras y preparados dietéticos de farmacia. En este otro supuesto, se elige un grupo repre-
sentativo de voluntarios y se les administra el producto du­rante algunas semanas. Al mismo tiempo, los integrantes de un grupo de control reciben, sin saberlo, un placebo, es de­cir, un preparado ficticio. Terminado el periodo de prueba, si se demuestra que quienes tomaron el preparado auténtico perdieron más kilos que los del grupo de control, tendremos un indicio consistente de la eficacia del producto ensayado.
En el caso de un sistema dietético armonizado con los grupos sanguíneos, este método experimental supondría un dispendio enorme. Se necesitaría una gran cantidad de vo­luntarios a fin de obtener cuatro grupos numéricamente igua­les para cada uno de los cuatro grupos sanguíneos, más otros cuatro para constituir los controles. A continuación, cada uno de los grupos «activos» se sometería al plan dietético que le correspondiese; al mismo tiempo, tendríamos que idear otras tantas dietas «falsas» para los grupos de control. Finalmente, la parte más difícil: vigilar a cada participante de los grupos «activos» durante varias semanas para garan­tizar el estricto cumplimiento de las recomendaciones die­téticas. ¿Y quién se avendría a esponsorizar un estudio tan complicado y, sobre todo tan caro, cuando se trata de un con­cepto dietético que cualquier persona puede practicar por su cuenta y no hay que comprar ningún ingrediente especial, ni preparados farmacéuticos, ni pagar ninguna consulta?

La clave de las dietas: las lectinas

Queda en pie la pregunta: ¿cómo nos convencerán de la efi­cacia de las dietas armonizadas con los grupos sanguíneos, si no se cuenta con estudios clínicos?
Por un lado, tenemos la tesis científicamente fundamenta­da de que los sujetos de diferentes grupos reaccionan de dis-
tinta manera ante determinados alimentos. No es de extrañar, ya que el grupo sanguíneo determina en gran medida el com­portamiento de las defensas, es decir, la elección de las sus­tancias que el organismo rechaza por «perjudiciales» o ad­mite como «convenientes». Como, a fin de cuentas, la alimentación supone una incorporación de «sustancias ex­trañas», la intuición nos dice que las reacciones ante las mis­mas serán diferentes para los sujetos de distintos tipos de san­gre. En estos procesos desempeñan una función clave las lectinas. Éstas son proteínas que, se puede decir «imprimen carácter» a los alimentos ingeridos, en virtud de lo cual el sis­tema inmunitario decide si «deja pasar» esos platos y esas be­bidas, o si los va a combatir. Contra la teoría de los grupos se ha aducido, a menudo, que las lectinas no pasan a la circula­ción de la sangre porque resultan descompuestas durante la digestión gástrica e intestinal. Esta objeción ha quedado des­mentida por experimentos recientes de laboratorio, habién­dose demostrado que las lectinas sí pasan a la circulación y en ella encuentran una recepción hostil o amistosa según la composición y el tipo de la sangre del anfitrión.

Por qué son más atractivas estas dietas

La presencia de las lectinas, sin embargo, no acaba de ex­plicar el especial interés que ha suscitado este sistema die­tético. Su carácter único se debe a que buscan su fundamen­to en hechos concretos de la evolución humana. O dicho de otra manera: cada grupo sanguíneo reacciona de distinta ma­nera a los alimentos porque está adaptado a las condiciones alimentarias que regían en la época en que ese grupo apare­ció sobre la faz de la tierra. Tomemos como ejemplo el gru­po 0, el más antiguo de todos, surgido hará unos 40.000 años.
En esa época los humanos eran cazadores y recolectores. Por tanto, la dieta se componía fundamentalmente de proteínas de origen animal, con algunas semillas y frutos que recogí­an, y ausencia total de los cereales y de la leche. La evolu­ción hizo que estos individuos se adaptasen óptimamente al consumo de dichos alimentos. Y en esto siguen todavía. A las personas por cuyas venas corre sangre del tipo 0, les acon­sejaremos que continúen con esa clase de alimentación: mu­cha carne y determinadas hortalizas y legumbres, pero ex­cluyendo la leche, los cereales y los derivados de ambos.
Así, la dieta selectiva viene a propugnar una especie de «retorno a los orígenes», una recuperación de nuestras raí­ces evolutivas. Al adoptarla, declinamos las tentaciones de la moderna alimentación industrializada y regresamos a las formas de alimentación que nos correspondían en nuestros comienzos; obedecemos a la voz de la sangre y armoniza­mos nuestra dieta con nuestro grupo sanguíneo, que es uno de los lazos primordiales que tenemos con nuestros oríge­nes y con lo dispuesto por la naturaleza (o mejor dicho, uno de los pocos que nos restan).
Como vemos, el concepto no es exclusivamente médico sino que abarca toda una filosofía. En ésta radica, precisa­mente, el encanto del sistema para sus usuarios convencidos.

La práctica cotidiana en relación con el grupo sanguíneo

Este sistema dietético, aunque exigente en algunos extre­mos dada su dimensión médica y filosófica, plantea pocas dificultades desde el punto de vista de la viabilidad prácti­ca. El concepto desarrollado por Peter D’Adamo no puede traducirse directamente a nuestro espacio europeo. En tan-
to que norteamericano, ha incluido en sus minutas produc­tos alimenticios que aquí no se encuentran o que no se con­siguen sin bastante dispendio. Por otra parte, a veces, las es­pecies americanas tampoco son comparables directamente con nuestras frutas y hortalizas correspondientes. Una uva californiana se cría bajo condiciones bien diferentes de las que hallamos en las laderas del Mosela, pongamos por caso, y podemos sospechar que las lectinas que contienen no pre­sentan estructuras idénticas.
Algunas de las proposiciones de D’Adamo, por otra par­te, parecen más especulativas o arbitrarias que deducidas de la experiencia clínica o de sus conocimientos en materia de bromatología. Cuesta seguir su razonamiento, por ejemplo, cuando nos asegura que los individuos del grupo B deben prescindir de plantas medicinales tan importantes como la flor de tilo (contra la fiebre) o el tusñago (contra la tos). Para los del grupo 0, figura en la lista de exclusiones el hipérico o hierba de san Juan, lo cual dificultaría un tratamiento efi­caz de las fobias y depresiones a más de un 40 % de la po­blación en nuestras latitudes (en los Estados Unidos la pro­porción alcanza el 45 %). Son ideas difícilmente conciliables con una medicina naturista.
D’Adamo también ofrece algunas opiniones originales por lo que se refiere a las especias. Es notable el caso del curry. Como se sabe, este ingrediente no es una especia que provenga de ninguna planta sino una mezcla que admite una variación muy amplia según de dónde proceda. El curry in­dio se compone esencialmente de cúrcuma, comino común y cilantro. En Ceilán le añaden además semilla de hinojo y cardamomo. El curry barato suele adulterarse con harina de legumbres y es entonces cuando contiene lectinas que pueden sentar mal a las personas de determinados tipos sanguíneos.
Hemos expuesto anteriormente la conveniencia de no to­mar al pie de la letra todas las proposiciones de D’Adamo. Como mínimo, se impone una actitud de cautela crítica. Cuando sus afirmaciones chocan con hechos reconocidos y demostrados por la ciencia, nos las tomaremos «con caute­la». El propósito del presente manual práctico es ofrecer una orientación al lector residente en Europa, adaptando las die­tas armonizadas por grupos en beneficio de su salud y de manera que sean practicables en la realidad cotidiana.

¿Qué promete la dieta de 7 días?

Una dieta de 7 días adaptada a cada uno de los cuatro tipos sanguíneos es parte principal de este libro. Como es obvio, no hay que esperar que tan breve cambio de los hábitos ali­menticios vaya a producir una reducción duradera del peso corporal. No obstante, su práctica aporta algunos beneficios demostrables:

  • Mejora la digestión, y en especial alivia notablemente molestias como el estreñimiento, el meteorismo, la aci­dez de estómago y otros trastornos gastrointestinales.
  • Se estabiliza el nivel de azúcar en sangre, lo que produ­ce una agradable sensación de plenitud después de las comidas aunque éstas hayan sido bajas en calorías. Di­cha sensación es una de las claves del éxito en cualquier régimen para adelgazar, y por tanto, uno de los puntos fuertes del sistema dietético que aquí nos ocupa.
  • También mejora la concentración mental porque dis­minuye la demanda de riego sanguíneo para las fun­ciones digestivas, quedando así más energía disponi­ble para la actividad cerebral.
  • A los cuatro o cinco días se observa que tienden a ba­jar los kilos indicados por la báscula. Esta reducción del peso corporal se atribuye a la mejoría del metabo­lismo.
  • Aumenta la sensación de bienestar general. Este cam­bio sólo será duradero si se continúa con la alimenta­ción armonizada más allá de la dieta de 7 días.

Para una utilización prolongada de la dieta en la vida co­tidiana hay que evitar el exceso de escrupulosidad. Lo mis­mo que cuando se sigue una dieta convencional para adel­gazar no es aconsejable sentarse a la mesa con la tabla de calorías en la mano, la dieta armonizada por tipo sanguíneo no requiere que nos confinemos a la lista de los alimentos excelentes. Existen otros muchos alimentos que no figuran aquí y pueden consumirse porque no son positivos ni nega­tivos en cuanto a sus efectos sobre la persona de determi­nado grupo sanguíneo.
La experiencia disponible indica que lo más importante para el éxito es la supresión de los alimentos conflictivos. Este punto merece más atención que la inclusión de los recomen­dados. Por otra parte, el sujeto no debe prescindir de su sen­tido común y experiencia propia para seguir a ciegas las in­dicaciones positivas y negativas: si uno descubre que le sienta bien un plato, aunque figure en la lista de exclusiones de su grupo sanguíneo, es mejor que escuche la voz de su propio organismo y mantenga ese plato en sus minutas. Lo dicho también se cumple en sentido contrario: si notamos que algo nos sienta mal, lo suprimiremos aunque las listas digan que podemos tomarlo. Porque, a fin de cuentas, cada persona es un ser individual con sus rasgos específicos, y éstos depen­den de muchos factores, no sólo de nuestro grupo sanguíneo.

Cómo manejar este libro

En este manual práctico se hallará un gran número de re­cetas para cada grupo. Son sugerencias para una dieta ar­monizada. Asimismo, las propuestas para las dietas de 7 días pueden adoptarse, naturalmente, en cualquier mo­mento, sin importar si vamos a seguir rigurosamente la se­mana de régimen o no. Las minutas sugeridas pueden com­binarse con cualquier otro alimento permitido, según la lista de positivos. O mejor dicho, con los que no figuren en la lista de exclusiones.
No hay inconveniente en invitar a los colegas del traba­jo, a las amistades y a los familiares. Como no todos los que se sienten a la mesa con nosotros van a tener el mismo gru­po sanguíneo, en el libro están resaltados mediante los sím­bolos 1 o 1, 1 a |, | b | y | ab | los platos compatibles para estos grupos. Es decir que, cuando se encuentre esta men­ción, el plato es recomendable o por lo menos neutral en cuanto a sus efectos. Los símbolos 1 -»o |, 1 -»a |, | -»b | y |-»ab| expresan que un plato puede modificarse fácilmente para hacerlo compatible con otro grupo. En muchos casos la di­ferencia consiste sencillamente en sazonar con otras espe­cias o sustituir unos fideos corrientes por otros de elabora­ción dietética especial. En ocasiones, la modificación se realizará apartando determinadas porciones para añadirles el ingrediente (por ejemplo, el queso rallado) que alguno de los comensales no tolera. Al final del libro hemos añadido un índice de consulta rápida, que permite ver de una sola ojeada qué alimentos de un grupo son adecuados también para otros. Sobre esto no hay límites para la creatividad, por­que las listas que damos para cada grupo hacen posible un número muy grande de combinaciones.

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