Alimentación y rendimiento intelectual
Referencia: 9788441437944
Alimentar bien nuestro cerebro para vivir mejor.
Este libro está escrito a mis 80 años de edad
Una correcta alimentación, y es más, un buen desayuno con los nutrientes esenciales, constituye la base principal de un óptimo rendimiento intelectual, no solo como pilar del correcto funcionamiento de nuestro organismo a lo largo del día, sino de cómo seamos capaces de responder a distintos tipos de actividades, ya sea en el trabajo, en los estudios o en la relación con los demás.
Todos los libros de Ana María Lajusticia intentan enviarnos algún mensaje. En esta ocasión quizá sea uno de los más importantes: una correcta alimentación constituye la base principal de un óptimo rendimiento intelectual, no solo como pilar del correcto funcionamiento de nuestro organismo, sino también para ser capaces de responder a distintos tipos de actividades, ya sea en el trabajo, en los estudios o en la relación con los demás.
Hasta hace unas décadas los trabajos estaban ligados a la idea de movimiento. En cambio, desde mediados del siglo XX y ya en plena era de las tecnologías y el avance industrial, la mayoría de las actividades laborales se realizan ante una mesa de despacho o alguna máquina. Y lo que es peor, cada vez más es acuciante y preocupante la cantidad de niños educados en el sedentarismo.
Ana María Lajusticia, la autora que se ha convertido en la mejor valedora de un correcto cuidado del cuerpo y las articulaciones, también nos enseña a reconocer la importancia de comer bien para rendir mejor. Nuestro cerebro estará vivo y libre de “oxidantes” si desde por la mañana lo nutrimos bien y además lo acompañamos de alguna actividad física. Este libro nos da las claves para conseguirlo.
- Hacer un buen desayuno con proteínas y fruta todos los días
- Evitar el cansancio mental y físico en el ámbito académico o laboral
- Combatir los malos hábitos alimenticios con dietas equilibradas y recetas divertidas y fáciles
- Hacer las cinco comidas con los minerales, vitaminas y proteínas esenciales
Todas las herramientas para llegar al mejor estado de salud y rendimiento mental, así como para aumentar la calidad de vida en sus distintas etapas. Mayor salud para todos.
Autora
Ana María Lajusticia (Bilbao, I924)
es licenciada en Ciencias Químicas por la Universidad Complutense de Madrid, y ha realizado estudios sobre agricultura y alimentación animal, publicando artículos sobre el tema en revistas especializadas. Lleva más de cincuenta años dedicada al estudio de la dietética, basado en la bioquímica y la biología molecular, y ha participado en congresos internacionales sobre estas materias, especializándose en los problemas provenientes de las deficiencias en la alimentación.
En toda su obra destaca un estilo didáctico, riguroso y claro, y está considerada una especialista en dietética y nutrición, disciplinas sobre las que imparte numerosos cursos y conferencias, siendo solicitada a menudo por los medios de comunicación para hablar de estos temas.
Es autora de diversos libros, éxitos de ventas durante décadas, y traducidos a distintos idiomas, entre los que cabe destacar: La artrosis y su solución, Colesterol, Triglicéridos y su control, El magnesio, clave para la salud, La respuesta está en el colágeno, Vencer la osteoporosis, La alimentación equilibrada en la vida moderna, Contestando a sus preguntas sobre el magnesio, El magnesio en el deporte y Dietas a la carta, todos publicados por esta editorial.
Índice
INTRODUCCIÓN. LA IMPORTANCIA DEL DESAYUNO 11
Capítulo 1. CEREBRO Y TRABAJO MENTAL 15
- Glucosa 16
- Aminoácidos 17
- Fósforo 21
- Magnesio 21
- Calcio 22
- Potasio 23
- Sodio y cloruros 24
- Complejo B 25
- Vitamina C 25
Capítulo 2. DESAYUNOS 27
- Desayunos para niños 27
- Desayunos para jóvenes 28
- Desayunos para adultos 29
- Si se hace deporte 33
Capítulo 3. LAS COMIDAS 41
- Ensaladas 42
- Arroz, patatas y pastas 45
- Legumbres: judías, lentejas, garbanzos, guisantes y habas 46
- Preparación de las legumbres 48
- Carnes 51
- Pescados 54
- Moluscos: mejillones, almej as,berberechos , ostras, calamares y sepia 55
- Crustáceos: quisquillas, camarones, gambas, langostinos, langostas 56
- Vísceras 57
- Postres 60
Capítulo 4. MERIENDAS Y CENAS 71
- Merienda 71
- Cena 72
Capítulo 5. DIGESTIÓN 77
- El aparato digestivo y las enzimas 77
- La boca 79
- El esófago 80
- El estómago 81
- El intestino delgado 81
Capítulo 6. DESEQUILIBRIOS MÁS FRECUENTES EN LA ALIMENTACIÓN DE NUESTRO PAÍS 85
- Capítulo 7. CIRCULACIÓN DE LA SANGRE 91
- Capítulo 8. GRASAS Y ATEROMAS 95
- Capítulo 9. CIRCULACIÓN Y CALCIFICACIÓN DE LOS VASOS SANGUÍNEOS 101
- Capítulo 10. CIRCULACIÓN Y ESPASMOS VASCULARES 107
Deterioro de las paredes arteriales 109
Circulación e hipertensión 111
CONCLUSIÓN 115
APÉNDICES. TABLAS DE COMPOSICIÓN DE ALIMENTOS 119
VADEMÉCUMS DE PRODUCTOS DE ANA MARÍA LAJUSTICIA 153
Introducción
La importancia del desayuno
Este libro está escrito a mis 80 años de edad
Hasta los años cincuenta del pasado siglo XX, la mayoría de los trabajos o actividades laborales estaban ligados a la ejecución de movimientos; y esto se observaba tanto en los hombres como en las mujeres. En cambio, en la actualidad gran parte de los mismos se realizan sentados ante una mesa de despacho o alguna máquina, ya sea un ordenador o de manipulado, entre otros tipos. Además, hoy en día algunos niños y muchísimos jóvenes ya forman parte de esa sociedad de «sentados» junto con los adultos, debido a las exigencias, muchas veces excesivas, de sus estudios y a las nuevas formas de entretenimiento como son la tele y los juegos en máquinas con pantalla que realizan en el salón de su casa.
A través de pinturas rupestres, frescos, cuadros, esculturas y también de la Historia escrita, hemos sabido que los hombres eran cazadores, agricultores, guerreros, picapedreros, albañiles, pescadores, pastores, leñadores..., y sus mujeres, además de ayudarlos en las faenas del campo, realizaban las de la casa. Una frase muy característica de la mujer de hace sesenta años era: «No puedo parar en todo el día; no me he sentado ni para comer».
Los hijos de los labradores enseguida tenían que empezar a ayudar a sus padres en las faenas del campo y es frecuente escuchar a los campesinos de entonces, que hoy tienen ochenta años, la frase: «Yo apenas pude ir a la escuela; cuando aprendí las cuatro reglas mi padre me dijo que ya sabía bastante y que tenía que quedarme en casa». Esos niños, a los diez u once años, empezaban a cuidar ovejas, recoger hierba..., es decir, comenzaban una vida que comportaba el moverse al aire libre y realizar trabajos que consumían gran cantidad de energía física.
En la actualidad, los hijos o nietos de los labradores asisten a los colegios al menos hasta los 16 años y muchos de ellos son conducidos en autobuses a los mismos.
Ya se han perdido, en consecuencia, las frases de «una hora lejos»... o «una hora y media de camino»... con las que muchas personas del campo medían la distancia que las separaba de la escuela y también del médico, de la farmacia, etc., ya que en la actualidad irán en coche o tractor. Dejando aparte «los sentados» de los despachos, que son la muestra más evidente de que los modos de trabajo son distintos, incluso en la agricultura, el campesino ha cambiado el caminar sosteniendo y apretando el arado en el surco, por ir montado en un tractor, que en los lugares fríos dispone de una cabina para su protección de las inclemencias del viento y del frío.
Aquel labrador que hasta hace pocos años no hacía más que repetir lo que había visto cultivar a su padre, se ha convertido en la actualidad en un especialista que ha tenido que aprender nuevos métodos de abonado, innovadores y modernos mecanismos de riego, ha de entendérselas con los análisis que le hacen de los suelos y foliares... y también lo que resulta más difícil para muchos. Deben llevar una contabilidad, con todo lo que ello supone de complicaciones para las personas que conocían los cielos, que presagiaban las nubes, cómo iban las cosechas y el ganado..., pero que no habían sido preparados para entender de porcentajes, del IVA, de mecánica, etc.
Podemos concluir estos razonamientos con la reflexión de que incluso la clase social menos próxima a los despachos y más unida a la tierra y a la Naturaleza, hoy en día se ve obligada a realizar un gran esfuerzo intelectual para poder obtener unas ganancias en una agricultura extraordinariamente competitiva y tecnificada.
Cuando las actividades humanas eran principalmente de tipo físico, se consumían grandes cantidades de pan, patatas, arroz, grasas... y era correcto, ya que estos precisamente son los alimentos energéticos que permiten realizar trabajo y mantienen caliente el cuerpo.
Pero si fundamentalmente se realiza una actividad mental, hemos de considerar cuidadosamente cuáles son los materiales y los nutrientes con los que actúan las conexiones cerebrales, para consumir aquellos alimentos que nos suministran los nutrientes que vamos a necesitar en el trabajo intelectual.
Ficha técnica
- Autor/es:
- Ana María Lajusticia
- Editorial
- EDAF
- Formato
- 15 x 21 cm.
- Páginas
- 192
- Encuadernación
- Rústica con solapas (tapa blanda)